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Comentario de Hechos 28:1 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia

Comentario de Hechos 28:1 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia

Una vez a salvo, supimos luego que la isla se llamaba Malta.

28:1

— Estando ya a salvo, — Sus vidas peligraron por dos semanas durante la tormenta violenta. Continuamente alivianaban el barco y habían hecho todo lo posible por salvarlo, pero sin la intervención de Dios seguramente no hubieran escapado de la muerte.

— supimos que la isla se llamaba Malta (O, Melita o Melitene, LBLA, margen). — Esta isla era famosa por la producción de miel de abeja (es lo que significa Melita).

Fuente: Comentario al Nuevo Testamento por Partain

la isla se llamaba Malta. Hch 27:26, Hch 27:44.

Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico

Pablo, después de su naufragio, es acogido bondadosamente por los nativos, Hch 28:1-4.

La víbora en su mano no le hace daño, Hch 28:5-7.

Sana muchas enfermedades en la isla, Hch 28:8-10.

Parten hacia Roma, Hch 28:11-16.

Declara a los judíos la causa de su llegada, Hch 28:17-23.

Después de su predicación algunos fueron persuadidos, mas otros no creyeron, Hch 28:24-29.

A pesar de eso, predicó allí por dos años, Hch 28:30, Hch 28:31.

Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico

Malta era parte de la provincia romana de Sicilia y se ubicaba a noventa y seis kilómetros del sur de Italia.

Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe

Parada en Malta, 28:1-10.
1 Una vez que estuvimos en salvo, supimos que la isla se llamaba Malta. 2 Los bárbaros nos mostraron singular humanidad; encendieron fuego y nos invitaron a todos a acercarnos a él, pues llovía y hacía frío. 3 Juntó Pablo un montón de ramaje, y al echarlo al fuego una víbora que huía del calor le mordió en la mano. 4 Cuando vieron los bárbaros al reptil colgado de su mano, dijéronse unos a otros: Sin duda que éste es un homicida, pues escapado del mar, la justicia no le consiente vivir. 5 Pero él sacudió el reptil sobre el fuego y no le vino mal alguno, 6 cuando ellos esperaban que pronto se hincharía y caería enseguida muerto. Luego de esperar bastante tiempo, viendo que nada extraño se le notaba, mudaron de parecer y empezaron a decir que era un dios. 7 Había en aquellos alrededores un predio que pertenecía al principal de la isla, de nombre Publio, el cual nos acogió y por tres días amistosamente nos hospedó. 8 El padre de Publio estaba postrado en el lecho, afligido por la fiebre y la disentería. Pablo se llegó a él, y orando, le impuso las manos y le sanó. 9 A la vista de este suceso, todos los demás que en la isla padecían enfermedades venían y eran curados. 10 Ellos a su vez nos honraron mucho, y al partir nos proveyeron de lo necesario.

La isla de Malta, en la que los náufragos lograron tomar tierra, había sido antiguamente colonia de Cartago, pasando luego a los romanos, y perteneciendo a la sazón a la provincia de Sicilia. Tenía como primer magistrado a un representante del pretor de Sicilia, denominado “el principal” (v.7), título que aparece también en varias inscripciones allí encontradas (primus Melitensium). La lengua de sus habitantes parece que era la lengua púnica, igual que la de los cartagineses sus colonizadores. Si San Lucas los llama “bárbaros” (v.2), es precisamente por razón de la lengua (cf. 1Co 14:11), no por razón de cultura y civilización; su comportamiento con los náufragos (v.2. 10) indica bien que no tenían nada de “bárbaros” en el sentido que hoy damos a esta palabra.
El lugar de desembarco fue probablemente una pequeña ensenada, denominada hoy “bahía de San Pablo,” bastante al norte de la isla, en la costa que mira hacia oriente(v.28. 1-3) Es interesante notar la reacción de los malteses al ver una víbora colgada de la mano de San Pablo: “Sin duda que éste es un homicida, pues, escapado del mar, la Justicia no le consiente vivir” (v.4). Aluden, sin duda, con un modo de pensar muy extendido en el mundo greco-romano de entonces, a la justicia (δίκη) divina personificada, que interviene para castigar a los malhechores, testimonio espontáneo de la razón natural a favor de la divina Providencia. Se ha dicho, contra la historicidad de esta escena, que en la isla de Malta no existen serpientes venenosas. Y, desde luego, así parece ser en la actualidad, conociéndose sólo tres especies de serpientes, ninguna de ellas venenosa. Los malteses atribuyen su desaparición a un milagro de Pablo; lo más probable es que, debido a ser una isla pequeña y densamente poblada, las especies venenosas, como más perseguidas por el hombre, han terminado por desaparecer de la isla. Así ha sucedido también en otras regiones con algunos animales dañinos.
Al ver los malteses que, a pesar de la mordedura de la víbora, no se cumplían sus previsiones de una muerte fulminante, pasan al extremo opuesto y, con un razonamiento análogo al de los licaonios de Listra (cf. 14:11-13), concluyen que allí no se trata de ningún homicida, ni siquiera de un hombre, sino de un ser sobrehumano, un dios (v.6). No hay duda que la noticia de este episodio de la víbora se extendería rápidamente por todo el contorno, contribuyendo a que los náufragos más fácilmente fueran encontrando hospedaje, incluso “por tres días,” en casa del mismo Publio, el “principal” de la isla (v.7). No está claro si ese hospedaje “por tres días” en casa de Publio incluye a todos los náufragos o sólo a un grupo, entre los cuales estaría Pablo, y sin duda alguna, el centurión; más probable parece que se trate de todos los náufragos, a los que Publio, como representante de la autoridad romana, habría hospedado en su casa y dependencias hasta que fueran encontrando otro hospedaje.
Pablo no permaneció inactivo. Muy pronto le vemos curando de su enfermedad al padre de Publio (v.8) y, extendida su fama de taumaturgo, curando también a otros muchos enfermos de la isla (v.9). De si predicó o no a los isleños acerca de la nueva religión, nada dice San Lucas; sólo tradiciones ya tardías hablan de ello, señalando incluso que fue Publio el primer obispo de la comunidad cristiana allí fundada por San Pablo. Desde luego, el silencio de Lucas no es nunca una negación, y es no sólo posible, sino casi seguro que Pablo, igual que hacía siempre, aprovechó su estancia en Malta para predicar a Cristo; tanto más, que fue una estancia larga, de “tres meses” (v.11), y no parece que su condición de prisionero fuera para ello obstáculo, dada la liberalidad con que a lo largo de todo el viaje procedió siempre con él el centurión. Ni se diga que pudo ser dificultad lo de la lengua, pues está claro que, aunque la lengua local fuera el púnico, que sería lo que hablaban los primeros isleños que encontraron (cf. v.2), sin duda había muchísimos que hablaban griego o latín, con los que fácilmente se podían entender; era el mismo caso de otras muchas regiones evangelizadas por el Apóstol (cf. 14:11). De hecho, la cariñosa despedida, al embarcar de nuevo camino de Roma (v.10), indica que se había llegado a bastante intimidad entre náufragos e isleños.

De Malta o Pozzaoli y Roma, 28:11-15.
11 Pasados tres meses, embarcamos en una nave alejandrina, que había invernado en la isla y llevaba por enseña Dióscuros. 12 Arribados a Siracusa, permanecimos allí tres días; 13 y de allí, costeando, llegamos a Regio, y un día después comenzó a soplar el viento sur, con ayuda del cual llegamos al segundo día a Pozzuoli, 14 donde encontramos hermanos que nos rogaron permanecer con ellos siete días, y así nos dirigimos a Roma. 15 De allí los hermanos que supieron de nosotros nos vinieron al encuentro hasta el Foro de Apio y Tres Tabernas. Pablo, al verlos, dio gracias a Dios y cobró ánimo.

Apenas transcurrido lo más crudo del invierno, comenzaban ya las naves a salir de los puertos camino de sus destinos respectivos. Lo normal era esperar hasta comienzos de la primavera, a mediados de marzo; pero, tratándose de trayectos cortos, no muy alejados de las costas, esta fecha podía adelantarse bastante. Probablemente ese fue nuestro caso, y la nave alejandrina, en la que embarcó el centurión con sus presos (v.11) debió de partir de Malta a fines o quizás mediados de febrero (cf. 27:9.27; 28:11). Esta nave llevaba por emblema en la proa la imagen de los Dióscuros (v.11), los gemelos Castor y Pólux, dioses protectores de los navegantes.
El breve trayecto hasta Siracusa, y de aquí a Regio y Pozzuoli, a través del estrecho de Mesina, se hizo sin novedad (v. 12-13). En Pozzuoli, puerto entonces de gran movimiento comercial, próximo al de Nápoles, dejaron la nave, disponiéndose a hacer por tierra el resto del viaje hasta Roma. Es probable que, debido a razones de servicio en relación con los prisioneros, el centurión hubiera de hacer ahí escala, parada que se habría prolongado hasta “siete días” para complacer a Pablo, a quien así se lo rogaron los cristianos de aquella localidad (v.14). Esta parada de siete días en Pozzuoli dio tiempo para que los cristianos de Pozzuoli notificasen a los de Roma de la llegada de Pablo, y de cómo estaba para salir hacia ellos 209.
La noticia de la llegada de Pablo hizo que salieran a su encuentro algunos de los muchos amigos que, según se desprende de la carta a los Romanos (16:1-15), tenía en la capital del Imperio, Algunos de éstos llegaron hasta el Foro de Apio, a unos 65 kilómetros de Roma; otros se quedaron en Tres Tabernas, a unos 49 kilómetros, lugar de descanso para viajeros, mencionado por Cicerón 209*, donde la vía Apia tenía una bifurcación que iba a Anzio. Pablo, al verlos, “dio gracias a Dios y cobró ánimo” (v.15). No cabe duda que esta acogida por parte de los fieles de Roma, que así demostraban su simpatía hacia él, debió de servirle de gran consuelo (cf. Rom 1:10-12), después de tantos sufrimientos y peligros. La comitiva, aumentada ahora con los que habían salido al encuentro de Pablo, continúa acercándose a Roma, siguiendo la vía Apia. La entrada debió de ser por la puerta Capena, muy cerca de la actual puerta de San Sebastián.
Estamos probablemente a mediados de marzo del año 61, cuando Nerón llevaba ya casi siete años en el trono imperial.

En Roma,Rom 28:16-31.
16 Cuando entramos en Roma permitieron a Pablo morar en casa particular, con un soldado que tenía el encargo de guardarle. 17 Al cabo de tres días, convocó Pablo a los primates de los judíos, y cuando estuvieron reunidos, les dijo: Yo, hermanos, no he hecho nada contra el pueblo ni contra las costumbres patrias. 18 Preso en Jerusalén, fui entregado a los romanos, los cuales, después de haberme interrogado, quisieron ponerme en libertad, por no haber en mí causa ninguna de muerte; 19 mas oponiéndose a ello los judíos, me vi obligado a apelar al César, no para acusar de nada a mi pueblo. 20 Por esto he querido veros y hablaros. Sólo por la esperanza de Israel llevo estas cadenas. 21 Ellos le contestaron: Nosotros ninguna carta hemos recibido de Judea acerca de ti, ni ha llegado ningún hermano que nos comunicase cosa alguna contra ti. 22 Querríamos oír de ti lo que sientes, porque de esta secta sabemos que en todas partes se la contradice. 23 Le señalaron día y vinieron a su casa muchos, a los cuales expuso la doctrina del reino de Dios, y desde la mañana hasta la noche los persuadía de la verdad de Jesús por la Ley de Moisés y por los Profetas. 24 Unos creyeron lo que les decía, otros rehusaron creer. 25 No habiendo acuerdo entre ellos, se separaron, y Pablo les dijo estas palabras: Bien habló el Espíritu Santo por el profeta Isaías a nuestros padres, 26 diciendo: “Vete a ese pueblo y diles: Con los oídos oiréis, pero no entenderéis; mirando miraréis, pero no veréis; 27 porque se ha embotado el corazón de este pueblo y sus oídos se han vuelto torpes para oír, y sus ojos se han cerrado, para que no vean con los ojos ni oigan con los oídos, ni con el corazón entiendan y se conviertan y los sane.” 28 Sabed, pues, que esta salud de Dios ha sido ya comunicada a los gentiles y éstos oirán. 29 Dicho esto, los judíos salieron, teniendo entre sí gran contienda. 30 Dos años enteros permaneció en la casa que había alquilado, donde recibía a todos los que venían a él, 31 predicando el reino de Dios y enseñando con toda libertad y sin obstáculo lo tocante al Señor Jesucristo.

Los tres primeros días de estancia en Roma (cf. v.17) debió de dedicarlos Pablo a dejar clara ante las autoridades romanas su posición jurídica de prisionero en custodia militaris. El texto de los Hechos se contenta con decir: “Permitieron a Pablo morar en casa particular, con un soldado que tenía el encargo de guardarle” (v.16); pero, naturalmente, esto supone que para llegar ahí hubo que hacer antes toda una serie de trámites burocráticos. El centurión Julio, como encargado de los presos, era quien desempeñaba el papel más esencial; tanto más, que la documentación escrita es posible que desapareciera toda cuando el naufragio (cf. 27:44). No se nos dice quién fue el oficial destinado a recibir a los presos; es casi seguro que fuera el prefecto del pretorio, a la sazón Afranio Burro, filósofo estoico, amigo de Séneca y, como éste, antiguo preceptor de Nerón; y si no él en persona, algún sustituto 210. Los informes del centurión sobre Pablo debieron de ser buenos, como era de esperar (cf. 25:25; 26:32; 27:3), y, en consecuencia, éste quedó sometido a una custodia militaris muy benigna (cf. 24:23), permitiéndole incluso vivir en casa particular, aunque siempre bajo la custodia de un soldado (v.16). A encontrar esta casa particular, tomada en alquiler (v.30), le ayudarían, sin duda, los cristianos de la ciudad, más conocedores de la situación. Una tradición bastante antigua sitúa esta casa en el lugar donde está ahora la iglesia de Santa Maña in vía Lata, junto al actual corso Umberto; pero dicha tradición no ofrece suficiente fundamento. En plan de conjetura, más bien cabría pensar que esta casa estuviera en las proximidades de la vía Nomentana, que era donde estaba el Castro Pretorio, y en donde residían los soldados pretorianos que tenían que turnarse para hacer guardia a Pablo.
Arregladas las cosas de su situación jurídica y concluidos los primeros saludos a la comunidad cristiana, Pablo convoca a los principales de la colonia judía de Roma, para aclarar también ante ellos su posición (v.17). Lo que ante todo trata de hacerles ver, resumiendo la historia de su detención, es que no tenía la menor hostilidad hacia la nación judía ni había apelado al César para acusarla (v 7-19); si estaba preso, era únicamente por “la esperanza de Israel” (v.20), es decir, por ser fiel al judaísmo en su firme creencia de la resurrección de los justos, destinados a formar parte del reino mesiánico (cf. 23:6; 24:15-21; 26:6-7). La respuesta de los judíos es bastante ponderada y no carente de cierta deferencia hacia Pablo: aparecen cual si sólo conocieran el cristianismo de lejos, sin aludir para nada al de Roma, y desean que el mismo Pablo, en algún día convenido, les haga una amplia exposición de su pensamiento (v.21-22).
Efectivamente, convenido el día, vinieron a casa de Pablo numerosos judíos y, conforme a su modo habitual de proceder ante auditorio judío (cf. 13:22-37; 17:2-3; 18:5), éste trata de persuadirles, con razones sacadas de la Ley y los profetas, de que Jesús era el Mesías (v.23). La reacción de los judíos fue la misma de otras ocasiones: algunos creyeron, pero otros rehusaron creer, dando motivo a Pablo para que volviera a repetir lo que ya había dicho en Antioquía de Pisidia y en Corinto, es a saber, que los obstinados judíos serían sustituidos por los gentiles (v.24-29; cf. 13:46; 18:6). Esta incredulidad judía respecto del mensaje evangélico la ve ya vaticinada Pablo en el profeta Isaías (Isa 6:9-10). Es el mismo texto profético que había citado también el Señor con idéntica aplicación (cf. Mat 13:14-15), y lo mismo San Juan (Jua 12:40). No parece, sin embargo, dado el contexto, que este texto de Isaías sea un texto directamente mesiánico, como si el profeta, al consignar aquellas palabras, pensase en los judíos de tiempos del Mesías; creemos que se alude más bien a los judíos contemporáneos del profeta, cuya ceguera y obcecación éste les echa en cara. Para justificar la cita habrá que aplicar aquí, al igual que hemos hecho con algunos otros textos (cf. 1:20; 2:25-28), la noción de sentido “pleno,” en cuanto que lo que el hagiógrafo dice de la incredulidad judía, con alusión a lo que ve suceder en su tiempo, va en la intención de Dios hasta la incredulidad con su Ungido en los tiempos mesiánicos. Y es que el hecho mesiánico es el gran acontecimiento al que Dios quiso ordenar no sólo muchos hechos de la historia israelítica, de ahí el sentido típico, sino también muchas expresiones bíblicas que en su sentido literal histórico no llegan tan lejos.
La estancia de Pablo en Roma se prolongó “dos años enteros” y, a pesar de su condición de prisionero, pudo “predicar el reino de Dios con toda libertad” y recibir a cuantos venían a él (v.30-31).
Así, con este esquematismo desconcertante, y sin que parezca aludir para nada a si se celebró o no el proceso ante el César, termina San Lucas el libro de los Hechos. Ha sido opinión muy común la de considerar este final tan brusco como indicio claro de que el libro fue concluido antes de que terminase el proceso de Pablo, razón por la cual San Lucas no habría podido aludir a él. Pero, como ya explicamos en la introducción general al libro, más bien creemos que, en el momento en que Lucas escribía, Pablo no estaba ya preso, y que son razones de carácter literario las que le inducen a terminar de ese modo. Por lo demás, tampoco es cierto que no diga nada sobre el resultado del proceso, pues la expresión “dos años” (διετία – biennium), al igual que en 24:27, parece estar tomada como término técnico para indicar la duración máxima de una detención preventiva 211. Su afirmación, pues, de que Pablo “permaneció dos años enteros” en prisión vendría a equivaler a que permaneció bajo custodia militaris la totalidad del plazo en que debía juzgarse su causa, y que luego, sin necesidad de proceso, seguramente por no haberse presentado los acusadores (cf. 25:12), quedó automáticamente en libertad, cosa en que Lucas no insiste, porque supone de todos conocido que Pablo andaba por entonces evangelizando libremente.
Durante estos “dos años” de prisión en Roma escribió Pablo las llamadas cartas de la cautividad (Gol, Ef, Flm, Flp), expresando, en repetidas ocasiones, su confianza de próxima liberación (cf. Flp i 25; 2:24; Flm 1:22).

