Comentario de Hebreos 6:13 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia
Porque cuando Dios hizo la promesa a Abraham, puesto que no podía jurar por otro mayor, juró por sí mismo
6:13,14 — Es presentado aquí el ejemplo de Abraham para animar a los hebreos, pues eran descendientes (en la carne, como también en espíritu) de él. Recibió Abraham esta promesa sellada con el juramento de Dios porque era hombre de fe y paciencia. El caso referido se halla en Gén 22:16-18. — «juró por sí mismo» (Gén 22:16); es decir, por «su eterno poder y deidad» (Rom 1:20).Fuente: Comentario al Nuevo Testamento por Partain
jurar por otro mayor. Heb 6:16-18; Gén 22:15-18; Eze 32:13; Sal 105:9, Sal 105:10; Isa 45:23; Jer 22:5; Jer 49:13; Miq 7:20; Luc 1:73.
Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico
Abraham es un ejemplo de fe y paciencia en la promesa de Dios (v. Heb 6:12). Esperó veinticinco años desde el tiempo que fue hecha la promesa hasta que Isaac, el hijo prometido, nació (Gén 12:4; Gén 21:5).
Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe
Abraham. Para animar a los hebreos a apoyarse en la fe y no volver a depender del sistema de culto levítico, el escritor citó el ejemplo de Abraham, quien como gran modelo de la fe (cp. Rom 4:1-25) debía ser imitado por ellos (v. Heb 6:12). juró por sí mismo. Como quedó registrado en Gén 22:15-19, Dios hizo una promesa unilateral para cumplir su pacto con Abraham.
Fuente: Biblia de Estudio MacArthur
La persecución y las pruebas que los hebreos creyentes enfrentaban requerían de perseverancia paciente. Esa fe perseverante los capacitaría para heredar las promesas de Dios que en ese tiempo de sufrimiento parecían tan distantes. A pesar de sus circunstancias, ellos debían recordar que Dios es fiel (cp. el v. Heb 6:10) y que su esperanza estaba segura en Él (cp. el v. Heb 6:11).
Fuente: Biblia de Estudio MacArthur
6:13,14 — Es presentado aquí el ejemplo de Abraham para animar a los hebreos, pues eran descendientes (en la carne, como también en espíritu) de él. Recibió Abraham esta promesa sellada con el juramento de Dios porque era hombre de fe y paciencia. El caso referido se halla en Gén 22:16-18.
–«juró por sí mismo» (Gén 22:16); es decir, por «su eterno poder y deidad» (Rom 1:20).
Fuente: Notas Reeves-Partain
LA ESPERANZA QUE NO FALLA
Hebreos 6:13-20
Cuando Dios hizo la promesa a Abraham, como no podía jurar por otro mayor que Él, juró por Sí mismo: » Te aseguro -dijo- que te bendeciré y te multiplicaré.» Abraham, después de practicar la paciencia, recibió lo que Dios le había prometido. Los humanos juramos por alguien que es mayor que nosotros; y un juramento se acepta como garantía que no admite discusión. Pero en esta ocasión, Dios, con un deseo verdaderamente excepcional de dejarles bien claro a los herederos de la promesa el carácter inalterable de Su intención, añadió un juramento, para que por dos cosas inalterables, en las que es imposible que Dios mienta, los que hemos huido hacia El en busca de protección estemos firmemente animados a asirnos a la esperanza de lo que esperamos. Esta esperanza es para nosotros como un ancla segura y estable, que entra con nosotros al aposento interior que está detrás del velo, al que ya ha entrado Jesús como nuestro Precursor cuando asumió el cargo de Sumo Sacerdote para siempre de la orden de Melquisedec.
