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Comentario de Génesis 39:1 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia

Comentario de Génesis 39:1 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia

Llevado José a Egipto, Potifar, un hombre egipcio, funcionario del faraón y capitán de la guardia, lo compró de mano de los ismaelitas que lo habían llevado allá.

Año 1728 a.C.

José. Gén 37:36; Gén 45:4; Sal 105:17; Hch 7:9.

los ismaelitas. Gén 37:25, Gén 37:28.

Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico

Potifar compra a José, y es preferido en la familia, Gén 39:1-6.

Resiste a su ama, Gén 39:7-12.

Ella le acusa falsamente, Gén 39:13-19.

Lo echa a la cárcel, Gén 39:20.

Dios ahí está con él, y el guardia de la prisión lo asciende, Gén 39:21-23.

Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico

llevado, pues, José a Egipto: El contenido de este versículo es el mismo que en Gén 37:35 y resume la historia de José, que se interrumpió por la de Judá y Tamar (cap. Gén 38:1-30). Los primeros lectores de Génesis fueron la segunda generación de los que salieron de Egipto bajo la guía de Moisés, y por lo tanto, en estas páginas encontraron la explicación histórica del por qué sus antepasados habían sido esclavos egipcios.

Potifar: Seguramente, los hermanos de José esperaban que él fuera vendido como un esclavo común para que trabajara en un pesado proyecto de construcción. Debido al exhaustivo trabajo físico y las duras condiciones, la vida de los hombres jóvenes era muy corta en estos proyectos. Pero gracias a la misericordia de Dios, fue vendido a un rico e importante oficial de la nobleza. Cabe notar también el intercambio de palabras en Gén 37:28, entre ismaelitas y madianitas.

Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe

LLEVADO… JOSÉ A EGIPTO. José fue llevado a Egipto aproximadamente en 1900 a.C. Eso sería uno doscientos años después del llamamiento de Abraham (Gén 12:1-3). José se enfrentó a tres grandes pruebas en Egipto: La prueba de la pureza personal, prueba que a menudo se les presenta a los jóvenes que están lejos del hogar; la prueba de la oportunidad para la venganza, prueba que a menudo se les presenta a las personas que han sido maltratadas; y la prueba de enfrentarse a la muerte. En cada caso el venció la prueba mediante su confianza en Dios y en sus promesas.

Fuente: Biblia de Estudio Vida Plena

39. José en Egipto.
C omo en las historias anteriores, el autor sagrado quiere poner de relieve la especial providencia que Dios tiene de José, instrumento de misteriosos designios históricos en orden al pueblo elegido.

José, Mayordomo de Putifar (1-6).
1Entretanto, a José, que había sido llevado a Egipto y comprado a los ismaelitas por Putifar, ministro del faraón y jefe de la guardia, egipcio, 2le protegió Yahvé, siendo afortunado mientras estuvo en la casa de su señor el egipcio, 3el cual vio que Yahvé estaba con él, y que todo cuanto hacía, Yahvé lo hacía prosperar por su mano. 4Halló, pues, José gracia a los ojos de su señor, y le servía a él. 5Hízole mayordomo de su casa, y puso en su mano todo cuanto tenía. Bendijo Yahvé por José a la casa de Putifar, y derramó Yahvé su bendición sobre todo cuanto tenía en casa y en el campo, 6y él lo dejó todo en mano de José y no se cuidaba de nada, a no ser de lo que comía. Era José de hermosa presencia y bello rostro.

José fue vendido por los ismaelitas a un egipcio al que se le llama Putifar, eunuco o ministro del faraón y jefe de la guardia1. Pero, en su nueva condición, José fue particularmente favorecido por Yahvé, que, lejos de abandonarle, le prodigó sus gracias hasta hacerle conquistar la simpatía y confianza total de su amo. El autor sagrado quiere mostrar cómo Yahvé sigue siendo el Dios de José en tierra extraña. Le dotó de excepcionales aptitudes para todo, de modo que cuanto hacía prosperaba en sus manos. Así llegó a ser mayordomo en la administración de la casa; es el cargo llamado en egipcio mer-per y en árabe wekil. Estaba, pues, sobre todos los esclavos y servidores de la casa, y Dios bendijo la casa de Putifar en atención a José. Era tan buen administrador y las cosas iban tan bien, que el amo no se cuidaba de nada, sino de lo que comía (v.6); locución proverbial para indicar la perfección con que José llevaba todos los detalles de la administración.

