Biblia

Comentario de Hebreos 5:1 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia

Comentario de Hebreos 5:1 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia

Pues todo sumo sacerdote que es tomado de entre los hombres es constituido para servicio a favor de los hombres delante de Dios, para que ofrezca ofrendas y sacrificios por los pecados.

Resumen : Este capítulo comienza una comparación entre el sumo sacerdote de la dispensación mosaica, y el de la del Nuevo Testamento, quien es Cristo Jesús. el autor ya había introducido el punto en 2:17,18; 3:1; y 4:14-16, y ahora continúa en este capítulo y en los siguientes.

Para evitar la apostasía de los hermanos hebreos, el autor enfatiza la superioridad del sacerdocio de Cristo al del Antiguo Testamento. Cristo Jesús es mayor que el sumo sacerdote levítico en posición, en carácter y en la calidad de sacrificio ofrecido. Aquí en este capítulo, el punto principal en la discusión es el de los requisitos del sacerdocio. En los versículos 1 al 4, se presentan las cualidades del sumo sacerdote judaico. En los 5 al 10, se nota que éstas se hallan en Cristo Jesús, y esto ¡en un grado superior! Entonces, habiendo introducido el tema glorioso y a la vez profundo acerca de la comparación entre los dos sacerdocios, y puntos relacionados que establecen la superioridad de la dispensación cristiana, el autor llama la atención, en los versículos 11 al 14, a la condición difícil de los lectores para entender este tema, debido a su falta de crecimiento en el evangelio. Sigue el autor, en el capítulo 6, la advertencia contra la apostasía, antes de seguir en el 7 otra vez con el tema del sacerdocio.

5:1 — «en lo que a Dios se refiere»; es decir, en asuntos religiosos, o en lo que Dios les manda que hagan para su salvación.

— «ofrendas y sacrificios». Véanse 8:3 y 9:9, donde aparece la misma frase. Las ofrendas (doron) eran artículos sin vida animal (por ejemplo, Lev 2:1-16) (tal vez va incluido el incienso, Lev 16:12), mientras que los sacrificios (thusia) eran de animales cuya sangre era derramada, y así sacrificada la vida de ellos. Véase 9:6-10. A veces los dos términos se usan alternativamente; por ejemplo, Gén 4:3-5; Heb 11:4, «ofrendas» (doron). Pero aquí en 5:1, van contrastados los dos términos para que se incluya todo cuanto ofrece el sumo sacerdote por el pueblo.

Fuente: Comentario al Nuevo Testamento por Partain

Porque todo sumo sacerdote. Heb 10:11; Éxo 28:1; Éxo 29:1; Lev 8:2.

es constituído. Heb 8:3.

a favor de los hombres. Heb 2:17; Núm 16:46-48; Núm 18:1-3.

para presentar ofrendas y sacrificios. Heb 8:3; Heb 9:9; Heb 10:11; Heb 11:4; Lev 9:7, Lev 9:15-21.

Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico

La honra de nuestro Salvador, Heb 5:1-10.

El autor reprende la negligencia en el conocimento de la Palabra, Heb 5:11-14.

Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico

Estos versículos explican lo que significa ser un sumo sacerdote. Este debe ser una persona (vv. Heb 5:1-3) llamada por Dios (v. Heb 5:4). Un sacerdote representa a las personas, por lo que debe identificarse con su naturaleza humana. Pero también representa a Dios frente a los hombres.

Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe

ofrendas y sacrificios: La referencia primaria es la labor del sumo sacerdote en el día de la expiación, el día del año en que ingresa al lugar santísimo (Heb 9:7-10) para expiar los pecados del pueblo e interceder por ellos.

Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe

El liderazgo se entiende a menudo en términos de poder, manipulación, agresividad o ambición. La literatura mundial está abarrotada de libros «cómo» que dan el perfil de personas famosas y exitosas que lucharon con estos despiadados valores y vencieron. En el primer siglo, el Imperio Romano fue dominado por muchas dinastías de familias poderosas y manipuladoras flageladas por competencia, violencia, codicia y malas costumbres.

Sin embargo, Jesús dio el ejemplo de una forma distinta de liderazgo. A lo largo del NT. se nos muestra una vista fugaz de su vida y carácter. En ella descubrimos el duro contraste para nuestro melodrama mundano de abuso y distorsión.

÷Heb 5:1-14 es una de tales imágenes. Describe a un verdadero líder como un sacerdote que:

• Se orienta hacia las personas y cómo se relacionan con Dios (Heb 5:1).

• Es compasivo con el débil e ignorante (Heb 5:2).

• Se requiere para enfrentar el pecado cara a cara (Heb 5:3).

• No se nombró a sí mismo; fue llamado por Dios para cumplir este oficio (Heb 5:4).

Jesús era el sacerdote perfecto (Heb 5:5-10). El escritor reconoce que cuesta captar esta descripción (Heb 5:11-14). Sin embargo, los que procuran crecer en la madurez cristiana necesitan considerarla con cuidado. Jesús ayuda a los que lo buscan. Todo lo que necesitamos hacer es pedir (Heb 4:14-16).

Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe

TODO SUMO SACERDOTE. Son necesarios dos requisitos para que el sacerdocio tenga validez:

(1) El sacerdote debe ser compasivo, tierno y paciente con los que se desvían por ignorancia, pecado involuntario o debilidad (v. Heb 5:2; Heb 4:15; cf. Lev 4:1-35; Núm 15:27-29).

(2) Lo debe nombrar Dios (vv. Heb 5:4-6). Cristo llenó ambos requisitos (véase Lev 8:2, nota).

Fuente: Biblia de Estudio Vida Plena

Requisito de todo sumo sacerdote, 5:1-10.
1 Pues todo pontífice tomado de entre los hombres, en favor de los hombres es instituido para las cosas que miran a Dios, para ofrecer dones y sacrificios por los pecados, 2 para que pueda compadecerse de los ignorantes y extraviados, por cuanto él está también rodeado de flaqueza, 3 y a causa de ella debe por sí mismo ofrecer sacrificios por los pecados, igual que por el pueblo. 4Y ninguno se toma por sí este honor, sino el que es llamado por Dios, como Arón. 5 Y así Cristo no se exaltó a sí mismo, haciéndose pontífice, sino el que le dijo: “Hijo mío eres tú, hoy te he engendrado.” 6 Como también dice en otra parte: “Tú eres sacerdote para siempre, según el orden de Melquisedec.” 7 El cual, habiendo ofrecido en los días de su vida mortal oraciones y súplicas con poderoso clamor y lágrimas al que era poderoso para salvarle de la muerte, fue escuchado en razón de su piedad. 8 Y aunque era Hijo, aprendió por sus padecimientos la obediencia, 9 y, perfeccionado, vino a ser para todos los que le obedecen causa de salud eterna, 10 declarado por Dios Pontífice según el orden de Melquisedec.

