Comentario de Isaías 10:1 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia
¡Ay de los que establecen leyes inicuas y dictan decretos opresivos,
Año 3291 a.C.
¡Ay! Isa 3:11; Isa 5:8, Isa 5:11, Isa 5:18, Isa 5:20-22; Jer 22:13; Hab 2:6, Hab 2:9, Hab 2:12, Hab 2:15, Hab 2:19; Mat 11:21; Mat 23:13-16, Mat 23:23, Mat 23:27, Mat 23:29; Mat 26:24; Luc 11:42-44, Luc 11:46, Luc 11:47, Luc 11:52; Jud 1:11.
de los que dictan leyes injustas. 1Re 21:13; Est 3:10-13; Sal 58:2; Sal 94:20, Sal 94:21; Dan 6:8, Dan 6:9; Miq 3:1-4, Miq 3:9-11; Miq 6:16; Jua 9:22; Jua 19:6.
Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico
El infortunio de los tiranos, Isa 10:1-4.
Asiria, la vara de hipócritas, será quebrada por su orgullo, Isa 10:5-19.
Un remanente de Israel será salvo, Isa 10:20-23.
Judá es consolado con la promesa de la liberación de Asiria, Isa 10:24-34.
Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico
Ay es una exclamación de Dios (Isa 5:8-23; Isa 10:5; Isa 18:1); aquí el Señor condena a los líderes que escribieron las leyes que perpetuaron la maldad en la comunidad.
Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe
PALABRA A JACOB. Estos versículos describen la arrogancia y la constante falta de arrepentimiento de Israel, y la ira y el juicio de Dios contra ellos. Ni siquiera en su gran angustia se humillaron y volvieron a Dios con un corazón contrito y humillado.
Fuente: Biblia de Estudio Vida Plena
10. Amenazas Contra Asiría.
Invectivas contra los magistrados injustos (1-4).
1 Ay de los que dan leyes inicuas y de los escribas que escriben prescripciones tiránicas 2 para apartar del tribunal a los pobres y conculcar el derecho de los desvalidos de mi pueblo, para despojar a las viudas y robar a los huérfanos 3 ¿Qué haréis el día de la visitación, del huracán que viene de lejos? ¿A quién os acogeréis para que os proteja? ¿Qué será de vuestros tesoros? 4De no ir curvados entre los cautivos, habrán caído entre los muertos. Ni con todo esto se aplacará la ira de Yahvé, antes seguirá todavía tendida su mano.
Esta invectiva contra los malos magistrados de la nación puede ser una continuación del oráculo anterior, según el estribillo del v-4: antes seguirá todavía tendida la mano; y en ese caso el profeta se referiría a los magistrados del reino del Norte (Samaría). Algunos críticos creen que se refiere más bien a los magnates de Judá, empalmando con el c.5 1.
El profeta se enfrenta con los magistrados y escribas, que complican cada día la legislación con vistas a nuevas exacciones, haciendo más difícil la administración de la justicia, con lo que cada día se obstaculiza el acceso a los de clase modesta (v.1-2) 2. Pero Dios vela por los intereses de los humildes, y por eso se aproxima la hora del castigo que viene de lejos como un huracán, probable alusión a la invasión del ejército asirio, que iba a ser el instrumento de la justicia divina. Dios es omnipotente y se halla sobre el horizonte histórico de todos los pueblos, y puede tomar a las naciones más alejadas como medio de castigar al pueblo escogido infiel. Y en esa hora de castigo en que no habrá esperanza de salvación, no les quedará otra alternativa que ir curvados entre los cautivos (al destierro) o caer entre los muertos 3.
Oráculo contra la insolencia de Asiría (5-14).
