Después de esto, Pablo partió de Atenas y fue a Corinto.
18:1 — Después de estas cosas, Pablo salió de Atenas y fue a Corinto. — «Era ahora la capital de la provincia de Acaya y la principal ciudad comercial de Grecia, con una población cosmopolita… El templo de Afrodita en el Acrocorinto tenía mil prostitutas consagradas, y el mismo término corintizar significaba entregarse a la inmoralidad» (ATR). La ciudad estaba llena de pecado y lamentablemente la iglesia reflejaba algunas de sus ideas y prácticas. Pablo les llamó «santos» (1Co 1:2) porque habían obedecido al evangelio para ser un pueblo separado, pero tenían que aprender mucho y hacer muchas correcciones.Fuente: Comentario al Nuevo Testamento por Partain
partió de Atenas. Hch 17:32, Hch 17:33.
vino a Corinto. Hch 19:1; 1Co 1:2; 2Co 1:1, 2Co 1:23; 2Ti 4:20.
Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico
Pablo trabaja con sus manos, y predica en Corinto a los gentiles, Hch 18:1-8.
El Señor lo anima en una visión, Hch 18:9-11.
Es acusado frente a Galión el procónsul, Hch 18:12-17.
Posteriormente yendo de ciudad en ciudad, confirma a los discípulos, Hch 18:18-23.
Apolo, siendo más exactamente instruido por Aquila y Priscila, predica a Cristo con gran eficacia. Hch 18:24-28.
Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico
Corinto era la capital política de Acaya. También era el centro de adoración de Afrodita, la diosa de la fertilidad y, además, albergaba el templo principal de Apolo. Debido a la naturaleza sensual del culto religioso de Afrodita, Corinto tenía la fama de ser una ciudad de inmorales. En el principio del siglo quinto a.C los griegos comenzaron a utilizar la expresión «actuar como un corintio» como sinónimo de inmoralidad.
EN FOCO
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«Epicúreos y estoicos»
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(Gr. epikoureioi kai stoikoi filosofoi) (Hch 17:18) # en Strong G1946; G2532; G4770; G5386: Los epicúreos eran aquellos que seguían las enseñanzas de Epicuro (341-270 a.C. el que señala que el fin de la humanidad es la felicidad y el placer. Este placer, según sus creencias, se encuentra en evitar el exceso de miedo a la muerte, en buscar la tranquilidad y la liberación del dolor y en amar a los demás. Ellos creían que si los dioses existían, no estaban implicados en los sucesos de la tierra. Los estoicos, por su parte, eran los seguidores de Zenón (ca. 334-262 a.C. Sacaron su nombre de la palabra griega stoa (que significa pórtico) porque Zenón enseñaba en un lugar en Atenas llamado «Stoa». Los estoicos eran panteístas cuya doctrina señalaba que el universo se regía por un propósito o voluntad absoluta, hacia el cual una persona debía conformar su voluntad, insensible a los cambios o circunstancias externas. La persona que así lo hacía alcanzaría la perfección y la virtud. Los subproductos de estas filosofías eran el orgullo y la autosuficiencia, como se ve en la respuesta arrogante al evangelio (Hch 17:18, Hch 17:32).
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Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe
Pablo, en Corinto, 18:1-11.
1 Después de esto, Pablo se retiró de Atenas y vino a Corinto. 2 Allí encontró a un judío llamado Aquila, originario del Ponto, recientemente llegado de Italia con Priscila, su mujer, a causa del decreto de Claudio que ordenaba salir de Roma a todos los judíos. Pablo se unió a ellos; 3 y como era del mismo oficio que ellos, se quedó en su casa y trabajaban juntos, pues eran ambos fabricantes de tiendas. 4 Los sábados disputaba en la sinagoga, persuadiendo a los judíos y a los griegos. 5 Mas luego que llegaron de Macedonia Silas y Timoteo, se dio del todo a la predicación de la palabra, testificando a los judíos que Jesús era el Mesías. 6 Como éstos le resistían y blasfemaban, sacudiendo sus vestiduras, les dijo: Caiga vuestra sangre sobre vuestras cabezas; limpio soy yo de ella. Desde ahora me dirigiré a los gentiles. 7 Y salió, yéndose a la casa de un prosélito de nombre Ticio Justo, que vivía junto a la sinagoga. 8 Crispo, jefe de la sinagoga, con toda su casa, creyó en el Señor; y muchos corintios, oyendo la palabra, creían y se bautizaban. 9 Por la noche dijo el Señor a Pablo en una visión: No temas, sino habla y no calles; 10 yo estoy contigo y nadie se atreverá a hacerte mal, porque tengo yo en esta ciudad un pueblo numeroso. n Moró allí un año y seis meses, enseñando entre ellos la palabra de Dios.
Corinto, capital de la provincia romana de Acaya, era a la sazón una de las ciudades de más intenso movimiento comercial del mundo antiguo. A ello contribuía su privilegiada posición geográfica, pues, situada en el estrecho istmo que une a Grecia propiamente dicha con el Peioponeso, servía de verdadero lazo de unión entre Oriente y Occidente a través de sus dos puertos: el de Cencreas, mirando a Asia, en el mar Egeo, y el de Lequeo, mirando a Italia, en el mar Jónico. Para barcos de poco tonelaje se había hecho un pasaje terrestre adecuado, basándose en poleas y ruedas, pudiendo ser transportados de un puerto a otro sin necesidad de hacer el largo rodeo del Peloponeso 165. Nerón intentó hacer el corte del istmo y unir los dos mares a través de un canal, pero la obra quedó paralizada a los dos kilómetros 166, no llegando a realizarse dicho proyecto hasta fines del siglo pasado, en 1893.
En esta ciudad “de dos mares,” como la llaman los autores antiguos 167, parece que, en la época de San Pablo, había bastantes habitantes de origen latino. La antigua ciudad griega había sido totalmente arrasada por los romanos en el 146 a. C., al conquistar aquellas regiones, y sólo después de un siglo de desolación, en el 44, habla sido reedificada por un decreto de Julio César, acudiendo a ella gran número de colonos de origen itálico. Con todo, atraídos por su comercio, poco a poco se habían establecido también gentes griegas y de otras razas, comprendidos los judíos, que, al igual que en tantas otras ciudades, disponían al menos de una sinagoga. Junto a una vida comercial intensa reinaba la más desenfrenada corrupción de costumbres. En la cima del Acrocorinto estaba el templo de Afrodita, donde más de mil sacerdotisas, alojadas en confortables edificios adyacentes, ejercían la prostitución sagrada en honor de la diosa 168. Ya respecto de la antigua ciudad griega era proverbial la inmoralidad de Corinto, y los autores hablan de “corintizar” como sinónimo de vida licenciosa, y de “enfermedad corintia” para señalar ciertas consecuencias patológicas del vicio deshonesto. Y esta fama continuó. Podemos decir que Corinto era algo así como la capital de la lujuria en el mundo mediterráneo. A Corinto acudían, para gastar alegremente el dinero, gentes de las más apartadas regiones; de ahí el dicho proverbial recordado por Horacio: “No todos pueden ir a Corinto,” aplicado a quienes tienen que renunciar a una cosa por falta de dinero 169. No lejos de sus muros tenían lugar cada dos años los famosos juegos ístmicos (cf. 1Co 9:24-27), que, en ocasiones, podían hasta casi competir con los universalmente renombrados juegos olímpicos, celebrados cada cuatro años en la no lejana ciudad de Olimpia.
Tal era la ciudad en la que entraba San Pablo al salir de Atenas (v.1). Su estado de ánimo podemos verlo reflejado en aquellas palabras que él mismo escribirá más tarde a los corintios: “Me presenté a vosotros en debilidad, temor y mucho temblor” (1Co 2:3). El fracaso de Atenas (cf. 17:32-33), la intranquilidad por la suerte de los tesalonicenses (cf. 1Te 3:1-2) y la extremada corrupción de la ciudad en que entraba, debieron, de momento, de acobardarle bastante. Quizá hasta pudiera pensarse también, para explicar este estado psicológico de abatimiento, en algún recrudecimiento de su misteriosa enfermedad aludida en 2Co 12:7-9.
Sea como fuere, San Pablo comienza por buscar medios de subsistencia, uniéndose en el trabajo a un matrimonio judío, Priscila y Aquila, que habían llegado de Roma expulsados por Claudio y se dedicaban a la “fabricación de tiendas” (v.2-3). Probablemente este matrimonio, dada la intimidad con que desde el principio parece unirse a ellos San Pablo, era ya cristiano. Si San Lucas recalca lo de “judío” es para explicar el porqué habían sido expulsados de Roma 17°. Debía de ser un matrimonio de condición económica bastante desahogada, pues luego lo vemos en Efeso (2Co 18:18; 1Co 16:19) y Roma (Rom 16:3-5; 2Ti 4:19), habitando en casas lo suficientemente espaciosas para poder ser utilizadas como lugar de reunión de los cristianos. El oficio de “fabricantes de tiendas” (σκηνοποιοί) ha de entenderse probablemente como fabricantes de esas telas o tejidos toscos, aptos para tiendas, que los viajeros en Oriente solían llevar frecuentemente consigo para prepararse refugio durante la noche. A esta tela, fabricada de ordinario con pelos de cabra, se le daba a veces el nombre de cilicio, debido a que su fabricación era algo muy extendido en Cilicia, patria de Pablo, donde abundaban mucho las cabras montesas de pelo áspero y duro, a propósito para esas telas. Allí, quizás en casa todavía de su padre, debió de aprender Pablo este oficio, que luego no se avergonzó de ejercer a lo largo de sus años de apostolado para no ser gravoso a sus evangelizados ni poner obstáculo a la difusión del Evangelio (cf. 20:34; 1Co 4:12; 1Co 9:12-18; 2Co 11:7-12; 2Co 12:13; 1Te 2:9; 2Te 3:8). Juzgamos menos probable la opinión de algunos autores, entre ellos San Juan Crisóstomo, que interpretan el σκηνοποιός como “curtidor,” es decir, preparador de pieles (σκυτοτόμος) para la construcción de tiendas.
La predicación, en un principio, estuvo restringida sólo a la sinagoga (v.4), e incluso esto con ciertas limitaciones, como claramente lo da a entender lo que se dice a continuación, de que fue, una vez que llegaron de Macedonia Silas y Timoteo, cuando “se dio del todo a la predicación de la palabra, testificando a los judíos que Jesús era el Mesías” (v.5; cf. 2:36; 5:42; 8:5; 9:22; 17:3; 18:28; 26:23). No se dice el porqué de esa actividad misional limitada; quizá fuera debido, al menos en parte, a ese estado psicológico de abatimiento a que aludimos antes, o también a la necesidad de continuo trabajo para ganarse el sustento. Ahora, al llegar de Macedonia (cf. 17:14-15) sus fieles colaboradores Silas y Timoteo, recobra nuevos ánimos con las buenas noticias que le traen de aquellas iglesias (cf. 1Te 3:5-8), e incluso puede gozar de más independencia del trabajo material, gracias a los subsidios enviados por la comunidad de Filipos (cf. 2Co 11:9; Flp 4:15), que seguramente le trajeron también ellos. El resultado de su predicación a los judíos, sin embargo, debió de ser muy escaso, y Pablo, ante la resistencia agresiva de que es objeto, determina dejar la sinagoga y dirigirse hacia los gentiles, estableciendo su centro de acción “en casa de un prosélito de nombre Ticio Justo” (v.6-7).