1 Cf. J. Denk,; Zeitsch. für neut. Wiss 7 (1906) 92-95. – 2 ¿Fue Lucas mismo quien puso el título a su libro? Actualmente son bastantes los autores (H. Sahlin, H. Menoud, L. Cerfaux..) que se inclinan a la negativa. Dicen que este libro formó primitivamente una sola obra con el tercer evangelio, al que aparece íntimamente ligado (cf. 1:1-3), obra con la que su autor habría intentado darnos la historia de los orígenes cristianos, habiendo sido únicamente más tarde cuando estos dos libros se separaron, probablemente por el deseo de los fieles de poder tener en un mismo codex los cuatro evange; líos. Habría sido entonces cuando se puso título al libro; incluso se explicaría así mejor, tratándose de un título que no es del mismo autor del libro, la variedad de formas con que aparece en los antiguos manuscritos. Por supuesto, esto se habría hecho en época muy primitiva, pues ya citan el libro con ese título Ireneo, Clemente Alejandrino y el Fragmento Muratoriano. No negarnos que la hipótesis es posible; pero juzgamos más probable que el libro fuera ya desde un principio entregado a la publicidad separadamente del tercer evangelio; pues, de lo contrario, a no ser que supongamos una nueva redacción de todas esas perícopas de los primeros versículos – cosa de que no hay pruebas – difícilmente se explicaría ese volver a repetir, ampliándolo, lo ya dicho al final del Evangelio (cf. Luc 24:36-53), así como tampoco la inclusión nuevamente de la lista de los Apóstoles (Luc 1:13), dada ya en Lev 6:14-16. Y si apareció separadamente del tercer evangelio, ninguna dificultad vemos en que fuera el mismo Lucas, siguiendo la costumbre de la época, quien le diera el título. – 3 Cf. San Juan Grisóstomo, In Act. Apost. I: MG 60:21; Oecum., Proleg.: MG 118:32; Teofilacto, Expos. in Act. pról.: MG 125:840. – 4 He aquí los testimonijs principales: Fragmento Muratoriano: “Acta autem omnium Apostolorum sub uno libro scripta sunt. Lucas óptimo Theophilo comprehendit, quae (quia?) sub praesentia eius singula gerebantur.” San Ireneo (Adv. haer, 3:14:1): “Quoniam autem is Lucas inseparabilis fuit a Paulo.. ómnibus his cum adesset Lucas, diligenter conscripsit ea.” – Tertuliano (De ieiun. 10): “Porro cum in eodem commentario Lucae et tertia hora ora-tionis demonstretur, sub qua Spiritu Santo initiati pro ebriis habebantur (cf. 2:15); et sexta, qua Petrus ascendit in superiora (cf. 10:9); et nona, qua templum sunt introgressi Clemente Alejandrino (Strom. 5:12:82): “Sicut et Lucas in Actibus Apostolorum com-memorat Paulum dicentem: Viri Athenienses..” (cf. 17:22). Orígenes (Contra Celsum 6:11): “Et ludas Galilaeus, sicut Lucas in Actibus Apostolorum scripsit, voluit seipsum..” Sería superfluo seguir aduciendo citas para tiempos posteriores, pues es cosa admitida por todos (cf. euseb., Hist. eccl 2:22:1; 3:4:1-10; 3:25:1)· La única excepción es una homilía falsamente atribuida a San Juan Grisóstomo (Hom. II in Ascens.: MG 52:780), en la que se dice que la paternidad del libro de los Hechos es atribuida, ya a Clemente Romano, ya a Bernabé, ya a Lucas: afirmación que más tarde encontramos repetida en Focio (Quaest. ad AmphiL 123-145: MG 101:716). Probablemente el autor de la homilía confundió “Hechos” con “ad Hebraeos,” que ciertos autores antiguos atribuyen a Clemente o a Bernabé. – 5 Bajo este aspecto son notabilísimas tres obras de A. Harnack, en que está estudiado el tema de modo casi exhaustivo: Lukas der Arzt, der Verfasser des dritten Evangelium und der Apostelgeschichte (Lcipzig 1906); Die Apostelgeschichte (Lcipzig 1908); Nene Untersuchungen zur Apostelgeschichte (Lcipzig 1911). Puede verse también H. J. cadbury, The style and Literary Method of Luke: Havard Theological Studies, 6 (1920) 10-36. Una larga lista de palabras y construcciones gramaticales comunes a los Hechos y al tercer evangelio, podemos ver en E. Jacquier, Les Actes des Apotres (París 1926) p.LX-LXX. Esta tesis, de la unidad de autor de las dos obras, fue impugnada hace ya algunos años por A. C. Clark (The Acts of the Apostles, Oxford 1933, P-393-408), alegando determinadas diferencias en el empleo de partículas y palabras corrientes; pero sus razones fueron sólidamente rebatidas por W. L. Knox (The Acts of the Apostles, Cambridge I948,p.2-i5 y 100-109). – 6 Para esos críticos que, como Harnack y Trocmé, admiten la autenticidad lucana del libro, esas narraciones cargadas de milagros y atmósfera sobrenatural se explicarían porque tales leyendas se forman en pocos años, y Lucas no habría hecho sino aceptar la creencia general. – 7 Cf. H. Windisch, Beginnings of Cristianity, I, t.2, p.321-334; ph. Vielhauer, Zum “Pauíimsmus” der Apostelgeschichte: Evang. Theologie, 10 (1950-1951) 1-15; E. Haenchen, Die Apostelgeschichte, p.102ss; H. Conzelmann, Die Apostolgeschichte, p.ioss. – 8 Es lo que dice M. Goguel: “La simple consideración de estilo y vocabulario no permite, por sí sola, determinar si la unidad que presenta bajo este aspecto la obra de Lucas se debe a la unidad de su composición o bien al cuidado y habilidad del redactor que le ha dado la forma bajo la cual la conocemos” (Lc livre des Actes, París 1922, p.i40). – 9 De todo esto hablaremos luego más en detalle, al tratar de la cuestión de las fuentes. De momento, baste recoger lo que dice a este respecto E. Trocmé: “La precisión cronológica y geográfica de los cap. 16-21 ha convencido a todos los críticos, casi sin excepción, de que la base de esta sección fue una relación de los viajes de Pablo, hecha por uno de sus compañeros.. Ya hemos dicho que no hay por qué limitar esa relación a las “secciones nos” dado que el empleo de la primera persona del plural es debido a un procedimiento literario del redactor. Cierto que muchos de los “nosotros” de Hechos se encontraban ya en la fuente; pero el autor del libro de los Hechos los ha reproducido libremente, añadiendo aquí, quitando allá. De ahí que nadie pueda dudar del estrecho parentesco que existe entre Hec 16:11-15 y Hec 17:1-9, no obstante que el primero de los pasajes emplee el “nosotros” y el segundo emplee el “ellos” (o.c., p.131-132). – 9* Cf. Verbum Domini, 44 (1966) p.282-283. – 10 O.c. p.144. – 11 Debido a esta problemática, todavía hoy existente, sobre la fecha de composición de los Evangelios, no juzgamos tenga base alguna sólida la opinión de aquellos autores (Feine, Wikenhauser..) que ponen la composición del libro de los Hechos como posterior al año 67, fecha de la muerte de Pablo, apoyados en el testimonio de Ireneo, que parece poner la composición del evangelio de Marcos, anterior al de Lucas y a los Hechos, después de la muerte de Pedro y Pablo. No es de este lugar detenernos en el examen de ese testimonio (Adv. Haer, 3,Hec 1:1 : MG 7:8345), de discutible interpretación. – 12 Cf. A. Wikenhauser, Introducción al Nuevo Testamento (Barcelona 1960) p.253; J. Dupont, L’utilization apologétique de Γ α. Τ. dans les discours des Actes: Eph. Theol. Lov. 29 (i953) P-30ó; G. Ricciotti, Los Hechos de los Apóstoles (Barcelona 1957) p.50-51; M. E. Bois-Mard, Synopt. Studien A. Wikenhauser, p.ó3- – 13 E. Trocmé , o.c. p.iai. – 14 J. Dupont, Etudes sur les Actes des Apotres (París 1967) p-34. Volvemos así, después de cincuenta años de euforia, a lo que escribía ya muy acertadamente V. Rose a fines del siglo pasado: “Autant il est peu critique de nier a priori la possibilité de documents écrits.. autant il est perilleux et divinatoire de vouloir distinguer partout la source écríte du travail du rédacteur” (La critique nouvelle et les Actes des Apotres: Rev. Bibl. 7, 1898, p.342). – 15 F. Schleiermacher, Kritischen Versuch über die Schriften des Lukas (Berlín 1817). – 16 Gf. ejemplos de tales narraciones en E. Norden, Agnosias Theos (Berlín 1913) 311-332, y E. Meyer, Ursprung und Anfange des Christentums, II (Stuttgart 1921) I7ss. – 17 Cf. J. Dupont, Les sources du lime des Actes (Bruges 1960) 160-161; E. Trocmé, o.c., p.128-130. – 18 Cf. Dioscórides, De mat, med. 1:1; Polibio, Hist. 3:22:2; 4:2:2; Tucídides, Bell Pelop. ai. – 18 * W. M. Ramsay, The Bearing of Recent Discovery on the Trustworthines of the Ν . T. (Londres 1915) P-Sg.)· – 19 Cf. E. Norden, Agnostos Theos. Untersuchunger zur Formengeschichte rehgioser Rede (Lcipzig 1913); P. de Ambroggi, I discorsi di S. Pietro negli Atti: Se. Catt. 56 (1928) 81-97· 161-186.243-264; C. H, Dodd, The Apostolic Preaching and its Developments (London 1936); A. M. Vitti, L’eloquenza di S. Paolo colta al vivo da S. Lúea negli Atti: Bibl. 22 (1941) 159-197; J- Gevvies, Die urapostolische Heilsverkündigung nach der Apostelgeschichte (Bres-lau 1939); W. L. Knox, Same Hellenistic Elements in Primitive Christianity (Oxford 1944); J. Schmitt, Jesús ressuscité dans la prédication apostolique (París 1949); M· Dibelius, Die Reden der Apostelgeschichte und die antike Geschichtsschreibung (Heidelberg 1949); J· Munck, Discours d’adieu dans le N. T. et dans la littérature biblique: Mélanges M. Goguel (Neucha-tel 1950) 155-170; C. M. Menchini, II discorso di S. Stefano protomartire nella letteratura e predicazione cristiana primitiva (Roma 1951); J· Dupont, L’utilization apologétique de VAnden Testament dans les discours des Actes: Eph. Theol. Lovan. 29 Ü953) 289-327; E. Schv-Veitzer, Zu den Reden der Apostelgeschichte: Theol. Zeitsch 13 (i957) i-,”* U. Wilckens, Die Missionsreden der Apostelgeschichte (Neukalen 1962); D. Stanley, La Predicación primitiva: Concil. 3 (1966) 449-462; A. A. Balocco, Centralita dei discorsi nel libro degli Atti degli Apostoli: Riv. Lasalliana 35 (1968) 242-276. – 20 Cf. G. T. Kilpatrick, Western Text and Original Text in the Cospel and Acts: The Journal of Theol. St. 49 (1943) 24-36; M. Black, An Aramaic Approach to the Gospels and Acts (Oxford 1946); A. F. J. Klijn, A Survey of the Researches into the Western Text of the Gospels and Acts (Utrech 1949). – 21 * El hecho de que para designar esa obra anterior use el adjetivo πρώτος y no πρότερος no quiere decir que tuviera intención de escribir un tercer libro, como algunos autores han pretendido deducir, pues, en el griego helenístico, frecuentemente es usado πρώτος para designar el primero entre dos, y no sólo para designar el primero entre muchos. – 22 Cf. E. Loisy, Les Actes des Apotres (París 1925) p.105ss. Esta teoría había sido ya propuesta por M. sorof en 1890 y defendida igualmente por E. norden en 1913; pero fue Loisy quien la defendió con más calor, aunque los seguidores han sido pocos. Se opone a ello la fuerte contextura literaria del libro, unidad de estilo y procedimientos literarios. – 23 Es posible que ese número de “cuarenta” equivalga simplemente a “numerosos días” (cf. 13:31), apuntando quizás a la plenitud de la revelación llevada a cabo por Jesucristo antes de abandonar a los suyos. Cf. Ρ. Βενοιτ, L’Ascension: Rev. Bibl. 56 (1949) 192-193; ph. H. Menoud, Pendant quarante jours (Hec 1:3): Mel. O. Cullmann (1962) 150-152. – 24 Sobre el sentido de la frase en labios del Bautista, cf. L. Turrado, El bautismo “ín Spirííu Sancto et ignv>: Estudios Ecles. 34 (1960) p.807-817. – 25 Cf. P. Benoit, Passion et Resurrection (París 1966) p.386. – 26 Esta expresión la emplean también los Evangelios (cf. Mat 12:46; Mat 13:55; Mar 3:32; Mar 6:3; Lev 8:20-21; Jua 2:12; Jua 7:3)· Es tema íntimamente relacionado con la doctrina defendida constantemente por la Iglesia sobre la virginidad de María, madre de Jesús. Algunos apócrifos, como el Protoevangelio de Santiago, resuelven el problema haciendo a estos “hermanos” de Jesús, hijos de San José en un matrimonio anterior. Es la explicación que dieron también algunos Padres, como Orígenes y S. Ambrosio, lo cual trae consigo el suponer a San José ya viudo, cuando se casó con la Virgen. No hay base para tales especulaciones. La explicación hoy corriente es la que damos en el texto. – 2 7 Es por eso que en estos salmos, como dice Tomás, a veces “inseruntur quaedam, quae excedunt conditionem illius reí gestae, ut animus elevetur ad figuratum” (Tomás, Pro/. Comm. in 50 Psalmos). – En orden a esta cuestión, pueden verse: L. Turrado, ¿Se demuestra la existencia del “sensus plenion por las citas que el nuevo Testamento hace del Antiguo?: XII Semana Bíblica Española, Madrid 1952, p-333-378; J. Dupont, L’utilisation apologétique de l’Ancien Testament dans les discours des Actes: Eph. Théol. Lov. 29 (1953) 289-327; H. Braun, Das Alte Testament im Neuen Testament: Zeitsch. für Theol. und Kirche, 59 (1962) 16-31. – 28 Hist. eccl 1:12. – 29 Entre otras cosas, decían los rabinos que la voz de Dios, al promulgar la ley en el Sinaí en medio de truenos y relámpagos (ruido y fuego), se dividió en 70 lenguas – número de pueblos que, según la creencia judía, entonces existían a raíz de la dispersión de Babel – y resonó hasta los confines de la tierra, de modo que todos pudieron escucharLc. El milagro de las “lenguas” era como un dar la vuelta al influjo destructivo de Babel, que separó a los pueblos por la diversidad de lenguas (cf. J. Dupont, études sur les Actes des Apotres [París 1967], p.485-487; E. Trocmé, Le livre des Actes et l’histoire [París 1957], p.201-206). – 30 Cf. U. Holzmeister, Historia aetatis N. Testamenti (Roma 1932) p.206- – 31 Cf. S. Lyonnet, De glossolalia Pentecostés eiusque significatione: Verb. Dom. 24 (1944) p.65-75; L. Cerfaux, Le miracle des Zangues: Rec. L. Gerfaux, Gembloux 1954, p.15sss. – 32 Este lenguaje lo describe así San Bernardo: “No atiende a qué orden, a qué ley o a qué serie o propiedad de palabras hierba.. A veces no busca palabras, ni voz alguna, contento sólo con suspiros.. No considera qué o cómo ha de hablar, sino que todo cuanto a la boca le viene al ungirle el amor, no lo enuncia, sino lo eructa” (In Cant. 67:3). De modo semejante se expresa Santa Teresa: “Ni entonces sabe el alma qué hacer, porque ni sabe si hable, ni si calle, ni si ría, ni si llore. Es un glorioso desatino, una celestial locura” (Vida, c.16). – 33 La idea la expresa así Cerfaux: “El cristiano se dirige a Dios en un monólogo incomprensible, que puede modular con sonidos sin significado determinado, en los que se cree percibir palabras extranjeras. Este carácter de cosa extraña es esencial, hasta el punto de intervenir un intérprete a fin de que el don edifique a la comunidad. Estamos muy cerca de la mántica pagana, como en Delfos, donde un profeta explica los sonidos inarticulados que se escapan de los labios de la pitonisa” (L. cerfaux, Itin. espir. de San Pablo, Barcelona 1968, p.ich). De modo parecido se expresa P. grelot : “Semejante en apariencia a los transportes entusiastas que practican los paganos en ciertos cultos orgiásticos, puede incluso arrastrar a inconsecuencias a los fieles que no distinguen la influencia del Espíritu divino de sus falsificaciones” (art. “Carismas” en: Vocab. de Teol Bibl de X. león-dufour, p.iaó). – 34 Cf. Ant. iud. 7:15; 16:7. – 35 Gf. W. bousset, Kyrios Christos (Góttingen 1913/· – 36 Así lo supone ya en su tiempo Tomás, quien trata de resolver la dificultad que parecen oponerlas palabras de Cristo en Mat 28:18-20, diciendo: “Ex speciali Christi revelatione apostoli in primitiva Ecclesia in nomine Christi baptizabant, ut nomen Christi quod erat odiosum iudaeis et gentilibus honorabile redderet per hoc quod ad invocationem Spiritus Sanctus dabatur in baptismo” (Sum. Theol. 3 q.66 a.6 ad i). – 37 Cf. P. Benoit, Passion et Resurrection du Seigneur (París 19 – 38 Sobre estos “sumarios,” cf. Ρ. Βενοιτ, Remarques sur les “sommai’res” des Actes: Mé-langes M. Goguel (1950) p.1-10. – 39 Cf. Didaché 9:1-3; 14:1; San Ignacio ant., Ad Eph. 20:2 – 40 Cf. Did. 9-10 y 14; San Justino, I Apol 67. – 41 L. Arnaldich, Influencias de Qumrán en la primitiva comunidad judio-cristiana de Jerusalén: XIX Semana Bíblica española (Madrid 1962) p. 179-185. – 42 L. Cerfaux, Itinerario espiritual de San Pablo (Barcelona 1968) p.33. – 43 Algo parecido hemos de decir del término epíscopos, aludido en Hec 20:28. Hay autores que también aquí suponen influencias de Qumrán, diciendo que son tales las analogías entre el “mebaqqer” de Qumrán, y el “obispo” cristiano, que “la dependencia raya en certeza” (L. Arnaldich, Influencias de Qumrán en la primitiva comunidad judío-cristiana de Jerusalén: XIX Semana Bíbl. Esp., Madrid 1962, p.isi); otros, en cambio, dicen que “el paralelo entre el mebaqqer de Qumrán y el epíscopos de las primeras comunidades cristianas es menos claro de lo que a primera vista aparece” (M. Delcor, Le sacerdoce.. dans les docu-ments de Khirbet Qumrán: Rev. de l’hist. des Relig., 1953, p.n). Creemos que el hecho de que el término “epíscopos” aparezca, por primera vez en las comunidades griegas, hace poco probable esa dependencia de Qumrán; tanto más que el “epíscopos” era término muy frecuente en el helenismo para designar inspectores y administradores de comunidades, tanto profanas como religiosas. No hace falta ir a buscar nada en Qumrán 44 De bell iud. 5:5:3. – 45 El término αρχηγός (άρχη-αγω), traducido aquí por “autor,” como hace la Vulgata, lo traducimos por “príncipe” en 5:31. Su sentido primitivo es el de “qui initium agit,” pero ese significado puede matizarse de diversas maneras, según el contexto, equivaliendo unas veces a “autor de la cosa,” y otras veces a “príncipe” o guía que conduce a la consecución de determinada finalidad. Cf. T. Ballarini, Archegós (Act 315; 5:31; Heb 2:10; Heb 12:2): autore o con-dottierot: Sacr. Doctr. 16 (1971) 535-551. – 46 La expresión “un profeta hará surgir” (αναστήσει..) del v.22 ha dado lugar a muchas discusiones. Algunos, afirmando que es un texto directamente mesiánico, sostienen que Pedro ve ahí indicada la resurrección de Cristo, pues en el v.26, en que se haee notar la realización de esta promesa, se emplea el mismo verbo para señalar su resurrección: “Dios, resucitando a su Siervo (άναστήσας τον παΐδα αύτοΰ..).” Otros dicen que, lo mismo en el v.22 que en el v.26, el verbo άνίστημι ha de traducirse por “suscitar,” no por “resucitar,” en el sentido de que, al igual que Dios había suscitado a Moisés de en medio del pueblo, así suscitará otros profetas, y últimamente a Jesús de Nazaret (cf. Heb 1:1-2), para completar la obra comenzada por Moisés. Desde luego, el verbo ανίατη μι permite ambos significados, el de “suscitar” y el de “resucitar.” No parece haber duda que en el texto del Deuteronomio tiene el sentido de “suscitar,” como pide el contexto; en cuanto al v.26, la cosa es dudosa, y mientras unos lo traducen también por “suscitar,” diciendo que no se trata de la resurrección de Cristo, sino de su envío de parte de Dios al mundo, otros, quizás más fundadamente, lo traducen por “resucitar,” con alusión a la resurrección, que es el punto clave de todos los discursos de Pedro, y como aconseja la comparación con pasajes más o menos paralelos, como 13:32-34 y 26:6-8. Parece cierto que el volver a^ tomar el mismo verbo del v.22 es algo intencionado, explotando la anfibología del verbo άνίστημι. – 47 Es probable que esta admonición de que “no hablen ni enseñen en el nombre de Jesús” sea una admonición legal; pues en la jurisprudencia judía, tratándose de gente del pueblo, no de rabinos, no se podía proceder judicialmente sino en caso de reincidencia, lo cual suponía que había precedido una admonición legal. Tal parece suponerse en 5:28 al recordarles la prohibición actual. – 48 Cf. Ant. iud. 20:9:1. – 49 El nombre griego Cristo (hebr. Mesías) de la cita del salmo (v.26) es explicado etimológicamente al aplicarlo a Jesús, ungido por Dios (v.27). Evidentemente no se trata de “unción” en sentido propio, cual se hacía con sacerdotes, profetas y reyes (cf. Exo 28:41; Lev 8:12.; 1Sa 10:1; 1Sa 10:3 Rev 19:16), sino en sentido impropio, significando una elección divina en orden a determinada misión, para la que se confieren las gracias congruentes (cf. 2Sa 12:7; Sal 45:8; Isa 61:1). Dios “unge” a Jesús al constituirle como rey mesiánico. Esa “unción” sustancialmente tiene lugar ya en la encarnación, pero se manifiesta públicamente en el bautismo (cf. Jua 1:31-34), Y más aún en la resurrección (cf. 13:33). Acerca del apelativo “siervo” aplicado a Jesús (v.27), ya hablamos al comentar 3:13. – 50 Del v.32 parece hay que saltar al v.34, si queremos mantener la ilación de las ideas. A su vez, el v.33 enlaza muy bien con el v.3i. Quizás haya habido aquí trastrueque por parte de algún amanuense, o quizás este aparente desorden sea debido a la diversidad de fuentes usadas por San Lucas. Hay quienes suponen que este v.33 pertenece al contexto del c.5, de donde procedería, igual que dijimos del v.43 del c.2. – 51 Al término ecclesia pueden corresponder en arameo tres palabras, sin que sea posible saber cuál usaría el Señor: qehala ( = reunión o asamblea para un asunto cualquiera), idtá ( = reunión o asamblea para un fin concreto, y no ya con carácter indefinido), kenistá ( = lugar donde se reúne la comunidad, o también la misma comunidad reunida). Esta última palabra, en el judaismo rabínico, viene a equivaler a “sinagoga.” – 52 Se ha discutido mucho sobre cuál fue entre los primeros cristianos la significación primaria y más antigua del término “iglesia,” si la de sentido universal o la de sentido local. Creemos que la respuesta ha de estar en consonancia con la opinión que cada uno defienda sobre el origen de esa denominación entre los cristianos. Hay autores, como P. Batif-fol y W. Kóster, que ponen el punto de partida en el mundo griego, donde este término era muy usado, en sentido de asamblea del pueblo como fuerza política. Los ciudadanos eran llamados ekkletoi, es decir, los convocados (ek-kaleo = llamo de, convoco) por_ el heraldo o pregonero. Es prácticamente el sentido que encontramos todavía, sin ningún matiz cristiano, en Hec 19:32.39. Habrían sido los sectores helenistas de las comunidades cristianas los que habrían comenzado a dar a sus reuniones o asambleas el nombre mismo que se daba a las reuniones o asambleas de las ciudades griegas. Este habría sido el primer paso. Luego, en un segundo tiempo, ese mismo término habría pasado a designar, no ya la reunión misma, sino los fieles que solían reunirse: iglesia local. Finalmente, en una tercera etapa, del sentido de iglesia local se habría pasado al de Iglesia universal, designando con el mismo término al conjunto de todos los cristianos. Sin embargo, como indica Mc indicamos en el texto, creemos más probable, siguiendo a la generalidad de los autores, poner el punto de partida, no en el helenismo, sino en el uso que de este término Ekklesia hacían los LXX, traduciendo el hebreo qahal. Debido a ser un término acuñado ya por los LXX y en cierto modo sagrado, se explicaría que las antiguas versiones latinas conserven siempre la palabra griega ecclesia, sin traducirla al latín por alguna de sus equivalentes (curia, concio, cormtium..), cosa difícil de explicar si hubiese sido tomado del griego profano, sin otro significado que el genérico de congregación o reunión en asamblea. Tendríamos, pues, que el significado básico y primario del término Ekklesia no sería el de asamblea local, sino el de Iglesia universal o pueblo de Dios escatológico, anterior a cualquier clase de agrupaciones locales; sólo en una segunda etapa, al irse extendiendo el cristianismo, se usará también ese mismo término para designar las comunidades locales. Es decir, todo al revés de lo que suponen los que hacen derivar del helenismo el uso del término “iglesia” entre los cristianos. En un principio, esa Iglesia universal coincidirá de hecho con la comunidad local de Jerusalén; de ahí que sea indiferente decir “toda la iglesia” (Hec 5:11), o simplemente “la iglesia” (Hec 8:3), o también “la iglesia de Jerusalén” (Hec 8:1). Pero pronto el término “iglesia” aparecerá claramente en sentido supralocal y se hablará de “la iglesia” diseminada por Judea y Galilea y Samaría (Hec 9:31; cf. 20:28). Asimismo, el término “iglesia” se aplicará a las nuevas comunidades cristianas que se van fundando en Antioquía, Asia Menor, Efeso, etc. (cf. 13:1; 14:23; 20:17). Sin embargo, esta aplicación a las iglesias locales no destruye el concepto de Iglesia universal, que sigue siendo el concepto básico del término “iglesia.” Si se habla de la iglesia de Antioquía o de la de Corinto, o de la de Roma, no es en el sentido de que esas iglesias sean parte simplemente de la Iglesia universal, cual si de la suma de todas aquéllas resultase ésta, sino que la referencia es siempre a la Iglesia de Dios, que es única y universal, pero que se hace presente, de modo concreto, en esta o aquella comunidad local. Cada iglesia local, por pequeña que sea, contiene toda la realidad iglesia, como la contenía la iglesia de Jerusalén cuando no existía aún ninguna otra. Algo parecido a como la eucaristía local contiene a Cristo todo entero 53 En el Antiguo Testamento se habla con frecuencia del “ángel de Yahvé,” especie de personificación de la providencia particular de Dios hacia su pueblo (Gen 16:7-12; Gen 21:17-18; Gen 22:11-18; Jue 2:1-5; Jue 6:11-22; Jue 13:3-21; 2 Reg 1:3.15)· Es la misma concepción que aparece también en estos lugares de los Hechos. – 54 La expresión “príncipe” (αρχηγός) y “salvador” (v.3i), que Pedro aplica a Jesucristo, se corresponde con “autor (αρχηγός) de la vida” en 3:15, y su sentido ya lo explicamos al comentar ese pasaje. – 55 Cf. Sotah, 9:15; Besah, 2:1-7. – 56 Cf. Recogn. Clem. I, 6553: PL 41:807-818. – 57 Cf. Aní. iud. 18:1; 1-6; 20:5:1. – 58 Cf. Ant. iud. 17:10:6; De bell. iud. 2:4.2,59 Es la interpretación corriente del término “helenistas,” y que juzgamos más probabLc. Es sabido que O. Cullmann propone y defiende calurosamente una nueva interpretación, lo mismo para este pasaje, que luego para Hec 9:29 y 11:20. Se trataría simplemente de judíos, sean de Palestina o sean de la diáspora, pero de judíos con ideas diferentes a las del judaismo oficial, con tendencias más o menos esotéricas de origen sincretista. A este movimiento, de gran importancia en la historia de los orígenes del cristianismo, llama Cullmann judaismo esotérico, especie de gnosticismo judío. Una de sus doctrinas más características sería la relativa a su actitud respecto del Templo, mucho más libre que la del judaismo oficial, propugnando un “culto” en espíritu (cf. Hec 7:47-50). En estrecho parentesco con este grupo “helenista” estaría el grupo “joánico,” donde nace el IV Evangelio (cf. Jua 2:19-21; Jua 4:20-24), formando un como segundo tipo de “cristianismo,” en contraposición al representado en los Sinópticos. Es en este segundo tipo de cristianismo donde vemos los mayores contactos con el “essenismo” de Qumrán (cf. O. Cullmann, Des sources de l’Evangile a la formation de la théologie chrétienne, Neuchatel 1969, p. 16-21). – 60 Cf. Exo 22:21; Deu 14:19; Sal 68:6; Isa 1:17; Jer 22:3; Hec 9:39; 1Ti 5:3; Stg 1:27. – 61 Cf. Clem. Rom., 2:5:18; 5:5:157- – 62 Gf. A. ή orden a511 “Los Hechos de los Apóstoles (Barcelona 1967) p.i 16-121; P. Gachter, » Une Zeit (Innsbruck 1958) p. 105-154. – 63 Este texto de Amos citado por Esteban (v.42-43) presenta bastantes dificultades de interpretación en sus detalles; pero, para la finalidad de Esteban, basta la afirmación de que, durante cuarenta años, en el desierto los judíos no ofrecieron víctimas y sacrificios a Dios, sino que desviaron hacia cultos idolátricos de divinidades extranjeras. Y eso está claro en Amos, lo mismo en el texto hebreo que en el texto griego de los LXX, que es el que sigue üsteban. Moloc era el ídolo de los amonitas, representado por una estatua con cabeza de buey. Refan (en los’LXX: ‘Ραιφάν) parece una deformación deKaiván, nombre asiro-babilónico de una divinidad astral, que corresponde a nuestro Saturno. Es un ejemplo del culto al “ejército celestial,” de que se habló antes (v.42). – 64 Es de notar que en todos los demás lugares del N.T., al igual que en Sal no,i, se presenta a Jesucristo “sentado” a la diestra de Dios (cf. Mat 24:64; Col 3:1); pero aquí Esteban le ve “de pie,” como preparado para acudir en su ayuda. – También es de notar el término “hijo del hombre” para designar a Jesucristo, término frecuentemente usado por el mismo Jesucristo en el Evangelio (cf. Mat 8:20; Mat 26:64), pero que no aparece en los otros libros del N.T., a excepción de este lugar y de Rev 1:13 y 14:14. Buena prueba de que fue un título cristológico muy poco usado en el cristianismo primitivo. – 65 El texto dice: .”