Comentario de Josué 10:1 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia
Sucedió que cuando Adonisedec, rey de Jerusalén, oyó que Josué había tomado Hai y la había destruido, haciendo con Hai y su rey lo que había hecho con Jericó y su rey, y que los habitantes de Gabaón habían hecho la paz con los israelitas y estaban entre ellos,
Adonisedec. Gén 14:18; Heb 7:1.
como había hecho a Jericó. Jos 6:21; Jos 8:2, Jos 8:22-29.
habían hecho paz con los israelitas. Jos 9:15-27; Jos 11:19, Jos 11:20.
Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico
Cinco reyes se unen para hacer guerra contra Gabaón, Jos 10:1-5.
Josué va al rescate, Jos 10:6-9.
Dios pelea contra ellos con granizo, Jos 10:10-11.
El sol y la luna se detienen ante la palabra de Josué, Jos 10:12-15.
Los cinco reyes se esconden en una cueva, Jos 10:16-21.
los sacan de la cueva, Jos 10:22-23;
los humillan, Jos 10:24-25;
y los cuelgan, Jos 10:26-27.
Siete reyes más son conquistados, Jos 10:28-42.
Josué regresa a Gilgal, Jos 10:43.
Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico
Jos 11:1-23
Estos dos capítulos cuentan la conquista de Israel del norte y el sur de Canaán después que logró establecerse en el centro del país. Se ven varios paralelos notables en ambos capítulos que comienzan con el relato de una coalición de reyes que se opone a la invasión de Israel (Jos 10:1-27; Jos 11:1-9). Estos dos capítulos mencionan la ayuda de Dios al rechazar los ataques (el cap. Jos 10:1-43 más que el Jos 11:1-23, pero vea el Jos 11:8). Ambos comienzan con descripciones de batallas decisivas (Jos 10:1-15; Jos 11:1-9), seguidas de más actividades militares relativas a ellas (Jos 10:16-21; Jos 11:10-15). Cada uno muestra un instigador principal de la coalición. En el capítulo Jos 10:1-43 es Adonisedec, rey de Jerusalén y en el Jos 11:1-23 es Jabín, rey de Hazor. Finalmente, ambos capítulos terminan con un resumen de la consolidación del poder en cada área (Jos 10:28-43; Jos 11:16-23).
Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe
Una vez más, la reputación y victorias de Israel se esparcen entre los cananeos, lo que atemoriza sus corazones. A diferencia de Rahab que se volvió a Jehová con fe y los gabaonitas que hicieron una alianza con Israel (mediante engaño), esta coalición decidió oponer resistencia al pueblo de Dios.
Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe
Cálculos políticos y militares llevaron a los cinco reyes cananeos a concluir que si una gran ciudad como Gabaón tuvo que hacer la paz con los aparentemente invencibles israelitas, su única opción era unirse y atacar (v. Jos 10:5).
Hai era una ciudad fuerte, hecho que Israel no consideró cuando confió demasiado en sí mismo (Jos 7:3).
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EN PROFUNDIDAD
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Milagros
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Abra la Biblia donde quiera, pronto encontrará la mención de un suceso que solo Dios podía hacer. Estas intervenciones divinas en la naturaleza se relatan por toda la Biblia sin explicación alguna y con solo unos escuetos detalles. El lector se pregunta qué pasó exactamente.
El relato de la victoria de Israel sobre los cinco reyes de los amorreos es un ejemplo perfecto. Josué Jos 10:13 dice que en respuesta a su oración, «el sol y la luna se detuvieron». Este suceso milagroso cumple una función clave en la victoria de Israel ese día. Aunque aceptemos esto como un milagro, cosa que la narración nos obliga a hacer, quedan algunas preguntas sin respuestas. Sabemos que el sol no gira alrededor de la tierra, por lo tanto, no fue que él se detuvo literalmente, pero ¿qué sucedió ese día? y ¿cómo ayudó a Israel?
Algunos creen que este texto quiere decir que Dios detuvo la rotación de la tierra. «El sol se detuvo» significa que la posición del sol en el cielo se mantuvo constante. Como la posición del sol se determina por la rotación de la tierra, esta tuvo que detenerse. Este retraso dio a los israelitas la luz necesaria para derrotar a sus enemigos en vez de dejarlos escapar.
