Biblia

Comentario de Hechos 20:33 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia

Comentario de Hechos 20:33 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia

“No he codiciado ni la plata ni el oro ni el vestido de nadie.

20:33, 34

— Ni plata ni oro ni vestido de nadie he codiciado. — Compárense 2Co 7:2; 2Co 12:17-18. «No busco lo vuestro, sino a vosotros» (2Co 12:14). Compárese 1Sa 12:3-5 (hay semejanza entre las palabras de Samuel y las de Pablo). Una de las diferencias principales entre los fieles (como Pablo) y los lobos rapaces será su actitud hacia la ganancia material. Falsos obreros son egoístas y casi siempre muy materialistas. La riqueza de aquellos tiempos consistía principalmente en estas tres cosas (compárense Gén 24:53; 2Re 5:5). Pablo no recibió pago monetario de ellos, y no codiciaba sus cosas materiales. Otra vez habló de su propio ejemplo para que ellos lo siguieran. «Los ancianos que gobiernan bien, sean tenidos por dignos de doble honor, mayormente los que trabajan en predicar y enseñar. Pues la Escritura dice: No pondrás bozal al buey que trilla; y: Digno es el obrero de su salario» (1Ti 5:17-18), pero en esto (como en el salario del evangelista) hay peligros. «El obispo» no debe ser «codicioso de ganancias deshonestas… no avaro» (1Ti 3:3; Tit 1:7) y el dinero puede corromper el trabajo del anciano como puede corromper el trabajo del evangelista. Jesús fuertemente denuncia al «asalariado» (Jua 10:12-13) porque éste no ama el rebaño sino solamente a sí mismo: «el asalariado huye, porque es asalariado, y no le importan las ovejas». El pensamiento principal aquí

— tanto para ancianos como para evangelistas — es que tengamos la actitud humilde de servidores (la actitud de Jesús), y no la actitud de los que quieren ser servidos (Mat 20:28).

— Antes vosotros sabéis que para lo que me ha sido necesario a mí y a los que están conmigo, estas manos (al leer esto podemos imaginar el gesto de Pablo de levantar las manos delante de los ojos de ellos) me han servido. — Pablo no tenía que depender de estas manos, porque era hombre muy educado y de grandes capacidades; si hubiera deseado ganar dinero u otros fines de este mundo ¿quién diría que no tenía la capacidad para hacerlo? Pero escogió otro camino: «Nos fatigamos trabajando con nuestras propias manos» (1Co 4:12). Nadie podía acusar a Pablo de predicar por interés del dinero.

Cuando Pablo llegó a Corinto, «halló a un judío llamado Aquila… con Priscila su mujer… y como era del mismo oficio, se quedó con ellos, y trabajaban juntos, pues el oficio de ellos era hacer tiendas» (18:2, 3). Al leer el libro de los Hechos nos damos cuenta de lo mucho que Pablo lograba en la obra del evangelio mientras hacía tiendas para sostenerse a sí mismo y aun a otros. Al leer de sus muchas actividades es necesario recordarnos que aunque Lucas no sigue repitiéndolo, Pablo nos recuerda en sus cartas que en pueblo tras pueblo donde él predicaba el evangelio, él seguía trabajando constantemente con sus manos haciendo tiendas como cualquier hombre que tiene que trabajar para vivir.

¡Que nadie diga, pues, que es necesario recibir salario para predicar! porque sin dejar de hacer tiendas él hizo mucho más en la obra que los que reciben salario para predicar. De esto él habla mucho en sus cartas: «Porque os acordáis, hermanos, de nuestro trabajo y fatiga; cómo trabajando de noche y de día, para no ser gravosos a ninguno de vosotros, os predicamos el evangelio de Dios» (1Ts 2:9). «Nosotros no anduvimos desordenadamente entre vosotros, ni comimos de balde el pan de nadie, sino que trabajamos con afán y fatiga día y noche, para no ser gravosos a ninguno de vosotros» (2Ts 3:7-8). «¿Cuál, pues, es mi galardón? Que predicando el evangelio, presente gratuitamente el evangelio de Cristo, para no abusar de mi derecho en el evangelio» (1Co 9:18). Pablo explica en el v. 14 que «ordenó el Señor a los que anuncian el evangelio, que vivan del evangelio» (y de manera limitada él mismo recibió ayuda, Flp 4:14-18).

¡Qué difícil es no abusar de este derecho y cuántos lo han hecho! Es correcto que el evangelista reciba salario para dedicar tiempo completo a la obra del Señor, pero ¿quién no ha visto la corrupción de este arreglo? Todo este énfasis de Pablo sobre la práctica de él de no recibir ayuda de las iglesias enfatiza que sin lugar a dudas hay grandes peligros. El dinero siempre atrae a los avaros. Muchos hermanos han cumplido y cumplen con el trabajo de evangelista de tiempo completo, pero al mismo tiempo muchos hermanos que son muy activos en la obra de predicar, enseñar, hacer obra personal, establecer y confirmar iglesias, etc. siguen en su trabajo secular para sostener su familia. ¡Que Dios les bendiga ricamente a los dos grupos!