.de un jow.n (νεανίου) llamado Saulo,” razón que alegan algunos para rechazar la hipótesis de que pudiese formar parte del sanedrín; pero esa razón nada probaría, pues el término griego νεανίας, al igual que el latino “adolescens,” tiene una significación mucho más amplia que el castellano “joven,” pudiendo ser aplicado a hombres incluso de cuarenta o cuarenta y cinco años. Hasta dicha edad son todavía “hombres jóvenes,” es decir, con pleno vigor de mente y de cuerpo. – 66 Lo cuenta así Josefo: “Entonces el sumo sacerdote, creyendo tener una buena ocasión, porque había muerto Festo, y Albino se hallaba aún en camino, reúne un sanedrín de jueces y, citando.. a Santiago y a algunos otros, acusados de ser transgresores de la Ley, los condenó a ser apedreados” (Ant. iud. 20:9:1). – 67 San Agustín, Serm. 315. – 68 Euseb., Hist. eccl. 5:18:14. – 69 Sobre esta ida a predicar en Samaría insiste mucho O. Cullmann, haciendo notar que los samaritanos rechazaban también ellos el culto del Templo (cf. Jua 4:20-21) y, consiguientemente, tenían afinidad con las ideas defendidas por Esteban y el grupo helenista (cf. Hch 7:47-50). Cree Cullmann que este grupo “helenista,” de que hablan los Hechos, está muy en relación con Jua 4:38, en que se habla de predicadores que han trabajado en Samaría antes de que lo hayan hecho los Doce (cf. O. Cullmann, o.c., p.i8 y 48). – 70 Cf. Just., Apol. I 26; Dial. c. Triph. 120:6; Iren., Adv. haer. 1:16-1:3; Tert., Apol. 13 ; De anima 34:57; Oríg., Contra Cels. 5:62; Euseb., Hist. eccl 2:13; Homil pseud. Clem. 2, 22-23; 4:4-5- – 71 Ciertamente que en el bautismo, signo eficaz de gracia, se nos confiere el Espíritu Santo (cf. 1Co 12:13), pero no parece que en las narraciones de los Hechos haya nunca explícita alusión a ello. Todo da la impresión de que, en un principio, los ritos del bautismo se consideraban más bien bajo el aspecto negativo de remisión de los pecados, quedando la parte más directamente positiva o don del Espíritu para el rito de la imposición de manos. La primera afirmación clara de la conexión inmediata entre el Espíritu y el bautismo la tenemos en Jua 3:5; también Pablo lo deja entender claramente en varias de sus cartas (cf. 1Co 6:11; 1Co 12:13; Tit 3:5). Sin embargo, la creencia de que había conexión entre Espíritu y bautismo queda implícita en las palabras de Pedro ante Cornelio: “¿Podrá alguno negar el agua del bautismo a los que han recibido el Espíritu”? (Tit 10:47), lo que está dando a entender que el agua del bautismo es símbolo eficaz del Espíritu. – 72 Plinio, en su capítulo sobre Etiopía, dice que reinaba una mujer llamada Candace, “quod nomen multis iam annis ad reginas transiit” (Hist. natur. 6:35). Según testimonio de Eusebio (Hist. eccL 2:1), parece que era normal el que ese reino de Etiopía estuviese gobernado por una mujer. Es de notar que este nombre de “Etiopía” no corresponde a la actual Etiopía (Abisinia), sino más bien a Nubia, país situado al sur de Egipto, entre la primera y la sexta catarata, y que entonces tenía por capital la ciudad de Meroe. Los judíos llamaban a los habitantes de Nubia Kush o Kushiti, término que los LXX tradujeron por Etiopía y Etíopes. Actualmente el territorio de la antigua Nubia pertenece en su casi totalidad al Sudan, constituido reino independiente en 1956. Abisinia queda más al sur. – 73 Cf. Iren., Adv. haer. 3:12:8: “Eunuchus credens et statim postulans baptizari dicebat: credo Filium Dei esse lesum.” – 74 Cf. Eusfb., Hist. eccl. 2:1:13. – 75 Una prueba la tenemos en los papiros árameos de la isla Elefantina recientemente descubiertos, que dan fe de una numerosa colonia judía ahí establecida ya en el siglo vi antes de Cristo. Esta isla se halla en la primera catarata del Nilo, lugar fronterizo entre Egipto y Nubia, siendo de creer que también más al sur existieran colonias judías. – 76 Damasco se halla a unos 250 kilómetros de Jerusalén, y las caravanas empleaban seis o siete días en hacer el recorrido. Pertenecía a la provincia romana de Siria y, al igual que todas esas regiones, había sido conquistada por Pompeyo a mediados del siglo i a. G., quedando desde entonces sujeta a Roma. Según testimonio explícito de Josefo, eran numerosísimos los judíos ahí residentes (cf. De bell. iud. 1:24:2. – 77 Cf. Antiq. iud. 14:10; De bell. iud. 1:24:278 Cf. A. M. denis, L’Apótre Paul “prophéte messianique” des Gentih: Eph. Théol. Lov. 33 (1957) 245-318; L. cerfaux, La vocation de S. Paul: Euntes doc. (1961) p-3-35- – 79 La manera de ver de los críticos podríamos resumirla así: Hay que distinguir entre la sección gj-iga ( = 22:6-21 y 26:12-18), en que se narra directamente la conversión de Saulo, y la sección 9:196-30, en que se narran sus primeras actividades después de convertido. Esta segunda sección, relativa a un período de la vida de Pablo del que parece que Lucas sabía muy poca cosa, habría sido hilvanada a su modo por él, valiéndose de algunas noticias aisladas (huida de Damasco, dificultad de Pablo para relacionarse con los Apóstoles de Jerusalén, etc.), con la expresa intención de vincular a Pablo con la iglesia de los orígenes. En cuanto a la primera sección, relativa a la conversión de Pablo, de la que presenta nada menos que tres relatos, la dificultad es mayor. Sin embargo, comparando atentamente los tres relatos, sacamos el convencimiento de que Lucas lleva la intención de un acortamiento progresivo (19 ver. en el primer relato, 16 en el segundo, y 7 en el tercero), al tiempo que introduce algunas diferencias: descripción amplia de la visión de Ananías en el primer relato (vv.10-16) y brevemente la entrevista con v.17-18;, mientras que en ei segunuu iciatw ou^^ al revés, es decir, ni se habla siquiera de la visión de Ananías, pero se narra ampliamente su entrevista con Saulo (vv.12-16). También se nota progresión en ir acentuando cada vez mas la vocacionde Pablo hacia los gentiles:en el primer relato se habla simolemente de “naciones, reyes e hijos de Israel” (v.1s), en el segundo se habla de “todos los hombres” (v. 15), Hay algunos (Harnack, Dibelius, Knpx, Haenchen) que todas estas diferencias entre los tres relatos las atribuyen a la actividad literaria de Lucas; en cambio, otros (Spitta, Wendt, Hirsch, Lake, Trocmé) creen que algunas de ellas, particularmente lo relativo al episodio de Ananías, serían difíciles de explicar, de no suponer ya diversidad en las fuentes usadas por Lucas. Creen que Lucas se valió de dos fuentes distintas: la primera, en la que no habría nada de Ananías, debía ser muy semejante al relato que tenemos en Hec 26:1-18 y es posible que procediera de Pablo mismo, dada la semejanza con Gal 1:15-16; la segunda, en cambio, tendría como núcleo central el episodio de Ananías, difícilmente conciliable con las protestas de independencia de Pablo en Gal 1:11-24. Tendríamos ahí el clásico relato de un milagro de tipo tradicional, es decir, la curación de la ceguera de Pablo por Ananías, sirviendo de introducción el escenario de la luz deslumbrante que le envuelve al acercarse a Damasco, su caída en tierra él sólo (cf. 9:4; 22:7) y su conducción a la ciudad ciego y como anonadado (cf. E. Trocmé, Le livre des Actes et l’histoire, París 1957). – 80 Cf. G. Lohfink, Pawíus vor Damaskus (Stuttgart 1965); D. M. Stanley, Paul’s Conversión in Acts: The Cath. Bibl. Quart. 15 (1953) p.315-338; A. Girlanda, De con-versione Pauli in Actibus Apostolorum tripliciter narrata: Verb. Dom. 39 (1961) p.66-81.129-140.173-184. – 81 Cf. p.Gachter, Peírus und seine Zeit (Innsbruck 1958) p.338-450. – 82 Gf. B. Rigaux, Saint Paul et ses lettres (París 1962) 114-115. – 83 Los textos básicos para una cronología de la vida de San Pablo son: Hec 12:23; Hec 18:12; Hec 24:27; Gal 1:18; Gal 2:1. – 84 Este proverbio: “Duro es cocear contra el aguijón,” está tomado de la vida agrícola, cuando al pinchazo de la aguijada el animal suele responder con coces, y significaba el esfuerzo vano y necio con que a veces se pretende evitar una cosa (cf. Esquilo, Agam. 1624; Píndaro, Pyth. II 94; Eurípides, Bacch. 795; Terencio, Phormio 78). El proverbio se encuentra solamente en la tercera de las narraciones (Gal 26:14); aunque algunos códices y la Vulgata Clementina lo ponen también en la primera (Gal 9:5). Igualmente es exclusiva de la tercera narración la noticia de que Jesús habló a Saulo en arameo (cf. 26:14). – 85 Gf. W. Prokulski, The Conversión of St. Paul: The Cath. Bibl. Quart. 19 (1957) 453-473- – 86 Digo “de modo explícito,” pues de una manera implícita quizá podamos ver indicada esta revelación en el v.1a. Tal debe afirmarse en el caso de considerar este versículo como continuación del precedente, que siguiera refiriendo palabras del Señor a Ananías. La traducción sería: .”. busca a Saulo de Tarso, que está orando y ha visto en visión a un hombre llamado Ananías..” Es decir, que el Señor informaría a Ananías de una visión tenida por Saulo, dándole a entender con ello que está ciego y que está dispuesto para su visita. La cosa, sin embargo, no es clara, pues la interpretación de este versículo es difícil. La Vulgata Clementina lo pone entre paréntesis y parece considerarlo como una nota histórica intercalada por San Lucas, quien, tomando pie de la “oración” de Saulo (v.11), agregaría la noticia de la visión tenida por éste durante esa “oración,” al mismo tiempo que tenía lugar la aparición a Ananías. Tal es también la interpretación que dan muchos autores. En ese caso, este v.12 nada tendría que ver con la aparición a Ananías, – 87 Sobre que Saulo quedó ciego, no parece caber duda (v.8.i8). También parece claro que esa “ceguera” está relacionada con el intenso resplandor de la visión (cf. 22:11; 26:13). No creemos, sin embargo, que se trate simplemente de un fenómeno natural, debido al exceso de luz; pues no hubiera durado tanto tiempo (cf. v.g). Desde luego, la curación fue sobrenatural, y esas “como escamas” que caen de sus ojos (v.18) parece deben entenderse no metafóricamente, sino, en realidad, como algo material, especie de costra formada sóbrelos ojos de Saulo. Algo parecido había sucedido a Tobías (cf. Tob 11:13). La expresión “escamas que caen” se encuentra en escritos de médicos griegos. – 88 No es fácil determinar a qué región alude este nombre de “Arabia.” El término e demasiado vago, aplicándose en aquel tiempo a todos los inmensos territorios del otro lado del Jordán, que se extendían hasta la alta Siria por el norte, hasta el Eufrates por el este y hasta el mar Rojo por el sur. Pero el núcleo principal era el reino de los nabateos (cf. 1Ma 9:35), llamado también a veces reino de los “árabes,” cuya capital era Petra, y se extendía a lo largo del este y sur de Palestina. A esta región parece que fue donde se retiró Saulo. – 89 Este Aretas sería Aretas IV, rey de los nabateos, del que conocemos bastantes datos por Josefo. Reinó desde el año 9 a. C. hasta el año 40 d. C. Una hija suya estuvo casada con Herodes Antipas, a la cual repudió para unirse con Herodías, mujer de su hermano, delito al que aluden también los evangelios (cf. Mat 14:3). Este repudio disgustó a Aretas, el cual, con pretexto de un incidente fronterizo en TransJordania, declaró la guerra a Herodes, que fue totalmente derrotado. Pero Herodes recurrió a Tiberio, y éste ordena a Vitelio, legado de Siria, que declare la guerra a Aretas y se lo lleve a Roma, vivo o muerto. Al llegar con sus tropas a Jerusalén camino de Petra, capital del reino de Aretas, Vitelio recibe la noticia de la muerte de Tiberio (16 de marzo del 37), y manda detener la expedición militar en espera de recibir órdenes del nuevo emperador (cf. Josefo, Antiq, iud. 18:5:1). No tenemos más datos. – 90 En vez de “helenistas” (judíos de la diáspora), la Vulgata habla de “gentiles,” leyendo: “loquebatur quoque gentibus et disputabat cum graecis.” Pero esta lección no tiene apoyo alguno sólido en los códices. – 91 Recientes tentativas de algunos críticos, como E. Lohmeyer, han querido unir la existencia de estas iglesias a la vida pública de Jesucristo y a sus apariciones en Galilea, imaginando dos tipos de cristianismo: el jerosolimitano y el galileo. No creemos que haya base sólida para tales suposiciones. – 92 Cf. Josefo, Antiq. iud. 18:8:2-9. – 93 El nombre Tabita es arameo, y corresponde al griego δορκά,” (v.56), en español gacela. Dicho nombre, aunque directamente designa un animal, había pasado a ser nombre de mujer, incluso entre los griegos. – 94 De este espíritu de segregación que animaba a los judíos frente a las demás razas (cf. 10:28; 11:3; Gal 2:12; Jua 18:28) hablan también los escritores romanos. Es célebre el testimonio de Tácito: “Adversus omnes alios hostile odium, separati epulis, discreti cubilibus” (Hist. V 5). – 95 En la tradición se conoce al evangelista San Marcos como “discípulo e intérprete (ερμηνευτής) de Pedro”; lo cual, según la interpretación que juzgamos más probable, parece debe entenderse de que, al menos en un principio, hubo de valerse de él para su trato con el mundo griego (cf. Papías, en Euseb., Hist. eccl. 3:39:15; Iren., Adv. haer. 3:1:1; San Jerónimo, De viris ill. 8). – 96 En relación con los milagros y actividad de Jesucristo usa Pedro la frase “le ungió Dios con el Espíritu Santo y con poder” (v.38), frase calcada en Isa 61:1 : “El Espíritu del Señor descansa sobre mí, pues Yahvé me ha ungido y me ha enviado a predicar la buena nueva a los abatidos..” Ya Jesucristo se había aplicado a sí mismo este pasaje al comienzo de su vida pública, hablando en la sinagoga de Nazaret (cf. Luc 4:17-21). El sentido de la frase de Pedro parece claro. Pretende dar la razón del proceder y milagros de Jesucristo: era el “Ungido” de Yahvé, del que hablan las profecías mesiánicas. Al comentar 4:27, explicamos ya cómo deba entenderse la palabra “ungir.” – 97 Esta afirmación de Pedro está en armonía con la norma fundamental divina, a que también alude San Pablo, de conducir los hombres a la salud por la fe (Rom 1:16-17) y a través del ministerio de otros hombres (Rom 10:13-15). – 98 Cf. Jos., De bell. iud. 7:3:2; Antiq. iud. 12:3:1. – 99 Hay bastantes códices que, en lugar de “griegos” (έλληνας), tienen “helenistas” (ελλη-νιστάς), lo mismo que en 6:1 y 9:29; pero esta lección se opone tan claramente al contexto, que puede decirse unánimemente rechazada en todas las ediciones críticas. En efecto^ si leemos .^helenistas” (judíos de la diáspora), desaparece totalmente la oposición con el “judíos” del v.19. Otra cosa es en el pasaje Deu 6:1, pues allí no se habla de judíos, término común para todos los de raza judía, sino de “hebreos,” con que se designaba a los judíos palesti-nenses, de habla aramea. Con el término “griegos” se alude no precisamente a los habitantes de Grecia, sino, al igual que en otros pasajes (cf. 14:1; 31:38; Rom 1:16), a los “paganos” en general, en contraposición a los “judíos.” – 100 Los judíos designaban a los cristianos con el nombre de “secta de los 5.14:2Cr 28:22), término de desprecio (cf. Jua 1:46; Jua 7:41), derivado del pueb] criado Jesús (cf. 2:22; 6:14; 10:38). pueblo en que se había – 101 Cf. Sueton. , Claadius 18; Dión Casio, 60:11; Tácit., Anuales 12:43; Josefo fla-vio, Antiq. iud. 3:15:3; 20:2:5; 20:5:2. – 102 Cf. J. Jeremías, Sabbat jahr und neutestamentliche Chronologie: Zeitschrift für die neut. Wiss. 27 (1928) 98-103; A. M. Tormes, La fecha del hambre de Jerusalén aludida por Act 11:28-20: Est. Ec. 33 (1959) 303-316; J. Dupont, Lafamine sous Claude: Rev. Bibl. 62 (1955) 52-55- – 103 Cf. L. Turrado, Carácter jerárquico de Tito, Timoteo, Lucas, Silas y otros compañeros de San Pablo: Ciencia Tomista 69 (1946) 82-105. 104 Cf. Efe 6:1; Magn. 2; Efe 6:1; Trall i,i;Philad. 4. – 105 Con referencia a los v.27-28, la recensión occidental, representada por el códice D, tiene una interesante variante, que conviene señalar. Lee así: .”.a Antioquía profetas, y hubo gran júbilo. Mientras estábamos reunidos, levantándose uno de ellos..” De ser auténtica esta lección, tendríamos aquí la primera de las “secciones nos,” en que San Lucas habla en primera persona del plural (cf. 16:10-17; 20:5-15; 21:1-18; 27:1-28:16), y sería una prueba manifiesta de que por este tiempo estaba en Antioquía y era ya cristiano. De todos modo ρ al menos es claro indicio de una antigua tradición en ese sentido. – 106 Cf. Josefo Flavio, Antiq. iüd. 18:6-7; 19:5. – 107 Cf. Antiq. iud. 19:6-7. – 108Gf. Z. García Villada, Historia eclesiástica de España I (Madrid 1929) P-46-66. – 109 Cf. Oríg., Homil. 6 in Lc; San Jerónimo, De vir. ilL i; Lib. Pontiflcalis p.si; Brev. román., d. 22 febr. – 110 euseb., Hisí. eccl. 2:14:6; San Jerónimo, De vir. ill. ι; orosio, Hist. adv. paganos 7:6; León Magno, Serm. 82:4. – 111 Gf. Josefo Flavio, Anítq. iud. ig,8:2. Biblia comentada 6a 9 – 112 Quizá a alguno llame la atención lo de “comido de gusanos,” algo parecido a lo que la Escritura refiere también de Antíoco (2Ma 9:5-9) y Eusebio dice del emperador Calerio (Hist. eccl. 8:16:4). Los incrédulos comentan a veces, en tono irónico, que es la muerte que los autores cristianos damos siempre a los perseguidores de la Iglesia. Desde luego, admitimos que se han formado a veces leyendas en ese sentido, sin suficiente base histórica; v.gr., respecto de Pilato, Anas, Caifas, etc.; pero ello no es motivo para negar la historicidad de aquellos otros casos que, como la del que ahora tratamos, está suficientemente documentada. Notemos cómo también Flavio Josefo, que no es autor cristiano, atribuye esa muerte a Herodes el Grande (Ant. iud. 17:6:5), detalle precisamente que omite el Evangelio, el cual se contenta con decir simplemente que “murió” (Mat 2:19). Por lo demás, junto a una llaga que no se preserve bien de la putrefacción, surgen muy pronto gusanos. Esto sucede también hoy, y es de creer que sucediese con bastante más frecuencia en la antigüedad. – 113 Cf. Sueton., Claudius 17:3-4; Dión Casio, 60:23:1-4. – 114 Josefo Flavio, Antíq. iud. 19:9:1-2. – 115 Actualmente son bastantes los autores que niegan toda validez a este razonamiento. Lo expone así B. Rigaux: “Estos dos últimos versículos.. tienen un carácter netamente redaccional. Fundar sobre ellos cualquier tentativa de precisión cronológica es contrario a toda regla crítica” (Saint Paul et ses Lettres, Bruges 1962, p.io9). Sin embargo, ¿es segura la conclusión? ¿Es que por el hecho de que los versículos tengan “carácter redaccional,” hay que excluir necesariamente de la mente de Lucas, próximo aun a los acontecimientos, toda intención cronológica? – 116 No se nos dice en qué consistía esa “liturgia,” pero evidentemente se trata del acto del culto cristiano tal como solía practicarse en esos primeros tiempos de la Iglesia: oración, exhortaciones, cánticos y, sobre todo, la fracción del pan (cf. 2:42; 20:7-11; 1Co 11:20; 1Co 14:26). Es importante hacer notar cómo con la liturgia va unido el ayuno. – 117 Cf. Gong. Vatic. II, Const. Lumen Genttum, n.