Comentario de Hebreos 8:1 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia
En resumen, lo que venimos diciendo es esto: Tenemos tal sumo sacerdote que se sentó a la diestra del trono de la Majestad en los cielos,
Resumen : Los versículos 1 al 6 presentan el ministerio de nuestro gran Sumo Sacerdote como mucho más exaltado que el del levítico, pues es celestial, y no terrenal. Es verdadero y no típico o figurado solamente. Es permanente, mientras que el levítico solamente prefiguraba a éste. En los versículos 7 al 13 se presentan las consideraciones que prueban que es mejor el Segundo Pacto que el Primero. El ministerio de Cristo es más exaltado que el levítico a medida de que es mejor el Nuevo Pacto que el Viejo. Se concluye que Dios mismo ha declarado que es viejo el Primer Pacto y por consiguiente ha sido abolido. ¡Seguramente no querrían los hermanos hebreos volver a lo ya desaparecido!Fuente: Comentario al Nuevo Testamento por Partain
tenemos tal sumo sacerdote. O, jefe, punto principal, en los cuales sentidos κεφαλαιον [G2774] es usado por escritores profanos. Heb 7:26-28.
que se sentó a la diestra del trono. Heb 1:3, Heb 1:13; Heb 10:12; Heb 12:2; Efe 6:20; Col 3:1; Apo 3:21.
la Majestad en los cielos. 1Cr 29:11; Job 37:22; Sal 21:5; Sal 45:3, Sal 45:4; Sal 104:1; Sal 145:12; Isa 24:14; Miq 5:4.
Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico
el sacerdocio levítico de Aarón es abolido por el sacerdocio eterno de Cristo, Heb 8:1-6;
y asimismo el pacto temporal con los padres, por el pacto eterno del evangelio, Heb 8:7-13.
Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico
El ministerio sacerdotal de Cristo pertenece al Reino celestial. Él ministra en el cielo, no en el tabernáculo mosaico (vv. Heb 8:1, Heb 8:2, Heb 8:5). Su sacrificio fue apto para el cielo; no fue como las ofrendas según la ley (vv. Heb 8:3, Heb 8:4). Por lo tanto, Él media un mejor pacto (v. Heb 8:6). Estos temas se desarrollan más adelante en (Heb 8:7-13; Heb 9:1-28; Heb 10:1-18).
Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe
el punto principal de esta sección de Hebreos (vv. Heb 8:1-6) es el sumo sacerdocio de Cristo, que se menciona en Heb 2:17-18; Heb 3:1 y se desarrolla en Heb 4:14-16; Heb 5:1-14; Heb 6:1-20; Heb 7:1-28.
Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe
TENEMOS TAL SUMO SACERDOTE. Después que Cristo se apropió el castigo por los pecados de toda la humanidad al dar la vida como sacrificio, entró en el cielo, donde intercede en la presencia de Dios a favor de los que creen. El ministerio de Jesucristo como sumo sacerdote (cf. Heb 2:17) abarca seis aspectos:
(1) Él fue a la vez el sacerdote y el sacrificio mismo. Se ofreció por todas las personas como sacrificio perfecto por el pecado al derramar su sangre y morir en el lugar del pecador (Heb 2:17-18; Heb 4:15; Heb 7:26-28; Mar 10:45; 1Co 15:3; 1Pe 1:18-19; 1Pe 2:22-24; 1Pe 3:18; véase el ARTÍCULO EL DÍA DE LA EXPIACIÓN, P. 164. [Lev 16:33]).
(2) Él es mediador del nuevo y mejor pacto para que todos «los llamados reciban promesa de la herencia eterna» (Heb 9:15-22; véase el ARTÍCULO EL PACTO ANTIGUO Y EL NUEVO PACTO, P. 1782. [Heb 8:6]), y con confianza tengan acceso continuo a Dios (Heb 4:16; Heb 6:19-20; Heb 7:25; Heb 10:19-22; véase Jua 17:1, nota sobre la oración sumo sacerdotal de Cristo).
(3) Él está en el cielo en la presencia de Dios para darles la gracia de Dios a los que creen (Heb 4:14-16). Mediante esa gracia que les imparte a los creyentes, Cristo los regenera (Jua 3:3) y derrama el Espíritu Santo sobre ellos (Hch 1:4; Hch 2:4; Hch 2:33).
(4) Jesucristo funge como mediador entre Dios y todos los que, habiendo quebrantado la ley de Dios, buscan el perdón y la reconciliación (1Jn 2:1-2).
(5) Jesucristo mantiene su sacerdocio de manera permanente, se compadece de los creyentes que son tentados y los ayuda en su necesidad (Heb 2:18; Heb 4:15-16).
(6) Jesucristo vive siempre para interceder en el cielo por todos los que «por él se acercan a Dios» (Heb 7:25) con fe. Dará, al fin, realización completa a la salvación del creyente (véanse Heb 7:25, nota; Heb 9:28, nota).
Fuente: Biblia de Estudio Vida Plena
El santuario celeste, 8:1-5.
1 El punto culminante de lo que estamos tratando es que tenemos un Pontífice que está sentado a la diestra del trono de la Majestad en los cielos; 2 ministro del santuario y del tabernáculo verdadero, erigido por el Señor, no por el hombre. 3 Pues todo pontífice es instituido para ofrecer oblaciones y sacrificios, por lo cual es preciso que tenga algo que ofrecer. 4 Si El morara en la tierra, ni siquiera sería sacerdote, habiendo ya quienes al tenor de la Ley ofrecen oblaciones; los cuales prestan servicio en lo que es imagen y sombra de las cosas celestiales, según que fue revelado a Moisés cuando se disponía a ejecutar la construcción del tabernáculo: “Mira – se le dijo – , y hazlo todo según el modelo que te ha sido mostrado en el monte.”
A nuevo sacerdocio, nuevo santuario. Se habló antes de la superioridad de Cristo, nuestro sumo sacerdote, sobre los sacerdotes levíticos; ahora, continuando en la misma línea de comparación, se habla de la superioridad del santuario donde Cristo ejerce sus funciones sacerdotales, mucho más perfecto que el santuario mosaico donde la ejercían los sacerdotes levíticos. El razonamiento, en la presente perícopa (v.1-5), se reduce a lo siguiente: hay un santuario celeste, allí donde mora Dios, erigido por el mismo Señor, no por los seres humanos, en el que Jesucristo, nuestro Sumo Sacerdote, ejerce sus funciones sacerdotales; de este santuario, que es el santuario “verdadero,” no era sino “imagen y sombra” el santuario mosaico, conforme dice el mismo Dios a Moisés al mandárselo construir: “Mira, y hazlo todo según el modelo que te ha sido mostrado en el monte” (cf. Exo 25:40). De otra manera: el culto e instituciones antiguas, prefigurando a Cristo, son como “reproducciones terrenas” de las verdaderas realidades, que muy bien podemos llamar “celestiales,” pues no han sido fabricadas por mano de hombre (cf. 9:23-24). La conclusión es evidente: el santuario donde Cristo ejerce su ministerio de sacerdote es mucho más perfecto que aquel en que lo ejercen los sacerdotes levíticos, dado que éste sólo es imagen y sombra del de Cristo.
