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Comentario de Joel 3:1 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia

Comentario de Joel 3:1 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia

“He aquí que en aquellos días y en aquel tiempo, cuando yo restaure de la cautividad a Judá y a Jerusalén,

en aquellos días. Joe 2:29; Dan 12:1; Sof 3:19, Sof 3:20.

en que haré volver la cautividad. Deu 30:3; 2Cr 6:37, 2Cr 6:38; Sal 14:7; Sal 85:1; Isa 11:11-16; Jer 16:15; Jer 23:3-8; Jer 29:14; Jer 30:3, Jer 30:18; Eze 16:53; Eze 37:21, Eze 37:22; Eze 38:14-18; Eze 39:25, Eze 39:28, Eze 39:29; Amó 9:14.

Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico

Dios será conocido en su juicio a las naciones, Joe 3:9-17.

Su bendición para su pueblo, Joe 3:18-21.

Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico

Joel describe ahora el juicio de Dios sobre las naciones reunidas alrededor de Jerusalén (Zac 14:1-3) al regreso de Cristo. Este es el complemento de la experiencia de Judá en el día de Jehová. Las naciones que han perseguido a Israel también serán juzgadas.

Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe

en aquellos días indica un tiempo en el futuro profético (Joe 2:28). El juicio tendrá lugar después que el Señor haya devuelto su pueblo a la tierra (Mat 25:31-46).

Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe

EN AQUELLOS DÍAS. Este capítulo trata sobre la futura restauración de Israel y el juicio de Dios sobre todas las naciones del mundo; ese juicio incluirá la gran batalla de Armagedón que precede al reinado de Cristo sobre la tierra (véase Apo 16:16, nota).

Fuente: Biblia de Estudio Vida Plena

3. Juicio punitivo sobre las naciones gentiles.
Este capítulo, que es el cuarto en el TM y el tercero en los LXX y la Vg, versa sobre el juicio terrible sobre las naciones paganas, del que,se habían dado los signos precursores en las transmutaciones cósmicas de la naturaleza. El estilo es vigoroso y escalofriante, conforme al radicalismo de expresión de la poesía oriental apocalíptica. Reiteradamente se habla en la literatura profética de un juicio discriminador de los pueblos antes de la inauguración de la era mesiánica, pero en ningún otro lugar la idea es representada con más dramatismo y exaltación. En la segunda parte (16-21) se anuncia la paz mesiánica total.

Juicio en el valle de Josafat (1-15).
1 Pues he aquí que en aquellos días, cuando haga yo volver la cautividad de Judá y de Jerusalén, 2 reuniré a todas las gentes y las haré bajar al valle de Josafat, y litigaré en juicio con ellos a propósito de mi pueblo y de mi heredad, que ellos dispersaron entre las naciones, repartiéndose mi porción, 3 echando suertes sobre mi pueblo, dando un mozo por una prostituta, y una doncella por vino que se bebían. 4 Y vosotros también, ¿qué sois para mí, Tiro y Sidón, y todos los términos de la Filistea? ¿Es que queréis vengaros de mí? Si vosotros queréis vengaros de mí, al punto haréis retornar sobre vuestras cabezas vuestra venganza. 5 Vosotros, que os apropiasteis mi plata y mi oro y metisteis mis preciosidades en vuestros palacios; 6 que vendisteis los hijos de Judá y los de Jerusalén a los hijos de los griegos para que los llevasen lejos de sus territorios; 7 he aquí que yo los alzaré del lugar para donde los vendisteis, y haré recaer vuestra acción sobre vuestras cabezas, 8 y venderé vuestros hijos y vuestras hijas a los hijos de Judá, para que ellos los vendan a los sábeos, nación apartada, oráculo de Yahvé. 9 ¡Pregonad esto entre las gentes, proclamad la guerra santa, despertad a los valientes, acerqúense y suban todos los hombres de guerra! 10 ¡Forjad espadas de vuestros azadones, lanzas de vuestras hoces! Diga el flaco: ¡Yo soy valiente! 11 Precipitaos y venid todas las gentes de en derredor y congregaos. Haz bajar allá, ¡oh Yahvé! a tus valientes. 12 Que se alcen y suban las gentes al valle de Josafat, porque allí me sentaré yo a juzgar a todas las gentes de en derredor. 13 Meted la hoz, que está ya madura la mies. Venid, pisad, que está lleno el lagar y se desbordan las cubas,porque es mucha su maldad. 14 Muchedumbres, muchedumbres en el valle del juicio, porque se acerca el día de Yahvé en el valle del juicio. 15 El sol y la luna se oscurecen y las estrellas pierden su brillo.

