Comentario de Hechos 21:22 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia
¿Qué hay, pues, de esto? Seguramente oirán que has venido.
21:22-24 — ¿Qué hay, pues? (¿Qué es lo que se debe hacer? LBLA). (Sabían que una explicación verbal no sería suficiente, que no escucharían a Pablo y que ni siquiera ellos mismos — Jacobo y los ancianos — pudieran persuadirles). La multitud se reunirá de cierto, porque oirán que has venido. Haz, pues, esto que te decimos: Hay entre nosotros (de la iglesia en Jerusalén) cuatro hombres que tienen obligación de cumplir voto. Tómalos contigo, purifícate con ellos, y paga sus gastos (había mucha pobreza en Jerusalén en ese tiempo; por eso, Pablo había traído la ayuda de muchas iglesias) para que se rasuren la cabeza; y todos comprenderán que no hay nada de lo que se les informó acerca de ti, sino que tú también andas ordenadamente, guardando la ley. — No hay nada que indique que el plan propuesto por Jacobo y los ancianos haya presentado problema alguno para Pablo. Pablo estaba muy deseoso de mejorar relaciones con sus hermanos judíos. Esperaba que la ofrenda que él y sus compañeros habían traído para los hermanos pobres de Jerusalén ayudara para estrechar relaciones entre hermanos gentiles y hermanos judíos (2Co 9:12-14).Fuente: Comentario al Nuevo Testamento por Partain
la multitud se reunirá. Hch 15:12, Hch 15:22; Hch 19:32.
Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico
Pablo pagó los gastos de los cuatro hombres que tomaron el voto, los cuales estaban empobrecidos por el hambre que azotó a Judea y no tenían el dinero suficiente para completar su voto y ofrecer un sacrificio en el Templo. Pero también pudo haber otra razón. El historiador judío Josefo, nos informa que cuando Herodes Agripa comenzó a reinar en Judea en el año 41 d.C pagó una cantidad considerable de votos nazareos para mostrar su respeto a la Ley de Moisés. Pablo pudo hacer lo que le pidieron para demostrar a sus hermanos judíos que no se olvidó de la Ley de Moisés. La reputación era un tema importante para un apóstol, así como para todos los creyentes (1Ti 3:7).
Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe
21:22-24 — ¿Qué hay, pues? (¿Qué es lo que se debe hacer? LBLA). (Sabían que una explicación verbal no sería suficiente, que no escucharían a Pablo y que ni siquiera ellos mismos — Jacobo y los ancianos — pudieran persuadirles). La multitud se reunirá de cierto, porque oirán que has venido. Haz, pues, esto que te decimos: Hay entre nosotros (de la iglesia en Jerusalén) cuatro hombres que tienen obligación de cumplir voto. Tómalos contigo, purifícate con ellos, y paga sus gastos (había mucha pobreza en Jerusalén en ese tiempo; por eso, Pablo había traído la ayuda de muchas iglesias) para que se rasuren la cabeza; y todos comprenderán que no hay nada de lo que se les informó acerca de ti, sino que tú también andas ordenadamente, guardando la ley. — No hay nada que indique que el plan propuesto por Jacobo y los ancianos haya presentado problema alguno para Pablo. Pablo estaba muy deseoso de mejorar relaciones con sus hermanos judíos. Esperaba que la ofrenda que él y sus compañeros habían traído para los hermanos pobres de Jerusalén ayudara para estrechar relaciones entre hermanos gentiles y hermanos judíos (2Co 9:12-14).
Las acusaciones contra Pablo eran falsas. El no había enseñado a los judíos a que se apartaran de Moisés, sino que Cristo había cumplido la ley, los profetas y los salmos (por ejemplo, 13:27, 33). En cuanto a la circuncisión, según la ley de Moisés todo varón tenía que ser circuncidado al octavo día, y muchos judíos — aun cristianos judíos — creían que la circuncisión era necesaria para la salvación (15:1, 5), pero Pablo enseñaba clara y fuertemente que «en Cristo Jesús ni la circuncisión vale algo, ni la incircuncisión, sino la fe que obra por el amor» (Gál 5:6). Sin embargo, «Quiso Pablo que éste (Timoteo) fuese con él, y tomándole, le circuncidó por causa de los judíos que había en aquellos lugares» (16:3), pero al mismo tiempo no permitió que Tito fuese circuncidado (Gál 2:3), porque éste era puro griego y si Pablo lo hubiera permitido, se habría comprometido con el error de los judaizantes que enseñaban que «Es necesario circuncidarlos y mandarles que guarden la ley de Moisés», Hch 15:5). Para fieles hermanos judíos, pues, la circuncisión era asunto de indiferencia (1Co 7:19; Gál 5:6; Gál 6:15), es decir, no era necesario que los cristianos judíos la practicaran pero tampoco era pecado practicarla. Así era el caso también de los votos, otra costumbre de los judíos. «Mas Pablo… habiéndose rapado la cabeza en Cencrea, porque tenía hecho voto» (18:18). Estos textos demuestran, pues, que las acusaciones contra Pablo eran falsas.
