Comentario de Hechos 1:9 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia
Después de decir esto, y mientras ellos le veían, él fue elevado; y una nube le recibió ocultándole de sus ojos.
1:9 — Y habiendo dicho estas cosas, — las cosas mencionadas en Hch 1:4-8, la Gran Comisión y la respuesta a su pregunta acerca del reino y la promesa del poder. «Y los sacó fuera hasta Betania, y alzando sus manos, los bendijo. Y aconteció que bendiciéndolos, se separó de ellos, y fue llevado arriba al cielo» (Luc 24:50-51). El último acto de Jesucristo aquí en la tierra fue bendecir a sus apóstoles.Fuente: Comentario al Nuevo Testamento por Partain
habiendo dicho estas cosas. Hch 1:2; Sal 68:18; Mar 16:19; Luc 24:50, Luc 24:51; Jua 6:62; Efe 4:8-12.
una nube le recibió. Éxo 19:9; Éxo 34:5; Isa 19:1; Dan 7:13; Luc 21:27; Apo 1:7; Apo 11:12; Apo 14:4.
Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico
Jesús nos promete que nunca nos abandonará ni nos olvidará. Siempre estará con nosotros hasta el final del mundo (Mat 28:20; Jua 14:18). Él cumple esta promesa en la forma del Espíritu Santo que está con los creyentes (Jua 16:4-7).
fue alzado … le recibió una nube … él se iba: Estas tres oraciones ilustran la partida majestuosa y gradual de Jesús desde la tierra. La ascensión cuenta con poco espacio en los registros del evangelio. Pero está acomodada de tal manera que aparece al principio de Hechos cuando se preparan para el día de Pentecostés, el cumpleaños de la Iglesia, la que está fundada sobre la muerte, la resurrección y la ascensión de su Cabeza exaltada hasta la diestra del Padre. Cristo dijo que el Espíritu Santo no llegaría hasta su partida (Jua 16:7), por lo que Hechos nos muestra la ascensión de Cristo en el capítulo Hch 1:1-26 y la venida del Espíritu en el capítulo Hch 2:1-47 como una yuxtaposición de la una con la otra.
así vendrá: La segunda venida de Cristo y el establecimiento de su Reino (vv. Hch 1:6, Hch 1:7) ocurrirán de la misma manera en que ascendió: física y visiblemente en medio de las nubes.
Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe
alzado. Vea la nota sobre el v.Hch 1:2. Dios el Padre transportó a Jesús en su cuerpo resucitado, de este mundo al lugar que merece a la diestra del Padre (Luc 24:51; cp. Hch 2:33; Jua 17:1-6). una nube. Esta fue una manifestación visible de que la gloria de Dios estuvo presente mientras los apóstoles contemplaban la ascensión. Para algunos de ellos esta no era la primera vez que eran testigos oculares de la gloria divina (Mar 9:26), y tampoco será la última vez que Jesús esté rodeado de nubes (Mar 13:26; Mar 14:62; vea la nota sobre Apo 1:7).
Fuente: Biblia de Estudio MacArthur
1:9 — Y habiendo dicho estas cosas, — las cosas mencionadas en Hch 1:4-8, la Gran Comisión y la respuesta a su pregunta acerca del reino y la promesa del poder. «Y los sacó fuera hasta Betania, y alzando sus manos, los bendijo. Y aconteció que bendiciéndolos, se separó de ellos, y fue llevado arriba al cielo» (Luc 24:50-51). El último acto de Jesucristo aquí en la tierra fue bendecir a sus apóstoles.
En Hch 1:9-11 Lucas suplementa lo que dice en Luc 24:50-51. Nos da información adicional acerca de este evento sobrenatural.
— viéndolo ellos, — Los apóstoles fueron testigos de la ascensión de Cristo. No desapareció en la noche — ni secretamente — sino que ascendió al cielo ante los ojos de los apóstoles. Si Jesús hubiera desaparecido secretamente, esto habría causado confusión y mucho desaliento para los apóstoles, pero al verlo ascender, no les quedó ninguna duda en cuanto a dónde estaba.
Los apóstoles no fueron testigos oculares del acto mismo de la resurrección, es decir, no estuvieron presentes cuando El salió del sepulcro, pero sí fueron testigos de la resurrección porque Jesús les apareció varias veces después de resucitar. Sin embargo, era necesario que ellos fueran testigos oculares de la ascensión. De esta manera podían testificar que habían visto la ascensión. Cuando Jesús ascendió, estaban «viéndolo». Compárese 2Re 2:10; 2Re 2:12, «y viéndolo Eliseo». Podían decir dónde estaba Jesús.