Después de anunciar que los israelitas participarán del nuevo estado venturoso de cosas como consecuencia de la reconciliación con su Dios, el profeta va a vaticinar la suerte que correrán las naciones paganas que se han aprovechado de la desgracia de Judá. La escena apocalíptica que va a describir está situada después de la restauración de Israel, pasada ya la cautividad (v.1). Para los profetas, la repatriación de los exilados es la primera fase en la preparación de la manifestación gloriosa mesiánica.
El triunfo de los judíos va a ser espectacular, de forma que todas las naciones paganas, tradicionalmente enemigas, tendrán que reconocer su derrota definitiva a manos del Dios de Israel. Todas las gentes serán convocadas en el valle de Josafat (v.2), nombre simbólico escogido para expresar el juicio condenatorio que van a sufrir las naciones paganas. Algunos autores creen que Josafat aquí alude al rey de este nombre que, según 2Cr 5:12, derrotó estrepitosamente a los ejércitos coligados de Moab, Amón y Edom, los enemigos tradicionales de Judá. Joel, pues, en ese caso, habría escogido el nombre del victorioso rey Josafat (870-849) como símbolo de la otra victoria que Yahvé habría de obtener sobre todos los enemigos del pueblo elegido.
Sin embargo, el nombre hebreo Josafat (“Yahvé juzga” o “juicio de Yahvé”) se presta a un juego de palabras, y en este sentido bien pudo haber sido elegido para designar el juicio de Dios sobre las naciones paganas. De ahí que no falten comentaristas que traduzcan el pasaje de Joel: “reuniré. en el valle del juicio de Yahvé.” No se debe, pues, insistir sobre la localización de ese famoso valle, que no es sino un nombre literario simbólico-apocalíptico. La tradición judía dio el nombre del valle de Josafat a la depresión formada por el torrente Cedrón, al este de Jerusalén. Los Santos Padres trasladaron la perspectiva de Joel al fin de los tiempos, y han supuesto que el juicio final tendría lugar en ese famoso valle de Josafat. Pero el profeta no habla del juicio al fin de los tiempos, sino del que debe preceder a la inauguración mesiánica; en ese juicio sólo son juzgados y condenados los pueblos gentiles, mientras que los israelitas son reservados para formar parte de la nueva teocracia hebrea.
Nada en el contexto favorece una interpretación del juicio de los individuos de toda la humanidad en el día del juicio universal al fin de los tiempos; no obstante, este juicio anunciado por Joel puede ser tipo del universal.
Las naciones paganas serán juzgadas por los atropellos que han cometido con el pueblo elegido: litigaré con ellos a propósito de mi pueblo y de mi heredad, que dispersaron entre las naciones, repartiéndose mi porción (v.2), o territorio palestino. Evidentemente, el profeta alude aquí a las incursiones de los moabitas, amonitas y edomitas, que hicieron en el antiguo territorio de Israel después que sus habitantes fueron deportados a Mesopotamia a raíz de la toma de Jerusalén por las tropas de Nabucodonosor. Los vencedores y sus aliados trataron de modo indigno a la población vencida, dando un mozo por una prostituta (v.3), e.d., disponiendo de la suerte de los jóvenes de Judá como si fuesen un salario barato destinado a las cortesanas. Y los mismos dispusieron de las doncellas como si fueran el precio bajo que se da por vino que se bebían. Las dos comparaciones sirven para resaltar el desprecio con que los enemigos de Judá trataron a la población vencida.
Yahvé alcanzará en su juicio condenatorio a todas las naciones paganas1, incluso las omnipotentes Tiro y Sidón, que parecen alejadas ahora del escenario de la guerra. Es inútil que quieran librarse del castigo, y sobre todo no podrán hacer nada contra Yahvé, que se dispone a castigar a los pueblos enemigos de Judá, porque, si lo intentan, recibirán el merecido: Si queréis vengaros de mí (Yahvé), al punto haré retornar sobre vuestras cabezas vuestra venganza (contra Yahvé) (v.4). Es un modo de decir que también los filisteos y los fenicios caerán dentro de la sentencia dictada por Yahvé contra los enemigos de Judá, las naciones circunvecinas, Edom, Amón y Moab. Yahvé les echa en cara que, como mercaderes sin escrúpulos, se han aprovechado de la situación de derrota de Judá para cometer expoliaciones sacrilegas (os apropiasteis mi oro y mi plata, v.5), vendiendo a los hijos de Judá a los hijos de los griegos (v.6). Se sabe por los autores clásicos que los esclavos sirios eran muy buscados por los griegos 1. Los fenicios tenían especiales relaciones comerciales con las costas griegas; por eso, el tráfico de esclavos se dirigía especialmente a esta zona mediterránea. Yahvé les amenaza con pagarles en la misma medida, pues hará que los judíos vendan los hijos de los fenicios a los sábeos, nación apartada, al sudoeste de la península arábiga, con los que tenían tráfico comercial a través de las rutas caravaneras de TransJordania 2.
