Comentario de Génesis 38:1 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia
Aconteció en aquel tiempo que Judá dejó a sus hermanos y se dirigió a residir con un hombre adulamita que se llamaba Jira.
Año 1739 a.C.
Y se fue. Gén 19:2, Gén 19:3; Jue 4:18; 2Re 4:8; Pro 9:6; Pro 13:20.
a un varón adulamita. Un habitante de Adulam, una ciudad de Canaán, posteriormente dada a Judá, situada en la parte sur, al oeste de Hebrón. Jos 12:15; Jos 15:35; 1Sa 22:1; 2Sa 23:13; Miq 1:15.
Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico
Judá engendra a Er, Onán, y Sela, Gén 38:1-5.
Er, Gén 38:6-7.
La transgresión de Onán, Gén 38:8-10.
Tamar es apartada para Sela, Gén 38:11.
Judá, Gén 38:12.
Tamar engaña a Judá, Gén 38:13-26.
Da a luz gemelos, Fares y Zara, Gén 38:27-30.
Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico
Aunque muchas personas consideran que el pasaje de Tamar y Judá es un alto en la historia de José en realidad se ajusta perfectamente en ella. Primero, se nos provee de un paralelo comparativo entre la actitud moral de Judá y la de José. Segundo, se nos ilustra la futura desintegración de la familia de Jacob, ya que sus hijos habían vendido a José, después Judá se casó con una mujer cananita y posteriormente, estuvo con una prostituta del mismo grupo, quien resultó ser su nuera (vv. Gén 38:11-16). Si esta situación continuaba, la familia de Jacob, o sea, la familia de la promesa, llegaría a ser de la misma calaña que la gente de Canaán. El hecho que el linaje fuera trazado a través de la línea de Judá, es una clara señal de la gracia y misericordia de Dios (Gén 49:10; Mat 1:2, Mat 1:3). Es difícil sobreestimar la importancia de los acontecimientos de este capítulo y notar su relación con el propósito de salvación de Dios. Aunque el capítulo sea sórdido, el objetivo del mismo es didáctico, la acción del capítulo es salvadora, el Señor va a llegar y ¡vendrá a través de la familia de Judá y Tamar!
Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe
Judá se apartó de sus hermanos. Lentamente, la familia de Jacob se dispersó. Primero, Simeón y Leví tomaron venganza sobre Siquem (cap. Gén 34:1-31). Segundo, Rubén, el primogénito, había abusado de Bilha (Gén 35:22). Tercero, todos los hermanos vendieron a José como esclavo (cap. Gén 37:1-36) y ahora, Judá, el cuarto hijo de Lea, deja el círculo familiar y se va con sus amigos cananitas.
adulamita: Es una persona de Adulam, lugar que se situaba en las montañas del nordeste de Hebrón y que más tarde se vuelve a nombrar en la lucha que David sostiene con Saúl (1Sa 22:1). Durante este período de desintegración familiar, Judá se acerca al cananita Hira y toma su amistad y confidencia (vv. Gén 38:12, Gén 38:20).
Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe
38. Judá y Tamar.
L a bella historia de José está interrumpida por este capítulo sobre la familia de Judá. El autor creyó conveniente insertar esta historia para que no se perdiese, ya que de Judá habría de provenir el rey David, heredero de las promesas mesiánicas. No debemos perder de vista el carácter fragmentario y heterogéneo de los relatos bíblicos, presididos siempre por ideas religiosas, y en este caso se busca los antepasados históricos de la familia davídica. Algunos comentaristas creen que en esta narración nos hallamos ante una trasposición de relaciones colectivas de tribus a supuestos personajes epónimos, antepasados de las mismas, como hemos visto en el caso de Moab y Amón, hijos de Lot. Los hijos de Judá, Selá, Fares y Zeraj, son nombres de clanes de la tribu de Judá. El estilo del relato es realista, pero por eso lleva un marcado sello de autenticidad. Los detalles del relato se encuadran perfectamente en el ambiente consuetudinario de la época patriarcal.
