Comentario de Hechos 20:38 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia
lamentando sobre todo por la palabra que había dicho que ya no volverían a ver su cara. Y le acompañaron al barco.
20:38 — doliéndose en gran manera por la palabra que dijo, de que no verían más su rostro. Y le acompañaron al barco. — Sin duda, en esta despedida tenemos una de las escenas más emocionantes de la Biblia. Sin embargo, muchos hermanos han tenido la experiencia de despedirse los unos de los otros teniendo presente que posiblemente no volverían a saludarse unos a otros en este mundo. Al terminar las notas sobre este evento sobresaliente en la vida de Pablo, incluimos lo siguiente de la pluma de J. W. McGarvey: «Si Pablo hubiera estado separándose de estos hermanos con expectaciones felices para sí mismo y para ellos, la separación hubiera sido dolorosa; pero añadidas al dolor de la despedida final se vieron la lobreguez del futuro incierto para ellos y de aflicciones indefinidas que con seguridad le esperaban a él. Doce meses antes de esto él ya había narrado un catálogo de padecimientos más abundantes que los que a cualquier otro hombre le hubieran tocado en suerte. Frecuentemente había estado en la cárcel y frecuentemente a borde de la tumba. De los judíos había recibido cuarenta azotes menos uno, y tres veces había sido azotado con varas. Una vez fue apedreado, y dejado tirado al suelo por muerto. Había sufrido el naufragio tres veces, y había pasado un día y una noche en las aguas de lo profundo. En sus muchos viajes se había expuesto a peligros de ríos, de ladrones, de los de su nación, de los gentiles, en la ciudad, en el desierto, en el mar, y entre hermanos falsos. Había sufrido en trabajo y fatiga y desvelos. Había aguantado hambre y sed, y había sufrido del frío y de la escasez de ropa. A través de todo había sobrellevado y aún sobrellevaba lo que poco menos dolor le causaba, el cuidado de todas las iglesias. Al mismo tiempo había aguijón en su carne, un mensajero de Satanás que le abofeteaba, que era tan irritante y humillante que había rogado tres veces al Señor que se lo quitara. Se sintió constreñido a escribir a los hermanos de Galacia, ‘De aquí en adelante nadie me cause molestias; porque yo traigo en mi cuerpo las marcas del Señor Jesús’ (2Co 11:21-28; 2Co 12:7-10; Gál 6:17). Los más hubieran dicho, Ya basta lo que he sufrido: el éxito de mi empresa actual cuando mucho es algo dudoso, y seguro que me acarreará más prisiones e indecibles aflicciones: me quedaré, pues donde estoy, entre hermanos que me aman, y dejar que mis compañeros completen esta obra de benevolencia que yo he empezado. Pero tales reflexiones él no aceptó; y cuando los ancianos de Efeso partían de la compañía de este hombre, bien hacían en llorar y quedarse callados en la playa hasta ver desaparecer en la distancia las velas de su barco, antes de retornar a la soledad de sus faenas y a los peligros que sabían habrían de encontrar ahora sin la potencia ni el consejo de su gran maestro. No se nos permite volver a Efeso con ellos, ni de escuchar por el camino su triste conversación, porque nosotros tenemos que seguir el barco que se aleja, y ser testigos de las prisiones y aflicciones que esperan su pasajero célebre».Fuente: Comentario al Nuevo Testamento por Partain
de que no verían más. Hch 20:25.
y le acompañaron al barco. Hch 15:3; Hch 21:5, Hch 21:16; 1Co 16:11.
Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico
20:38 — doliéndose en gran manera por la palabra que dijo, de que no verían más su rostro. Y le acompañaron al barco. — Sin duda, en esta despedida tenemos una de las escenas más emocionantes de la Biblia. Sin embargo, muchos hermanos han tenido la experiencia de despedirse los unos de los otros teniendo presente que posiblemente no volverían a saludarse unos a otros en este mundo.
Al terminar las notas sobre este evento sobresaliente en la vida de Pablo, incluimos lo siguiente de la pluma de J. W. McGarvey: «Si Pablo hubiera estado separándose de estos hermanos con expectaciones felices para sí mismo y para ellos, la separación hubiera sido dolorosa; pero añadidas al dolor de la despedida final se vieron la lobreguez del futuro incierto para ellos y de aflicciones indefinidas que con seguridad le esperaban a él. Doce meses antes de esto él ya había narrado un catálogo de padecimientos más abundantes que los que a cualquier otro hombre le hubieran tocado en suerte. Frecuentemente había estado en la cárcel y frecuentemente a borde de la tumba. De los judíos había recibido cuarenta azotes menos uno, y tres veces había sido azotado con varas. Una vez fue apedreado, y dejado tirado al suelo por muerto. Había sufrido el naufragio tres veces, y había pasado un día y una noche en las aguas de lo profundo. En sus muchos viajes se había expuesto a peligros de ríos, de ladrones, de los de su nación, de los gentiles, en la ciudad, en el desierto, en el mar, y entre hermanos falsos. Había sufrido en trabajo y fatiga y desvelos. Había aguantado hambre y sed, y había sufrido del frío y de la escasez de ropa. A través de todo había sobrellevado y aún sobrellevaba lo que poco menos dolor le causaba, el cuidado de todas las iglesias. Al mismo tiempo había aguijón en su carne, un mensajero de Satanás que le abofeteaba, que era tan irritante y humillante que había rogado tres veces al Señor que se lo quitara. Se sintió constreñido a escribir a los hermanos de Galacia, ‘De aquí en adelante nadie me cause molestias; porque yo traigo en mi cuerpo las marcas del Señor Jesús’ (2Co 11:21-28; 2Co 12:7-10; Gál 6:17). Los más hubieran dicho, Ya basta lo que he sufrido: el éxito de mi empresa actual cuando mucho es algo dudoso, y seguro que me acarreará más prisiones e indecibles aflicciones: me quedaré, pues donde estoy, entre hermanos que me aman, y dejar que mis compañeros completen esta obra de benevolencia que yo he empezado. Pero tales reflexiones él no aceptó; y cuando los ancianos de Efeso partían de la compañía de este hombre, bien hacían en llorar y quedarse callados en la playa hasta ver desaparecer en la distancia las velas de su barco, antes de retornar a la soledad de sus faenas y a los peligros que sabían habrían de encontrar ahora sin la potencia ni el consejo de su gran maestro. No se nos permite volver a Efeso con ellos, ni de escuchar por el camino su triste conversación, porque nosotros tenemos que seguir el barco que se aleja, y ser testigos de las prisiones y aflicciones que esperan su pasajero célebre».
Fuente: Notas Reeves-Partain
REFERENCIAS CRUZADAS
g 1095 Hch 20:25
h 1096 Hch 15:3
Fuente: Traducción del Nuevo Mundo
verían… Lit. van a ver.
Fuente: Biblia Textual IV Edición
R659 El adjetivo superlativo μάλιστα se usa como un adverbio, y significa: más que todo.
B72 Μέλλουσιν se usa con un infinitivo para describir un hecho futuro (comp. Luc 9:44): que ellos no volverían a ver su rostro.
Fuente: Ayuda gramatical para el Estudio del Nuevo Testamento Griego
Lit., sufriendo dolor
Fuente: La Biblia de las Américas
Lit. van a ver.