La finalidad de esta perícopa es probar que Jesucristo es nuestro Pontífice o sumo sacerdote, cuyo título ostenta con todo derecho. El razonamiento es muy sencillo: se señalan primeramente los caracteres que todo sacerdocio debe tener para poder presentarse como legítimo y eficaz (v.1-4), haciendo luego aplicación a Jesucristo (v.5-10). Es de notar, sin embargo, que el autor de la carta, más que discurrir sobre el sacerdocio en abstracto, está con la vista puesta en el sacerdocio levítico, valiéndose de términos y nociones que eran familiares a sus lectores judíos. Con todo, no puede negarse que su descripción del sacerdocio, no obstante esa limitación de perspectiva, contiene cierto carácter de universalidad, al menos con referencia a la humanidad actual, afectada por el pecado original.
Las cualidades exigidas a “todo pontífice” (παβ άρχιερεύβ ) están indicadas en los v.1-4, y podemos reducirlas a cinco: pertenecer a la humanidad, representar a ésta en las cosas que miran a Dios, ofrecer dones y sacrificios por los pecados, capacidad para compadecerse de las ignorancias y debilidades de aquellos a quienes representa, elección o llamada divina. De estas cinco condiciones, la segunda y tercera están íntimamente relacionadas, y prácticamente la tercera no es sino una aplicación de la segunda al caso concreto de los dones y sacrificios, siempre dentro de las cosas que miran a Dios y al culto que le es debido. Los términos “dones y sacrificios” (δώρα τε και 3υσίαβ ) eran muy usados en las prescripciones le-víticas, designando generalmente el primero las oblaciones o sacrificios incruentos (cf. Lev 2:1-16; Lev 6:7-10), y el segundo, los sacrificios cruentos (cf. Lev 3:1-5:26), aunque el primero pueda tomarse más genéricamente, incluyendo ambas clases de sacrificios (cf. 8:4; 11:4; Mat 8:4; Mat 23:18). También las condiciones primera y cuarta están íntimamente relacionadas. Si, como representante de hombres, el sacerdote conviene que sea miembro de la sociedad que representa, y no,., un ángel, por la misma razón conviene que, aleccionado por la propia experiencia de hombre sujeto a flaquezas, esté inclinado a la misericordia y compasión con los que yerran. La última de las condiciones señaladas es la vocación o llamada divina (v.4). Sin esa llamada, inmediata o mediata, el sacerdote no podría llenar el objeto primordial del sacerdocio, que es el de ser mediador entre Dios y la humanidad, ya que, lejos de aplacar a Dios, más bien irritaría su justa ira (cf. 3:10; 16:40). Se trata de un “honor,” pero de un honor lleno de responsabilidad, y nadie puede tomárselo por propia iniciativa.
Expuestas así las condiciones de “todo pontífice,” viene ahora (v.5-10) la aplicación a Jesucristo. Se comienza por la última de las condiciones señaladas: la llamada divina. La prueba de que Jesucristo, nuestro sumo sacerdote, no se arrogó por sí mismo la dignidad del sacerdocio, sino que fue llamado a ella por Dios, la encuentra el autor de la carta (v.5-6) en dos textos de la Escritura, tomado uno de Sal 2:7 y otro de Sal 110:4. Ambos salmos son mesiánicos y, consiguientemente, ninguna dificultad ofrecen en que se haga la aplicación a Jesucristo. La dificultad está, por lo que se refiere al primero de los textos, en probar que ahí se haga referencia al sacerdocio; y, por lo que se refiere a entrambos textos, en determinar a qué momento preciso de la vida de Cristo se aluda. Trataremos de responder a estas dos cuestiones.
El texto “Hijo mío eres tú, hoy te he engendrado,” primero de los citados (v.5), ya fue alegado anteriormente para probar la superioridad de Cristo sobre los ángeles (cf. 1:5). También lo alega San Pablo en su discurso de Antioquía de Pisidia, para probar la resurrección de Jesucristo (cf. Hec 13:33). Ahora se alega para probar el sacerdocio. La pregunta, pues, se impone: ¿qué es, en realidad, lo que el salmista con esa expresión quería significar de Jesucristo? Creemos, conforme ya explicamos al comentar Hec 13:33, que el salmista alude, no a la filiación natural divina del Mesías, en sentido ontológico, sino a su exaltación o entronización como rey universal de las naciones. San Pablo, aplicando esas palabras a la resurrección, que fue el momento en que, de manera manifiesta, comenzó la exaltación pública de Jesucristo por el Padre (cf. Flp 2:9), no hace sino concretar, apoyado en la realidad, aquella exaltación anunciada en el salmo. Ese sería el sentido literal del texto. Sin embargo, ello no sería obstáculo para poder aplicarlo también al sacerdocio de Cristo, no en sentido literal histórico, sino a base de dar cierta amplitud al significado de las palabras, en cuanto que el Mesías de que se trata, cuya exaltación se canta, sabemos que estaba en realidad realzado también con la dignidad sacerdotal, conforme se afirma expresamente en Sal 110:4, cuya cita se hace a continuación (v.6). En caso de que el autor de la carta citase el texto de Sal 2:7, viendo anunciada en él la. filiación natural divina de Cristo, la relación con su sacerdocio sería más estrecha, pues el fundamento metafísico del sacerdocio de Cristo y la medida de su excelsa dignidad radican precisamente en el hecho de que Cristo es Dios y hombre a la vez; pero será muy difícil probar que sea ése el sentido que el autor de la carta intenta dar a la cita.
Respecto a la segunda cuestión, es a saber, a qué momento preciso de la vida de Cristo aludan esas declaraciones de Dios, proclamando solemnemente su exaltación y sacerdocio, creemos que la respuesta ha de estar en consonancia con lo que acabamos de decir sobre la interpretación del texto “Hijo mío eres tú, hoy te he engendrado”; es decir, que se alude, también en el segundo texto, al tiempo de su exaltación a partir de la resurrección. Subiendo glorioso a los cielos, Cristo es proclamado, no sólo rey universal de las naciones, sino también Pontífice, que vive allí perpetuamente para interceder por nosotros (cf. 7:25). Este sacerdocio de Cristo, perpetuo y celestial, es el que el autor de la carta quiere hacer resaltar. Ni ello significa que Cristo no fuese ya antes sacerdote, desde el momento mismo de la encarnación (cf. 10:5-10), y que el acto supremo de ese sacerdocio no fuese la inmolación en la cruz (cf. 7:27; 9:26). Es un caso semejante al de los títulos de “Señor” y “Mesías,” que San Pedro dice haber sido dados a Cristo a partir de su resurrección y exaltación a la diestra del Padre (cf. Hec 2:36), sin que ello quiera decir que no fuera ya “Señor” y “Mesías” desde un principio. En cuanto a la expresión “según el orden de Melquisedec” (v.6), ya la explicaremos más adelante, al comentar la semejanza entre el sacerdocio de Cristo y el de Melquisedec (cf. 7:1-28).
Después de aplicar a Jesucristo (v.5-6) la última de las condiciones señaladas a todo pontífice (v.4), el autor pasa a hablar de las otras condiciones (v.7-10). Sin embargo, no lo hace de modo ordenado, enumerando una tras otra, sino en forma genérica, haciendo hincapié en la coparticipación de Cristo en los sufrimientos humanos y en sus súplicas al Padre en los días de su vida mortal. Como inocente que era, no podía ofrecer sacrificios por sus propios pecados419, como tenían que hacer los sacerdotes de la ley mosaica (cf. v.3), pero podía orar al Padre con esforzado clamor y lágrimas y ofrecerle el sacrificio de su pasión, a la que se somete por la obediencia a su Padre (v.7) 420. El conocimiento experimental de lo costoso de esa obediencia, que le lleva hasta la muerte de cruz (v.8), le convierte en mediador “perfecto,” es decir, plenamente apto para ejercer sus funciones a nuestro favor y ser autor de nuestra salud (v.9; cf. 2:10), por lo que justamente es proclamado “ Sumo Sacerdote según el orden de Melquisedec” (v.10).
Así juzgamos que puede ser resumido el contenido de estos versículos. Comentemos ahora brevemente algunas expresiones más características. Primeramente, no parece caber duda que las “oraciones y súplicas con poderoso clamor y lágrimas” de los días de su vida mortal (v.7) es una alusión a la oración ferviente y angustiosa de Getsemaní (cf. Mat 26:37-44; Mar 14:33-39; Luc 22:41-44). Es cierto que los Evangelios, aunque hablan de sudor de sangre, no mencionan las lágrimas, pero tampoco las excluyen; y muy bien puede ser éste un dato recibido de la tradición, aparte lo que pueda haber de expresión literaria. Las oraciones iban dirigidas “al que era poderoso para salvarle de la muerte,” es decir, al Padre. En esto no hay dificultad. La dificultad está en lo que sigue: “fue escuchado en razón de su piedad” (εισακουστείς από της ευλάβειας ). ¿Qué significa esta expresión? El sentido ha sido muy discutido. Sabemos, en efecto, que Cristo pidió al Padre que, si era posible, pasase de El el cáliz de la pasión (cf. Mat 26:39); pero sabemos también que el Padre no le libró de la pasión. ¿Cómo, pues, puede decirse que “fue escuchado”? A esto responden algunos autores que el Padre no le libró de la pasión, pero le libró del temor de la pasión, a la que, confortado por el ángel (cf. Luc 22:43), va con decisión y valentía. En apoyo a su respuesta, en lugar de “escuchado en razón de su piedad,” traducen “escuchado del temor,” es decir, (al ser librado) del temor. Creemos, sin embargo, que para esta traducción hay que violentar bastante la frase griega. Mucho más fundada nos parece la traducción adoptada, que es, además, la más corriente entre los autores421. Supuesta esta traducción, nada hay ya en el texto bíblico que apoye esa interpretación, como si el objeto de la oración de Cristo hubiera sido el ser liberado del temor de la muerte. La solución parece estar en que la oración de Cristo, en su totalidad, no obstante el miedo y horror a la pasión, era de plena conformidad con la voluntad del Padre. Y esta voluntad era la de salvar al mundo con la pasión y muerte de su Hijo (cf. Jua 12:27); no librándole de la muerte temporal, pero sí arrancándole a su poder (cf. Hec 2:24.27) y transformando esa muerte en exaltación de gloria (cf. 2:9) y fuente de vida para los hombres (cf. 2:10; 5:9). En este sentido, Cristo “fue escuchado,” y fue escuchado “en razón de su piedad,” es decir, en atención a su religioso y filial respeto para con la voluntad del Padre. Es una idea parecida a la de Flp 2:8-9 : “obediencia hasta la muerte., por lo cual Dios le exaltó.”
Las expresiones “aprendió por sus padecimientos” (v.8) y “perfeccionado” (v.9) ya quedan explicadas más arriba, al comentar los v.10 y 17-18 del c.2.