Tal es la idea general de este pasaje en su contenido, como si dijéramos, de superficie. En cuanto al fondo, es evidente que no se trata de poner en el cielo un santuario que sirviera de modelo al de Moisés. Hay que dar en todo esto no pequeña parte a la metáfora. Sin embargo, una cosa parece claramente afirmada, y es que Cristo, subido a los cielos después de su muerte y resurrección, ejerce allí sus funciones sacerdotales a favor nuestro. No que comience entonces a ejercerlas; esto se opondría a afirmaciones claras de otros lugares (cf. 1:3; 7:27; 9:26-28; 10:14). Se trata de que el sacrificio, consumado de una vez para siempre en la cruz, se perpetúa de alguna manera en los cielos, donde Cristo sigue intercediendo en favor de todos los seres humanos (cf. 7:25). Si el autor omite hablar de la escena del Calvario, quizás sea debido a su carácter en cierta manera transitorio, prefiriendo referirse al sacrificio permanente del cielo. Así la contraposición con el sacerdocio levítico aparece más clara433. De ese metafórico santuario del cielo, donde Cristo ejerce sus funciones de sacerdote434, era sombra y figura el santuario mosaico (v.s). En sustancia, esto quiere decir que el santuario mosaico, lo mismo que en general todo lo relativo al culto antiguo, tenía una función preanunciadora de las realidades mesiánicas. Es la misma idea que, bajo diversas formas, repite con frecuencia San Pablo (cf. 1Co 10:11; Gal 3:24; Col 2:17). Conforme a esa idea, el autor no tiene inconveniente en interpretar de la manera que lo hace el texto de Exo 25:40, viendo en él una alusión al metafórico santuario de los tiempos mesiánicos. Prácticamente así ha venido haciendo ya en otras citas (cf. 2:12-13; 4:3-4).
La alianza nueva, 8:6-13.
6 Pero nuestro Pontífice ha obtenido un ministerio tanto mejor cuanto El es mediador de una más excelente alianza, concertada sobre mejores promesas. 7 Pues si aquella primera estuviera exenta de defecto, no habría lugar a una segunda.8 Sin embargo, vituperándolos, dice: “He aquí que vendrán días, dice el Señor, en que concertaré con la casa de Israel y con la casa de Judá una alianza nueva, 9 no conforme a la alianza hecha con sus padres el día en que los tomé de la mano para sacarlos de la tierra de Egipto, puesto que ellos no permanecieron fieles a mi alianza, y yo los menosprecié, dice el Señor. 10 Esta será la alianza que yo haré con la casa de Israel, después de aquellos días, dice el Señor: Imprimiré mis leyes en su mente, y en sus corazones las escribiré, y yo seré su Dios, y ellos serán mi pueblo. 11 Y no habrá de enseñar cada uno a su prójimo ni a su hermano, diciendo: Conoce al Señor; porque todos me conocerán, desde el menor hasta el mayor. 12 Porque tendré misericordia de sus iniquidades, y de sus pecados jamás me acordaré.” 13 Al decir “una alianza nueva” declara envejecida la primera. Ahora bien, lo que envejece y se hace anticuado está a punto de desaparecer.
Sigue el autor tratando de hacer resaltar la excelencia del sacerdocio de Cristo. Y para ello se fija ahora en la alianza de que es mediador, mucho más excelente que la alianza antigua, a la que pertenecían los sacerdotes levíticos.
La primera consideración (v.6) está basada en la estrecha relación existente entre ministerio sacerdotal, alianza a la que presta servicio y promesas que esa alianza introduce y ratifica: a promesas “mejores,” alianza “más excelente”; y a alianza más excelente, ministerio sacerdotal “mejor.” No se concreta en qué sentido las promesas de la nueva alianza sean mejores que las de la antigua; sin embargo, ello se deduce claramente del texto de Jeremías citado a continuación, en que se describe esa nueva alianza (v.5-12). Se trata de promesas de bienes sobrenaturales, en definitiva, la “herencia eterna” (cf. 9:15), mucho más excelentes que los bienes materiales prometidos a Israel mediante la antigua alianza (cf. Deu 28:1-69). De esa alianza nueva es Cristo el mediador (μεσίτης ), título que se le vuelve a aplicar en 9:15 y 12:24. También se lo aplica San Pablo en 1Ti 2:5. Antes (Gal 3:19-20) lo había aplicado a Moisés respecto de la antigua alianza.
Otra razón de la superioridad de la alianza nueva sobre la antigua está en el hecho mismo de que, conforme indica el texto de Jeremías, sustituye a ésta por expresa ordenación divina, y Dios no daría de lado a una alianza perfecta para sustituirla por otra menos perfecta (v.y-12). El texto citado de Jeremías (Jer 31:31-34), uno de los más bellos de todo el Antiguo Testamento, está perfectamente elegido. Se refiere el profeta a la restauración del pueblo de Israel desterrado en Babilonia, pero sus palabras tienen alcance mesiánico. Es el mismo caso de otro texto de Amos, citado por Santiago, y que ya comentamos en su lugar (cf. Hec 15:15-18). Lo más saliente del texto de Jeremías es su afirmación de que, en la alianza o pacto nuevo, las relaciones de los seres humanos con Dios serán mucho más estrechas e íntimas que en la antigua (v.10-11) y no habrá ya jamás abrogación de esta alianza (v.12). Lo de que Dios imprimirá sus leyes en la “mente” y en los “corazones” de los seres humanos (v.10) de modo que no será necesario que nadie enseñe a “su prójimo ni a su hermano” (v.11), no ha de tomarse materialmente a la letra como si se tratase de excluir cualquier clase de magisterio externo; esto se opondría a enseñanzas claras de la misma Sagrada Escritura (cf. Mat 28:19-20; Hec 15:24-29; 2Ti 4:2; Tit 1:9) e incluso de esta misma carta (cf. 2:3-4; 13:7-17)· Se trata sencillamente de hacer resaltar la importancia de la gracia divina, como luz y como fuerza, y lo abundantemente que será repartida en la nueva economía; tanto, que el cristiano, más que al magisterio externo, a ella deberá agradecer su conversión y su progreso en la vida espiritual (cf. 1Co 3:6-7).
Como conclusión, haciendo hincapié en la palabra nueva, de que habla el texto de Jeremías, el autor hace notar que llamar “nueva” a la segunda alianza equivale a declarar vieja y anticuada la primera, y, por tanto, condenada a desaparecer (v.13).
Fuente: Biblia Comentada
el punto principal. Aquí el escritor llegó a su mensaje central. El hecho es que «tenemos» (posesión actual) un sumo sacerdote superior: Jesucristo quien es el cumplimiento de todo lo que fue prefigurado por medio de símbolos y sombras en el AT. se sentó. Vea las notas sobre Heb 1:3 ; Heb 1:13.
Fuente: Biblia de Estudio MacArthur
Una descripción breve del sacerdocio de Jesús en el santuario celestial, el cual es mejor que el de Aarón porque Él sirve en un santuario mejor (vv. Heb 8:1-5; cp. Heb 9:1-12).
Fuente: Biblia de Estudio MacArthur
Toda esta sección es una exposición del nuevo pacto que fue prometido en Jer 31:31-34 y su contraste con el antiguo pacto de la ley.
Fuente: Biblia de Estudio MacArthur
Resumen : Los versículos 1 al 6 presentan el ministerio de nuestro gran Sumo Sacerdote como mucho más exaltado que el del levítico, pues es celestial, y no terrenal. Es verdadero y no típico o figurado solamente. Es permanente, mientras que el levítico solamente prefiguraba a éste.
En los versículos 7 al 13 se presentan las consideraciones que prueban que es mejor el Segundo Pacto que el Primero. El ministerio de Cristo es más exaltado que el levítico a medida de que es mejor el Nuevo Pacto que el Viejo. Se concluye que Dios mismo ha declarado que es viejo el Primer Pacto y por consiguiente ha sido abolido. ¡Seguramente no querrían los hermanos hebreos volver a lo ya desaparecido!