Otros sugieren que Dios causó una refracción inusual de la luz en la atmósfera terrestre que hizo que el sol se mantuviera visible por un tiempo muy prolongado. El sol pareció detenerse, pero sin ningún cambio en la velocidad de la rotación de la tierra. Otra vez, esto dio tiempo a Israel para terminar su victoria.
Y hay quienes interpretan de nuevo el milagro. El verbo que se traduce «detenerse» en los vv. Jos 10:12, Jos 10:13 también puede traducirse como «dejar, cesar». Por lo tanto, algunos eruditos dicen que Josué pidió que el sol dejara de brillar, no que dejara de moverse. La larga marcha nocturna, cuesta arriba y con armamentos, dejó exhaustas las tropas de Josué, por lo tanto pidió a Dios que el sol dejara de abatir a su ejército antes que el agotamiento los venciera. Josué pedía un día más fresco, no uno más largo.
Por supuesto, no sabemos exactamente qué sucedió. Lo que sí sabemos es que Dios intervino en el curso normal de la naturaleza en el momento justo para dar a los israelitas la victoria sobre sus enemigos. Como lo señala el escritor de Josué, la maravilla principal no es que sucediera un milagro sino que «Jehová prestó atención a la voz de un hombre» (Jos 10:14).
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Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe
Coalición de cinco reyes amorreos (10:1-7).
1Al saber Adonisedec, rey de Jerusalén, que Josué se había apoderado de Hai y que la había dado al anatema – como había hecho con Jericó y su rey, así hizo con Hai y su rey – y que los habitantes de Gabaón habían hecho paces con los de Israel y moraban entre ellos, 2 temieron mucho, porque Gabaón era una gran ciudad, como una de las ciudades reales, más grande todavía que Hai, y sus hombres eran valientes. 3 Adonisedec, rey de Jerusalén, mandó decir a Oham, rey de Hebrón; a Faram, rey de Jerimot; a Jafia, rey de Laquis, y a Davir, rey de Eglón: 4“Subid a mí y prestadme vuestra ayuda para combatir a Gabaón, que ha hecho paces con Josué y con los hijos de Israel.” 5Cinco reyes de los amorreos: el rey de Jerusalén, el rey de Hebrón, el rey de Jerimot, el rey de Laquis y el rey de Eglón, se juntaron y subieron con todos sus ejércitos, y acamparon cerca de Gabaón, asediándola. 6Los de Gabaón mandaron a decir a Josué, al campamento de Galgala: “No dejes de socorrer a tus siervos; sube prestamente a nosotros y socórrenos, porque se han unido contra nosotros todos los reyes de los amorreos que habitan en la montaña.” 7Josué subió a Gálgala, él y todos los hombres de guerra con él, todos los valientes guerreros.
Del rey de Jerusalén – es la primera vez que se hace mención de esta ciudad en la Biblia – partió la iniciativa de una coalición, acaso por ser él el más poderoso de todos o porque se veía más amenazado directamente, por encontrarse Gabaón a diez kilómetros y medio al norte. La ciudad de Jerusalén es conocida en los textos de proscripción con el nombre de Urasalim1. La ciudad fue consagrada a Salem o Salim, nombre de una divinidad que aparece en los documentos acádicos del segundo milenio. Llamóse también Bit Sulman, por el templo al dios Sulman, forma dialectal de Salem 2. Su rey es conocido por Adonisec (“mi Señor es justicia”), que en Jue 1:5 aparece transformado en Adonibézec. En tiempos de Abraham, el rey y sacerdote de Jerusalén era Melquisedec (Gen 14:18). En un principio la ciudad ocupó la cima de la colina del Ofel, al sur del área del templo, entre el torrente Cedrón y el valle del Tiropeón.
Las otras ciudades aliadas de Adonisedec fueron Hebrón, célebre en la vida de los patriarcas (Gen 13:18; Gen 23:2) y de David, a treinta y dos kilómetros al sur de Jerusalén. Jerimot se identifica con la actual Jirbet Yarmuc, en la región entre Hebrón y Gaza. La ciudad de Laquis, hoy Tell Duweir, explorado en los años 1933-1938 por Starkey, alcanzó su período más próspero en la época del Bronce reciente, caracterizada por la dominación egipcia. Según datos de la arqueología, fue destruida entre los años 1230-1200 a.C., es decir, en tiempos de la conquista de Canaán por Josué. Su emplazamiento era estratégico, al pie de la montaña y al comenzar la llanura ondulada que se extiende entre el monte y el litoral mediterráneo 3. La ciudad de Eglón se coloca en tell es-Hesi, a veinticinco kilómetros al nordeste de Gaza. Los cinco reyes sitiaron a Gabaón.
