Biblia

Comentario de Jeremías 26:1 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia

Comentario de Jeremías 26:1 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia

En el principio del reinado de Joacim hijo de Josías, rey de Judá, vino esta palabra de Jehovah, diciendo:

Jer 1:3; Jer 25:1; Jer 27:1; Jer 35:1; Jer 36:1; 2Re 23:34-36; 2Cr 36:4, 2Cr 36:5.

Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico

Jeremías exhorta al arrepentimiento por medio de promesas y admoniciones, Jer 26:1-7.

Es capturado, Jer 26:8-9,

y acusado, Jer 26:10-11.

Su presentación ante los líderes y el pueblo, Jer 26:12-15.

Es comparado con Miqueas, Jer 26:16-19,

y Urías, Jer 26:20-23,

es protegido por Ahicam, Jer 26:24.

Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico

Esta sección tiene cuatro partes:

(1) llamado al arrepentimiento en el Templo (vv. Jer 26:1-11);

(2) reiteración ante los líderes de Jerusalén (vv. Jer 26:12-15);

(3) el ejemplo de Miqueas el profeta (vv. Jer 26:16-19); y

(4) el ejemplo de Urías el profeta (vv. Jer 26:20-24). Las circunstancias del relato de este sermón del templo de Jeremías y la consecuente confrontación con los líderes de Judá, son la ascensión de Joacim al trono después de la deportación de Joacaz a Egipto por Faraón Necao (a fines del 609 o a comienzos del 608 a.C El sermón en el templo (vv. Jer 26:2-6) es una abreviación de Jer 7:1-15, tal vez obra de Baruc, que es parte de una serie de oráculos contra Jerusalén y se pone en el contexto de la idolatría (Jer 7:1-34; Jer 8:1-3). El sermón del templo aquí sirve para introducir el conflicto entre Jeremías y los líderes políticos y religiosos de Judá y Jerusalén.

Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe

En el principio: Esta expresión técnicamente se refiere a la parte del año entre el día de la ascensión al trono y el principio de su primer año completo de reinado, el cual comenzó en la primavera del mes de Nisán (Marzo-Abril), 608 a.C.

Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe

26. Conspiración contra Jeremías.
En este capítulo, de índole histórica, el profeta nos cuenta un trágico lance de su vida. Es el mismo hecho que hemos encontrado en el c.7, narrado por su secretario Baruc. Son interesantes las circunstancias de lugar y personales que aquí se dan. Este fragmento, que nos revela el temple valeroso de Jeremías, que sabía afrontar los mayores peligros cuando se trataba de cumplir su misión de profeta de Yahvé, y, por otra parte, confirma su tesis reiterada de que la presencia material del templo de Jerusalén no es garantía de permanencia de la nación.

Anuncio de la destracción del templo (1-6).
1 Al principio del reinado de Joaquim, hijo de Josías, rey de Judá, llegó a Jeremías esta palabra de Yahvé: 2Así dice Yahvé: Ve a ponerte en el atrio de la casa de Yahvé y habla (a las gentes de) todas las ciudades de Judá, que vienen a prosternarse en la casa de Yahvé, todas las palabras que yo te he ordenado decirles, sin omitir nada. 3Tal vez te escuchen y se conviertan cada uno de su mal camino, y me arrepienta yo del mal que por sus malas obras había determinado hacerles. 4 Diles: Así dice Yahvé: Si no me escucháis, caminando según la ley que os he dado, 5y escuchando las palabras de mis siervos los profetas, que yo os he enviado desde muy temprano y repetidamente y que habéis desoído, 6 yo haré de esta casa lo que hice de Silo, y de esta ciudad haré la maldición de todos los pueblos de la tierra.

