Biblia

Comentario de Hebreos 9:11 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia

Comentario de Hebreos 9:11 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia

Pero estando ya presente Cristo, el sumo sacerdote de los bienes que han venido, por medio del más amplio y perfecto tabernáculo no hecho de manos, es decir, no de esta creación,

9:11 — Los primeros diez versículos de este capítulo presentan el tabernáculo terrenal; ahora, para formar un contraste, se presenta el celestial. Se presentan ahora los servicios más elevados y eficaces de Cristo, el Sumo Sacerdote del Nuevo Testamento. Todo esto sirve para mostrar las perfecciones del sacerdocio de Cristo.

— «Pero estando ya presente Cristo, sumo sacerdote». Esta frase muestra la exaltación de Cristo sobre los sacerdotes levíticos.

— «de los bienes venideros». Son las bendiciones incluidas en la redención eterna lograda para nosotros por Cristo (versículo 12; Efe 1:3). Sí puede Cristo «hacer perfecto, en cuanto a la conciencia al que» obedece al evangelio (versículo 9). Incluye la promesa de la herencia, según el versículo 15.

— «por el más amplio, y más perfecto tabernáculo». La dispensación mosaica tenía su tabernáculo (versículo 2); la del evangelio tiene el suyo, que es más amplio y más perfecto. El sumo sacerdote levítico, cumpliendo con los ritos figurados de ese tabernáculo, entraba (una vez al año) en el Lugar Santísimo, pero Cristo, por el sacrificio de su propia vida (los ritos del tabernáculo más amplio y perfecto) ha entrado una vez para siempre en el verdadero «Lugar Santísimo», que es el cielo mismo. Este tabernáculo tiene su Lugar Santísimo (el cielo, versículo 24) y su Lugar Santo (la iglesia

— véase 8:2, comentarios; también Efe 2:20-22).

— «no hecho de manos, es decir, no de esta creación». No pertenece a la creación natural o del universo material. Véase Jua 18:36. Compárese con la descripción del cuerpo glorificado (2Co 5:1).

Fuente: Comentario al Nuevo Testamento por Partain

estando ya presente Cristo. Gén 49:10; Sal 40:7; Isa 59:20; Mal 3:1; Mat 2:6; Mat 11:3; Jua 4:25; 1Jn 4:2, 1Jn 4:3; 1Jn 5:20; 2Jn 1:7.

sumo sacerdote. Heb 2:17; Heb 3:1; Heb 4:15; Heb 5:5, Heb 5:6; Heb 7:1, Heb 7:11-26, Heb 7:27; Heb 8:1.

de los bienes venideros. Heb 10:1.

por el más amplio. Heb 9:1-9; Heb 8:2; Jua 1:14.

no hecho de manos. Heb 9:23, Heb 9:24; Hch 7:48; Hch 17:24, Hch 17:25; 2Co 5:1; Col 2:11.

Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico

El «primer pacto» (v. Heb 9:1) tenía un santuario (vv. Heb 9:2-5) y un servicio de adoración basado en sacrificios (vv. Heb 9:6-10). Cristo también tuvo un santuario (v. Heb 9:11) y ofreció sacrificio (vv. Heb 9:12-14).

Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe

El tabernáculo de Cristo es mejor que el del AT. (vv. Heb 9:1-5).

los bienes venideros incluyen el acceso a Dios (Heb 8:10-12). La preposición de en este contexto significa «por manos humanas». Por lo tanto, el más amplio y más perfecto tabernáculo no es una referencia al cuerpo de Cristo sino al «verdadero tabernáculo» (Heb 8:2).

Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe

los bienes venideros. Esto corresponde a la «eterna redención» (v. Heb 9:12). En Heb 10:1 «los bienes venideros» es una frase que se conecta con «salvar a los que lo esperan» en el v. Heb 9:28 (cp. Rom 10:15). Cabe anotar que la mayoría de las versiones del NT permiten la lectura «bienes que han venido». En este contexto ambas expresiones se refieren a los bienes del nuevo pacto. Solo es una cuestión de perspectiva, ya que desde el punto de vista del sistema levítico las realidades de la redención eran «venideras», mientras que desde el punto de vista de quienes están en la era cristiana las realidades de la redención «han venido» porque Cristo ya ha completado su obra. no de esta creación. Esta frase es la explicación de «no hecho de manos» porque es la creación exclusiva de Dios. El santuario donde Cristo sirve es el cielo mismo (cp. el v. Heb 9:24; Heb 8:2).

Fuente: Biblia de Estudio MacArthur

9:11 — Los primeros diez versículos de este capítulo presentan el tabernáculo terrenal; ahora, para formar un contraste, se presenta el celestial. Se presentan ahora los servicios más elevados y eficaces de Cristo, el Sumo Sacerdote del Nuevo Testamento. Todo esto sirve para mostrar las perfecciones del sacerdocio de Cristo.
–«Pero estando ya presente Cristo, sumo sacerdote». Esta frase muestra la exaltación de Cristo sobre los sacerdotes levíticos.
–«de los bienes venideros». Son las bendiciones incluidas en la redención eterna lograda para nosotros por Cristo (versículo 12; Efe 1:3). Sí puede Cristo «hacer perfecto, en cuanto a la conciencia al que» obedece al evangelio (versículo 9). Incluye la promesa de la herencia, según el versículo 15.
–«por el más amplio, y más perfecto tabernáculo». La dispensación mosaica tenía su tabernáculo (versículo 2); la del evangelio tiene el suyo, que es más amplio y más perfecto. El sumo sacerdote levítico, cumpliendo con los ritos figurados de ese tabernáculo, entraba (una vez al año) en el Lugar Santísimo, pero Cristo, por el sacrificio de su propia vida (los ritos del tabernáculo más amplio y perfecto) ha entrado una vez para siempre en el verdadero «Lugar Santísimo», que es el cielo mismo. Este tabernáculo tiene su Lugar Santísimo (el cielo, versículo 24) y su Lugar Santo (la iglesia–véase 8:2, comentarios; también Efe 2:20-22).
–«no hecho de manos, es decir, no de esta creación». No pertenece a la creación natural o del universo material. Véase Jua 18:36. Compárese con la descripción del cuerpo glorificado (2Co 5:1).

Fuente: Notas Reeves-Partain

EL SACRIFICIO QUE NOS DA ACCESO A DIOS

Hebreos 9:11-14

Pero cuando apareció Cristo, Sumo Sacerdote de las cosas buenas por venir, por medio de un Tabernáculo mayor y más capaz de producir los resultados para los que fue diseñado, un Tabernáculo no hecho por manos humanas -es decir, un Tabernáculo que no pertenece a este mundo-, y no por la sangre de machos cabríos o de becerros, sino por la Suya propia, entró una vez para siempre en el Lugar Santísimo, asegurándonos una Redención eterna. Porque, si la sangre de machos cabríos y becerros y las cenizas de una becerra podían, al rociarse, purificar a los inmundos para que sus cuerpos quedaran limpios, ¡cuánto más la sangre de Cristo, Que por el Espíritu eterno se ofreció a Sí mismo sin defecto a Dios, limpiará vuestra conciencia para que podáis dejar las obras que producen muerte y seáis servidores del Dios vivo!