5 ¡Ay de ti, Asur, vara de mi cólera! el bastón de mi furor está en sus manos. 6 Yo le mandé contra una gente impía, le envié contra el pueblo objeto de mi furor, para que saquease e hiciera de él su botín y le pisase como se pisa el polvo de las calles. 7 Pero él no tuvo los mismos designios, no eran éstos los pensamientos de su corazón. Su deseo era desarraigar, exterminar pueblos en gran número. 8 Porque él dice: Reyes son todos mis príncipes. 9 ¿No ha sido ésta la suerte de Calno, la de Carquemis; la de Jamat no ha sido la de Arpad; y la de Samaría la misma de Damasco? 10 Así se apoderó mi mano de reinos de ídolos, más en número que los de Jerusalén y Samaría. 11 ¿No podré hacer con Jerusalén y sus ídolos lo que hice con Samaría y los suyos? 12 Pero sucederá que, cuando el Señor haya realizado toda su obra sobre el monte de Sión y de Jerusalén, castigará el Señor al rey de Asiría por el orgullo de su corazón y la altivez de sus ojos 4. 13 El se dice: Con la fuerza de mi brazo he hecho esto, con mi sabiduría y mi prudencia, y borré las fronteras de los pueblos, y saqueé sus tesoros, y, todopoderoso, derribé a los que se sentaban en sus tronos. 14 Mi mano ha tomado la riqueza de los pueblos como se toma un nido; como quien se apodera de huevos abandonados, me he apoderado yo de la tierra toda. Y nadie sacudió las alas, ni abrió el pico, ni dio un chillido.
La época de composición de este fragmento no es anterior a la toma de Carquemis (717) ni posterior a la invasión de Judá por Senaquerib en el 701, pues se supone en el v.9 conquistada aquélla, y por otra parte se anuncia como futura la invasión de Senaquerib. por razones métricas, algunos autores niegan la autenticidad isaiana de los v.10-12.
La idea que prevalece en toda esta sección y en la siguiente es que Yahvé domina el curso de la historia y que aun los imperios más poderosos no son sino instrumentos de la Providencia divina; por eso, todo lo que sea sobrepasarse en esta misión de instrumentos de Dios, es hacerse reos de lesa majestad divina. Encontramos, pues, aquí esquematizada una verdadera teología de la historia. Quizá la caída de Samaría en manos de Asiría había sembrado el pánico entre los de Judá al ver a la mayor parte del pueblo escogido devastado, y, por otra parte, llegarían a oídos de todos los excesos de las tropas conquistadoras de Sargón, y quizá fue ésta la ocasión para el profeta de predecir también la destrucción de Asiría por haberse excedido en su cometido de mero instrumento de Dios para castigar al pueblo israelita, infiel a Yahvé.
La invectiva contra Asiría está llena de vigor: ¡Ay de ti, Asur! Dios la había escogido como instrumento de su justicia (vara de mi cólera) para castigar las infidelidades de un pueblo de conducta depravada, pisándolo como se pisa el polvo en las calles (v.6); pero en su arrogancia no se ha contentado con esto, sino que ha querido destruirlo totalmente, cebándose en sus víctimas, buscando el exterminio por el gusto de destruir y aun desarraigar, es decir, deportar las poblaciones en masa, sacándolas de sus hogares. El conquistador se gloría de que sus oficiales tuvieran más categoría que los mismos reyes de los países ocupados (v.8), y por eso puede llamarse con propiedad rey de reyes5. Los otros reyes apenas pueden llevar el título de principes. Así se complace en enumerar los reinos conquistados6.