Algunos de los abusos del recibir salario para dedicar tiempo completo a la predicación son los siguientes: (1) simplemente el no dedicar tiempo completo a la obra del Señor (estudiando, predicando y enseñando pública y privadamente); (2) emplear tiempo excesivo en proveer y mantener una residencia para la familia; (3) dedicar tiempo excesivo a las necesidades de la familia (y aun de parientes), «yendo al mandado», cuidando de niños para que la mujer estudie o trabaje fuera de la casa, etc.; (4) dedicar tiempo excesivo al sitio de reunión de la iglesia (construyendo, reparando, pintando, limpiando); (5) dedicar tiempo excesivo al servicio de taxista (llevando los miembros al doctor, etc.); (6) dedicar tiempo excesivo a entretener visitantes (sirviendo de guía turística); y docenas de otras actividades. El predicador o anciano que recibe salario de la iglesia debe hacer todo lo posible por evitar la crítica de los hermanos o incrédulos de que «para el trabajo que hace, recibe mucho salario».

Fuente: Comentario al Nuevo Testamento por Partain

Núm 16:15; 1Sa 12:3-5; 1Co 9:12, 1Co 9:15, 1Co 9:18; 2Co 7:2; 2Co 11:9; 2Co 12:14, 2Co 12:17; 1Pe 5:2.

Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico

NI PLATA NI ORO NI VESTIDO DE NADIE HE CODICIADO. Pablo sienta un ejemplo para todos los ministros de Dios. Él nunca desea prosperidad ni procura enriquecerse como producto de su trabajo en el evangelio (cf. 2Co 12:14). Pablo tuvo bastante oportunidad de acumular riquezas. Él fue un apóstol que ejerció gran influencia sobre muchos creyentes y podía hacer milagros de sanidad; además, los primeros creyentes tenían la costumbre de dar dinero y propiedades a los líderes prominentes de la iglesia para distribuirlos entre los necesitados (véase Hch 4:34-35; Hch 4:37). Si Pablo se hubiera aprovechado de sus dones y posición, y de la generosidad de los creyentes, habría podido vivir en la opulencia. Pero no lo hizo debido a la dirección del Espíritu Santo y a su amor al evangelio (cf. 1Co 9:4-18; 2Co 11:7-12; 2Co 12:14-18; 1Ts 2:5-6).

Fuente: Biblia de Estudio Vida Plena

codiciado. El amor al dinero es una característica distintiva de los falsos maestros (cp. Isa 56:11; Jer 6:13; Jer 8:10; Miq 3:11; Tit 1:11; 2Pe 2:3), pero nunca caracterizó el ministerio de Pablo. Vea la nota sobre 1Ti 6:3 ; 1Ti 6:5.