Para entender este pasaje debemos tener presentes tres cosas qué eran básicas en el pensamiento del autor de Hebreos. (i) Religión es acceso a Dios. Su misión es introducir al hombre a la presencia de Dios. (ii) Este es un mundo de sombras difusas y de copias imperfectas; el mundo de las realidades está más allá. El propósito de toda clase de culto es poner a los seres humanos en contacto con las realidades eternas. Eso era lo que se suponía que podía hacer el culto del tabernáculo; pero el tabernáculo terrenal y su culto eran copias imperfectas del Tabernáculo real y de su Culto; y solamente el Tabernáculo y el Culto verdaderos pueden dar acceso a la realidad. (iii) No puede haber religión sin sacrificio. La purificación ha de ser costosa; el acceso a Dios requiere pureza; el pecado humano tiene que ser expiado, y su inmundicia tiene que ser limpiada. Con estas ideas en mente, el autor de Hebreos prosigue a demostrar que Jesús es el Sumo Sacerdote que ofrece el único Sacrificio que puede dar acceso a Dios, que es el Sacrificio de Sí mismo en perfecta obediencia hasta la muerte, y muerte de cruz (Cp. Fil 2:8 ).

Para empezar, se refiere a algunos de los grandes sacrificios que los judíos tenían costumbre de ofrecer a Dios en el Antiguo Pacto. (i) Estaban los sacrificios de becerros y de machos cabríos. Aquí se está refriendo a dos de los grandes sacrificios del Día de la Expiación -el del becerro que tenía que ofrecer el sumo sacerdote por sus propios pecados, y el del chivo expiatorio que se llevaba al desierto cargado con los pecados del pueblo (Lv_16:15; Lv_16:21-22 ). (ii) Estaba el sacrificio de la vaca alazana. Este extraño ritual se nos describe en Números 19. Según la ley ceremonial judía, si alguien tocaba un cuerpo muerto, quedaba inmundo, excluido del culto; y todo lo que tocara o le tocara quedaba contaminado. Para purificarse se había prescrito un método: una vaca alazana se mataba fuera del campamento; el sacerdote salpicaba la sangre de la vaca delante del tabernáculo siete veces; luego se quemaba el cuerpo del animal con cedro, hisopo y un paño escarlata. Las cenizas que quedaban se dejaban fuera del campamento en un lugar limpio, y constituían una purificación del pecado. Este ritual debe de ser muy antiguo, porque no se explican ni su origen ni su significado. Los judíos de tiempos más recientes contaban que una vez le preguntó un gentil a Yojanán ben Zakkai qué quería decir ese rito, porque a él le parecía mera superstición; y el rabino le contestó que había sido establecido por el Santo Dios, y que no teníamos que preguntar las razones, sino dejar la cosa como estaba, aunque no lo entendiéramos. El hecho es que era uno de los grandes ritos de los judíos.

El autor de Hebreos hace referencia a estos sacrificios, y seguidamente declara que el Sacrificio que ofreció Jesús es incalculablemente mayor y más efectivo. Debemos preguntarnos antes qué entiende por el mayor y más efectivo Tabernáculo no hecho con manos humanas. Esa es una pregunta a la que no se puede dar una respuesta indiscutible; pero casi todos los teólogos de la antigüedad coincidieron en decir que este nuevo Tabernáculo que introduce a la humanidad a la misma presencia de Dios no es sino el Cuerpo de Cristo. Sería otra manera de decir: » El que Me ha visto ha visto al Padre» (Jn 14:9 ). El culto del antiguo tabernáculo tenía la finalidad de introducir al pueblo de Israel a la presencia de Dios, cosa que no podía hacer sino de una forma difusa e imperfecta. La venida de Jesús trajo a Dios realmente al mundo e hizo que los hombres estuvieran en presencia de Dios.