En esta nueva etapa de su predicación, que no excluye a los judíos, parece que obtuvo resultados algo más lisonjeros. Entre los convertidos se nombra expresamente al “archisinagogo Crispo con toda su familia” y se alude, en general, a “muchos corintios” (v.8). Más tarde nos dará Pablo en sus cartas los nombres de algunos de ellos: Estéfanas, Fortunato, Acaico, Gayo, Erasto, Cloe y Febe (cf. 1Co 1:11.14.16; 1Co 16:17; Rom 16:1.23). En su mayoría debían de ser de condición social humilde (cf. 1Co 1:26-29), y algunos incluso esclavos (cf. 1Co 7:21-22). Sin duda que, en medio de aquel ambiente tan corrompido de Corinto y con la enemiga encarnizada de los judíos, el apostolado debió de ser duro y proporcionaría enormes sinsabores a San Pablo. San Lucas no lo dice de manera explícita, pero suficientemente lo deja entender al hablar de la visión con que el Señor hubo de animar al Apóstol: “No temas, sino habla y no calles; yo estoy contigo y nadie se atreverá a hacerte mal, porque tengo yo en esta ciudad un pueblo numeroso” (v.9-10). Confortado con esta visión, Pablo se anima a seguir predicando, y prolonga su estancia en Corinto. El texto habla de que “moró allí un año y seis meses” (v.11), y es probable que en este cómputo no estén incluidos los “bastantes días” (v.18) que continuó en la ciudad después de su acusación ante Gallón. Muchos autores, sin embargo, creen que el “año y seis meses” se refiere a todo el tiempo de estancia en Corinto. Mas sea de eso lo que fuere, la estancia es, desde luego, prolongada, pues abarca al menos año y medio.
La actividad misional de Pablo durante este largo período apenas nos es conocida. Parece que no sólo se limitó a Corinto, sino que se extendió también a otras ciudades fuera de la capital (cf. 2Co 1:1; 2Co 11:10). Durante esta permanencia en Corinto escribió las dos cartas a los Tesalonicenses, con un breve intervalo entre la primera y la segunda.
Es acusado ante Gallón,2Co 18:12-17.
12 Siendo Gallón procónsul de Acaya, se levantaron a una los judíos contra Pablo y le condujeron ante el tribunal, 13 diciendo: Este persuade a los hombres a dar culto a Dios de un modo contrario a la Ley. 14 Disponíase Pablo a hablar, cuando Galión dijo a los judíos: Si se tratase de una injusticia o de algún grave crimen, ¡oh judíos!, razón sería que os escuchase; 15 pero tratándose de cuestiones de doctrina, de nombres y de vuestra Ley, allá vosotros lo veáis, yo no quiero ser juez en tales cosas. 16 Y los echó del tribunal. 17 Entonces se echaron todos sobre Sostenes, el jefe de la sinagoga, y le golpearon delante del tribunal, sin que Galión se cuidase de ello.
Esta comparecencia de Pablo ante Galión es un dato histórico de gran importancia para la cuestión cronológica de la vida del Apóstol. Lucio Junio Anneo Galión, hermano de Séneca, había nacido en Córdoba hacia el año 3 de la era cristiana. De él hablan varios autores antiguos, presentándolo como un hombre docto y de carácter afable, aunque de complexión enfermiza 171. Complicado en una conjuración contra Nerón, hubo de darse la muerte por orden de éste, poco después del suicidio de su hermano Séneca 172.
Respecto al tiempo de su proconsulado en Corinto tenemos datos bastante concretos gracias a una inscripción hallada en Delfos, que reproduce una carta del emperador Claudio a esta ciudad, confirmando sus antiguos privilegios. La carta está escrita en “la 26.a aclamación imperial” de Claudio y en tiempo en que Galión era “procónsul de Acaya.” De estos dos datos podemos deducir con bastante certeza que el encuentro de Pablo con Galión debió de tener lugar en la primavera-verano del año 52 173. Parece que Pablo llevaba ya en Corinto al menos “año y medio” (v.11), y, por tanto, su llegada a la ciudad debió de tener lugar a principios del 510 quizás a fines del 50. Los judíos, que ya desde un principio le habían declarado la guerra (v.6), quieren aprovecharse de la inexperiencia del nuevo procónsul que acababa de llegar, tomándole de sorpresa; algo parecido a lo que más adelante intentarán hacer con Porcio Festo los de Jerusalén (cf. 25:2).
La acusación de que “obraba contra la ley” (v.13), sin especificar de qué ley se trataba, la judía o la romana, era un tanto ambigua, confiando quizás con ello hacer más impresión en el procónsul, que, enseguida, había de pensar en la ley romana. Además, podían escudarse en que el que obraba contra la ley judía obraba también, en cierto sentido, contra la ley romana, en cuanto que la religión judía era una religión legal, protegida por las leyes romanas. Sin embargo, Galión no se prestó a estas ambigüedades, y llevó enseguida la cuestión a la ley judía, por lo que ni siquiera dejó hablar a Pablo, que “se disponía a defenderse” (v.14). Su respuesta, rehuyendo toda competencia en cuestiones de interpretación de la ley judía (v.14-15), es semejante a la de Pilato (cf. Jua 18:31), aunque más razonada y más firMc. También Porcio Festo se expresará de modo parecido más adelante (cf. 25:18-19). La actitud de Galión está rezumando desprecio hacia los judíos, cosa que era bastante común entre los patricios romanos de entonces. Por eso, no se contenta con decir que “no quiere ser juez en tales cuestiones” (v.15), sino que “los echa de su tribunal” (v.16), y no hace caso de que allí mismo, en presencia suya, golpeen a Sostenes, el jefe de la sinagoga (v.17). Esto no quiere decir que apoyara las ideas profesadas por Pablo; a buen seguro que, para él, éste no era sino otro judío tan despreciable como los otros, englobado en ese desprecio general a toda la raza.
De Sostenes, el jefe de la sinagoga golpeado delante mismo del tribunal de Galión, nada más sabemos. Es posible que fuera el principal instigador de la acusación contra San Pablo y, por eso, fracasado tan ruidosamente el intento, contra él se desahogarán de modo especial las iras de los presentes. Tampoco sabemos quiénes son estos que se echan sobre él, si judíos o gentiles; más probable parece esto último, pues apenas es creíble que los judíos, por muy excitados que los supongamos ante el fracaso, golpeasen en público a su propio archisinagogo. Quizás la desgracia ayudó a Sostenes a convertirse a la nueva fe, si es que es él aquel Sostenes a quien San Pablo en otra ocasión llama “hermano” (1Co 1:1).
Regreso a Antioquía,1Co 18:18-22.
18 Pablo, después de haber permanecido aún bastantes días, se despidió de los hermanos y navegó hacia Siria, yendo con él Priscila y Aquila, después de haberse rapado la cabeza en Cencreas, porque había hecho voto. 19 Llegados a Efeso, los dejó y él entró en la sinagoga, donde conferenció con los judíos. 20 Rogábanle éstos que se quedasen más tiempo, pero no consintió, 21 y despidiéndose de ellos, dijo: Si Dios quiere, volveré a vosotros. Partió de Efeso, 22 y desembarcando en Cesárea, después de subir y saludar a la iglesia, bajó a Antioquía.
Después del encuentro con Gallón, Pablo se quedó todavía en Corinto “bastantes días” (v.18). Nada sabemos de las actividades desarrolladas durante este tiempo, pero es de creer que pudo moverse con libertad sin ser ya molestado por los judíos. Cuando consideró suficientemente asegurada la fundación de aquella iglesia, determinó regresar a Antioquía punto de partida de su expedición apostólica, ¿embarcándose para Siria” (v.18). No sabemos si le acompañarían Timoteo y Silas. De Timoteo, que ciertamente acompañaba al Apóstol en Corinto (v.5), no se vuelve a hablar hasta el siguiente viaje apostólico de Pablo, cuando se encontraba en Efeso (cf. 19:22); de Silas ya no vuelven a hablar los Hechos, y parece que se encontraba en Roma hacia el año 63-64, cuando San Pedro escribió su primera carta (cf. 1Pe 5:12). Los que ciertamente le acompañaron hasta Efeso fueron Priscila y Aquila (v. 18-19).
La partida fue de Cencreas, el puerto oriental de Corinto Ahí, antes de partir, “se rapó la cabeza, porque había hecho voto” (v.18). La noticia no deja de ser curiosa y algo desconcertante. Parece, desde luego, que esa acción señalaba el cumplimiento del tiempo para el cual se había hecho el voto, y es casi seguro que se trata del voto del “nazireato.” De este voto se habla en Num 6:1-21, y siempre fue tenido en gran estima por los israelitas (cf. Jue 13:2-5; 1Sa 1:11; 1Ma 3:49; Luc 1:15). Josefo habla de que era corriente entre los judíos, cuando sufrían alguna enfermedad o se encontraban en algún peligro, “hacer voto, treinta días antes de aquel en que ofrecerían sacrificios, de abstenerse de vino y de cortarse el cabello.” 174 Pasados esos treinta días, el “nazir” había de presentarse en el templo, cortando allí el cabello y ofreciendo determinados sacrificios. Sabemos que, incluso después de haberse convertido al cristianismo, muchos judíos seguían fieles a esa práctica (cf. 21:23-24). Parece que cuando el voto se había hecho en país extraño, lejano de Jerusalén, estaba permitido cortarse el cabello en el lugar de residencia y llevarlo luego a Jerusalén para ser quemado en el templo y ofrecer el sacrificio prescrito. Tal sería nuestro caso.
Pero ¿quién había hecho el voto? El texto no está claro a este respecto. Algunos autores creen que se trata de Aquila, que es el último mencionado; sin embargo, juzgamos mucho más probable que se trata de Pablo, que es el personaje principal y el que viene constituyendo el sujeto lógico de toda la narración. Además, si se tratase de Aquila, no vemos razón para que San Lucas hiciese notar ese dato, al que no le daría ninguna significación; mientras que si se trata de Pablo, es natural que lo haga notar, pues dicho voto sería la razón de por qué “no consintió” quedarse más tiempo en Efeso a pesar de la insistencia que le hacían (v.2o), dado que, a causa del voto, había de subir cuanto antes a Jerusalén 175. Desde luego, llama algo la atención el que Pablo, que tanto recalca en sus cartas nuestra independencia de la Ley, hiciese ese voto del “nazireato”; ello sólo prueba el profundo arraigo, también en él, de esa costumbre judía, que tampoco estaba prohibida al cristiano. Probablemente habría hecho ese voto en alguno de los momentos de persecución y desaliento, que tanto debieron de abundar durante su estancia en Corinto (cf. 18:9-10; 1Co 2:3).