Dificultad de explicar este tema a los destinatarios,Flp 5:11-14.
11 Sobre lo cual tenemos mucho que decir, de difícil inteligencia, porque os habéis vuelto torpes de oídos. 12 Pues los que después de tanto tiempo debíais ser maestros, necesitáis que alguien de nuevo os enseñe los primeros rudimentos de los oráculos divinos, y os habéis vuelto tales, que tenéis necesidad de leche en vez de manjar sólido.13 Pues todo el que se alimenta de leche no es capaz de entender la doctrina de la justicia, porque es aún niño; 14 mas el manjar sólido es para los perfectos, los que, en virtud de la costumbre, tienen los sentidos ejercitados en discernir lo bueno de lo malo.

Comienza aquí una especie de digresión de carácter exhortatorio, que continuará a lo largo de todo el capítulo sexto. Es la costumbre, ya conocida (cf. 2:1-4; 3:7-4:16), de ir intercalando lo exhortatorio con lo dogmático. En este caso hay, además, una intención especial: el autor, con mucha habilidad, va retardando el desarrollo del tema, a fin de subrayar más su importancia y así preparar mejor el ánimo del lector. A este respecto es curioso observar que las mismas palabras Deu 5:10 se vuelven a repetir prácticamente en 6:20, como dando a entender que lo incluido entre ambos versículos es mera digresión, y que el hilo de la exposición continúa en 7:1.
La presente perícopa, comienzo de la digresión, es un reproche a los destinatarios por su indolencia: los que, dado el tiempo transcurrido desde la conversión, debían ser ya maestros en la fe, necesitan que de nuevo se les enseñen los primeros rudimentos (v.1 1-14). De ello, de que se han vuelto “torpes de oídos,” es decir, han perdido el interés por aprender, se queja el autor de la carta, y dice que eso hace muy difícil el que pueda explicarles el tema del sacerdocio de Cristo según el orden de Melquisedec (v.11). Es una lástima, añade, que los que ya debían alimentarse de manjar sólido, que es el destinado a los “perfectos” o espiritualmente adultos (v.14; cf. 1Co 2:6), tengan todavía necesidad de leche, el alimento de los niños, incapaces de entender la “doctrina de la justicia” (v.13). La imagen de “leche” y “manjar sólido” es la misma que en ocasión parecida, quejándose de los corintios, usó también San Pablo (cf. 1Co 3:1-2). En cuanto a la expresión “doctrina de la justicia” (Aóyos δικαιοσύνης ), parece claro que prácticamente equivale a doctrina de la justicia de Dios o revelación traída por Cristo (cf. Rom 3:21-26). Quizá en la elección de la expresión, aquí un poco llamativa, tenga su parte el nombre de Melquisedec, que es interpretado “rey de justicia” (cf. 7:2), y es central en estos capítulos, prefigurando a Cristo.

Fuente: Biblia Comentada

ofrendas y sacrificios. El primer término podría referirse a las ofrendas de grano estipuladas en el antiguo pacto, que representaban la acción de gracias o la dedicación a Dios. En este caso, el segundo término se refiere a las ofrendas de sangre para la expiación de pecados (vea Lev 1:1-17; Lev 2:1-16; Lev 3:1-17; Lev 4:1-35; Lev 5:1-19). Sin embargo, «ofrendas» se usa en Heb 8:4 para aludir a todos los sacrificios por igual (cp. Heb 8:3). La frase ocurre tres veces en el NT (cp. Heb 8:3; Heb 9:9) y en todas ellas la construcción griega expresa una relación más estrecha entre ambos términos de la que se indica por lo general con la conjunción «y». Esto podría indicar que no debería hacerse distinción entre los términos y que «por los pecados» debe corresponder a ambos.

Fuente: Biblia de Estudio MacArthur

Ningún ángel con su poder sobrenatural podría servir como sumo sacerdote. Solo hombres con las debilidades propias de la humanidad podían servir en ese oficio (v. Heb 5:2; Heb 7:28). La posición de sumo sacerdote en el sistema levítico solo podía ocuparse por nombramiento oficial y ningún hombre podía nombrarse a sí mismo sumo sacerdote. El uso del tiempo presente en estos versículos parece indicar que el sistema levítico todavía se practicaba al tiempo de escribirse esta epístola (vea la Introducción: Autor y fecha).

Fuente: Biblia de Estudio MacArthur

En esta sección el escritor expone el Sal 110:4 que fue citado en Heb 5:6. Cristo no solo es superior como apóstol a Moisés y Josué, sino a Aarón como sumo sacerdote (Heb 4:14-16; Heb 5:1-10; cp. Heb 3:1). En medio de su exposición, el escritor da una exhortación relacionada con la condición espiritual de sus lectores (Heb 5:11-14; Heb 6:1-20). Al concluir la exhortación, vuelve al tema del sacerdocio de Cristo (Heb 7:1-28).

Fuente: Biblia de Estudio MacArthur

Resumen : Este capítulo comienza una comparación entre el sumo sacerdote de la dispensación mosaica, y el de la del Nuevo Testamento, quien es Cristo Jesús. el autor ya había introducido el punto en 2:17,18; 3:1; y 4:14-16, y ahora continúa en este capítulo y en los siguientes.
Para evitar la apostasía de los hermanos hebreos, el autor enfatiza la superioridad del sacerdocio de Cristo al del Antiguo Testamento. Cristo Jesús es mayor que el sumo sacerdote levítico en posición, en carácter y en la calidad de sacrificio ofrecido. Aquí en este capítulo, el punto principal en la discusión es el de los requisitos del sacerdocio. En los versículos 1 al 4, se presentan las cualidades del sumo sacerdote judaico. En los 5 al 10, se nota que éstas se hallan en Cristo Jesús, y esto ¡en un grado superior! Entonces, habiendo introducido el tema glorioso y a la vez profundo acerca de la comparación entre los dos sacerdocios, y puntos relacionados que establecen la superioridad de la dispensación cristiana, el autor llama la atención, en los versículos 11 al 14, a la condición difícil de los lectores para entender este tema, debido a su falta de crecimiento en el evangelio. Sigue el autor, en el capítulo 6, la advertencia contra la apostasía, antes de seguir en el 7 otra vez con el tema del sacerdocio.

5:1 — «en lo que a Dios se refiere»; es decir, en asuntos religiosos, o en lo que Dios les manda que hagan para su salvación.
–«ofrendas y sacrificios». Véanse 8:3 y 9:9, donde aparece la misma frase. Las ofrendas (doron) eran artículos sin vida animal (por ejemplo, Lev 2:1-16) (tal vez va incluido el incienso, Lev 16:12), mientras que los sacrificios (thusia) eran de animales cuya sangre era derramada, y así sacrificada la vida de ellos. Véase 9:6-10. A veces los dos términos se usan alternativamente; por ejemplo, Gén 4:3-5; Heb 11:4, «ofrendas» (doron). Pero aquí en 5:1, van contrastados los dos términos para que se incluya todo cuanto ofrece el sumo sacerdote por el pueblo.