Josué corre en ayuda de Gabaón (Gen 10:8-11).
8Yahvé había dicho a Josué: “No los ternas, porque te los entregaré en tus manos y ninguno de ellos podrá resistir ante ti.” 9Josué se echó sobre ellos de improviso; habían hecho la marcha desde Gálgala, andando toda la noche. 10Yahvé arrojó en medio de ellos la turbación ante Israel, e Israel los derrotó junto a Gabaón; y persiguiéndolos por el camino que va a Betorón, los batió hasta Azeca y Maceda. 11Cuando iban huyendo delante de los hijos de Israel en la bajada de Betorón, Yahvé hizo caer sobre ellos grandes piedras del cielo hasta Azeca, y murieron muchos, siendo más los muertos por las piedras de granizo que los muertos por la espada de los hijos de Israel.
A la angustiosa llamada de los gabaonitas acudió Josué con todo su ejército. Antes de emprender la marcha desde Gálgala, consultó a Yahvé, que le aseguró el éxito de la empresa. Después de una marcha nocturna de unos treinta kilómetros, sorprendió al enemigo de madrugada, derrotándole. En la huida, una furiosa tempestad de piedras y granizo diezmó al ejército enemigo. Se distinguen dos Betorón en el libro, el alto (Gen 16:5) y el bajo (Gen 16:3; Gen 18:13-14), que corresponden, respectivamente, con los actuales Beitur la alta y Beitur la baja, al noroeste de Gabaón. En 1Ma 3:16 se hace mención de Betorón alto.
Hace ver el autor sagrado que la victoria se debe en primer término a Dios, por haber sembrado el pánico entre los confederados, que huyen despavoridos. En la bajada de Betorón sorprendió al enemigo una furiosa tempestad, que presagiaba la derrota; según los antiguos, era la tempestad la manifestación de la ira de Dios (1Sa 7:10-12; Sal 18:11-16; Hab 3:8-10). En los cuatro kilómetros de la cuesta o descensus de Betorón, torrentes de agua bajaban del monte arrastrando tierra y rocas en gran cantidad, mientras el granizo caía abundantemente. Dios luchaba desde el cielo en favor de los israelitas; contra El no había resistencia posible. La intervención del cielo era tanto más manifiesta cuanto que, habiendo pasado la época de las lluvias, no era de esperar que se produjeran precipitaciones, y menos aún grandes tempestades.
Versión épica de la batalla (Hab 10:12-15).
12Aquel día, el día en que Yahvé entregó a los amorreos en las manos de los hijos de Israel, habló Josué a Yahvé, y a la vista de Israel, dijo: “Sol, detente sobre Gabaón; y tú, luna, sobre el valle de Ayalón. 13 Y el sol se detuvo, y se paró la luna, hasta que la gente se hubo vengado de sus enemigos.” ¿No está esto escrito en el libro de Jaser? El sol se detuvo en medio del cielo, y no se apresuró a ponerse, casi un día entero. 14 No hubo, ni antes ni después, día como aquel en que obedeció Yahvé a la voz de un hombre, porque Yahvé combatía por Israel. 15 Josué, con todo Israel, se tornó al campamento, a Caígala.
La espantosa tempestad de granizo que aniquiló al ejército amorreo en la bajada de Betorón era una confirmación manifiesta de que Dios combatía al lado de Israel. Josué persiguió a los reyes confederados hasta Azeca, el actual tell-Zacaría, al nordeste de Laquis (Hab 15:39; 1 Sam 17-1; Jer 34:7) y Maceda, de cuya identificación discuten los autores. Quizá deba emplazarse enjirbet el-Heisum, a tres kilómetros al norte de tell-Zacaría.
