Comentario de Génesis 32:1 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia
Jacob continuó su camino, y le salieron al encuentro unos ángeles de Dios.
ángeles de Dios. Sal 91:11; Heb 1:4; 1Co 3:22; Efe 3:10.
Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico
Jacob, Gén 32:1-2.
Su mensaje a Esaú, Gén 32:3-5.
Tiene miedo de Esaú, Gén 32:6-8.
Ora por liberación, Gén 32:9-12.
Envía un presente a Esaú, y pasa por el arroyo de Jaboc, Gén 32:13-23.
Lucha con un ángel en Peniel, donde es llamado Israel, Gén 32:24-30.
Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico
ángeles de Dios: En una maravillosa demostración de amor hacia él, Dios le permite ver que no viajaba solo (2Re 6:17).
Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe
LE SALIERON AL ENCUENTRO ÁNGELES DE DIOS. Jacob había obedecido la orden de Dios al dejar a Labán y volver a la tierra de Canaán (Gén 31:13), la región donde vivía su hermano hostil, Esaú. Dios envió ángeles para darle a Jacob seguridad de su permanente protección.
Fuente: Biblia de Estudio Vida Plena
32. Temores de Jacob.
1Al día siguiente se levantó Labán de mañana, besó a sus hijos y a sus hijas y los bendijo. Después se marchó para volverse a su lugar. 2Jacob prosiguió su camino, y le salieron al encuentro ángeles de Dios. 3Al verlos, dijo Jacob: “Este es el campamento de Dios”; y por eso llamó a aquel lugar Majanayim. 4Envió Jacob ante sí mensajeros a Esaú, su hermano, a tierras de Seir, en los campos de Edom, mandándoles: 5“Así habéis de decir a mi señor Esaú: He aquí lo que dice Jacob, tu siervo: He estado con Labán y he morado con él hasta ahora. 6Tengo bueyes y asnos, ovejas, siervos y siervas, y quiero hacérselo saber a mi señor, para hallar gracia a sus ojos.” 7Los mensajeros volvieron, diciendo a Jacob: “Hemos ido a ver a tu hermano Esaú, y viene él a tu encuentro con cuatrocientos hombres.” 8Jacob se atemorizó grandemente y se angustió; dividió en dos partes a los que le acompañaban, los rebaños, los ganados y los camellos, diciéndose: 9“Si encuentra Esaú una parte y la destroza, quizá pueda salvarse la otra”; 10y dijo: “Dios de mi padre Abraham, Dios de mi padre Isaac, Yahvé, que me dijiste: Vuelve a tu tierra, al lugar de tu nacimiento, que yo te favoreceré, 11Muy poco soy para todas las gracias que a tu siervo has hecho, y toda la fidelidad que con él has tenido, pues pasé este río Jordán llevando sólo mi cayado, y vuelvo ahora con dos escuadras. 12Líbrame, te ruego, de la mano de mi hermano, de la mano de Esaú, pues le temo, no sea que venga a matarnos a todos, la madre con sus hijos. 13Tú me has dicho: Yo te favoreceré grandemente y haré tu descendencia como las arenas del mar, que por lo numerosas no pueden contarse.” 14Pasó allí Jacob aquella noche, y de cuanto tenía tomó para hacer presentes a Esaú, su hermano: doscientas cabras y veinte machos; 15doscientas ovejas y veinte carneros; 16treinta camellas criando, con sus crías; cuarenta vacas y diez toros; veinte asnas y diez asnos, 17y, poniendo en manos de sus siervos cada uno de los hatos separadamente, les dijo: “Id delante de mí, dejando un espacio entre hato y hato.” 18Al primero le dio esta orden: “Si te encuentra Esaú, mi hermano, y te pregunta: ¿De quién eres, adonde vas y de quién es eso que llevas?, 19le responderás: De tu siervo Jacob; es un presente que envía a mi señor, a Esaú, y él viene también detrás de nosotros.” 20La misma orden dio al segundo y al tercero, y a todos cuantos llevaban el ganado, diciéndoles: “Así habéis de hablar a Esaú cuando le encontréis. 21Le diréis: He aquí que tu siervo Jacob viene detrás de nosotros.” Pues se decía: Le aplacaré con los presentes que van delante y luego le veré; quizá me acoja bien. 22Los presentes pasaron delante de él, y él se quedó allí aquella noche en el campamento; 23y levantándose todavía de noche y tomando a sus dos mujeres, a sus dos siervas y sus once hijos, les hizo pasar el vado de Yaboq. 24Pasó también después cuanto tenía.