— fue alzado, y le recibió una nube que le ocultó de sus ojos. La entrada de Cristo en el mundo fue un milagro, (Mat 1:18-25) y su salida del mundo fue otro milagro. Jesús había indicado a sus discípulos que iba a ascender al cielo. «¿Pues qué, si viereis al Hijo del Hombre subir adonde estaba primero?» (Jua 6:62); «os conviene que yo me vaya; porque si no me fuese, el Consolador no vendría a vosotros; mas si me fuere, os lo enviaré» (Jua 16:7); «No me toques, porque aún no he subido a mi Padre» (Jua 20:17), es decir, «no me agarres» para detenerme. (No prohibió que las mujeres le tocaran para adorarle: «abrazaron sus pies, y le adoraron», Mat 28:9).
La ascensión marca el fin del ministerio personal de Jesús en la tierra. «Después de haber padecido, se presentó vivo con muchas pruebas indubitables, apareciéndoseles durante cuarenta días», pero después de aparecerles en esta ocasión, ya no volvieron a verlo en la tierra.
Fuente: Notas Reeves-Partain
LA GLORIA DE LA DESPEDIDA Y LA DEL REGRESO
Hechos 1:9-11
Después de decirles eso, vieron con sus propios ojos cómo era elevado hasta que una nube le ocultó de su vista. Mientras ellos seguían con los ojos fijos en el cielo viendo cómo se iba, fijaos: se les aparecieron dos varones vestidos de blanco, que les dijeron:
-¡Galileos! ¿Por qué os quedáis ahí mirando al cielo? Este mismísimo Jesús que se os ha arrebatado así para ir al Cielo, va a volver exactamente igual que le habéis visto irse al Cielo.
Este breve pasaje nos coloca cara a cara con dos de las ideas más difíciles del Nuevo Testamento:
(i) Primero, nos cuenta la historia de la Ascensión. Lucas es el único que nos la cuenta, y dos veces: en el Evangelio, capítulo 24, versículos 50 a 53, y aquí. Ahora bien: la Ascen- sión no es algo que tengamos motivos para dudar. Era absolutamente necesaria por dos razones:
(a) La primera es que era necesario que hubiera un momento final en el que Jesús volviera a la gloria que era suya. Los cuarenta días de las apariciones después de la Resurrección se habían cumplido. Podemos comprender que aquel tiempo especialísimo no podía prolongarse indefinidamente. Tenía que haber un final definitivo. Habría sido mucho peor el que las apariciones del Señor Resucitado hubieran ido desapareciendo paulatinamente hasta, permitidme la expresión, quedar en nada. Era necesario que, como Jesús había entrado en el mundo en un momento determinado, también saliera de la misma manera.
(b) La segunda razón es que debemos trasladarnos con la imaginación al tiempo en que esto sucedió. Hoy en día sería correcto decir que no consideramos que el Cielo esté en algún lugar más allá de la atmósfera de la Tierra; más bien lo concebimos como un estado de bendición cuando estaremos ya para siempre con el Señor. Pero esto sucedió ya va para dos mil años, cuando se creía que la Tierra era plana, y que había un lugar al que llamaban el Cielo, que estaba allá arriba. Si Jesús quería dar a sus seguidores una prueba irrefutable de que había vuelto a su gloria, la Ascensión era absolutamente necesaria. Pero debemos notar una cosa: cuando Lucas nos cuenta este suceso al final de su Evangelio, añade que los discípulos «se volvieron a Jerusalén rebosando de alegría» (Lc 24:52 ). A pesar de la Ascensión -o, mejor dicho, a causa de ella—, los discípulos estaban seguros de que Jesús no los había dejado solos, sino que estaba con ellos para siempre.
(ii) Pero, en segundo lugar, este pasaje nos anuncia la Segunda Venida. Sobre este tema tenemos que recordar dos cosas:
(a) La primera es que es insensato e inútil especular sobre cuándo y cómo va a suceder, porque el mismo Jesús dijo cuando estaba en la Tierra que ni siquiera Él sabía el día y la hora en que vendría el Hijo del Hombre (Mr 13:32 ).
(b) La segunda es que es parte integrante del Evangelio que Dios tiene un propósito para la humanidad y para el mundo. Estamos convencidos de que la Historia no es un conjunto caótico de casualidades que no van a ninguna parte. Estamos convencidos de que toda la creación se mueve hacia un clímax divino. Y estamos convencidos de que, cuando llegue esa culminación, Jesucristo será el indiscutible Juez y Señor de todo.
La Segunda Venida no es un tema de especulación o de curiosidad morbosa. Es una llamada a esforzarnos para que llegue ese Día, y para que nos halle preparados.
Fuente: Comentario al Nuevo Testamento
Éxo 13:21-22; Dan 7:13; (ver 2Re 2:9-13); Mat 17:5 y par.; Mat 24:30 y par.; Mat 26:64 y par.; Mar 16:19; Luc 24:51.
Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana
REFERENCIAS CRUZADAS
q 17 Jua 6:62
r 18 Luc 24:51
Fuente: Traducción del Nuevo Mundo
una nube. Con frecuencia la nube representaba la gloria de Dios (cp. Ex 40:34; 1 R 8:10; Mt 17:5).
Fuente: La Biblia de las Américas
fue alzado… → Luc 24:51.
Fuente: Biblia Textual IV Edición
g Luc 24:50-51.