La arrogancia de Asiría llega al colmo al creer que Yahvé no es de más categoría que los dioses de esos reinos conquistados, y que, por tanto, es incapaz, como aquéllos, de salvar a sus adoradores contra sus ataques. En la mentalidad del antiguo Oriente era común la creencia de que las divinidades de los vencedores eran superiores a las de los vencidos. Y el profeta pone en boca del rey asirio la expresión despectiva de “reinos de ídolos,” es decir, cosas vanas, que era la denominación corriente entre los israelitas aplicada a los dioses falsos de otras naciones. Para los semitas, el poder de un dios dependía del poder y grandeza del pueblo que le adoraba, y la categoría religiosa de un pueblo se medía por el número de “imágenes” que había en sus templos (v.10)7. La arrogancia del asirio al despreciar a Yahvé como a una vulgar deidad al estilo de los otros pueblos, excita la indignación del profeta, y por eso al punto dice que, una vez se haya cumplido la intervención justiciera de Dios sobre su pueblo (cuando el Señor haya realizado toda su obra sobre el monte de Sión y Jerusalén), le llegará también a Asiría su castigo de manos de este Dios al que aquélla despreciaba como débil e impotente (v.12). Este anuncio de castigo hacia Asiría es como un paréntesis del profeta a las arrogancias de la nación vencedora; después vuelve de nuevo a las expresiones insolentes de ésta: ha incorporado reinos a su imperio, haciendo tabla rasa de fronteras, señalando a voluntad los límites de sus provincias (v.15), y trasplantando las poblaciones a lejanas tierras para desarraigar todo sentimiento de independencia. Y todo esto ha sido debido exclusivamente a su prudencia y sabiduría, sin pensar que era un simple instrumento del Dios del mundo, Yahvé. Nadie se oponía a sus incursiones y rapiñas, tomando con la mayor facilidad los tesoros de los pueblos vencidos, sin que éstos, poseídos de pánico, se atreviesen a elevar un grito de protesta cuando tomaba las riquezas de los pueblos como se toma un nido, como quien se apodera de huevos abandonados., y nadie sacudió sus alas, ni abrió el pico, ni dio un chillido (v.14). Ningún símil más expresivo para describir la omnímoda arrogancia del conquistador sobre los vencidos.
Reivindicación de los derechos divinos contra. Asiría (15-19)
15 ¿Se ensoberbece el hacha contra el que la maneja, la sierra contra el que la mueve? Como si la vara dirigiera al que la levanta, corno si el bastón levantara al que no es madera. 16 Mas, por eso, el Señor Yahvé de los ejércitos herirá de flaqueza a ese cuerpo tan robusto. Y debajo de su gloria encenderá un fuego, como fuego de incendio. 17 Y la luz de Israel se convertirá en fuego, y su Santo en llama, para quemar y devorar en un solo día sus cardos y sus espinas, 18 Y la hermosura de su bosque y de su vergel quedará del todo destruida, y será como el consumirse de un enfermo 8. 19 Y los árboles que de su selva queden serán tan pocos, que un niño podrá contarlos.
La presunción de Asiría ha sido la causa de esta intervención justiciera de Yahvé contra ella, pues ésta, en realidad, no era más que mero instrumento de la justicia divina para castigar al pueblo israelita. Se ha creído autónomo en sus decisiones, como si el hacha ν la sierra se apropiaran totalmente el resultado de su acción y desconocieran que eran movidos por la mano de algo que no es madera, es decir, el brazo viviente del hombre 9. La destrucción del ejército asirio es descrita por el profeta como una enfermedad enviada al cuerpo robusto (potencia militar) de aquella nación, que va agotando su poderío militar, y, al mismo tiempo, el profeta presenta el símil de un fuego devorador encendido disimuladamente por la luz de Israel, es decir, Yahvé, al que al principio no se le da importancia, pero que terminará por inflamarse, adquiriendo proporciones alarmantes hasta acabar totalmente con la gloria (la potencia militar) de Asiría. Así, Yahvé, que para Israel es una luz que ilumina, para los invasores se convertirá en fuego devastador, y no para purificar, como en Israel, sino para devorar totalmente la víctima 10, de tal forma que la magnificencia de su bosque y vergel será convertido en un mísero matojo, cuyos árboles un niño podrá contar (v. 19).
Liberación del “resto” de Israel (20-27).