8:1 — «Ahora bien, el punto principal de lo que venimos diciendo». La versión antigua de Valera dice, «la suma acerca de lo dicho es…». Se deja la impresión de que el autor ahora está haciendo un resumen de lo que ya ha dicho en los capítulos anteriores. Pero ése no es el significado. La versión Moderna dice, «Lo principal, pues, entre las cosas que decimos es esto…». La Hispanoamericana dice, «Ahora bien, el punto capital de lo que venimos diciendo, es…». El significado es que el punto principal de lo que se está diciendo es la ministración exaltada de Cristo Jesús en el santuario celestial (versículo 1,2). ¡He aquí la gran consolación para los hermanos hebreos, en el tiempo de persecución y tentación de parte de los judíos incrédulos que se apegaban a lo que desapareció! ¡El Señor Jesucristo, el exaltado Hijo de Dios, es nuestro gran Sumo Sacerdote en el cielo! ¡Es superior, pues, a cualquier sacerdocio en la tierra, y al levítico en particular!
–«es que tenemos tal sacerdote,» como el descrito en 7:26-28.
–«el cual se sentó a la diestra del trono en los cielos». Véase 10:11-13. (Véase también 1:3, comentarios). Lo que se llama el «trono de la Majestad» en 1:3 y 8:1 se llama el «trono de Dios» en 12:2. (Véase también Hch 7:55-56). La expresión «a la diestra» denota estar cerca de Dios en una posición de alto honor, gloria y exaltación. Compárense Efe 1:20-23; Flp 2:9; 1Pe 1:21; 1Pe 3:22.
Fuente: Notas Reeves-Partain
EL ACCESO A LA REALIDAD
Hebreos 8:1-6
El meollo de lo que estamos diciendo es el siguiente: ¡Tal es el Sumo Sacerdote que tenemos, Que se ha sentado a la diestra del trono de la Majestad en el Cielo, un Sumo Sacerdote que ministra en el verdadero Santuario y Tabernáculo que ha establecido el Señor y no el hombre! Porque todos los sumos sacerdotes son elegidos para que ofrezcan dones y sacrificios; por tanto, era necesario que Él tuviera también algo que ofrecer. Si hubiera estado en la Tierra, ni siquiera habría sido sacerdote, porque para eso están los que ofrecen los dones que prescribe la Ley, que son hombres cuyo ministerio no es más que un tenue boceto del orden celestial, según las instrucciones que recibió Moisés cuando estaba a punto de completar el tabernáculo: «Mira -se le dijo-, que lo hagas todo según el modelo que se te ha mostrado en el monte.» Pero, según son las cosas, Jesucristo ha recibido un ministerio más excelente, de la misma manera que es el Mediador de un mejor Pacto, un Pacto que se ha establecido sobre la base de promesas superiores.
El autor de Hebreos acaba de describir el sacerdocio de la orden de Melquisedec en toda su gloria. Lo ha descrito como un sacerdocio que es para siempre, sin principio ni fin; el sacerdocio que Dios confirmó con un juramento; el sacerdocio que se basa en la grandeza personal, y no en ningún nombramiento legal ni en requisitos raciales; el sacerdocio que la muerte no puede afectar; el sacerdocio que puede ofrecer un Sacrificio que no hay que repetir; el sacerdocio que es tan puro que no tiene necesidad de ofrecer sacrificio por sus propios pecados. Ahora hace y subraya la gran declaración: «¡Es precisamente un Sacerdote así el que tenemos en Jesús!»
A continuación dice dos cosas de Jesús. (i) Se ha sentado a la diestra del trono de la Majestad de Dios en el Cielo.
¡A Ti la gloria – oh nuestro Señor! ¡A Ti la victoria – gran Libertador!
Te alzaste triunfante – lleno de poder, más que el Sol radiante – al amanecer.
¡A Ti la gloria – oh nuestro Señor! ¡A Ti la victoria – gran Libertador!
No puede haber mayor gloria que la del Jesús ascendido y exaltado. (ii) Dice que Jesús es el Ministro del Santuario. Es la prueba de Su servicio. Es único en majestad y en servicio.
Jesús nunca consideró que la majestad era algo que se podía disfrutar egoístamente. Uno de los emperadores Romanos más grandes fue Marco Aurelio; como administrador no tuvo rival. Murió a los cincuenta y nueve años, después de haberse agotado en el servicio de su pueblo. Fue uno de los santos estoicos. Cuando le eligieron para que ocupara el puesto supremo del imperio, su biógrafo Capitolino nos dice: «Se sintió abrumado más que jubiloso; y, cuando se le dijo que se mudara a la residencia privada del emperador Adriano, le costó trabajo abandonar la villa de su madre. Cuando los miembros de su familia le preguntaron por qué sentía tanto recibir la adopción imperial, les enumeró los quebraderos de cabeza que conllevaba la soberanía.» Marco Aurelio veía la realeza en términos del servicio, no de la majestad.
Jesús es el único ejemplo de majestad divina y de servicio divino combinados. Sabía que se le había dado la posición suprema, no para que la retuviera en aislamiento espléndido, sino más bien para permitir a otros alcanzarla y compartirla con Él. En Él se combinan la majestad y el servicio supremos.
La idea de que la religión es fundamentalmente acceso a Dios nunca estuvo lejos de la mente del autor de Hebreos. Por tanto, el ministerio supremo del Sacerdote es abrirle a la humanidad el camino hacia Dios. Jesús ha suprimido las barreras que había entre Dios y el hombre, y nos ha dejado un camino o un puente, que es Él mismo, por el que el hombre puede llegar a la presencia de Dios. Pero esto lo podemos decir de otra manera: en vez de acceso a Dios podemos llamarlo acceso a la-realidad. Todos los escritores religiosos tienen que buscar términos que puedan entender sus lectores. Tienen que presentar su mensaje en un lenguaje y en unos términos que lleguen al lector porque le son familiares o, por lo menos, pulsan una cuerda en su inteligencia. Los griegos tenían una idea básica del universo: pensaban en términos de dos mundos, el real y el irreal -que era éste. Creían que este mundo del espacio y el tiempo no era más que una reproducción imperfecta del mundo real. Esa era la doctrina fundamental de Platón, el más grande de los filósofos griegos. Creía en lo que él llamaba las formas. Había un mundo en algún lugar en el que estaban desplegadas las formas perfectas de las que son copias imperfectas todas las cosas de este mundo. Algunas veces llamaba a las formas ideas. En algún lugar está la idea de una silla, de la que son copias imperfectas todas las sillas concretas. En algún lugar existe la idea de un caballo, de la que son reflejo deficiente todos los caballos. A los griegos les fascinaba esta concepción del mundo real -el otro mundo- del que éste no es más que una reproducción imperfecta y aproximada. En este mundo nos movemos entre sombras; pero en algún lugar existe la realidad. El mayor problema de la vida es pasar del mundo de las sombras al mundo de las realidades.