Fuente: Notas Reeves-Partain

IDENTIFICADO CON LA HUMANIDAD
Y CON DIOS

Hebreos 5:1-10

El sumo sacerdote se elige entre los hombres para que los represente en las cosas que tienen relación con Dios. Su cometido consiste en presentar ofrendas y sacrificios por los pecados, ya que él mismo puede sentir compasión de los ignorantes y de los descarriados, puesto que él también está revestido de debilidad humana. A causa de esta misma debilidad, le corresponde, de la misma manera que ofrece sacrificios por los demás, hacerlo también en su propio favor por sus propios pecados. Nadie se apropia esta honorable posición por su cuenta, si no es llamado por Dios a ocuparla, como sucedió con Aarón. Exactamente de la misma manera, Cristo no se apropió la gloria de ser el Sumo Sacerdote, sino que fue el Dios Que le había dicho: «Tú eres mi amado Hijo; hoy Te comunico Mi propia vida y naturaleza», Quien Le dijo también en otro pasaje: «Tú eres Sacerdote para siempre de la orden de Melquisedec.» En los días que vivió esta nuestra vida humana, ofreció oraciones y súplicas con mucho clamor y muchas lágrimas al Dios Que Le podrá sacar de la muerte a salvo; y cuando fue escuchado por Dios por el santo temor que mostró, aunque era Hijo, aprendió lo que cuesta la obediencia por los sufrimientos que tuvo que pasar; y cuando llegó a estar perfectamente capacitado para la misión que se Le había encomendado, llegó a ser el Autor de la Salvación eterna de todos los que Le obedecen, porque había sido designado por Dios Sumo Sacerdote de la orden de Melquisedec.

Ahora Hebreos se pone a desarrollar el tema que es su contribución especial a la doctrina cristiana: el Sumo Sacerdocio de Jesucristo. Este pasaje establece tres cualificacioñes para los sacerdotes de cualquier edad o generación.

(i) Un sacerdote se elige entre los hombres para que los represente en las cosas que tienen relación con Dios. A. J. Gossip solía contar a sus alumnos que, cuando fue ordenado como pastor, sintió como si la gente le estuviera diciendo: «Nosotros estamos inmersos en el polvo y el calor del día; tenemos que pasar el tiempo atendiendo a los campos, las máquinas o las oficinas para que se muevan la industria y el comercio. Queremos apartarte para que entres por nosotros en el lugar secreto de Dios, y salgas a nosotros los domingos con la Palabra de Dios.» El sacerdote es el que hace de-enlace o puente entre Dios y los hombres.
En Israel, el sacerdote tenía que ofrecer sacrificios por los pecados del pueblo. .El pecado interrumpía la relación con Dios y levantaba una barrera. Los sacrificios se ofrecían para suprimir esa barrera y restaurar la relación con Dios.
Pero debemos fijarnos en algo que los judíos tenían muy claro, y era que los pecados por los que se hacía expiación en los sacrificios eran los pecados de ignorancia. No estaba prevista la manera de obtener el perdón de pecados que se cometieran con pleno conocimiento. El mismo autor de Hebreos ,dice: «Porque si pecamos a sabiendas después de haber recibido el conocimiento de la verdad, ya no queda ningún sacrificio por los pecados» (He 10:26 ). Esta es una convicción que aparece una y otra vez en las leyes de los sacrificios del Antiguo Testamento. Muchos pasajes empiezan: «Cuando alguna persona pecare por yerro en alguno de los mandamientos…» (Lv 4:2; Lv 4:13 ). Nm 15:22-31 es un pasaje clave. En él se establecen los sacrificios que se requieren «si el pecado fue hecho por yerro con ignorancia de la congregación.» Pero al final se establece: «Mas la persona que hiciere algo con soberbia… ultraja al Señor… será cortada de en medio de su pueblo: … su iniquidad caerá sobre ella.» Dt 17:12 establece: «Y el hombre que procediere con soberbia… el tal morirá.»

El pecado de ignorancia se puede perdonar; pero el pecado de soberbia, no. Sin embargo, debemos comprender que los judíos entendían por ignorancia más que simplemente falta de conocimiento. Incluían en esta categoría los pecados que se cometen cuando uno está fuera de sí dominado por la ira, la pasión o por alguna tentación muy fuerte, y también se podían perdonar los pecados de los que uno se arrepintiera sinceramente. Entendían por pecado de soberbia el pecado frío, calculado, cometido con los ojos abiertos contra Dios y que no va seguido del menor dolor.
Así pues, el sacerdote existía para abrirle al pecador el camino de vuelta a Dios, siempre que el pecador quisiera volver.
(ii) El sacerdote debe estar identificado con los hombres. Tiene que haber pasado por las experiencias humanas, y debe sentir simpatía por los hombres. En este punto el autor de Hebreos se detiene para indicar que el sacerdote humano está tan unido a los demás en todo que tiene necesidad de ofrecer sacrificios por sus propios pecados antes de ofrecerlos por los de los demás. Más tarde mostrará que en esto también Jesucristo es superior a todos los sacerdotes terrenales. El sacerdote debe estar unido a los demás seres humanos en todas las cosas de la vida. En relación con esto usa una palabra maravillosa: metriopathein, que se ha traducido como sentir compasión; pero es realmente imposible de traducir.

Los griegos definían la virtud como el término medio entre dos extremos. A ambos lados estaban los extremos en los que se podía caer; y entre ellos estaba la actitud correcta. Según esto, los griegos definían metriopatheía (el nombre correspondiente) como el término medio entre un pesar extravagante y una indiferencia extrema. Era tener el sentimiento correcto acerca de los hombres. W. M. Macgregor lo definía como «el término medio entre la explosión de la ira y el consentimiento indulgente.» Plutarco hablaba de esa paciencia que era la hija de la metriopatheía. La definía como el sentimiento de simpatía que le permite a uno levantar a otro y salvarle, ser indulgente y prestar atención. Otro griego le echa en cara a un hombre el no tener metriopatheía, y no estar dispuesto a reconciliarse con otro con el que tenía ciertas diferencias. Es una palabra maravillosa. Se refiere a la habilidad de soportar sin perder los estribos con los demás cuando no quieren aprender y cometen los mismos errores interminablemente. Describe la actitud hacia los demás que no desemboca en la ira a causa de sus faltas, y que tampoco las aprueba; pero que pacientemente se entrega, con una simpatía que es gentil pero también firme, que acaba por dirigir al descarriado al buen camino. Un sacerdote no puede ayudar a sus semejantes a menos que tenga ese don de Dios de la metriopatheía. fuerte y paciente.

(iii) La tercera característica esencial de un sacerdote es esta: ninguno se nombra a sí mismo, sino es nombrado por Dios. El sacerdocio no es un oficio que una persona escoge, sino un privilegio y una gloria a los que es llamada. El ministerio de Dios entre los hombres no es un empleo ni una carrera, sino una vocación. El ministro de Dios debería mirar atrás y decir, no » Yo escogí este trabajo», sino » Dios me escogió y me dio este ministerio» -es decir, servicio a Él y a los hombres.

El autor de Hebreos muestra a continuación que Jesucristo cumple las grandes condiciones del sacerdocio.

(i) Empieza por la última. Jesús no escogió su tarea; Dios Le escogió para ella. Cuando fue bautizado por Juan Le vino a Jesús una voz que Le decía: » Tú eres mi amado Hijo; hoy te comunico Mi propia vida y naturaleza» (Sal 2:7 ).

(ii) Jesús ha pasado por las experiencias más amargas y nos comprende en todas nuestras cualidades y debilidades. El autor de Hebreos tiene cuatro grandes pensamientos sobre Jesús.

(a) Recuerda a Jesús en Getsemaní. Eso es lo que está pensando cuando habla de las oraciones y súplicas, del clamor y las lágrimas de Jesús. La palabra que usa para clamor (kraygué) es muy significativa. Indica un grito que la persona no quiere lanzar, que » se le escapa» de la garganta en el estrés de un dolor insoportable. Así que el autor de Hebreos dice que no hay agonía del espíritu humano que no haya pasado Jesús. Los rabinos tenían un dicho: «Hay tres clases de oración, cada una más elevada que la anterior: oración, clamor y lágrimas. La oración se hace en silencio; el clamor, elevando la voz; pero las lágrimas lo vencen todo.» Jesús conoció hasta la oración desesperada de las lágrimas.

(b) Jesús aprendió de todas las experiencias porque las arrostró con reverencia santa. La frase griega para » Aprendió de lo que sufrió» es como un trabalenguas -émathen af hón épathen. Este es un pensamiento que aparece a menudo en los pensadores griegos. Esquilo, el primero de los grandes dramaturgos griegos, tenía un lema característico: » Aprendér viene de sufrir» (páthei máthos). Llamaba al sufrimiento una especie de gracia salvaje de los dioses. Herodoto por su parte declaraba que sus sufrimientos eran ajárista mathérnata, una ingrata forma de aprender. Y un poeta moderno dice de los poetas: » Aprendemos en el sufrimiento lo que enseñamos en la canción.»