1Sucedió entonces que bajó Judá, apartándose de sus hermanos, y llegó hasta un adulamita de nombre Jirá. 2Vio allí a una cananea llamada Súa, y la tomó por mujer, y entró a ella, 3que concibió y parió un hijo, al que llamó Er. 4Concibió de nuevo y parió un hijo, a quien llamó Onán; 5volvió a concebir, y parió un hijo, a quien llamó Selá; cuando le parió éste, hallábase en Quezib. 6Tomó Judá para Er, su primogénito, una mujer llamada Tamar. 7Er, primogénito de Judá, fue malo a los ojos de Yahvé, y Yahvé le mató. 8Entonces dijo Judá a Onán: “Entra a la mujer de tu hermano y tómala, como cuñado que eres, para suscitar prole a tu hermano.” 9Pero Onán, sabiendo que la prole no era suya, cuando entraba a la mujer de su hermano, se derramaba en tierra para no dar prole a su hermano. 10Era malo a los ojos de Yahvé lo que hacía Onán, y le mató también a él. 11Dijo entonces Judá a Tamar, su nuera: “Quédate como viuda en casa de tu padre hasta que sea grande mi hijo Selá.” Pues se decía: “No vaya a morir también éste como sus hermanos.” Fuese, pues, Tamar y habitaba en casa de su padre. 12Pasó mucho tiempo, y murió la hija de Súa, mujer de Judá. Pasado el duelo por ella, subió Judá con su amigo Jirá, el adulamita, al esquileo de su ganado a Timná. 13Hiciéronselo saber a Tamar, diciéndole: “Mira, tu suegro ha ido a Timná al esquileo de su ganado.” 14Despojóse ella de sus vestidos de viuda, se cubrió con un velo, y cubierta se sentó a la entrada de Enaím, en el camino de Timná, pues veía que Selá era ya mayor y no le había sido dada por mujer. 15Judá, al verla, la tomó por una meretriz, pues tenía tapada la cara. 16Dirigióse a donde estaba y le dijo: “Déjame entrar a ti,” pues no conoció que era su nuera. Ella le respondió: “¿Qué vas a darme por entrar a mí?” 17Y él contestó: “Te mandaré un cabrito del rebaño.” Ella le dijo: Si me das una prenda hasta que lo mandes…” 18¿Qué prenda quieres que te dé?,” le dijo él. Ella contestó: “Tu sello, el cordón de que cuelga y el báculo que llevas en la mano.” El se lo dio, y entró a ella, que concibió de él. 19Luego se levantó, se fue y, quitándose el velo, volvió a vestirse sus ropas de viuda. 20Mandó Judá el cabrito por medio de su amigo el adulamita, para que retirase la prenda de manos de la mujer; pero éste no la halló. 21 Preguntó a las gentes del lugar, diciendo: ¿Dónde está la meretriz que se sienta en Enaím a la vera del camino?” Y ellos le respondieron: “No ha habido aquí ninguna meretriz.” 22Volvió, pues, a Judá y le dijo: “No la he hallado, y las gentes del lugar me han dicho que no ha habido allí ninguna meretriz.” 23Y dijo Judá: “Que se quede con ello, no vaya a burlarse de nosotros; yo ya he mandado el cabrito y tú no la has hallado.” 24Al cabo de unos tres meses avisaron a Judá, diciendo: “Tamar, tu nuera, se ha prostituido, y de sus prostituciones está encinta.” Judá contestó: “Sacadla y quemadla.” 25Cuando la sacaban, mandó ella a decir a su suegro: “Del hombre cuyas son estas cosas estoy encinta. Mira a ver de quién son ese anillo, ese cordón y ese báculo.” 26Los reconoció Judá, y dijo: “Mejor que yo es ella, pues no se la he dado a Selá, mi hijo.” Pero no volvió a conocerla más. 27Cuando llegó el tiempo del parto, tenía en el seno dos gemelos. 28Al darlos a luz, sacó uno de ellos una mano, y la partera la tomó, y ató a ella un hilo rojo, diciendo: “Este ha sido el primero en salir”; 29pero él retiró la mano y salió su hermano. “¡Vaya rotura que has hecho!,” dijo ella, y le llamó Fares; 30luego salió su hermano, que tenía el hilo atado a la mano, y le llamó Zaraj.