Hay autores que relacionan el voto de que se habla aquí con el mencionado en 21:23-27, diciendo que probablemente se trata del mismo voto: hecho en Cencreas (18:18) y acabado de cumplir en Jerusalén (21:26-27). No parece sostenible esta hipótesis, si no es violentando los textos.
La parada en Efeso (v.1q) debió de ser motivada únicamente por exigencias de carga y descarga de la nave. Con todo, Pablo aprovechó la ocasión para presentarse en la sinagoga y “conferenciar con los judíos” (v.18). De nuevo en el mar, desembarcó en Cesárea y, “después de subir y saludar a la iglesia, bajó a Antioquía” (v.22). No se especifica cuál es ese iglesia, a la que Pablo sube a saludar, pero parece evidente que se trata de la iglesia de Jerusalén, la iglesia madre, a la que Pablo trató siempre con suma veneración (cf. Gal 2:9-10; Rom 15:25-27). Por lo demás, si se tratase simplemente de la iglesia de Cesárea, no es fácil que San Lucas hablara de “subir,” término técnico entre los judíos para indicar el viaje a Jerusalén, ciudad más elevada que el resto del país, ni que luego hablase de “bajar,” refiriéndose a Antioquía.
La estancia de Pablo en Jerusalén debió de ser breve. Muy pronto salió para Antioquía, ciudad de la que había partido para este largo recorrido misional. Estamos probablemente a fines del año 52 o principios del 53.
Tercer viaje misional de Pablo,Rom 18:23-28.
Pablo y Apolo,Rom 18:23-28.
23 Pasado algún tiempo, partió, y atravesando sucesivamente el país de Galacia y la Frigia, confirmaba a todos los discípulos. 24 Cierto judío de nombre Apolo, de origen alejandrino, varón elocuente, llegó a Efeso. Era muy perito en el conocimiento de las Escrituras. 25 Estaba bien informado del camino del Señor y con fervor de espíritu hablaba y enseñaba con exactitud lo que toca a Jesús; pero sólo conocía el bautismo de Juan. 26 Este, pues, comenzó a hablar con valentía en la sinagoga; pero Priscila y áquila que le oyeron, le tomaron aparte y le expusieron más completamente el camino de Dios. 27 Queriendo pasar a Acaya, le animaron a ello los hermanos y escribieron a los discípulos para que le recibiesen. Llegado allí, aprovechó mucho por su gracia a los que habían creído, 28 porque vigorosamente contradecia a los judíos en público, demostrándoles por las Escrituras que Jesús era el Mesías.
Terminado el segundo viaje misional, Pablo se detuvo “algún tiempo” en Antioquía (v.23), pero enseguida piensa en un tercer viaje. El centro va a ser Efeso, la capital de la provincia romana de Asia, que había visitado sólo brevísimamente al fin de su anterior viaje, y a la que había prometido volver (cf. 19-21). El camino seguido queda indicado en la frase “atravesando sucesivamente el país de Galacia y la Frigia” (v.23). Es la misma expresión, aunque en orden inverso, empleada ya por San Lucas con ocasión del segundo viaje (cf. 16:6). Como allí explicamos, somos de parecer que ese “país de Galacia” es la Galacia etnográfica o Galacia propiamente dicha, y no simplemente la provincia romana de Galacia, territorialmente mucho más amplia. Parece que Pablo, saliendo de Antioquía, en Siria, se dirigió directamente a Galacia, atravesando la cordillera del Taurus por las “Ciliciae portea”; pero, en vez de virar hacia la izquierda, en dirección a Derbe, como en el viaje anterior (cf. 16:1), continuó directamente hacia el norte, entrando en Galacia por su lado oriental. Esta segunda visita de Pablo a Galacia se halla confirmada en Gal 4:13, donde Pablo recuerda a los Gálatas, que estaba enfermo cuando los evangelizó “por primera vez” (το πρότερον), expresión que supone haberles hecho ya una segunda visita, cuando escribió la carta. De Galacia se habría dirigido hacia el sudoeste, “atravesando Frigia” (v.23) y llegando así a Efeso.
Parece que la intención de Pablo en esta primera parte de su viaje misional, atravesando Galacia y Frigia, no fue la de fundar nuevas comunidades, sino la de “confirmar en la fe” a las ya existentes (v.23). El laconismo de Lucas es extremado, limitándose a darnos escuetamente la noticia, sin añadir detalles de ninguna clase. No sabemos quiénes acompañarían al Apóstol. Sabemos que, una vez en Efeso, estaban con él Timoteo, Erasto, Gayo, Aristarco (Gal 19:22-29) Y probablemente Tito (cf. 2Co 2:12-13; 2Co 7:6; 2Co 12:18); pero ¿le acompañaban ya desde Antioquía, al menos algunos de ellos? Imposible poder dar contestaciones categóricas. Lo que sí nos dice Lucas es que, mientras Pablo recorría estas “regiones altas” de Galacia y Frigia (cf. 19:1), un nuevo predicador, con el que sin duda Pablo no contaba, estaba ayudando a su obra de evangelización en Efeso y Corinto: Apolo, “judío de origen alejandrino, varón elocuente, conocedor de las Escrituras” (v.24).
Es interesante este caso de Apolo. San Lucas dice que “estaba bien informado del camino del Señor y enseñaba con exactitud lo que toca a Jesús,” pero que “sólo conocía el bautismo de Juan” (v.25). En otras palabras, era verdad lo que enseñaba sobre Jesús y su doctrina, pero no era toda la verdad, hasta el punto de ignorar un elemento tan esencial como es el bautismo cristiano. Su formación cristiana debía ser muy parecida a la de esos “discípulos” que San Pablo encontrará en Efeso, y que tampoco conocían sino “el bautismo de Juan” (19:1-3). Es posible que este cristianismo incompleto de Apolo y de los “discípulos” de Efeso refleje el de la iglesia de Alejandría en esa época, que habría comenzado quizás con discípulos que habían escuchado en Palestina las predicaciones del Bautista, y que no conocían de Jesús sino unos cuantos hechos de su vida. Algunos textos del cuarto evangelio, escrito en Efeso a fines de siglo, sugieren también la idea de que seguían existiendo adeptos del Bautista, más o menos distanciados de los cristianos, por lo que el evangelista, a fin de conducirlos hasta el fin en la fe, tanto habría insistido en hacer resaltar el perfecto acuerdo entre el Bautista y Jesús y la subordinación de aquél a éste (cf. Jua 1:15.29-36; Jua 3:26-30; Jua 5:33; Jua 10:41). Más sea de esto lo que fuere, ciertamente la formación de Apolo era incompleta; por eso, Priscila y áquila, que oyeron sus razonamientos en la sinagoga de Efeso, “le tomaron aparte y le expusieron más completamente el camino de Dios” (v.26). Es de creer, aunque el texto nada dice, que, al igual que luego los “discípulos” que encuentra Pablo (Jua 19:5), también aquí ahora Apolo fue bautizado, quizás por áquila mismo. Determinando después pasar a Acaya, no sabemos si por asuntos particulares o para ejercer el apostolado, los fieles de Efeso escribieron a los de Corinto para que le recibiesen, siendo allí de gran utilidad a la iglesia (v.27-28). Estas cartas informativas o de recomendación eran frecuentes en la diáspora judía (cf. 28:21), y también entre los cristianos (cf. Rom 16:1-2; 2Co 3:1; Col 4:10).
A este Apolo se refiere varias veces San Pablo en sus cartas, siendo tenido por él en alta estima (cf. 1Co 1:12; 1Co 3:4-6.22; 1Co 4:6; 1Co 16:12; Tit 3:13). Quizás debido a este su importante papel en la difusión del Evangelio es por lo que San Lucas juzgó oportuno intercalar en los Hechos este episodio sobre él, interrumpiendo la narración del viaje del Apóstol.
Fuente: Biblia Comentada
Corinto. Vea la Introducción a Primera Corintios. El principal centro político y comercial en Grecia. La ciudad estaba ubicada en un punto estratégico sobre el istmo de Corinto que conectaba la Península del Peloponeso con el resto de Grecia. Casi todo el tráfico entre el norte y el sur de Grecia tenía que pasar por la ciudad. Debido a que Corinto era centro mercantil y albergue para toda clase de viajeros, su población era bulliciosa y licenciosa. También alojaba el templo de Afrodita, la diosa del amor. Había unas mil sacerdotisas suyas que se dedicaban a rituales de prostitución y cada noche se paseaban por la ciudad para practicar su oficio.
Fuente: Biblia de Estudio MacArthur
18:1 — Después de estas cosas, Pablo salió de Atenas y fue a Corinto. — «Era ahora la capital de la provincia de Acaya y la principal ciudad comercial de Grecia, con una población cosmopolita… El templo de Afrodita en el Acrocorinto tenía mil prostitutas consagradas, y el mismo término corintizar significaba entregarse a la inmoralidad» (ATR). La ciudad estaba llena de pecado y lamentablemente la iglesia reflejaba algunas de sus ideas y prácticas. Pablo les llamó «santos» (1Co 1:2) porque habían obedecido al evangelio para ser un pueblo separado, pero tenían que aprender mucho y hacer muchas correcciones.
Léase 1Co 1:18-23 para ver algo de la oposición al evangelio en Corinto: para los griegos el evangelio era locura porque contradecía casi todo lo que creían acerca del mundo, la religión y el propósito de la vida; y para los judíos el evangelio era tropezadero porque esperaban un Mesías (Cristo) muy poderoso en el sentido militar y político. No querían aceptar que El iba a humillarse y sufrir, mucho menos en una cruz romana.
Fuente: Notas Reeves-Partain
EN LA PEOR DE LAS CIUDADES
Hechos 18:1-11
Después, Pablo salió de Atenas y se fue a Corinto. Allí conoció a un judío que se llamaba Aquila, que procedía del Ponto pero había llegado recientemente de Italia en compañía de su mujer, Priscila. Habían tenido que salir de Italia porque Claudio había promulgado la orden de expulsión de todos los judíos. Pablo fue a visitarlos; y como tenía el mismo oficio que ellos, fabricantes de tiendas de campaña, se quedó a trabajar con ellos.
