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Comentario de Job 39:1 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia

Comentario de Job 39:1 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia

¿Conoces tú el tiempo en que paren las cabras monteses? ¿Has observado el parto de las gacelas?

cabras monteses. 1Sa 24:2; Sal 104:18.

el tiempo en que paren. Sal 29:9; Jer 14:5.

Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico

Acerca de cabras monteses y ciervas, Job 39:1-4.

del asno montés, Job 39:5-8.

el unicornio, Job 39:9-12.

el pavo real, la cigüeña y el avestruz, Job 39:13-18.

el caballo, Job 39:19-25.

el halcón, Job 39:26.

el águila, Job 39:27-30.

Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico

Dios, quien provee la presa a los depredadores (Job 38:39-41), también cuida de esa presa, entre ellas las cabras monteses o las ciervas. Al cuidarlas en el momento más vulnerable —el alumbramiento— el Señor proporciona equilibrio a la naturaleza.

Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe

¿SABES TÚ EL TIEMPO…? Dios siguió interpelando a Job con preguntas que él no podía responder. Al hacerlo, Dios le mostró a Job que su deseo de disputar con Dios era absurdo. A Job se le humilló y silenció, pero se le dio seguridad de lo más importante: Dios no lo había abandonado. El Señor estaba allí, cara a cara.

Fuente: Biblia de Estudio Vida Plena

39. Los Maravillosos Instintos de los Animales.
S iguiendo la idea de los últimos versos del capítulo anterior, el hagiógrafo pone en boca de Dios la descripción de algunos de los instintos más portentosos de la fauna de animales que en general dicen relación con el desierto. Son animales exóticos que prueban la erudición del autor: las gamuzas y ciervas, el onagro o asno salvaje, el búfalo, el avestruz, el caballo de guerra, el azor.

Los instintos de las ciervas y del onagro (1-8).
1 ¿Sabes tú el tiempo en que paren las gamuzas? ¿Asististe al parto de las ciervas? 2¿Contaste los meses de su preñez o conoces el tiempo de su parto? 3Se encorvan, echan su cría y depositan sus carnadas. 4 Se hacen grandes sus crías, crecen en el desierto, salen y no vuelven más a ellas. 5 ¿Quién da libertad al asno salvaje? ¿Quién rompe las ataduras al onagro, 6 al que por casa di el desierto, y por guarida las estériles estepas? 7Se ríe del estrépito de la ciudad y no oye los gritos del arriero; 8 vaga por los montes al pasto, se va tras de toda hierba verde.

Las gamuzas o rebecos viven en lugares inaccesibles al hombre, y por tanto lejos de su control (v.1-4), y el onagro o asno salvaje no puede ser sometido a las faenas agrícolas, pues no puede ser domesticado; su lugar preferido para habitar son los lugares esteparios, alejados de la ciudad y fuera de los dominios del arriero (v.5-7). Son animales ambos de lugares inhóspitos, sobre los que el hombre no tiene dominio. El onagro es en la literatura bíblica el símbolo de la libertad 1.

El búfalo y el avestruz (9-18).
9 ¿Consentirá el búfalo en servirte y en pasar la noche a tu pesebre? 10 ¿Podrás atarle el yugo con tus coyundas y hacerle rastrillar los surcos detrás de ti?2 11¿Contarás con él por su gran fuerza y le encomendarás tus labores? 12¿Le fiarás la recogida de tu grano y el amontonamiento de tus mieses? 13 Agítase bulliciosa el ala del avestruz, pero ¿es acaso pluma piadosa y voladora? 3 u Pues abandona sus huevos a la tierra y los deja que se calienten sobre el suelo, l5 olvidando que un pie puede pisotearlos, puede aplastarlos un animal salvaje. 16 Es cruel con sus hijos, como si no fueran suyos, y no se cuida de que sea vana su fatiga, 17 porque le negó Dios la sabiduría y no le dio parte en la inteligencia; 18 pero al tiempo de levantarse se ríe del caballo y del jinete.

Sigue enumerando a los animales que viven fuera del control del hombre, en la estepa. El búfalo es el toro salvaje – quizá el “uroc” de la tradición mesopotámica, símbolo de la fuerza y del poder; por ello, sus cuernos se convirtieron en atributo y símbolo de la divinidad -, que no puede ser domesticado para las faenas agrícolas, como antes se había dicho del onagro (v.12).
El avestruz tiene en hebreo un nombre (renanim) que alude al canto alegre del mismo, y por eso aquí el autor sagrado juega con el nombre hebreo, aludiendo a la agitación bulliciosa de sus alas. Pero no se muestra piadoso con sus polluelos, pues abandona en la arena sus huevos para que con su calor se incuben solos, pero expuestos a que el pie del caminante o de las fieras los aplaste (v.15). En esto se muestra cruel con sus hijos, pues se desentiende de ellos como si no fueran suyos, y, por otra parte, con este modo de proceder hace vana su fatiga al ponerlos (í.16). Ello es prueba de que Dios le negó la sabiduría (v.1v); todo lo contrario de lo que se decía del ibis y del gallo. No obstante, aunque no es pluma voladora – en comparación con las otras aves de raudo vuelo, como el águila y el azor -, sin embargo, a la hora de levantarse y emprender la marcha deja atrás al caballo y al jinete (v.18).