° 12. – 118 Cf. Josefo Flavio, Antiq. iud. 16:4. – 119 Es de notar la exactitud histórica de San Lucas, al hablar de “procónsul” (άν3ύπατος) en Chipre. Precisamente era éste un punto que había sido alegado por algunos críticos para impugnar el valor histórico del relato. En efecto, decían que Chipre era provincia imperial (cf. estrabón, 14:6; 17:25), es decir, bajo la dependencia directa del emperador, como jefe supremo del ejército, y, por tanto, no estaba gobernada por un “procónsul,” como supone el autor de los Hechos, sino por un propretor o legado del César, al igual que la de Siria (cf. Luc 2:2). Pues bien, las excavaciones arqueológicas en la isla nos han dado a conocer varías inscripciones con cuatro nombres de “procónsules.” Una, encontrada en 1877, lleva precisamente el nombre de “Paulus,” que muy bien pudiera ser el Sergio Pablo del libro de los Hechos. Y es que, aunque en un principio Augusto hizo a Chipre provincia imperial, como nos dice Estrabón, poco después, hacia el año 22, la hizo senatorial, entregándola al Senado, como sabemos por Dión Cassio (Luc 54:4). Estas provincias senatoriales las administraba el Senado mediante procónsules. Parece que bajo el emperador Adriano, por razones militares, de nuevo volvió a convertirse en provincia imperial; pero en tiempos de San Pablo ciertamente era provincia senatorial. – 120 Cf. Estrabón, 12:Luc 6:4. – 121 Hay códices que en el v.18 leen “los soportó” (έτροποφόρησεν αύτούς), lección que sigue también la Vulgata. Pero parece más en consonancia con el contexto la lección “les proveyó de alimento” (έτροφοφόρησεν) que es la que hemos preferido, y que tienen gran número de códices griegos y de antiguas versiones. De notar también, en esta primera parte del discurso, la cifra “450 años” del v.ao. En Gen 15:13” se da la cifra de 400 años para la estancia de los israelitas en Egipto, mientras que Exo 12:40-41 se da la de 430. Parece que Pablo se refiere al tiempo transcurrido desde que Gañán fue prometido a los patriarcas (cf. Gen 15:18) hasta su posesión efectiva en tiempos de Josué, incluidos los 40 años de marcha por el desierto. Sin embargo, el texto está oscuro. Hay códices que parecen referirse al tiempo transcurrido desde la conquista de Cañan hasta los Jueces, cosa que no responde a ninguna cronología conocida. La recensión – occidental refiere esa cifra a la época de los Jueces, pues lee: “Durante unos 450 años les dio jueces..” La cuestión, como en general todas estas cuestiones cronológicas de la Biblia, es muy oscura y parece que circulaban diversas corrientes, conforme ya explicamos al comentar 7:6.122 es probable que el término “prosélitos” (v.43), contrariamente a 2:11, se tome aquí en sentido amplio, con referencia simplemente a simpatizantes con el judaismo, conforme parece pedir la determinación que se añade de “adoradores de Dios” (cf. 10:2). – 123 La frase “creyendo cuantos estaban ordenados a la vida eterna” (v.48) ha dado lugar a muchas discusiones. Algunos autores, relacionando este texto con Rom 8:28-30, creen encontrar aquí una prueba de que hay una predestinación a la gloria futura del cielo dependiente de la sola libre voluntad de Dios, anterior a cualquier previsión de méritos. No creemos que el texto bíblico dé pie para llegar tan lejos. Evidentemente, en el contexto del pasaje, esos “ordenados a la vida eterna” son todos los que “creyeron,” y no es necesario suponer que todos habían de salvarse en el sentido que nosotros damos a esta palabra. Más bien se alude a los que entran en la “salud mesiánica” (cf. 2:47; 3:15), dentro ya de la “vida eterna,” pues la gracia es el principio de la gloria. Se trata, sin embargo, de una “vida” que aún puede perderse. Lo que el texto bíblico trata de acentuar es que los predicadores en su actividad y en sus éxitos dependen de la dirección y acción de Dios (cf. 1 Cor 3.6-7). – 124 Cf. Jenofonte, Anábasis 1:2:19. – 125 Cf. Plinio, 5:25; Cicerón, Ad familiares 15:4:2; Estrabón, 12:6:1. – 125 bis es sabido que Lucas, a lo largo de todo el libro de los Hechos, reserva habitual-mente el término apóstoles para el grupo de los Doce (cf. 1:2.26; 2:37; 4:23; 5:12; 8:1.14; 9:27; 15:2). De otra parte, Pablo reclama también para sí el título de “apóstol” (cf. 1 Cor 9, i; 15:5-11; Gal 1:1.17). Sin embargo, aquí se le da también ese título a Bernabé. Todo esto ocasiona no pequeña problemática. Parece ser que, dentro de la época neotestamentaria, el título de “apóstol,” que habría comenzado aplicándose a los Doce (cf. Luc 6:13), adquirió luego un significado mucho más amplio incluyendo a todos aquellos que tenían corno misión característica la de difundir el Evangelio allí donde no había sido aún predicado (cf. 1Co 12:28; 2Co 11:5; Efe 4:11). Pronto, sin embargo, el título volvió a quedar reservado a los Doce y a Pablo, que es la situación que parece suponer Lucas al escribir el libro de los Hechos. No es claro si también Bernabé pertenecía a este grupo, dado el especial miramiento con que Pablo habla de él (cf. 1Co 9:6). El hecho de que Lucas le dé ese título, lo mismo que a Pablo, podría ser un indicio (cf. Hec 14:4-14). Sin embargo, es posible que en la narración de Lucas, como creen muchos autores, el término “apóstoles” no tenga sentido técnico alguno, sino simplemente el de enviados de la iglesia de Antioquía, pues es un pasaje que se halla en íntima conexión con Hec 13:1-3, y deja traslucir una tradición más antigua. Tal sentido es corriente en las cartas paulinas (cf. 2Co 8:23; Flp 2:25). Sobre este título apóstoles en la época neotestamentaria, cf. L. turrado, Carisma y ministerio en San Pablo: Salmanticensis, 19 (1972) p.336-338. – 126 Cf. Ovidio Metamorfosis 8. – 126bis ει texto bíblico no habla explícitamente de “imposición de manos,” sino de designación de presbíteros “extendiendo la mano” (χειροτονήσαντες.. πρεσβυτέρους). Sin embargo, aunque este verbo χειροτονειν Se use a veces para significar la designación por voto a mano alzada, no parece que ese sentido tenga aquí aplicación. – 127 Cf. S. Giets, L’asemblée apostolique et le decret de Jérusalem: Rech. Scienc. Relig. (1951) p.203-22o; L. Cerfaux, Le chap. XV du Livre des Actes a la lumiére de la littérature ancienne: Rec. Cerfaux (Gembloux 1954), p.105-124; J. Dupont, Fierre et Paul a Antioche et á Jérusalem: Rech. Scienc. Relig. (1957) p.42-6o y 225-239. portantes testimonios apostólicos a tavor de los gentiles. r,s posible que el documento relativo a Pedro aludiese a alguna discusión desarrollada en Jerusalén cuando la visita de las Colectas – 128 En opinión de los críticos, estos documentos procedían de las iglesias étnico-cris-tianas, donde sin duda eran conservados como preciado tesoro, dado que se trataba de importantes testimonios apostólicos a favor de los gentiles. Es posible que el documento relativo a Pedro aludiese a alguna discusión desarrollada en Jerusalén cuando la visita de las Colectas (cf. 11:30), momento en que Pedro parece que estaba todavía a la cabeza de aquella iglesia. Lucas, buscando donde encuadrar este episodio que probablemente aparecía sin indicación cronológica, no encontró sitio mejor que en la visita de Pablo y Bernabé a Jerusalén, de que viaje”; para ello, no tuvo inconveniente en suprimir ei principio y el final del documento, así como en introducir algunas adiciones, como sería, por ejemplo, la alusión al caso de Cornelio (15:7-9). En cuanto al documento relativo a Santiago, parece que incluía los v.1q y 21, es decir la tesis de la no intervención: en vista de los buenos resultados de la predicación de Pablo y Bernabé, Santiago afirmaba que no había por qué turbar la paz de esas comunidades, enviando emisarios judaizantes (cf. Gal 2:12); pues, para propagar la Ley, ya había sinagogas en todas partes. él resto de esa perícope (v.14-21) lo habría añadido Lucas, que desarrolló más el tema, introduciendo la cita bíblica (v. 15-18), la referencia al discurso de Pedro (v.14) y el anuncio de la carta que pensaba poner poco después (v.20). Por lo que respecta al decreto apostólico, es posible que se trate de un decreto que estaba en vigor en Antioquía, y que Lucas recogió, presentándolo como resultado del concilio de Jerusalén (cf. E. trocmé, Le Livre des Actes et l’histoire, París 1957, p. 156-163). – 129 Cf. M. Dibelius, Das Apostelkonzil: Theol. Literaturzeit. 72 (1947) p.193-198. – 130 Por lo que respecta concretamente a que Lucas parece hablar de una tercera subida de Pablo a Jerusalén (cf. 9:25-26; 11:29-30; 15:2-4), creemos que es así, y que el relato de Pablo (Gal 1:18; Gal 2:1) en nada se opone a ello. Pablo afirma, sin excluir; y si no menciona el segundo viaje (el de las colectas) es porque no hacía a su propósito. Hay autores, sin embargo, que buscan la conciliación por otro camino. Dicen que el viaje a Jerusalén aludido en Hec 15:2-4 no es un viaje distinto del aludido en Hec 11:29-30, sino el mismo; habría, pues perfecta coincidencia con Pablo. Lo que sucede es que Lucas, a causa de la diversidad de fuentes, presenta ese viaje como desmembrado. La explicación según el P. Benoit, sería ésta: Lucas, para todos estos capítulos habría venido sirviéndose de una tradición o fuente antioquena, que incluía lo relativo a los orígenes de esa iglesia (Hec 11:19-30) Y Que continuaba con lo acaecido a Bernabé y Pablo en Antioquía y Jerusalén (15, 3-33); dentro de este esquema antioqueno habría sido luego encuadrado el episodio de la prisión de Pedro (Hec 12:1-23), que procedía de una tradición palestinense, y lo relativo al primer viaje misional de Pablo (c. 13-14), que procedía de una tradición paulina, la cual continuará luego en i5:35ss. Pues bien, para esta labor de encuadramiento le bastan a Lucas dos breves notas redaccionales: 12:25 (para introducir los c.15-14) y 15:1-2, para volver a enlazar con la tradición antioquena, que había dejado en 11:29-30. Y, si esto es así, resulta que el viaje aludido en 15:1-2 (nota redaccional para volver a enlazar) es el mismo ya aludido en n, 29-30, que de este modo en la tradición actual de los relatos, aparece desmembrado, dando la impresión de que hubo dos viajes a Jerusalén, cuando en realidad se trata sólo de uno. Su lugar cronológico, dice Benoit, parece ser el del c.i5, es decir, después del primer viaje misional de Pablo, que se narra en los c.i3-i4 (cf. P. Benoit, La deuxiéme visite de St. Paul ájérusalem: Bibl. 40, 1959, p.778-792). Creemos que toda esta reconstrucción tiene mucho de subjetivo e hipotético, y no hay necesidad de tanta descomposición en el relato de Lucas, que admite, como ya dijimos, una explicación mucho más sencilía. – 131 Explícitamente nunca se dice en el texto bíblico que Pedro esté aludiendo al caso de Cornelio en los v.j-g, pero ello parece evidente. Ese “vosotros sabéis,” como algo de todos conocido, y ese “dándoles el Espíritu Santo igual que a nosotros,” están como señalando con el dedo el caso de Gornelio (cf. 10:47; 11:15-18). Ni hace dificultad el que diga “de mucho tiempo ha” (v.7), pues parece ser que estamos en el año 49, y lo de Gornelio es probable que tuviera lugar hacia el año 39 ó 40 (cf. 9:31-32), distancia suficiente para que pudiera decirse que había pasado ya mucho tiempo. – 132 Gf. Euseb., Hist. eccl, 2:23; Flavio Josefo, Antiq. iud. 20:9. – 138 Es de creer que Santiago, hablando en arameo, citara el texto hebreo. Habría sido Lucas, que escribía en griego, o la fuente que copia Lucas, quien lo sustituyó por el de la versión de los LXX. La confusión debió de proceder de que los LXX leyeron yidresu.. adam, en lugar de yiiresu.. edom, añadiendo luego “al Señor” (que falta en muchos códices) para completar la idea. Desde luego, el sentido fundamental no cambia, pues con cualquiera de ambas lecciones se alude a la vuelta de la cautividad babilónica, en la que queda envuelta la idea mesiánica, haciendo constar que la casa de David, entonces en decadencia, se levantará a nueva gloria dominando (“sobre Edom”) y sobre todas las gentes paganas, sobre las que será entonces invocado el nombre del verdadero Dios. “Invocar el nombre de Yahvé sobre su pueblo” (cf. 2Cr 7:14) es frase hebrea que equivale a consagrarlo a Yahvé o hacerlo su propiedad. Es de notar que en la mente de los profetas a la liberación de la cautividad babilónica va íntimamente unida la liberación mesiánica. Y es que lo que sobre todo falta a los profetas en sus visiones es la perspectiva o conveniente separación entre los diversos cuadros que pintan. Parece que Dios les dejaba en bastante oscuridad respecto del tiempo en que habían de suceder las cosas; de ahí que mezclen en un mismo cuadro cosas que se aplican a la cautividad asiría o babilónica con otras que sólo se aplican a la época mesiánica. Quizá, como observa agudamente el P. Lagrange, la razón de este proceder de Dios haya de buscarse en que la esperanza mesiánica debía ser para los israelitas fuente de vida religiosa, y lo era mucho más con esa incertidumbre del tiempo, viéndola siempre como al alcance de la mano, sobre todo en los tiempos de opresión y angustia. – 139 Cf. Sanhedrin 56b. – 140 Cf. Cicerón, Pro M. Coelio 20: “Verum si quis est, qui etiam meretriciis amoribus in-terdictum mventuti putet, est ille quidem valde severus.. Quando enim hoc factum non est.» Quando reprehensum? Quando non permissum?” – 141 Cf. Euseb., Hist. eccl 5:1:26. – 142 El texto del decreto que hemos comentado es el de la redacción llamada “oriental,” que es la admitida generalmente por los críticos. Existe otra redacción llamada “occidental,” representada por el códice D y por citas de los Padres latinos, los cuales ponen solamente tres abstenciones, omitiendo los “ahogados,” y añadiendo al final la llamada “regla de oro” de la caridad. El testigo más antiguo es San Ireneo: “Ut abstineatis ab idolothytis et sanguine et fornicatione; et quaecumque non vultis fieri vobis, alus ne faciatis” (Adv. haer. 3:14)·Evidentemente debe ser preferido el texto “oriental,” no sólo porque tiene a su favor la gran mayoría de los códices, sino también porque sólo él responde al problema discutido y está en armonía con el contexto del discurso de Santiago. En la redacción “occidental,” suprimidos los “ahogados” y añadida la “regla de oro” de la caridad, se quita al decreto todo sabor judío y se le da un carácter moral: que se abstengan de la idolatría, del homicidio y de la fornicación, y que no hagan a otros lo que no quieran que les hagan a ellos. De hecho, así interpretan muchos Padres latinos las palabras idolotitos, sangre, fornicación. Pero ¿qué tenía que ver todo esto con la cuestión que se debatía? Probablemente la redacción “occidental” debe su origen a que el texto del decreto (redacción “oriental”), una vez difundido el cristianismo entre los gentiles, no sonaba bien a los oídos de muchos fieles, sobre todo en las controversias con los judaizantes. Suprimido el término “ahogados” por algún copista, a los otros tres era ya fácil darles un sentido mucho más amplio y espiritual. (Cf. Yv. Tissot, Les prescriptions des presbytres (Hec 15:41 D). Exé-gése et origine du Decret dans le texte syro-occidental des Actes: Rev. Bibl. 77, 1970, p.321-346). – 143 Hay algunos códices griegos y versiones antiguas que a continuación del v.33 añaden: “Pero Silas decidió permanecer allí.” Otros, en cambio, ponen: “Pero solamente partió Judas.” La Vulgata, en la edición sixto-clementina y códices de menor valor, une Jas dos lecciones, formando el y.34: “Pero Silas decidió permanecer allí, y partió solamente Judas.” La autoridad crítica en favor de la autenticidad de este versículo, que falta en los mejores códices, es muy escasa. Probablemente se trata de una adición de la redacción “occidental” para explicar la presencia de Silas junto a San Pablo en Antioquía, de que se hablará luego (v.40). Sin embargo, Silas pudo muy bien partir para Jerusalén, como parece suponer el v.33, y volver poco después a Antioquía a una llamada de Pablo. – 144 Comentando este pasaje, dice San Jerónimo: “Paulus severior, Barnabas clementior; uterque in suo sensu abundat. Et tamen dissensio habet aliquid humanae fragüitatis” (Dial, adv, Pelag. 2:17: Mal 23:580). Y San Francisco de Sales escribe: “C’est une chose admirable, que nótre Seigneur ait permis que plusieurs choses dignes veritablement d’étre écrites, que les Ap ótres ont faites, soient demeurées cachees spus un profond silence, et que cette imper-fection que le grand St. Paul et St. Bernabé commisent ensemble, ait été écrite.. Or, dites moi maintenant, nous devons-nous troubler quand on voit quelques défauts parmi nous autres, puisque les Apotres les commisent bien?” (Oeuvres, Entretien 14 t.6 p.244). – 145 No se dice en qué consistían esas intervenciones del Espíritu Santo (v.6) o Espíritu de Jesús (v.?) prohibiendo a los misioneros que se dirigieran al Asia proconsular y a Bitinia. Bien pudo ser una comunicación explícita a través de algún carismático, como en otras ocasiones (cf. 20:23; 21,n); o también un acontecimiento humano cualquiera (enfermedad, caminos interceptados, etc.) que impidió a los misioneros su entrada en esas regiones, y que fue interpretado por Pablo como un aviso de la Providencia. – 146 Cf. Corpus Inscript. Latín. III 291, supl. 6818. – 147 La vanante en 11:28, usando también primera persona de plural, es de autenticidad muy dudosa, como en su lugar explicamos. Los pasajes o “secciones nos” son: 16:10-17; 20:5-15; 21:1-18; 27:1-28:16. – 148 Esta vía Egnatia, de la que derivaban esas otras ramificaciones o vías menores, partía de Bizancio y, atravesando Tracia y Macedonia, llegaba hasta Dirraquio, en el Adriático, frente a Brindis, donde terminaba la vía Apia, enlazando así con Roma. Entre las ciudades por las que pasaba hay que contar: Filipos, Anfípolis, Apolonia y Tesalónica, ciudades visitadas por San Pablo (cf. 16:12; 17:1). – 149 Cf. Dión Casio, 51:4. También se han encontrado monedas con la inscripción “Colonia Julia Augusta Victrix Philippensium.” Eran estas “colonias” relativamente numerosas en el Imperio. Generalmente se trataba, en su origen, de veteranos del ejército, a los que de este modo se premiaba, enviándoles a fundar una nueva ciudad o a ocupar alguna ya existente, permitiéndoles formar una comunidad al estilo de Roma, libres de impuestos y con derecho a gobernarse por magistrados propios. Estos magistrados, a los que se concedía poder ir precedidos de los “lictores,” eran llamados oficialmente “duumviri,” pero con frecuencia se les daba el nombre de “pretores.” Tenemos, a este respecto, el testimonio de Cicerón, refiriéndose a los “duumviri” de Capua: “Cum in ceteris coloniis duumviri appellantur, hi se praetores appellari volebant” (De lege Agr2Cr 2:34). – 150 Cf. Tlto Llvio, 45:29- – 151 Cf. Juvenal, Sat. 3:296, refiriéndose a las sinagogas: “In qua te quaero proseucha?” – 152 Según una leyenda mitológica muy extendida por el mundo greco-romano, Pitón era el nombre de la serpiente que en un principio había pronunciado los oráculos en Delfos, y que fue muerta por Apolo, quien la sustituyó en su función de vaticinar. De ahí el nombre de Apolo Pifio, dado a este dios; y el de pitonisa, para designar a la sacerdotisa de Delfos, que pronunciaba sus oráculos en nombre de Apolo. A veces, en algunos escritores griegos, se llama “pitón” al ventrílocuo, desde cuyo vientre se creía que hablaba y vaticinaba el espíritu (cf. Ovidio, Metam. 1:434-451; Plutarco, De def. orac. 9). – 153 Una variante del texto “occidental” expresamente señala el terremoto como motivo del cambio de actitud de los jueces: “Llegado el día, se reunieron los pretores en el foro y, acordándose del terremoto que se había producido, tuvieron gran temor, y enviaron a los lictores..” – 154 De la ciudadanía romana de Pablo se habla también en otros lugares (22:25-28; 23:27; 25:10-12). Respecto de Silas, no nos ha llegado ningún otro testimonio; pero el modo de hablar de Pablo en este pasaje parece indicar claramente que también él era ciudadano romano. Eso pide el plural “nosotros” (v.37), y así lo interpretan los jueces (v.38). El argumento tiene tanto más valor cuanto que atribuirse falsamente esa condición estaba castigado con la pena de muerte (cf. Suetonio, Claud. 25). – 155 Cf. Valerio Máximo, 4:1; Tito Livio, 10:9. He aquí cómo se expresa cicerón: “Que un ciudadano romano sea atado, es una iniquidad; que sea golpeado, es un delito; que sea muerto, es casi un parricidio” (In Verrem 2:5:66). – 156 La lección “prosélitos griegos” es la que tienen la mayoría de los códices. Hay, sin embargo, algunos, y también la Vulgata, que entre las dos palabras intercalan la conjunción y, suponiendo que se trata de dos categorías distintas de convertidos: los “prosélitos,” o incorporados más o menos al judaismo (cf. 2:11; 6:5; 10:2), y los “griegos,” es decir, los paganos no afectados aún por la propaganda judía (cf. 11:20; 16:3; 21:28). Por razones externas, de autoridad de códices, parece debe preferirse la lección que hemos puesto en el texto; sin embargo, no pocos autores prefieren la segunda lección, apoyados en razones internas, pues, además de que la expresión “prosélito griego” sería extremadamente rara, ni aparece ninguna otra vez en los Hechos, sabemos que la comunidad de Tesalónica se componía en gran parte de cristianos salidos de la idolatría (cf. 1Te 1:9), cosa que difícilmente podría aplicarse a “prosélitos,” que ya creían en el verdadero Dios. Desde luego, estas razones tienen su fuerza. – 157 Cf. Cicerón, In Pisonem 36. – 158 Algunos códices, en vez de ecos εττί.., leen eos επί.., con lo que parecen insinuar otra razón. Se habría hecho partir a Pablo “como al mar,” es decir, como si fuera al mar; pero, en realidad, el viaje iba a ser por tierra. Se trataba sencillamente de despistar a los enemigos. También el códice D (recensión “occidental”) supone que el viaje fue por tierra, afirmando expresamente que atravesaron Tesalia: .”. le llevaron hasta Atenas, pasando de largo por Tesalia, pues le “fue prohibido predicar entre ellos la palabra.” Se trataría de alguna prohibición parecida a la Deu 16:6-7. – 159 Cf. Cicerón, De orat. 1:4; Tito Livio, 45:27; Pausanias, 1:3-24· – 160 Cf. Tucídides, 3:38; Demóstenes, 4,io; Plutarco, De curiositate 8. – 161 El término griego es σπερμολόγος literalmente = “recogedor de semillas.” Originariamente se empleó este nombre para designar algunos pájaros, como la corneja, que recorren los surcos del arado en busca de semillas e insectos. Más tarde se aplicó a los mendigos y vagabundos que en los mercados van recogiendo lo que encuentran por el suelo, y metafóricamente se decía también de los charlatanes, que repiten como papagayos lo que han ido recogiendo de acá y de allá. – 162 Hay bastantes autores que entienden el término “Areópago” (v.1q) no en sentido topográfico, la colina, sino en sentido jurídico, el tribunal. Desde luego, el texto puede interpretarse de las dos maneras; pues, aunque en un principio el término “Areópago” designó la colina, muy pronto comenzó a usarse también para designar el tribunal que en ella se reunía. Incluso cuando este tribunal no se reunía ya en la famosa colina sino en la στοά βασιλική del agora, seguía llamándose el “Areópago.” Tal sucedía en la época romana (cf. cicerón, Ad Attic. 1:14:5; séneca, De tranq. 5). A este tribunal que con el nombre de “Areópago” se reunía en el agora, habría sido llevado San Pablo. – Preferimos, sin embargo, la interpretación topográfica, pues nada hay en todo el relato ni en el posterior discurso de Pablo que dé la más mínima sensación de acusación ni de proceso. La expresión”¿podemos saber.. ?” (v.1q), más bien parece insinuar que se trata de buscar un lugar a propósito, fuera de la concurrida y ruidosa agora, para que se explique mejor. – 162 Varios escritores griegos, como Pausanias (1:1:4) Y Filóstrato (Vita Apol. 6:3), hablan de altares erigidos en Atenas a dioses desconocidos. Generalmente eran inscripciones en plural, pero existían también inscripciones dedicadas en singular a un dios que por una u otra razón no hubiera sido bien identificado, como lo prueba la conocida inscripción del Palatino de Roma: Sei Deo Sei Deivae Sac(rum). Tratábase con ello de tener propicios a todos los dioses, aunque fuesen desconocidos (cf. Diógenes Laercio, Epiménides 1:10). – 163 Las citas son dos: una implícita y otra explícita. La primera reproduce casi literalmente este verso de Epiménides de Creta (s.VI a. C. en su poema Minos: Εν σοι γαρ ζώμενκαι κινεόμεςα και εΐμεν. La segunda reproduce un verso de Arato (s.III a. C.) en el poema Fenómenos: του γαρ και yévog έσμέν. Casi el mismo verso se encuentra también en Cleantes (s.III a. C.) en su Himno a Zeus: εκ σου γαρ γένος έσμέν. Es quizás por eso por lo que Pablo dice en plural “algunos de vuestros poetas” (v.28). Ambos, Cleantes y Arato, pertenecen a la escuela estoica. Es evidente que Pablo, después de lo que ha dicho de Dios creador (v.24-26), al citar estas expresiones de concepción panteísta, las emplea desde su punto de vista monoteísta. Lo que trata de afirmar con la primera cita es que dependemos de Dios en todo, hasta el punto de que sin él no podríamos continuar viviendo, moviéndonos y ni aun existiendo. Tomás comentará más tarde que Dios “est in ómnibus per essentiam, in quantum adest ómnibus ut causa essendi” (i q.8 a.3 in c). Con la segunda cita. San Pablo sigue insistiendo en la misma idea de nuestra proximidad a Dios, de nuestra semejanza con él; de donde deduce una condena de la idolatría (v.2g), al menos en su concepción popular, que más o menos identificaba al dios con su representación material; pues si nosotros, que gozamos de inteligencia y de vida, somos linaje de Dios, está claro que la naturaleza divina, fuente de esa inteligencia y vida, no puede ser figurada por imágenes inertes. Esta “semejanza” del hombre con Dios está claramente atestiguada en el Antiguo Testamento (cf. Gen 1:26; Gen 9:6; Sab 2:23; Eco 17:1) y San Pablo la recordará en sus cartas (cf. 1Co 11:7; Efe 4:24; Col 3:10). Dicha “semejanza” será aún más perfecta en el cristiano, nacido de Dios (Jua 1:12-13) y partícipe de la naturaleza divina (2Pe 1:4), – 164 Euseb., Hist. eccl 3:4. – 165 Cf. Estrabón, 8:2:1. – 166 Gf. flavio josefo, De bello iud. 3:540: suetonio, Ñero iq; dión casio, 63:16. – 167 Cf. Horacio, Odas 1:7:2: “bimaris Corinthi moenia.” También: Ovidio, Meta-mor/. 5:407- – 168 Cf. Estrabón, 8:6:20. – 169 Horacio, Epist. 1:17:36: “Non cuivis homini contingit adire Corinthum.” También lo recuerda estrabón. 8:6:2: ου τταντός ανδρός ες KópivSov έσ3* ό πλους- – 170 De un decreto de Claudio expulsando de Roma a los judíos habla también Suetonio: “ludaeos impulsore Chresto assidue tumultuantes Roma expulit” (Claudius 25). Es de creer que se aluda al mismo decreto de expulsión que en los Hechos. Lástima que no nos dé la fecha del decreto, cosa que sería de gran importancia para la cuestión cronológica de la vida de San Pablo. Esta fecha non la da, en cambio, un historiador del siglo iv, Orosio, quien dice tomarla de Josefo: “Anno eiusdem nono expulsos per Claudium urbe iudaeos losephus re-fert” (Hist. 7:6:15). Sin embargo, en los escritos de Josefo, tal como hoy se conservan, nada se ha encontrado a este respecto; de ahí que la noticia de Orosio, autor ya demasiado tardío, sin que sea despreciable, no ofrece absoluta garantía. Claudio comenzó a reinar el 24 de enero del año 41; luego el año “nono” abarcaría desde el 25 de enero del 49 hasta el 25 de enero del 50. – 171 Cf. Séneca, Natur. quaest. 4 praef.; Epist. 