El hecho tiene lugar en los primeros años del reinado de Joaquim (609-598). Dios le ordena subir al atrio del templo, e.d., al atrio exterior, o a la puerta que estaba entre el atrio exterior y el interior. Debe hablar a las gentes de las ciudades de Judá, reunidas quizá allí con motivo de una gran solemnidad. El contenido de su discurso debía centrarse en la inutilidad de un culto meramente formalístico, atacando a la falsa confianza que les proporcionaba la presencia física del templo de Sión. El fin de todo ello es dar ocasión al ejercicio de la misericordia divina, siempre dispuesta a perdonar en el supuesto de que se conviertan de su mal camino (v.3). Es la condición que exige la santidad divina, ya que Dios no quiere la muerte del pecador, sino que se convierta y viva1. Las amenazas de Dios por los profetas son siempre condicionadas a la conducta que observe el pueblo. Siempre hay una esperanza de retirarlas, si hay un movimiento de compunción y de cambio de vida en el pecador. Estas frases de invitación a la penitencia resultan un lugar común reiterado en la literatura profética 2. Dios condiciona sus castigos a la conducta de los hombres; por eso, hablando antropo-mórficamente, está dispuesto a arrepentirse del mal. que había determinado hacerles (v.3).
Los v.4-5 son una repetición Deu 7:4-7. Yahvé les ha dado una ley, y su cumplimiento llevará al perdón, mientras que el apartarse de ella conduce a la ruina total del templo de Jerusalén, como el de Silo en tiempos de los jueces: yo haré de esta casa lo que hice con Silo (v.6). Silo había sido la capital provisional de la naciente nación israelita, cuando aún estaba fraccionada en tribus. La razón de su preeminencia sobre las otras ciudades radicaba en el hecho de que era el centro religioso, donde se guardaba el arca de la alianza 3. Por las infidelidades de los sacerdotes se perdió momentáneamente el arca en tiempo de los filisteos, siendo Silo abandonada y postergada en la época de la monarquía. Es la suerte que espera al templo de Jerusalén si sus habitantes no cambian de conducta, en tal forma que su suerte será considerada como objeto de maldición divina por todos los pueblos de la tierra. Se convertirá su suerte en proverbio y servirá de comparación cuando se quiera expresar una maldición: que te suceda lo que le ha sucedido a Jerusalén.

Reacción de las clases dirigentes contra Jeremías. (7-11)
1 Y los sacerdotes, los profetas y todo el pueblo oyeron a Jeremías decir estas palabras en la casa de Yahvé. 8 Y cuando acabó Jeremías de hablar todo lo que Yahvé le ordenara al pueblo, los sacerdotes y los profetas y todo el pueblo le prendieron, diciendo: ¡Vas a morir! 9¿Por qué profetizas en nombre de Yahvé, diciendo: Como Silo será esta casa, y esta ciudad quedará asolada y sin moradores? Y se reunió en torno a Jeremías todo el pueblo que había en la casa de Yahvé. 10Y oyendo estas cosas los magistrados de Judá, subieron del palacio del rey a la casa de Yahvé y se pusieron a la entrada de la puerta nueva del templo. 11Y los sacerdotes y profetas hablaron a los magistrados de Judá y a todo el pueblo, diciendo: Reo es de muerte este hombre por haber profetizado contra esta ciudad lo que vosotros mismos habéis oído.