Fuente: Biblia de Estudio MacArthur

20:33, 34 — Ni plata ni oro ni vestido de nadie he codiciado. — Compárense 2Co 7:2; 2Co 12:17-18. «No busco lo vuestro, sino a vosotros» (2Co 12:14). Compárese 1Sa 12:3-5 (hay semejanza entre las palabras de Samuel y las de Pablo). Una de las diferencias principales entre los fieles (como Pablo) y los lobos rapaces será su actitud hacia la ganancia material. Falsos obreros son egoístas y casi siempre muy materialistas. La riqueza de aquellos tiempos consistía principalmente en estas tres cosas (compárense Gén 24:53; 2Re 5:5). Pablo no recibió pago monetario de ellos, y no codiciaba sus cosas materiales. Otra vez habló de su propio ejemplo para que ellos lo siguieran. «Los ancianos que gobiernan bien, sean tenidos por dignos de doble honor, mayormente los que trabajan en predicar y enseñar. Pues la Escritura dice: No pondrás bozal al buey que trilla; y: Digno es el obrero de su salario» (1Ti 5:17-18), pero en esto (como en el salario del evangelista) hay peligros. «El obispo» no debe ser «codicioso de ganancias deshonestas… no avaro» (1Ti 3:3; Tit 1:7) y el dinero puede corromper el trabajo del anciano como puede corromper el trabajo del evangelista. Jesús fuertemente denuncia al «asalariado» (Jua 10:12-13) porque éste no ama el rebaño sino solamente a sí mismo: «el asalariado huye, porque es asalariado, y no le importan las ovejas». El pensamiento principal aquí — tanto para ancianos como para evangelistas — es que tengamos la actitud humilde de servidores (la actitud de Jesús), y no la actitud de los que quieren ser servidos (Mat 20:28).
— Antes vosotros sabéis que para lo que me ha sido necesario a mí y a los que están conmigo, estas manos (al leer esto podemos imaginar el gesto de Pablo de levantar las manos delante de los ojos de ellos) me han servido. — Pablo no tenía que depender de estas manos, porque era hombre muy educado y de grandes capacidades; si hubiera deseado ganar dinero u otros fines de este mundo ¿quién diría que no tenía la capacidad para hacerlo? Pero escogió otro camino: «Nos fatigamos trabajando con nuestras propias manos» (1Co 4:12). Nadie podía acusar a Pablo de predicar por interés del dinero.
Cuando Pablo llegó a Corinto, «halló a un judío llamado Aquila… con Priscila su mujer… y como era del mismo oficio, se quedó con ellos, y trabajaban juntos, pues el oficio de ellos era hacer tiendas» (18:2, 3). Al leer el libro de los Hechos nos damos cuenta de lo mucho que Pablo lograba en la obra del evangelio mientras hacía tiendas para sostenerse a sí mismo y aun a otros. Al leer de sus muchas actividades es necesario recordarnos que aunque Lucas no sigue repitiéndolo, Pablo nos recuerda en sus cartas que en pueblo tras pueblo donde él predicaba el evangelio, él seguía trabajando constantemente con sus manos haciendo tiendas como cualquier hombre que tiene que trabajar para vivir.
¡Que nadie diga, pues, que es necesario recibir salario para predicar! porque sin dejar de hacer tiendas él hizo mucho más en la obra que los que reciben salario para predicar. De esto él habla mucho en sus cartas: «Porque os acordáis, hermanos, de nuestro trabajo y fatiga; cómo trabajando de noche y de día, para no ser gravosos a ninguno de vosotros, os predicamos el evangelio de Dios» (1Ts 2:9). «Nosotros no anduvimos desordenadamente entre vosotros, ni comimos de balde el pan de nadie, sino que trabajamos con afán y fatiga día y noche, para no ser gravosos a ninguno de vosotros» (2Ts 3:7-8). «¿Cuál, pues, es mi galardón? Que predicando el evangelio, presente gratuitamente el evangelio de Cristo, para no abusar de mi derecho en el evangelio» (1Co 9:18). Pablo explica en el v. 14 que «ordenó el Señor a los que anuncian el evangelio, que vivan del evangelio» (y de manera limitada él mismo recibió ayuda, Flp 4:14-18).
¡Qué difícil es no abusar de este derecho y cuántos lo han hecho! Es correcto que el evangelista reciba salario para dedicar tiempo completo a la obra del Señor, pero ¿quién no ha visto la corrupción de este arreglo? Todo este énfasis de Pablo sobre la práctica de él de no recibir ayuda de las iglesias enfatiza que sin lugar a dudas hay grandes peligros. El dinero siempre atrae a los avaros. Muchos hermanos han cumplido y cumplen con el trabajo de evangelista de tiempo completo, pero al mismo tiempo muchos hermanos que son muy activos en la obra de predicar, enseñar, hacer obra personal, establecer y confirmar iglesias, etc. siguen en su trabajo secular para sostener su familia. ¡Que Dios les bendiga ricamente a los dos grupos!
Algunos de los abusos del recibir salario para dedicar tiempo completo a la predicación son los siguientes: (1) simplemente el no dedicar tiempo completo a la obra del Señor (estudiando, predicando y enseñando pública y privadamente); (2) emplear tiempo excesivo en proveer y mantener una residencia para la familia; (3) dedicar tiempo excesivo a las necesidades de la familia (y aun de parientes), «yendo al mandado», cuidando de niños para que la mujer estudie o trabaje fuera de la casa, etc.; (4) dedicar tiempo excesivo al sitio de reunión de la iglesia (construyendo, reparando, pintando, limpiando); (5) dedicar tiempo excesivo al servicio de taxista (llevando los miembros al doctor, etc.); (6) dedicar tiempo excesivo a entretener visitantes (sirviendo de guía turística); y docenas de otras actividades. El predicador o anciano que recibe salario de la iglesia debe hacer todo lo posible por evitar la crítica de los hermanos o incrédulos de que «para el trabajo que hace, recibe mucho salario».

Fuente: Notas Reeves-Partain

REFERENCIAS CRUZADAS

y 1087 1Sa 12:3; Mat 10:8; 1Co 9:12; 2Co 7:2; Tit 1:7

Fuente: Traducción del Nuevo Mundo

Ni la plata…he codiciado. Pablo no solamente se sostenía a sí mismo, sino también a los que trabajaban con él (vers. 34). El insistía en que los creyentes debieran trabajar (1 Ts 4:11; 5:12– 14; 2 Ts 3:7– 12) y así cuidar de los débiles (vers. 35; 1 Ts 5:14; Ro 15:1; Gá 6:2).

Fuente: La Biblia de las Américas