104; Estacio, Silv. 2:7:32; Plinio, Hist. nat. 31:6:62; dión casio, 60:24. – 172 Cf. Tácito, Ann. 15:73; 16:17. – 173 La inscripción de Delfos, en estado bastante fragmentario, fue dada a conocer y publicada en 1905 por E. bourguet, De rebus Delphicis imperatoriae aetatis capita dúo (Mont-pellier 1905). Desde entonces ha sido muy estudiada, en particular por A. Deissmann, F. Prat, A. Brassac, etc. Las palabras (completadas con algunas letras que no se conservan en el original) que a nosotros principalmente interesan son las siguientes: Τιβεριος Κλαύδιος και-σαρ.. αυτοκράτωρ το κς* ττατηρ πατρίδος.. ιούνιος Γαλλίων ο φίλος μου και ανθύπατος της αχαΐας.. Prescindiendo de interpretaciones de detalle, entre los autores que se han dedicado a estudiar la inscripción hay completo acuerdo en estos dos puntos: que la carta está escrita siendo Galión procónsul de Acaya, y que está escrita después que Claudio había sido aclamado “imperafor” por vieésimosexta vez y antes de la vigésimoséptima. La cifra 26 (ks’) no puede referirse a otra cosa. Estas aclamaciones eran un honor que se tributaba al emperador después de una victoria. Pues bien, aunque no podemos determinar exactamente el tiempo de esa “26.a aclamación imperial·), sí que podemos hacerlo de manera bastante aproximada, con un muy ligero margen de error. Sabemos, en efecto, por una inscripción de Roma junto a “Porta Maggiore,” que en i de agosto del 52, en que fue inaugurada la conducción a Roma del “Acqua Claudia,” Claudio estaba ya en su 27 aclamación imperial; por tanto, la 26 ha de ser anterior a esa fecha. De otra parte, una inscripción encontrada en Kis (Asia Menor) une la 26 aclamación imperial de Claudio y el año 12 de su potestad tribunicia, año que sabemos abarca desde el 25 de enero del 52 al 24 de enero del 53; por tanto, combinando ambas inscripciones, deducimos que en los primeros meses del año 52, no sabemos si ya desde el principio, Claudio estaba en su 26 aclamación imperial. He dicho que “no sabemos si ya desde el principio,” pues, no obstante la inscripción de Kis, cabe aún preguntar si esa 26 aclamación imperial de Claudio habría tenido lugar ya en el año 51,0 tendría lugar en el mismo año 52. Parece casi seguro esto último, pues del cotejo de varias inscripciones se deduce que, al comenzar el año ii de su potestad tribunicia (25 enero del 51), Claudio estaba aún en la 22 aclamación imperial, y no es fácil que en el mismo año 51 se le decretaran otras cuatro aclamaciones, hasta la 26 inclusive. Sabemos, sí, que a ese mismo año pertenecen la 23 y la 24; para la 25 y la 26 no tenernos datos concretos positivos, pero podemos dar casi por cierto que, al menos esta última, si es que no también la 25, pertenecen a los primeros meses del año 52, cuando a principios de primavera se renovaban las campañas militares. Tanto más podemos dar esto por cierto, cuanto que, como sabemos por los Anales de Tácito, este año 52 fue un año de grandes éxitos para las legiones romanas. Tendríamos, pues, que la carta de Claudio está escrita en la primera mitad del año 52, y que en esas fechas era Galión procónsul de Acaya. Mas, esto supuesto, queda aún por declarar un segundo punto: el de cuándo habría comenzado y hasta cuándo duró ese proconsulado de Galión. Sin esto, nada podemos deducir en orden a la cronología paulina. Pues bien, respecto a este segundo punto, tengamos en cuenta que el cargo de procónsul era de suyo anual y que los nuevos procónsules eran nombrados a principios de la primavera, debiendo partir hacia las respectivas provincias no más tarde del mes de abril (cf. dión casio, 6o,11 y 17). Es de creer que tal sucediese en el caso de Galión. Cierto que Galión, como parece insinuar el “amicus meus” de la carta de Claudio, es probable que no fuera de los procónsules de nombramiento ordinario (κληρωτοί), sino de los nombrados por decreto especial del emperador (αιρετοί), lo cual podía hacerse en cualquier tiempo y sin plazo fijo, por necesidades especiales de alguna provincia; sin embargo/ aun en este caso, podemos llegar a la misma conclusión, pues no es creíble, máxime siendo como era de salud delicada, que Galión se atreviese a salir de Roma entre los meses de octubre a marzo, tiempo del “mare clausum,” en que la navegación estaba llena de peligros y era prácticamente nula. Por tanto, hubo de ser entre marzo y octubre cuando embarcó para Acaya. De otra parte, su estancia en Acaya debió de ser muy breve, a juzgar por lo que dice su hermano Séneca: .”. qui cum in Achaia febrem habere coepisset, protinus navem ascendit clamitans non corporis esse, sed loci morbum” (Epist. 104). Este “protinus navem ascendit,” huyendo del clima de Acaya, da la impresión de que pasó allí como procónsul muy poco tiempo, probablemente sin esperar siquiera al plazo corriente de un año. Si, pues, en la primavera del año 52, fecha de la carta de Claudio, era procónsul de Acaya, hubo de ser también entonces, o muy poco después, cuando tuvo lugar el encuentro con Pablo. – 174 Flavio Josefo, De bello iud. 2:15. Cf. también Mishna, Nazir, 3:6; 7:3. – 175 Esto quedaría aún más claro si fuese auténtica la recensión “occidental” del v.21, que tienen también algunos Padres: .”. despidiéndose de ellos, dijo: Es absolutamente necesario que yo celebre la próxima fiesta en Jerusalén; luego volveré a vosotros, si Dios quiere.” – 176 De este templo hablan con frecuencia los historiadores antiguos. Había sido destruido por un incendio en el 356 a. C., pero reconstruido luego con magnificencia y suntuosidad aún mayores (cf. Pausanias, 4:31; Phil. Byz., Spect. mundi 7; Estrabón, 14:7:26; Plinio, Hist. nat. 36:21; Tito Liv., 1:45:2). La imagen de la diosa era una estatua en parte informe, cuya cabeza estaba ceñida por una torre almenada, símbolo de poder. La parte inferior estaba fajada a manera de momia egipcia, y el pecho lo tenía recubierto de numerosas mamas, símbolo de la fecundidad; de ahí el título de “multimammia” con que la designan los antiguos (cf. San Jerónimo, Praef. in Epist. ad Ephesios). Se decía, al igual que de algunos otros objetos sagrados del paganismo, que era una estatua no hecha por mano de hombres, sino “caída del cielo” (διοπετέζ), opinión que se recoge en los Hechos (cf. 19:3 5)· – 177 Esta práctica del “exorcismo” estaba muy extendida entre los judíos. El mismo Josefo, después de decir que Salomón había recibido de Dios el poder de arrojar los demonios y que ‘ había compuesto para ello fórmulas muy eficaces, añade: “Esta manera de curar está todavía muy en uso entre nosotros” (Antiq. iud. 8:2:5; De bello iud. 7:6:3). También en el Talmud se dan varias fórmulas de conjuros (cf. Schabbath 19:3; Abodah Zarah fol.12:3; Sanhedrin 10:1). A veces, como claramente da a entender la manera de hablar de Jesucristo, se trataba de exorcistas verdaderos, que, por espíritu de religión y confiando en Dios, practicaban exorcismos realmente eficaces (cf. Mat 12:27; Mar 9:38); pero al lado de éstos habían surgido otros muchos, que no eran sino simples vividores que vagaban de una parte a otra y se preciaban de conocer fórmulas eficaces para arrojar los demonios. A esta clase debían de pertenecer los hijos de Esceva, exorcistas “ambulantes,” que iban de lugar en lugar ejerciendo su profesión. En Efeso, ciudad muy dada a la magia, esperarían encontrar campo abonado para sus planes, pues exorcismos y magia son cosas muy afines. – 178 Gf. Plutarco, Symp. 7:5:4; Clem. Alejandrino, Strom. 5:8:42. – 179 Cf. Didaché 14:1: “Reunidos cada día del Señor, partid el pan y dad gracias..” San Justino, / Apol. 67: “Y en el día que se, llama del Sol se reúnen en un mismo lugar los que habitan tanto las ciudades como los campos..; se traen el pan, el vino y agua..” También San Ignacio de Antioquía?. (Ad Magn. 9) habla de que los cristianos no celebramos ya el sábado, sino el domingo. – 180 En tiempos posteriores sabemos que se hacía en las primeras horas de la mañana. Cf. San Ctppriano, Epist. 63:15: “Celebramos la eucaristía como sacrificio matinal, a pesar de que fue instituida por la tarde, porque en ella recordamos la resurrección del Señor.” Y Plinio el Joven, en su carta a Trajano (a. 111-112), habla de una reunión que solían hacer los cristianos “stato die ante lucem” (Epist. 10:96). – 181 Algunos códices añaden en el v. 15: .”.hasta Samos, y habiendo hecho escala en Trogí-lio, al otro día..” Hay autores que consideran esta variante como auténtica, y ciertamente es del todo verosímil. Trogilio está en el continente asiático, en la punta más occidental del promontorio que se extiende frente a la isla de Samos. – 182 Cf. J. Dupont , Le discours de Milet, testament pastoral de S. Paul (París 1962). – 183 Hay autores, y entre ellos algunos Santos Padres, como San Jerónimo y San Agustín, que, en vez de “iglesia de Dios,” prefieren la lección “iglesia del Señor,” como tienen bastantes códices. En ese caso, la divinidad de Jesucristo no quedaría tan claramente afirmada. Creemos , sin embargo, que debe preferirse la lección “iglesia de Dios,” que es la que tienen la mayoría de los códices y está más en consonancia con la manera de hablar de San Pablo, quien emplea frecuentemente dicha expresión (1Co 1:2; 1Co 10:32; 1Co 11:16.22; 1Co 15:9; 2Co 1:1; Gal 1:13; 1Te 2:14), mientras que no se emplea nunca la expresión “iglesia del Señor,” y sólo una vez la más o menos equivalente “iglesia de Cristo” (Rom 16:16). La lección “iglesia del Señor” parece una corrección de la primera, sustituyendo “Señor” a “Dios,” para evitar hablar de la “sangre de Dios,” cosa que a algún lector le debió de parecer demasiado fuerte. Modernamente algunos autores, como H. Conzelmann y K. Lake, a los que se inclina también el P. Leal, proponen otra interpretación, sobrentendiendo el sustantivo uíou, y traducen: .”.la Iglesia de Dios, que El adquirió con la sangre de su propio Hijo.” El término 16105 vendría a ser equivalente del hebreo yahid (unigénito, predilecto), que los LXX traducen por αγαπητός y μονογενής. Pero tal elipsis no tiene apoyo positivo en los textos escritos conocidos. Sobre el término “iglesia” y su significado concreto, ya hablamos al comentar Hec 5:11. – 185 La expresión “encadenado por el Espíritu” (δεδεμένος τω ττνεύμοτπ) no es clara. Alude, sin duda, a que va a Jerusalén como forzado por un impulso interior al que no puede resistir; pero ¿se refiere a un impulso del Espíritu Santo o a un impulso de su propio espíritu? La cosa es dudosa. En este último caso, habría que traducir: “encadenado en el espíritu.”18 5 La recensión “occidental” añade: y Mira, que estaba un poco más al este y era la capital de Licia y el principal puerto de aquella región. En Mira atracará el barco de Pablo cuando va prisionero camino de Roma (cf. 27:5). – 186 En este sentido entiende el término Eusebio, al aplicarlo a ciertos predicadores ambulantes que continuaban la obra de los apóstoles: “Relicta patria peregre proficiscentes munus obibant evangelistarwn, iis qui fidet sermonem nondum audivissent Christum praedicare et sacrorum evangeliorum libros tradere ambitiose satagentes. Hi postquam in remotis qui-busdam ac barbaris regionibus fundamenta fidei iecerant, aliosque pastores constituerant et novellae plantationis curam iisdem commiserant, eo contenti ad alias gentes ac regiones, co-mitante Dei gratia ac virtute, properabant” (Hist. eccl. 3:37). Y más adelante, hablando de Panteno, que deja Alejandría y marcha a predicar a la India, le da el nombre de evangelista: “Complures erant tune evangelistae sermonis Dei, qui divina quadam aemulatione succensi, apostolorum exemplo studium suum conferre ad aedi-ficationem fidei et ad incrernentum verbi divini properabant. Ex quorum numero Pantaenus ad Indos usque penetrasse dicitur..” (Hist. eccl.). – 187 Según la recensión “occidental,” el hospedaje prestado por Mnasón no habría sido en Jerusalén, sino en una parada del trayecto: .”. nos condujeron a casa de los que nos habían de hospedar; y, llegados a cierto pueblo, estuvimos en casa de Mnasón, chipriota, antiguo discípulo; y saliendo de allí, llegamos a Jerusalén.” La Vulgata latina, con la que concuerda en sustancia la versión siríaca Peshitta, supone que Mnasón acompaña al grupo de Pablo ya desde Cesárea, aunque tenía su domicilio en Jerusalén. – 188 Cf. Mishna, Nazir 1:3; Flavio Josefo, De bello iud. 2:15:1. – 189 Para podernos formar idea de esta escena, tengamos en cuenta que el templo de Jerusalén no estaba compuesto de una sola pieza, al estilo de nuestros templos cristianos. Lo constituían todo un conjunto de edificaciones y atrios, que rodeaban el relativamente pequeño edificio del santuario (vaos) o templo propiamente dicho. Empezando de fuera a dentro, se encontraba primeramente el atrio de los gentiles, flanqueado al oriente por el pórtico de Salomón (cf. 3:11; 5:12) y al sur por el pórtico real o de Herodes, quien lo había reconstruido suntuosamente. En este atrio podían entrar incluso los paganos y era lugar de cita de cuantos residían o estaban de paso en Jerusalén, judíos o gentiles; algo parecido a lo que era el foro en las ciudades romanas o el agora en las griegas. Sobre todo con ocasión de las fiestas se convertía en un verdadero mercado público, con tiendas de toda clase de artículos, particularmente de aquellos que se necesitaban para los sacrificios litúrgicos (cf. Jua 2:14-16). Una balaustrada de piedra, en la que inscripciones latinas y griegas recordaban a los gentiles la prohibición de seguir adelante bajo pena de muerte, delimitaba esa zona, de la no accesible a los paganos. A continuación, pasando esa balaustrada y subiendo unos escalones, se llegaba al atrio interior, protegido por gruesos muros y subdividido en dos partes: atrio de las mujeres y, un poco más adentro, atrio de los israelitas, al que sólo tenían acceso los hombres. Entre el atrio de los gentiles y el atrio interior había 10 puertas (cf. flavio josefo, De bello iud. 5:5:2), entre las que sobresalía, mirando a oriente, la llamada puerta de Nicanor, que parece ser la misma que se llamaba también Hermosa (cf. 3:2). Del atrio de los israelitas, subiendo aún más, se llegaba al atrio de los sacerdotes, donde estaba el altar de los holocaustos al aire libre. Finalmente, subiendo aún unos peldaños, se entraba en el templo propiamente dicho o santuario. En el mismo recinto donde estaban estas edificaciones, que en su conjunto constituían el templo, estaba también la torre o fortaleza Antonia, precisamente en el ángulo noroeste. Esta fortaleza, reconstruida por Herodes sobre otra anterior de tiempo de los Macabeos, era sede de la guarnición romana de servicio en Jerusalén, y tenía acceso directamente al atrio de los gentiles. Josefo, hablando de ella, da algunos datos de gran utilidad para reconstruir nuestra escena: “Por la parte donde se unía con los pórticos del templo, tenía a ambos lados escaleras, por donde bajaban los soldados de guardia.., y se distribuían con sus armas a lo largo de los pórticos, durante las solemnidades, vigilando para que el pueblo no tramase revoluciones” (De bello iud. 5:5:8). – 190 De este episodio habla Josefo en dos ocasiones (De bello iud. 2:13.5; Antiq. iud. 20, 8:10), aunque exagerando las cifras, como de costumbre, e incluso contradiciéndose (cf. nota a 5:36). Los “sicarios” eran los más fanáticos de entre los nacionalistas judíos, llamados así porque solían llevar un puñal (sica) escondido bajo el manto. – 191 Cf. Digesto 48:18:1. – 192 Cf. Dión Casio, 60:17. – 193 En el caso de Jesús, al menos por lo que se refiere a la sesión preliminar, ésta tuvo lugar i el mismo palacio del sumo sacerdote (cf. Mat 26:57). Pero, de ordinario, las sesiones del sanedrín se celebraban en un local destinado a este objeto, llamado por Josefo “sala del Con sejo” (η βουλή, το βουλευτήριον), y por la Mishna “sala de la piedra cuadrada” (lishka haggazith), aunque no sabemos dónde estaba exactamente esa sala (cf. josefo, De bello iud 5:4.2; 6:5:3; Mish., Middoth 5:4; Pea 2:6; Sanh. 11:2).Generalmente, los autores suponen que estaba en el ángulo sudoeste del atrio interio del templo, pero la localización no es segura. Hay, además, otra noticia en el Talmud d que, “cuarenta años antes de la destrucción del templo, el sanedrín se trasladó de la sala d la piedra Cuadrada a las mansiones” (Sabbath 153; Sanh. 4ia; Abada zara 8b). Tampoco sa bemos dónde estaban estas “mansiones” o estancias (chanoth). – 194 Contra Pelag 3:4. – 195 Flavio Josefo, De bello iud. 2:17:9. De este Ananías que fue sumo sacerdote del 4 al 59, habla además Josefo en otras varias ocasiones, pintándole como hombre codicioso violento (cf. Antiq. iud. 20:5:5; 20:8:9; 20:9:2). – 196 Causa extrañeza el que, dentro mismo del judaismo, hubiese quienes negasen un dogma tan fundamental como es el de la resurrección de los muertos, sin que por eso quedasen excluidos de la sinagoga. Mas téngase en cuenta que, respecto de la vida de ultratumba, incluso el pueblo elegido hubo de vivir por mucho tiempo en casi completa oscuridad. ¡Cuánto camino hubo que andar hasta llegar a la doctrina terminante de Jesucristo, de resurrección con nuestros propios cuerpos, unos para vida gloriosa en el cielo, y otros para vida de tormentos en el infierno! (cf. Mat 24:31; Jua 5:29). En un principio, el mismo pueblo de Israel apenas disponía de otros datos que el de la “supervivencia” de las almas en el scheol, donde éstas llevaban una vida lánguida y triste, sin comunicación alguna con los hombres ni con Yahvé (cf. Gen 37:35; Num 16:30; Sal 87:11-13; Isa 38:10-20; Job 10:21-22). En algunos salmos hallamos ya algo más: el salmista expresa su firme confianza de que Yahvé le librará del scheol y podrá vivir perpetuamente unido a él (cf. Sal 15:7-11; Sal 48:16; Sal 72:23-28). Es el primer chispazo revelador de la gran verdad de la resurrección. En Sab 3:1-7 se desarrollará más la idea, y se hablará ya claramente de la vida eternamente dichosa de los justos cerca de Dios. Daniel y el autor del segundo libro de los Macabeos añadirán explícitamente el dato de la resurrección de los cuerpos (Dan 12:2; 2Ma 7:11; 2Ma 12:43-44), dato que para una mente judía apenas añadía nada nuevo a lo dicho en el libro de la Sabiduría, pues no era fácil que concibieran una vida dichosa sin que el cuerpo estuviera unido al alma. – 197 Cf. Mishna, Nedarim 5:6; 9:1. – 198 Algunos códices de la recensión “occidental,” a los que sigue también la Vulgata, añaden a continuación del v.24: “Porque temía que los judíos lo raptaran y lo mataran, y cayese sobre él la calumnia de que había aceptado dinero.” Si esta lección fuese auténtica, que daría todavía más claro el porqué de tan extraordinario despliegue de fuerzas militares para defensa de Pablo. Sin embargo, es una variante que falta en los mejores códices, ni hay motivo para sospechar que el tribuno temiese una Tal acusación (cf. 24:6-7). – 199 cf. Flavio Josefo, Antiq. iud. 20:8:5-9; De bello iud. 2:13:2; Tácito, fíisí. 5:9; Annal 12:54; Suetonio, Claudius 28. – 200 El inciso “y quisimos juzgarLc.. se presentaron a ti” (v.6b-7) falta en los mejores códices, y su autenticidad es dudosa. No está, pues, claro si Tértulo aludió o no en su discurso a la actuación de Lisias. – 201 Gf. Flavio Josefo, Antiq. iud. 20:7:1-2. – 202 Esta destitución de Félix, a quien sucede Festo, es otro de los puntos base, igual que la muerte de Heredes (12:23) y el encuentro con Galión (18:12) para la cronología paulina. En efecto, es casi seguro que Festo, muerto durante el cargo (cf. Josefo, Antiq. iud. 20:9:1), inició su mandato en el año 6o, probablemente entrado ya el verano. Esto ultimo se desprende con bastante claridad de la narración de los Hechos, pues no mucho después de su llegada a la provincia (cf. 25:1.6.13) empieza el viaje de Pablo a Roma (cf. 27:1), y cuando llegan a Greta eran ya los comienzos del invierno (cf. 27:9). En cuanto a que esto sucediese en el año 6o, la cosa no es ciertamente tan fácil de probar. Hay autores que ponen la destitución de Félix en el año 55, apoyándose en un testimonio de Josefo confrontado con otro de Tácito. Dice, en efecto, Josefo (Antiq. iud. 20:8:9) que Félix fue llamado a Roma por Nerón debido a ciertas acusaciones de los judíos de Cesárea, y que pudo evitar el castigo gracias a la intervención de Palante, que gozaba de extraordinaria influencia en la corte; ahora bien, según Tácito (Ann. 13:14), Palante cayó en desgracia de Nerón pocos meses después de la elección de éste como emperador (13 oct. del 54), luego también Félix hubo de ser destituido por entonces. De esta opinión son ya, en la antigüedad, Eusebio y San Jerónimo. Sin embargo, dicha opinión es difícilmente sostenibLc. Aparte su imposible armonización con la data del 52 para el encuentro con Galión en Corinto, tampoco se armoniza con otros datos de Josefo y de los Hechos. En efecto, según Josefo, Félix fue nombrado procurador al fin ya del reinado de Claudio (Antiq. iud. 20:7:1-2; cf. Tácito, Htst. 5:9), hasta el punto de que todas las cosas referentes a su administración las enmarca bajo el reinado de Nerón, sucesor de Claudio (cf. Antiq. iud. 20:8:5-9; De bello iud. 2:13:2-7); de otra parte, cuando San Pablo se encuentra con Félix, es decir, dos años antes de su destitución (cf. 24:27), éste llevaba ya “muchos años” de procurador (cf. 24:10), no siendo fácil que ese término “muchos” incluya menos siquiera de cuatro o cinco años. Si, pues, Félix fue nombrado procurador al final ya del reinado de Claudio (f 13 oct. del 54), difícilmente podemos poner su destitución antes del 6o, o a lo sumo el 59. Ni puede ponerse después de esa fecha; pues en otoño del 62 vemos ya actuando de procurador en Judea a Albino, el sucesor de Festo (cf. Josefo, De bello iud. 6:5:3), constándonos, además, que entre la muerte de Festo y la llegada de Albino pasaron varios meses, tiempo precisamente que aprovechó el sanedrín para dar muerte a Santiago, cosa que irritó a Albino (cf. Josefo, Antig. iud. 20:9:1). l,o mas prooaDie es que esa intervención ae raíame en ravor ae renx, ae que naoia Josefo, sea una de sus acostumbradas confusiones (cf. 5:36; 21:38); o que Palante, caído en desgracia hacia el 55, volviese de nuevo a granjearse el favor del emperador, como sucedió, v.gr., a Burro, otro de los personajes influyentes de entonces (cf. tácito, Ann. 13:23; 14:7; I5:5i). – 203 Había un proverbio romano muy claro a este respecto: “Quae acta gestaque sunt a procuratore Gaesaris, sic ab eo comprobantur, atque si a Gaesare ipso gesta sunt” (Ulpiano, De offic. Procuratoris). – 204 El César en aquel entonces era Nerón (13 oct. del 54-9 jun. del 68). Sabido es que, a partir de Octavio Augusto, los títulos de “César” y de “Augusto” (cf. v.21) se empleaban como título imperial. También, a partir de Calígula, comenzó a emplearse el título “Señor” (cf. v.26), que fue adquiriendo cada vez más un carácter sagrado, hasta que Domiciano se hizo llamar “señor y dios nuestro” (cf. Suetonio, Domitianus 13; Tácito, Ann. 2:87). El título designaba, a lo que parece, el poder universal y absoluto del emperador, a quien se atribuían prerrogativas más o menos divinas. Fue un título que los primitivos cristianos gustaban de aplicar a Jesucristo (cf. 11:20-21). En el Martyrium Polycarpi (VIII,2), de mediados del siglo π, parece tener ya claramente este carácter sagrado, de ahí que el santo obispo se niegue resueltamente a secundar los deseos de los que trataban de persuadirlo a que dijese : César el Señor, y así salvar la vida. – 205 Juvenal, Sat. 6:156-160. No sin razón se ha llamado a Berenice la “pequeña Cleopatra.” Viuda a los veintiún años de un tío suyo, rey de Calcis, fue a vivir con su hermano Agripa, corriéndose muy pronto el rumor de la vida incestuosa de los dos hermanos (Josefo, Antiq. iud. 20:7:3). Para evitar críticas se casó en segundas nupcias con Polemón, rey de Cilicia; pero lo abandonó a los pocos meses, volviéndose de nuevo al palacio de Agripa, Cuando estalló la guerra judía, siguió muy de cerca a Vespasiano y a Tito, e incluso se decía que éste le había prometido tomarla por esposa (cf. Suetonio, Ti’íus 7:1; Tácito, Hist. 2:81). Terminada la guerra, siguió a Tito a Roma, viviendo en el mismo palacio imperial, no sin gran escándalo del pueblo romano, por lo que Vespasiano la mandó alejar de la ciudad (Dión Casio, 66:15). Muerto Vespasiano y elegido Tito emperador, de nuevo se presentó en Roma, pero también el nuevo emperador hubo de mandarla marchar: “Berenu-cem statim ab urbe dimisit, invitus invitam” (Suetonio, Tiíus 7.2). – 206 Cf. Flavio Josefo, Antiq. Iud. 19:9:1-2; 20:7:1-3; 20:9-7; De Bello Iud. 2:16:1-4; 4:1.1-3; Tácito, Hist. 5:1, – 207 Cf. Flavio Josefo, De bello iud. 2:16:4; Salustio, Yugurta 78; Silio Itál., Pun. 3.320. – 208 Se designaba así a toda la costa del Mediterráneo situada entre Grecia, Italia y áfrica (cf. Ptolomeo, 3:15:1; Pausanias, 5:25:3; Ovidio, Trist. 1:11:4). – 208* M. Guarducci, S. Ραοίο e gli scavi archeol. a Malta: Arch. Class. 19 (1967) 177-83· – 209 M. Adinolfi, S. Ραο /ο α Pozzuoli (Brescía 1969). – 209* Cf. Cicerón, Ad Attic. 1:13:1; 2:10:12. – 210 H ay bastantes códices cuya lectura del v.16 es interesante a este respecto^ “Guando entraron en Roma, el centurión entregó los presos al prefecto del campamento τω στρατο-ττεδάρχω), permitiendo a Pablo..” Ese “prefecto del campamento” sería el “praefectus castro-rum,” de que hablan los autores romanos, y que ordinariamente se entendía del prefecto de los pretorianos, cuyo campamento estaba situado cerca de la vía Nomentana, y al que se llama todavía hoy Castro Pretorio . Sin embargo, un manuscrito latino (cod. Gigas) traduce el στρατοττεδάρχοζ por “princeps peregrinorum,” con lo que da a entender que se trataría del prefecto de los milites peregrini, campamento éste situado entre el Celio y el Palatino, y destinado sobre todo a los soldados de paso. A este campamento habría ido primeramente Pablo, quizá porque en él era donde tenían que alojarse el centurión y los soldados de escolta. La cosa es verosímil, aunque de la existencia de este campamento no tenemos noticias ciertas hasta el siglo ni, sin que haya pruebas de que ya existía en tiempos de Pablo. En todo caso, fuese o no fuese primeramente al “castra peregrinorum,” parece cierto que muy pronto hubo de presentarse en el campamento de los pretorianos. – 211 No conocemos testimonios directos de los autores romanos que hablen de plazo máximo para las detenciones preventivas. Con todo, es de creer que hubiese alguna legislación al respecto. De hecho, sabemos de un papiro (BGU ó28r) en que se alude a una disposición de Nerón señalando el plazo en que acusado y acusadores debían comparecer en Roma, cuando se trataba de causas trasladadas de provincias: .”. et accusatoribus et reís in Italia quidem novem menses dabuntur, transalpinis autem et transmarinis annus et sex menses.” él texto del papiro está incompleto, y no sabemos qué pasaba si reo o acusadores no se presentaban dentro del plazo fijado; es de creer, sobre todo por lo que se refiere a la no comparecencia de los acusadores, que esto estuviese en relación con la concesión de la libertad al acusado (cf. H. J. Cadbury, Beginnings t.5 33-334)·