El caballo de guerra (19-25).
19 ¿Das tú al caballo la fuerza, revistes su cuello de ondulantes crines? 20 ¿Le enseñas tú a saltar como la langosta, a resoplar fiera y terriblemente? 21 Piafa en el valle y alégrase briosamente, sale al encuentro de las armas, 22 ríese del miedo, no se empavorece, no retrocede ante la espada; 23 cruje sobre él la aljaba, la llama de la lanza y la saeta; 24 con estrépito y resoplido sorbe la tierra, no se contiene al sonido del clarín; 25 cuando resuena la trompeta, dice: “¡Ea!”; y huele de lejos la batalla,el clamor de los jinetes y el tumulto.

La descripción del caballo de guerra es realista e impresionante: inquieto, volviendo sus ondulantes crines a derecha e izquierda, ágil como la langosta en el salto, lanza resoplidos de furor. Lleno de fuego y ansioso de entrar en el combate, piafa y se lanza ardorosamente al encuentro de las armas; en la batalla desconoce el miedo y el peligro. El ruido del combate, lejos de intimidarle, le enardece y excita a avanzar entre los enemigos; el sonido del clarín le anuncia la proximidad del choque armado, y, husmeando en tierra y rozándola con los cascos, se lanza a la batalla en medio del estruendo de las armas y la gritería de los jinetes (v.25).

El Azor y el águila (26-30).
26 ¿Se alza el azor por tu inteligencia4, tendiendo sus alas hacia el mediodía? 27 ¿Se remonta por orden tuya el águila y hace su nido en las alturas? 28 Habita en las rocas y allí pasa la noche, en la cresta de las rocas, en lo más abrupto, 29 Acecha desde allí la presa, que de muy lejos descubren sus ojos; 30 sorbetean la sangre sus polluelos, y donde hubiere cadáveres, allí está ella.

También están lejos del control humano las aves de rapiña, que se elevan al cielo con toda celeridad y se lanzan a grandes distancias: el azor, por instinto, emigra hacia el mediodía, sin que el hombre se lo haya enseñado (v.26); y el águila, también llevada de una fuerza ciega innata, construye su nido en los lugares más inaccesibles, desde los que otea el horizonte y localiza la presa (v.29). Sus polluelos beben la sangre de las víctimas que todavía aletean.

Invitación a Job a callarse (31/1-35/5).
31/1 Y apostrofó Yahvé a Job, diciendo: 32/2 ¿Querrá el censor contender todavía con el Omnipotente? El que pretende enmendar la plana a Dios, responda. 33/3 y Job respondió a Yahvé, diciendo: 34/4 He hablado a la ligera. ¿Qué te voy a responder? Pondré mano a mi boca. 35/5 Una vez hablé; no responderé más; dos veces, y no añadiré (palabra).

Estos versos aparecen en el TM al principio del c.40, y dan el resultado del examen a que Yahvé ha sometido al pretencioso Job. Los maravillosos instintos de los animales, que han recibido su ciencia directamente de Dios, son una lección de humildad para el que se atrevía enjuiciar los designios misteriosos de la Providencia. Sin abordar expresamente el problema lacerante de Job, éste comprende que no puede contender con la sabiduría y poder divinos. Las maravillas de la creación dan una pista sobre la insondable sabiduría del Omnipotente. Job reconoce que ha hablado con ligereza, sin saber nada de los misterios de la Providencia5. Por ello toma la decisión de no volver a hablar para no equivocarse. La frase del v.5 es una fórmula estereotipada para significar la irrevocable decisión de callarse.

1 Cf. Job 6:5; Eco 13:23; Sal 104:11. – 2 Surcos; según los LXX. Versión de Dhorme y Dib. de Jér. – 3 Verso muy diversamente traducido. Dhorme: “Posee pluma graciosa y plumaje.” La Bifa. de Jér.: “El ala del avestruz, ¿puede compararse al plumaje de la cigüeña y del halcón?” En heb. a la cigüeña se llama “piadosa” (cf. Lev ii.iq; Deu 14:18). – 4 El verbo heb. ‘abar puede tener el sentido de “elevarse” y el de cambiar de plumaje. Así traduce la Vg.: “plurnescit.” Así Dhorme; en cambio, prefieren el primer sentido Dri-ver-Gray, Bib. de Jér. y Szczygiel .

Fuente: Biblia Comentada

Toda esta sección es poesía, un dramático poema de discursos que intentan comprender el sufrimiento de Job.

Fuente: Biblia de Estudio MacArthur

Dios se apareció y entabló su primer interrogatorio de Job, que había suscitado algunas acusaciones contra Él. Dios celebró su vista en juicio con Job.

Fuente: Biblia de Estudio MacArthur

Dios hizo a Job las humillantes preguntas acerca de si podría cuidar del reino animal. Job debió sentirse menos y menos importante bajo la aplastante acusación de tales comparaciones con Dios.

Fuente: Biblia de Estudio MacArthur

cabras monteses y las gacelas existen sin interferencia humana. Expulsan sus crías y éstas luego crecen y maduran sin asistencia ni conocimiento humano.

Fuente: Nuevo Comentario Bíblico Siglo Veintiuno

39.1ss Para poder demostrarle cuán limitado era realmente su conocimiento, Dios hizo a Job varias preguntas acerca del reino animal. El no estaba buscando que Job le respondiera. Por el contrario, estaba haciendo que reconociera y se sometiera al poder de Dios y a su soberanía. Sólo entonces podría él escuchar lo que realmente Dios le estaba diciendo.

Fuente: Comentarios de la Biblia del Diario Vivir

REFERENCIAS CRUZADAS

a 1085 Sal 104:18

b 1086 Sal 29:9

Fuente: Traducción del Nuevo Mundo

Lit., de la peña

Fuente: La Biblia de las Américas