A este problema alude y ofrece solución el autor de Hebreos. El templo terrenal es un pálido trasunto del verdadero Templo de Dios; el culto terrenal es un reflejo remoto del verdadero Culto; el sacerdocio terrenal es una copia inadecuada del verdadero Sacerdocio. Todas las cosas que conocemos señalan, más allá de sí mismas, a la realidad de la que no son más que reproducciones insatisfactorias. El autor de Hebreos encuentra la base para esa manera de pensar en el Antiguo Testamento. Cuando Moisés recibió instrucciones para la construcción del tabernáculo con todo su mobiliario, Dios le dijo:
«Mira que los hagas de acuerdo con el modelo que se te ha mostrado en el monte» (Ex 25:9; Ex 25:40 ). Dios le había mostrado a Moisés el modelo real del que todo culto terrenal es sólo una copia difusa; así que el autor de Hebreos dice que los sacerdotes terrenales cumplen un ministerio que no es más que un boceto confuso del orden celestial. Para la expresión boceto confuso combina dos palabras griegas: hypodeigma, que quiere decir espécimen, o, más exactamente, boceto; y skiá, que quiere decir sombra, reflejo, fantasma, silueta. El sacerdocio terrenal es irreal, y no puede guiar a los hombres a la realidad; pero Jesús, sí puede. Podemos decir que Jesús nos introduce a la presencia de Dios, o que Jesús nos introduce a la realidad; ambas expresiones quieren decir lo mismo. Cuando el autor de Hebreos hablaba de la realidad, estaba usando un término que sus contemporáneos entendían perfectamente.
En lo mejor que puede ofrecer este mundo hay siempre imperfección. Nunca llega a lo que creemos que puede ser. Nada de lo que experimentamos o logramos aquí alcanza al ideal que nos atrae. El mundo real está más allá. Llámalo Cielo, o llámalo realidad; llámalo idea o forma; o llámalo Dios… Siempre está más allá.
Como lo vio el autor de Hebreos, sólo Jesús nos puede guiar, de la frustrante actualidad, a la plenamente satisfactoria realidad. Por eso Le llama Mediador (Mesités). Mesités viene de mesos, que, en este caso, quiere decir en medio. Un mesités es, por tanto, uno que se coloca entre dos personas que están enemistadas, y las reconcilia. Cuando Job clamaba en su angustia por poder presentar su caso ante Dios, grita desalentado: «¡No hay entre nosotros árbitro (mesités) – que ponga su mano sobre nosotros dos!» Job 9:33, R-V). Pablo llama a Moisés mesités Gal 3:19 ) porque hizo de mediador para traer la Ley, de Dios a los hombres. En el período clásico de Atenas había un grupo de hombres -ciudadanos de no menos de sesenta años- a los que se podía llamar para que actuaran como mediadores cuando había una disputa entre dos ciudadanos, y su misión principal era lograr la reconciliación. En Roma estaban los arbitri. El juez decidía en cuestiones legales, péro los arbitri resolvían cuestiones de equidad, y su deber era poner punto final a los litigios. Además, en griego jurídico, mesités era el avalista, garante o fiador. Salía fiador por un amigo que estaba procesado; respondía de una deuda o descubierto. El mesités era el que estaba dispuesto a pagar la deuda de un amigo para arreglar las cosas.
El mesités es el que se pone en medio e interviene entre las dos partes para lograr una reconciliación. Jesús es nuestro perfecto Mesités: se coloca entre nosotros y Dios. Abre el camino a la realidad y a Dios, y es el único que puede efectuar la reconciliación entre el hombre y Dios, y entre lo real y lo irreal. En otras palabras: Jesús es el único que nos puede introducir a la vida real.
Fuente: Comentario al Nuevo Testamento
CAPÍTULO 8
IV. SACERDOTE Y MEDIADOR DE UNA NUEVA ALIANZA (8,1-10,18).
1. SACERDOTE EN EL SANTUARI0 CELESTIAL (8/01-05).
1 El punto principal de lo que venimos diciendo es que tenemos un sumo sacerdote tal, que se sentó a la derecha del trono de la Majestad en los cielos. 2 El es ministro del santuario y del tabernáculo verdadero que construyó el Señor y no un hombre. 3 Porque todo sumo sacerdote es instituido para ofrecer dones y sacrificios, y por lo mismo, también Jesús debe tener algo que ofrecer. 4 Seguramente que, si él estuviera en la tierra, ni siquiera sería sacerdote, habiendo ya otros que ofrecen dones según la ley, 5 y que ofician en un culto que es imagen y sombra de lo celestial, conforme se lo ordenó Dios a Moisés, cuando éste iba a construir el tabernáculo: «Mira -le dijo-: lo harás todo según el modelo que se te ha mostrado en el monte» (Exo 25:40).
La alocución de la carta se acerca a su punto culminante, a lo «principal». Por fin vamos a enterarnos de dónde y cómo desempeña su ministerio Jesús, sacerdote según el orden de Melquisedec. Quedamos sorprendidos al oír que Jesús no ejerce su función de sumo sacerdote en la tierra, sino en el cielo. Es servidor de un santuario fabricado inmediatamente por Dios, único santuario al que competen las cualidades de lo verdadero, de lo propio y de lo real. En la tierra no hubiera podido Jesús ni siquiera ser sacerdote, porque aquí son prescritos por la ley los dones y el sacrificio. Por 7,27 sabemos ya que el sumo sacerdote celestial se ofreció de una vez para siempre, pero antes de situar la carta en el centro de este hecho decisivo, construye en cierto modo el escenario que permite que el hecho sangriento del Calvario aparezca a la vista con todo su significado cósmico y escatológico.
La idea de un santuario en el cielo era familiar al autor y muy probablemente también a los lectores gracias al Antiguo Testamento y a la literatura apocalíptica. En todo caso no es muy seguro que el pasaje de Exo 25:40 aquí citado quisiera significar originariamente más que esto, a saber, que Moisés había construido el tabernáculo conforme a un modelo o plano celestial 33. En cambio, posteriormente el libro de la Sabiduría designa inconfundiblemente el templo de Jerusalén como una copia «del santo tabernáculo que al principio habías preparado» (Sab 9:8). Más de un apocalíptico se gloriaba de haber visto el santuario oculto en el cielo: «Y el ángel me abrió las puertas del cielo. Y yo vi el templo santo y en el trono la gloria del Altísimo» (Testamento de Leví 5; cf. Rev 4:1-11). Los rabinos opinaban incluso que el santuario superior en el cielo se hallaba frente al santuario inferior y que entre el culto de los ángeles arriba y el de los sacerdotes abajo había perfecta correspondencia hasta en los más menudos detalles. Es posible que el autor de la carta a los Hebreos partiera de estas o parecidas representaciones, pero en todo caso su interpretación del santuario celestial y del sacrificio expiatorio que en él se lleva a cabo procede por caminos muy particulares.
De nuestros versículos sólo se desprende, en primer lugar, que Jesús es sumo sacerdote del tabernáculo real, verdadero y propio, mientras que los sacerdotes de la tierra sólo sirven a un santuario que no es sino sombra y figura. El verdadero tabernáculo lo construyó Dios mismo, el tabernáculo de la tierra es obra de hombres. Estas distinciones revelan claramente un pensar platonizante 34, que estima las realidades de la tierra conforme a su realidad arquetípica celestial. Ahora bien, la carta a los Hebreos no quiere proclamar una mera filosofía, sino con la ayuda de la ciencia alejandrina descubrir el sentido de la muerte de Cristo que transforma el cielo y la tierra
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33. Cf. 1Cr 28:19 : En el lecho de muerte refiere David que Dios le había mostrado un plano del templo salomónico.
34. El pensamiento de Platón (428-348 a.C.) ejerció gran influjo en el judaísmo ilustrado de Alejandría.
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2. MEDIADOR DE UNA ALIANZA MEJOR (8/06-13).