Enfáticamente se desafía a todos los pueblos enemigos de Judá para que vengan a luchar con el pueblo de Dios. Antes había anunciado Yahvé que iba a reunir a las gentes en el valle de Josafat; ahora los invita irónicamente a presentarse. Deben proclamar la guerra santa (v.9) para luchar contra Yahvé, el Dios de los judíos. La frase es irónica y desafiante. La guerra santa es aquí equivalente a guerra total; por eso les invita a cambiar sus instrumentos agrícolas de paz en instrumentos de guerra: ¡Forjad espadas de vuestros azadones, lanzas de vuestras hoces! (v.10). La idea que late en la expresión irónica es que todo será poco para luchar con Yahvé y no bastarán los depósitos normales de espadas para la gran batalla. Todos los componentes de las naciones, no sólo los guerreros de oficio, deben aprestarse al combate: diga el flaco: ¡Yo soy valiente! La victoria de Yahvé debe ser total, y por eso no debe faltar ninguno a la cita del combate, para que resplandezca la fuerza del Dios de los judíos. Yahvé aparece nervioso porque no acaban de concentrarse en el lugar de la batalla, y los excita al encuentro: Precipitaos y venid. (v.11).
Una vez que el ejército enemigo está concentrado para medir sus armas con Yahvé, el profeta pide a Yahvé que descienda al campo de batalla con su ejército celestial, sus ángeles, que han de luchar por su causa: Haz bajar, ¡oh Yahvé! a tus valientes (v.11). Yahvé responde diciendo que antes deben reunirse todos los enemigos: que se alcen y suban las gentes al valle de Josafat (v.12). La dramatización llega a su punto culminante. Yahvé va a dar el juicio condenatorio sobre todas las gentes, e invita a sus cohortes celestiales a iniciar el estrago: Meted la hoz, que está madura la mies. Pisad, que está lleno el lagar y se desbordan las cubas. Las naciones, por su maldad, están maduras para la siega trágica del juicio de Yahvé, y han acumulado tantos pecados, que se desbordan las cubas. El mejor comentario a esta escena terrorífica es el texto de Isa 63:1-6 : “¿Quién es aquel que avanza enrojecido, con vestidos más rojos que los de un lagarero., avanzando en toda la grandeza de su poder? ¿Cómo está, pues, rojo tu vestido, y tus ropas como las de los que pisan en el lagar? He pisado en el lagar yo solo, y no había nadie enemigo de las gentes. He pisado con furor, he hollado con ira, y su sangre salpicó mis vestiduras y manchó mis ropas. Porque estaba en mi corazón el día de la venganza. y aplasté a los pueblos en mi ira y los pisoteé en mi furor, derramando en la tierra su sangre.” Tanto en Isaías como en Joel, los pueblos pecadores son exprimidos como en un lagar. Las imágenes son radicales e hiperbólicas, conforme al ardor de una imaginación oriental sobreexcitada. Por otra parte, el carácter apocalíptico del pasaje exige tonos descriptivos subidos e impresionantes.
Joel cierra el fragmento reflejando el rumor de los pueblos reunidos en el valle del juicio 3: muchedumbres, muchedumbres en el valle del juicio, porque se acerca el día de Yahvé en el valle del juicio. El día de Yahvé, al principio, se anunciaba como el día del castigo de los pecadores de Judá. La invasión de las langostas fue el signo precursor del castigo. Pero la penitencia sincera del pueblo hizo que Yahvé perdonara a su pueblo y el castigo se tornara sobre los pueblos enemigos de Judá. La primera perspectiva cambia, y el profeta, para animar a sus compatriotas a sufrir los duros días de prueba posteriores a la repatriación, les anuncia que habrá un juicio definitivo sobre todas las naciones que han contribuido a la ruina del pueblo elegido. Después del juicio vendrá la era mesiánica, como anuncia a continuación.
Para medir el alcance de las predicciones de Joel no debemos perder de vista el carácter apocalíptico del pasaje, y, dejando de lado las hipérboles y frases radicales, buscar la medula teológica del mensaje: Dios salvará a su pueblo arrepentido y castigará a los pecadores. Toda la dramatización de las escenas del valle de Josafat debemos considerarla como puro artificio literario. De hecho sabemos que esa aparatosa concentración de las naciones no se dio antes de la inauguración mesiánica. Aquí tenemos que acudir al modo de presentar los profetas el reino mesiánico. Conforme a la expectación del ambiente, presentaban al Mesías como un Rey triunfador que había de aplastar a los enemigos (como el “alfarero a sus vasos”)4, y a Israel organizado en esplendoroso reino bajo la ley dé la justicia divina. En este supuesto conciben también un juicio previo sobre las naciones para vengar los ultrajes cometidos contra el pueblo elegido.
La realización histórica fue muy otra. El Mesías fue “humilde y manso de corazón” 5, y su reino no era de este mundo. El mismo Bautista, precursor inmediato del Mesías, no captaba los modos suaves de Jesucristo, y predicaba una penitencia brusca y deshumanizada, conforme a los cánones del más rabioso ascetismo oriental. Anunciaba también un juicio selectivo sobre los mismos judíos; Dios tenía en la mano el arnero para limpiar su era.
Cristo dice que El no vino a juzgar6, sino que cada uno se juzga a sí mismo en la actitud que tome – de aceptación o repulsa – frente a su persona y doctrina. He ahí de hecho en qué terminó el juicio discriminativo anunciado por los profetas. Una vez más tenemos que repetir que los profetas, a pesar de ser iluminados con revelaciones especiales directas de Dios, eran mentalidades del A.T., y, si bien conocían el hecho de la venida del Mesías y de la inauguración del reinado de justicia, no conocían el modo de esta nueva teocracia puramente espiritual, el reino de los cielos predicado por Jesucristo. La única profecía que llegó a captar más el modo de la realización histórica del mesianismo inaugurado por Cristo fue la de los cánticos del Siervo de Yahvé, en los que se da de lado a todas las concepciones tradicionales sobre un Mesías glorioso y Rey terrenal y se presenta una figura del Mesías que parece tomada de los evangelios.