Al salir Jacob de Bersabé camino de Siria, había dejado sin resolver el pleito entablado con su hermano sobre la primogenitura, y, al partir de Jarrán, ignoraba cuáles serían las disposiciones de Esaú con respecto a él. Era, pues, natural que tomase las providencias pertinentes al caso. La orden de Dios de volver a su tierra no le excusaba de tornar las medidas oportunas. En primer lugar envía a su hermano diversos mensajeros con ricos presentes a fin de aplacarle, siguiendo la sentencia de que “dones ablandan corazones.” Los obsequios muestran cuál era la hacienda de Jacob, pues tan generosamente se podía conducir, aunque en cuanto a las cifras puede haber algo de exageración, pues en el texto se le pretende presentar como un gran jeque nómada, dueño de innumerables rebaños de todo género.
Al emprender la marcha, le salieron al encuentro ángeles de Dios (v.2) para asegurarle la protección divina, como lo habían hecho en Betel cuando se dirigía a Siria1. No se dice nada del mensaje que le trajeron a Jacob, aunque se supone que fuera para reconfortarle ante el encuentro peligroso con Esaú. Algunos autores creen que esta mención de los ángeles aquí pertenece a un documento en el que se relatara la lucha habida entre el patriarca y los ángeles, como vemos en los v.25-30, y que hubiera sido insertado aquí para explicar el nombre de Majanayim (“los dos campos”): “Es el campo (majaneh) de Dios.”(v.2) Es una ciudad de Galaad, límite de Gad y Manasés2. Se le identifica con el actual Mahne3. Al entrar en tierra de Canaán, Jacob envía a su hermano Esaú, al que le supone habitando ya en Edom, en “tierras de Seir” (v.4), al sudeste del mar Muerto, diversos mensajeros, pues teme un choque directo con él; sabe que es colérico y rudo de costumbres. Por eso quiere saber en qué situación de ánimo se encuentra. Sus mensajeros deben presentarse con humilde cortesía (“Tu siervo Jacob…”), declarando las grandes riquezas que trae consigo después de una larga estancia con Labán (v.6). Con ello quiere probar que no viene a pedir nada, y aun que puede renunciar al patrimonio de familia, antes tan codiciosa y arteramente conseguido. Esaú reacciona como se esperaba. Acostumbrado a “vivir de la espada”4, sale en plan hostil con cuatrocientos hombres de su banda de atracadores. Jacob entonces reparte su gente y sus ganados, para que, en caso de ataque ciego, no mueran todos (v.9). A estas medidas humanas añade la oración confiada a Dios, que le ha ordenado retornar a su tierra de nacimiento. Recuerda la protección que le ha prodigado desde que salió de la casa paterna con un “bastón” por todo ajuar, y ahora vuelve “con dos campos” (v.11) o escuadras. Es la alusión al nombre Majanayim (“los dos campos”). Ahora pide auxilio divino, pues es de temer una matanza despiadada: “no sea que venga a matarnos a todos, la madre con los hijos.”(v.12) La última frase parece aludir al caso del asesino que mata a la madre con los hijos, a los que ella quiere defender interponiendo su cuerpo. Es una locución proverbial5. Y, por fin, recuerda la promesa a él hecha de que había de tener una descendencia más numerosa que las arenas del mar (v.13).
Después envía mensajeros con numerosos presentes, el mejor medio de aplacar la cólera6. Todo lo que le ofrece pertenece a las riquezas de un nómada generoso, sin que haya nada del refinamiento del rico sedentario que ofrece oro, plata y joyería. Los dones ofrecidos debían ir en lotes separados, para impresionar más al rudo Esaú: cuando éste recibiera un lote y creyera que era el precio de la amistad de su hermano, llegaría otro y después otro. Eran oleadas sucesivas que habrían de calmar su corazón herido y rencoroso. Jacob siempre fue maestro en obrar habilidosamente, midiendo el alcance de los hechos a gran distancia. Conocía lo impresionable que era su hermano y su rudeza de carácter; pero al mismo tiempo su inconstancia y su falta de visión lejana. Gracias a este cálculo ladino de Jacob, perdió la primogenitura, la bendición de Isaac, y ahora se dejará ganar por la generosidad. Por precaución, durante la noche pasó Jacob a su familia por el “vado de Yaboq” (v.23), el actual Nahr ez-Zerqah, uno de los principales afluentes del Jordán en la Jordania septentrional. Quería verse desembarazado de ella para el momento crucial del encuentro con su hermano.