Hemos visto atrás cómo Abraham y Rebeca buscaban para sus hijos mujeres de su misma familia. Ya se comprende que esto no podía ser ley general para la familia de Jacob, que vivía en medio de los pueblos cananeos. Judá tomó por mujer a una cananea, tuvo de ella hijos, y para éstos buscó también mujeres del mismo país. Era esto natural, y no hemos de ser tan severos que hayamos de condenar la conducta de este hijo de Jacob por no haber seguido el ejemplo de sus mayores, yendo a buscar esposas a las lejanas tierras de Jarrán. La Ley mosaica no estaba aún dada, y el principio en que se fundaba la conducta de los patriarcas, a saber, la estima de la propia sangre y el no querer mancharla con la de los extraños, no podía ser tan poderosa como para obligar a toda la numerosa familia de Jacob a seguirla. Pero el episodio de Judá dio al autor sagrado ocasión para darnos a conocer una costumbre que luego será ley en la de Moisés.
Es difícil situar cuándo tuvo lugar este episodio dentro de la historia de los patriarcas. El texto dice vagamente que “sucedió entonces” (lit. “en aquel tiempo”) que Judá se separó de sus hermanos. Vemos que una de las tribus de Jacob se separó de las otras desde el principio. En el canto de Débora no aparece nombrado Judá1. En Jueces 1 se dice que se apoderó de la parte meridional de Palestina. Aquí Judá se fue a habitar con un hombre de Adullam, localidad de la parte sudoeste de Palestina, en las estribaciones de las montañas de Judá, cerca ya de la llanura de la costa, o “sefela.”2 Allí se casó con una cananea. ¿Cuándo ocurrió esto? ¿Antes de bajar a Egipto con los demás hermanos? En el texto se dice que tuvo tres hijos, y los tres casaderos; por tanto, hemos de suponer que Judá habitó en esta región durante mucho tiempo. Como es la parte meridional de Palestina, no lejos del delta egipcio, y las comunicaciones por la ruta de la costa eran frecuentes, muy bien podemos suponer que Judá se separó de sus hermanos de Egipto y se estableció en la tierra de Canaán. No es necesario suponer que los doce hijos de Jacob quedaran todos en Egipto. Lo más normal es que algunos de ellos, y muchos de sus descendientes, hayan vuelto a Palestina, sobre todo cuando los egipcios se mostraron adversos a los hebreos. No debemos olvidar que la narración bíblica responde a un esquema rígido sometido a la ilustración de determinadas verdades religiosas, y así la historia resulta fragmentaria y artificial, aunque sustancialmente auténtica, pero que no excluye otros enfoques históricos más completos al investigador moderno. Así, con el tiempo, parte de la tribu de Judá puede estar ya establecida en Palestina antes del éxodo, y parte pudo bajar a Egipto con sus hermanos de las otras tribus, de forma que tomen parte también en el éxodo y después en la formación de la teocracia en el Sinaí. Con todo, este relato relativo a la vida de Judá es sumamente interesante y abre mucho las perspectivas histórico-geográficas de Israel como pueblo, ya que vemos que una tribu se separó de las otras en sus albores y llevó vida aparte en la zona meridional palestiniana. De seguro que también otras tribus hicieron lo mismo, según la suerte que les haya cabido en el modo de encontrar medio de vida. No hemos de concebir a las doce tribus como un bloque indiviso que vive pastoreando en el delta del Nilo. Al crecer y surgir dificultades ambientales, de seguro que algunas tomaron otros rumbos, y se volvieron a la tierra de sus antepasados. Una de ellas – lo sabemos – es Judá, representada en su epónimo. Este no tuvo inconveniente en tomar mujer cananea y cananeas para sus tres hijos3. Una de ellas se llamaba Tamar (palmera). El primogénito de Judá, Er, murió pronto en castigo por unas malas acciones que no se especifican (v.7). Entonces Judá mandó a su segundo hijo que se casara con la viuda: para suscitar prole a tu hermano (v.8). Es la ley del levirato, nacida del ansia de sobrevivir en la posteridad. Según esta ley, el pariente más próximo del difunto debía casarse con la viuda de éste, de forma que el primer hijo que tuviera de ésta fuera considerado jurídicamente como hijo del difunto y continuador de su nombre4. Esta costumbre la encontramos en la legislación asiria, pero la finalidad en este caso era, sobre todo, hacer valer el derecho de propiedad sobre la mujer, que el difunto marido o sus padres habían comprado con su dinero5. En el código hitita existe la misma ley, pero ni en una ni en otra se exige la condición de que el difunto haya fallecido sin herederos6. De manera que en ambas leyes la razón del levirato (levir: “cuñado”) es la misma: conservar en la familia los derechos adquiridos sobre la mujer7. En el caso bíblico, la finalidad es, como dijimos antes, suscitar descendencia al difunto, de modo que sobreviva su nombre en Israel. Pero Onán frustra esta intención, cometiendo