Dios nos habla en las experiencias de la vida, .y especialmente en las que acrisolan el corazón y el alma; pero sólo podemos oír Su voz cuando aceptamos con temor reverente lo que viene a nosotros. Si lo recibimos con resentimiento, los gritos de nuestro corazón nos hacen sordos a la voz de Dios.
(c) Por medio de las experiencias que pasó, la versión Reina-Valera dice de Jesús que habiendo sido perfeccionado (teleiún). Teleiásn es el verbo del adjetivo téleios. Téleios puede traducirse correctamente por perfecto siempre que recordemos lo que los griegos entendían por perfección. Para ellos el que una cosa fuera téleios quería decir que cumplía exactamente el propósito para el que fue diseñada. Cuando usaban la palabra no pensaban en la perfección abstracta o metafísica, sino en términos de su funcionalidad. Lo que el autor de Hebreos quiere decir es que todas las dolorosas experiencias que pasó Jesús le capacitaron para ser el Salvador que la humanidad necesitaba.

(d) La Salvación que obró Jesús es una salvación eterna. Es algo que nos pone a salvo en el tiempo y en la eternidad. El hombre está a salvo con Cristo para siempre. No hay circunstancias que le puedan arrancar de la mano de Cristo.

Fuente: Comentario al Nuevo Testamento

CAPÍTULO 5

2. NUESTRO SUMO SACERDOTE FUE LLAMADO E INSTITUIDO POR DIOS (5,4-10).

Los tres primeros versículos en el capítulo anterior

4 Y nadie recibe este honor por sí mismo, sino llamado por Dios, justamente como en el caso de Aarón. 5 Tampoco Cristo se confirió a sí mismo la dignidad de sumo sacerdote, sino que se la confirió aquel que le dijo: «Hijo mío eres tú, hoy te he engendrado yo» (Sal 2:7). O como dice en otro pasaje: «Tú eres sacerdote para siempre según el orden de Melquisedec» (Sal 110:4). 7 Cristo, en los días de su vida mortal, presentó, con gritos y lágrimas, oraciones y súplicas al que podía salvarlo de la muerte, y fue escuchado en atención a su piedad reverencial. 8 Y aun siendo Hijo, aprendió, por lo que padeció, la obediencia, 9 y llevado o la consumación, se convirtió, para los que le obedecen, en causa, de salvación eterna, proclamado por Dios sumo sacerdote según el orden de Melquisedec.

En el Antiguo Testamento hay numerosas historias de vocación o llamamiento de Dios18, pero ninguna de ellas habla de vocación al sacerdocio. En Israel se era sacerdote por nacimiento, por descendencia de una de las familias que desde antiguo habían cuidado del culto divino. Evidentemente, se creía que los antiguos cabezas de dichas familias habían sido originariamente instituidos por Dios en su función, pero una vocación, un llamamiento inmediato por parte de Dios no se refiere ni siquiera en el caso de Aarón (Exo 28:1). No se puede decir lo mismo de los profetas. A éstos se dirigió la palabra de Dios de repente y en forma imprevista. Dios los llamó a su servicio cuando, donde y como bien le plugo. ¿Por qué, pues, el autor de la carta a los Hebreos no se refirió a Moisés, Isaías, Jeremías o Ezequiel, los relatos de cuyas vocaciones ocupan tan destacado lugar en el Antiguo Testamento, y en cambio se fija en la figura tan pálida de Aarón? La respuesta es sencilla. Porque «el Cristo» fue investido de hecho de su ministerio celestial a la manera de los sacerdotes y no a la manera de los profetas. Lo heredó en cierta manera de Dios, que lo engendró como Hijo suyo (cf. 1,4.5).

Sin embargo, en la vocación de Jesús como sumo sacerdote no falta tampoco el elemento psicológico o, si se prefiere, carismático. El Hijo debía todavía llegar a ser en los días de su vida mortal lo que de suyo era ya desde la eternidad. La escena del huerto de los Olivos, en la que, según la tradición de los sinópticos, llama Jesús a Dios Abba y como Hijo se entrega a la voluntad de su Padre19, se convierte aquí en símbolo de su entera vida terrena. Tampoco esto se dice sin referencia a la situación de la comunidad. En efecto, los «gritos y lágrimas» no hacen pensar tanto en las historias de la pasión en los Evangelios, como a la ansiedad y desesperación de los cristianos que ven en perspectiva una persecución sangrienta. A ellos y a nosotros quiere decirnos la carta que sólo la obediencia y el temor de Dios (cf. 12,28). despejan el camino para la consumación celestial. Ahora bien, caso que la palabra eulabeia hubiera de traducirse por «angustia», como lo hacen diferentes comentaristas, entonces el difícil versículo habría de entenderse así: Dios «escucha», es decir libra, «de la angustia», pero no nos dispensa de las amarguras de la muerte.

……………

18. Por ejemplo, la vocación de Moisés (Ex 3), de Gedeón (Jue 6:11-24), del profeta Isaías (Is 6) y de Jeremías (Jer 1:4-10).

19. Cf. Mar 14:32-42; Mat 26:26-46; Luc 22:40-46.

…………..

II. PIEZA INTERMEDIA: EL ESTADO DE LA COMUNIDAD (,20).

1. LOS OYENTES SON COMO NIÑOS PEQUEÑOS (5/11-14).

11 De esto nos queda mucho por decir y de difícil explicación, ya que os habéis hecho torpes de oído. 12 Pues realmente, debiendo ser maestros por el tiempo ya pasado, os encontráis de nuevo en la necesidad de que os enseñen lo elemental de los oráculos divinos, y os habéis vuelto tales, que necesitáis leche, no comida sólida. 13 Y todo el que se alimenta de leche no tiene experiencia de la doctrina de la justicia, porque todavía es niño. 14 La comida sólida es propia de adultos, o sea, de los que, a fuerza de practicar, tienen desarrollada la sensibilidad para discernir entre lo bueno y lo malo.

Jesús es sacerdote según el orden de Melquisedec. El autor, antes de explicar a sus lectores lo que significa este título misterioso, inserta una larga exhortación para elevar la tensión y justificar su intento. Entre los problemas todavía no resueltos de la carta a los Hebreos se cuenta éste: ¿Hasta qué punto estaban los lectores preparados para seguir el difícil curso de las ideas de la carta? En general se supone que el autor quería comunicarles los frutos de sus propios estudios sobre la Escritura. En tal caso era tanto más necesario despertar el interés y decir a los oyentes cuánto les importaba escuchar con atención. De todos modos no cabe la menor duda de que los destinatarios de la carta estaban mucho más familiarizados que nosotros con algunos conceptos, imágenes y representaciones de la misma, que los métodos exegéticos del autor no les resultarían tan extraños como a nosotros y que, sobre todo, conocían el tenor de la «profesión» que la carta, como se echa de ver, se había propuesto interpretar.

Cierto que un problema religioso y moral más importante que la circunstancia de la capacidad de comprender era y es la voluntad de comprender, es decir, la buena disposición para escuchar y aceptar la palabra de la Sagrada Escritura.

En este sentido no da el autor un testimonio muy favorable de la comunidad. Si bien la conversión y el bautismo habían quedado ya muy atrás, no se puede hablar de madurez y mayoría de edad cristiana. Prácticamente había que volver a comenzar desde el principio e instruir a los cristianos en los conceptos básicos de su fe. Mejor que la comida sólida les sentaba la leche. Como lo muestran otros pasajes del Antiguo Testamento (1Co 3:1.2; Pe 2,2), utiliza la carta una imagen corriente en la antigüedad y de suyo muy comprensible. La dificultad comienza precisamente cuando se quiere indicar en concreto qué se entiende en sentido cristiano por «leche» y por «comida sólida». Precisamente las verdades aparentemente más sencillas y fundamentales se revelan con frecuencia como las más difíciles. Y además: cuando falta la atención, cuando se ha vuelto uno «torpe de oído», ni siquiera aprovechará gran cosa el alimento de los niños de pecho.

Fuente: El Nuevo Testamento y su Mensaje

Núm 18:1-7.

Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana

Ciertas calificaciones para el sumo sacerdocio, de acuerdo con el AT, se destacan aquí como una base para exponer más plenamente cómo Jesús puede ser el sumo sacerdote del nuevo pacto. Los sumos sacerdotes eran tomados y constituidos para actuar como mediadores entre el pueblo de Israel y Dios. Debían representarlos en servicio a favor de los hombres delante de Dios, específicamente, pero no exclusivamente, ofreciendo ofrendas y sacrificios por los pecados. En el día de la expiación, el sumo sacerdote debía ofrecer sacrificio, tanto por sus propios pecados como por los pecados del pueblo (cf. Lev. 16:6; 11-14). Esto era una indicación de que el sumo sacerdote estaba también rodeado de debilidad (DHH, “sujeto a las debilidades humanas”), como el resto de la comunidad, y necesitado de ser limpio del pecado. Tal ritual le debería haber alentado a sentir compasión de los ignorantes y extraviados. El verbo gr. traducido “sentir compasión” (RV “se muestre paciente”) significa lit. “moderar la ira”. La comparación y contraste con Cristo es clara: los sumos sacerdotes judíos por lo menos tenían que controlar su enojo cuando trataban con aquellos que hubieran pecado, pero nuestro sumo sacerdote puede compadecerse en forma activa (4:15). A partir de una afirmación sobre la función general del sumo sacerdote en la comunidad israelita y un comentario sobre una cualidad necesaria en su ministerio, el autor pasa al tema de su llamado. El honor de una función tal es dado sólo por Dios: uno debe ser llamado por Dios, como lo fue Aarón (cf. Exo. 28:1; Lev. 8:1; Núm. 16-18).

5, 6 En sentido inverso, las calificaciones para el sacerdocio mencionadas en los vv. 1-4 ahora se aplican a Jesús. Cristo no se glorificó a sí mismo para ser hecho sumo sacerdote, sino que le glorificó Dios para cumplir su papel, como lo indica el Sal. 110:4. Sin embargo, antes de citar ese versículo Heb. cita las palabras del Sal. 2:7. Esto recuerda el argumento del cap. 2, donde el Sal. 2:7 se usa para afirmar la absoluta supremacía del Hijo de Dios sobre toda la creación, incluyendo a los ángeles (1:5). El Sal. 110:1-3 afirma del mismo modo el papel triunfante del rey mesiánico que está sentado a la diestra de Dios. Sin embargo, el Sal. 110:4 agrega la inusual perspectiva de que el Mesías será sacerdote para siempre según el orden de Melquisedec. Uniendo esas citas de los Salmos, Heb. otra vez enlaza la idea de Jesús como Hijo y sumo sacerdote (cf. 4:14), pero aclara completamente que su sacerdocio pertenece a un orden diferente del de Aarón y los sacerdotes levíticos. Jesús cumple el papel y función del sacerdocio judío como sumo sacerdote según el orden de Melquisedec. La aplicación del Sal. 110:4 a Jesús se expone más completamente en Heb. 7.

7, 8 Estos vv. explican cómo nuestro sumo sacerdote celestial puede “compadecerse de nuestras debilidades” sin haber pecado (cf. 4:15). Aunque Jesús fue seriamente probado en el curso de toda su vida en la tierra (lit. “en los días de su carne”), su experiencia en el jardín de Getsemaní puede estar más particularmente en consideración aquí. La mención de sus ruegos y súplicas con fuerte clamor y lágrimas al que le podía librar de la muerte recuerda la angustia de Jesús al enfrentar la cruz y clamar para que se retirara de él la “copa” de sufrimiento (cf. Mar. 14:34-36 y paralelos). El terror de ser abandonado por el Padre en la muerte (cf. Mar. 15:34) debe haberle presionado especialmente en esa ocasión. Por ello, Jesús oró pidiendo liberación de la crisis que se aproximaba, pero entonces se sometió por voluntad propia a la del Padre para poder llegar a ser Autor de eterna salvación para otros (v. 9). Esa segunda etapa de la experiencia de Jesús en Getsemaní probablemente se refleja en la afirmación de que fue oído por su temor reverente (gr. eulabeia también puede traducirse como “temor piadoso”). La respuesta a su oración de sumisión fue la fortaleza para soportar la grave tribulación que enfrentaba y luego el triunfo y la gloria de la resurrección. Aun siendo Hijo de Dios (v. 8; cf. v. 5), experimentó la tentación de apartarse de hacer la voluntad de su Padre a causa del sufrimiento que implicaba. Necesitaba aprender lo que implica la obediencia a Dios en términos prácticos, en las condiciones de vida humana en la tierra, de modo que pudiera simpatizar con aquellos que son probados de manera similar y enseñarnos por su propio ejemplo hasta qué extremo debe someterse a Dios y obedecerlo (cf. 12:1-11; 13:13).

9, 10 Como aprendió la obediencia por lo que padeció, Jesús fue perfeccionado, o sea “calificado” o “hecho completamente adecuado” como salvador de su pueblo (cf. 2:10). Más específicamente, fue perfeccionado como Autor (DHH “fuente”) de eterna salvación. Cada experiencia de prueba le preparó para un acto final de obediencia al Padre en su muerte (cf. 10:5-10). Por este medio alcanzó la salvación del pecado, la muerte y el diablo, capacitando a aquellos que creen en él para compartir con él en la vida del mundo venidero. La idea de que Cristo establece un modelo de obediencia para que otros le sigan se sugiere por las palabras para todos los que le obedecen. Sin embargo, esta expresión no indica que la salvación se gane por la obediencia. La salvación es el don de Dios para nosotros en Cristo, pero aquellos que le buscan como el único Autor de eterna salvación querrán expresar su fe en una obediencia permanente como él lo hizo (cf. 12:1-4). La fe en Cristo nos consagra a compartir su lucha contra el pecado.

Fuente: Nuevo Comentario Bíblico Siglo Veintiuno

5.4-6 Este capítulo se ocupa tanto de la elección divina de Cristo como de su humanidad. El escritor cita dos versículos del Antiguo Testamento para probar la elección divina de Cristo: Psa 2:7 y 110.4. En la época en que se escribió este libro, los romanos escogían al sumo sacerdote en Jerusalén. En el Antiguo Testamento, sin embargo, Dios eligió a Aarón, y solo sus descendientes pudieron ser sumos sacerdotes. Cristo, como Aarón, fue elegido y llamado por Dios.5.6 Melquisedec fue un sacerdote de Salem (ahora llamada Jerusalén). Se le menciona en Génesis 16. La posición de Melquisedec se explica en Hebreos 7.5.7 Jesús estaba en gran agonía cuando se preparaba para enfrentar la muerte (Luk 22:41-44). Aunque Jesús clamó a Dios, pidiendo ser librado, El estaba preparado para sufrir la humillación, la separación de su Padre y la muerte a fin de hacer la voluntad de Dios. Habrá momentos en que afrontaremos dificultades, no por querer sufrir sino porque deseamos obedecer a Dios. Permita que la obediencia a Jesucristo lo sustente y lo anime en los momentos de prueba. Usted podrá enfrentarse a cualquier cosa cuando está consciente de que Jesucristo lo acompaña.5.7 ¿Ha sentido alguna vez que Dios no escucha sus oraciones? Asegúrese de orar con un espíritu dócil, deseando hacer lo que Dios quiere. Dios responde a sus hijos obedientes.5.8 La vida de Jesús no fue un guión que El siguió pasivamente. Fue una vida que escogió libremente (Joh 10:17-18). Fue un proceso continuo de hacer suya la voluntad del Padre. Jesucristo optó por obedecer a pesar de que esa obediencia lo condujo al sufrimiento y a la muerte. Por haber obedecido a la perfección, aun en medio de gran prueba, El nos puede ayudar a obedecer por muy difícil que parezca.5.9 Cristo fue siempre moralmente perfecto. Mediante la obediencia nos mostró su perfección a nosotros, no a Dios ni a sí mismo. En la Biblia, por lo general perfección significa consumación o madurez. Al manifestar nuestra experiencia de sufrimiento, Cristo tuvo la misma experiencia humana que nosotros. El ahora está en condiciones de ofrecer salvación eterna a quienes le obedecen. Véase Phi 2:5-11 para la actitud de Cristo cuando tomó forma humana.5.12, 13 Estos cristianos judíos eran inmaduros. Algunos de ellos debían haber enseñado a otros, pero todavía no habían aplicado lo fundamental a su vida. Se resistían a dejar sus antiguas tradiciones, sus doctrinas establecidas y las discusiones de aspectos fundamentales. No serían capaces de comprender la razón por la que el escritor enseñaba acerca de la función de Cristo como Sumo Sacerdote, a menos que dejaran su posición cómoda, abandonaran algunas de sus costumbres judías y dejaran de hacer mezclas con su cultura. La consagración a Cristo motiva a las personas a dejar las tradiciones.5.12-14 A fin de crecer hasta ser cristianos adultos, debemos aprender lo que es el discernimiento. Debemos adiestrar nuestra conciencia, nuestros sentidos, nuestra mente y nuestro cuerpo a fin de poder distinguir lo bueno de lo malo. ¿Es usted capaz de reconocer la tentación antes de caer en su trampa? ¿Puede distinguir entre el correcto uso de las Escrituras y el errado?5.14 Nuestra capacidad de deleite en las cosas profundas de Dios («alimento sólido») está determinada por nuestro crecimiento espiritual. Con frecuencia deseamos el banquete de Dios antes de estar en condiciones espirituales para digerirlo. A medida que usted crece en el Señor y pone en práctica lo que ha aprendido, también aumentará su capacidad de comprensión.LAS OPCIONES DE LA MADUREZUna manera de evaluar la madurez espiritual se obtiene al observar las decisiones que tomamos. El escritor de Hebreos nota muchas de las formas en que esas decisiones cambian con el crecimiento personal.Enseñar a los demás: en lugar de… ser solo enseñado.Desarrollo profundo del entendimiento: en lugar de… luchar con lo fundamental.Autoevaluación: en lugar de… autocrítica.Búsqueda de unidad: en lugar de… fomentar desunión.Anhelo de retos espirituales: en lugar de… deseos de entretenimiento.Estudio cuidadoso y observación: en lugar de… opiniones y esfuerzos mediocres.Fe activa: en lugar de… apatía y duda cautelosa.Confianza: en lugar de… temor.Experiencias y sentimientos evaluados a la luz de la Palabra de Dios: en lugar de… experiencias evaluadas según los sentimientos.