Fuente: Biblia Comentada

Malta. Una isla con 27 km de largo y 14 km de ancho, unos 96 km al S de Sicilia. Ninguno de los navegantes había estado antes en esa bahía (conocida hoy como la Bahía de San Pablo) donde naufragaron.

Fuente: Biblia de Estudio MacArthur

28:1 — Estando ya a salvo, — Sus vidas peligraron por dos semanas durante la tormenta violenta. Continuamente alivianaban el barco y habían hecho todo lo posible por salvarlo, pero sin la intervención de Dios seguramente no hubieran escapado de la muerte.
— supimos que la isla se llamaba Malta (O, Melita o Melitene, LBLA, margen). — Esta isla era famosa por la producción de miel de abeja (es lo que significa Melita).

Fuente: Notas Reeves-Partain

BIENVENIDOS A MALTA

Hechos 28:1-6

Cuando llegamos a tierra a salvo nos enteramos de que aquella isla se llamaba Malta. Los nativos dieron muestras de una amabilidad fuera de lo corriente. Como se había puesto a llover y hacía frío, encendieron una hoguera y nos invitaron a acercarnos.
Pablo había recogido un manojo de ramas secas y lo echó al fuego; pero al calor salió una víbora y se le enganchó en la mano. Cuando los nativos la vieron colgándole de la mano se dijeron entre sí:
No cabe duda de que ese hombre es un asesino; porque, aunque ha escapado del mar, la justicia no le deja vivir.
Pero Pablo se sacudió el animal en el fuego, y eso fue todo. La gente estaba esperando que empezara a hincharse o que cayera muerto de repente, y estuvieron observándole un buen rato; pero al ver que no le pasaba nada, cambiaron de parecer y empezaron a decir que era un dios.

El mar arrojó a las costas de Malta a Pablo y todos sus compañeros de viaje. La antigua versión de la Biblia ReinaValera (1909) parece un poco descortés con los malteses al llamarlos bárbaros. Es verdad que en griego se los llama barbaroi (versículos 2 y 4); pero para los griegos los bárbaros eran simplemente los que hablaban bar-bar, es decir, una lengua ininteligible, y no la bella lengua griega. La revisión de 1960 se acerca más al sentido original al llamarlos los naturales, o, como hemos puesto aquí, los nativos.

Este pasaje nos ilumina el carácter de Pablo desde diversos ángulos. (a) Por una parte, nos da el detalle cordial y sencillo de que era un hombre que no podía estar sin hacer nada; así es que se puso a recoger leña para ayudar a mantener la fogata. Una vez más comprobamos que las visiones y experiencias espirituales no le habían hecho perder el sentido práctico; y más todavía: que aunque era un gran hombre no se le caían los anillos por ayudar en cosas pequeñas.

Se cuenta de Booker Washington que recorrió cientos de kilómetros en su juventud para ir a una de las pocas universidades de los Estados Unidos que admitían a estudiantes negros. Cuando llegó, le dijeron que las clases estaban completas. Se ofreció para los trabajos más humildes, y le aceptaron; y cumplió sus tareas tan fielmente que no mucho después le aceptaron como estudiante, y con el tiempo llegó a ser el mayor investigador y administrador de su pueblo. Sólo los que son interiormente mezquinos rechazan las tareas humildes.

(b) Además, vemos a Pablo como un hombre sosegado y tranquilo. En uno de sus manojos de ramas secas iba dormida una víbora, que se despertó al calor de la lumbre y se le enganchó en una mano. No parece que Pablo se la sacudiera antes de que le picara e inoculara su veneno mortal; pero en cualquier caso, resolvió el problema como si no hubiera pasado nada. Los malteses lo consideraron un milagro; pero Pablo lo tomó con la mayor naturalidad.

Fuente: Comentario al Nuevo Testamento

ÍTULO 28

d) Invernada en Malta (Hch/28/01-10).

1 Puestos a salvo, descubrimos que la isla se llamaba Malta. 2 Los nativos tuvieron con nosotros una amabilidad poco frecuente, porque nos recibieron a todos y encendieron una hoguera a causa de la lluvia que caía y a causa del frío. 3 Al recoger Pablo una brazada de leña y echarla al fuego salió huyendo del calor una víbora que se le prendió en la mano. 4 Cuando los nativos vieron el reptil pendiente de su mano, se decían unos a otros: «Muy criminal debe de ser este hombre cuando, salvado del mar, la justicia divina no le deja seguir viviendo.» 5 Pero él, sacudiendo el bicho al fuego, no sufrió daño alguno. 6 Ellos esperaban que empezaría a hincharse o caería muy pronto muerto. Pero después de esperar largo tiempo y viendo que no le sucedía nada malo, cambiaron de parecer y decían que era un dios. 7 Había en las proximidades de aquel lugar una finca, propiedad del principal de la isla, llamado Publio, el cual nos recibió y por tres días nos hospedó amistosamente. 8 Estaba el padre de Publio en cama, aquejado de fiebres y de disentería, y entrando Pablo a verlo, oró, le impuso las manos y lo curó. 9 Ante este suceso, los demás que en la isla tenían enfermedades venían a él y eran curados, 10 los cuales no sólo nos dispensaron grandes honores, sino que, al reembarcar, nos proveyeron de todo lo necesario.

Pablo, que ha escapado del naufragio, vuelve a experimentar el poder que lo protege. «Yo te libraré», le había dicho en 26,17 el Señor que lo llamó y lo envió. Malta no es sólo un lugar de refugio durante el invierno, sino también una ocasión en la que se manifiesta visiblemente el Espíritu del Señor, que actúa en Pablo. La víbora que él se sacude sin más de la mano viene a ser un símbolo de la fuerza protectora que está con él. Los nativos de la isla, que conocían por experiencia el veneno de la víbora, son testigos de este hecho para ellos incomprensible. Como los habitantes de Listra, según 14,11 ss, querían venerar a Pablo y a Bernabé como dioses cuando vieron caminar al paralítico, también a las gentes de Malta les asalta la idea de que Pablo sólo por ser un dios había podido salir inmune de la picadura del reptil. ¿Nos reiremos de ellos? Sus representaciones son ingenuas; sin embargo con su presentimiento dieron con una pista más exacta que el pensar puramente naturalista, al que está vedado el conocimiento del misterio. Una nueva oportunidad se ofrece al Apóstol para mostrar su poder carismático. El padre del hospitalario Publio sana bajo la mano de Pablo que ora por él. Las manos que curan son desde los días de Jesús un signo especial de sus mensajeros y testigos. «Recibiréis la fuerza del Espíritu Santo, que sobre vosotros vendrá» (1,8), había dicho el Resucitado. Los Hechos de los apóstoles dan constante testimonio del cumplimiento de esta promesa.

Las curaciones de Malta son el último relato de esta índole en nuestro libro. Sin embargo, el poder carismático de curar pertenece a la acción continuada de la Iglesia. Las gentes de Malta que, agradecidas, colman de honores y de presentes a Pablo y a sus acompañantes, son una imagen de hasta qué punto son sensibles los hombres cuando ven que los ministros del Evangelio se interesan también por su cuidados e intereses corporales y saben hacer uso del don de curación que les otorga el Espíritu.

2. DE MALTA A ROMA (28,11-31).

a) Pablo, saludado y acompañado por los hermanos (Hch/28/11-15).

11 Pasados tres meses, nos hicimos a la mar en una nave alejandrina con la insignia de los Dióscuros, que había invernado en la isla. 12 Hicimos la travesía hasta Siracusa, donde permanecimos tres días. 13 De allí, bordeando, llegamos a Regio, y pasado un día, al siguiente, con viento del Sur arribamos a Putéolos, 14 donde hallamos unos hermanos que nos pidieron permanecer con ellos siete días. Y así finalmente fuimos hacia Roma. 15 Los hermanos de allí, que habían tenido noticias nuestras, salieron a nuestro encuentro hasta el Foro Apio y Tres Tabernas. Al verlos Pablo, dio gracias a Dios y cobró aliento.

Una vez más nuestro narrador se revela familiarizado con la navegación. Una vez más se expresa en sus líneas el recuerdo personal. En la proa de la nave alejandrina ve a los patronos de la navegación en la antigüedad, Cástor y Pólux. Tras estas imágenes de la creencia de aquel tiempo en los dioses, se halla el prisionero, Pablo. Lleva en el corazón un mensaje que querría liberar a los hombres de sus oscuros barruntos y cuidados, para mostrarles el camino de la verdadera salvación. En Putéolos (Pozzuoli) termina la travesía. La ciudad era entonces el puerto propiamente dicho de Roma. Pablo, gracias a la benevolencia del oficial que lo acompañaba, puede pasar una semana entera con los cristianos de la ciudad. ¿De dónde procedía aquella comunidad? Probablemente había surgido en conexión con Roma. Antes hicimos ya notar que en fecha temprana se había formado ya una comunidad cristiana en Roma. La carta a los Romanos celebra su prestigio y su ejemplaridad.

A Roma se hace el camino por tierra. ¡Excursión memorable! Fue hacia el año 61 de nuestra era. ¿Fue Pablo el primer Apóstol que hizo aquel recorrido? ¿O siguió aquel camino otro antes de él, Pedro? Como ya lo observamos acerca de Hec 12:17, no podemos negar absolutamente tal posibilidad. Desde luego, no es posible señalar el año ni el motivo de tal viaje, a menos que en 12,17 haya una indicación deliberadamente velada. Los cristianos de Roma fueron informados desde Putéolos de la llegada de Pablo. Buenos amigos y conocidos lo aguardaban. Pensamos en los hombres y mujeres a los que Pablo saluda con tanta gratitud y veneración en Rom 16 (33).

«Al verlos Pablo, dio gracias a Dios y cobró aliento.» ¿Qué nos dice esta frase? Hasta Pablo necesitaba que le levantaran los ánimos personas fieles, de sus mismos sentimientos. En el viaje tempestuoso y el naufragio había él ofrecido consuelo y apoyo a personas atemorizadas y desesperadas. Sin embargo, también él era hombre, y como tal tenía que pasar por pruebas interiores y exteriores. Sus cartas dan testimonio de ello. Y sería conveniente que no nos contentáramos con explotar estas cartas teológicamente, sino que prestáramos también atención a los sentimientos y expresiones de un hombre que siente dolor y gozo, desaliento y esperanza.

Más de dos años había estado Pablo detenido en Cesarea; tenía tras sí una travesía agotadora. Ahora se dirigía a Roma. El camino por el que tanto había suspirado según Rom 1:10, lo recorría ahora como prisionero. Se comprende que la llegada de los «hermanos» le conmoviera en lo más hondo. A todos nos sucede tener que contar con verdaderos amigos en las tribulaciones de la vida, y con el «hermano» o la «hermana» que nos acompañen en la soledad y el abandono. Algo del verdadero mensaje del reino de Dios viene a ser actualidad, si el hombre se cuida del hombre con verdadera comunión. Con razón mencionó Lucas las dos etapas en que los cristianos romanos salieron al encuentro de Pablo. El Foro Apio y Tres Tabernas: los dos nombres nos evocan a la vez la realidad histórica de este camino de Putéolos a Roma. Para los lectores romanos tendrían una resonancia especial aquellos nombres que les eran familiares.

……………

33. Que este capitulo formara en un principio parte de la carta a los Romanos se pone en duda por serias razones. Sin embargo, no es posible zanjar la cuestión con seguridad.

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b) Encuentro con los dirigentes judíos (Hch/28/16-29).

16 Cuando entramos en Roma, fue permitido a Pablo vivir en casa particular con el soldado que lo custodiaba. 17 Al cabo de tres días, convocó a los principales de entre tos judíos. Y una vez reunidos, empezó diciéndoles: «Yo, hermanos, sin haber hecho nada contra el pueblo ni contra las costumbres patrias, preso en Jerusalén, fui entregado en manos de los romanos, 18 los cuales me sometieron a interrogatorio y pensaban soltarme al no encontrar en mí causa alguna digna de muerte. 19 Pero, ante la oposición de los judíos, me vi obligado a apelar al César, no porque tuviera nada de que acusar a mi pueblo. 20 Por esta causa he pedido veros y hablaros. Porque por la esperanza de Israel llevo yo esta cadena.» 21 Ellos le dijeron: «Nosotros ni hemos recibido cartas de Judea acerca de ti, ni ha venido ninguno de los hermanos a denunciar o decir nada malo contra ti. 22 Sólo deseamos oír de tus labios lo que sientes. Porque lo que sabemos de esta secta es que en todas partes se la contradice.» 23 Fijáronle fecha y vinieron en mayor número a donde se hospedaba. él les exponía el reino de Dios, dando solemne testimonio de él y tratando de persuadirles sobre Jesús, a partir de la ley de Moisés y de los profetas, desde la mañana hasta por la tarde. 24 Y unos asentían a lo que decía; pero otros rehusaban creer. 25 Y así se fueron retirando en desacuerdo unos con otros, por haber dicho Pablo solamente esto: «Bien habló el Espíritu Santo, cuando, por medio del profeta Isaías, dijo a vuestros padres: 26 Ve a este pueblo y dile: Con vuestros oídos oiréis, pero no entenderéis, y viendo veréis, pero no percibiréis. 27 Porque el corazón de este pueblo se ha embotado, y con los oídos pesadamente oyeron, y cerraron sus ojos; no sea que perciban con sus ojos y oigan con sus oídos, y entiendan con su propio corazón y se conviertan, y que yo los sane (Isa 6:9 s). 28 Sabed, pues, que a los gentiles ha sido ya transferida esta salvación de Dios, y ellos escucharán.» 29 [Y habiendo dicho esto, los judíos se fueron, teniendo entre sí gran discusión.]