Castidad de José (7-18).
7Sucedió después de todo esto que la mujer de su señor puso en él sus ojos, y le dijo: “Acuéstate conmigo.” 8Rehusó él, diciendo a la mujer de su señor: “Cuando mi señor no me pide cuentas de nada de la casa y ha puesto en mi mano cuanto tiene, 9y no hay en esta casa nadie superior a mí, sin haberse reservado él nada fuera de ti, por ser su mujer, ¿voy a hacer yo una cosa tan mala y a pecar contra Dios?” 10Y como hablase ella a José un día y otro día, y ni la escuchase él, negándose a acostarse con ella y aun a estar con ella, 11un día que entró José en la casa para cumplir con su cargo y no había nadie en ella, 12le agarró por el manto, diciendo: “Acuéstate conmigo.” Pero él, dejando en su mano el manto, huyó y se salió fuera. 13Viendo ella que había dejado el manto en sus manos y se había ido huyendo, 14se puso a gritar, llamando a las gentes de su casa, y les dijo a grandes voces: “Mirad, nos han traído a ese hebreo para que se burle de nosotros; ha entrado a mí para acostarse conmigo, 15 y cuando vio que yo alzaba mi voz para llamar, ha dejado su manto junto a mí y ha salido fuera.” 16 Dejó ella el manto de José cerca de sí, hasta que vino su señor a casa, 17y le habló así: “Ese siervo hebreo que nos has traído ha entrado a mí para burlarse de mí, 18y cuando vio que alzaba mi voz y llamaba, dejó junto a mí su manto y huyó fuera.”

Eran las costumbres de las mujeres de la alta clase egipcia bastante libres, y por eso no es extraño que una mujer liviana, acaso no bien atendida por su marido, ocupado en cargos oficiales y tal vez ausente muchas veces de su casa, se dejase llevar de la pasión por un joven que, aunque esclavo, era de “bella presencia” y ocupaba una posición distinguida, y su modo de conducirse mostraba no haberse criado en la esclavitud1. En el “cuento de los dos hermanos,” novela del siglo XIII a.C. (dinastía XIX), se narra la historia de un joven que fue solicitado vanamente por su cuñada, y ésta, defraudada, le acusó para disculparse3. Es justamente el paralelo del relato bíblico. José resiste por virtud y fidelidad a su Dios (lo que prueba que las uniones fornicarias eran consideradas como pecaminosas ya en los textos más antiguos de la Biblia), y por fidelidad a su amo, correspondiendo a la confianza que le ha dado al ponerle al frente de todo, y reservándose sólo a su mujer (v.9). Pero la mujer, ciega por la pasión, no sigue estos razonamientos, y un día, aprovechando que están solos en casa, le solicita descaradamente. El joven José sale, dejando en las manos de la seductora su manto, que ha de ser utilizado como prueba contra él (v.13). La reacción por parte de ella fue la normal en estos casos: el amor se tradujo en odio, y a gritos llamó a la servidumbre para declarar la felonía del “esclavo hebreo” (v.14). Quizá aquí hebreo tiene un sentido despectivo. Al menos debía despertar en los siervos sometidos a José una sed de revancha, ya que les resultaba insoportable estar a las órdenes de un asiático seminómada, educado muy lejos del refinamiento de las ciudades egipcias. La seductora renovó la acusación calumniosa ante su marido, presentándose víctima de un atropello.

José en la Prisión (19-23).
19 Al oír su señor lo que le decía su mujer, esto y esto es lo que me ha hecho tu siervo, montó en cólera, 20y, tomando a José, le metió en la cárcel donde estaban encerrados los presos del rey, y allí en la cárcel quedó José. 21 Pero estaba Yahvé con José, y extendió sobre él su favor, haciéndole grato a los ojos del jefe de la cárcel, 22 que puso en su mano a todos los presos; y cuanto allí se hacía, era él quien lo hacía. 23De nada se cuidaba por sí el jefe de la cárcel, porque estaba Yahvé con José, y cuanto hacía éste, Dios lo llevaba a buen término.

El amo da fe a su mujer y manda encarcelar a José. No se dice nada de la defensa hecha por José. Como medida preventiva, se le envía a la cárcel con los otros presos del rey (v.20). En el Código de Hammurabi, en las Leyes asirias y en las Leyes hititas no se menciona la prisión como castigo por un delito; pero Herodoto nos dice que en Tebas existía una prisión para los presos políticos. Sin duda que en el Bajo Egipto existía otra similar en tiempos de José, y así el relato es verosímil. Extraña la lenidad de la pena, pero hemos de suponer que el faraón quería probar la conducta de José, y sobre todo debemos pensar en los designios providenciales divinos, que así ordenaban las cosas en vista de acontecimientos futuros. Se dice en el Sal 19:15 que Dios no abandona al justo en la tribulación, y esto hace con José en la cárcel. Su conducta es tan ejemplar, que el carcelero le nombra lugarteniente suyo sobre los demás presos.

