explicando y demostrando que era necesario que el Cristo padeciese y resucitase de entre los muertos. El decía: “Este Jesús, a quien yo os anuncio, es el Cristo.”
17:3 — declarando (explicando, LBLA; lit. abriendo) y exponiendo (presentando evidencia, LBLA) por medio de las Escrituras. — Sólo Lucas usa la palabra «abrir» de esta manera; véase Luc 24:32; Luc 24:45, «cuando nos abría las Escrituras… les abrió el entendimiento»; «el Señor abrió el corazón de» Lidia, Hch 16:14; Pablo, al igual que Jesús, abría las Escrituras para poder abrir el entendimiento del pueblo al significado de las Escrituras. — que era necesario que el Cristo padeciese. — Pablo tuvo que abrir (explicar) esta doctrina para los judíos, porque era nueva para ellos. Desde luego, tenían los profetas y podían leer tales textos como Isa 53:1-12, pero los leían con los ojos cerrados, los oídos tapados (Mat 13:15), y con el velo sobre su corazón (2Co 3:15). Jesús personalmente abrió este tema varias veces, Mat 16:21; Luc 24:25-27; Jua 12:34. Pedro lo abrió, Hch 3:18; también Pablo lo abrió repetidas veces, 26:23; 1Co 15:2-3, etc.Fuente: Comentario al Nuevo Testamento por Partain
declarando y exponiendo. Hch 2:16-36; Hch 3:22-26; Hch 13:26-39.
era necesario que el Cristo padeciese. Luc 24:26, Luc 24:27, Luc 24:32, Luc 24:44, Luc 24:46; 1Co 15:3, 1Co 15:4; 1Ts 1:5, 1Ts 1:6.
y que Jesús. Hch 2:36; Hch 9:22; Hch 18:28; Gál 3:1.
a quien yo os anuncio. Hch 1:4.
Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico
17:3 — declarando (explicando, LBLA; lit. abriendo) y exponiendo (presentando evidencia, LBLA) por medio de las Escrituras. — Sólo Lucas usa la palabra «abrir» de esta manera; véase Luc 24:32; Luc 24:45, «cuando nos abría las Escrituras… les abrió el entendimiento»; «el Señor abrió el corazón de» Lidia, Hch 16:14; Pablo, al igual que Jesús, abría las Escrituras para poder abrir el entendimiento del pueblo al significado de las Escrituras.
— que era necesario que el Cristo padeciese. — Pablo tuvo que abrir (explicar) esta doctrina para los judíos, porque era nueva para ellos. Desde luego, tenían los profetas y podían leer tales textos como Isa 53:1-12, pero los leían con los ojos cerrados, los oídos tapados (Mat 13:15), y con el velo sobre su corazón (2Co 3:15). Jesús personalmente abrió este tema varias veces, Mat 16:21; Luc 24:25-27; Jua 12:34. Pedro lo abrió, Hch 3:18; también Pablo lo abrió repetidas veces, 26:23; 1Co 15:2-3, etc.
Los judíos no esperaban al Cristo que iba a sufrir, sino solamente al Cristo que iba a ser glorificado. Esta verdad era un tropezadero para ellos (1Co 1:23), porque no querían creer que su Mesías había de sufrir (mucho menos en una cruz romana), sino que vendría para ocupar un trono literal, como el de David y de Salomón, y para ser el gran Conquistador que quitaría el yugo de Roma. Sin embargo, la necesidad del padecimiento (la muerte) del Mesías — como revelado por los profetas — era la premisa principal de la predicación de los apóstoles. Hasta el día de hoy esta verdad — todavía revelada por sus profetas — es un tropezadero para los judíos.
¿Qué pensaban y qué piensan los judíos al leer tales textos como Isa 53:1-12 que hablan del Mesías que iba a sufrir? Dicen que el texto se refiere a la nación de Israel que sufría entre las naciones. Entonces ¿era la nación de Israel el Mesías de Israel?