La gran superioridad del Sacrificio que ofreció Jesús radica en tres cosas.
(i) Los sacrificios antiguos limpiaban el cuerpo humano de la impureza ceremonial; el Sacrificio de Jesús limpia el alma. Debemos tener esto siempre presente: en teoría, los sacrificios no limpiaban más que de las transgresiones de la ley ritual; no otorgaban el perdón de los pecados del corazón rebelde. Fijaos en el sacrificio de la vaca alazana: no era una impureza moral la que se limpiaba con este sacrificio, sino la impureza ritual que se contraía al tocar un cuerpo muerto. El cuerpo de una persona podía estar ritualmente limpio, y su corazón estar lleno de suciedad moral. Esa persona se podía sentir libre para entrar en el tabernáculo, y sin embargo estar muy lejos de la presencia dé Dios. El Sacrificio de Jesús libera la conciencia humana del peso del pecado porque nos trae el perdón de Dios. Los sacrificios animales del Antiguo Pacto podían dejar a los que los ofrecían a una distancia insalvable de Dios; el Sacrificio de Jesús nos presenta a un Dios que nos espera siempre con los brazos abiertos y en Cuyo corazón no hay más que amor.

(ii) El Sacrificio de Jesús obtuvo una Redención eterna. La humanidad estaba bajo el dominio del pecado; y, de la misma manera que había que pagar un precio para liberar a un hombre de la condición de esclavo, así también había que pagar un precio para liberar a un hombre del dominio del pecado.
(iii) El Sacrificio de Cristo permite al hombre dejar las obras de muerte y llegar a ser servidor del Dios vivo. Es decir: no solamente gana el perdón de los pecados pasados, sino permite vivir en adelante una vida nueva, limpia y útil. El Sacrificio de Jesús hizo más que pagar una deuda; ganó la victoria sobre el pecado. Lo que hizo Jesús pone al hombre en la debida relación con Dios; y lo que Jesús hace le permite al hombre seguir en la debida relación con Dios. La Obra de la Cruz trae a los hombres el amor de Dios de tal manera que los libra del terror que Le tenían antes; la presencia del Cristo vivo les trae el poder de Dios que les permite ganarle la batalla al pecado diariamente y en todas las situaciones.

Westcott indica cuatro maneras en las que el Sacrificio de Sí mismo que ofreció Jesús difiere de los sacrificios animales del Antiguo Pacto.
(i) El Sacrificio de Jesús fue voluntario. A los animales se les quitaba la vida; Jesús dio Su vida. Voluntariamente la ofreció por sus amigos (Cp. Jn 10:18 ; Jn 15:13-14 ).

(ii) El Sacrificio de Jesús fue espontáneo. El sacrificio de los animales era el producto de la Ley; el Sacrificio de Jesús fue el producto del amor. Pagamos nuestras deudas a un comerciante porque tenemos que hacerlo; le hacemos un regalo a un ser querido porque le queremos. No era la Ley, sino el Amor lo que estaba detrás del Sacrificio de Cristo.

(iii) El Sacrificio de Jesús fue racional. La víctima animal no sabía lo que estaba sucediendo; Jesús sabía todo el tiempo lo que estaba haciendo. Murió, no como una víctima ignorante a merced de circunstancias que no entendía y sobre las cuales no tenía ningún control, sino con los ojos abiertos.

(iv) El Sacrificio de Jesús era moral. El sacrificio de los animales era mecánico; pero Jesús ofreció Su Sacrificio por el Espíritu eterno. Lo que sucedió en el Calvario no era una cuestión de ritual prescrito y llevado a cabo mecánicamente; era algo que Jesús hacía en obediencia a la voluntad. de Dios y por los hombres. Detrás estaba, no la mecánica de la Ley, sino la libre elección del Amor.

Fuente: Comentario al Nuevo Testamento

Heb 2:17.

Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana

El logro de Cristo en su muerte y exaltación

Luego de la primera parte del capítulo, podría decirse que esta sección es sobre el santuario celestial y sus reglamentos del culto. Jesucristo es el sumo sacerdote que ascendió al lugar santísimo en la esfera celestial (v. 11). Por medio de la sangre que derramó en la cruz, logró eterna redención para aquellos que descansan en él. Ahora mismo, eso significa que nuestras conciencias pueden ser limpiadas de la contaminación del pecado y que podemos adorar en forma aceptable y servir al Dios vivo (vv. 12-14). En última instancia, el sacrificio de Cristo hizo posible que los que han sido llamados reciban la promesa de la herencia eterna (v. 15). De ese modo, el derramamiento de su sangre inaugura el nuevo pacto con su promesa de un perdón de los pecados de una vez para siempre (vv. 16-23). Entró a los cielos para presentarse ahora delante de Dios a nuestro favor (9:24, 25), habiendo solucionado el problema del pecado mediante el sacrificio de sí mismo (v. 26). Cuando vuelva del santuario celestial, traerá la plena experiencia de la salvación a los que le esperan (vv. 27, 28). De ese modo, con la aplicación de varios conceptos y figuras del AT, este pasaje tiene mucho para enseñarnos sobre los beneficios de la obra salvadora de Jesús por nosotros, ahora y en el futuro.

11, 12 Con la aparición de Cristo como sumo sacerdote de los bienes que han venido, ¡todo lo que fue presagiado por el AT ha llegado a ser una realidad! El autor explica esto primero mostrando más precisamente cómo Cristo cumplió el papel del sumo sacerdote en el día anual de la expiación (cf. 7:26, 27; 9:7; Lev. 16:1-19). Los sumos sacerdotes pasaron a través de la tienda exterior al lugar santísimo. Allí rociaron el altar de la expiación con la sangre de animales sacrificados fuera del tabernáculo e intercedieron por el pueblo. Por el otro lado, Jesús pasó a través del más amplio y perfecto tabernáculo, no hecho de manos, es decir, no de esta creación. Su ministerio sacerdotal abre el camino para el santuario celestial o sea “el cielo mismo” (v. 24; cf. 8:1, 2). Después de haber sido crucificado como sacrificio por nuestros pecados, ascendió y “ha traspasado los cielos” (4:14) para sentarse a la diestra de Dios e “interceder” por nosotros (7:25). No entró en la presencia celestial de Dios por medio de la sangre de machos cabríos ni de becerros, sino mediante su propia sangre. Y como su sacrificio fue tan perfecto, entró al lugar santísimo una vez para siempre: su crucifixión y exaltación celestial no necesitan ser repetidos. Ciertamente, ha obtenido eterna redención. La palabra redención sugiere la liberación al precio de su vida. Una expresión similar en 9:15 reitera la idea de dejar en libertad por un precio, y de acuerdo con el contexto es claro que esta liberación es del juicio y la culpa producida por el pecado. De modo que la eterna redención es otra forma de hablar sobre el ofrecimiento de perdón de una vez para siempre prometido en Jer. 31:34, y que sigue en pie.

13, 14 Bosquejando las consecuencias prácticas de la muerte de Cristo, el autor compara el efecto de ofrecer sangre de animales o rociar la ceniza de la vaquilla (cf. Núm. 19). Estos rituales eran para el beneficio de aquellos que eran ceremonialmente impuros, para santificarlos para la purificación del cuerpo. Aquellos que eran impuros podrían ser restaurados a la comunión con Dios en el sentido de que se hacían capaces de participar nuevamente en el culto de la comunidad. La verdad fundamental de que la sangre “purifica” y “santifica”, aun cuando sea sólo en un plano ceremonial, aporta la base para el argumento que sigue comenzando con cuánto más. La sangre de Cristo es una forma de hablar de su muerte como sacrificio por los pecados. Esto era eficaz en forma única porque se ofreció a sí mismo sin mancha a Dios. Una vez más el autor alude a la vida de perfecta obediencia al Padre de parte de Jesús, que culminó en la cruz (cf. 5:7-9; 7:26, 27; 10:10). Cuando dice que fue mediante el Espíritu eterno muy probablemente se refiere al poder del Espíritu Santo manteniendo y sosteniendo (cf. Isa. 42:1), aunque algunos consideran que se refiere a su propio espíritu, echando luz sobre el aspecto interior o espiritual de su sacrificio. La sangre de Cristo es suficientemente poderosa como para limpiar nuestras conciencias de las obras muertas. Dios requiere arrepentimiento de tales actos (6:1, lit. “Obras muertas”), los pecados que contaminan la conciencia y traen su juicio. Pero aquellos que se arrepienten necesitan ser limpiados de tal contaminación y eso sólo puede hacerlo la muerte de Cristo (cf. 9:9 con 9:14). El propósito de la limpieza en el AT era que el pueblo pudiera ser consagrado a Dios nuevamente para servirle. La promesa del nuevo pacto sobre un “corazón” renovado, basada en un perdón definitivo de los pecados (Jer. 31:33, 34), encuentra eco en el v. 14. Sólo la limpieza provista por Cristo puede liberarnos para servir al Dios vivo de la manera que fue predicha por Jeremías. La naturaleza de tal “servicio” o “culto” (gr. latreuein) será estudiada en relación con 12:28.