El recuerdo de la batalla de Gabaón se conservó entre el pueblo, y los poetas desplegaron en torno a este hecho milagroso su inspiración poética. A este folklore popular y a esta versión épica de la batalla hace referencia el autor sagrado cuando, a continuación del versículo 11, intercala el texto de un cántico antiguo triunfal conservado en el libro de Jaser (2Sa 2:18). No comprendía el pueblo cómo pudo Josué llevar a cabo en el espacio de un solo día tantas hazañas. De ahí que, teniendo en cuenta su condición de profeta y la amistad que le unía a Yahvé, creyera que a su voz se detuvo el sol en su carrera. Con esta inserción, dos cosas ha logrado el autor sagrado: 1) poner de relieve la gran personalidad de Josué, que, como otro Moisés, domina los elementos; 2) recoger en su libro la memoria de una versión poética de un hecho diversas veces celebrado por los vates de Israel. Conforme al texto de esta exaltación poética de la victoria, anota el hagiógrafo, no hubo jamás un día como aquél. Y en verdad que la victoria de Betorón merecía ocupar un lugar destacado en los anales de la historia de Israel, ya que a partir de la misma quedaba abierto al ejército de Israel todo el mediodía de Palestina. Según lo que acabamos de exponer, no caben las objeciones que contra este pasaje han amontonado los críticos independientes, creyendo abrir una brecha en la absoluta inerrancia de los autores sagrados. El autor de nuestro pasaje se ha limitado a registrar en su libro una versión popular y poética de la victoria, sin comprometer su propio juicio acerca de los pormenores de la misma. Como todos sus contemporáneos, creía el autor sagrado en la inmovilidad de la tierra y admitía que el sol daba vueltas alrededor de la misma; pero en este caso concreto no era su intención dar lecciones de orden astronómico, sino simplemente referir una antigua versión épica de la batalla de Gabaón.
Conocido de todos es el incidente de Galileo Galilei (1564-1643) con las congregaciones romanas referentes a este pasaje del libro de Josué, que se produjo por un falso planteamiento del problema de la inerrancia bíblica y por haberse entrometido Galileo en cuestiones teológicas y bíblicas en vez de mantenerse en el terreno científico. En las discusiones con los teólogos romanos declararon éstos que el sistema de Galileo era falso y absurdo en filosofía y formalmente herético, por contradecir a textos bíblicos según su sentido propio y la interpretación unánime de los Padres y doctores de la iglesia. Por el decreto del Santo Oficio de 5 de marzo de 1633 se juzga a Galileo sospechoso de herejía “por creer y retener una doctrina falsa y contraria a las Sagradas Escrituras.” Este decreto no tenía carácter doctrinal, sino disciplinar; no se dictó con el fin de proponer una doctrina, sino como documento en el proceso criminal contra una persona4.
En el caso concreto de Josué no existe ninguna dificultad contra la total inmunidad de error del autor sagrado, quien, como hemos hecho notar, se limita a reproducir, copiar, citar y retransmitir a los lectores la manera como poetas y vulgo representábanse la victoria de Gabaón. Por su parte, el hagiógrafo no emite ningún juicio formal sobre la verdad o error contenidos en esta descripción poética que halló en una colección de himnos patrióticos. En otros lugares bíblicos encontramos también inserciones en el texto de cantos épicos (Exo 15:1; 1Re 8:12), que comienzan exactamente con las mismas frases empleadas en el v.12: “Entonces (en aquel día), el día en que Yahvé.” Esta manera poética de narrar un hecho es corriente en la Biblia y en la literatura del Próximo Oriente, por lo que podemos deducir que se trata de un género literario admitido corrientemente en aquel tiempo Que 5:2ss). De ahí que podamos concluir la presente cuestión con las palabras: “En vez de ir a la caza de explicaciones de orden físico para explicar este pasaje del libro de Josué, mejor sería ver en él un problema literario y admitir, con muchos autores católicos modernos, que se trata de una citación poética que hay que interpretar conforme a las leyes de la poesía.”5
Persecución del enemigo y fin de los cinco reyes (10:16-27).