6 Pero ahora él ha obtenido un ministerio tanto más excelente, cuanto que es también mediador de una alianza mejor, la cual ha sido legalmente constituida en virtud de mejores promesas. 7 Porque, si aquella primera alianza fuera perfecta, no se buscaría lugar para una segunda. 8 Por eso, reprendiéndoles, dice Dios: «Mirad que llegarán días -dice el Señor- en que llevaré a cabo una nueva alianza con la casa de Israel, y la casa de Judá. 9 No será como aquella alianza que hice con sus padres el día que los tomé de la mano para sacarlos de la tierra de Egipto. Porque ellos no permanecieron en mi alianza también yo me desinteresé de ellos -dice el Señor- 10 Esta será la alianza que yo concertaré con la casa de Israel, después de aquellos días -dice el Señor-: Mis leyes pondré en su conciencia y las grabaré en su corazón; y yo seré su Dios, y ellos serán mi pueblo. 11 Nadie tendrá que instruir a su conciudadano ni nadie tendrá que enseñar a su hermano, diciéndole : Conoce al Señor; porque todos me conocerán, desde el menor hasta el mayor. 12 Porque seré indulgente con sus maldades, y de sus pecados no me acordaré jamás» (Jer 31:3 1-34) 13 Al decir alianza nueva, declara caducada la primera. Ahora bien, lo caducado y envejecido está a punto de desaparecer.
Si Jesús es sacerdote en un santuario celestial, arquetípico, su ministerio debe ser mucho más excelente y eficaz que el culto veterotestamentario con su empeño terreno por aplacar a Dios mediante sacrificios y dones. Esta superioridad aparece con especial claridad si comparamos las promesas de la antigua alianza con las de la Nueva, cuyo mediador ha sido constituido Jesús. En un principio podría parecer que la carta se desvía de su tema, como si la conclusión de una nueva alianza no tuviera que ver directamente nada con el ministerio sacerdotal. Basta, sin embargo, con recordar la tradición de la última cena, que seguramente no ignoraba el autor de la carta, tradición en la que se efectúa la conexión entre la muerte sangrienta de Cristo en la cruz y la conclusión de la nueva alianza 35. Aun cuando pueda no quedar muy claro el papel de los sacerdotes del Antiguo Testamento en las diferentes conclusiones de alianza referidas por la Biblia, sin embargo, si se tiende a Cristo, el ministerio sacerdotal es conclusión, constante renovación y definitiva realización de la alianza de Dios. El sumo sacerdote celestial tiene la misión de suministrar su objeto a las promesas en que se cifra la nueva alianza, haciéndolas pasar del estadio de mero anuncio al de realidad. El ministerio sacerdotal es, por tanto, un ministerio con vistas al cumplimiento de las promesas de Dios, idea que, por lo demás, se halla también en Pablo, aunque en otro contexto (Rom 15:8). La extensa cita de Jeremías menciona cuatro bienes contenidos en la promesa, el cuarto de los cuales, el perdón de los pecados, ocupa el puesto principal en la argumentación de nuestra carta (cf. 9,14.15.22.28; 10,3.4.12.17.18). Aunque no deberíamos tampoco pasar por alto las otras promesas de la nueva alianza: la ley escrita sobre el corazón, o en el corazón, la comunión con Dios del pueblo de la alianza, el conocimiento espontáneo y general de Dios. En pactos de alianza del antiguo Oriente, el texto del pacto, la ley de la alianza se escribían en tablas de piedra, que luego se conservaban en el santuario (cf. 9,4). Así se hizo también a la sazón de la alianza en el Sinaí. Ahora nos escribe Dios la ley de la nueva alianza en el corazón, a fin de que por nosotros mismos sepamos lo que tenemos que hacer. Así, la constitución interna de la nueva alianza, escrita en el corazón y en la mente, muestra ser el aspecto positivo del perdón de los pecados (cf. 10,16-18).
También el segundo bien, objeto de las promesas, la comunión de alianza escatológica del pueblo con su Dios, sólo aparentemente pasa a segundo término frente al asunto del perdón de los pecados. Es verdad que no vuelven a citarse ya las palabras proféticas: «Yo seré para ellos su Dios, y ellos serán para mí, mi pueblo» 36, pero, con todo, el motivo de una comunidad escatológica que rinda culto a Dios puede considerarse, sin exagerar, la concepción fundamental de la carta a los Hebreos. En cambio, la promesa de un conocimiento espontáneo y general de Dios, apenas si reaparece en la argumentación de la carta. El autor sabe de experiencias pneumáticas (6,4.S), el bautismo significa para él «haber recibido el conocimiento de la verdad» (10,26), y los lectores mismos deberían, por razón del tiempo ya pasado, ser capaces de instruirse y de instruir a otros (5,12), pero en todo caso no comparte el optimismo de la primera carta de san Juan, según la cual los cristianos «no necesitan que nadie los instruya», sino que el Espíritu los instruye sobre todas las cosas (1Jn 2:20.27).
……………
35. No se puede establecer con seguridad si, en sus consideraciones, el autor de nuestra carta tenía presente la eucaristía y hasta qué punto. 36. Cf. 2Co 6:16.
Fuente: El Nuevo Testamento y su Mensaje
— junto al trono celestial de Dios: Lit. a la derecha del trono de la majestad en los cielos. Ver nota a Heb 1:3.
Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana
El mediador del nuevo pacto
En los caps. 8 y 9, el autor muestra cómo el “perfeccionamiento” de Jesús hace posible que nosotros disfrutemos los beneficios del nuevo pacto. Aquí se cita Jer. 31:31-34, completo y luego en forma abreviada (10:16, 17), demostrando lo central de ese texto para el argumento de la sección central de Heb. Antes de que el autor comience su reflexión sobre la profecía de Jeremías, hace notar que la esfera del actual ministerio de Jesús es el verdadero tabernáculo que levantó el Señor y no el hombre (vv. 1, 2). Esto lleva a una nueva comparación entre el sacerdocio de Jesús y el de aquellos que presentan ofrendas según la ley, y sirven en el santuario que es sólo figura y sombra de las cosas celesiales (vv. 3-5). La superioridad del ministerio de Jesús está ligada al hecho de que se enfoca en el santuario celestial. Su ministerio también es superior porque establece el nuevo pacto (vv. 6-12) haciendo que el primero sea caduco (v. 13). Los cristianos necesitan entender cómo la profecía del nuevo pacto se cumple porque es la base de nuestra relación con Dios por medio del Señor Jesucristo.
1, 2 El punto principal del autor es que siempre tenemos el tipo de sumo sacerdote que se ha descripto en el capítulo anterior, o sea, aquél que se sentó a la diestra del trono de la Majestad en los cielos. La última expresión es una forma reverente y solemne de describir a Dios como el Señor de majestad sobre todas las cosas (gr. leitourgos significa que él es un “ministro” o “siervo”) como se bosqueja en 7:25. La sala del trono celestial se puede describir como un lugar santísimo, que es el verdadero tabernáculo que levantó el Señor y no el hombre. El verdadero tabernáculo es la realidad celestial sobre la cual fue modelado el tabernáculo del tiempo de Moisés (cf. v. 5). Aunque Dios mostró a Moisés el modelo a seguir, el resultado fue sólo un santuario “hecho de manos” (gr. cheiropoieta, 9:24). El tabernáculo que levantó el Señor no fue hecho por hombres, y no es parte de su creación (9:11). Con estas figuras, el autor indica que el propósito de Jesús al entrar en los cielos era el de “presentarse ahora delante de Dios a nuestro favor” (9:24). Su ministerio en la tierra lo equipó para este servicio celestial.