La Lucha con el ángel (25-33).
25Quedóse Jacob solo, y hasta rayar la aurora estuvo luchando con él un hombre, el cual, 26viendo que no le podía, le dio un golpe en la articulación del muslo, y se relajó el tendón del muslo de Jacob luchando con él. 27El hombre dijo a Jacob: “Déjame ya que me vaya, que sale la aurora.” Pero Jacob respondió: “No te dejaré ir si no me bendices.” 28El le preguntó: “¿Cuál es tu nombre?” “Jacob,” contestó éste. 29 Y él le dijo: “No te llamarás ya en adelante Jacob, sino Israel, pues has luchado con Dios y con hombres y has vencido.” 30Rogóle Jacob: “Dame, por favor, a conocer tu nombre”; pero él le contestó: “¿Para qué preguntas por mi nombre?”; y le bendijo allí. 31Jacob llamó a aquel lugar Peniel, pues dijo: “He visto a Dios cara a cara y ha quedado a salvo mi vida.” 32Salía el sol cuando pasó de Panuel, e iba cojeando del muslo. 33Por eso los hijos de Israel no comen, todavía hoy, el tendón femoral de la articulación del muslo, por haber sido herido en él Jacob.
Para entender este relato extraño de la lucha de Jacob con un misterioso personaje, al que el patriarca reconoce carácter sobrehumano, debemos tener en cuenta la situación psicológica de éste. En la noche precedente al encuentro temido con su hermano se halla invadido de oscuros presentimientos, teme lo peor, la matanza general. Dios le conforta con una visión nocturna en la que se simula la “lucha” 8 de un ser superior con el propio patriarca, el cual no se deja vencer aunque es herido en la lucha. Sin duda que todo esto es simbólico, y no se le ha de dar más que un valor de parábola en acción. El estilo de la redacción es arcaico, y bien puede ser que sea el eco de una anécdota folklórica antigua para explicar el nombre de Israel. Algunos autores suponen que el ángel que luchó con Jacob es el ángel protector y representante de los derechos de su hermano Esaú. Sería como su doble, como en el libro de Daniel se habla del “príncipe de Grecia” y del “príncipe de Persia,” representantes (en la creación dramático-apocalíptica del profeta) de los intereses de Grecia y de Persia, que eran vencidos por el representante de los intereses del pueblo judío, Miguel9. En este caso, el ángel – representante de los intereses de Esaú – sería vencido en sueños por Jacob, lo que era una prenda de la victoria moral de éste sobre aquél al día siguiente, cuando lograra cambiar los sentimientos de hostilidad en sentimientos de fraternidad. Oseas se hará eco de esta victoria de Jacob: “En el seno suplantó a su hermano, y en su edad madura luchó con Dios, luchó con el ángel y le venció”10. El hombre misterioso con el que lucha Jacob le pide que le deje marchar al salir la aurora (v.21). Según la creencia popular, los espíritus tienen su campo de actuación durante la noche, y al llegar el alba deben desaparecer. Jacob reconoce en el hombre que le ha herido en el muslo a un ser sobrehumano, y le pide su bendición (v.27). Esta bendición le será otorgada, pero antes le va a cambiar el nombre de Jacob (que incluye la idea de suplantador y trapacero) por el de Israel, que va a ser símbolo de sus victorias futuras, pero sin artimañas innobles. De nuevo nos encontramos con una etimología popular: Jacob se llamará Israel, porque “ha luchado con Dios y con hombres y ha vencido” (v.29). El autor juega con el sentido del verbo sarah (ser fuerte, prevalecer, o también luchar). En este supuesto, Israel habría que traducirlo por “Dios (Elohim) es fuerte, vence o lucha,” como Ismael (Yahvé oye). Pero el autor sagrado juega con la interpretación popular: “ser fuerte con Elohim, luchar con el…”11. En el contexto, la idea del nuevo nombre está relacionada con la idea de victoria en el futuro, de la que las luchas anteriores (con Dios y con los hombres, Labán y Esaú) son una garantía. Así resulta bien el sentido de la Vg: “Quoniam si contra Deum fortis fuisti, quanto magis contra homines praevalebis!”