un pecado contra naturaleza (v.9). De este hecho, los moralistas darán el nombre de onanismo al vicio de la masturbación. En la Biblia es condenado (“era malo a los ojos de Dios”), no tanto por ir contra la virtud de la castidad cuanto por ir contra la piedad familiar, al negarse a dar descendencia a su hermano. De todos modos, el autor sagrado supone en ese acto una perversión del orden natural de Dios al oponerse a la generación. Dios le castigó, y Onán murió, quedando viuda de nuevo Tamar. Entonces Judá le dijo a ésta que volviera a la casa paterna hasta que su hijo menor fuera mayor y se casara con ella; pero en el fondo no quería entregárselo, pues veía que Tamar tenía como un maleficio, pues dos de sus maridos habían muerto en poco tiempo (v.11). Para la viuda, volver a la casa paterna por no haber tenido hijos era deshonroso y como una maldición de Dios8. Por eso, la vida de la desgraciada viuda era muy penosa y llena de desprecio. Esto nos dará a comprender el interés de Tamar por tener hijos. Durante su reclusión murió la esposa de Judá, y entonces Tamar concibió la esperanza de ser esposa de Judá y tener descendencia de él. Y así procuró hacerse encontradiza con Judá cuando éste subía a Timná9, donde tenía sus rebaños. La artimaña de Tamar es muy original. Era la ocasión del esquileo de las ovejas, en que se solían celebrar regocijos. Tamar esperó a su suegro en el camino vestida de prostituta, con la cabeza velada (v.14), sin duda para no ser reconocida10. Ella se puso a la vera del camino al estilo de las cortesanas11. Judá la solicita, y promete en recompensa un cabrito12, que estaba consagrado a la diosa del amor. Quizá Judá en esto seguía una antigua costumbre cananea. Tamar exige como garantía que le entregue el sello, el cordón y el báculo (v.18), que eran los objetos más personales. Toda persona de algún rango debía llevar consigo un sello para signar los contratos, bien en el dedo a modo de anillo o colgando del cuello, con un cordón, que es el caso actual13, y el báculo o bastón, cincelado con determinados adornos que sirvieran para identificar a la personalidad de su dueño14. Judá entrega estos objetos personalísimos, sin sospechar la intención de Tamar que los exigía. Más tarde envió a su amigo Jirá para que llevara el cabrito convenido a la cortesana 15, pero no la encontró, y nadie le dio noticias de ella. Judá se conformó con la pérdida de sus objetos personales, callándolo para que no se divulgara su acción y perdiera el honor (v.23). Pocos meses después le comunican que Tamar está encinta. Judá manda quemarla, según la costumbre. A Judá pertenece decidir la pena contra su nuera, porque legalmente es la prometida de su hijo menor. En la Ley mosaica se manda quemar a la hija de un sacerdote que se prostituya16, pero en otros casos la pena es la lapidación17. Tamar, cuando era llevada a la hoguera, mandó enviar los objetos personales que tenía de Judá a éste, para que reconociera la paternidad del hijo que iba a tener (v.25). Judá los reconoció, admitió su culpabilidad, confesando que Tamar era mejor que él, ya que debió entregarle su hijo en matrimonio. Pero después no tuvo relaciones maritales con Tamar, considerando deshonroso casarse con una nuera.
En los v.27-30 encontramos un relato muy similar al Deu 24:25s. Tamar tuvo dos gemelos, que también parecen luchar por la primogenitura antes de nacer. Uno de ellos, Fares, suplantó al otro, Zaraj, que había sacado primero la mano. Y se da la explicación del nombre del primero, Fares (en heb. “rotura, brecha”): “¡Vaya rotura que has hecho!,” exclama la partera, aludiendo a la violencia con que salió a luz, deseoso de suplantar a su hermano Zaraj. También aquí parece nos hallamos ante explicaciones folklóricas sobre el nombre de estos dos epónimos de dos clanes de la tribu de Judá18. Como en el caso de Esaú y de Jacob, también aquí muchos comentaristas ven una alusión a la lucha entre estas dos colectividades, cuya hostilidad se traslada legendariamente al origen de los dos supuestos antepasados en el seno materno. De hecho, los descendientes de Fares son más numerosos que los de Zaraj, y, sobre todo, de aquél había de nacer David, el rey predestinado de Israel19. En la genealogía de Cristo según San Mateo, Fares figura entre los antepasados20. Los autores sagrados, fieles a la historia, no se atreven a borrar las manchas genealógicas. Un autor falsario de la época de la monarquía no pondría como antepasado de David a uno que nació de una acción fornicaria entre suegro y nuera, y lo mismo un falsario del ν. Τ. habría buscado unos antepasados más limpios a la ascendencia de Cristo. Pero la historia es la historia, y los autores sagrados la recogen como está, viendo en sus vicisitudes la providencia misteriosa de Dios, cuyos inescrutables designios no caben en cálculos meramente humanos.