16Los cinco reyes huyeron y se refugiaron en la caverna de Maceda. 17Se lo comunicaron a Josué, diciendo: “Han sido hallados los cinco reyes, escondidos en la caverna de Maceda.” 18Josué dijo: “Rodad grandes piedras a la boca de la caverna y poned a unos cuantos hombres que la guarden; 19 pero vosotros no os paréis: perseguid al enemigo y picadle la retaguardia; no los dejéis entrar en sus ciudades, porque Yahvé, vuestro Dios, los ha entregado en vuestras manos.” 20Cuando Josué y los hijos de Israel los hubieron enteramente derrotado y batido, hasta exterminarlos, y se refugiaron en las ciudades fuertes los que pudieron escapar, 21se vino todo el pueblo tranquilamente al campamento, a Josué en Maceda, sin que hubiera quien moviese la lengua contra los hijos de Israel. 22Josué dijo: “Abrid la boca de la caverna, sacad a los cinco reyes y traédmelos.” 23Lo hicieron así, llevando a los cinco reyes, que sacaron de la caverna: el rey de Jerusalén, el rey de Hebrón, el rey de Jerimot, el rey de Laquis y el rey de Eglón. 24Una vez delante de Josué, llamó éste a todos los hombres de Israel y dijo a los jefes de los hombres de guerra que le habían acompañado: “Acercaos y poned vuestro pie sobre el cuello.” Ellos se acercaron y pusieron su pie sobre su cuello, 25y Josué dijo: “No temáis y no os acobardéis; sed firmes y valientes, pues así tratará Yahvé a todos vuestros enemigos, contra los cuales combatís.” 26Después Josué hizo darles muerte y los mandó colgar de cinco árboles, y allí estuvieron colgados hasta la tarde. 27Al ponerse del sol los hizo bajar de los árboles y echarlos en la caverna donde se habían escondido, y pusieron a la boca de la caverna grandes piedras, que todavía se ven hoy allí.
Después de la interrupción del relato con la inserción de una tradición poético-popular de la batalla de Gabaón, reanuda el autor sagrado en el v.16 el curso de la historia. Los cinco reyes coligados llegaron a Maceda y se escondieron en una de las cuevas de la región. Derrotado el enemigo, reunióse en Maceda el ejército de Israel con Josué al frente para ajusticiar a los cinco reyes. Siguiendo una antigua costumbre, mandó Josué a los oficiales (qasin), personajes revestidos de dignidad civil y militar (Isa 1:10; Jue 11:6-11), que pusieran su pie sobre el cuello de los reyes derrotados como símbolo de dominio absoluto sobre ellos y en señal de desprecio (Sal 110:1; Isa 51:23; Sal 66:12). Al ponerse el sol debía darse sepultura a los cadáveres, conforme al Deuteronomio (Sal 21:22-23). Las piedras que obturaron la caverna donde fueron arrojados los cinco reyes eran visibles todavía en los tiempos en que se escribió este relato.
Conquista del mediodía de Palestina (Sal 10:28-43).
28Aquel mismo día se apoderó Josué de Maceda y la destruyó con todos los vivientes que en ella había y su rey, pasándola a filo de espada. Dio al anatema la ciudad y a todos los vivientes que en ella había, sin dejar uno solo, y trató a su rey como había tratado al de Jericó. 29Pasó Josué con todo Israel de Maceda a Libna y la atacó. 30 Yahvé la entregó también a las manos de Israel, con su rey, y la pasó a filo de espada a ella y a cuantos en ella había, sin dejar escapar uno, y a su rey le trató como había tratado al de Jericó. 31Pasó luego Josué, y con él todo Israel, de Libna a Laquis, y la atacó, acampando ante ella. 32Yahvé entregó a Laquis en las manos de Israel, que la tomó al segundo día y la pasó a filo de espada, con todos los vivientes que en ella había, como había hecho en Libna. 33Entonces Horam, rey de Gazer, subió para socorrer a Laquis; pero Josué le derrotó a él y a su pueblo, sin dejar escapar a nadie. 34Josué, y con él todo Israel, pasó de Laquis a Eglón; pusieron su campo junto a la ciudad y la atacaron. 35Aquel mismo día la tomaron y pasaron a filo de espada a todos los vivientes que había en ella, y la dieron al anatema, como habían hecho con Laquis. 36Josué, con todo Israel, subió de Eglón a Hebrón y atacaron la ciudad; 37tomada, la pasaron a filo de espada a ella y a su rey, a todas las ciudades de ella dependientes y a todos los vivientes que en ellas se hallaban, sin dejar a nadie, como lo había hecho Josué en Eglón, y la dio al anatema con todos los vivientes que en ella había. 38Josué, y todo Israel con él, se volvió contra Dabir y la atacó; 39tomada, con su rey y todas las ciudades de ella dependientes, las pasaron a filo de espada, y dieron al anatema a todos los vivientes que allí había, sin dejar escapar a nadie. Josué trató a Dabir y a su rey corno había tratado a Hebrón. 40Josué batió toda la tierra, la montaña, el mediodía, los llanos y las pendientes, con todos sus reyes, sin dejar escapar a nadie y dando al anatema a todo viviente, como lo había mandado Yahvé, Dios de Israel. 41Batiólos Josué desde Cadesbarne hasta Gaza y todo el territorio de GosénhastaGabaón.42 Josué tomo a todos sus reyes y toda su tierra en una sola expedición, porque Yahvé, Dios de Israel, combatió por Israel. 43Después Josué, y todo Israel con él, tornó al campamento, a Gálgala.