20 En aquel día, el resto de Israel y los sobrevivientes de la casa de Jacob no se apoyarán ya sobre el que los hirió, sino que se apoyarán con fidelidad en Yahvé, el Santo de Israel. 21 Volverá un resto, un resto de Jacob, al Dios fuerte. 22 Porque, aunque fuera tu pueblo Israel corno las arenas del mar, sólo un resto volverá. Decretada está la destrucción, que acarreará la justicia. 23 Y este decreto de destrucción lo ejecutará Yahvé de los ejércitos en toda la tierra. Por eso dice el Señor Yahvé de los ejércitos: 24 Pueblo mío, que habitas en Sión, no ternas que Asur te hiera con la vara y alce contra ti su bastón como Egipto. 25 Dentro de poco tiempo, dentro de muy poco, mi cólera llegará al fin, y mi furor los destruirá. 26 Yahvé de los ejércitos levantará contra ellos el azote, como cuando hirió a Madián en la roca de Joreb, y el mar con su báculo, como lo levantó un día en Egipto, 27 y en ese día quitará su peso de sobre tus espaldas, y su yugo de sobre tu cuello.
Este fragmento es un mensaje de consuelo para los atribulados habitantes de Sión, desalentados ante las conquistas devastadoras de Asiría. No todo desaparecerá en la catástrofe, sino que se salvará un núcleo selecto del pueblo, un resto ll. La falsa confianza en los poderes terrenos desaparecerá, para buscar sólo el apoyo de Dios, como el profeta predicaba a Acaz con ocasión de la guerra siro-efraimita 12; no se apoyarán ya sobre el que los hirió, es decir, sobre Asiría, cuyo auxilio habían solicitado contra la confederación siro-efraimita 13. Nada de alianzas políticas humanas, sino confianza absoluta en Yahvé; éste es el principio de política internacional de Isaías. Los errores cometidos han traído los invasores asirios y la catástrofe nacional. Pero la situación no será irremediable, porque se salvará un resto, y ese núcleo de rescatados será el que transmitirá el fuego sagrado en el futuro a las generaciones venideras. Esta idea de un resto salvado es algo esencial en la teología de la historia que nos presenta Isaías, recibido de profetas anteriores 14, y que ha surgido como solución – fruto de reflexión teológica o por revelación expresa – de la aparente antinomia entre las exigencias de la justicia y la misericordia divinas. De un lado, Dios había prometido proteger a su pueblo y hacerle partícipe de las esperanzas mesiánicas, y de otro, la conducta infiel de este pueblo para con Yahvé exigía la intervención justiciera de Dios. Como solución no quedaba sino que un resto fiel sobreviviera a las catástrofes históricas del pueblo israelita, del que habría de surgir la nueva generación que sería testigo y participante de la gran manifestación de los tiempos mesiánicos como culminación de la obra de Dios en la elección de Israel.
El profeta, pues, piensa en ese resto muy reducido que sobrevivirá a la catástrofe, que fielmente se confiará a su Dios, desconfiando de toda política humana de alianzas con pueblos extranjeros. Sin duda que con las palabras no se apoyarán sobre el que los hirió, Isaías alude a la petición de auxilio que Acaz había solicitado de Asiría contra la coalición siro-efraimita, pues en realidad los asirios habían de ser los verdugos de Judá15. Volverá un resto: sin duda es alusión al nombre de su hijo Sear-Yasub 16, símbolo de la futura resurrección del pueblo israelita. Y el término de la conversión del pueblo será al Dios fuerte, denominación que en 9,3 se aplicaba al Mesías, al Niño misterioso, Salvador de su pueblo contra la incursión de los asirios. Quizá la expresión designe simplemente a Dios, al Santo de Israel del v.20. La expresión Dios fuerte es siempre aplicada a Yahvé, menos en el caso antes citado; designa a Yahvé, Dios de Israel, en cuanto dotado de fuerza y poder excepcional y sobrehumano, y, en este caso, la frase tendría el sentido de invitar a esperar confiadamente en ese Señor al que se volverán los corazones como único refugio después de la catástrofe. Sería equivalente al Dios de los ejércitos del v.23, que era la locución común para expresar el poder omnipotente del Dios protector de Israel a través de su historia. El profeta no quiere que sus contemporáneos se hagan ilusiones sobre la numerosa población de su tiempo, como las arenas del mar 17, pues sólo se escapará al exterminio un reducido resto como consecuencia de la intervención justiciera de Dios, que acarreará la destrucción (v.22).