1 “Putifar, eunuco del faraón, jefe de la guardia,” o de los “matarifes”), parece una glosa tomada Deu 37:28. – 2 He aquí cómo un egiptólogo eminente describe a la mujer egipcia de la alta sociedad: “Frivola, coqueta y caprichosa, incapaz de guardar un secreto, mentirosa y vengativa, infiel naturalmente; los novelistas y moralistas ven en ella la hierba de todos los pecados, el saco de todas las malicias” (Montet. La vie quotidienne en Egypte aux temps des Ramsés [París 1946] 55.57)
3 Véase G. Maspero, Les contes populaires de I’Egypte ancienne (París 1889) 3-17.

Fuente: Biblia Comentada

Potifar. Vea la nota sobre Gén 37:36. ismaelitas. Vea la nota sobre Gén 37:25.

Fuente: Biblia de Estudio MacArthur

La genealogía de Jacob (v. Gén 37:2)

Fuente: Biblia de Estudio MacArthur

Este relato es la continuación del cp. Gén 37:1-36 que quedó interrumpido por el episodio de Judá y Tamar (Ver nota a Gén 38:1-30).

Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana

— hombre de confianza: Otra posible traducción: cortesano o eunuco.

— … y jefe de la guardia real: Este versículo repite casi textualmente lo dicho en Gén 37:36 y reanuda la narración iniciada en cp. Gén 37:1-36.

Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana

Gén 25:12-18; Gén 37:25-28.

Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana

José en casa de Potifar. José llegó finalmente a Egipto, habiendo sido comprado por Potifar, un alto funcionario egipcio, descrito como capitán de la guardia. Este puesto le daba el derecho de estar a cargo de la prisión para presos del rey (cf. 40:3, 4). Es posible que también estuviera a cargo de abastecer al palacio.

José rápidamente ascendió de ser un esclavo ordinario trabajando afuera para trabajar adentro, en la casa de su señor (2). Luego llegó a ser asistente personal de Potifar (4), y finalmente fue puesto a cargo de toda la casa (4, 5). El éxito de José no se debía sólo a su habilidad, sino al hecho de que la bendición de Jehovah estaba con él y que a través de él Potifar disfrutó de las bendiciones de Dios (5).

La lealtad de José a su señor fue supremamente demostrada cuando la mujer de Potifar trató de seducirle. El repudió con energía la sola idea de una cosa así, diciendo: ¿Cómo, pues, haría yo esta gran maldad y pecaría contra Dios? (9). Este es un sentimiento que concuerda en cada parte de las Escrituras (cf. Prov. 5-7; Mat. 5:27-32). Pero la desesperada mujer finalmente se vengó. Encontró solo a José en la casa y lo despojó de una de sus vestimentas. (El manto, según la RVA, sugiere un prenda de vestir externa; sin embargo, es probable que era su ropa interior o algo bajo su túnica.) Entonces ella la mostró delante de los otros esclavos y más tarde ante su esposo, pretendiendo que José había tratado de violarla. Sus acusaciones fueron una parodia de sus hechos (cf. vv. 11-13 con el 14, 15 y 17, 18), pero fueron suficientes para convencer a Potifar. O ¿lo convencieron? El no ejecutó a José, como normalmente habría sucedido en caso de violación, de modo que quizás tuvo sus dudas acerca de lo que su mujer le contó. Pero ser encarcelado en la prisión real con cargos falsos era un trágico destino para semejante siervo leal como José, si bien no fue el último que sufrió por causa de la justicia (cf. Mat. 5:10-12; 1 Ped. 2:21-25). José siempre ha sido reconocido co mo “tipo” de Cristo, el siervo perfecto quien fue injustamente condenado, y quienes siguen a Cristo bien pueden encontrarse caminando en las huellas de José y de Jesús.

Notas. 6 La única otra persona en el AT descrita como de bella presencia y de hermoso semblante es Raquel (cf. 29:17). De modo que este es el caso “de tal madre, tal hijo”. De bella presencia puede su gerir una idea errada. “Bien formado” podría ser más exacto como es incierto si en el AT una gran musculatura es el cuerpo ideal.