3-5 El principio general de que todo sumo sacerdote es puesto para ofrecer ofrendas y sacrificios (cf. 5:1) significa que Jesús también tuviera algo que ofrecer. A partir de 7:27 es claro que “se ofreció a sí mismo”, pero el autor no desarrolla este tema sino más tarde. Simplemente insiste de nuevo en que el sacerdocio de Jesús es de un orden diferente. De hecho, si estuviese sobre la tierra, ni siquiera sería sacerdote, dado que ya hay sacerdotes que presentan ofrendas según la ley. Algunos lectores con un trasfondo judío pueden haber considerado que faltaba algo en el cristianismo porque no ofrecía un ceremonial complejo en un santuario terrenal. Heb. presenta el punto contrario. Cristo introdujo las realidades definitivas y espirituales a las que señalaba el ritual del antiguo pacto, cumpliendo y reemplazando todo el sistema prescripto en la ley de Moisés. Los sacerdotes levíticos sólo actuaron en un santuario que era figura y sombra de las cosas celestiales (v. 5), mientras que Cristo sirvió en el verdadero tabernáculo (v. 2). Se usa Exo. 25:40 para apoyar el argumento de que el tabernáculo terrenal sería el bosquejo en sombras de un modelo celestial.
6 Parece que el autor cambia de dirección en este punto, dejando a un lado las figuras de sacerdocio, santuario y sacrificio e identificando a Jesús como mediador de un pacto mejor. Sin embargo, se establece una conexión entre el sacerdocio y la ley o pacto en 7:11, 12, y el tema del ministerio de Jesús como sumo sacerdote está estrechamente ligado con el cumplimiento de las promesas de Jer. 31:31-34 en los caps. 9 y 10. Jesús inaugura y ofrece los beneficios del nuevo pacto por medio de su muerte y exaltación celestial (cf. 7:22; 9:11-15; 10:12-18). Este pacto es superior al antiguo porque está fundado sobre promesas superiores, registradas en la larga cita de Jeremías que viene luego.
7-9 En el tiempo del exilio babilónico en el siglo VI a. de J.C., las palabras de Jeremías indicaban que Dios encontró al pueblo falto ante él. Cuando prometió un nuevo pacto, la implicación era que había algo mal en el primer pacto, establecido en el tiempo del éxodo de Egipto. El problema esencial era con la gente -ellos no permanecieron en mi pacto (v. 9)- y por eso se produjo el juicio del exilio. Heb. continúa mostrando que parte del problema era el ritual, que estaba diseñado para ayudar “hasta el tiempo de la renovación” (9:10), pero que era limitado en sus efectos. Debiera notarse aquí que el nuevo pacto es hecho con la casa de Israel y con la casa de Judá. No se menciona nada específicamente sobre la forma en que los gentiles llegarían a compartir sus bendiciones (cf. Gál. 3 y 4; Rom. 9-11). Sin embargo, es plenamente claro que cualquiera que tiene confianza en Jesucristo y en lo que él ha hecho compartirá el cumplimiento de las promesas de Dios a su pueblo de la antigüedad (p. ej. 3:14; 4:3; 5:9; 7:25).
10-12 La voluntad de Dios de restablecer su relación especial con Israel se expresa en las palabras clave: Yo seré para ellos Dios, y para mí ellos serán pueblo. Sin embargo, en la renovación del pacto él promete: Pondré mis leyes en la mente de ellos y en sus corazones las inscribiré, para darles el deseo y la capacidad de complacerle (v. 10). Heb. ve el cumplimiento de esta promesa en la limpieza hecha por Jesús de los corazones de su pueblo librándolos de una conciencia de culpa, de modo que puedan “servir al Dios vivo” (9:14; cf. 10:19-25). Dios también prometió por medio de Jeremías que todo miembro del nuevo pacto le conocería directa y personalmente, desde el menor de ellos hasta el mayor (v. 11). Heb. da a entender que esta promesa se cumplió en el acercamiento directo a Dios “con confianza” que Jesús hizo posible (4:16; 7:25; 10:19-22; cf. 12:22-24). Finalmente, la palabra porque en el v. 12 muestra que la base de estas promesas es la seguridad de una limpieza definitiva del pecado: Porque seré misericordioso en cuanto a sus injusticias y jamás me acordaré de sus pecados. A partir de los caps. 9 y 10 es claro que el sacrificio de Jesús alcanza el cumplimiento de esa promesa fundacional (p. ej. 9:14, 26, 28; 10:10, 14).
13 La necesidad del sacerdocio, el santuario y el sistema de sacrificios del antiguo pacto ya ha sido eliminada. Esto hace posible que los creyentes de toda raza y cultura se acerquen a Dios por medio de Jesús. Aunque Dios no dice nada específico sobre esto en la profecía de Jeremías, al decir “nuevo”, ha declarado caduco al primero. De modo que las prescripciones rituales del antiguo pacto están en el corazón de lo que se ha hecho viejo y anticuado y está a punto de desaparecer.
Fuente: Nuevo Comentario Bíblico Siglo Veintiuno
8.4 Bajo el sistema judío antiguo, los sacerdotes eran escogidos sólo de la tribu de Leví, y los sacrificios eran ofrecidos cada día sobre el altar por el perdón de los pecados (véase 7.12-14). Ese sistema no hubiera permitido que Jesucristo fuera sacerdote porque El era de la tribu de Judá. Pero su sacrificio perfecto puso fin a la necesidad de sacerdotes y sacrificios.El uso del tiempo presente en «habiendo aún sacerdotes que presentan las ofrendas según la ley», indica que se escribió este libro antes del 70 d.C. cuando el templo en Jerusalén fue destruido, dando fin a los sacrificios.8.5 Dios le dio a Moisés el modelo de la construcción del tabernáculo. Este fue un modelo de la realidad espiritual del sacrificio de Cristo y por lo tanto apuntaba a una realidad futura. No hay un tabernáculo en los cielos del cual se pueda tomar una copia para el terrenal; más bien el terrenal es una expresión celestial de los principios teológicos. Debido a que todavía no se había destruido el templo de Jerusalén, el mencionar el sistema de la adoración como un ejemplo habría tenido un gran efecto en los lectores originales.8.8-12 Este pasaje hace referencia a Jer 31:31-34 y compara el nuevo pacto con el antiguo. El antiguo acuerdo fue el pacto de ley entre Dios e Israel. El nuevo y mejor pacto es el de la gracia. Cristo nos ofrece perdonar nuestros pecados y conducirnos a Dios mediante su muerte expiatoria. Este pacto es nuevo en extensión; va más allá de Israel y Judá, e incluye a todas las naciones gentiles. Es nuevo en su aplicación, ya que está escrito en nuestro corazón y en nuestra mente. Ofrece un nuevo camino hacia el perdón, no mediante el sacrificio de animales sino a través de la fe. ¿Ha entrado usted en ese nuevo pacto y ha comenzado a andar de la mejor manera?8.10 Si nuestro corazón no cambia, seguir las reglas de Dios será desagradable y difícil. Nos rebelaremos contra lo que se nos ha dicho en cuanto a vivir. Sin embargo, el Espíritu Santo nos da nuevos deseos y nos ayuda a querer obedecer a Dios (véase Phi 2:12-13). Con un nuevo corazón, encontraremos que servir a Dios es nuestro mayor gozo.8.10, 11 Bajo el nuevo pacto de Dios, la ley de Dios está en nosotros. No es más un conjunto de reglas y principios externos. El Espíritu Santo nos recuerda las palabras de Cristo, activa nuestra conciencia, influye en nuestros motivos y deseos, y hace que deseemos obedecer. Hacer la voluntad de Dios ahora es algo que deseamos con todo nuestro corazón y toda nuestra mente.
Fuente: Comentarios de la Biblia del Diario Vivir
NOTAS
(1) Véase Heb 1:3, n: “Majestad”.