Todos los sábados hablaba del Evangelio en la sinagoga para convencer a judíos y griegos. Cuando llegaron de Macedonia Silas y Timoteo, Pablo se dedicó a la predicación a pleno tiempo, insistiéndoles a los judíos en que Jesús era el Mesías. Cuando se lo rebatían, más con insultos que con razonamientos, Pablo se sacudía la ropa, como hacían los judíos para librarse de la contaminación pagana, y les decía:
-La culpa de lo que os suceda es sólo vuestra. Yo me lavo las manos. Desde ahora me dedicaré a los gentiles.
Y eso hizo. Se mudó a la casa de un tal Ticio Justo, que creía en Dios aunque no era judío, y que vivía al lado de la sinagoga. Crispo, el presidente de la sinagoga, se convirtió al Evangelio con todos los suyos; y lo mismo sucedió con muchos corintios que escucharon a Pablo y se convirtieron y bautizaron. De noche, el Señor le dijo a Pablo en una visión:
-¡No tengas miedo! Sigue hablando sin parar, que Yo estoy contigo y nadie intentará hacerte daño; y además hay muchas personas en esta ciudad con las que puedo contar.
Pablo se quedó con ellos un año y seis meses dedicado a la labor de instruirlos en la Palabra de Dios.
Aquí tenemos una muestra de la clase de vida que hacía Pablo. Era un rabino, y la norma era que los rabinos tenían que tener un trabajo secular. No debían cobrar por predicar y enseñar, así es que tenían que ganarse la vida de otra manera. Los judíos honraban el trabajo. «Ama el trabajo -decían-. El que no le enseña un oficio a su hijo le hace un ladrón.» » El estudio de la Ley es excelente acompañado de un trabajo secular; porque la práctica de ambos hace que el hombre se olvide de la iniquidad; pero la mucha Ley sin trabajo acaba por fracasar y causar iniquidad.» Así es que sabemos de rabinos que practicaban toda clase de oficios. Eso quería decir que nunca se convertían en intelectuales distantes, sino que siempre sabían lo que era la vida de los trabajadores.
Pablo se nos describe como fabricante de tiendas de campaña. Tarso, su ciudad natal, estaba en Cilicia, en cuya provincia se criaban unas cabras de pelo muy apreciado, del que se hacía un paño o lona que se llamaba cilicium, cilicio, que se usaba para hacer lonas y cortinas. Es probable que ese fuera el oficio de Pablo, aunque la palabra griega quiere decir mucho más; como, por ejemplo, curtidor o trabajador de la piel. Y Pablo debe de haber sido un buen artesano, que siempre presumía de no haberle sido carga a nadie (1Ts 2:9 ; 2Ts 3:8 ; 2Co 11:9 ). Pero es probable que, cuando vinieron Silas y Timoteo, trajeron ayuda, tal vez de la iglesia de Filipos que tanto quería a Pablo, y eso le permitió dedicarse a la predicación a pleno tiempo. Fue en el año 49 d C. cuando Claudio desterró de Roma a todos los judíos, y sería por entonces cuando Aquila y Priscila vinieron a Corinto.
Cuando Pablo más lo necesitaba, Dios le habló. Debe de haberse sentido agobiado a veces por la tarea que le esperaba en Corinto. Era hombre intensamente emotivo, y a menudo tendría sus luchas. Pero cuando Dios le da a uno una tarea, le da también el poder para realizarla. Pablo encontró el valor y las fuerzas en la presencia de Dios.
Fuente: Comentario al Nuevo Testamento
CAPÍTULO 18
7. EN CORINTO (18,1-22).
a) En casa de Aquilas (Hch/18/01-03).
1 Después de esto, retirándose de Atenas fue a Corinto. 2 Allí encontró a un judío llamado Aquilas, originario del Ponto, recién llegado a Italia con su mujer Priscila, por haber ordenado Claudio que fueran expulsados de Roma todos los judíos. Se unió a ellos; 3 y como eran de la misma profesión, vivía con ellos y juntos trabajaban, pues eran de oficio fabricantes de tiendas de campaña.
Corinto era una ciudad muy diferente de Atenas. Renacida de las ruinas desde 46 a.C., gracias a su posición había venido a ser centro de intercambio comercial entre oriente y occidente. Capital de la provincia romana de Acaya, residencia del procónsul, repleta de gentes de todos los países, atraídas a la gran urbe en busca de trabajo y de lucro, de goces de la vida y de placeres sensuales. Leyendo las cartas de Pablo escritas después de su primera misión a la comunidad de Corinto, se descubre cuán animado e inquieto era aquel pueblo de Corinto, pero también cuán buenas disposiciones tenía para recibir el Evangelio.
Aquí se encuentran dos fugitivos. Pablo, que huye de la inaccesibilidad de los atenienses pagados de su saber, se encuentra con el judío Aquilas, expulsado de Roma, cuya esposa se llama en nuestro texto Priscila, y Prisca en las cartas de Pablo (Rom 16:3; 1Co 16:19; 2Ti 4:19). Probablemente eran ya cristianos los dos cuando fueron expulsados de Roma por el edicto de Claudio contra los judíos, edicto atestiguado históricamente, y se refugiaron en Corinto. La administración romana no hacía distinción entre judíos y judeocristianos. Hemos visto, en efecto, que también Pablo y Silas fueron llevados ante los tribunales como judíos en Filipos (2Ti 16:20).
Este matrimonio merece honor y gratitud en la historia de la misión cristiana. En la carta a los Romanos (2Ti 16:3) escribe de ellos Pablo: «Saludad a Prisca y a Aquilas, mis colaboradores en Cristo Jesús, los cuales arriesgaron su cabeza por mi vida, a quienes no sólo yo les estoy agradecido, sino también todas las Iglesias de los gentiles.» Cuando Pablo menciona a Prisca antes que a su marido Aquilas, no lo hace por pura cortesía; en efecto, esta mujer parece haberse señalado por su dedicación personal, su resolución y sus dotes teológicas21; todavía se volverá a hablar de ella en este capítulo.
En un principio, la preocupación por la subsistencia fue la que reunió a Pablo y a este matrimonio. Pablo vive y trabaja con ellos: éstos eran, como él, «fabricantes de tiendas». Así se traduce la voz griega. No tiene importancia lo que en concreto quería decir, si tejían telas de tiendas o si, lo que es más probable, preparaban para el uso telas y cueros. Lo que aquí, y constantemente, nos infunde respeto es el hecho de que Pablo aparece como trabajador. ¿Por qué lo hace? El mismo nos da la respuesta. En su primera carta a los Tesalonicenses, escrita en Corinto, dice: «Realmente, nuestra exhortación no procedía de error o de un motivo inconfesable; ni se funda en la astucia… Nuestras palabras nunca fueron discursos de adulación, como sabéis, ni fueron nunca pretexto de ambición. Dios es testigo de ello… Recordad, si no, hermanos, nuestros esfuerzos y fatigas: día y noche trabajando para no ser una carga para nadie, proclamamos entre vosotros el Evangelio de Dios. Vosotros sois testigos -y el mismo Dios lo es- de lo religiosa, seria e irreprochable que fue nuestra conducta para con vosotros, los creyentes» (1Te 2:3 ss).
Y en 1Co 9:4 ss dice: «¿Es que no tenemos derecho a comer y beber?… ¿O es que yo y Bernabé somos los únicos que no tenemos derecho para dejar el trabajo?… Si nosotros hemos sembrado para vosotros lo espiritual, ¿qué de extraño tiene que recojamos nosotros vuestros bienes materiales?… Sin embargo, no hemos usado de este derecho, sino que lo sobrellevamos todo, para no poner tropiezo alguno al Evangelio de Cristo.» Y en la segunda carta a los Corintios (11,7 ss) vuelve a hablar de esto con enardecimiento: «¿Cometí, acaso, un pecado rebajándome a mí mismo para que vosotros fuerais enaltecidos, porque os anuncié gratis el Evangelio de Dios?… Y en todo me guardé y me guardaré de seros gravoso…» En sus palabras de despedida a los presbíteros de Efeso (20,33 ss) extiende las manos hacia el grupo para decir: «PIata, ni oro, ni vestidos de nadie codicié. Vosotros mismos sabéis que a mis necesidades y a las de aquellos que estaban conmigo suministraron estas manos.»
Cierto que Pablo se dejó ayudar por las comunidades macedonias (2Co 11:9), sobre todo por su queridísima comunidad de Filipos (Flp 4:10 ss); pero, por lo demás, con la mayor fidelidad a su principio, se negó a recibir retribución por su servicio al Evangelio. Pablo conoce el derecho de los mensajeros de la fe a ser sustentados por las comunidades (1Co 9:4-14). Sin embargo, renunciando a este derecho quería mostrar que lo único que le importaba era el Evangelio, muy lejos de pensar en cuentas y cálculos humanos. Tal comportamiento era desusado, aun en los días de la primitiva Iglesia. Pero ¿no es cierto que del desinterés personal de los predicadores y ministros del Evangelio dimana la mayor eficacia sobre las personas que buscan la verdad? ¿Y no obraban con prudencia los rabinos judíos, que a sus discípulos les recomendaban que, juntamente con el estudio de la teología, se formasen para un oficio manual?
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21. Cf. también 18,18, donde igualmente se antepone el nombre de Priscila al de Aquilas.
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b) Fracaso con los judíos (Hch/18/04-06).
4 Disertaba en la sinagoga cada sábado, tratando de persuadir tanto a judíos como a griegos. 5 Cuando llegaron de Macedonia Silas y Timoteo, Pablo se consagró de lleno a la predicación, testificando a los judíos que Jesús era el Cristo. 6 Pero, como éstos le opusieran resistencia y respondieran con ultrajes, él les dijo sacudiéndose las vestiduras: Allá vuestra sangre sobre vuestras cabezas. Yo estoy limpio. Desde ahora me dirigiré a los gentiles.
En todos los lugares se mantiene Pablo fiel a la solicitud por su pueblo judío. Toma en serio la «gran tristeza y (el) profundo dolor incesante en mi corazón» ( Rom 9:2 ss). No le abandona la idea de «ser anatema, ser separado de Cristo, en bien de mis hermanos, los de mi raza según la carne». Sabe de la elección, de las «promesas» que lleva este pueblo consigo desde Abraham. No quiere comprender que este pueblo se vea preterido. No se deja quebrar por los muchos desengaños que le han procurado sus tentativas de misión entre los judíos. No obstante la persecución y los malos tratos en las ciudades de Asia Menor y de Macedonia, también en Corinto se encamina el sábado a la sinagoga y habla de Jesús, sin duda en los mismos términos en que había hablado anteriormente a los judíos en Antioquía de Pisidia (Rom 13:17-41).