La conducta de Judá en juntarse con la que creía meretriz es condenable ante la ley natural, ante la Ley mosaica y más ante la evangélica. El autor sagrado no la aprueba, sino que la considera como acción pecaminosa. Pero no debemos perder de vista la mentalidad de la época, y entonces la conciencia moral era muy oscura. Sobre todo es disculpable la conducta de Tamar, que ante todo busca tener descendencia, sin reparar en una acción que para ella era perfectamente lícita para conseguir su deseo21.
1 Jue 5. – 2 .Cf. Jos 12:15; 1Sa 22:1; 2Sa 23:13; 2Cr 11:7; 2Cr 11:2 Esdr 11:30; 2Ma 12:38. Se la identifica con el actual Id el-Ma o Idelmiye (abel, Géog. II 329). – 3 Cuando nació el último, Selá, se encontraba en Quezib o Akzib, el actual Ain el-Kezbe (abel, Géog. II 298). – 4 Deu 25:5s. – 5 Art.196. – 6 Art.193. – 7 Véase ch. Jean, Le Milieu Biblique II 198.222. – 8 Cf. Lev 22:13. – 9 La actual Tibna, entre Adullam y Enaím (Abel, Géog. II 481). – 10 Según las leyes asirias, las jóvenes y mujeres debían ir con la cabeza cubierta, excepto las prostitutas, que debían llevarla descubierta, y lo mismo las esclavas (J. B. pritchard, Ancient Near Eastern Texis relating to the Old Testament [1950] 183). – 11 Cf. Jer 3:2. – 12 Es el regalo que Sansón da a su esposa (Jue 15:1). – 13 Cf. Can 8:6. – 14 Herodoto menciona estos objetos usados por los babilonios como medios de probar su personalidad (I 195). – 15 Aquí el TM, por cortesana, dice qedesah, que significa prostituta sagrada o hieródula. es la qadistu babilónica, consagrada al culto en el santuario. También en Canaán existían santuarios con mujeres y hombres dedicados a la prostitución sagrada en honor de Astarté. Véase Ose 4:14; 1Re 14:24; 1Re 25:12; 2Re 23:7. Véase Herodoto, I 199. – 16 Lev 21:9. – 17 Deu 22:23; Lev 20:10. – 18 Cf. 1 Par 2. – 19 Cf. Rut 4:18; Rut 4:22. – 20 Mat 1:3. – 21 Cf. J. Schildenberger, Biblica (l937) 209s.
Fuente: Biblia Comentada
adulamita. Adulam era una población situada aproximadamente a kilómetro y medio al NO de Hebrón.
Fuente: Biblia de Estudio MacArthur
La genealogía de Jacob (v. Gén 37:2)
Fuente: Biblia de Estudio MacArthur
El interludio de Judá, como se le designa a veces, está encuadrado dentro de referencias a la venta de José a Potifar (Gén 37:36; Gén 39:1). Este paréntesis en la historia de José demanda una explicación de por qué un capítulo repleto de maldad e inmoralidad tenía que ser situado en este lugar. La respuesta es que los acontecimientos que se registran están todos en su sitio, siendo coetáneos con el tiempo de la esclavitud de José en Egipto (v. Gén 38:1, «en aquel tiempo»). El relato está también genealógicamente en su sitio, esto es, con José desaparecido (aparentemente para siempre), con Rubén, Simeón y Leví caídos en desgracia (por incesto y por perfidia), Judá era quien tenía la mayor probabilidad de acceder al puesto de primogénito. Proporciona un contraste, porque también expone el carácter inmoral de Judá, en comparación con la virtud de José. La religión sincrética y el incluir a los cananeos amenazaban con absorber la cuarta y posteriores generaciones de los herederos de Abraham, pero el exilio en Egipto y el exclusivismo racial de los egipcios produjeron no la pérdida de su identidad étnica, sino su preservación.