El espectro de este horizonte tenebroso de destrucción y de muerte como consecuencia de la acción vengadora de Yahvé podía producir en los oyentes una impresión de desesperación y de decepción general; por eso el profeta presenta por contraste – como es ley general en la literatura profética – un oráculo, un mensaje de consolación, lanzado – lleno de ternura – a los habitantes de Sión 18: Pueblo mío. como Egipto. El mensaje parece destinado a los actuales habitantes de Jerusalén o a los ciudadanos de la nación ideal en la mente del profeta. Aunque el yugo asirio es muy duro, comparable al de los tiempos de la opresión en Egipto, no obstante, esta situación no será la definitiva, ya que Dios se dispone también a castigar al opresor, renovando los antiguos prodigios en favor del pueblo elegido, como en otro tiempo a favor de Gedeón y sus seguidores contra las hordas de Madián 19, y cuando anegó en el mar Rojo al ejército egipcio con sólo levantar Moisés su bastón 20, dos gestas que habían quedado como tradicionales en la épica popular de la historia de Israel 21,
Inminencia de la invasión asiría (28-32).
28 Ya avanza del lado de Rimón 22, ha llegado a Ayot, pasa por Magrón y deja en Micmas su impedimento. 29 Han pasado el desfiladero, y durante la noche han acampado en Guebá; Rama está temblando, Gabaá de Saúl está en fuga; 30 lanza gritos la hija de Galim, escucha Lais, respóndele Anatot, 31 Madmena huye, los habitantes de Gabim han escapado. 32 Hoy todavía hace alto en Nob, y alza su mano contra el monte de la hija de Sión, contra el monte de Jerusalén.
El profeta nos pinta con colores vividos la inminencia del ataque de un ejército enemigo a la Ciudad Santa. Aunque no nombra al invasor, parece éste ser el ejército asirio. Es una descripción ideal en la que aparecen las poblaciones que se hallan en las cercanías de Jerusalén, y el profeta se complace en dramatizar la marcha con sus movimientos y altos en el camino. La descripción es un poco teórica, pues presenta a los invasores viniendo del norte de Samaría, bajando por el camino más corto, pasando por Gabaá según el trazado de la calzada romana, que aún se puede ver, la cual sustancialmente sirve de orientación a la actual carretera que sube hacia Naplusa. Quizá éste había sido el itinerario de los aliados siro-efraimitas, y le servía al profeta para trazar la futura marcha del ejército asirio. En realidad, éste, con ocasión de la invasión de Senaquerib en el 701, vino más bien hacia Jerusalén por la costa, después de haber vencido la resistencia filistea 23. O bien Isaías escoge dicho itinerario para dar mayor impresión de celeridad del ejército invasor, que se presenta en Jerusalén por sorpresa para atacar a la ciudad por el norte, la única parte vulnerable por la que entraron todos los ejércitos invasores desde Nabucodonosor a los cruzados. Quizá pensando en dar esta impresión de sorpresa, el profeta hace pasar a los invasores por el desfiladero de Miomas, sitio difícil de franquear, y que, por tanto, no era de esperar vinieran por allí los invasores 24. El profeta se complace en presentar al ejército invasor alborozado ante la facilidad del avance: durante la noche acamparemos en Gueba (v.26), donde se les abría definitivamente el camino hacia Jerusalén, y no esperaban mayores dificultades después de haber pasado el desfiladero de Miañas, Por fin divisa en Nob a la ciudad, que va a ser fácil presa.