Pablo pisó el suelo de Roma en calidad de preso. Es verdad que no se le recluye en la cárcel y se le permite vivir en casa propia, aunque acompañado de un soldado que lo vigila. También aquí se manifiestan las atenciones de las autoridades romanas. ¿A quién se deben estas consideraciones? ¿Al benévolo informe del centurión Julio, o a los amigos de Pablo en la comunidad romana? Habrá que pensar también en Lucas y en Aristarco. En efecto, según 27,2, eran sus acompañantes, y por las cartas de la cautividad, que probablemente proceden de la prisión romana, nos enteramos de que también otros fieles amigos se interesaban por Pablo. Si leemos Col 4:7-14, veremos de qué compañía tan animada pudo gozar el prisionero. Aunque también se puede entrever lo duro y oprimente de la prisión, si se leen las palabras con que se cierra la carta a los Colosenses (Col 4:18): «EI saludo va de mi puño y letra: Pablo. Acordaos de mis cadenas.» Con la mano amarrada a la cadena pone Pablo su nombre al pie de la carta, lo cual le recuerda su suerte de prisionero, que siente en el cuerpo y en el alma.

Dos años permaneció en su casa de alquiler, como sabemos por 28,30. Sorprende que de todo este período sólo refiera Lucas su encuentro con los judíos, de que nos habla el texto. Y sin embargo, esta historia se añade a lo que en el relato sobre Pablo tuvo desde un principio en tensión el tema: Pablo y su pueblo. A los judíos quiso Pablo llevar primeramente el mensaje de salvación, y en todas partes tropezó con la negativa y la persecución, y fue por causa de los judíos por lo que se hallaba ahora ya por tres años en una prisión preventiva que no ofrecía perspectivas de desenlace favorable. Todos estos motivos pesaban ahora conjuntamente cuando convocaba a los dirigentes judíos. En esta época había vuelto a crecer el influjo de los judíos en Roma. Después del edicto del emperador Claudio contra los judíos hacia el año 50, del que se ha hablado en 18,2, los judíos expulsados no tardaron en regresar a Roma, y particularmente en tiempo de Nerón volvieron a gozar de influencia. Por esta razón no podía serle indiferente a Pablo la actitud que adoptase con él la judería romana. En efecto, dado el activo servicio de información de los judíos, podía suponer que el encarnizamiento contra él se habría extendido también hasta Roma. Si se quería que la apelación al César diese resultado, había que evitar que, como en los casos precedentes, se produjesen perturbaciones y objeciones por parte de los judíos. Naturalmente, además de estas consideraciones tácticas, entraban también en juego motivos misioneros que inducían a este diálogo con los dirigentes judíos. Ahora bien, este relato muestra una vez más cuán difícil era tener con ellos conversaciones fructuosas. Una vez más se pone claramente ante los ojos del lector de qué lado venían las verdaderas dificultades para Pablo.

Pablo aparece ante los judíos como preso. Ellos oyen su relación. Como en los demás textos de esta clase, no responderíamos debidamente a la intención de los Hechos de los apóstoles si quisiéramos someter cada palabra a un examen crítico, comparándola con las aserciones anteriores. Ya conocemos la libertad de exposición propia de Lucas. Sin embargo, hace que Pablo presente las cosas de manera plausible. Es verdad que lo que se dice en 28,17, que «preso en Jerusalén, fui entregado en manos de los romanos», no concuerda exactamente con lo dicho en 21,27 ss; sin embargo, esto es cierto, por cuanto que en un principio fue por causa de los judíos por lo que el Apóstol fue detenido por los romanos. Algo semejante hay que decir cuando Pablo asegura que los judíos se habían opuesto a su liberación por los romanos. De los textos precedentes resulta que por causa de los judíos no podían los romanos disponer la liberación de Pablo, por lo cual Pablo se vio forzado a apelar al tribunal del emperador.

Una vez más proclama Pablo ante los dirigentes judíos su adhesión personal a lo que es caro y sagrado para la religión judía. A él le interesa poder decir que no ha «hecho nada contra el pueblo ni contra las costumbres patrias». Si apeló al César, no fue tampoco «porque tuviera nada de que acusar a mi pueblo». Y, como lo había hecho ante el sanedrín (23,6) y luego ante el procurador Félix (24,15), también ahora protesta ante los dirigentes judíos: «Por la esperanza de Israel llevo yo esta cadena.» También aquí sabemos en qué sentido entiende esto. Hace alusión a la expectativa judía de salvación, pero al mismo tiempo también a la realización de esta esperanza en Cristo Jesús. Las palabras y los conceptos de la fe judía se llenan en la aserción del Apóstol con los pensamientos del Evangelio.

Muy significativa es la respuesta de los dirigentes judíos. Nada malo tienen que oponer a Pablo. Esta declaración de los judíos romanos parece sorprendente, si se tienen en cuenta las graves inculpaciones de Pablo por parte de los judíos en todo el mundo. En efecto, ellos lo que saben «de esta secta es que en todas partes se la contradice». No tenemos la menor razón de desconfiar de la declaración de los judíos. Para Lucas pudo tener importancia su testimonio sobre todo en vista del inminente juicio de apelación. Los judíos romanos, según se manifiestan aquí ante Pablo, no comparecerán como acusadores contra el Apóstol. Con esto parece quedar despejado el camino para un desenlace favorable del juicio.

Cierto que al mismo tiempo no se muestra aquí una imagen halagüeña de la situación religiosa del judaísmo. Un día entero dura la discusión con Pablo. él les expone el reino de Dios. Una vez más parte de Moisés y de los profetas para mostrar la consumación de la historia de la salvación en Jesús. Sería sumamente instructivo poseer un informe circunstanciado de lo que sucedió aquel día y de la discusión que tuvo lugar. Aunque nos basta con leer los Evangelios y las cartas paulinas para ver el empeño con que la Iglesia naciente y precisamente Pablo se esforzaban por hacer converger el pensamiento judío y el cristiano.

La discusión no dio resultado alguno. Pablo volvió a experimentar lo mismo que había experimentado en todas sus tentativas misioneras entre los judíos. Como ya los Evangelios 34 aducen las graves y tétricas palabras de Isaías (6,9s) sobre el endurecimiento de Israel, para interpretar así la actitud de los judíos frente al mensaje de Jesús, también los Hechos de los apóstoles terminan poniendo estas palabras en boca de Pablo, para poner en claro la inaccesibilidad del judaísmo, y expresamente de los dirigentes judíos. Hasta qué punto Pablo se esforzaba por comprender el fallo de su pueblo en la historia de la salvación lo muestran los profundos pensamientos con que trata de analizar el problema en Rom 9-11. Como un eco de todo lo que se ha dicho anteriormente en los Hechos de los apóstoles suenan las palabras del Apóstol en este último discurso del libro: «Sabed, pues, que a los gentiles ha sido ya transferida esta salvación de Dios.» Palabras semejantes hemos oído constantemente cada vez que la salvación predicada por Pablo tropezaba con la incomprensión de la sinagoga y él se veía naturalmente impulsado a dirigirse a los no judíos. Recordemos sus palabras a los judíos de Antioquía de Pisidia: «A vosotros teníamos que dirigir primero la palabra de Dios; pero, en vista de que la rechazáis y no os juzgáis dignos de la vida eterna, nos volvemos a los gentiles» (13,46). Y a los judíos de Corinto: «Allá vuestra sangre sobre vuestras cabezas. Yo estoy limpio. Desde ahora me dirigiré a los gentiles» (18,6). Así los Hechos de los apóstoles revelan su especial intención, cuando las últimas palabras que ponen en boca de Pablo las refieren a la fracasada misión entre los judíos y al mismo tiempo ponen de manifiesto la misión entre los gentiles.

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34. Mar 4:10 ss; Mat 13:11 ss; Luc 8:10 s.

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c) Dos años en Roma (Hch/28/30-31).

30 Y permaneció dos años enteros en casa particular alquilada, y recibía a todos los que venían a él, 31 predicando el reino de Dios y enseñando lo que se refiere al Señor Jesucristo con toda valentía y sin obstáculos.

La conclusión del libro es sorprendentemente concisa y en cierto sentido decepcionante. Tras el relato detallado y apasionante presentado hasta aquí, ¿no se preguntará el lector qué final tuvo el proceso entablado contra Pablo? Sabemos de las diferentes tentativas de dar una explicación de lo abrupto de la conclusión. Para resolver la cuestión sería decisiva la fecha de la redacción de la obra. Si se fija después del año 70 la composición del Evangelio de Lucas, la de los Hechos de los apóstoles habrá de estimarse todavía más tardía. Entonces habrá que tratar de explicar el libro entero como un escrito de apología frente al Estado romano, quizá en tiempos de un Domiciano. Cierto que no faltan motivos que pueden entenderse en este sentido. Sin embargo, muchas cosas no se podrán encuadrar fácilmente en tal interpretación global. Si todavía se pudiera pensar -como lo hicieron anteriormente destacados exegetas- en la composición del libro hacia el año 63, y así poner todavía los Hechos de los apóstoles en relación con el proceso aún pendiente contra Pablo, entonces también la conclusión del libro se podría explicar de manera convincente35.

Sea de ello lo que fuera, una cosa se podrá deducir de las últimas líneas: las autoridades romanas -contrariamente a los judíos- mostraron a Pablo, hasta en los «dos años» mencionados, una benevolencia y deferencia nada común. El que Pablo no sólo gozara del privilegio de vivienda propia, sino que pudiera utilizar su casa como centro tranquilo de misión, es cosa que rebasa toda la lealtad mostrada hasta ahora por los romanos. Al mismo tiempo, en esta sucinta conclusión aparece una vez más de manera impresionante ante nuestros ojos aquel hombre al que las cadenas que lo tenían aprisionado no le impidieron seguir «predicando el reino de Dios y enseñando lo que se refiere al Señor Jesucristo».

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35. Confieso que, por las razones reiteradamente aducidas hasta aquí, se me hace difícil admitir una fecha tardía de la composición de los Hechos de los apóstoles, o sea después de la muerte del Apóstol. No es el caso de razonar aquí la tesis en detalle. Como tampoco creo que sean intangibles las razones que se aducen en favor de una composición tardía del Evangelio de Lucas. Si se admite, como lo han hecho investigadores de gran categoría, que Lucas escribió los Hechos cuando Pablo llevaba ya «dos años enteros» en Roma aguardando la decisión de su recurso de apelación, entonces todo el relato anterior se explicaría obviamente como alegato con vistas a la elaboración de la sentencia sobre el Apóstol prisionero. ¿Tendría todavía razón de ser el marcado realce dado a la lealtad de las autoridades romanas, si entretanto la Iglesia hubiera sufrido ya la persecución de Nerón o de Domiciano?

Fuente: El Nuevo Testamento y su Mensaje

— Malta: Más precisamente, puede tratarse de un lugar en la parte noroccidental de esta pequeña isla mediterránea situada al sur de Sicilia.

Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana

Pablo en Malta. 1, 2 Sólo después de llegar a la costa supieron dónde estaban (ver 27:39, 40). La palabra que Lucas usa para mencionar a los isleños es lit. “bárbaros” (esta palabra se usaba para todos los que no hablaban griego, sin que implicara nada sobre su nivel de cultura o civilización). 3-6 El episodio de la víbora probablemente no debe ser visto como una demostración de una inmunidad de Pablo a las serpientes venenosas, sino más bien fue otro caso (cf. 14:8-13) en que los cristianos eran confundidos con dioses por los supersticiosos gentiles. Hasta hoy se encuentra en Malta una ser piente que bien pudo haberse clasificado de víbora (3) en los tiempos antiguos por su estrecha semejanza física. Aunque no es venenosa, se aferra a la víctima como la que atacó a Pablo. El cuadro que traza Lucas de Pablo sacudiendo la serpiente en el fuego (5) no es el retrato de alguien que exhibe algún dominio sobrenatural sobre una bestia peligrosa. Sólo después de esperar un tiempo fue obvio que Pablo no estaba en peligro y sólo entonces la gente local dejó de pensar que Pablo era un homicida, perseguido sin cesar por algún dios justiciero, y lo consideraron como un dios.

7-10 Finalmente el grupo hizo contacto con el gobernador romano de la isla, llamado Publio. La enfermedad que sufría su padre y que fue curada por Pablo suele ser considerada como un mal local causado por la contaminación de la leche de cabra (conocida comúnmente como “fiebre de Malta”). La sanidad llegó después de orar y de imponer las manos; la prominencia de la persona sanada produjo mucha publicidad. Debemos presumir que Pablo y los demás cristianos del grupo predicaron las buenas nuevas y tuvieron algún éxito, aun cuando el texto curiosamente guarda silencio sobre ello, diciendo sólo que los isleños los honraron con muchos obsequios. Su buena voluntad hizo sentir bien a todo el grupo y antes que zarpáramos, nos abastecieron de las cosas necesarias (10).

Fuente: Nuevo Comentario Bíblico Siglo Veintiuno

28.1 La isla de Malta se hallaba a cien kilómetros al sur de Sicilia. Tenía puertos excelentes y estaba ubicada en forma ideal para el comercio.28.2 Los ancestros de los isleños en Malta eran fenicios.EL VIAJE EN DIRECCION A ROMA : Pablo inició en Cesarea su viaje de tres mil doscientos kilómetros hacia Roma. Para evitar los mares abiertos, seguían la línea costera. En Mira tomó una embarcación rumbo a Italia. Llegó con dificultad a Gnido, luego pasó a Creta, para desembarcar en Buenos Puertos. La próxima parada fue Fenice, pero fuertes vientos desviaron la nave que se dirigió al sur costeando la isla de Clauda, luego anduvieron dos semanas a la deriva hasta que naufragaron en la isla de Malta.28.3 Dios le prometió a Pablo una travesía segura (27.23-25) y no permitiría que nada detuviera a su siervo. La víbora venenosa que mordió a Pablo no pudo causarle daño. Nuestras vidas están en las manos de Dios, sea para continuar o terminar en el tiempo de Dios. Pablo tenía aún tareas que Dios quería que las llevara a cabo.28.6 Estas personas eran muy supersticiosas y creían en muchos dioses. Cuando vieron que a Pablo no le afectó el veneno de la víbora, pensaron que estaban delante de un dios. Una situación similar se narra en Act 14:11-18.28.7, 8 Pablo continuó ministrando a otros, aun como náufrago y prisionero. Solamente en este viaje, el centurión, el principal de Malta y muchos otros recibieron su influencia. No es de asombrarse que el evangelio se esparciera como fuego desenfrenado.28.15 ¿De dónde vinieron los hermanos de Roma? El mensaje del evangelio se había esparcido por Roma en formas diversas. Muchos judíos que vivían en Roma visitaron Jerusalén durante las fiestas religiosas. Algunos quizás asistieron en Pentecostés (2.10), creyeron en Jesús y llevaron el mensaje a su regreso a Roma. También, Pablo escribió su carta a los romanos antes de visitarlos.28.15 El Foro de Apio era un pueblo situado a 70 km al sur de Roma; Tres Tabernas estaba localizado a 55 km al sur de Roma. Una taberna era un lugar donde se vendían alimentos y se ofrecía alojamiento a los viajeros. Los cristianos públicamente fueron para recibir a Pablo y animarlo.28.17 El edicto de Claudio de expulsar a los judíos de Roma (18.2) debió haber sido temporal porque los líderes judíos regresaron a Roma.28.17-20 Pablo quería predicar el evangelio en Roma y, finalmente llegó allí encadenado, a través de naufragios y después de muchas pruebas. A pesar que pudo haber deseado una travesía más fácil, sabía que Dios lo había bendecido mucho al permitirle reunirse con los creyentes en Roma y predicar el mensaje a judíos y a gentiles en esa gran ciudad. Dios hizo que todas las cosas redundaran para el bien de Pablo (Rom 8:28). Puede confiar en que El hará lo mismo por usted. Dios quizás no le hará las cosas cómodas ni seguras, pero le dará la oportunidad de hacer su obra.28.22 Los romanos denunciaban a los cristianos en todas partes porque los veían como una amenaza para el sistema romano. Los cristianos creían en un Dios, en cambio los romanos tenían muchos dioses, incluyendo al César. Los cristianos estaban comprometidos a una autoridad de mayor rango que el César.28.23 Pablo usó el Antiguo Testamento para enseñar a los judíos que Jesús era el Mesías, el cumplimiento de las promesas de Dios. La epístola a los Romanos escrita diez años antes, revela el diálogo que sostuvo Pablo con los judíos en Roma.28.30 Mientras Pablo vivió bajo arresto domiciliario, hizo más que hablar a los judíos. Escribió cartas, llamadas comúnmente sus epístolas de la prisión: Efesios, Colosenses y Filipenses, asimismo cartas personales, como la dirigida a Filemón. Lucas estaba con él en Roma (2Ti 4:11). Timoteo lo visitó a menudo (Phi 1:1; Colosenses l.l; Phm 1:1), como lo hiciera Tíquico (Eph 6:21), Epafrodito (Phi 4:18) y Marcos (Col 4:10). Pablo testificó a todo el pretorio (Phi 1:13) y se relacionó con los creyentes de dicha ciudad.28.30 La tradición dice que liberaron a Pablo después de dos años de arresto domiciliario en Roma y que emprendió un cuarto viaje. Algunas razones para esta tradición son: (1) Lucas no nos da detalles de su juicio ante el César y él era un cronista meticuloso; (2) la fiscalía tenía dos años para traer el caso a juicio, tal vez el tiempo transcurrió y, por lo tanto, se acabó; (3) en su carta a los filipenses, escrita durante su prisión en Roma, Pablo da a entender que muy pronto lo pondrían en libertad y que estaría en condiciones de emprender un nuevo viaje; (4) Pablo menciona varios lugares a los que quería llevar el evangelio, los cuales nunca visitó en sus tres primeros viajes; y (5) la literatura cristiana primitiva habla claramente acerca de otros viajes de Pablo. A lo mejor durante el tiempo de libertad, Pablo continuara con sus viajes en forma extensa, aun llegando a España (véase Rom 15:24, Rom 15:28) y regresando a las iglesias en Grecia. Las epístolas de 1 Timoteo y Tito se escribieron en este lapso. Más tarde, encarcelaron de nuevo a Pablo, tal vez en Roma, donde él escribió su última epístola (2 Timoteo).28.31 ¿Por qué el libro de Hechos termina aquí? El libro no trata de la vida de Pablo, sino acerca de la expansión del evangelio y esto se presenta con claridad. Al parecer, Dios pensó que no era necesario que alguien escribiera un libro adicional que narrara la continuación de la historia de la iglesia primitiva. Ahora que el evangelio se había predicado y establecido en el centro comercial y gubernamental, podría difundirse en todo el mundo.28.31 El libro de Hechos narra la historia de la iglesia cristiana y su expansión en círculos cada vez más amplios tocando a Jerusalén, Antioquía, Efeso y Roma: las ciudades más influyentes del mundo oriental. Hechos también muestra los milagros sorprendentes y los testimonios de los héroes y mártires de la iglesia primitiva: Pedro, Esteban, Jacobo, Pablo. El Espíritu Santo impulsó y llevó todo el ministerio al obrar en la vida de gente ordinaria: mercaderes, viajeros, esclavos, carceleros, líderes de iglesia, hombres, mujeres, gentiles, judíos, ricos, pobres. Muchos héroes desconocidos de la fe continúan los hechos del Espíritu Santo a través de generaciones posteriores, cambiando el mundo con un mensaje que sigue siendo el mismo: Cristo Jesús es Señor y Salvador para todo aquel que le sigue. Hoy podemos ser héroes anónimos en la continuación de la historia de la difusión del evangelio. Es ese mismo mensaje que como cristianos debemos llevar a nuestro mundo, para que muchos más oigan ycrean.

Fuente: Comentarios de la Biblia del Diario Vivir

NOTAS

(1) “Melita”, אAB.

REFERENCIAS CRUZADAS

a 1389 Hch 27:26

Fuente: Traducción del Nuevo Mundo

1 super (1) 0, Melita.

Fuente: Comentario Del Nuevo Testamento Versión Recobro

130 (ii) Pablo en Malta (28,1-10). Uno de los elementos del típico documental de viajes que sigue el estilo de la narración en primera persona del plural, «nosotros» (vv. 1-2.7.10; cf. 27,1-8), se amplía con dos episodios de mila­gros (w. 3-6, 8-9), ambos especialmente inte­resantes por su concentración en la destreza de Pablo sin el habitual rechazo a favor del au­téntico autor de los milagros (3,12.16). El efec­to pretendido es desarrollar las perspectivas que ya se presentaron en el cap. 27: Pablo de­be llegar a su destino por decreto divino y ba­jo la protección de Dios; la salvación de este peligro mortal confirma su inocencia respecto de cualquier delito capital (explícitamente en los vv. 4-6); la salvación afecta también a los demás por mediación de Pablo (vv. 8-9). 1. una vez a salvo: El ptc. diasóthentes se relaciona con 27,44, evocando la palabra temática sózesthai, «ser salvado», del cap. 27. Malta: Una gran isla al sur de Sicilia, fuera de la principal ruta de navegación (cf. 7,39), donde se habla­ba una forma de lengua púnica semítica. Cf. Estrabón, Geogr. 17.3.16. 2. nativos: Lit., «los bárbaros»; cf. comentario sobre Rom 1,14 (cf. 1 Cor 14,11; H. Windisch, TDNT 1.546-53. 3. una víbora: Resulta infructuoso indagar sobre la especie de esta víbora «lapa», al igual que preguntarse si la lengua púnica hablada por los malteses tenía algún término equivalente a la palabra gr. «justicia» (v. 4). El relato recibe su colorido por la intervención del narrador en otros aspectos. 4. la justicia divina no le per­mite seguir con vida: El término gr. utilizado es he diké, que connota la persecución de un ase­sino por la diosa «Justicia». Los isleños, a quienes el relato atribuye esta «teología» grie­ga, imaginan que ésta ha permitido escapar a su presa del naufragio solamente para hacerlo sucumbir en esta circunstancia tan poco he­roica y tan contraria a la apoteosis final. 5. no sufrió daño alguno: cf. Lc 10,19; Mc 16,18. Además de disipar el error de los nativos, el episodio acredita a Pablo como mensajero au­torizado de Jesús, quien junto al encargo le ha concedido esta inmunidad. 6. él era un dios: ¡Qué lejos del concepto de un fugitivo de la diosa Justicia! Pablo no rechaza este elogio co­mo lo hizo en 14,15; su oración antes de la cu­ración (v. 8) es lo más próximo que hallamos en este pasaje con respecto al auténtico agen­te de sus milagros (en contraste con 3,6; 9,34; 14,3; 16,18; 19,11; cf. W. Kirchschláger, en Les Actes [ed. J. Kremer] 516). 7. Publio: El legado del pretor de Sicilia era el «primer ciudadano» de la Malta romana. Ilustra de nuevo el éxito de la misión entre los miembros de la clase alta (cf. 8,27; 10,1; 13,7.50; 16,14.38; 17,4.12; 19,31; 24,24; 25,23; 26,26). 8. imponiendo las manos sobre él: La combinación que encontra­mos entre la fiebre, la imposición curativa de manos y la posterior curación de mucha gente (v. 9) nos sugiere una consciente asunción de las primeras curaciones realizadas por Jesús (Lc 4,38-41, por tanto, se trata de una armoni­zación literaria de las actividades carismáticas que Lucas nos ha narrado (W. Kirchschláger, ibid. 520). La directa continuidad entre estas actividades es lo que le interesa. 10. al mar­char: cf. v. 11.