15 El vínculo entre la obra de Jesús como sumo sacerdote y el cumplimiento de la profecía de Jeremías recibe un mayor análisis. Por medio de su muerte Cristo es mediador del nuevo pacto (cf. 8:6; 12:24). Primero, murió para redimirlos de las transgresiones bajo el primer pacto. Como se ha notado en relación con el v. 12, su muerte es el precio de la liberación del juicio y la culpa producidos por el pecado (cf. Jer. 31:34). El interés está puesto en la redención de aquellos que pecaron bajo el primer pacto, como fue prometido en Jer. 31:31, 32. Ciertamente, el sacrificio de Jesús tiene efectos retroactivos y es válido para todos aquellos que confiaron en Dios para el perdón de sus pecados en el antiguo Israel (cf. 11:40). Pero también sabemos que, por la gracia de Dios, probó la muerte “por todos” (2:9), y puede salvar a todos los que “por medio de él se acercan a Dios” (7:25). En segundo lugar, sobre la base de su muerte, los que han sido llamados pueden recibir la promesa de la herencia eterna. Así como el antiguo pacto prometió la tierra de Canaán como herencia al pueblo de Dios, el pacto inaugurado por Cristo abre el camino a una herencia eterna. Esta es el equivalente del “mundo venidero” (2:5), la “Jerusalén celestial” (12:22), “el reposo para el pueblo de Dios” (4:9) y otras descripciones similares de nuestro destino como cristianos. Jesús ha abierto el camino a su herencia por nosotros actuando sobre el pecado que nos impedía acercarnos a Dios.

16-22 La idea de una herencia lleva al autor a un juego de palabras. El término gr. diatheke se usa en primer lugar en el sentido legal de un testamento (vv. 16, 17). En los asuntos humanos comunes, para que el testamento de una persona sea válido, es necesario que se presente constancia de la muerte del testador. La misma palabra se usa para referirse al pacto que Dios hizo con Israel en el tiempo de Moisés (vv. 18-20). No había necesidad de que el autor del testamento muriera en este caso, pero ni aun el primer testamento fue inaugurado sin sangre. El autor dirige la atención a la ceremonia mencionada en Exo. 24:1-8, cuando Moisés roció el altar y al pueblo con sangre de los sacrificios y los exhortó a que obedecieran todo lo que Dios había mandado. De ese modo, la relación con el Señor fue sellada y confirmada con la sangre del pacto, y la posición de santificación nacional pudo ser proclamada. Heb. agrega otros detalles de los rituales de limpieza del AT para indicar las diferentes maneras en las cuales la sangre fue usada para la purificación bajo el primer pacto (v. 21). Esto lleva a una observación final (según la ley casi todo es purificado con sangre) y un principio fundamental (sin derramamiento de sangre no hay perdón). Aunque la sangre se usaba para la limpieza ceremonial (v. 13), estos rituales apuntaban a las necesidades más profundas del pueblo de Dios para la liberación del poder y del castigo del pecado.

