Como se acercaba el tiempo de la promesa, la cual Dios había asegurado a Abraham, el pueblo creció y se multiplicó en Egipto
7:17-19 — Pero cuando se acercaba el tiempo de la promesa, que Dios había jurado a Abraham, el pueblo creció y se multiplicó en Egipto, — La promesa de este versículo es la del ver. 5, la tierra de Canaán, pero se menciona con el propósito de introducir a Moisés. 20-22Fuente: Comentario al Nuevo Testamento por Partain
cuando se acercaba el tiempo de la promesa. Hch 7:6; Gén 15:13-16; 2Pe 3:8, 2Pe 3:9.
el pueblo creció. Hch 13:17; Éxo 1:7-12, Éxo 1:20; Sal 105:24, Sal 105:25.
Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico
Los descendientes de Abraham gozaron de prosperidad y crecimiento que resultó amenazante para los egipcios y para el Faraón que no conocía a José.
Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe
7:17-19 — Pero cuando se acercaba el tiempo de la promesa, que Dios había jurado a Abraham, el pueblo creció y se multiplicó en Egipto, — La promesa de este versículo es la del ver. 5, la tierra de Canaán, pero se menciona con el propósito de introducir a Moisés.
20-22 — nació Moisés, y fue agradable a Dios; — Ahora comienza la parte principal de su discurso, en la cual Esteban habla de Moisés. Decían que Esteban hablaba palabras blasfemas contra Moisés (6:11), pero todo lo que él dice de Moisés indica que lo tiene en alta estima.
— Y fue enseñado Moisés en toda la sabiduría de los egipcios; — La sabiduría de los egipcios incluía las ciencias naturales (comprendiendo la magia), la astronomía, las matemáticas y la medicina (Meyer). Fue importante que Moisés se educara bien y que se prepara para el trabajo muy difícil de ser el líder (libertador) de los hijos de Israel que por tanto tiempo habían sido esclavos. Moisés fue el escritor de los primeros cinco libros de la Biblia (el Pentateuco). Sin duda el estudio en Egipto de la ortografía, la gramática, etc. le preparó para este trabajo. Es muy cierto que cuando algún hombre fue inspirado para escribir, el Espíritu Santo escogió toda palabra, pero también es cierto que el Espíritu Santo escogió palabras del mismo vocabulario del escritor y utilizó la educación de él. Por eso, cada escritor tiene su propio estilo de escribir.
Como Moisés fue educado en Egipto, Pablo fue «instruido a los pies de Gamaliel» (Hch 22:3). La educación puede y debe ser una «herramienta» útil para el servicio de Dios, pero aunque Moisés, Pablo y muchos otros siervos de Dios eran hombres educados en el sentido secular, aceptaron, practicaron y enseñaron la verdadera sabiduría de Dios. Lamentablemente muchos predicadores aprenden y también enseñan la sabiduría humana. Moisés poseía la sabiduría verdadera; también José (ver. 10); en esto eran como Jesús (Luc 2:41-52).
Dice Éxo 2:7-10 que la hermana de Moisés dijo a la hija de Faraón, «¿Iré a llamarte una nodriza de las hebreas, para que te críe este niño? Y la hija de Faraón respondió: Vé. Entonces fue la doncella, y llamó a la madre del niño, a la cual dijo la hija de Faraón: Lleva a este niño y críamelo, y yo te lo pagaré. Y la mujer tomó al niño y lo crió. Y cuando el niño creció, ella lo trajo a la hija de Faraón, la cual lo prohijó (vino a ser hijo suyo, LBLA)». Es importante recordar que por un tiempo la misma madre de Moisés lo crió. La Biblia no dice por cuánto tiempo, pero lo que sabemos es que Moisés se dio cuenta de quien era y que los israelitas eran el pueblo de Dios (y el pueblo de él), y que él tenía una responsabilidad hacia ellos. Durante el tiempo que Moisés estuvo con su madre él aprendió la verdad y, por eso, no se dejó llevar por toda la sabiduría de Egipto.
— y era poderoso en sus palabras y obras. — Cuando Dios dijo a Moisés, «te enviaré a Faraón, para que saques de Egipto a mi pueblo, los hijos de Israel» (Éxo 3:10), él respondió, «¡Ay, Señor! nunca he sido hombre de fácil palabra, ni antes, ni desde que tú hablas a tu siervo; porque soy tardo en el habla y torpe de lengua» (Éxo 4:10). Esto indica que los siervos de Dios pueden ser poderosos en sus palabras sin ser elocuentes.