Derrota del invasor (33-34).
33 He aquí que Yahvé de los ejércitos desgajará con fuerza las ramas; i las cimeras serán cortadas, y las altas abatidas. 34 La madera del bosque será cortada a hierro, y echados a tierra los cedros del Líbano.
Cuando el invasor tenía ya en su mano la presa codiciada, pues se había asomado – alzando su mano contra el monte de la hija de Sión – en la cima del monte Scopus, dominando la Ciudad Santa, inesperadamente surge la intervención salvadora de Dios, que inflige una sangrienta derrota al. ejército invasor. El profeta – siempre jugando con luces y sombras para describir las relaciones de Dios con su pueblo infiel – nos presenta la acción de Dios como la de un fornido leñador que abate los árboles más corpulentos del bosque de modo implacable, siguiendo la imagen que ya poco antes había presentado en los v.17-18. El gran imperio asirio, comparable a la majestad y grandeza de un bosque de cedros del Líbano – tradicionales en la literatura bíblica y oriental por su corpulencia – , caerá irremediablemente cuando se halle en el cénit de su gloria, y precisamente será herido mortalmente cuando se apreste a echar sus manos sobre la Ciudad Santa 25.
1 Skinner cree que es un oráculo aislado de Isaías puesto por un compilador como introducción, a título de peroración, a 9,8-21 (o.c., 90). – 2 Cf. Sal 94:20. – 3 El TM, puntuado de otro modo, podría leerse: “Beltis (Isis) ha sido roto, Osiris ha sido abatido.” En ese caso aludiría el profeta a lo inútil que era esperar en estos ídolos para salvarse de la catástrofe. Pero, como dice Skinner, no consta que estas divinidades egipcias fueran adoradas por los habitantes de Judá. – 4 Este v.12 parece glosa posterior; al menos rompe con el contexto. Algunos consideran los v.10-12 como adiciones posteriores de un glosista. en Eze 26:7. – 5 Εz 26:7. – 6 Carquemis, capital hitita al oeste del Eufrates. Es la actual Dejerablus, sometida por iría en el 717 a.C. en tiempos de Sargón; Calno, probablemente el Kallani délos asirios, Conquistada por Teglatfalasar III en 740; Jamat, la actual Hamat, sobre el Orontes, conquistada por Sargon en el 720; Damasco, conquistada por Teglatfalasar III en 732; Samaría, conquistada por Sargón en 721. – 7 La contraposición de Samaría y Jerusalén a los otros pueblos en el v.10, de un lado, y la contraposición, por otro, de Samaría y Jerusalén entre sí oscurecen el pensamiento, lo que, juntamente con el cambio de ritmo métrico, ha hecho pensar a muchos críticos que esto es una glosa. – 8 El TM dice literalmente: “y la hermosura de su bosque y de su vergel será aniquilada desde el olma hasta la carne”; es decir, totalmente. La última parte del versículo es oscura en extremo. Los LXX leen: “y será el que huya como el que huya de una llama que se enciende.” – 9 En Isa 31:8 encontramos la expresión “no hombre,” que es paralela a esta de “no madera.” – 10 Cf. Isa 9:18. – 11 Algunos autores creen que este fragmento no es continuación de lo anterior; Skinner Cree que empalma mejor con el v.12 (o.c., 98). – 12 Isa 7:13. – 13 Cf. 2Re 16:7. – 14 Cf. Amo 3:12. – 