Seguridad y prosperidad del pueblo elegido (16-21).
16 Ruge Yahvé desde Sión y hace oír su voz desde Jerusa-lén; los cielos y la tierra se conmueven, pero Yahvé será un refugio para su pueblo y una fortaleza para los hijos de Israel” 17 Y sabréis que yo soy Yahvé, vuestro Dios, moradores de mi monte santo, y santa será Jerusalén y no pasarán por ella los extraños. 18 Y sucederá en aquel día que los montes destilarán mosto, y leche los collados; correrán las aguas por todas las torrenteras de Judá y brotará de la casa de Yahvé una fuente que regará el valle de Sitim. 19 Egipto se trocará en desolación, y Edom se convertirá en asolado desierto, por el cruel trato a los hijos de Judá, derramando en su tierra sangre inocente. 2° Pero Judá será por siempre habitado, y Jerusalén por generaciones y generaciones. 21 Yo vengaré su sangre, no la dejaré impune, y Yahvé morará en Sión.

Después del juicio punitivo sobre las naciones, se inaugura solemnemente la era mesiánica, como consecuencia del poder omnímodo de Yahvé, que ha vencido a los enemigos. de Judá: Ruge Yahvé desde Sión..(v.16) 7. Todos los pueblos, y hasta los cielos, se conmueven ante el rugido de la voz de Dios, que lanza su veredicto de condenación sobre las naciones. Pero este.rugido de condenación para los gentiles es al mismo tiempo el clarinazo solemne que anuncia la salvación de los judíos, cuyo refugio es Yahvé. Es la inauguración solemne de la era venturosa mesiánica soñada y anhelada por las generaciones pasadas. Jerusalén será entonces una cosa santa, de suerte que no volverá a ser hollada y contaminada por los extranjeros: no pasaran por ella los extraños (v.17)8.
Y con la seguridad que dará la protección divina, vendrá la abundancia como consecuencia de las bendiciones de Yahvé: en aquellos días destilarán mosto los montes. (v.18) 9. Si en otro tiempo sufrieron la sequía y la penuria, ahora la perspectiva es muy otra, pues los wadys o torrenteras, antes secos, se llenarán de copiosas aguas. Pero, además, una fuente brotará de la casa de Yahvé que regará el valle de Sitim (v.18). Es la misma concepción de Ezequiel y de Zacarías. En el nuevo orden de cosas, la misma naturaleza se transformará, y el centro de todas las bendiciones sobre el país será el templo, la casa de Dios. Ezequiel anuncia que ese torrente que procede del templo vivificará el mar Muerto, dotándole de una prodigiosa fecundidad 10. Según Zacarías, las aguas irán al oriente y al occidente n. Aquí Joel anuncia que una nueva feracidad exorbitante surgirá por doquier como consecuencia de la abundancia de aguas. El valle de Sitim aparece en la Biblia al este del Jordán 12, ya en territorio moabita. Algunos comentaristas prefieren traducir valle de las acacias, y buscan su localización en la zona esteparia del Araba, en la depresión que desciende desde el mar Muerto al golfo elanítico.
En contrapartida a las bendiciones de que gozará Judá, sus enemigos tradicionales, como Egipto y Edom, sufrirán los rigores de la ira divina, pues sus tierras se convertirán en desolado desierto (v.19). Y la razón de este castigo especial para estas dos naciones estriba en que se han ensañado con los judíos, derramando sangre inocente, después de la catástrofe del 586 a.C. Yahvé no puede dejar impune tales crímenes (v.21). Es el Dios de la justicia, y, como tal, castiga al culpable y salva al inocente.