131 (iii) Llegada de Pablo a Roma (28,11-16) . El documental sobre los viajes de Pablo pondrá punto final a la utilización del «noso­tros» cuando llegue al destino fijado. 11. tres meses después: Es decir, tras el invierno pasa­do en Malta (cf. comentario sobre 27,9; → Pa­blo, 79:49). a los gémelos como insignia: Los dioskouroi griegos (en latín, Castor y Polux), hermanos de Helena e hijos de Zeus, eran ve­nerados como divinidades astrales, y, por tan­to, como protectores de los marinos (Begin­nings 4.343-44). Sus imágenes adornaban la proa de este barco. 12. Siracusa: Importante ciudad portuaria al sudeste de Sicilia, que otro­ra fue el poderoso y fulgurante enemigo inva­sor de Atenas (Tucídides, Guerra del Peloponeso 7), pero que se encontraba en profunda decadencia cuando Pablo llegó. 13. Regio: La actual «reggio» Calabria, en la punta de la bo­ta de Italia. Puteoli: La moderna Pozzuoli, en el golfo de Nápoles, al oeste de la ciudad, a 200 km al sudeste de Roma. Éste era el puerto por el que habitualmente se accedía a Roma desde el este, aunque en breve cedería su puesto al recientemente dragado puerto de Ostia. 14. hermanos: Como en Roma (v. 15), también existía ya aquí una congregación cristiana (cf. 1,15). La invitación casi nos hace olvidar que Pablo se dirige a Roma como prisionero, llega­mos a Roma: Este dato parece prematuro y du­plicado (v. 16a), pero su finalidad es crear el escenario para el encuentro del v. 15 (Hauser, Abschlusserzahlung [→ 133 infra] 14). La últi­ma visita de Pablo a Jerusalén (21,15-18), un análogo punto crucial en su viaje, está jalona­do igualmente con dos informaciones relativas a la llegada (21,15.17) y a los encuentros con otros cristianos en las últimas paradas (21,16). 15. Foro Apio: El camino a pie durante cinco días desde Puteoli seguía la Via Campania has­ta Capua, y después, en dirección norte, la Via Apia. Se mencionan dos estaciones de la gran vía de comunicaciones, situadas respectiva­mente a 69 km y 53 km de la capital. La co­munidad cristiana de Roma se encuentra sola­mente en estas estaciones marginales; a partir de aquí, Lucas centra su foco sobre Pablo, el gran pionero entre los misioneros, cobró áni­mos: Tharsos, «ánimo», evoca el tharsei del Se­ñor resucitado en 23,11, redondeando así redaccionalmente el viaje a Roma elaborado por Lucas. 16. vivir por su cuenta: Según parece, Pablo estaría bajo arresto domiciliario en una vivienda de alquiler (v. 30). Esta oración crea el escenario para el episodio conclusivo, unién­dolo a la afirmación que lo recuerda y comple­ta en los w. 30-31. No obstante, la desapari­ción del narrador «nosotros» en este momento confirma que el v. 16 es la conclusión orgánica de los viajes de Pablo, no la introducción a su estancia final (no obstante Hauser, Abschlusserzahlung [→ 133 infra] 12-16).
132 (b) Pablo en Roma (28,17-31). Con la información sobre el final del viaje, la propia mano de Lucas diseña un final redondo para su obra. Se trata de un episodio bipartito, parale­lo a 13,13-52, con su secuencia formada por la predicación, el rechazo judío y la dirección ha­cia los gentiles (→71 supra); condensa de este modo la estancia durante dos años en Roma, retomando las fases que su misión ha seguido especialmente en sus momentos principales (cf., esp., 18,1-6; 19,8-10; J. Dupont, en Les Ac­tes [ed. J. Kremer] 383-86). Las dos partes del relato de la estancia están compuestas por dos encuentros con los dirigentes judíos de la capi­tal, resumiendo el primero todo el proceso de los caps. 22-26 (vv. 17-22), y sintetizando el se­gundo el problema que originó todo su minis­terio (→ 5 supra): el no de los judíos vs. el sí de los gentiles al evangelio cristiano (vv. 23-28). La frase conclusiva se asemeja a otras afirmacio­nes sintéticas que concluyen las secciones an­teriores del libro (1,13-14; 5,42; 15,35). Ningu­no de estos elementos confirma la existencia de una fuente única como base de este episodio, que, en el mejor de los casos, parece haber sido compuesto a partir de elementos heterogéneos (cf. Weiser, Apg. 677-79). Tampoco hay eviden­cia alguna que apoye la antigua hipótesis de que al libro le falta su conclusión, o del proyec­to de un tercer volumen lucano (cf. Schneider, Apg. 2.411-13). El plan del Señor resucitado pa­ra sus testigos se encuentra perfectamente rea­lizado en los vv. 30-31 (cf. comentario sobre 1,8). Llegamos al final de una época en la que Pablo, el último de los testigos directamente enviados por el Resucitado, culmina su odisea misionera desde Jerusalén, la ciudad de la pri­mera asamblea del verdadero Israel, hasta Ro­ma, el centro del extenso y fértil mundo de los gentiles (Roloff, Apg. 371; Wilson, Gentiles 236-37). Nuestro deseo de un fin biográfico para Pablo es la causa de que Lucas nos deje insa­tisfechos, al igual que ocurrió en los casos de Pedro y los apóstoles, que son eliminados, sin mayor consideración, del relato a partir de 16,4 (→ 5 supra). Es el sendero del Cristo exaltado, el verdadero profeta de la salvación para todas las naciones (26,23; 3,22-26), el que ha sido traza­do en los Hechos; sus testigos entran y salen de sus páginas según sea necesario.

133 17. los judíos: Sobre la importante comunidad judía de la capital, progresiva y dolorosamente reagrupada tras el decreto de expulsión de Claudio en el 49 d.C. (cf. 18,2; →Pablo, 79:10), cf. W. Wiefel, «The Jewish Community in Ancient Rome…», The Romans Debate (ed. K. P. Donfried, Minneápolis 1977) 100-19; R. Penna, NTS 28 [1982] 321-47). Nada contra nuestro pueblo: La acusación de 21,21 ha sido refutada anteriormente (cf. 25,8; 26,31). entregado a los romanos: Esta nueva versión del proceso, en contra de 21,31-33, evoca la configuración del proceso contra Pa­blo según el de Jesús (cf. 21,11; Lc 18,32; 24,7; Radl, Paulus 264-65; J. Dupont, en Les Actes (ed. J. Kremer] 381). 18. Cf. 23,29; 25,25; 26.31. El detalle del deseo de los romanos de li­berar a Pablo (eboulonto apolysaí) no se inclu­yó en la secuencia del proceso, y responde más bien a la retrospección redaccional sobre el proceso de Jesús (cf. 3,13; Lc 23,20; Radl, Pau­lus 255-56.262). 19. apelar al César, cf. 25,11; 26.32. aunque sin intención de acusar a mi pue­blo: Aunque el Israel infiel se ha hecho enemi­go de Pablo, él no es enemigo de Israel, sino el sitiado exponente de su «esperanza» (v. 20). 20. la esperanza de Israel: Repetición de 23,6 (cf. 24,15.21; 26,6-8), referida, principalmente, a la resurrección. Pero no deberíamos excluir un segundo aspecto que alude a la «reunifica­ción» de Israel, que se realiza por el kerigma del Cristo resucitado (cf. comentario sobre 1,6; 15,16-17). Este proceso es el que, obviamente, está desarrollándose en Roma (cf. comentario sobre el v. 28). llevo estas cadenas: cf. 26,29; pe­ro todas las indicaciones de los caps. 27-28 apuntan a lo contrario (cf. comentario sobre el v. 14; → 126 supra). 21-22. Los judíos hablan casi como si estuviesen totalmente aislados del resto del judaismo y como si no hubiera co­munidades cristianas en Roma (cf. v. 15). Se trata claramente de un recurso lucano para conseguir una audiencia totalmente contraria a lo que Pablo iba a decir (Roloff, Apg. 373). La división en esta audiencia (v. 24) será, por tan­to, algo provocado por la determinación divi­na, no por las circunstancias, escuchar lo que tú piensas: Es la primera de una serie de apa­riciones del vb. akouein, «escuchar», que en­contramos por tres veces en la cita de Isaías (vv. 26-27) y, posteriormente, en la expectativa de Pablo sobre la «escucha» de los gentiles (v. 28). El texto de Isaías ilustra el alcance del sen­tido del verbo, desde «escuchar» a «atender», que se extiende entre la indagación de los ju­díos infieles y la obediencia de los gentiles (cf. Hauser, Abschlusserzahlung 69-81). 23. el reino de Dios: Este mensaje ha sido la marca funda­mental de la época del cumplimiento (Le
16,16), y debe seguir siendo el signo principal de la continuidad entre los mensajes de Jesús y de su Iglesia (v. 31; cf. comentario sobre 1,3). El estrecho paralelismo entre los vv. 23 y 31 in­dica que el punto focal de este pasaje conclusi­vo es el indomable kerigma sobre Cristo, no la persona ni el destino de Pablo (J. Dupont, en Les Actes [ed. K. Kremer] 365.371-72; Schnei­der, Apg. 2.413). acerca de Jesús: cf. 26,22-23. Los dos componentes de la enseñanza de Pa­blo vinculan así el mensaje proclamado por Je­sús con el mensaje sobre él. 24. unos se deja­ban persuadir. La división en el judaismo ha si­do una constante en la misión de Pablo (14,1-2; 17,2-5; 18,5-6; 19,8-9; 23,9-10), y continúa incluso aquí como signo del permanente dis­cernimiento sobre el verdadero Israel (cf. Lc 2,34; cf. comentario sobre 2,40). 25. esta sola cosa: Ultima cita de Is 6,9-10 (LXX) sobre la ceguera de Israel. Al parecer, éste era un testimonium de los misioneros cristianos anterior a la redacción lucana, un recurso disponible para explicar el rechazo del evangelio por la mayoría de los judíos (cf. Holtz, Untersuchungen 35-36). En su mayor parte, los autores del NT reproducen el vocabulario más suave y futurible de la versión de los LXX, contra la ver­sión del TM de una ceguera mandada por Dios (cf. Mt 13,14-15 [Mc 4,12; Lc 8,10]; pero, cf. Jn 12,40) . La versión futurible se adecúa al obje­tivo de Lucas en este pasaje, donde la previsión del Espíritu muestra que el persistente recha­zo del judaismo es un asunto de necesidad histórico-salvífica. 28. sabed pues: La conclusión de este argumento profético es solemne y defi­nitiva: toda esperanza de conversión del pue­blo judío en general se ha desvanecido total­mente (diferente perspectiva en Rom 11). El judaismo, que ha dicho no, ha perdido su sta­tus de pueblo elegido; el resto creyente se ha convertido en la piedra angular del verdadero Israel al que se incorporan los gentiles (Lohfink, Sammlung 93; Jervell, Luke [→ 85 supra] 62-64; diferente opinión en J. Dupont, en Les Actes [ed. J. Kremer] 376-80). Este cuadro, sin duda alguna, refleja la experiencia de la gene­ración de Lucas: la Iglesia era ya mayoritariamente gentil, y los judíos, casi sin excepción, hacían oídos sordos al evangelio (Wilson, Gen­tiles 232; → 5 supra). ellos lo escucharán: cf. co­mentario sobre los vv. 21-22.
30-31. Epílogo, dos años enteros: Manifies­ta e conocimiento que Lucas tiene del fatal cambio de suerte que sufrirá Pablo posterior­mente (cf. 20,25.38; 1 Clem 5,5-7). Se trata del período comprendido, aproximadamente, en­tre los años 61 y 63 d.C. (cf. 24,27). casa alqui­lada: El significado del término misthoma (comprendido como «precio contractual», «al­quiler») no se encuentra atestiguado en ningu­na otra parte, pero es recomendado por el con­texto, que presenta a Pablo recibiendo visitas de gente que estaba interesada (pantas tous eisporeuomenous). Este es el significado utili­zado por la BJ y la NAB, pero no el que encon­tramos en la RSV o la NEB («a su costa»). Cf. Hauser, Abshlusserzünlung 153-57. predican­do… y enseñando: Período continuo; cf. co­mentario sobre el v. 23. con toda libertad: Lit., «con audacia» (parrhésia). Esta característica de la predicación apostólica (2,29; 4,29.32) ilustra la continuidad entre lo que los roma­nos oían y lo que se oyó en Jerusalén al co­mienzo de todo. Por última vez, y como última declaración, Hechos presenta el indomable mensaje cristiano con su «poder de conquista mundial» (Hauser, Abschlusserzahlung 144). sin estorbo: cf. las palabras atribuidas en otras partes al Pablo cautivo: «pero la palabra de Dios no está encadenada» (2 Tim 2,9). Cuando el lector cierra el libro de Hechos, el destino personal de Pablo queda eclipsado por este fi­nal abierto del triunfo del evangelio sobre su poderosa oposición. Pero es éste, al fin y al ca­bo, más que los «hechos los apóstoles», el au­téntico protagonista de todo el libro.

(Dupont, J., en Les Actes [ed. J. Kremer] 359-404. Hauser, H., Strukturen der Abschlusserzahlung der Apostelgeschichte [Roma 1979], Holtz, Untersuchungen, 33-37. Jervell, Luke [→ 85 supra] 41-74. Maddox, Purpose 42-46. Müller, R, en Les Actes [ed. J. Kremer] 523-31. Radl, Paulus 252-65. Stolle, Zeuge [→ 54 supra] 80-90. Wilson, Gentiles 226-38.)
[Traducido por José Pérez Escobar]

Fuente: Nuevo Comentario Biblico San Jeronimo

O, Melita. Algunos mss. también dicen: Melitene

Fuente: La Biblia de las Américas

[1] El ministerio de Pablo a las naciones era para la esperanza de la restauración, reunión, y el regreso a casa de todos los Israelitas y nunca para establecer una entidad separada no Israelita.

[2] Ambas casas.

[3] Israelitas Nazarenos permanecen una secta de la fe Hebraíca y no una entidad separada “gentil.”

[4] Siendo un Israelita Nazareno guardando la Torah, causara que sus enemigos se multipliquen.

[1] Observen que el mensaje permance el mismo. Es el mensaje del reino, hablado por Yahshua siendo restaurado a través de El, y todas las Escrituras hablan de este reino.

[2] Las dos casas tienen el mismo problema. Rechazo de arrepentirse y buscar la verdad de la esclavitud y error.

[3] Referncia a las dos casas.

[4] Por supuesto que ésto íba cambiar más adelante pues él fue matado como un mártir. -Notas del Publicador- Este “capítulo que falta” es educativo e informativo, en particular históricamente hablando. Además, a la luz de los propósitos de esta edición única, que intenta mostrar la abundante evidencia para la restauración de las dos casas, hemos incluido el “capítulo que falta” de los Hechos. Nosotros sentimos, pues, basado en la ausencia de pruebas validas de segundo o tercer testigos, que mientras éste capítulo que falta es muy útil, debe ser considerado un articulo tópico de interés, y por lo tanto debe seguir siendo únicamente apócrifo. Lo que usted está a punto de leer más abajo no puede ser considerado Escritura y no está presentado así.

[5] Apócrifo . De el Manuscrito Sonnini (SM), conocido como El capitulo extenso perdido de los Hechos de los Apostoles. SM fue traducido del Griego a través de C.S. Sonnini durante el reino de Louis XVI que mantuvo el trono Frances desde del 1774 hasta el 1793, de un manucrito original hallado en los arjivos de Constantinople, y fue presentado a él a través de Sultan Abdoul Ajmet. Hallado interfoliado en una copia de los viajes de Sonnini en Turqía y Grecia y da a entender ser la porción que concluyé del libro de los Hechos. Muestra la aproximación de los seis años de historia de la cuarta y quinta jornadas missionera de Shaul/Pablo, la cual aquí incluye Sefarad – España (Vea Hec 15:28, Rom 15:24, Rom 15:28) y Barat-Anat (aunque algunos eruditos disputan ésto) después de su domicilio forzado y subsecuente juicio y liberación en Romulus. A él más adelante lo vuelven a detener y regresa a Romulus a ser mártirizado mientras apoyando y defendiendo los otro millares de creyentes Nazarenos durante el reino del Emperador Romano Nero. Las congregaciones Cristianas Modernas muy a menudo ven sus ministerios como viviendo “Hechos 29” (el capitulo aún no Escrito) – pero muy pocos comprenden el llamado verdadero y propósito que Pablo demuestra en este capitúlo – a saber, la busqueda para y reunión de los efrayimitas esparcidos para que vuelvan a sus llamado verdadero como Israelitas. Mientras que admitiendo especulativamente es interesante y aún posible que este manuscrito apócrifo se ha mantenido debajo de la propósita mano de YHWH durante el exilio mandatorio (diaspora/esparcidos) y castigo de Efrayím en las naciónes. Pues si hubiese sido considerado canonanizado durante cualquiera de los 2,700 años anteriores de la historia, la identidad de Efrayím los más probable hubiera sido revelada prematuramente de este modo violando el exilio mandatorio de la Torah. Porque el castigo vino de YHWH a través de Su Torah, por lo tanto era imposible que el hombre “viera” su profético y histórico significado en cualquier momento antes de que el castigo de Efrayím terminara. Origen Apócrifo: Viajes en Turquía y Grecia acometido por orden de Louis XVI, y con la autoridad de la Corte Otomana, por C.S. Sonnini, miembro de varios scientificos, o sociedades literarias de la Sociedad de Agricultura de Paris, y de los Observadores de Varones. Mores multorum videt et ubes. Hor., London: Impreso para T.N. Longman y O. Rees, Paternoster Row, 1801.”

[6] Roma – tradicionalmente pensado ser nombrado después de uno de las dos figuras legendarios/miticos: Romulus (de Romulus y Remus). Otros al igual piensan que viene del dios Roma. Usamos “Romulus” en ésto.

[7] España. Igualmente “Iveria” (Iberia) de “Ivrim” significa Hebreo, ulterior de la raíz Herbrea “ever” – significando uno que “se ha cruzado.”

[8] Ver notas adjuntas en Hec 21:2.

[9] Igualmente “Berit-Anat,” considerado por los hombres de letras Sammes y Bojart del siglo 17 teniendo el nombre anitiguo de Fenicia de los Británicos. En íngles de vez en cuando relacionado como: “La isla de Plata,” pues este metal era de mucho comercio en las routas de nevegaciones en la área antiguas de marítimo. Relacionado a “Brit-Am,” significando “pueblo.” Bretaña era en aquel entonces el grupo grande de islas más lejano y más populado al norte y oeste de Israel – las Islas Británicas, incluyendo a Escocia. Para aquel tiempo Romulus ya había conquistado la mayor parte de Barat- Anat.

[1] Profeta.

[2] Ver nota a pie de página concierniendo Barat-Anat en Hec 29:2.

[3] Hec 9:15, Hec 22:21. Las tribus Efrayimtas del norte.

[4] Ver nota a pie de página refiriendose a Romulus en Hec 29:1.

[5] Ver nota a pie de página refiriendose a Barat-Anat en Hec 29:2.

[6] Este es el nombre Romano para Sandwij, en Kent. En los tiempos Sajónes aún se encotraba en pie en Sandwij una casa antigua llamada “Casa de los Apóstoles.” La tradición lo tiene como que Shaul era uno de estos Apóstoles.

[7] Apóstol.

[8] Interesantemente él entra a través de la puerta que está en el este de esa ciudad – pues el trae noticias de el Moshiach Yahshua, El el que entrara por la Puerta Este de Jerusaleñ.

[9] Ludgate Hill y Broadway, es donde “La Catedral de Sn. Pablo” se encuentra en Londres, Inglaterra.

[10] Una alusión en como YHWH dentro del límite de las fronteras geográficas de las naciónes tiene por numero los Israelitas que puden caber. Devarim/Deu 32:8.

[11] Una alusión del castigo a Efrayím multiplicado siete veces después de no haber hecho teshuva (arrepentido). Este requisito de la Torah se encuentra en Wayiqra/Leviticos 26:28.

[12] Después de que el castigo de siete veces haya concluido, sus ojos son abiertos a su identidad como Israelitas.

[13] Honra.

[14] Yahoshua/Joshua 16:4-5,8-9,24:30 Shoftim/Jue 2:9. Ellos tienen la misma herencia como uno de los dos testigos buenos que reclamaron la tierra de la promesa – es decir, Josue – el mismo un Efrayimita, y de este modo un tipo de nombre por las tribus esparcidas las cual sus ojos ahora han sido abiertos.

[15] Monte Zion. Micah 4:2.

[16] Noticias de alegría. Buenas Nuevas.

[17] Yeshayahu/Isa 2:3, Miq 4:2.

[18] Bamidbar/Num 33:9 cuando todas las doce tribus de los hijos de Israel armaron sus tiendas en el desierto de Elim, en donde ellos encontraron doce fuentes de agua – una para cada tribu.
[19] Moshiaj Yahshua.
[20] Torah.
[21] Todas las naciónes que vengan adorar en Espiritu y en verdad, pero en particular aquellos Israelitas Efrayimtas que regresan que estuvieron el tiempo más lechos de la Torah.
[22] No que los Druids – muchos aunque verdaderos gente pagana – en si mismo son Judíos, pero que aparenta ser que algunos Judíos fueron esparcidos hasta estas “Islas lejanas” y los Druids absorbieron y útilizaron ciertas costumbres Judías en sus rituos. Al igual puede ser que estos Druids eran actualmente Efrayimitas que aún mantenian ciertos rituos de la verdadera adoracion de Jerusaleñ y, en la confusión del exilio, consideraron que eran de los “Judíos” en vez de más correctamente “de Israel.”
[1] Egypto.
[2] Ver nota a pie de página en referencia a Rafinus en Hec 29:7.
[3] Gallia en Latin, conocido como, Los Celtas. Consistiendo mayormente de Efrayimitas esparcidos.
[4] Uno de tres gentes habitando en el área Romano “Gaul” – Belgae, Aquitani y los Celtas.” De quines probablmente los Holandeses descienden ejemplo, Holanda, Bélgica. Tristemente – en estos tiempos modernos aún existe en Bélgica (entre toda Europa) mucha tensió de anti-Semitismo hacia el pueblo Judío. Quizas este sea una manifestación teniendo residuo de aborrecimiento Efrayimita del modo de obrar de su hermano Judah.
[5] Es dicho ser la montaña donde Poncio Pilato cometió suicidio y lleva su nombre.
[6] Cruz, poste utilizado por los Romanos para atravesar a las victimas. Griego: stauroo.
[7] Un bat kol/la voz divina.
[8] Ángel.
[9] Posiblemente se refiere a los dos pilares de bronce que César Augusto pidió que se colocaran a la entrada de su Mausoleo en Roma con las descripciones inscritas en Griego y Latín de todos sus logros como Emperador. Conocido en Latín como Res Gestae Divi Augustae, o simplemente abreviado RG. Una inscripción similar fue colocada en Ankara en Galacia – el entonces nuevo territorio Romano donde, Shaul haría su declaración en estas columnas, o pilares (si este versículo habla de Roma, o Galacia no está claro) y los usa como evidencia de sus viajes y presencia allí para predicar las Buenas Nuevas y reunir a Efraím, al igual que profetizar que los pilares permanecerían allí hasta la efusión de El Espíritu sobre todas las naciones. El Res Gestae permanece siendo un artefacto histórico hasta el día de hoy.

Fuente: Escrituras del Nombre Verdadero

[25] Is 6, 9; Mat 13, 14.

Fuente: Notas Torres Amat