REFERENCIAS CRUZADAS
a 300 Zac 6:13; Heb 3:1; Heb 7:26
b 301 Sal 110:1; Heb 1:3
Fuente: Traducción del Nuevo Mundo
el punto principal. Cristo ofrece un sacerdocio mejor, ya que su ministerio está en los cielos donde está a la diestra de Dios.
sumo sacerdote…se ha sentado. Cristo, el sumo sacerdote para siempre (7:28), terminó su obra expiatoria una vez para siempre (7:27; 9:28), por tanto El se sentó en el lugar que le corresponde: el puesto de máxima autoridad (v. coment. en 1:3).
Fuente: La Biblia de las Américas
1 (1) Cristo, como el Sumo Sacerdote que está en los cielos, nos introduce en los cielos, llevándonos desde el atrio terrenal hasta el interior del Lugar Santísimo celestial, el cual está unido a nuestro espíritu por medio de El, la escalera celestial ( Gén_28:12 ; Jua_1:51).
Fuente: Comentario Del Nuevo Testamento Versión Recobro
el punto principal. Un sacerdote debe tener algo que ofrecer (v. Heb 8:3) y un santuario donde ofrecerlo. Cristo no estaba cualificado para usar el santuario terrestre por descender de la tribu de judá; por consiguiente. Su esfera de servicio cultual debe Ser el cielo.
Fuente: Biblia de Estudio Anotada por Ryrie
44 (C) El sacrificio eterno (8,1-9,28).
(a) La alianza, el tabernáculo y el culto ANTIGUOS (8,1-9,10).
(i) El sacerdocio celestial de Jesús (8,1-6). 1. el punto capital… es éste: El gr. kephalaion, aquí traducido «punto capital», también puede significar «resumen»; pero hay muchos elementos en lo precedente que no se mencionan en este pasaje ni siquiera sumariamente, de manera que parece preferible «punto capital», tenemos un sumo sacerdote tal: cf. 7,26-28. que se sentó… Majestad en los cielos: La referencia a Sal 110,1 recuerda 1,3 y el tema de la entronización desarrollado en 1,5-14. 2. ministro del santuario: Esta expresión se encuentra en Filón (Jjeg. alleg. 3.135), pero con un sentido diferente, en referencia a la «fatiga y disciplina» del servicio sacerdotal, que él interpretaba alegóricamente. El gr. ta hagia, aquí traducido «el santuario», también puede significar «cosas santas», y de hecho el uso del pl. podría, a primera vista, apoyar esta interpretación. Pero en todos los demás textos de Heb donde aparece la misma forma pl. neut. (9,2.8.12.24.25; 10,19; 13,11) designa un lugar de culto, del tabernáculo verdadero que el Señor… erigió: El tabernáculo celestial en el cual Cristo desempeña la función de sacerdote es denominado «verdadero» en contraposición al tabernáculo terreno del judaísmo; para el autor, ese equivalente terreno no es el templo de Jerusalén, al cual nunca hace referencia, sino el tabernáculo mosaico. Para la fuente de la concepción según la cual cuanto pertenece a la esfera celestial es «verdadero», o «real», y cuanto pertenece a lo terreno es sólo una sombra de lo real (v. 5), –> 3 supra. A diferencia del tabernáculo terreno erigido por Moisés (Éx 25,8-9), el celestial fue erigido por Dios. Que Jesús, el sacerdote que ejerce en él su ministerio, se presente en posición de sentado (v. 1) no significa que su sacrificio esté «hecho y acabado» (así Moffatt, Hebrews 140). El autor usa las imágenes de Sal 110 y se ocupa del doble papel, regio y sacerdotal, que desempeña el Jesús exaltado. El hecho de que esté sentado no se debe utilizar como argumento para negar que sigue haciendo su ofrenda en calidad de sacerdote que ejerce su ministerio.
45 3. de ahí la necesidad de que este hombre tuviera algo que ofrecer: A. Vanhoye ha puesto acertadamente de relieve que en este versículo el autor no dice que Jesús esté ofreciendo ahora su sacrificio en el cielo, sino que afirma simplemente la necesidad de que ofrezca un sacrificio, dado que es sumo sacerdote (VD 37 [1959] 32-38). El momento de esa ofrenda no se puede determinar partiendo de este versículo. También es verdad que en este texto, como en otros lugares en que se habla del sacrificio de Jesús, el autor utiliza el aor., lo que indica acción terminada, mientras que cuando se ocupa del sacerdocio en general o de la liturgia del AT utiliza el presente (7,27; 9,7.9.14.25.28; 10,1.2.8.12). Además, insiste en el carácter definitivo del único sacrificio de Jesús (7,27; 9,12.26.27.28; 10,10). De estos hechos, y en particular de una consideración de 9,24-28, Vanhoye concluye que el autor no afirma ni insinúa en ningún sitio que la ofrenda sacrificial de Jesús continúe en el cielo (ibid. 36); por el contrario, los textos donde se utiliza el indic. aor. para expresar el acto de ofrecimiento demuestran de manera concluyente que es un acto del pasado. La argumentación de Vanhoye ha sido aceptada por E. Grasser (TRu 30 [1984] 222), pero parece perder su fuerza cuando se considera la contraposición celestial-terreno que constituye el trasfondo del pensamiento del autor. El sacrificio de Jesús se completa en el santuario celestial; perdura en el momento de su finalización porque la eternidad es una cualidad de la esfera celestial. Los aor. y la insistencia en el carácter único del sacrificio sirven, respectivamente, para poner de manifiesto que el sacrificio se ha completado y que no es necesario ni posible ningún otro sacrificio de Jesús. Este sacrificio contrasta con los sacrificios constantemente repetidos del AT, ninguno de los cuales llegó a ser perfecto. Una acción terminada en la esfera terrena sería un acontecimiento del pasado, pero no sucede lo mismo con una terminada en el eterno orden celestial. Aunque de por sí 8,3 no determina el tiempo del sacrificio de Jesús, si el sacrificio está ya terminado, hay que sacar una de estas dos conclusiones igualmente inaceptables: o el autor quiere decir que el sacrificio terminó tras alcanzar su momento culminante, o quiere decir que no fue un acontecimiento celestial. En el primer caso se atribuiría al cielo la secuencia temporal de la tierra; en el segundo, Jesús sería el sumo sacerdote celestial con respecto a todo salvo al acto específicamente sacerdotal (carece de base la postura de F. Schierse de que la muerte de Jesús en la cruz fue un acontecimiento celestial [Verheissung und Heilsvollendung (–> 12 supra) 160 n. 73]; de manera parecida Peterson [Hebrews and Perfection (–>15 supra) 192]). La comparación que el autor establecerá en el cap. 9 entre el sacrificio de Jesús y el del sumo sacerdote judío el día de la expiación indicará detalladamente cómo concibe él la relación entre la ofrenda iniciada en la cruz y su terminación celestial.
46 4. si estuviera en la tierra, no sería sacerdote: El sacerdocio terreno es el levítico; Jesús no es un sacerdote de ese tipo. 5. que dan culto en una copia y sombra del [santuario] celestial: El hecho de que del culto sacerdotal del AT se hable en tiempo pres. no significa necesariamente que Heb fuera escrita antes de la destrucción del templo, pues el santuario terreno al que se refiere siempre el autor es el tabernáculo mosaico. Puesto que no encuentra dificultad en aplicar el tiempo pres. al ministerio sacerdotal en el tabernáculo, que ciertamente ya no existía, está claro que su descripción es conceptual, no histórica.