La reacción de los oyentes fue hostil, como era de esperar, pues anunciaba desventuras, y sobre todo se permitía dudar de la permanencia del templo de Yahvé, equiparado al modesto santuario de Silo. Tenían aún el recuerdo de la milagrosa liberación de Jerusalén cuando la invasión de Senaquerib en el 701, un siglo antes4, y no iba a ser menos generoso ahora Yahvé en prodigar sus auxilios extraordinarios a su pueblo. Al invasor babilonio, pues, según la mentalidad de aquellos inconscientes habitantes de Jerusalén, le esperará la misma suerte que a las huestes del coloso asirio. Anunciar la ruina del templo era blasfemar de Yahvé, pues se ponía en duda sus promesas de protección para con su pueblo. En esta reacción llevan la parte dirigente los falsos profetas y los sacerdotes, a quienes interesaba halagar los sentimientos nacionalistas y patrioteros del pueblo sencillo; por eso, al oír las predicciones sombrías de Jeremías, le dicen amenazadoramente: ¡Vas a morir! El templo era considerado por ellos como salvaguarda de la nación y prenda de su permanencia. Hablar contra el templo era hablar contra Yahvé; por eso era, en opinión de ellos, reo de muerte, como blasfemo 5. La escena se repetirá en el diálogo de los fariseos con Cristo ante el supuesto anuncio de la destrucción del templo de Herodes 6; Jeremías aparece constantemente, en varias circunstancias de su vida, como tipo de Jesucristo. Así aquí, como Jesús, es declarado reo de muerte por los dirigentes del pueblo (v.11). El rumor del tumulto causado por las predicciones de Jeremías llegó a oídos de los magistrados de Judá, quizá reunidos en el “aula de justicia”7 del palacio real, al sur de la explanada del templo, donde tenía lugar la predicación de Jeremías, y al punto subieron al atrio exterior del templo. Al llegar los representantes de la justicia, las voces se acallaron de momento, y los sacerdotes y profetas, causantes del tumulto, trataron de justificarse diciendo la causa: Jeremías ha hablado en contra de los intereses de esta ciudad de Jerusalén al anunciar la futura destrucción de su templo, símbolo de la presencia y protección de Yahvé, y, por tanto, como blasfemo público, es reo de muerte (v.11). Es la acusación que se repetirá ante el tribunal romano contra Cristo por las clases dirigentes judías 8. Con mala idea, los enemigos de Jeremías no dicen que haya hablado contra el templo, que pudiera interpretarse por los oficiales reales como una defensa de sus intereses personales, sino que, para interesarles en el terreno político, dicen que ha hablado contra esta ciudad, cuyos intereses debían ellos salvaguardar. Por otra parte, callaron que la profecía de Jeremías era condicionada, e.d., subordinada al cambio de conducta moral de los habitantes de Jerusalén. Hay, pues, positiva mala voluntad en la formulación de la acusación.

Valiente respuesta de Jeremías (12-15).
12 y dijo Jeremías a los magistrados y a todo el pueblo: Yahvé me ha mandado profetizar contra esta casa y contra esta ciudad todo lo que habéis oído. 13 Ahora bien, enmendad vuestros caminos y vuestras obras y escuchad la voz de Yahvé, vuestro Dios, y se arrepentirá Yahvé del mal que había determinado haceros. 14 En cuanto a mí, en vuestras manos estoy; haced conmigo lo que os parezca bueno y recto. 15 Pero sabed bien que, si me matáis, será sangre inocente que echaréis sobre vosotros, sobre esta ciudad y sobre sus habitantes, porque en verdad he sido enviado a vosotros por Yahvé para deciros todo esto.

Jeremías sale responsable de las palabras que ha proferido en nombre de Yahvé, y, por tanto, hace frente a todas sus consecuencias, exponiendo su vida. Se considera como un “enviado” de Dios, y no quiere oponerse a su voluntad: Yahvé me ha hecho profetizar contra esta casa. Es de notar la convicción con que expresa esa acción íntima e incoercible de Dios en su alma, empujándole a transmitir su mensaje. El profeta tiene conciencia de una misión ingrata, y no duda en afrontar todas las hostilidades para cumplir su misión. Es una prueba de su desinterés personal. Por otra parte, con sus palabras conminatorias no quiere sino dar una oportunidad de salvación, invitándoles a la penitencia. No quiere la ruina del pueblo, sino su salvación definitiva (v.15). Todavía es tiempo de conseguir que Yahvé suspenda su castigo arrepintiéndose del mal que había determinado hacer.
Después les declara que está dispuesto a afrontar la muerte sin defenderse (en vuestras manos estoy, v.14), pero al mismo tiempo les previene contra el derramamiento de sangre inocente, que sería añadir un pecado más a los anteriores. Con ello logró tocar los íntimos sentimientos de justicia que latían en sus oyentes, y la reacción le fue favorable. Jeremías confía en el sentido de justicia de los magistrados, y, en efecto, la reacción del pueblo sencillo, antes soliviantado por las clases dirigentes, se pone a favor de la víctima.