Repetidas veces Jesucristo afirmó la necesidad de su muerte (Mat 16:22; Luc 18:34; Luc 24:21-25; Luc 24:46; Jua 12:32-33). Al hablar a los judíos los apóstoles iban directamente a las Escrituras para convencer al pueblo de esta verdad básica. Hch 2:23, «a éste, entregado por el determinado consejo y anticipado conocimiento de Dios» (es decir, Cristo murió conforme a lo que Dios había planeado; también lo había anunciado; 3:18, «Dios ha cumplido así lo que había antes anunciado por boca de todos sus profetas, que su Cristo había de padecer» (los judíos no entendían esto porque no les convenía); 8:32, 33, el eunuco leía el capítulo 53 de Isaías acerca de la muerte del Mesías; 13:27, «los habitantes de Jerusalén y sus gobernantes, no conociendo a Jesús, ni las palabras de los profetas que se leen todos los días de reposo, las cumplieron al condenarle» . Así era la predicación de los apóstoles en todas las sinagogas, porque no había salvación para los judíos a menos que se convencieran de esta verdad.
Ahora bien, los judíos anhelaban la venida del reino del Mesías, y Pablo predicó en Tesalónica el reino de Cristo. Les acusaron de predicar «que hay otro rey, Jesús» (17:7); «os encargábamos que anduvieseis como es digno de Dios, que os llamó a su reino y gloria» (1Ts 2:12); «para que seáis tenidos por dignos del reino de Dios» (2Ts 1:5).
— y resucitase de los muertos; — desde luego, el Mesías no iba a quedarse en el sepulcro, sino que resucitaría conforme al mensaje de los profetas.
— y que Jesús, a quien yo os anuncio, decía él, es el Cristo. — (Véase 1Co 2:1-2). Por último, tenían que convencerles que Jesús de Nazaret era aquel Mesías que iba a venir al mundo para morir por los pecados del hombre. Esto fue establecido por «pruebas indubitables» (1:3). Como dice Barnes, tales argumentos podían incluir las siguientes cosas: que El nació en Belén, Miq 5:2; que era de la tribu de Judá, Gén 49:10; que descendió de Isaí y de la línea real de David, Isa 11:1; Isa 11:10; que vino según el tiempo indicado, Dan 9:24-27; que cumplió la profecía de Isa 53:1-12; que las señales que hizo comprobaron que era el Cristo, el Hijo de Dios, Jua 20:30-31; y que su resurrección de los muertos, confirmada por muchos testigos competentes, probó que El es el Mesías.
En cuanto a la manera de anunciar el evangelio a ellos Pablo dice lo siguiente: 1Ts 2:2, «tuvimos denuedo en nuestro Dios para anunciaros el evangelio de Dios»; 2:8, «… entregaros… el evangelio»; 2:9, «os predicamos el evangelio de Dios». Lo hizo con poder: 1Ts 1:5, «el evangelio no llegó a vosotros en palabras solamente, sino también en poder, en el Espíritu Santo y en plena certidumbre».
En cuanto a los tesalonicenses, «os llamó mediante nuestro evangelio, para alcanzar la gloria de nuestro Señor Jesucristo» (2Ts 2:14); «os llamó a su reino y gloria» (1Ts 2:12); «Y vosotros vinisteis a ser imitadores de nosotros y del Señor, recibiendo la palabra en medio de gran tribulación, con gozo del Espíritu Santo» (1Ts 1:6); «os convertisteis de los ídolos a Dios, para servir al Dios vivo y verdadero» (1Ts 1:9); «de vosotros ha sido divulgada la palabra del Señor» (1Ts 1:8); entre ellos la palabra de Dios corría y era glorificada (2Ts 3:1).
Fuente: Notas Reeves-Partain
Hch 5:42; Luc 24:26.
Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana
REFERENCIAS CRUZADAS
d 888 Sal 22:7; Sal 22:16; Sal 34:20; Sal 69:21; Sal 118:22; Isa 50:6; Isa 53:3; Isa 53:5
e 889 Sal 16:10; Luc 24:46
f 890 Hch 18:28; Gál 3:1
Fuente: Traducción del Nuevo Mundo
B30 El verbo imperfecto ἔδει denota una obligación pasada que ya ha ocurrido.
Fuente: Ayuda gramatical para el Estudio del Nuevo Testamento Griego
Lit., abriendo
Lit., exponiendo
I.e., el Mesías