Y una vez más vuelve a tropezar con incomprensión y oposición. Palabras duras e hirientes caen sobre él. Pablo sufre un amargo desengaño. Como en Antioquía (Rom 13:51) se había sacudido el polvo de los pies, así en Corinto se sacude las vestiduras y abandona la sinagoga a la suerte que ella misma había elegido. Sus palabras: «Allá vuestra sangre sobre vuestras cabezas» nos traen a la memoria a Pilato (Mat 27:24). Aunque hasta el fin de su vida pesará dolorosamente sobre él la solicitud por su pueblo, sin embargo en Corinto se reconoce exento de responsabilidad y se dirige con todas sus fuerzas al trabajo entre los gentiles. Cierto que nunca se desentiende de la pregunta por el sentido de historia de la salvación de este comportamiento del judaísmo, y en su interior comienza a recoger los pensamientos con que trata de profundizar e interpretar el camino tan diferente de los judíos y de los gentiles. En la carta a los Romanos (9-11) dará una profunda expresión teológica a sus reflexiones.
c) éxito entre los gentiles (Hch/18/07-11).
7 Y marchándose de allí, se fue a la casa de un tal Ticio Justo, temeroso de Dios, que vivía contiguo a la sinagoga. 8 Crispo, el jefe de la sinagoga, creyó en el Señor con toda su casa, y muchos de los oyentes corintios creían y se bautizaban. 9 Por la noche, en una visión, dijo el Señor a Pablo: No tengas miedo. Sigue hablando y no te calles; 10 que yo estoy contigo, y nadie osará hacerte daño, porque tengo yo en esta ciudad un pueblo numeroso. 11 Y se asentó allí durante un año y seis meses, enseñando entre ellos la palabra de Dios.
Estrechamente junto a la sinagoga se halla el nuevo ámbito que servirá de lugar de reunión para la predicación entre los gentiles. Ticio Justo era uno de los «temerosos de Dios», que, venidos de la gentilidad, buscaban en la religión judía la satisfacción de su ansia de verdad. Ahora, en la palabra de Pablo, se hallan con el mensaje de salvación. Incluso el jefe de la sinagoga se convirtió y se hizo cristiano. Las conversiones de personalidades destacadas han atraído en todos los tiempos la atención hacia la Iglesia y le han procurado seguidores. Aunque también sucede inversamente que la deserción de tales personas origina tanta más inquietud y penuria espiritual al pueblo de los creyentes. Cuán duro y descorazonador fuera el trabajo en Corinto lo dice de manera impresionante la sencilla noticia sobre la consoladora visión nocturna del Señor. Pablo experimenta de nuevo el encuentro con Cristo glorificado. Léase 22,18 ó 23,11. El Apóstol vive en total dependencia y unión con aquel que lo había llamado. Sus cartas dan testimonio de ello. «Llevando siempre y por todas partes, en el cuerpo, el estado de muerte que llevó Jesús, para que también la vida de Jesús se manifieste en nuestro cuerpo», dice en 2Co 4:10. Y en la misma carta (2Co 12:8) escribe en vista de los accesos de enfermedad que lo afligen: «Clamé al Señor tres veces que apartara de mí este aguijón. Pero él me dijo: Te basta mi gracia; pues mi poder se manifiesta en la flaqueza.»
Habría que ahondar atentamente las dos cartas a los Corintios para darse cuenta de la situación en que se halló Pablo en Corinto. En 1Co 1:26 ss leemos: «Fijaos, si no, hermanos, quiénes habéis sido llamados: no hay entre vosotros muchos sabios según la carne, ni muchos poderosos, ni muchos de noble cuna; todo lo contrario: lo que para el mundo es necio, lo escogió Dios para avergonzar a los sabios, y lo que para el mundo es débil, lo escogió Dios para avergonzar a lo fuerte, y lo plebeyo del mundo y lo despreciable, lo que no cuenta, Dios lo escogió para destruir lo que cuenta.» Y en 1Co 2:3 ss confiesa: «Me presenté ante vosotros débil y con mucho temor y temblor. Mi palabra y mi predicación no consistían en hábiles discursos de sabiduría, sino en demostración de espíritu y de poder; de suerte que vuestra fe se base, no en sabiduría de hombres, sino en el poder de Dios.»
Esta comunidad de Corinto era una gente que se ganaba pronto, pero que difícilmente se mantenía en cohesión. Esto lo advertirá quienquiera que lea atentamente las dos cartas. Probablemente, en las dos cartas que no se han conservado, quizá en la llamada «carta de las lágrimas» (2Co 2:3 s; 2Co 7:8), se leían cosas mucho más dolorosas. Se comprende que el Señor precisamente en Corinto quiera animar al Apóstol y le asegure que está con él y que le protegerá contra toda hostilidad. Si admiramos la obra de misión del Apóstol, aunque sólo sea por razón del esfuerzo físico que supone, no debemos olvidar que este Pablo, que sin duda estaba movido por una especial energía y fuerza de acción personal, en definitiva sólo pudo obrar como lo hizo porque una fuerza superior lo animaba y lo sostenía, a saber, la fuerza de aquel que le dijo: «No tengas miedo. Sigue hablando y no te calles; que yo estoy contigo.» Tales palabras nos traen a la memoria la vocación de los profetas del Antiguo Testamento (Isa 41:10 ss; Isa 45:5 ss), las palabras del Jesús prepascual y las del Cristo postpascual (Mat 14:27; Mat 17:7; Mat 28:16 ss). ¿Comprendemos nosotros que todos nuestros esfuerzos con vistas al mensaje de Cristo y a la realización del reino de Cristo sólo tienen sentido y efecto si está con nosotros aquel que a sus palabras de misión en Mateo asoció la promesa: «Mirad, yo estoy con vosotros todos los días hasta el final de los tiempos» (Mat 28:20)?
d) Ante el procónsul Galión (Hch/18/12-17).
12 Era entonces procónsul de Acaya Galión. Y amotinados los judíos contra Pablo, lo condujeron al tribunal, 13 diciendo: «Este tipo anda incitando a los hombres a dar culto a Dios en forma contraria a la ley. 14 Y cuando Pablo se disponía a hablar, dijo Galión a los judíos: «Si se tratara de aIgún crimen o mala fechoría, sería razonable, oh judíos, que me tomara la molestia de oíros; 15 pero, siendo cuestiones de palabras y de nombres, y de una ley que es la vuestra, allá vosotros veáis. Yo no quiero ser juez en estos asuntos.» 16 Y los despidió del tribunal. 17 Y echando mano todos a Sóstenes, el jefe de la sinagoga, lo golpeaban delante del tribunal, pero nada de esto le importaba a Galión.
Muy poco es lo que los Hechos de los apóstoles nos refieren de lo que Pablo hizo y experimentó «durante un año y seis meses» (18,11) que duró su primera estancia en Corinto. Sin embargo, el cuadro que aquí se nos pone ante los ojos, ilustra gráficamente la situación en que se hallaba.
Una vez más aparecen los judíos como los verdaderos contradictores. Debemos distinguir dos grupos de judíos. Como se echa de ver por 2Co 11:22, había un grupo de los llamados judaizantes dentro de la comunidad cristiana. Con ellos se ocupa la apasionada polémica en la carta mencionada (10-11). Pero en nuestro caso se trata de judíos que rechazaban y combatían con el mayor encarnizamiento eI mensaje cristiano de salvación, y en Corinto -como ya en las anteriores etapas de misión- dirigían sus tiros contra la persona de Pablo, estando como estaban convencidos de que era él el más poderoso y victorioso pregonero y guía de la Iglesia que se iba consolidando en la gentilidad.
Pablo es conducido ante el tribunal del procónsul romano Galión. De él dependía la provincia de Acaya. Fue el primer encuentro oficial entre el Apóstol y un destacado representante de Roma. Análogas escenas se repetirán en lo sucesivo. Interesan, en efecto, especialmente a la obra lucana. En Galión se enfrenta con el predicador del Evangelio un romano caballeroso, distinguido, que piensa con realismo. Según el testimonio de una inscripción hallada en Delfos, el procónsul estuvo en funciones los años 50-51 ó 51-52. Este testimonio es un sólido apoyo para la cronología de Pablo. Si tenemos en cuenta que Galión era hermano del filósofo romano Séneca, preceptor del emperador, nos resultará especialmente creíble su comportamiento recto y justo con el Apóstol. El año 65, Galión, con su hermano Séneca y otro hermano morirán victimas del capricho y de la crueldad de Nerón. Del mismo Nerón, pues, del que serán víctimas Pablo y Pedro. La acusación de los judíos parece ser deliberadamente ambigua. Echan en cara a Pablo la propaganda de un «culto a Dios en forma contraria a la ley». Los judíos piensan en su ley judía y en la doctrina de salvación del Apóstol dirigida contra esta ley. Esto se echa de ver fácilmente. Pero con su formulación parecen querer probar al romano un delito político. Es sabido que los judíos gozaban en el Imperio romano del status de una religio licita, es decir, de una religión permitida por la ley. Dado que las primeras comunidades cristianas estaban formadas principalmente por judíos, podían aplicarse también a sí mismas este privilegio. Es, sin embargo, obvio que los judíos ortodoxos trataran de discutir a los cristianos este derecho. Así, su acusación en Corinto iba encaminada a presentar al funcionario romano la ilegalidad de la doctrina predicada por Pablo. Una vez más, como en el proceso de Jesús, se transfiere una cuestión religiosa al plano de lo político. Galión descubre su juego. Sabe que para los acusadores se trata de cuestiones internas de los judíos. Puesto que él se refiere a «palabras y nombres», con los que él, en calidad de juez, no tiene nada que ver, se puede conjeturar que se trataba del enunciado fundamental de la predicación paulina y al mismo tiempo del reparo fundamental del judaísmo, la cuestión de si Jesús era el Mesías que aguardaba el judaísmo. La prueba de esto era para Pablo el punto capital de su predicación. Para los judíos era esto el escándalo capital.
¿Rechazó Galión la acusación de Jesús con mayor decisión que Pilato en el caso de Jesús? Sabemos por el Evangelio que Pilato se dio cuenta de los verdaderos motivos de los judíos y quería recusar su acusación contra Jesús. Pero, finalmente sucumbió a los ataques de la multitud. Habrá que reconocer que a un juez romano en Jerusalén se le creaba frente a los judíos un problema mucho más difícil que a un procónsul en Corinto. El jefe de la sinagoga, Sóstenes, fue golpeado ante los ojos de Galión. El texto no dice claramente si los agresores eran los griegos, quizá por sentimientos antijudíos, o si judíos helenistas querían expresar así esa decepción por el desenlace desfavorable del proceso. Tampoco sabemos si este Sóstenes es el mismo que en 1Co 1:1 se menciona como remitente juntamente con Pablo. Si lo era, habrá que suponer que poco después de este incidente se había incorporado a la Iglesia.
e) Regreso del segundo viaje (Hch/18/18-22).,
18 Pablo siguió viviendo allí todavía bastante tiempo hasta que se despidió de los hermanos y se embarcó hacia Siria, acompañado de Priscila y Aquilas, después de haberse rapado la cabeza en Céncreas, porque tenía hecho voto. 19 Llegaron a éfeso y los dejó allí. El, por su parte, entró en la sinagoga y se puso a hablar a los judíos. 20 Rogábanle ellos que se quedara más tiempo, pero no consintió; 21 sino que diciéndoles al despedirse: «Volveré a vosotros de nuevo, si Dios quiere», partió de éfeso. 22 Y llegado a Cesarea, después de subir y saludar a la Iglesia, descendió a Antioquía.