Fuente: Notas Reeves-Partain
EL QUE NUNCA OLVIDÓ A SUS COMPATRIOTAS
Hechos 7:17-36
Cuando estaba llegando el momento del cumplimiento de la promesa que Dios le había hecho a Abraham, los israelitas se iban multiplicando en Egipto; y así siguió la cosa hasta que ocupó el trono otro rey de Egipto que ni conocía la historia de José. Ese rey se puso a perseguir veladamente a nuestro pueblo. Obligó a nuestros antepasados a exponer a sus hijos para que
no pudieran seguir viviendo y crecer. Por aquel tiempo fue cuando nació Moisés, que era un bebé de una belleza realmente extraordinaria. Tres meses le tuvieron escondido sus padres en su casa; y, cuando tuvieron que abandonarle, la hija del Faraón le adoptó y le crió como si fuera su hijo. Moisés recibió educación acerca de toda la sabiduría de los egipcios, y llegó a ser un hombre extraordinario, tanto en palabras como en obras. Cuando tenía cuarenta años sintió deseos de visitar a sus compatriotas israelitas. Intervino para ayudara uno de ellos al que estaba maltratando injustamente un egipcio; se puso de parte del maltratado, y golpeó al egipcio. Creyó que sus compatriotas comprenderían que Dios iba a usarle para rescatarlos; pero ellos no se habían enterado. Al día siguiente vio que se estaban peleando dos israelitas, y trató de apaciguarlos, diciéndoles: «¡Hombres, que sois compatriotas! ¿Qué vais a sacar peleándoos entre vosotros?» Pero el que estaba maltratando al otro le dio un empellón a Moisés y le dijo: «c¿Quién te ha puesto a ti de jefe o de juez sobre nosotros? ¿Es que quieres matarme a mí también como mataste ayer al egipcio?» Cuando oyó aquello Moisés tuvo que huir, y se exilió al país de Madián, donde tuvo dos hijos. Cuando pasaron otros cuarenta años, estaba en el desierto del monte Sinaí y se le apareció un ángel en una llama de fuego de una zarza. Cuando Moisés vio aquello, le extrañó mucho; y, al dirigirse al lugar para verlo más de cerca, oyó a Dios que le decía: «Yo soy el Dios de tus padres Abraham, Isaac y Jacob.» Moisés estaba temblando de miedo y no se atrevía ni a mirar. Entonces le dijo el Señor: «¡Quítate el calzado de los pies, porque estás en terreno santo! He visto cómo están maltratando a mi pueblo en Egipto y he oído sus gemidos, y he bajado a redimirlos. Prepárate, porque te voy a mandar a Egipto.» Fue éste el mismo Moisés al que habían rechazado cuando le dijeron: «¿Quién te
ha puesto a ti de jefe o de juez?» A él fue al que mandó Dios como guía y libertador por conducto del ángel que se le apareció en la zarza ardiendo. Fue él mismo el que los condujo a la libertad después de dar pruebas maravillosas del poder de Dios en acción en tierra de Egipto, y en el mar Rojo, y cuarenta años en el desierto.
El siguiente personaje que Esteban llama a escena es Moisés. Para los judíos, Moisés era supremamente el hombre que respondió al mandamiento de Dios de salir de donde estaba. Fue literalmente uno que renunció a un reino para obedecer a la llamada de Dios a convertirse en el guía de su pueblo. En la Biblia encontramos poco acerca de los primeros años de la vida de Moisés; pero los historiadores judíos tenían mucho más que contar. Según Josefo, Moisés era un niño tan hermoso que, cuando la niñera le llevaba de paseo en brazos, la gente se paraba a mirarle. Era tan inteligente que sobrepasaba a todos los otros en rapidez y capacidad de estudio. Un día, la hija de Faraón se lo llevó a su padre y le pidió que le nombrara su sucesor en el trono de Egipto, y Faraón accedió. Entonces -continúa el relato- Faraón se quitó la corona y se la puso a Moisés en la cabeza en broma; pero el niño se la quitó y la tiró al suelo. Uno de los sabios egipcios que estaba cerca dijo que ese gesto era señal de que, si no mataba a ese niño en seguida, estaba destinado a traer desastre a la corona de Egipto. Pero la hija de Faraón tomó a Moisés en sus brazos y convenció a su padre de que no hiciera caso de la advertencia. Cuando Moisés se hizo mayor llegó a ser el más famoso de los generales egipcios y llevó a cabo una campaña victoriosa en la lejana Etiopía, donde se casó con la princesa de aquel país.
En vista de todo eso podemos comprender a lo que renunció Moisés: nada menos que todo un reino, para guiar a su pueblo a la libertad en el desierto en una gran aventura con Dios. Así que, una vez más, Esteban está presentando la misma lección: El gran hombre no es el que, como aquellos judíos, está sujeto por el pasado y celoso de sus privilegios, sino el que está dispuesto a dejar las comodidades y la vida fácil para responder a la llamada de Dios. Moisés y el patriarca José fueron rechazados por sus hermanos; pero Dios se valió de ellos para salvar a todo el pueblo. En esto fueron ejemplos de la salvación que Dios había de realizar por medio de Jesucristo, el gran Rechazado.
Fuente: Comentario al Nuevo Testamento
Éxo 1:7-8.
Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana
REFERENCIAS CRUZADAS
i 341 Éxo 1:7
Fuente: Traducción del Nuevo Mundo
la promesa. Es decir, la liberación de la esclavitud en Egipto (Gn 15:13, 14).
Fuente: La Biblia de las Américas
juró… → §250; §321.
Fuente: Biblia Textual IV Edición
R968 Καθώς parece que tiene un sentido temporal en este versículo: cuando.
BD187(4) Ὁμολογέω significa: prometer, según su uso aquí (note las lecturas variantes).
Fuente: Ayuda gramatical para el Estudio del Nuevo Testamento Griego
M i registran jurar.