Jacob quiere también saber el nombre de ese ser sobrehumano que ha luchado con él y le ha herido (v.30); pero no le es satisfecha su curiosidad, porque no comprenderá la naturaleza del que habla con él, y así debe quedar en el misterio la identificación del ser misterioso que luchó con él. Por toda respuesta recibió su bendición y desapareció. Jacob reconoce en ello la mano de Dios, y así llamó a aquel lugar Panuel, diciendo: “yo he visto a Dios cara a cara” (v.31). La traducción más exacta parece ser “cara de Elohim” o de El, como traducen los LXX12.
Jacob al día siguiente se sintió cojear por el golpe recibido en el muslo. Era una prueba de que todo lo que le había pasado durante la noche no era pura ilusión, sino un hecho que era garantía de otros que iban comprendidos en el nombre de Israel que se le había impuesto. Y con esta anécdota se relaciona la costumbre en Israel de no comer “el tendón femoral de la articulación del muslo” (v.33). En la legislación mosaica no se dice nada de esto, aunque sí en la Mishna. Sin duda que esto obedece a costumbres arcaicas ancestrales, cuya explicación histórica es difícil, pero que la imaginación popular lo ha relacionado con anécdotas folklóricas de la vida del gran patriarca Jacob13.
“El episodio de la lucha misteriosa de Jacob junto al Yaboq señala el punto cambiante de su carrera, en cuanto que en adelante el elemento espiritual prevalecerá sobre el natural, al contar ante todo más con la ayuda divina y menos con los recursos de su fuerza y habilidad…; hasta entonces el patriarca había creído poder obtener por medios humanos, fuerza, trabajo, astucia, la realización de las promesas recibidas…; en adelante sabrá que la ayuda divina, obtenida por la plegaria, le asegurará de un modo más eficaz el triunfo.”14 “¿Por qué el autor del Génesis ha presentado bajo una forma tan misteriosa esta transformación de la actitud del patriarca? Parece que ha tomado de una antigua tradición los elementos de su narración, cuya plena significación no comprendía. Es un relato muy antiguo antropomórfico, que presenta a la divinidad como impotente en la lucha con un hombre.”15 “Parece que estamos en presencia de un viejo tema de folklore transformado y aplicado a Jacob. El ser que prohibe el paso es el genio del lugar que guarda el vado.”16 “El autor utiliza una vieja historia para explicar el nombre de Penuel y dar un origen al nombre de Israel. Al mismo tiempo, la carga de un sentido religioso: el patriarca se agarra a Dios, le fuerza la mano para obtener una bendición que obligará a Dios para con los que de él tomarán el nombre de Israel.”17
1 Gen 28:12. – 2 Jos 13:26; 30; cf. 2Sa 2:8; 2Sa 2:12; 2Sa 2:29; 2Sa 27:24; 1Sa 4:14. – 3 Abel, Géog. II 373-374. – 4 Gen 27:40. – 5 Ose 10:14. – 6 Cf. Pro 17:8; Pro 18:16; Pro 19:6; Pro 21:14. – 7 Dos veces se dice que hizo atravesar a su familia el torrente Yaboq (v.23.24). El nombre del lugar unas veces es Panuel (v.32, y otras Peniel (v.31). – 8 La palabra hebrea ‘abaq (“luchó”) es un juego de palabras con Yaboq, el torrente donde tiene lugar la visión. – 9 Dan 10:13s. – 10 Ose 12:4. – 11 Varias son las posibles etimologías científicas de Israel: a) del v. srr, relacionado con el árabe: “Elohim brilla”; b) ysr, relacionado con el etiópico y árabe: “Elohim cura”; c) sra: ser fuerte: “Elohim es fuerte.” Véase R. De Vaux: DBS IV 730. – 12 En el TM es Peni’el; en el Samaritano, Penuel, y Vg, Phanuel. Aparece en Jue 8:17; 1Re 12:25. Difícil de identificar el lugar. Véase abel, Géog. II 406. – 13 Cf. Frazer, Le folklore dans l’Ancien Testament 224. – 14 A. Clamer, o.c., 396. – 15 Ibid. – 16 J. Chaine, o.c., p.347. – 17 R. De Vaux, Genése (“Bible de Jérusalem”) 150.