Nuevamente vemos en acción al diligente reportero Lucas. Enumera las etapas del viaje de regreso, y así hace que una empresa de suma importancia para el desarrollo de la Iglesia vuelva de nuevo al punto donde había tenido comienzo. Pablo se embarca en Céncreas, el puerto oriental de Corinto. Allí parece haber surgido una importante comunidad. En efecto, en Rom 16:1 se menciona a «Febe, nuestra hermana, que es diaconisa de la Iglesia de Céncreas».
Al lector podrá parecer curioso el detalle de que Pablo se rapó la cabeza en Céncreas. Se trataba de una usanza judía, de un voto religioso. En la ley mosaica (Num 6:2 ss) hallamos la siguiente prescripción: «Si uno hiciere el voto del nazireato, de consagrarse a Yahveh, se abstendrá de vino y de toda bebida embriagante…, durante todo el tiempo de su nazireato no comerá fruto alguno de la vid… Durante todo el tiempo de su voto de nazireo no pasará la navaja por su cabeza; hasta que se cumpla el tiempo por el que se consagró a Yahveh, será santo y dejará crecer libremente su cabellera.» Terminado el tiempo de la consagración, estaban prescritos sacrificios especiales en el templo de Jerusalén, sobre los que se dan instrucciones precisas en Num 6:13-21.
Pablo terminó por tanto en Céncreas un tiempo de consagración que se había impuesto por voto. Si tenemos presente con cuánta insistencia Pablo, en las cartas a los Gálatas y a los Romanos, declara ya fuera de vigor el orden establecido por la ley, no podemos menos de sorprendernos de que él mismo, ya cristiano, observe todavía una práctica que forma parte de la religiosidad de la ley. Cierto que después del tercer viaje misionero participará en los ritos de conclusión de votos de nazireato (Num 21:23), pero entonces se moverá más por consideraciones externas con los judíos de Jerusalén. Aquí, en cambio, da la sensación de obrar por motivos de devoción personal. ¿Está esto en contradicción con su Evangelio exento de la ley? No es de creer. Aun siendo cristiano, pudo Pablo tener por sagradas oraciones y prácticas religiosas, a condición de que no se las considerara como el verdadero y propio motivo y causa de la salvación. En este comportamiento se echa de ver que una acción practicada con sentimientos rectos no está en contradicción con la tesis paulina fundamental, según la cual no son las obras las que causan la justicia ante Dios, sino la fe en Cristo Jesús «independientemente de la ley» (cf. Rom 3:21 ss).
Leemos con interés que Priscila y Aquilas acompañan a Pablo hasta éfeso. Con esto se prepara lo que se va a referir en el relato siguiente. Pablo no se quedó en Efeso. Seguramente había encontrado allí una gran disposición para el Evangelio. La aprovechará en el tercer viaje, haciendo de esta ciudad durante cosa de tres años el centro de su actividad misionera. Llegó a Cesarea y luego «subió», sin duda a Jerusalén. Esto lo da a entender esta expresión, corriente para designar el camino hacia la ciudad santa, pero también la información que nos dice que sólo después «descendió a Antioquía». ¿Qué hace, pues, en Jerusalén? Parece obvio pensar en el sacrificio que estaba asociado a la conclusión del nazireato. ¿No es en cierto modo conmovedor ver a este hombre combativo, que en todo su itinerario misionero fue perseguido y maltratado por los judíos por razón de la ortodoxia judía, visitar ahora el santuario judío, para ofrecer allí sacrificios, movido por una necesidad interior? ¿No late aquí la idea de que, con toda la fidelidad interior al principio eclesial, se ha de conservar la generosidad para respetar y amar todo lo que puede manifestar reverencia para con Dios?
IV. TERCER VIAJE MISIONAL (18,23-21,14).
1. SOBRE LA ACTIVIDAD DE APOLO (Hch/18/23-28).
23 Pasado algún tiempo, se fue, atravesó por orden la región de Galacia y la Frigia, para fortalecer a todos los discípulos. 24 Cierto judío, por nombre Apolo, alejandrino de origen, hombre elocuente y versado en las Escrituras, llegó a éfeso. 25 Había sido iniciado en el Camino del Señor y, ardoroso de ánimo, hablaba y enseñaba cuidadosamente lo concerniente a Jesús, aunque sólo conocía el bautismo de Juan. 26 Comenzó, pues, a hablar con decisión en la sinagoga, como le oyeran Priscila y Aquilas, se lo llevaron consigo y le expusieron más cumplidamente el Camino de Dios. 27 Quería él pasar a Acaya, y los hermanos lo animaron y escribieron a los discípulos para que lo acogieran. Fue y aprovechó grandemente, mediante la gracia, a los que habían creído, 28 ya que con vehemencia refutaba públicamente a los judíos, demostrándoles por las Escrituras que Jesús era el Mesías.
Sorprendentemente se intercala aquí un entreacto en medio del relato que en general se refiere exclusivamente a Pablo. Aparece una figura extraña de fisonomía propia. Sólo en este lugar se habla de ella en los Hechos de los apóstoles. Sin embargo, este Apolo no es un extraño para Pablo. Por esto se explica que Lucas presente aquí su figura, entre el segundo y tercer viaje misionero. En la primera carta a los Corintios, escrita en éfeso durante el tercer viaje, hacia el año 55-56, o sea, después de la actividad de Apolo en Corinto, habla Pablo de éste. En la fecha de la carta, está Apolo en éfeso. En 16,12 se lee: «En cuanto al hermano Apolo, le rogué instantemente que fuera a vosotros con los hermanos; pero no quería en absoluto ir por ahora; irá cuando se le presente la ocasión.» ¿Volvería Apolo nuevamente a Corinto? ¿Tendría Pablo gran interés en que volviera allá una vez más? Si en aquella carta se compara el pasaje que hemos citado con lo que inmediatamente antes se ha dicho sobre Timoteo puede sentirse en las palabras de Pablo una cierta reserva. Parece que Pablo personalmente siente afecto por Apolo. Sin embargo, sabe también que la primera presencia de éste en Corinto no había sido provechosa para la comunidad. Cuando los Hechos de los apóstoles llaman a Apolo -formado en la escuela alejandrina, quizá por el célebre filósofo y teólogo judío Filón- «hombre elocuente y versado en las Escrituras», y hablan de que en Corinto «aprovechó grandemente, mediante la gracia», y de las victoriosas polémicas con los judíos corintios, seguramente también Pablo sería de este parecer.
Sin embargo, precisamente esta actividad de Apolo le causó verdaderas preocupaciones. Nos hallamos con un estado de cosas que está condicionado por el comportamiento humano, y concretamente por la reacción de ciertos círculos en la comunidad de Corintio. Sólo indirectamente podemos barruntarlo por los primeros capítulos de la primera carta a los Corintios. Pablo habla de «discordias» en la comunidad. «Me refiero a que cada uno de vosotros dice: «Yo soy de Pablo»; «Yo de Apolo»; «Yo de Cefas»; «Yo de Cristo»» (1Co 1:12). Las frases que siguen de 1Co 3:5 muestran que Pablo cita estos cuatro grupos para no referirse abiertamente a la tensión -única que hacía al caso- entre el partido de Pablo y el partido de Apolo. En efecto, allí se dice: «Pues ¿qué es Apolo? ¿Qué es Pablo? Unos servidores, por medio de los cuales abrazasteis la fe, y cada uno es según la gracia que le dio el Señor. Yo planté, Apolo regó; pero el crecimiento lo produjo Dios.» Y en 1Co 4:6 s leemos: «En atención a vosotros, hermanos, he aplicado estas cosas como ejemplo a mi propio caso y al de Apolo… a fin de que no os infléis de vanidad, tomado partido por uno contra otro. Pues, ¿quién te distingue de los demás? ¿Qué tienes que no hayas recibido? Y si lo has recibido, ¿por qué presumes como si no lo hubieras recibido?»
Impresiona ver con cuánto encarecimiento y profundidad muestra Pablo en sus exposiciones las verdaderas razones, a fin de retraer a los corintios de su reacción puramente humana y superficial frente a la actividad de Apolo e invitarlos a reflexionar sobre lo esencial del mensaje de salvación. Sin duda piensa en Apolo cuando escribe en 1Co 2:1 ss: «Yo, hermanos, cuando llegué a vosotros, no llegué anunciándoos el misterio de Dios con excelencia de palabra o de sabiduría; pues me propuse no saber entre vosotros otra cosa que a Jesucristo, y a éste, crucificado… Mi palabra y mi predicación no consistían en hábiles discursos de sabiduría, sino en demostración de espíritu y de poder, de suerte que vuestra fe se base, no en sabiduría de hombres, sino en el poder de Dios.»
Así, pensando en la carta a los Corintios, leemos con sentimientos especiales nuestro relato de los Hechos de los apóstoles. Los dos testimonios no se contradicen. La actividad de Apolo resulta provechosa «mediante la gracia», aun después de lo que dice Pablo. Pero la gran preocupación por la unidad y unanimidad de la Iglesia le fuerza a llamar la atención de los corintios sobre lo decisivo en la acción de uno que está al servicio del Evangelio. No tenemos la menor razón de suponer que entrara en juego desabrimiento personal y menos todavía envidias humanas. Cierto que tampoco Pablo estaba inmunizado contra las flaquezas humanas, como lo notamos aquí y allá en sus cartas. Sin embargo, el Apóstol se esforzaba honradamente por subordinar sus sentimientos personales a la solicitud por la causa de Cristo.
Con especial interés leemos que fueron Priscila y Aquilas los que, como fieles auxiliares de la misión cristiana primitiva, se cuidaron de la perfecta instrucción de Apolo en la fe. Se menciona a Priscila en primer lugar. Lucas sabe de la participación de la mujer en la obra de salvación de la Iglesia. Su Evangelio nos muestra con atención a la mujer entre los que acompañan y sirven a Jesús.
Podrá sorprendernos ver a Apolo presentarse como testigo del mensaje de Cristo, puesto que por el bautismo era todavía discípulo de Juan. Esto es un ejemplo del amplio movimiento que había desencadenado el predicador de penitencia en el Jordán. En Alejandría, patria de Apolo, parecen haberse formado comunidades del Bautista, como también en éeso, de las que se habla en el relato que sigue (1Co 19:1 ss). Parece que todavía pasó algún tiempo hasta que el culto que se tributaba al Bautista se puso en la debida relación con la fe en Cristo. Quien lee con atención los cuatro Evangelios siente en el diseño de la figura del Bautista un empeño claro en mostrar la persona y el significado de éste en relación de servicio a la persona y a la obra de Jesús.