Fuente: Comentarios de la Biblia del Diario Vivir

REFERENCIAS CRUZADAS

a 166 Éxo 40:13

b 167 Lev 5:6; Heb 8:3

Fuente: Traducción del Nuevo Mundo

de entre los hombres…a favor de los hombres. Así como el sumo sacerdote tomado de entre los hombres representaba al pueblo cuando ofrecía sacrificios, también Cristo fue verdadero hombre para morir en lugar de la humanidad (vers. 5, 8) y proveer así salvación (vers. 9).

ofrendas y sacrificios. Ofrendas se refiere a las ofrendas voluntarias de holocaustos, de cereal y de paz (Lv 1– 3) y los sacrificios se refiere a las ofrendas obligatorias por el pecado y por la culpa (Lv 4– 7). Pero, la mención de las palabras por los pecados sugiere que el autor de hebreos tiene en mente el Día de Expiación (Lv 16) cuando el Sumo Sacerdote representaba a todo el pueblo ante Dios.

Fuente: La Biblia de las Américas

En estos vers. el sumo sacerdocio del A.T., cuyo modelo es Aarón, es comparado con el sumo sacerdocio de Cristo Jesús. Aarón fue llamado a ese ministerio por Dios mismo (vers. 4). De igual manera, Jesús fue enviado, y exhibió tres características distintivas del sumo sacerdocio: Participó de nuestra humanidad (vers. 1; 2:14– 16; 4:15); poseyó una actitud compasiva (vers. 2; 2:17) y recibió una comisión divina (vers. 4, 5). Hay tres aspectos de su sacerdocio que son importantes notar: 1) El es el Hijo de Dios; 2) El no tuvo necesidad de ofrecer sacrificios por sus propios pecados (7:26, 27); y 3) en El se cumple la promesa divina del Salmo 110:4; su sumo sacerdocio es conforme al sacerdocio de Melquisedec (vers. 6) y no al de Aarón (7:11– 16). Por lo tanto, en Cristo tenemos un nuevo y mejor sacerdote.

Fuente: La Biblia de las Américas

1 super (1) Las ofrendas son presentadas para complacer a Dios; los sacrificios son ofrecidos por nuestros pecados.

Fuente: Comentario Del Nuevo Testamento Versión Recobro

27 5,1. para ofrecer dones y sacrificios por los pecados: Algunos piensan que «dones» se refiere a ofrendas vegetales y «sacrificios» a ofrendas animales, pero probablemente el autor no pretendía establecer tal distinción. Como se pone de manifiesto más tarde (cap. 9), el tipo veterotestamentario que le interesa principalmente es el rito del día de la expia­ción; se trata de una expiación por los «pe­cados», más que por el «pecado» (cf. Lv 16,30.34); de ahí el pl. en este pasaje. 2. es ca­paz de ser indulgente con los ignorantes y extraviados: La palabra gr. metriopathein, «ser in­dulgente», no aparece en ningún otro lugar de la Biblia; corresponde a un término de la filo­sofía estoica que denota «el justo medio entre la pasión y la falta de sentimiento» (Michel, Hebraer 217). La designación de los pecadores como «los ignorantes y extraviados» no signi­fica que el autor estuviera pensando sólo en aquellos que no eran conscientes de la índole pecaminosa de sus actos o que cometían deli­tos morales o transgresiones rituales de grave­dad menor. Los únicos pecados por los que la expiación sacrificial resultaba imposible eran los designados en Nm 15,30 como pecados co­metidos «con mano alzada». porque también él está envuelto en flaqueza: La flaqueza es principalmente aquello que conduce al pecado, co­mo pone de manifiesto el v. 3 (cf. Lv 16,6). 6. Aunque Sal 110,1 se aplica con frecuencia en el NT al Jesús exaltado, el v. 4 (citado en esta ocasión) sólo se utiliza en Heb (cf. también 7,17.21).
28 7-8. Lo mismo que el v. 6 pone de ma­nifiesto cómo se cumple en Jesús el requisito de la llamada de Dios al sumo sacerdocio, es­tos versículos ponen de manifiesto que está capacitado para poder comprender a los peca­dores. El autor no aplica en este caso a Jesús la palabra «flaqueza», y más tarde lo contra­pone específicamente en este aspecto al sumo sacerdote judío (7,28). Es importante obser­var, sin embargo, que el contraste se aplica al presente estado exaltado de Cristo. La razón para evitar esa palabra en esta ocasión proba­blemente sea que en el v. 3 flaqueza y debili­dad se presentan como correlativos, y está cla­ro que Jesús no pecó (4,15). No hay duda, sin embargo, de que el autor, al tiempo que evita la palabra, ciertamente considera que la apti­tud de Jesús para comprender a los pecadores se basa precisamente en el hecho de que co­nocía la tentación como ellos y «compartía la sangre y la carne» (cf. 2,14-18; 4,15). Estaba familiarizado con las pruebas de la naturaleza humana, es decir, experimentó su flaqueza, particularmente su temor a la muerte. Tras su exaltación, ya no conoce la flaqueza, pero, ha­biéndola experimentado, puede comprender a quienes la experimentan. Esta idea de Heb es semejante a aquélla de Pablo: «Murió en la cruz en razón de su flaqueza, pero está vivo por la fuerza de Dios» (2 Cor 13,4). 7. en los días de su carne: Es decir, en el tiempo de su vi­da mortal, cuando vivía en la esfera de la car­ne. ofreció… ruegos… al que podía salvarlo de la muerte: Si se toma esto como un episodio ais­lado, probablemente se trata de una referencia a Getsemaní (cf. Mc 14,35-36). Aparte de Jn 12,27, no hay ningún episodio aislado de la tradición evangélica que sea semejante a éste, y la opinión de que el autor conocía «varios episodios de la vida de Jesús» no recogidos en las narraciones evangélicas a los cuales podría también estar refiriéndose (Bruce, Hebrews 98) es conjetural, en el mejor de los casos. Aparte de esa propuesta, Bruce también ve, junto con la referencia a Getsemaní, «una re­ferencia más general al desarrollo completo de la humillación y pasión de nuestro Señor» {Hebrews 100; de manera parecida, A. Vanho­ye, Prétres anciens, prétre nouveau selon le Nouveau Testament [Parole de Dieu 20, París 1980] 146-47). escuchado por su actitud reve­rente: R. Bultmann («Eulabeia», TDNT 2.753) acepta la enmienda del texto hecha por A. von Hamack, «no fue escuchado», porque Jesús murió. Pero esa lectura puramente conjetural resulta innecesaria si suponemos que el autor toma la liberación de Jesús de la muerte como una referencia a su resurrección. Puesto que el ruego de Jesús en Getsemaní fue que se le evitara la muerte, y no ser rescatado de ella una vez que la hubiera padecido, el autor utiliza «salvar de la muerte» con doble sentido. La justificación de tal suposición es que el con­texto trata del sacerdocio de Jesús (incluso es posible que 5,7-10 refleje un himno a «Jesús sumo sacerdote» [cf. G. Friedrich, TZ 18 (1962) 95-115]). En 7,23-24 su sacerdocio se contrapone al de los sacerdotes levíticos preci­samente en la medida en que la muerte impe­día a éstos permanecer en el cargo, mientras que Jesús tiene un sacerdocio que no pasa, en virtud de la «vida indestructible» que recibió en su resurrección. Su muerte era esencial pa­ra su sacerdocio; pero si no hubiera sido sal­vado de la muerte por la resurrección, ahora no sería el sumo sacerdote de su pueblo. 8. aun siendo Hijo: Véase el comentario a 1,4. El autor considera la filiación de Jesús de dos maneras: llegó a ser Hijo cuando fue exaltado; siempre fue Hijo porque existía con el Padre antes incluso de aparecer sobre la tierra. (Des­de un punto de vista teológico posterior, la re­surrección-exaltación dio a la naturaleza hu­mana de Jesús participación plena en su naturaleza divina). Ambos conceptos son ente­ramente compatibles, pero, al parecer, al del Hijo preexistente se llegó más tarde, como de­muestra el carácter relativamente tardío de los textos en que se expresa. Sin embargo, si es correcta la hipótesis de que 5,7-10 es en sus­tancia un himno antiguo, semejante a Flp 2,6-11, el carácter tardío del concepto no se debe exagerar. No hay razón para considerar que el concepto más tardío le resulta al autor de Heb más agradable que el concepto más antiguo, como hace R. H. Fuller {The Foundations of New Testament Christology [Nueva York 1965] 187) (trad. esp.: Fundamentos de una cristolo­gía neotestamentaria [Madrid 1978]). por sus padecimientos aprendió la obediencia: El moti­vo del «aprendizaje mediante el sufrimiento» es corriente en la literatura gr., pero este texto, Rom 5,19 y Flp 2,8 son los únicos lugares del NT donde se menciona explícitamente la obe­diencia de Cristo en su pasión. 9. llegado a la perfección: Véase el comentario a 2,10. la fuen­te de salvación eterna… le obedecen: La obe­diencia de Jesús conduce a su consagración sacerdotal, que a su vez lo habilita para salvar a quienes son obedientes a él. La expresión «fuente de salvación» es corriente en Filón {De agrie. 96; De virt. 202; De vita contemp. 86), pe­ro no es peculiar suya. La salvación que Jesús trae a sus seguidores es eterna porque se basa en su sacerdocio eterno (7,24-25). Con la ex­cepción de 6,2, los casos en que el autor utili­za «eterno» (aquí y en 9,12.14.15; 13,20) tienen que ver con realidades que perduran porque pertenecen a la esfera celestial, que se caracteriza por la permanencia, en cuanto opuesta a las realidades transitorias de la tierra.