Reacción de los magistrados favorable al profeta. (16-19)
16 Y dijeron los magistrados y todo el pueblo a los sacerdotes y los profetas: No es reo de muerte este hombre por hablarnos en nombre de Yahvé, nuestro Dios. 17 Y, alzándose algunos de los ancianos de la tierra, dijeron a todo el pueblo allí congregado: 18 Miqueas de Morasti profetizó en tiempo de Ezequías, rey de Judá, y habló a todo el pueblo de Judá: Así dice Yahvé de los ejércitos: Sión será arada como campo de labor, Jerusalén será un montón de ruinas, y el monte del templo será una selva. 19 ¿Le hicieron acaso matar Ezequías, rey de Judá, y todo (el pueblo de) Judá? ¿No temieron más bien a Yahvé y le aplacaron, y se arrepintió Yahvé del mal que había pronunciado contra ellos? ¿Vamos a echar nosotros sobre nuestra alma un crimen tan grande?

Los magistrados y el pueblo, impresionados por la argumentación de Jeremías y por su actitud serena, reconocen que ha hablado en nombre de Yahvé. Por tanto, no es reo de muerte (v.16), pues, a pesar de que sus palabras contradicen a las aspiraciones naturales de los habitantes de Jerusalén, Jeremías es un mensajero de Dios, y, en consecuencia, merece el mayor respeto. Este veredicto de los magistrados fue confirmado por algunos de los ancianos, representantes de la tradición, y, por tanto, dignos de toda veneración. Aquí representan en sus respuestas la sensatez y el sentido de responsabilidad, y citan el caso del profeta Miqueas, el cual un siglo antes, en tiempos del rey Ezequías, había profetizado la destrucción de la Ciudad Santa: Sión será arada como campo de labor (v.18). La cita es literal 9. Es el único caso en toda la literatura profética en que en un escrito profético posterior se cita expresamente a otro anterior. Miqueas de Morasti había anunciado que el monte del templo seria una selva (v.18), para indicar el abandono en que se hallaría después de su destrucción. El profeta acumula varios símiles, “campo de labor,” “montón de ruinas,” “selva,” para destacar enfáticamente el estado lamentable a que vendría a parar la Ciudad Santa, orgullo de sus contemporáneos. Las frases son hiperbólicas, y no es necesario entenderlas a la letra. En realidad, la destrucción llevada a cabo por las tropas de Nabucodonosor no pudo ser más asoladora.
A pesar de este anuncio trágico de Miqueas, sus compatriotas, y en primer lugar el piadoso rey Ezequías (727-690), no le persiguieron, sino que le hicieron caso, cambiaron su conducta, con lo que se arrepintió Yahvé del mal que había determinado contra ellos 10. Es, pues, un ejemplo para los contemporáneos de Jeremías. También éstos deben aceptar humildemente y con espíritu de compunción la predicación de Jeremías, y, sobre todo, no deben cometer el crimen de derramar su sangre inocente.

Injusta represión del rey Joaquim (20-24).
20 Y hubo también un hombre de los que profetizaban en nombre de Yahvé, Urías, hijo de Semaya, de Quiriat-Yearim, que profetizó contra esta ciudad y esta tierra lo mismo que Jeremías. 21 Al oír el rey Joaquim, sus guardias y sus ministros lo que decía, quiso el rey matarle, y, oyéndolo Urías, temió y huyó a Egipto; 22 pero el rey Joaquim envió a Egipto emisarios, a Elnatán, hijo de Agbor, y a otros que le acompañaron a Egipto, 23 y, sacando a Urías de Egipto, le condujeron al rey Joaquim, que le hizo matar a espada, arrojando su cadáver a la fosa común. 24 En favor de Jeremías intervenía Ajicam, hijo de Safan, para evitar que fuese entregado en manos del pueblo para matarle.