Fuente: Biblia de Estudio MacArthur
Este cp. presenta pocas conexiones con la historia de José. La narración se centra en la viuda Tamar, nuera de Judá, que hace reconocer su derecho a tener hijos y a recibir la parte que le correspondía de la herencia de la familia de su marido. Gracias a Tamar la línea mesiánica continúa: dará a luz a Fares (o bien Peres, según otra transcripción), antepasado del rey David y de Jesús (ver Rut 4:18-22; 1Cr 2:3-15; Mat 1:3).
Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana
— adulamita: Es decir, oriundo de Adulán, ciudad cananea situada en la Sefela; fue conquistada por Josué y en sus cercanías debía de encontrarse la cueva donde se refugió David cuando huía de Saúl (1Sa 22:1).
Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana
Tamar humilla a Judá
Con esta inesperada interrupción de la historia de José, Gén. nos mantiene en suspenso. Debemos esperar un poco más para descubrir qué le sucedió en Egipto. Pero la historia de Tamar y Judá no es irrelevante al curso principal de la narrativa. De muchas maneras se relaciona con el resto de los caps. 37-50 en temas y fraseología. Tiene interés en cómo se cumpliría la promesa de descendientes para los patriarcas. Muestra cómo Judá, de corazón duro, fue detenido de golpe, y nos prepara para el nuevo Judá compasivo del cap. 44. Nos habla de un nuevo nacimiento de mellizos en el que el más joven se adelanta al mayor (38:27-30).
Sin embargo, el lector moderno queda perplejo por las travesuras sexuales de aquellos involucrados. ¿Realmente el narrador aprueba la conducta de Tamar? ¿Por qué Judá y sus hijos se comportaron como lo hicieron? ¿Hubo tiempo suficiente para que ocurrieran los eventos del cap. 38 entre el 37:36 y el 39:2? Dado que la gente, en los tiempos bíblicos, por lo general se casaban muy pronto después de la pubertad, es posible asumir que todo ocurrió en un lapso de 20 años. Según 37:2; 41:46, 47 y 45:6 veintidos años pasaron entre la venta de José a los madianitas y el descubrimiento que los hermanos hicieron de él en Egipto.
En muchas sociedades, antiguas y modernas, se conoce la costumbre del matrimonio levirato. Según la variación del AT, se esperaba que el cuñado de una viuda sin hijos se casara con ella para producir hijos por el hermano muerto. Deut. 25:5-10 considera tal matrimonio como deseable, pero no como obligatorio. Sin embargo, en la época temprana de Judá y Tamar, el hermano tenía un deber absoluto de casarse con su cuñada viuda, y el suegro debía ser testigo de este deber cumplido.
Judá y sus hijos fueron reacios a cumplir con su deber, y Onán practicó una clase de anticoncepción. Esto contravenía el espíritu de 1:28, la carta de la costumbre del levirato y la promesa a los patriarcas, a quienes se les había asegurado que tendrían una descendencia innumerable. Así que Onán murió (10) porque había resistido la declarada voluntad de Dios. Judá, que debía haber tenido preocupación por ver a su próximo hijo Sela dar cum plimiento a este deber legal y asegurar el cumplimiento de la promesa, no hizo nada.
Tamar, una viuda, no tenía una manera legal de reparar la injusticia de su suegro. Así que ella tramó atraparlo. Le engañó y obtuvo sus derechos bajo la ley del levirato y dos hijos para la casa de Ja cob. Y en verdad, uno de sus hijos fue antepasado de David y Jesús. En el proceso ella hizo a Judá objeto de burla y reveló su hipocresía, de modo que él fue obligado a confesar: Más justa es ella que yo (26). Y esto no significa que sea correcto acostarse con el suegro; Y no volvió a tener relaciones con ella (26) cf. Lev. 18:15 revela que no es correcto. Sin embargo, en esta instancia, la conducta irregular de Ta mar estaba justificada por causa de la mayor negligencia moral y teológica de su suegro. Fue su acto irregular que llevó a Judá a razonar correctamente.