1 El tráfico de esclavos es reprochado reiteradamente a Tiro en los profetas (cf. Amo 1:9; Eze 27:13; 1Ma 3:41; 2 Mac 8.11). – 2 Cf. 1Re 10:2.10; Jer 6:20. – 3 La valle de palabra hebrea jarus, que hemos traducido por juicio o decisión (los LXX: “en el vane ,αο la victoria”), es traducida por algunos: “del machucamiento.” Pues jarus en Isa 27:27; Amo 1:3, significa el instrumento que utiliza el agricultor para batir el trigo. – 4 Cf. Sal 2:9. – 5 Mat 11:29. – 6 Jua 3:17; Jua 12:47; 1Re 3:18. – 7 La expresión “Yahvé ruge desde Sión” aparece literalmente en Amo 1:2. – 8 Cf. ZacQ.8; Isa 51:23. – 9 En Amo 9:13 encontramos, más o menos, las mismas expresiones sobre la abundancia edénica de los tiempos mesiánicos. – 10 Cf. Eze 47:1. – 11 Zac 14:8. – 12 Cf. Num 25:1; Jos 2:1; Diq 6:5; Num 33:49.

Fuente: Biblia Comentada

A partir del v. Joe 2:18, el texto hace una transición decisiva y el resto del libro se dedica al tema de la restauración. Se da por sentado un intervalo de tiempo entre el v. Joe 2:17 y el v. Joe 2:18 durante el cual Israel se arrepintió. Como resultado de su arrepentimiento, los tres motivos de preocupación que se expresan en Joe 1:1-20; Joe 2:1-17 son respondidos en ese mismo orden por el Señor: restauración física (Joe 2:21-27), restauración espiritual (Joe 2:28-32) y restauración nacional (Joe 3:1-21).

Fuente: Biblia de Estudio MacArthur

Joel anuncia la restauración nacional de Israel, en la que el pueblo será reagrupado de nuevo en Palestina (Isa 11:15-16; Mat 24:31).