6. ha obtenido un ministerio tan superior [al antiguo] como mejor es la alianza: La conexión íntima entre sacerdocio y alianza es semejante a la mencionada en 7,12 entre sacerdocio y ley. La antigua alianza tenía su propio sacerdocio; el sacerdocio de Jesús es un elemento de la alianza nueva y mejor de la cual es mediador. El título «mediador» le pertenece porque su sacrificio ha sido el medio de unión entre Dios y los seres humanos; ha quitado el pecado, el obstáculo para esa unión, y así ha hecho posible la relación de nueva alianza (9,15). En 7,22, la superioridad de la nueva alianza se veía en la permanencia de su sacerdocio; en esta ocasión, la superioridad se basa en unas promesas mejores. Cuáles sean éstas se hace explícito en la cita de Jr 31 (LXX 38),31-34.
47 (ii) La antigua alianza contrastada con la nueva (8,7-13). 7-8. si la primera hubiera sido irreprochable… dice: El autor considera que las faltas del pueblo se deben en última instancia a la deficiencia de la alianza misma, es decir, a la incapacidad de ésta para darles la fuerza para observar sus leyes. Su opinión es semejante a la de Pablo en Rom 7,11-24. 8-12. La cita de Jr sigue a los LXX en todo salvo en unos pocos puntos. En los w. 8-9 el gr. diatithémi, «disponer», que los LXX aplican al establecimiento por parte de Dios de las alianzas nueva y antigua, es reemplazado, respectivamente, por synteleó, «concluir», y poieó, «hacer». J. Swetnam ha sostenido (CBQ 27 [1965] 373-90) que éste es un cambio significativo y que arroja luz sobre la controvertida cuestión de si en 9,15-18 el autor, como cree la mayoría, utiliza acepciones diferentes de diathéké: «alianza» (en los w. 15.18) y «testamento» (en los vv. 16-17). La postura de Swetnam es discutible, como se verá en el análisis de esos versículos. Además, el cambio de diatithémi por synteleo se da en el v. 8, donde el profeta habla de la nueva alianza, en la cual, según sostiene Swetnam, Dios es el que «dispone», y donde el vb. de los LXX habría resultado muy adecuado para la argumentación del autor. Este cambio, pues, tenía muy poca importancia, lo cual hace pensar que tal vez el cambio por poieó tampoco fuera significativo. Ése sería particularmente el caso si las diferencias respecto a los LXX recogidas en la cita hecha por Heb no se deben al autor de Heb, sino que se encontraban ya en el texto del AT por él utilizado. 10. con la casa de Israel: Para el autor, el Israel con el cual se establecerá la nueva alianza es la comunidad cristiana, yo seré su Dios… mi pueblo: Esta relación no constituye la novedad de la alianza, pues existía incluso bajo la antigua (Dt 7,6). Su novedad radica más bien en su interioridad (las leyes de Dios se convertirán en parte del ser mismo del pueblo de la alianza), en la inmediatez del conocimiento que el pueblo tiene de Dios (v. 11) y en el perdón de los pecados (v. 12) . Éstas son las «promesas mejores» (v. 6) en que se basa la alianza. 13. lo que se vuelve inservible… a punto de desaparecer: El comentario del autor fue escrito desde la perspectiva del profeta, no desde la suya propia; él sabía que la antigua alianza había desaparecido ya (v. 6).
Fuente: Nuevo Comentario Biblico San Jeronimo
diestra… → Sal 110:1.
Fuente: Biblia Textual IV Edición
R605 Ἐπί con el dativo en este versículo tiene la idea de además. (comp. BD235[3]).
Fuente: Ayuda gramatical para el Estudio del Nuevo Testamento Griego
g Sal 110:1.
Fuente: La Biblia Textual III Edición
[1] Griego G2909 de Strong’s; kreiton significando «más ventagoso,» o «de mejor uso», en vez de estrictamente «mejor.»
[2] El Griego de Strong G3549; nomotheteo traducido como se establece en la mayoría de traducciones, es mejor traducido como “poner en efecto la ley”, o “sanción por ley”, significando el Renovado Pacto es establecido por virtud del hecho que es dado como la Torah renovado en nosotros.
[3] La Torah y el Primer Pacto no eran el problema. El problema como se dice claramente aquí era con ellos. El siguiente versículo cualifica el “ellos.”
[4] Ambas casas tenían defectos, produciendo la necesidad para un nuevo sacerdocio, un nuevo sacrificio, y un Renovado Pacto. Según esta promesa tomada de Jer 31:31, no hay gentiles en el Renovado Pacto, al ser exclusivamente con la dos casas de Israel. Esas dos casas son los Judíos y los Efrayimitas, no Judíos y gentiles. Por supuesto, Israelitas no biológicos también se unen como los javerim/ amigos de Israel (Eze 37:16-17).
[5] Nótese también que Pablo o Bernabé (el autor de Hebreos) en en su era también consideró Israel dividida y Efrayím como estando todavía asimilada en la naciones. Esta sola referencia aquí refuta totalmente cualquier afirmación ficticia de las dos casas reunidas 525 años antes de Pablo, o de que Bernabé escribió Hebreos, durante el retorno de Babilonias.
[6] Una favorita de los antí-misionarios. El texto fue cambiado de “aunque era un esposo a ellos” a “me desentendí de ellos.” La razón por el cambio es que este parafraseo no es para que sea una cita exacta. Sino que es una parafraseo para mostrar que sólo una generación de Israel fue desatendida, no toda la nación. Es decir, la generación que murió en el desierto fue desatendida, sin que la nación entera fuera desatendida. El punto es que los que no entren en el Renovado Pacto serán desatendidos como los del desierto, y no que todos los Israelitas serán remplazados por la iglesia gentil. Por tanto éste no es un texto que enseña que la iglesia es el “Nuevo Israel”, o que los Judíos han sido desatendidos.
[7] El Renovado Pacto no es sólo diseñada para traer vida eternal eternal y perdón a todo Israel, sino también para tomar la eterna Torah y ponerla en los corazones de los retornantes Efrayimitas, que entonces tendrán el anhelo de obedecerla libremente. Esta promesa de una subsiguiente obra en el Israel- Efrayím después de salvación en le Renovado Pacto es lo que vemos hoy. Judah no es mencionada aquí porque vienen al Renovado Pacto con una decente comprensión de la Torah (aunque no siempre viviéndola), y por tanto YHWH se enfoca en el retorno de Efrayím a la Torah.
[8] La Frase Aramea Peshitta es bar medintheh, literalmente “hijo “hijo del estado”, o nación.
[9] La palabra añadida “pacto”, en la mayoría de las traducciones, no aparece en el Griego o Arameo. El tópico de estos capítulos es el paso del anterior sacerdocio al nuevo orden de Melej-Tzadik, y no en deshacerse de la Torah, a favor del nuevo pacto.
[1] Lo primero en comprender es que el tema de estos capítulos es el sacerdocio. Porque lo está a punto de envejecer y desaparecer es el sacerdocio que entonces ministraba el Templo. No la Torah misma. Aún el lenguaje apoya ésto, con el termino “a punto de desaparecer” significa que el Templo no había sido destruido, y por tanto el sacerdocio Levítico estaba todavía funcionando a pesar de del papel de Yahshua como Sumo Sacerdote en el orden de Melej-Tzadik. En esencia, entonces, ésta es una profecía de la inminente destrucción del Templo, junto con sus altares, sacerdocio y funciones, que pronto no estarán o se alterarán.
[2] De cuyo tabernáculo era sólo una figura el de la ley mosaica.[5] Ex 25, 40.
Fuente: Escrituras del Nombre Verdadero
Fuente: Notas Torres Amat