Fuente: El Nuevo Testamento y su Mensaje
— Corinto: Capital administrativa de la provincia romana de Acaya, que abarcaba el centro y el sur de la actual Grecia. Era Corinto una ciudad muy populosa, célebre por su actividad comercial y por la corrupción moral que reinaba en ella. (Ver Introducción a la primera carta a los Corintios).
Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana
Pablo en Corinto. 1-3 En Corinto, Pablo encontró a algunas personas que llegarían a ser sus amigos por el resto de la vida, o sea Aquilas y Priscila (ver Rom. 16:3 y 2 Tim. 4:19, donde se da el lugar más prominente a Priscila, como en 18:18, 19). Tenían mucho en común con Pablo: eran visitantes en Corinto, así como fabricantes de tiendas por oficio y probablemente ya eran cristianos cuando Pablo los encontró. 4-8 Como era su costumbre (ver sobre 13:46), Pablo predicó primero en la sinagoga, tanto a los judíos como a los gentiles que se interesaban. Aunque algunos judíos creyeron (en este caso, Crispo, el principal de la sinagoga y toda su familia), cuando la congregación como conjunto rechazó el mensaje, Pablo sacudió sus vestidos (lo que equivalía a sacudirse el polvo de los pies; ver sobre 13:51) y se alejó de ellos con las palabras: De aquí en adelante iré a los gentiles (pero ver sobre 18:19). Tito Justo era posiblemente uno de los griegos interesados en la religión judía que Pablo encontró en la sinagoga.
9-11 A pesar de la presencia de amigos en la ciudad, la estadía en Corinto habría de ser un tiempo de mucha prueba para Pablo y el Señor le habló por medio de una visión dándole palabras de aliento. 12 Cuando llegó efectivamente el ataque, fue delante del tribual de Galión. Sin embargo, como el Señor había prometido, Pablo no recibió daño alguno en consecuencia. 13-15 La acusación y la decisión indican el estado precario en que se encontraban los cristianos en relación con la ley romana. El judaísmo era una religión permitida y, si el cristianismo era una secta judía, como Galión pareció dar a entender, entonces era permitido y aun protegido bajo la ley romana. Pero si era una religión separada, sería necesaria una mayor investigación y sus miembros no recibirían los beneficios como la libertad religiosa. Aunque el incidente no llegó a nada, significó un precedente que fue muy favorable para Pablo y los cristianos: no tenían nada que temer de una audiencia ante tribunales romanos.17 La persecución sin base era un problema serio en el mundo romano de entonces y durante la vida de Pablo se emitieron leyes para desalentar la práctica de acusar a los enemigos a fin de que estuvieran encerrados por un tiempo cuando no había verdadera causa en su contra.
Fuente: Nuevo Comentario Bíblico Siglo Veintiuno
18.1 Corinto fue un centro político y comercial de Grecia, superando a Atenas en importancia. Era famosa por su maldad e inmoralidad. Un templo a Afrodita, diosa del amor y de la guerra, se construyó en la empinada roca de forma plana en la parte superior que dominaba la ciudad. En esta religión popular, la gente adoraba a la divinidad dando dinero al templo y participando en actos sexuales con hombres y mujeres que se prostituían en el templo. Pablo vio en Corinto un desafío y una gran oportunidad para su ministerio. Más tarde escribió una serie de cartas a los corintios ocupándose sobre todo de los problemas de inmoralidad. Primera y segunda de Corintios son dos de dichas cartas.MINISTERIO EN CORINTO Y EFESO : Pablo salió de Atenas y fue a Corinto, uno de los más grandes centros comerciales del imperio, localizado en el istmo que ofrecía una ruta directa entre los mares Egeo y Adriático. Cuando abandonó el puerto de Corinto rumbo a Cencrea, visitó Efeso. Luego viajó a Cesarea, de donde pasó a Jerusalén para dar informes relacionados con su viaje antes de volver a Antioquía.18.2, 3 Cada muchacho judío aprendía un oficio y procuraba vivir de sus ingresos. Pablo y Aquila se prepararon en la fabricación de tiendas o carpas, cortando y cosiendo paños tejidos con pelo de cabra. Los soldados usaron muchas tiendas, de manera que estas se vendieron a la armada romana. Como fabricante de tiendas, Pablo pudo ir a cualquier lugar que Dios le indicara, llevando su fuente de ingresos consigo. Las palabras «hacer tiendas» en griego también se usó para referirse al que trabajaba con cuero.18.6 Pablo dijo a los judíos que había hecho todo lo que estaba a su alcance por ellos. Debido a que rechazaban a Jesús como su Mesías, iría a los gentiles que serían más receptivos.18.10 En una visión, Cristo le dijo a Pablo que El tenía mucho pueblo en Corinto. Algunas veces nos sentimos solos o aislados, en especial cuando vemos la maldad a nuestro alrededor y cuando nos persiguen por la fe. Por lo general, sin embargo, hay otros en el vecindario o en la comunidad que también siguen a Cristo. Pídale a Dios que los guíe a ellos.18.10, 11 Otros que se convirtieron en cristianos en Corinto fueron Febe (Rom 16:1 : Cencrea fue un puerto de la ciudad de Corinto), Tercio (Rom 16:22), Erasto (Rom 16:23), Cuarto (Rom 16:23), Cloé (1Co 1:11), Gayo (1Co 1:14), Estéfanas y su familia (1Co 16:15), Fortunato (1Co 16:17) y Acaico (1Co 16:17).18.11 Durante el año y medio que Pablo estuvo en la perversa Corinto, estableció una iglesia allí y escribió dos cartas a los creyentes en Tesalónica (1 y 2 Tesalonicenses). A pesar de que estuvo poco tiempo en Tesalónica (17.1-15), elogia a los creyentes por sus obras de amor, fe firme y esperanza resuelta. Al mismo tiempo que los exhorta a alejarse de la inmoralidad, se ocupa de temas como la salvación, el sufrimiento y la Segunda Venida de Jesucristo. Les dijo que debían continuar trabajando ardientemente mientras esperaban el regreso de Cristo.18.12 Galión fue procónsul de Acaya y hermano del filósofo Séneca. Llegó al poder en 51-52 d.C.18.13 A Pablo lo culparon de promover una religión que la ley romana no aprobó. Este cargo significaba traición. Pablo no persuadía a la gente a obedecer a un rey humano, diferente al César (véase 17.7), ni hablaba en contra del Imperio Romano. En cambio hablaba del reino eterno de Jesucristo.18.14-16 Esta fue una decisión judicial importante para esparcir el evangelio en el Imperio Romano. El judaísmo fue una religión reconocida bajo las leyes romanas. A medida que los cristianos eran vistos como parte del judaísmo, el tribunal rehusaba escuchar los cargos traídos en contra de ellos. Si decían ser de una nueva religión, al gobierno le era fácil ponerlos fuera de la ley. Tal es así que Galión dijo: «No entiendo toda la terminología ni los sutiles puntos teológicos. Manejen el asunto ustedes y no me causen más molestias».18.17 Crispo fue principal de la sinagoga, pero él y su familia se convirtieron y se unieron a los cristianos (18.8). A Sóstenes lo eligieron para ocupar su lugar. El populacho quizás era de griegos que desahogaron sus sentimientos en contra de los judíos debido al disturbio. O a lo mejor eran judíos los que golpearon a Sóstenes porque perdió el caso y dejó la sinagoga peor de lo que estaba. En 1Co 1:1 se menciona un Sóstenes y muchos creen que fue el mismo que con el tiempo se convirtió y fue compañero de Pablo.18.18 Este quizás fue un voto de nazareato temporal, promesa que terminaba con el corte de cabello y ofreciéndolo en sacrificio (Num 6:18).18.22 Este versículo marca el final del segundo viaje misionero de Pablo y el comienzo del tercero, el cual terminó entre el 53 y 57 d.C. Dejando la iglesia de Antioquía (residencia base), Pablo se dirigió a Efeso y en el camino volvió a visitar las iglesias en Galacia y Frigia (18.23). El centro de este viaje fue una estadía prolongada (dos a tres años) en Efeso. Antes de volver a Jerusalén visitó también creyentes en Macedonia y Grecia.18.25, 26 Apolos había escuchado solamente lo que Juan el Bautista dijo acerca de Jesús (véase Luk 3:1-18), de manera que el mensaje no era la historia completa. Juan enfocó el arrepentimiento del pecado, el primer paso a la fe en Cristo. Apolos no sabía acerca de la vida, crucifixión y resurrección de Cristo, menos aún de la venida del Espíritu Santo. Aquila y Priscila le explicaron esto.18.27, 28 No toda la obra del ministro o misionero es ingrata, fastidiosa ni sufrida. El capítulo 18 es triunfante, muestra victorias en ciudades clave y el aumento de nuevos líderes a la iglesia, tales como Priscila, Aquila y Apolos. Regocíjese en las victorias que Cristo nos da y no permita que las dificultades creen pensamientos negativos.18.27, 28 Apolos era de Alejandría, Egipto, la segunda ciudad más grande del Imperio Romano, poseía una gran universidad. Fue un estudiante, orador y polemista, y después de saber más acerca de Cristo era más completo, Dios usó grandemente estos dones para fortalecer y animar a la iglesia. La razón es una llave poderosa en buenas manos y situaciones. Apolos la usó para convencer a muchos griegos de la verdad del evangelio. Usted no tiene que anularse cuando recibe a Cristo. Si tiene alguna habilidad, úsela para atraer a otros a Dios.18.27, 28 No toda la obra del ministro o misionero es ingrata, fastidiosa ni sufrida. El capítulo 18 es triunfante, muestra victorias en ciudades clave y el aumento de nuevos líderes a la iglesia, tales como Priscila, Aquila y Apolos. Regocíjese en las victorias que Cristo nos da y no permita que las dificultades creen pensamientos negativos.
Fuente: Comentarios de la Biblia del Diario Vivir
Corinto. Ciudad de Acaya, a unos 80 km al oeste de Atenas. Era considerada un lugar de diversión sensual.
Fuente: La Biblia de las Américas
Corinto. Véase la Introducción a 1 Corintios.