23, 24 Las figuras de las cosas celestiales, o sea el tabernáculo y todo lo que se usaba en sus ceremonias, tenían que ser purificadas con sangre del sacrificio. El santuario de Israel fue hecho de manos y sólo figura del verdadero, el cual está en el cielo mismo (v. 24; cf. 8:5). Cuando el autor dice que las mismas cosas celestiales necesitaban ser purificadas con sacrificios mejores que éstos, difícilmente quiere decir que el cielo está contaminado con el pecado humano, ¡pues de ser así Dios tendría que haberlo dejado! Sin embargo, puede estar sugiriendo que el sacrificio de Cristo tuvo un significado cósmico, removiendo una barrera a la comuni ón con Dios que existía en el nivel de la realidad última y no sólo en los corazones humanos. El simple mensaje que se encuentra detrás de la figura que el autor emplea del tabernáculo y del día de expiación es que Jesús entró en el cielo mismo, para presentarse ahora delante de Dios a nuestro favor (cf. 7:25). El hace posible para nosotros el acceso a Dios ahora y en la eternidad.

25-28 Los “sacrificios mejores” mencionados en el v. 23 de hecho son la ofrenda única de Jesucristo. Su sacrificio no necesita ser repetido muchas veces, como era el caso con los sumos sacerdotes en su ritual cada año. Es un error sugerir que su sacrificio necesita ser presentado continuamente al Padre, ya sea en el cielo o en la tierra, Jesús no tuvo que padecer muchas veces desde la fundación del mundo: su ofrenda de sí mismo es suficiente y definitiva para toda la historia pasada, presente y futura. En los vv. 26 y 28 el autor usa la expresión una vez para siempre (cf. 7:27; 9:12; 10:10) para subrayar la naturaleza decisiva y completa de la obra de Jesús como sumo sacerdote. De hecho, su aparición señala la consumación de los siglos, el tiempo del cumplimiento o los últimos días (cf. 1:2). El propósito de su venida era para quitar el pecado mediante el sacrificio de sí mismo (v. 26). Dicho de otro modo, fue para quitar los pecados de muchos (v. 28; lit. “para llevar los pecados de muchos”, como Besson o BA; cf. Isa. 53:12). De ese modo, ha habido una solución final al problema del pecado por la acción de Jesús en un punto de la historia humana, y esto da un significado solemne al presente. Hay una “horrenda expectativa de juicio” para aquellos que rechazan al Hijo de Dios y su sacrificio (10:26-31). Pero para los que confían en él y esperan ansiosamente su segunda venida, existe la perspectiva de salvación, o sea el rescate del juicio y el gozo de “la promesa de la herencia eterna” (v. 15).

Fuente: Nuevo Comentario Bíblico Siglo Veintiuno

NOTAS

(1) “Cosas buenas que han llegado a realizarse”, P46BD*Syh,p; אADcItVg: “cosas buenas por venir”.

REFERENCIAS CRUZADAS

i 366 Heb 4:14

j 367 Heb 9:24

Fuente: Traducción del Nuevo Mundo

cuando Cristo apareció…su propia sangre. La finalidad y superioridad del nuevo orden se describen así: El santuario está en el cielo y Cristo es el perfecto sumo sacerdote que entró a ese santuario por los méritos de su propia sangre, es decir, su sacrificio expiatorio en la cruz. El cumplió lo que la sangre de animales no pudo cumplir bajo el antiguo pacto.

más perfecto tabernáculo. Es decir, el cielo mismo (9:24).

Fuente: La Biblia de las Américas

11 super (1) Algunos mss. antiguos dicen: las cosas buenas que han de venir.

Fuente: Comentario Del Nuevo Testamento Versión Recobro

bienes llegados… TR: bienes venideros.

Fuente: Biblia Textual IV Edición

Algunos mss. antiguos dicen: bienes que ya han venido

O, apareció por medio de

Fuente: La Biblia de las Américas

El TR registra venideros.

Fuente: La Biblia Textual III Edición