Fuente: Biblia de Estudio MacArthur

— cambie la suerte: Ver notas a Jer 30:18 y Ose 6:11.

Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana

Tribulación para las naciones y seguridad para Israel

Judá había experimentado su versión del día de Jehovah y sobrevivido a ella, y ciertamente debía experimentar gran bendición, un cambio de fortuna. Sin embargo, como 2:31 insinúa, el día también iba a ser una catástrofe sufrida por las otras naciones. El siguiente pasaje revela su carácter: el heb. empieza con “porque” (cf. BA y BJ) y 2:30-32 virtualmente son encabezados para esta sección.

La enseñanza acerca del fin de los tiempos en la Biblia no sirve para dar información a los curiosos, sino para traer seguridad pastoral al pueblo sufriente de Dios. Así lo hace aquí, como el v. 2 lo aclara con su referencia al cuidado del pacto de Jehovah. El pasaje palpita con un sentido de queja e injusticia que refleja los propios sentimientos de Judá. Su contraparte en el NT está en 2 Tes. 1:5-10, que de la misma manera mezcla seguridad pastoral, castigo para los perseguidores del pueblo de Dios y el día del Señor. La aplicación del juicio es un ajuste del equilibrio de la justicia, para vindicar a las víctimas de la opresión y de la violencia, como en la parábola de la viuda persistente en Luc. 18:1-8. Hay la misma nota de triunfo divino en los vv. 2, 3 (mi heredad, mi pueblo) como la había en 2:17, 26, 27.

1-3. Se pronuncia un oráculo de juicio para todas las naciones. No se identifica el valle de Josafat (2, 12); sólo se da su propósito, en su nombre que significa “Jehovah juzga”, y también en su otra descripción en el v. 14, “valle de la decisión”. Valle aquí denota una amplia llanura entre montañas, un lugar de reunión adecuado para grandes multitudes. Es claro por los vv. 2, 3 (cf. vv. 5, 6, 17) que todas las naciones son las que estuvieron implicadas en la invasión y destrucción de Jerusalén en 586 a. de J.C., especialmente contingentes de vasallos locales del ejército babilonio y de sus colaboradores. Una versión divina de los procesos de Nuremberg se promete en juicio sobre los que produjeron sufrimiento en la guerra. La campaña militar resultó en deportación, confiscación de la tierra y venta a esclavitud de la siguiente generación de judíos. Dios lleva sobre sus propios hombros su sentido de queja y promete como Señor del pacto usar su poder para asegurarles justicia.

4-8 La forma cambia a un oráculo contra naciones extranjeras particulares, lo que significa una seguridad para el propio pueblo de Dios. Los fenicios (Tiro, Sidón) y los filisteos, divididos en cinco ciudades-Estados o regiones, son singularizados en un discurso retórico destinado a los oídos judíos (cf. Eze. 25:15-17; 28:20-24). De manera similar en el libro de Abd., Edom fue objeto particular de ataque. El oráculo principia con un airado desafío que advierte que ellos tendrían que contestar a Jehovah. El hará que las mesas se inviertan por sus crímenes contra él así como contra Judá (cf. Mat. 25:41-45). Son acusados (5, 6) de saquear el tesoro del templo para trofeos para consagrar a sus propios dioses, y también de deshumanizar el trato de esclavos de prisioneros de guerra, lo que se mencio na en términos generales en el v. 3. Jehovah promete el regreso de los esclavos judíos y una retribución de esclavitud para los tratantes de esclavos. Irónicamente, los judíos son puestos en el papel de intermediarios. Mientras que sus propios ciudadanos fueron vendidos a los griegos en el lejano occidente (cf. Eze. 27:13), sus opresores iban a desaparecer en el canal comercial al Lejano Orien te, controlado por los sabeos en Arabia. De esta manera el castigo sería apropiado al crimen. La fórmula de oráculo, Jehovah ha hablado, funciona como la firma final de un documento, aprobando la autoridad y certeza del mensaje.