Notas. 1-5 Adulam (adulamita, v. 1) y Quezib ambos estaban cerca de Hebrón. 12 Timnat estaba como a 6 km. al oeste de Bet-semes. 13 La esquila de ovejas era un festival alegre y de mucha actividad (cf. 31:19; 1 Sam. 25:2-17). 18 Los anillos se llevaban en un cordón que atravesaba por el medio de ellos. 24 Adulterio es una traducción demasiado precisa: “acto sexual ilícito” sería más apropiado. Probablemente, Judá consideró a Tamar como culpable de adulterio porque se suponía que ella estaba prometida para Sela. La pena de muerte podía ser exigida en este caso, pero no la muerte por fuego, la cual estaba reservada para ofensas peores (Deut. 22:21; Lev. 21:9). 29 La genealogía de Fares está en Rut 4:18-22.
Fuente: Nuevo Comentario Bíblico Siglo Veintiuno
38.1ss Este capítulo presenta el carácter inmoral de Judá en contraste con el carácter moral de José. La falta de integridad en Judá resultó en engaño y discordia familiar. En el siguiente capítulo, vemos cómo la integridad de José y sus sabias decisiones reflejan su carácter justo. Su fidelidad se vio recompensada con bendiciones para sí mismo y para su familia mayores de lo que pudo haber imaginado.38.8-10 Esta ley acerca del casamiento de una viuda «de la familia» se explica en Deu 25:5-10. La razón de ser de esta ley era que la viuda sin hijos pudiera concebir uno que recibiera la herencia del esposo fallecido y, a su debido tiempo, cuidara de ella. Debido a que el hijo de Judá (esposo de Tamar) no tuvo hijos, no había línea familiar a través de la cual pudiera ser transferida la herencia y la bendición del pacto. Dios mató a Onán porque no quiso cumplir la obligación que tenía con su hermano y Tamar.38.15-23 ¿Por qué esta historia parece adoptar un punto de vista liviano en cuanto a la prostitución? Las prostitutas eran comunes en las culturas paganas como la de Canaán. Las prostitutas públicas servían a las diosas cananeas y eran parte de los cultos religiosos. Se estimulaba la fornicación para que mejorara la fertilidad en las cosechas y el ganado. Eran más respetadas que las prostitutas privadas, a las que a veces se castigaba cuando las sorprendían. Tamar fue arrastrada a seducir a Judá por su deseo intenso de tener un hijo y ser la matriarca de la estirpe más antigua de Judá. A Judá lo arrastró su lujuria. Ninguno de los dos casos era justificable.38.15-24 ¿Por qué Judá fue tan liberal en su relación con una prostituta y, sin embargo, tan dispuesto a ejecutar a su nuera por ser una de ellas? Para entender esta aparente contradicción, debemos entender el lugar de la mujer en Canaán. La función principal de la mujer era dar a luz hijos que perpetuaran la línea familiar. Para asegurarse de que los hijos pertenecieran a su marido, se esperaba que la novia fuera virgen y que después de casados tuviera relaciones sólo con él. Si una esposa cometía adulterio, podría ser ejecutada. Algunas mujeres, sin embargo, no pertenecían a una familia. Podían ser prostitutas del santuario, que eran mantenidas por medio de las ofrendas, o prostitutas comunes mantenidas por los hombres que utilizaban sus servicios. Sus hijos no eran herederos de nadie, y los hombres que las contrataban no adulteraban la línea sanguínea de nadie.Judá no consideró malo contratar a una prostituta por una noche; después de todo, él con gusto la pagaba. Pero quiso que mataran a Tamar, porque si ella había quedado embarazada como resultado de la prostitución, su nieto no sería parte de su árbol genealógico. Aparentemente la moralidad sexual nunca le pasó por la mente; su único interés era mantener su herencia dentro de su familia. Lo interesante es que fue Tamar, y no Judá, la que actuó para que tuviera herederos legales. Al seducirlo, actuó más en el espíritu de la ley que Judá cuando no quiso enviarle a su tercer hijo.Esta historia de ninguna manera implica que Dios se hace de la vista gorda ante la prostitución. A través de la Biblia se condena la prostitución como un pecado serio. Si la historia tiene una moraleja, es que la fidelidad a las obligaciones familiares es importante. Dicho sea de paso, Judá y Tamar son antepasados directos de Jesucristo (véase Mat 1:1-6).38.18 Un sello era una forma de identificación que se empleaba para autenticar los documentos legales. Por lo general era un diseño único tallado en piedra y montado en un anillo o collar que era inseparable de su dueño. Las personas ricas o de gran prestigio utilizaban sellos para imprimir marcas en el barro o en la cera como una especie de firma. Obviamente, ya que Tamar tenía el sello de Judá, podía probar que él había estado con ella.38.24-26 Cuando Tamar reveló que estaba embarazada, Judá, que sin saberlo la había embarazado, quiso matarla. Judá había encubierto su pecado, sin embargo reprochó a Tamar. A menudo los pecados que tratamos de encubrir en nuestras vidas son los que nos molestan más cuando los vemos en otros. Si le indigna el pecado de otros, puede ser que usted tenga la misma tendencia a pecar y no quiera reconocerlo. Cuando reconocemos nuestro pecado y le pedimos a Dios que nos perdone, perdonar a otros es más fácil. MUJERES EN EL ARBOL GENEALOGICO DE JESUSTamar Cananea: Gen 38:1-30Rahab: Cananea Jos 6:22-25Rut: Moabita Rth 4:13-22Betsabé: Israelita 2Sa 12:24-25
Fuente: Comentarios de la Biblia del Diario Vivir
REFERENCIAS CRUZADAS
a 1691 Jos 12:15; 1Sa 22:1
Fuente: Traducción del Nuevo Mundo
Judá se separó de sus hermanos. A diferencia de José, Judá se fue por su propia voluntad. Al contrario de las instrucciones que Isaac dio a su hijo Jacob de que no se casara con una cananea (28:1), es lo que hace su nieto Judá, resultando en pecado y perversión.
adulamita. Adulam estaba situado al sudoeste de Jerusalén.
Fuente: La Biblia de las Américas
Adulamita. Habitante de Adulam, un pueblo situado a unos 24 km. al NO de Hebrón. Allí Judá se casó con una cananea (v. Gén 38:2); también allí el Señor mató a su primogénito por actuar tan perversamente (v. Gén 38:7).
Fuente: Biblia de Estudio Anotada por Ryrie
se relacionó… Lit. se inclinó; adulamita… Adulam: población 25 km. al SO de Jerusalén.
Fuente: Biblia Textual IV Edición
Lit., descendió
Lit., se desvió hacia
Fuente: La Biblia de las Américas
Lit. Se inclinó.
38.1 Adulam era una población 25 Km. al SO de Jerusalem.
Fuente: La Biblia Textual III Edición
[.] En el suceso que viene a continuación, el patriarca Judá no aparece en un papel honroso, según nuestras ideas cristianas. Sin embargo, en ese tiempo de costumbres y de moralidad muy primitivas, la Biblia no insiste tanto en el aspecto de la moral sexual, sino más bien en el deber de tener hijos para hacer efectivas las promesas de Dios a los antepasados. El pecado de Onán consiste en haberse negado a engendrar un hijo que después no le pertenecería (sobre esta obligación de dar un hijo a la viuda de su hermano véase Rut 3,12). Y la nobleza de Tamar está en la voluntad de buscar por todos los medios un hijo que lleve el nombre de su primer esposo, Er, y que, por tanto, sea el heredero de Judá. Raras veces intervienen las mujeres en la Biblia. Cuando aparecen es, muy a menudo, para dar a los hombres una lección de humanidad. Aquí, Judá, después del suceso que hizo entrar a Tamar en su vida, se pone a reflexionar, lo que significa algo nuevo en su conciencia. Tamar aparece en la lista de los antepasados de Jesús (Mt 1,3).
Fuente: Notas de la Biblia Latinoamericana
[2] Interrumpe Moisés la historia de José para dar la genealogía de Judá. De éste, por vía de Tamar, había de nacer el Mesías. Quiso Dios que en la genealogía de Jesucristo se nombrara solamente Tamar, Rahab, Rut y Bersabee, tres pecadoras y dos de ellas del pueblo gentil, para confundir la soberbia de los hombres, hacer ver que el misterio de la Redención fue obra de su misericordia y alentar a los gentiles.[4] Num 26, 19.[7] Num 26, 19.[9] El primer hijo tomaba el nombre y tenía los derechos de primogénito del hermano de su padre, quien había muerto sin hijos. Los otros se cree llevaban ya el nombre de su padre natural. La costumbre de casarse la viuda sin hijos con el hermano de su difunto marido pasó después a ser ley. Deut 25, 15; Mat 22, 24.[24] Los patriarcas tenían una autoridad soberana y eran jueces en su familia. La ley dispuso después que las adúlteras fuesen apedreadas.