El escritor sagrado se limita a una descripción esquemática, estereotipada y con profusión de hipérboles de la campaña del mediodía de Palestina. Sin descender a detalles, da un concepto breve de la campaña relámpago de Josué, a quien asistía Dios para asegurar el éxito. No es probable que Josué sometiera en dos días a todos los enemigos del sur y expugnara todos sus ciudades, muchas de las cuales estaban sólidamente fortificadas. Es muy posible que éstas resistieran a los asaltantes y no se entregaran sino después de feroz resistencia. El género literario histórico empleado en este relato puede fácilmente inducir a error si no se tienen en cuenta los modos peculiares de narrar y decir en uso en aquello tiempos de la antigüedad oriental. Sin preocuparse de los pormenores, ha resumido el hagiógrafo la conquista de las ciudades del mediodía de Palestina, que fue rápida, decisiva para el porvenir y victoriosa frente a un enemigo superior en número y en armas. La razón de este éxito radica en la intervención directa de Dios, que nunca faltaba mientras Israel permanecía fiel a las leyes de la alianza. En breves pinceladas se resume una campaña larga y penosa. El método histórico adoptado lleva al hagiógrafo a repetir la conquista de Maceda, que en los versículos anteriores (16-19) se supone ya subyugada. El rey de Hebrón de que se habla en el v.37 era el sucesor del que fue ajusticiado en Maceda. A la gran figura de Josué se atribuyen victorias logradas por otros, a la manera como a la acción y actividades de Moisés se atribuye toda la legislación israelita. El método esquemático empleado se basa en una visión profética de la historia considerada en su unidad. Los comienzos humildes, desde el punto de vista de los designios de Dios, son ya realizaciones futuras. Al principio de la conquista de Canaán, el autor sagrado contempla el descanso de Israel en la tierra que Dios le da 6.
Quien siga la campaña de Josué en el mediodía de Palestina sobre un mapa verá los desplazamientos en forma de S del jefe israelita. De Maceda (Jirbet el-Heisum) pasa a Libna, en la Sefela, en la desembocadura del valle de Elah (Sal 15:42; Sal 21:13), cuyo lugar ocupa hoy Tell Bornat, a nueve kilómetros al sur de tell es-Safi. De Libna desciende a Laquis. A su ayuda corrió el rey de Gazer o Gezer, ciudad a veintiocho kilómetros al sudoeste de Jafa. La ciudad de Dabir se encontraba en la montaña de Judá, al sudoeste de Hebrón, hacia el Negueb (Sal 12:13; Sal 15:49; Jue 1:11). Actualmente prevalece la sentencia de identificar su emplazamiento con tell Beit Mirsim7. Del examen de las ruinas de la ciudad se deduce que en la misma se produjo una gran devastación hacia el año 1225 a C., contemporáneamente a la campaña bélica de Josué por el mediodía de Palestina. Las excavaciones arqueológicas de Laquis y Dabir confirman el relato histórico de la conquista de Canaán en los alrededores del año 1200 a.C. 8
Fuente: Biblia Comentada
— Jerusalén: Esta ciudad, que en su día será conquistada por David (ver 2Sa 5:7) y convertida en capital de todos los israelitas, era todavía una ciudad ocupada por los jebuseos.
— consagrado al exterminio: Ver Introducción general al libro y segunda nota a Jos 2:10.
Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana
Batalla en Gabaón. 1-7 La conquista de Hai por Josué y, sobre todo, la sumisión de Gabaón, apresuraron al alarmado rey de Jerusalén pa ra formar una alianza con cuatro otras ciudades reales y sitiar Gabaón. Las ciudades-estado en el mundo de Israel con frecuencia unían fuerzas para resistir a un enemigo (cf. Gén. 14:1-3). De una car ta en la correspondencia Amarna (c. 1350 a. de J.C.), se puede inferir que Gabaón era parte de un reino de Jerusalén que incorporaba la mayor parte del territorio montañoso de Judea. Enfrentado con el ataque de esta coalición poderosa, Gabaón apeló a Josué para cumplir la obligación del tratado de Israel y venir en su ayuda. Israel respondió a esta primera prueba verdadera de su temple.