9-13 Un oráculo divino en los vv. 9-11 empieza con un llamado retórico a las naciones a unirse en el campo de batalla donde se haría justicia. En el v. 10 parece haber una inversión deliberada de la promesa de paz de Isa. 2:4 y Miq. 4:3, donde la paz para las naciones sigue evidentemente a la guerra para terminar todas las guerras (cf. Sal. 46:8-10; 76:3; Sof. 3:8-10). Joel se volvió a una etapa anterior en el calendario divino. Todavía habrá injusticias que cobrar, negocios inconclusos de una clase siniestra para que Dios los tramite. El llamado final en el v. 11 apela a que Jehovah traiga sus huestes celestiales (cf. Zac. 14:5), anticipando el v. 13. Sin embargo, interrumpe el oráculo divino, como lo reconoce la BA al ponerlo separadamente. La antigua versión gr., reflejando principalmente las mismas consonantes heb., tiene “Que el tímido se vuelva héroe”, que está en línea con el final del v. 10. El v. 12 recapitula el llamado de Jehovah para la reunión de las naciones e identifica el campo de batalla como el asiento de juicio de Jehovah, en explicación de su nombre en el v. 2 (cf. Jer. 1:15, 16). En el v. 13 Jehovah emite un mandato a sus propias tropas. Las metáforas agrícolas se refieren a un baño de sangre: encuentra eco en la guerra de Apoc. 14:14-20 y 19:15, de modo que el presente pasaje está señalando adelante al tiempo, todavía futuro, cuando Dios lleva a su fin la historia del mundo. Las víctimas de la matanza se describen co mo maduras para el juicio. Jehovah ya no puede esperar para castigar la maldad de ellos, un término que resume las acusaciones de los vv. 2 y 3.

14-17 El profeta vuelve, a manera de resumen, a los temas de 2:30-32. Primero, en los vv. 14-16a Joel conecta la escena de guerra y juicio con los motivos del día del Señor mencionados en 2:30, 31. El valle de la decisión o “veredicto” es un nombre que explica “el valle de Josafat” mencionado en el oráculo divino en el v. 2. Segundo, mientras tanto, el propio pueblo de Dios estaría seguro, como lo ha afirmado 2:32. La certeza profética del v. 16b, que es una versión escatológica del Sal. 46:1, se respalda por una promesa divina en el v. 17. Jerusalén vivirá de acuerdo con su papel como asiento de la santa presencia de Dios, su santo monte (cf. 2:1). Sería colocado fuera del alcance de los infieles extranjeros, que no tenían pretensión política ni deseo espiritual de estar allí. Esta promesa se ubica en una fórmula concluyente que concuerda con la de 2:27. La relación de pacto se respaldaba por la presencia de Jehovah en el templo de Jerusalén (cf. Exo. 29:45; Apoc. 21:3), que arrojaba una aura de santidad sobre toda la ciudad. Su presencia como Señor del pacto se manifestaría abiertamente en la seguridad de la Ciudad Santa. Su pueblo conocería por evidencia visible, no sólo por fe. Apoc. 21:1-8 traspone la visión de Joel a una nueva Jerusalén donde Dios mora, pero donde extraños a su voluntad no tendrán lugar.