El compilador de los oráculos de Jeremías, secretario personal suyo, Baruc, aduce otro ejemplo para destacar el gran peligro en que se hallaba el profeta de Anatot a causa de su predicación en contra de los deseos populares. Este Urías profeta nos es desconocido en la Biblia fuera de este lugar. Era natural de Quiriat- Yearim, identificada hoy con Quiriat Inab o Abu Ghosh, a 12 kilómetros al noroeste de Jerusalén, en la carretera de Jafa u. El profeta huyó a Egipto por temor a ser objeto de las iras intempestivas del rey y de sus cortesanos. Egipto era el lugar de refugio de muchos judíos, como el rebelde Jeroboam en tiempos de Salomón 12. Pero ahora la situación era diferente, ya que la corte de Jerusalén estaba en muy buenas relaciones diplomáticas y aun militares con la de los faraones. Por eso, el rey Joaquim no tuvo dificultades en enviar emisarios a buscar al fugitivo. El faraón egipcio Necao II, que buscaba ante todo tener contento al reyezuelo de Jerusalén, facilitó la extradición del infortunado profeta. Podemos poner el hecho en los primeros años del rey Joaquim, entre el 609-605, cuando el faraón egipcio tenía mucha influencia en Palestina, antes de la invasión de Nabucodonosor, como generalísimo de las tropas babilonias, en tiempos de Nabopolasar, su padre. El impío Joaquim mandó matar a Urías, privándole, para mayor escarnio, de una sepultura honrosa y enterrándole en la fosa común de los desheredados.
El hagiógrafo da la razón de por qué Jeremías tuvo mejor suerte que el infortunado Urías. El profeta de Anatot tenía entre los altos dignatarios uno que le defendía abiertamente, Ajicam, hijo de Safan (v.24.), que conocemos por otros lugares de la Biblia. Parece que es el mismo que fue en la comisión enviada a consultar a la profetisa Huida en tiempos del piadoso rey Josías 13, y, a su vez, era el padre del futuro gobernador Godolías, nombrado por los babilonios después de la toma de Jerusalén.

Fuente: Biblia Comentada

En el principio. El tiempo era 609 a.C. El mensaje fue dado unos cuatro años antes del mensaje en Jer 25:1 y casi once años antes de Jer 24:1.

Fuente: Biblia de Estudio MacArthur

Jer 26:1-24; Jer 27:1-22; Jer 28:1-17; Jer 29:1-32; Jer 30:1-24; Jer 31:1-40; Jer 32:1-44; Jer 33:1-26; Jer 34:1-22; Jer 35:1-19; Jer 36:1-32; Jer 37:1-21; Jer 38:1-28; Jer 39:1-18; Jer 40:1-16; Jer 41:1-18; Jer 42:1-22; Jer 43:1-13; Jer 44:1-30; Jer 45:1-5 : Relatos biográficos y oráculos de restauración: El conjunto de los cps. Jer 26:1-24; Jer 27:1-22; Jer 28:1-17; Jer 29:1-32; Jer 30:1-24; Jer 31:1-40; Jer 32:1-44; Jer 33:1-26; Jer 34:1-22; Jer 35:1-19; Jer 36:1-32; Jer 37:1-21; Jer 38:1-28; Jer 39:1-18; Jer 40:1-16; Jer 41:1-18; Jer 42:1-22; Jer 43:1-13; Jer 44:1-30; Jer 45:1-5 está integrado por una miscelánea que se ocupa de algunos datos de la vida de Jeremías, entreverados de unos pocos oráculos de restauración. Casi todo está redactado en prosa y no deja de sorprender que el escritor haya recurrido al estilo narrativo para redactar algunos de esos oráculos.

Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana

— comienzo del reinado de Joaquín: Estamos, pues, en el año 609 a. C. En realidad, este discurso contra el Templo está en relación, incluso cronológica, con el análogo Deu 7:1-15 (ver nota a este pasaje).

Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana

Jer 7:1-15.

Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana

26.1ss Los hechos descritos en este capítulo ocurrieron en 609-608 a.C., antes que los narrados en el capítulo 25. Joacim era un rey materialista y egocéntrico que persiguió y asesinó a gente inocente (36.22-32; 2 Reyes 23.36-24.6). El capítulo 26 describe cómo y por qué iban a juzgar a Jeremías y corría peligro su vida.26.2 Dios le recordó a Jeremías que quería que se diera su mensaje completo: «No retengas palabra». Jeremías puedo haberse visto tentado a dejar fuera las partes del mensaje que hubieran puesto a la audiencia en su contra, que sonaran demasiado duras o lo hubieran hecho parecer como un traidor. Pero por orden de Dios, no debía borrar ninguna parte del mensaje para acomodarse a él, a su audiencia ni a las circunstancias en las que se encontraba. Al igual que Jeremías, nunca debemos pasar por alto las partes importantes de la Palabra de Dios para complacer a alguien.26.2-9 Silo era el lugar donde se levantó el tabernáculo después de la conquista de Canaán (Jos 18:1). Los filisteos lo destruyeron en 1050. «Yo pondré esta casa como Silo» significa que Jerusalén y su templo serían destruidos. Cuando Jeremías dijo que Jerusalén, la ciudad de Dios, sería puesta por maldición y el templo sería destruido (26.6), los sacerdotes y los falsos profetas se enfurecieron. El templo era importante para ellos porque la reverencia que el pueblo le rendía le confería poder. Al decir que el templo sería destruido, Jeremías socavó su autoridad. Jesús también se enfureció con los líderes religiosos de su tiempo, al anticipar la destrucción de Jerusalén y el templo (Mat 24:2).26.11 A Jeremías lo señalaron como traidor porque profetizó la destrucción de la ciudad y del templo. Pero el «valiente» pueblo abogaba por una alianza para pelear contra Babilonia y mantener su independencia.26.17-19 Los ancianos recordaron las palabras del profeta Miqueas (Mic 3:12), muy similares a las que dijo Jeremías. Cuando Miqueas hizo un llamado para que el pueblo se arrepintiera, no lo mataron sino que echaron a un lado su maldad. Si bien el pueblo no mató a Jeremías debido a esta historia, perdieron de vista el punto principal: la aplicación de la historia era para ellos. Le perdonaron la vida, pero no salvaron las suyas por no arrepentirse de sus pecados. Cuando recuerde una gran historia de la Biblia, pregúntese cómo puede aplicarla a su vida.26.20-23 Urías era más bien un profeta desconocido que lo ejecutaron por proclamar fielmente la Palabra de Dios. Esto nos muestra que Dios ha tenido otros profetas cuyas palabras no se han incluido en la Biblia.

Fuente: Comentarios de la Biblia del Diario Vivir

REFERENCIAS CRUZADAS

a 1439 2Re 23:34; 2Cr 36:4; Jer 1:3; Jer 25:1; Jer 35:1; Jer 36:1

Fuente: Traducción del Nuevo Mundo

Al comienzo del reinado de Joacim. Jeremías dijo esta profecía durante el ascenso de Joacim, que sería entre septiembre 609 y abril 608 a.C. (cp. 1:3; 22:24).

Fuente: La Biblia de las Américas

[12] Jeremías presenta su defensa inspirada por Dios. Jer 25, 13.[18] Miq 3, 12.

Fuente: Notas Torres Amat