15 Cf. 2Re 16:7. – 16 Isa 7:3; el nombre significa justamente “un resto volverá.” – 17 Cf. Gen 22:17. – 18 Algunos autores creen que este canto (v.24-26) habría que ponerlo inmediatamente después de los v. 16-19. – 19 Cf. Jue 7:25; Sal 83:9; Isa 9:4 – 20 Ex c.14. – 21 El texto hebreo dice literalmente: “y hasta será quitado el yugo a fuerza de aceite degrasa”, que es como traduce la Vg. En este supuesto, A Lapide, Fillion y Dillmann lo explican así: el yugo y las cuerdas con que se ata a Judá se pudrirán a causa de la grosura de Judá, que con el auxilio de Dios se hará fuerte. Los LXX traducen: “se corromperá el yugo “Junto a sus nombros,” que viene a ser el sentido general que hemos adoptado, siguiendo Jondamin (o.c., 88). – 22 El primer estico, ya avanza del lado de Rimen, es una lección hipotética de una su-lesta reconstrucción del texto hebreo, que está oscuro e ininteligible, propuesta por Duhm y seguida por Condamin. – 23 Cf. 2Re 18:17; Isa 36:2. – 24 Ayot parece ser la antigua Ai (Jos 8); Magrón, seguramente la homónima de 1 Sam 14; desfiladero, el paso estrecho que va de Micmas a Gabaá, llamado hoy Suweinit; Miomas es la misma de 1 Sam 14, en el actual wady Suweinit; Gueba, la actual Gibeah; Rama, actual Er-Ram, al oeste de Gueba; Gaba de Saúl, la actual Tell-Full, al norte de Jerusalén; Gallim, quizá la actual Kh. Kakul, al oeste de Anatot; Laisa, la actual El-Isauye, entre Jerusalén y Anatot; Anatot, la actual Anata, a cinco kilómetros de Jerusalén, al nordeste; Madmena y Gabim no se han podido identificar, pero estarían en esta zona. Nob, en la colina nordeste que domina a Jerusalén, en el monte Scopus. – 25 El texto hebreo lee: “y el Líbano caerá por mano de un poderoso.” Por paralelismo con Zac 11:2, hemos preferido corregir el texto. La Vg, siguiendo a los LXX, lee: “cum excelsis,” que sería sinónimo de cedros “altos.” Bib. de Jer.: “El Líbano y sus esplendores se desploman.”
Fuente: Biblia Comentada
leyes injustas … apartar del juicio a los pobres. El profeta volvió a presentar razones para la ira de Dios: 1) desigualdades en la administración de las leyes, y 2) trato cruento de los necesitados.
Fuente: Biblia de Estudio MacArthur
Este poema habla sobre calamidades que sirven como grandes advertencias del Señor, las cuales no han sido acatadas por Israel. El mismo refrán («cesado … furor … mano … extendida») ocurre cuatro veces en el pasaje (Isa 9:12; Isa 9:17; Isa 9:21; Isa 10:4).
Fuente: Biblia de Estudio MacArthur
Isa 1:23; Isa 5:8; Éxo 22:22-24; Jer 5:28; Miq 3:1-4.
Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana
— ¡ay de quienes…!: Algunos consideran este ¡ay! como continuación de Isa 5:8-24, con lo que se completaría una serie de siete “ayes”.
Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana
Juicio por la injusticia. No son las crudas pasiones de los párrafos anteriores sino las maldades legalizadas del gobierno (v. 1) lo que lleva al clímax de la serie. Los tremendos interrogantes del v. 3 podrían arruinar las utilidades adquiridas en toda una vida, y todo ello dentro de los términos de la ley.