Fuente: Nuevo Comentario Bíblico Siglo Veintiuno

3.1, 2 La frase «en aquellos días» se refiere al momento en que todos los que clamen al Señor serán salvos (2.32). Dios no solo bendice a los creyentes con todo lo que necesitan: los bendecirá también al destruir el mal y al acabar con el dolor y el sufrimiento en la tierra. Esta profecía tuvo un cumplimiento inmediato, progresivo y final. Su interpretación inmediata se puede aplicar a la batalla reciente del rey Josafat en contra de varias naciones enemigas, incluyendo Moab y Amón (2 Crónicas 20). Su cumplimiento progresivo pudo ser la restauración parcial del pueblo en su tierra después del cautiverio en Babilonia. El cumplimiento final vendrá en la gran batalla que precede al reino del Mesías sobre la tierra (Rev 20:7-9).3.4 Tiro y Sidón eran ciudades importantes de Fenicia al norte de Israel; Filistea era la nación que estaba al sur de Judá. Fenicia y Filistea eran pequeñas naciones que se regocijaron por la caída de Judá e Israel debido a que se beneficiarían con el aumento del comercio. Dios las juzgaría por su mala actitud.3.6 Los judíos fueron vendidos como esclavos a los griegos, una nación pagana y pecadora. Algunos piensan que este versículo y el 3.1 indican que Joel vivió después del cautiverio de Babilonia (586 a. C.), cuando la cultura griega comenzó a florecer. Sin embargo, los estudios arqueológicos han mostrado que los griegos estaban comerciando con Fenicia desde el año 800 a.C. El versículo 3.4 menciona a Tiro, Sidón y Filistea, lugares que ya existían en Judá antes del cautiverio.3.8 Los sabeos provenían de Sabá, una nación al sudoeste de Arabia. Una de las reinas de Sabá había visitado a Salomón aproximadamente un siglo antes (1Ki 10:1-13).3.14 Joel describe a multitudes que esperan en el «valle de la decisión» (el valle de Josafat en los versículos 2 y 12). Millones de personas habían vivido en la tierra, y cada una de ellas, muerta, viva o aún por nacer, se enfrentarían al castigo. Mire a su alrededor. Vea a sus amigos, a aquellos con los que trabaja y vive. ¿Han recibido el perdón de Dios? ¿Han sido advertidos acerca de las consecuencias del pecado? Si comprendemos la severidad del juicio final de Dios, querremos que tomen la oferta de esperanza que Dios les ofrece.3.17 Dios dirá la última palabra; su soberanía máxima será revelada al final. No podemos predecir cuándo vendrá ese fin, pero podemos tener confianza en que El regula los acontecimientos del mundo. La historia del mundo, así como la nuestra, está en las manos de Dios. Es mucho mejor reconocer esto ahora, que más tarde. Podemos estar seguros en su amor, y confiar en su dirección al tomar nuestra decisiones.3.18 La ilustración de esta tierra restaurada es de una belleza perfecta, similar al huerto del Edén. El agua que da vida y que fluye del templo ilustra las bendiciones que provendrán de la presencia de Dios. Los que se apeguen a Dios serán fructíferos para siempre. (Véanse también Eze 47:1-12; Rev 22:1-2.)3.19 Egipto y Edom eran dos de los enemigos más persistentes de Israel. Representaban todas las naciones que fueron hostiles al pueblo de Dios. La promesa de Dios de que serían destruidas también es una promesa de que todo mal que haya en el mundo será algún día destruido.3.20, 21 La palabra Judá utilizada aquí se refiere a todo el pueblo de Dios, cualquiera que haya invocado el nombre del Señor. Hay plena garantía de victoria y paz para los que confíen en Dios (2.32).3.21 Joel comenzó con una profecía acerca de la destrucción de la tierra, y terminó con una profecía acerca de su restauración. Comenzó recalcando la necesidad de arrepentimiento, y terminó con la promesa de perdón que trae el arrepentimiento. Joel estaba tratando de convencer al pueblo para que despertara (1.5), se deshiciera de su displicencia y se percatara del peligro de vivir apartados de Dios. Su mensaje hacia nosotros es que todavía hay tiempo, que cualquiera que invoque el nombre del Señor puede ser salvo (2.12-14, 32). Quienes hagan esto disfrutarán de las bendiciones mencionadas en la profecía de Joel, pero los que no quieran volverse a Dios enfrentarán la destrucción.

Fuente: Comentarios de la Biblia del Diario Vivir

REFERENCIAS CRUZADAS

a 126 Jer 30:3; Eze 38:14; Sof 3:20

b 127 Deu 30:3; Jer 16:15; Eze 39:28; Amó 9:14

Fuente: Traducción del Nuevo Mundo

en aquellos días y en aquel tiempo. Joel lleva al lector al tiempo del juicio final contra todas las naciones, al que él se refiere como el día del S eñor (cp. 2:28– 32; Mt 25:31– 46).

Fuente: La Biblia de las Américas

En la segunda venida de Cristo, Israel será reunido en la Palestina (Mat 24:31).

Fuente: Biblia de Estudio Anotada por Ryrie

En el texto heb., cap. 4:1

O, haga volver a los cautivos

Fuente: La Biblia de las Américas

[15] Joel 2, 10-31; Mat 24, 29.[17] Hebr 12, 22; Ap 22, 15.[18] El valle de Settim. Num 25, 1; Jos 2, 1; Am 9, 13.[21] El Apocalipsis parece ser una explicación o amplificación de esta última profecía de Joel.

Fuente: Notas Torres Amat