Dios le hizo más de una promesa a Abraham. Ge 12:7 nos relata la que le hizo cuando le llamó a salir de Ur y le envió a lo desconocido y a la tierra prometida. Génesis 17-5, 6 es la promesa de que muchos descendientes van a heredar su bendición. Ge 18:18 es una repetición de esta última. Pero la promesa que Dios selló con un juramento se encuentra en Ge 22:16-18 . El sentido verdadero de esta primera frase es: «Dios le hizo muchas promesas a Abraham, y por último le hizo una que confirmó con un juramento.» Esa promesa era, por así decirlo, doblemente segura. Era la palabra de Dios, que en sí ya es segura; pero, además, Dios la confirmó con un juramento. Ahora bien, esa promesa era que todos los descendientes de Abraham serían benditos; por tanto era para la Iglesia Cristiana, que es el verdadero Israel de Dios y la verdadera descendencia de Abraham. Esa bendición se hizo realidad en Jesucristo. Es verdad que Abraham tuvo que practicar la paciencia antes de recibir lo prometido. No fue sino hasta veinticinco años después de salir de Ur cuando nació su hijo Isaac. Abraham era ya viejo, y Sara, estéril; la peregrinación fue larga, pero Abraham no perdió nunca la esperanza ni la confianza en la promesa de Dios.
En la antigüedad, el ancla era el símbolo de la esperanza.
Epicteto dijo: «Así como un barco no debe depender de una sola ancla, tampoco una vida de una sola esperanza.» Pitágoras dijo: «La riqueza es un ancla floja, y la fama, más floja todavía. ¿Cuáles son las anclas que son fuertes? La sabiduría, el gran corazón, el coraje: estas son las anclas que ninguna tempestad puede hacer vacilar.» El autor de Hebreos insiste en que el cristiano tiene la mejor ancla-esperanza del mundo.
Esa esperanza, dice, es una qué entra en la corte interior más allá del velo. En el templo, el lugar más sagrado de todos era el Lugar Santísimo. Tenía un velo que cubría la entrada. En el Lugar Santísimo se creía que moraba la misma presencia de Dios. Sólo había un hombre que podía entrar allí, y era el sumo sacerdote; y aun él no podía entrar en el Lugar Santísimo nada más que una vez al año, el Día de la Expiación.
Entonces, estaba establecido, no debía detenerse mucho, porque era peligroso y terrible entrar en la presencia del Dios vivo. Lo que dice el autor de Hebreos es lo siguiente: «Bajo la vieja religión judía nadie podía entrar a la presencia de Dios nada más que el sumo sacerdote, y sólo una vez al año; pero ahora Jesucristo ha abierto el camino para todos los hombres.»
El autor de Hebreos usa una palabra muy expresiva acerca de Cristo. Dice que entró en la presencia de Dios como nuestro Precursor. La palabra griega es prodromos. Su significado pasa por tres etapas. (i) Quiere decir uno que se apresura. (ii) Un pionero. (iii) Un explorador que se adelanta para ver si el terreno está bien para que puedan avanzar las tropas. Jesús entró en la presencia de Dios para que todos los seres humanos Le pudieran seguir a salvo.
Vamos a decirlo más sencillamente de otra manera. Antes de que viniera Jesús, Dios era el Extranjero distante al que muy pocos judíos se podían acercar a riesgo de sus vidas. Pero, gracias a lo que Jesús ha hecho, Dios es ahora Amigo de todo el mundo. Hubo un tiempo en que la gente pensaba que Dios les tenía cerrada la puerta; pero ahora sabemos que la tiene abierta, y quiere que la pasemos para encontrarnos con Él como nuestro Padre celestial.
Fuente: Comentario al Nuevo Testamento
REFERENCIAS CRUZADAS
d 224 Rom 4:20
e 225 Gén 22:16; Sal 105:9; Isa 45:23; Luc 1:73
Fuente: Traducción del Nuevo Mundo
Dios hizo la promesa a Abraham. Dios, jurando por sí mismo, promete bendecir a Abraham con una gran descendencia más numerosa que las estrellas del cielo y la arena en la orilla del mar (Gen 22:16– 18; cp. 12:1– 3; 15:5; 17:4– 8). Los judíos consideraban que la promesa hecha a Abraham era tan confiable como aquel que la juró; y como Dios no podía jurar sobre alguien más alto que El mismo, la promesa era completamente segura.
Fuente: La Biblia de las Américas
M60 La preposición κατά se usa con el verbo de juramento, para dar el significado resultante: El juró por Sí mismo.
T80 El participio de aoristo ἐπαγγειλάμενος se interpreta mejor si se entiende que expresa una acción coincidente con el verbo principal (es decir, se expresa la misma acción): cuando Dios hizo una promesa.