Fuente: Biblia Comentada
ángeles de Dios. Con una crisis detrás de él y ante él la incertidumbre de tener que encontrarse con Esaú. Jacob se encontró primero con una hueste de ángeles, lo que debió recordarle Bet-el, y que sirvió también como recuerdo oportuno y aliento de que en la tierra se cumple la voluntad de Dios (Gén 28:11-15).
Fuente: Biblia de Estudio MacArthur
La genealogía de Isaac.
Fuente: Biblia de Estudio MacArthur
32.1 ¿Por qué se presentaron ante Jacob estos ángeles de Dios? Hay muchos lugares en la Biblia donde los ángeles han intervenido en cuestiones humanas. Aun cuando los ángeles siempre se presentaban en forma humana, estos deben haber tenido algo diferente, ya que Jacob los reconoció al momento. Por qué estos ángeles se presentaron delante de Jacob, no sabe bien; pero a raíz de su visita, Jacob comprendió que Dios estaba con él.32.3 La última vez que Jacob había sabido de Esaú, su hermano quería matarlo por haberle robado la bendición familiar (25.29-27.42). Esaú estaba tan enojado que había prometido matar a Jacob tan pronto como su padre, Isaac, muriera (27.41). Temeroso de su encuentro, Jacob envió por delante un mensajero con presentes, esperando comprar el perdón de Esaú.32.9-12 ¿Cómo se sentiría usted al saber que está a punto de encontrarse con la persona a la que usted le ha arrebatado su posesión más preciada? Jacob se había apoderado de la primogenitura de Esaú (25.33) y sus bendiciones (27.27-40). Estaba a punto de encontrarse con su hermano por primera vez después de veinte años y le tenía un miedo espantoso. Sin embargo, ordenó sus pensamientos y se puso a orar. Cuando enfrentamos un gran conflicto, podemos correr de un lado a otro desesperadamente o podemos detenernos a orar. ¿Qué será lo mejor?32.26 Jacob luchó toda la noche para que lo bendijeran. Era persistente. Dios nos anima a ser persistentes en todos los aspectos de nuestra vida, incluyendo el espiritual. ¿En qué aspecto de su vida espiritual necesita mayor persistencia? La firmeza de carácter se desarrolla a medida que uno lucha en medio de condiciones difíciles.32.27-29 Dios dio nombres nuevos a muchos personajes de la Biblia (Abraham, Sara, Pedro). Los nuevos nombres expresaban cómo Dios había transformado sus vidas. El carácter de Jacob había cambiado. El engañador ambicioso se había convertido en Israel, el que luchó con Dios y venció.
Fuente: Comentarios de la Biblia del Diario Vivir
NOTAS
(1) O: “mensajeros”, como en Gén 32:3, Gén 32:6.
REFERENCIAS CRUZADAS
a 1413 Sal 34:7
Fuente: Traducción del Nuevo Mundo
ángeles de Dios. En el A.T. esta expresión ocurre sólo aquí y en 28:12. Probablemente los ángeles estaban allí para proveer aliento y seguridad a Jacob en su regreso a la tierra de promesa (cp. 28:12– 17).
Fuente: La Biblia de las Américas
[8] Observa San Agustín que el justo, al tiempo que confía en Dios, no ha de omitir las diligencias y recursos humanos.[24] La mayor parte de los Padres e intérpretes reconocen en este personaje que luchaba con Jacob a un ángel del Señor, que representaba a Dios, o al Hijo de Dios; y así en el versículo 30 se le llama Dios.[25] No permitió Dios que el ángel usara toda su fuerza, aunque tocando el muslo de Jacob y dejándole seco, dio a entender su virtud excelsa.[28] Israel significa hombre que ve a Dios, y también Príncipe de Dios, esto es, grande, o invencible. En este último sentido parece que se lo aplicó el ángel.[30] San Cirilo observa que antiguamente se creía que el ver a un ángel llevaba con perder los sentidos y aun la vida.