EN PROFUNDIDAD

La ira de Dios trae paz

Algunas veces, las críticas al cristianismo apuntan hacia la ira de Dios como una contradicción a su supuesto carácter benévolo. Nos preguntan con desdén: ¿Cómo se puede decir que Dios es un Dios de amor cuando el Antiguo Testamento dice que vendrá a herir a la tierra con la vara de su boca? (Isa 11:4).

La respuesta de uno está en observar que la ira de Dios no es exactamente la ira que tenemos a menudo los seres humanos. La gente a menudo vierte su furia de maneras egoístas y vengativas que disipan emociones, pero hacen poco para promover la verdadera justicia. Por el contrario, la ira de Dios se basa en su carácter justo y recto (Isa 11:5). Cuando Él juzga a los pueblos y a las naciones, no lo hace para hacer sentir dolor, sino lo hace para corregir los errores. Su ira es en contra de la perversidad y la maldad.

Además, la ira de Dios termina en un fin correcto: la paz (Isa 11:6-9). Cuando los seres humanos se vengan, su rabia a menudo conduce a más violencia, sufrimiento y amargura. Pero los juicios de Dios al final provocan paz en la tierra, puesto que sirven a la verdadera justicia y acaban con aquellos que cometen injusticia e iniquidad.