Fuente: Nuevo Comentario Bíblico Siglo Veintiuno
10.1 Dios juzgará a los jueces corruptos y a los que dictan leyes injustas. Los que oprimen a otros serán oprimidos. No basta con vivir en una tierra fundada en la justicia, cada individuo debe tratar con justicia al pobre y al indefenso. No delegue su responsabilidad a su nación ni a su iglesia. Usted es responsable de sus actos ante Dios.10.7 A pesar de que Asiria no sabía que era parte del plan de Dios, El la usó para juzgar a su pueblo. Dios lleva a cabo sus planes en la historia a pesar de la gente o de las naciones que lo rechazan. ¡No solo estableció el mundo y lo dejó que se las arreglara por su cuenta! Debido a que nuestro Dios todopoderoso y soberano sigue hoy con el dominio de todo, nos sentimos seguros incluso en un mundo tan cambiante.10.9 Calno, Carquemis, Hamat, Arfad, Samaria y Damasco fueron ciudades que Asiria conquistó. Con la seguridad de grandes victorias que ensancharían su imperio, el rey de Asiria dio su arrogante discurso. Ya Asiria había conquistado varias ciudades y pensó que derrotarían a Judá al igual que las demás. Muy poco sabía el rey que estaba bajo la mano poderosa de Dios.10.10 Samaria y Jerusalén tenían tantos ídolos que eran impotentes ante la máquina militar asiria. Solo el Dios del universo podía derrotar a Asiria, pero no sin antes usar a los asirios para sus propósitos.10.12 Pronto se cumplió la profecía sobre el juicio de los asirios. En el año 710 a.C., el ángel de Jehová mató a ciento ochenta y cinco mil soldados asirios (37.36, 37). Más tarde, el Imperio Asirio cayó ante Babilonia para nunca volverse a levantar como potencia mundial.10.12 Los asirios fueron soberbios. Pensaron que todo lo lograron gracias a su poder. Los logros pueden distorsionar nuestra perspectiva si no reconocemos que Dios es el que cumple sus propósitos a través de nosotros. Cuando pensamos que somos lo bastante fuertes para hacer cualquier cosa, estamos condenados al fracaso ya que la soberbia nos ha cegado a la realidad de que Dios tiene el control supremo.10.15 Ningún instrumento ni herramienta lleva a cabo su propósito sin una gran fuerza. Los asirios fueron instrumentos en las manos de Dios, pero fracasaron en reconocerlo. Cuando una herramienta se envanece por tener más poder que el que la usa, está en peligro de ser desechada. Solo somos útiles en el grado que permitamos que Dios nos utilice.10.17 La caída de Asiria aconteció en 612 a.C. con la destrucción de Nínive, la ciudad capital. Asiria fue el instrumento que Dios usó para castigar a Israel, pero también la juzgaría por su maldad. Nadie escapa al castigo de Dios por el pecado, ni siquiera la nación más poderosa (Salmo 2).10.20, 21 Luego que el ejército de Asiria fue destruido, un grupo pequeño del pueblo de Dios dejaría de depender de Asiria y comenzaría a confiar en Dios. Este remanente sería solo una fracción de la población anterior de Israel: véase Ezr 2:64-65 para el pequeño número que regresó a Judá (véase también 11.10-16).10.20, 21 A los que permanecieron fieles a Dios a pesar de los horrores de la invasión se les llama el remanente. La clave para ser parte del remanente era la fe. No basta con ser un descendiente de Abraham, vivir en la tierra prometida y confiar en Dios en su tiempo. ¿Confía usted en su herencia cristiana, en los rituales de adoración o en experiencias pasadas para estar a bien con Dios? La clave de estar separado para Dios es la fe en El.10.28-34 El orden en que se nombraron estas ciudades nos da una idea aproximada de la ruta que tomarían los asirios en su invasión contra Judá en 701 a.C. Partirían de Ajat (tal vez Hai) en la frontera norte con Nob (a solo 3 km de Jerusalén).
Fuente: Comentarios de la Biblia del Diario Vivir
REFERENCIAS CRUZADAS
a 451 Lev 19:15; Deu 1:17
Fuente: Traducción del Nuevo Mundo
Este oráculo de destrucción es pronunciado contra los legisladores de leyes injustas. Para « ayes» anteriores, v. 5:8– 23.
Fuente: La Biblia de las Américas
División del texto → §205.
Fuente: Biblia Textual IV Edición
Lit., escriben penalidades o iniquidades
Fuente: La Biblia de las Américas
[12] 2 Re 19, 35.[18] Lugar dichoso.[23] Is 11, 11; Rom 9, 27-28.