Fuente: Nuevo Comentario Bíblico Siglo Veintiuno

39.1 La fecha exacta de la llegada de José a Egipto no se sabe. Muchos eruditos creen que llegó durante el período de los reyes hicsos. Los hicsos eran extranjeros que llegaron de la región de Canaán. Invadieron Egipto y gobernaron el país durante casi ciento cincuenta años. Si José llegó en el período de los hicsos, se entiende por qué pudo ascender por la escalera real. Como los hicsos eran extranjeros, no les importaba la estirpe de aquel joven y brillante extranjero.39.1 Faraón era el título que se daba a todos los reyes de Egipto. Era un título como «Rey» o «Presidente» utilizado para designar al líder del país. Los faraones que se mencionan en Génesis y Exodo eran personas diferentes.39.1 El Egipto antiguo era una tierra de grandes contrastes. La gente era o exageradamente rica o totalmente pobre. Casi no había términos medios. José sirvió a Potifar, un miembro extremadamente rico del gabinete de Faraón. Las familias ricas, como la de Potifar, se construían casas de dos o tres pisos con jardines y terrazas hermosos. Les gustaban la actuación de artistas en la casa mientras escogían frutas deliciosas de tazones finísimos. A su alrededor había floreros de alabastro, pinturas, hermosos tapetes y sillas talladas a mano. La cena se servía en platos de oro e iluminaban sus cuartos con candelabros de oro. Los sirvientes, como José, trabajaban en el primer piso, mientras que la familia ocupaba los pisos superiores.39.9 La esposa de Potifar fracasó en seducir a José, el que resistió esta tentación al decir que sería un pecado contra Dios. José no dijo: «Te estaría haciendo daño», ni «estaría pecando contra Potifar», ni «estaría pecando contra mí mismo». Cuando estamos bajo presión, uno fácilmente puede racionalizar esas excusas. Recuerde que el pecado sexual no es simplemente un acto realizado por consentimiento mutuo entre dos adultos. Es un acto de desobediencia a Dios.39.10-15 José evadía a la esposa de Potifar lo más posible. Pero un día tuvo que huir de ella. Algunas veces tratar de evadir la tentación no es suficiente; debemos voltearnos y huir, especialmente cuando las tentaciones son demasiado grandes, como suele ser el caso con las tentaciones sexuales.39.20 Las prisiones eran lugares horribles de pésimas condiciones. Allí albergaban a los trabajadores forzados o a los acusados que estaban esperando juicio, como José. En los tiempos antiguos, en todas partes los prisioneros eran culpables hasta que se demostrara su inocencia, y no tenían derecho a que se les juzgara en seguida. Muchos prisioneros nunca llegaban a la corte, ya que los juicios se llevaban a cabo a capricho del gobernante. José estuvo dos años en prisión antes de aparecer ante Faraón, y esto porque lo llamaron a interpretar un sueño, no para que lo juzgaran.39.21-23 Como prisionero y esclavo, José pudo haber perdido las esperanzas. Sin embargo, ponía todo su empeño en cualquier tarea que se le asignaba. El jefe de la cárcel notó pronto su diligencia y su actitud positiva, y lo promovió a administrador de la prisión. ¿Está usted en medio de una situación difícil y ya perdió la esperanza? En el trabajo, en la casa o en la escuela, siga el ejemplo de José y ponga todo su empeño en cualquier tarea que se le presente. Recuerde que Dios cambió la situación de José. El ve sus esfuerzos y puede transformar hasta la adversidad más abrumadora.

Fuente: Comentarios de la Biblia del Diario Vivir

NOTAS

(1) Véase Gén 12:15, n.

REFERENCIAS CRUZADAS

a 1735 Sal 105:17; Hch 7:9

b 1736 Gén 37:36

c 1737 Gén 17:20; Gén 37:25

Fuente: Traducción del Nuevo Mundo

Faraón. José fue vendido como esclavo aprox. en 1898 a.C. a la edad de 17 años (cp. 41:46). El Faraón de aquella época era quizás Amunemhet II de la duodécima dinastía.

Fuente: La Biblia de las Américas

Potifar era el jefe de la guardia personal del Faraón.

oficial. Lit., eunuco, aunque ese no es el sentido aquí, sino más bien el de un prominente oficial de la corte. Si bien no se menciona el nombre del Faraón, probablemente era Sesotris III quien reinó de 1878 a 1843 a.C. (cp. 1Re 6:1 y Éxo 12:40, lo que sitúa la entrada de José en Egipto por el año 1875 a.C.).

Fuente: Biblia de Estudio Anotada por Ryrie

Lit., bajado

Lit., de mano de

Fuente: La Biblia de las Américas

[.] Después de su desgracia, José se porta como modelo de honradez, de fidelidad y de constancia. Es el primero de esos justos humillados de la Biblia que esperan de Dios su premio. En la Biblia hubo muchos hombres libertadores y salvadores antes de que llegara el Salvador Hijo de Dios. Todos fueron probados antes de tener éxito; muchos fueron despreciados por los suyos. El relato de la actitud correcta de José con la esposa de Putifar es una lección sobre la verdadera hombría. La Biblia ve en la fidelidad y el respeto al matrimonio una de las virtudes del hombre auténtico.

Fuente: Notas de la Biblia Latinoamericana