Fuente: Biblia de Estudio Anotada por Ryrie
96 (iv) Pablo en Corinto (18,1-17). Este relato presenta una detallada y fidedigna información sobre una de las misiones más importantes de Pablo, aunque no dice nada sobre los acontecimientos que se evocarían posteriormente en los reproches y las duras críticas de 1-2 Cor (cf. Bornkamm, Paul [→ 97 infra] 68). Su llegada a esta ciudad portuaria, próspera y étnicamente diversa, capital de la provincia romana de Acaya (el Peloponeso), puede fecharse en el 51 d.C. (→ Pablo, →79:9; una opinión diferente en Lüdemann, Paul [→ 11 supra] 155-77; → 1 Corintios, 49:8). 2. Áquila: Aunque se dice que es judío, el contexto (v. 18) y los datos de las cartas (1 Cor 16,19; Rom 16,3) indican que tanto él como su mujer Priscila (a la que Pablo llama «Prisca») eran ya cristianos, que habían huido de Roma y residían temporalmente en Corinto. En las cartas no se dice que hubieran sido convertidos por Pablo (cf. 1 Cor 1,14-16; 16,15). decreto de Claudio: Promulgado en el año 49 d.C. (→ Pablo, 79:10). 3. fabricantes de tiendas: cf. R. F. Hock, The Social Context of Paul’s Ministry (Filadelfia 1980). Este dato podría proceder directamente del cuaderno de notas que suministró a Lucas la mejor información sobre los viajes de Pablo (así Roloff, Schneider, Weiser). en la sinagoga: cf. comentario sobre 13,14. 5. Silas y Timoteo: Es en este momento cuando se incorporan a la misión (cf. 17,14-15). dando testimonio ante los judíos: El sumario de este testimonio (cf. 9,22; 17,3; 18,28; 28,31), junto con la reacción judía (13,45) y la réplica profética de Pablo (13,46.51; 20,26), ponen de manifiesto su carácter de estribillo, que procede de la redacción lucana (Weiser, Apg. 485). 6. vuestra sangre recaiga sobre vuestra cabeza: Expresión de una ley sagrada (Jue 9,24; 2 Sm 1,16), según la cual las consecuencias de una acción recaen sobre quien la realiza. 7-8. Los nombres, por lo menos, proceden de la tradición local, pero, tal vez, no así la excesiva generalización relacionada con Crispo (cf. 1 Cor 1,14) de la que nos informa el v. 10b. 9-10. La visión en sueños del Señor exaltado (cf. 16,9) es la pieza central del relato de Corinto en el se desarrolla una intensificación, cuidadosamente planificada, de la acción hasta su culminación en la victoria de Pablo ante Galión (vv. 14-16; cf. Haenchen, Acts 537-41). La visión transmite la interpretación lucana de esta misión trascendental y confirma su brillante éxito (v. 8), haciéndolo derivar de la activa presencia del Kyrios. 10. pueblo: laos, la denominación sagrada de Israel se utiliza ahora en el amplio sentido que ya se le dio en 15,14. 11. un año y medio: Los años 51-52 d.C. (→ Pablo, 79:9). La visión nos ayuda a comprender esta prolongada estancia en medio de una fuerte oposición. 12-17. Pablo es acusado ante el procónsul Galión, hermano mayor del filósofo Séneca (→ Pablo, 79:9). El v. 18 indica que este suceso ocurrió al final de la estancia de Pablo en la ciudad, lo que nos muestra cómo se ha abreviado este período en el relato lucano. El relato de la derrota de los acusadores judíos, con su fuerte colorido local y su tono burlesco, fue, probablemente, transmitido por la Iglesia local para recordar sus orígenes (Roloff, Apg. 269). No hay razones para poner en duda la intervención de Pablo en este episodio (no obstante Lüdemann, Paul [→11 supra] 160-61). 12. ante el tribunal: El bema, o tribuna monumental, que se ha descubierto recientemente y está expuesto en las ruinas del ágora corintia, puede ser la estructura que utilizó Galión (cf. J. Murphy-O’Connor, St. Paul’s Corinth [GNS 6, Wilmington 1983] 28.141). 13. en contra de la ley: La acusación es deliberadamente ambigua, pues no se específica cuál era la ley que se había violado. Si fue así, el procónsul no iba por mal camino. 14. Galión dijo a los judíos: Adelantándose a la propia defensa que Pablo haría de sí mismo, Galión actúa de la forma que Lucas consideraba modélica para los funcionarios públicos que se veían envueltos en controversias entre judíos y cristianos. Los cargos públicos no debían preocuparse de la ley religiosa sino de las acciones negativas contra el Estado, y de esto no podía acusarse al predicador cristiano (Lüdemann, Paul [→11 supra] 158). De nuevo nos encontramos en este punto con la parte apologética de la historiografía de Hechos (cf. 16,37-39), que será ampliamente desarrollada en los relatos de los procesos de Pablo en los caps. 21-26. 17. Sostenes: Al parecer, una turba gentil carga contra los judíos y «los golpes recaen sobre aquel que golpea» (Conzelmann). Nada indica que se trate del personaje de 1 Cor 1,1.
97 (d) Regreso a Antioquía y resumen de los viajes (18,18-23). Con una secuencia trepidante se nos hace regresar a Siria por Éfeso, y rápidamente, de forma precipitada, Pablo se encuentra de nuevo en Asia. El relato de cada parada es extremadamente breve, y la demarcación de un «tercer viaje misionero», presentado en el v. 23, no se desarrolla en una sección específica del texto (→ 86 supra; pero → Pablo, 79;28.40-45). El v. 22 y el voto de nazireato (v. 18; Nm 6,13-20) indican que el viaje de Pablo hacia Siria tenía como destino Jerusalén, aunque nunca se mencione la ciudad ni Pablo diga en sus propios escritos que hubiera hecho una visita especial en medio de las de los caps. 15 y 21 (Weiser, Apg. 501). La mayoría de los especialistas está de acuerdo en que Lucas ha tomado esta secuencia de viajes de su fuente paulina, pero la «subida» de peregrinación en el v. 22 se debe, probablemente, a la propia concentración lucana en el vínculo de Pablo con la Iglesia madre (no obstante Lüdemann, Paul 141-57). 18. Priscila y Áquila: Su viaje a Éfeso está atestiguado por 1 Cor 16,19, una carta que escribió desde allí. Cencreas: Puerto marítimo de Corinto (cf. Rom 16,1). voto: Según la ley del nazireato con respecto a la consagración personal, el corte del pelo crecido durante el período del voto tenía que realizarse durante un ritual celebrado en el templo (Nm 6,1-21). Nos sorprendemos de que, al mismo tiempo que Lucas presenta a Pablo como un fiel devoto de la ley mosaica, deje aparecer su desconocimiento de la forma en que se realizaba este ritual (cf. 21,23-26). 19. Efeso: Capital de la provincia romana de Asia, residencia del procónsul y ciudad comercial de gran importancia. Fue un asentamiento griego (Ionian) que mantuvo, durante el dominio romano, su papel estratégico como el punto de térmiM en el Egeo de la vía principal que, desde el Éufrates, cruzaba toda la baja Asia. Este brevísimo epítome de la primera actividad de Pablo en Éfeso (w. 19b-21a) salvaguarda su misión de fundación frente a la de Apolo (vv. 24-27), al tiempo que la promesa del retorno anticipa el cap. 19, donde se contará su extensa estancia en la ciudad (19,10; 20,31). 22. Cesarea: ¿Por qué desembarcó en este puerto (cf. 10,1) si el destino era Antioquía (cf. 13,4)? Quizá por unos vientos desfavorables (Haenchen), pero lo más probable es que de este modo se indicaba el destino diferente (Conzelmann). subió: El ptc. indeterminado puede solamente referirse a la peregrinación a la elevada Jerusalén (11,2; 15,2; 21,15; 24,11; 25,1.9), desde donde se «baja» a todos sitios (8,5; 9,32). 23. una tras otra: Lit., «por orden» (cf. Lc 1,3), es decir, a través de la región que se describe en 16,6-8.
(Bornkamm, G., Paul [Nueva York 1971] 43-77. Lüdemann, Paul [→ 11 supra] 141-77.) 98 (e) Misión en Éfeso (18,24-19,40).
(i) Ministerio de Apolo (18,24-28). Esta serie de episodios unidos por su vinculación con Éfeso comienza con uno que perturba potencialmente el orden lucano. Asumiendo que originalmente contaba una misión en Éfeso anterior a la de Pablo (contra v. 19; así Conzelmann, Schneider), vemos que Lucas lo utiliza para mostrar cómo los movimientos surgidos al margen de su historia lineal se integran en la misión trazada por los apóstoles (cf. 6,1-6; 8.14-17). Esta visión une el episodio de Apolo con el que le sigue (19,1-7). 24. Apolo: Su erudición es digna de su lugar de procedencia, es decir, de Alejandría, que era el principal centro de cultura judía en la diáspora (→ Geografía bíblica, 73:25). No aparece ningún signo de la rivalidad con Pablo que nos sugiere 1 Cor 3,4-11; 4,6. 25. el camino del Señor: Lucas, o su fuente (así Roloff, Apg. 279), entendió que Apolo ya «enseñaba» (Lc 1,4) como un maestro cristiano, con fervor de espíritu: A pesar incluso de que sólo conocía el bautismo de Juan y sólo le faltaba dar un pequeño paso para el bautismo en el Espíritu (1,5; 19,2-3). ¿Indica esto que había sido discípulo de Juan (Roloff)? En todo caso, Lucas no subordina su «Espíritu» a la institución (cf. comentario sobre 8,14-17; 10,47). 26. con mayor precisión: Esta celosa pareja constituye su nexo Pablo y le da legitimidad histórica. Lucas no podía permitir que Apolo apareciese como un maestro cristiano autorizado hasta haberlo integrado, de alguna forma, en la comunión apostólica (Kásemann, ENTT 147). Sin embargo, no pudo informarnos de que este célebre misionero se bautizara de nuevo (cf. 19,5). 27. Acaya: Anticipación de su «edificación sobre» la obra de Pablo en Corinto (1 Cor 3,10). 28. Cf. 18,5; su kerigma está ya al unísono con el de Pablo.
Fuente: Nuevo Comentario Biblico San Jeronimo
cosas… TR añade Pablo.
Fuente: Biblia Textual IV Edición
El TR inserta Pablo.
Fuente: La Biblia Textual III Edición
[1] Fabricantes de tallilot, o mantós de oración.
[2] Las dos casas en la sinagoga.
[3] YHWH ya tenía a muchos de Su pueblo allí aún antes de que las Buenas Nuevas fueran proclamadas, indicando comunidades de creyentes Efrayimitas y Judíos Hellenistas.
[4] Pablo claramente estaba enseñando el verdadero Nombre de YHWH, y los Judíos de Corintios se “alborotaron” como hoy en día muchos de los hermanos Judíos reacciónan. Lo arrastraron ante los gobernantes, a causa del uso de el Nombre verdadero y también las Buenas Nuevas.
[5] Peshitta.
[6] Pablo mantuvo,y enseñó a otros como guardar, las fiestas.
[3] 1 Cor 4, 12; 1 Tes 2, 9.
Fuente: Escrituras del Nombre Verdadero
Fuente: Notas Torres Amat