Los que han entendido la diferencia entre la ley de Moisés y la de Cristo, que Cristo clavó la ley de Moisés a la cruz, etc., no deben pensar que al comenzar la nueva ley los cristianos judíos inmediatamente iban a abandonar la ley antigua. Este libro (Hechos) revela claramente que no fue así. Al llegar los judíos a ser cristianos, no llegaban a ser enemigos del templo ni de las sinagogas. Los nuevos conversos de Jerusalén perseveraban «unánimes cada día en el templo » (2:46). «Pedro y Juan subían juntos al templo a la hora novena, la de la oración» (3:1). ¿Con qué propósito? Como los demás judíos iban al templo para orar. Pablo, Bernabé, Silas, etc. eran judíos y predicaban en las sinagogas hasta ser expulsados. «Aconteció en Iconio que entraron juntos en la sinagoga de los judíos, y hablaron de tal manera que creyó una gran multitud de judíos y asimismo de griegos… se detuvieron allí mucho tiempo, hablando con denuedo» (14:1-3). Como cristiano Pablo podía haber hecho tiendas el día sábado pero, que sepamos, nunca lo hizo. Más bien, asistía a las sinagogas y participaba en los servicios cuando le daban la oportunidad. «Se apresuraba por estar el día de Pentecostés, si le fuese posible, en Jerusalén» (20:16).
El explica su actitud hacia la ley y hacia los judíos de esta manera: «Me he hecho a los judíos como judío para ganar a los judíos; a los que están sujetos a la ley (aunque yo no esté sujeto a la ley) como sujeto a la ley, para ganar a los que están sujetos a la ley… Y esto hago por causa del evangelio, para hacerme copartícipe de él» (1Co 9:20; 1Co 9:23). Pablo no estaba obligado a guardar las costumbres de la ley, sino que vivía como si estuviera sujeto a la ley (es decir, practicaba las cosas de la ley) para tener más influencia con los judíos y para no poner tropiezo delante de ellos.
Los que habían vivido bajo la ley de Moisés y por causa de conciencia se abstenían de ciertos alimentos o guardaban ciertos días (es decir, seguían practicando esas leyes), no pecaban y debían ser recibidos como hermanos fieles (Rom 14:1-23), aunque ya no había alimento inmundo (1Ti 4:3-5).
Por eso, Pablo estaba dispuesto a cooperar con los hermanos de Jerusalén, y aunque el plan fue interrumpido poco antes de completarse, sin duda muchos hermanos sinceros se dieron cuenta de que Pablo no enseñaba «a todos los judíos que están entre los gentiles a apostatar de Moisés, diciéndoles que no circunciden a sus hijos, ni observen las costumbres».
Algunos creen que en esto había inconsecuencia entre la conducta de Pablo y sus escritos acerca de la ley. Algunos (por ejemplo, McGarvey) creen que en ese momento Pablo no había recibido una revelación completa sobre el asunto de la ley y que después de salir las cartas a los efesios y a los hebreos él no hubiera aceptado la propuesta de Jacobo y los ancianos, pero no hay ningún texto que diga ni implique que la doctrina explicada en dichas cartas no se hubiera revelado y predicado verbalmente. La carta a los gálatas ya se había escrito, por lo menos durante el tercer viaje que ya se terminó y tal vez mucho antes.
También se supone que tal vez Pablo ni siquiera entendiera lo que él mismo había predicado y escrito por inspiración sobre el tema, pero ¿quién no puede entender Gál 2:16; Gál 3:24; Gál 5:4; Hch 13:38-39, etc.?