29 (IV) El sacerdocio y el sacrificio eternos de Jesús (5,11-10,39).
(A) Exhortación a la renovación espiri­tual (5,11-6,20). La sección central de Heb empieza con una larga exhortación que es al mismo tiempo una reprimenda. El sacerdocio de Jesús es un tema difícil de tratar; y lo es aún más debido a que aquellos a quienes se dirigen estas palabras se han vuelto indiferentes y ol­vidadizos en lo tocante incluso a verdades cristianas elementales. 11. sobre lo cual tene­mos muchas cosas que decir, amique difíciles de explicar: El antecedente del pron. reí. no es seguro. Existen tres posibilidades: Jesús, Melquisedec y la designación de Jesús como sumo sacerdote según el orden de Melquisedec. Co­mo indica la traducción neut., aquí hemos op­tado por esto último. 12. aunque ya debíais ser maestros: Esto se ha utilizado como un argu­mento para afirmar que Heb iba dirigida a sacerdotes judíos convertidos (cf. Hch 6,7); la posición de éstos dentro de la comunidad cris­tiana debía de ser semejante a la que ocupa­ban en el judaismo (véase Spicq, Hébreux 1.228). Pero la función de maestro en el ju­daismo no estaba particularmente asociada con el sacerdocio. En cualquier caso, la idea de que los aventajados deben ser maestros de los demás está tan bien testimoniada, que no es preciso suponer ningún trasfondo de posi­ción docente previa (véanse Moffatt, Hebrews 70; D. Peterson, Hebrews and Perfection [→ 15 supra] 178,286 n. 4). volvéis a tener necesidad de ser instruidos en los primeros rudimentos de los oráculos de Dios: La palabra gr. stoicheia, «elementos», no tiene nada del sentido peyo­rativo que posee en Gál 4,3.9 (cf. Col 2,8.20); en este caso denota una enseñanza elemental, pero necesaria, más allá de la cual debían ha­ber pasado hacía mucho los destinatarios. La expresión «oráculos de Dios» se utiliza en Rom 3,2, donde probablemente denota las Escrituras del AT y, sobre todo, lo dicho por Dios a través de su Hijo (1,2). de leche en lugar de manjar sólido: El contraste entre leche y man­jar sólido como designaciones metafóricas de la enseñanza idónea para los inmaduros y los maduros en lo espiritual, respectivamente, se encuentra también en 1 Cor 3,1-3 y es corrien­te en Filón. Las palabras que Pablo utiliza en 1 Cor para designar ambas categorías (niños los perfectos) también se encuentran aquí (vv. 13-14). 13. no tiene experiencia de la palabra de la justicia: No ha llegado a tener noción de los aspectos más profundos de la fe cristiana. Es posible, sin embargo, que la expresión prolon­gue la metáfora del niño y signifique que al­guien en tal estado no es capaz de hablar de manera inteligible («No tiene experiencia de la manera correcta de hablar»). H. P. Owen ha sugerido una tercera posibilidad: la expresión podría significar «principio de justicia», es de­cir, un criterio con respecto al cual se ejercita el juicio moral (NTS 3 [1956-57] 243-53); en­cuentra él en estos versículos no dos etapas de la vida cristiana, sino tres, y piensa que este criterio, alcanzado por el ascetismo, pertenece a la segunda. 14. el manjar sólido es para los perfectos: Para Owen, «los perfectos» son quie­nes se encuentran en la segunda etapa de la vi­da cristiana, la práctica de la virtud, que se traduce en la capacidad para discernir lo que es moralmente bueno, para tener un «princi­pio de justicia». «Mediante una serie de opcio­nes morales correctas construye un criterio moral» (p. 244). Tales personas pueden pasar luego a la tercera etapa, la asimilación de la doctrina avanzada, que es como manjar sólido.

Fuente: Nuevo Comentario Biblico San Jeronimo

B124 Λαμβανόμενος no significa: uno que está acostumbrado a ser tomado, sino que es tomado, habiendo sido tomado una vez. Eso es lo que caracteriza a la clase de gente a la cual se alude aquí.

Fuente: Ayuda gramatical para el Estudio del Nuevo Testamento Griego

[4] Peshitta.

[5] El Sumo Sacerdote puede tener misericordia en los que extravían, pero no puede traerlos de regreso. Sólo el Sumo Sacerdote eterno Moshiaj, quien ama los engañados a pesar de su ignorancia y engaño, puede hacerlo.

[6] El énfasis es obedecer.

[7] YHWH quería reveler muchos misterios de Melej-Tzadik a través de los siglos a los creyentes, pero por alejarse de Yahshua en formas del Judaísmo del primer siglo y conceptos Judíos falsos, El simplemente no puede hablar de esos asuntos avanzados. Nada ha cambiado. Hoy gastamos mucho tiempo persiguiendo muchos que han cambiado a Yahshua por Moisés, y monoteísmo en pluralidad por el monoteísmo extremo que niega el Hijo y El Padre como uno. Así que muchos misterios de la fe permanecen en velo e inexploradas.

[8] Torah.

Fuente: Escrituras del Nombre Verdadero

[3] Lev 4, 3; 16, 6-11.[4] Ex 28, 1; 2 Cro 27, 18.[6] Salm 2, 7; 110 (109), 4.[14] El conocimiento más extenso de los grandes misterios de la religión.

Fuente: Notas Torres Amat

5.1–4 Son presentadas las actividades propias del oficio sumo sacerdotal. Él debe ser alguien en capacidad de poder comprender el sentir de aquellos quiénes son sus representados ante Dios, este es constituido mediador entre ellos y su Dios para ofrecer sacrificios expiatorios por el pecado. Él debe ser paciente para con ellos en razón de su propia condición humana, puesto que él también está rodeado de debilidad. Por consiguiente, debe ofrecer sacrificios por sus propios pecados así como por los del pueblo también. En contraste, Cristo no necesita del ofrecimiento de sacrificios por sí mismo para ser purificado, él es puro de sí mismo (7.27.)

Fuente: Comentario sobre Hebreos