Si alguno supone que Jacobo, los ancianos y Pablo cometieron un error en esta ocasión, considérese lo siguiente:
1. Los hermanos que eran «celosos por la ley» (ver. 20) habían entendido que Cristo es el único sacrificio por nuestros pecados, y con ese conocimiento habían obedecido al evangelio. Pablo dijo en Antioquía de Pisidia que por medio de Cristo «se os anuncia perdón de pecados, y que de todo aquello de que por la ley de Moisés no pudisteis ser justificados, en él es justificado todo aquel que cree» (Hch 13:38-39). También ya había escrito a los gálatas: «De manera que la ley ha sido nuestro ayo, para llevarnos a Cristo, a fin de que fuésemos justificados por la fe» (Gál 3:24) y agregó que «De Cristo os desligasteis, los que por la ley os justificáis; de la gracia habéis caído» (Gál 5:4). Por eso, ya había enseñado claramente que los hermanos que confiaban en los sacrificios de la ley de Moisés para justificarse del pecado habían caído de la gracia. Lo que Jacobo y los ancianos propusieron en esta ocasión no violaba la doctrina predicada por Pablo sobre la justificación.
No se niega que estaba involucrada la purificación (ver. 24) que requería el sacrificio de animales (Núm 6:12-14), pero ¿purificación de qué? «Si alguno muriere súbitamente junto a él (el que tenía voto), su cabeza consagrada será contaminada; por tanto, el día de su purificación raerá su cabeza; al séptimo día la raerá. Y el día octavo traerá dos tórtolas o dos palominos al sacerdote, a la puerta del tabernáculo de reunión. Y el sacerdote ofrecerá el uno en expiación, y el otro en holocausto; y hará expiación de lo que pecó a causa del muerto, y santificará su cabeza en aquel día» (Núm 6:9-11). Se trataba de la purificación ceremonial. ¿Cuál era su pecado ? «Pecó a causa del muerto» (tocó un muerto), porque durante el tiempo de su voto, «Ni aun por su padre ni por su madre, ni por su hermano ni por su hermana, podrá contaminarse cuando mueran; porque la consagración de su Dios tiene sobre su cabeza» (Núm 6:7).
2. Jacobo, los ancianos y Pablo eran fieles y maduros cristianos. Habían demostrado su amor por la verdad y su valentía por defenderla en la sesión que tuvieron para refutar a los judaizantes (cap. 15). Aquí mismo en este contexto (21:25) ellos repiten la decisión hecha con respecto a los gentiles. Si eran tan fieles y dedicados a la defensa de la verdad en cuanto a los gentiles, ¿por qué no serían fieles y dedicados a la verdad con respecto a los judíos?
3. Si este proceder hubiera sido pecado, entonces sin faltar el Espíritu Santo lo habría condenado. Cuando Pedro, Bernabé y otros pecaron (Gál 2:11-14) Pablo condenó su conducta. De la misma manera, si Jacobo, los ancianos y Pablo hubieran pecado en esta ocasión, algún apóstol o profeta les habría condenado, porque Dios no hace acepción de personas (Rom 2:11). Pablo mismo dijo que la ley de Cristo debe aplicarse sin prejuicio (1Ti 5:21).
4. Pablo era humilde, dispuesto a reconocer su pecado (1Ti 1:13) y siempre procuraba tener una conciencia limpia (23:1; 24:16; 1Co 4:4); por eso, si su conducta en esta ocasión hubiera sido infracción de la ley de Cristo, él mismo lo habría reconocido o aceptado la exhortación de otros.
La ley de Moisés era una ley muy amplia que regulaba tanto la vida civil y social como la espiritual. Al llegar a ser cristianos los judíos no dejaron de guardar las costumbres nacionales.
Sin embargo, es importante enfatizar que los que se convierten de religiones humanas (la idolatría, iglesias falsas, etc.) no deben seguir practicando mandamientos y tradiciones de hombres (Mat 15:8-9; Col 2:20-23), pero la ley de Moisés no era religión humana. Era una religión que había sido ordenada por Dios (Rom 7:7-13), pero que ahora se había reemplazado por una ley perfecta que ofrece la justificación del pecado (Heb 7:12; Heb 7:18-19; Heb 8:6-8; Heb 10:1-4).
Fuente: Notas Reeves-Partain
22 super (1) Algunos mss. dicen: De cierto la multitud se reunirá, porque oirán que has venido.
Fuente: Comentario Del Nuevo Testamento Versión Recobro
pues?… TR expande: la multitud se reunirá de cierto.
Fuente: Biblia Textual IV Edición
Algunos mss. antiguos no incluyen: la multitud se reunirá
Fuente: La Biblia de las Américas
El TR expande el texto para que se lea: la multitud se reunirá de cierto.