El rey de Jerusalén, Adonisedec (que significa “mi Señor es justo”), gobernaba sobre una ciudad compuesta de amorreos y heteos, ambos pueblos “dedicados” por muerte a Dios (ver sobre 6:15-21; cf. Deut. 7:1). La perspectiva del mundo de Adonisedec le impidió entender que las victorias de Israel las debían al Señor, no a Josué, y así desde su marco de referencia era asunto de reunir ejércitos contra ejércitos. A diferencia de los gabaonitas, que habían oído la fama de Jehovah (9:9, 10), él había oído de la fama de Josué. Los hombres … valientes del rey (2), como los caballeros medievales (cf. “hombres de guerra” 6:2), estaban entrenados y eran lo suficientemente ricos para equiparse bien. En este tiempo los egipcios controlaban Canaán y Laquis (la moderna Tell ed-Duweir) era su capital provincial.
8-15 El campo de batalla de Gabaón proporcionó un escenario donde el guerrero divino hizo maravillas. Este es el tercero y último acto de las intervenciones asombrosas del Señor a favor de Israel (cf. caps. 3; 4; 6). En las mejores tradiciones de la guerra santa, el Señor daba instrucciones, probablemente después de ser consultado; ordenaba a Israel no temer, prometiéndole la victoria (8); turbó con pánico al enemigo mientras Josué los tomaba por sorpresa después de ascender colina arriba toda la noche, 35 km. sinuosos desde Gilgal a Hebrón (9-10); e hizo llover piedras de granizo mortales sobre los derrotados enemigos que huían hacia sus for talezas al pie de las montañas (11) (cf. Exo. 14:24; Jue. 4:15; Sal. 77:17-19). Reflexionando sobre este drama, Isaías habla del Señor como levantándose a sí mismo (Isa. 28:21).
El narrador guarda la escena más espectacular para el final: la victoria en el paso de Bet-jorón (12-15). En esta escena, el séquito del Señor, el sol y la luna, desempeñan papeles de apoyo para Josué. Los cananeos, que venían subiendo por las laderas desde el occidente de Gabaón (a los cuales Josué había llevado alivio después de su ascenso fatigoso de toda la noche), estaban viendo hacia el oriente el sol cegador sobre Gabaón cuando empe zó la batalla. Para mantener la ventaja, Josué, orando al Señor, ordenó al sol y a la luna, como subordinados del Señor, detenerse hasta que Israel se hubiera vengado a sí mismo (es decir, defensivamente vindicar su soberanía) de su enemigo. En forma asombrosa el Señor sometió a estos ayudantes celestiales a la voz de mando de un hombre sobre el escenario terrestre. El sol pudo haber sido la deidad principal en Gabaón, como la luna lo era en Jericó (ver 6:1). El narrador cita su fuente, el libro de Jaser (“El libro del justo”), un relato antiguo y probablemente poético o colección de cantos épicos nacionales celebrando a los héroes de Israel (cf. 2 Sam. 1:18-27).
Ha habido muchos intentos de traducir el heb. de los vv. 12, 13 para proporcionar una interpretación más naturalista del evento. Algunos eruditos creen que se refiere a un eclipse solar. Otros sugieren que el sol dejó de brillar, no de moverse, y que casi un día entero debe traducirse “como cuando el día ha terminado”. Una forma ligeramente modificada de esta posición, sostiene que el texto se refiere a una granizada muy temprano en la mañana que oscureció el cielo hasta que el enemigo fue vencido y traduce el v. 13: “El sol dejó de brillar en medio del cielo y no se apresuró a salir (así como era) como cuando el día ha terminado.” Aunque las palabras heb. que se traducen pararse y detenerse pueden significar “dejar de brillar”, especialmente en poesía, el calificativo prosaico del narrador a se detuvo en el v. 13b, en medio del cielo, en lugar de dejó de “brillar”, parece favorecer la interpretación tradi cional. De la misma manera, tomar las palabras que se traducen en la RVA no se apresuró a ponerse como “no se apresuró a aparecer” es forzar el significado del heb. Esta interpretación, aunque in geniosa, parece motivada no por una lectura normal del texto, sino por un intento de satisfacer las reglas de la ciencia. Ha habido también intentos de clasificar este pasaje como un mito historicista (ver R. G. Boling en Anchor Bible ), pero esa interpretación socava la credibilidad del autor inspirado.
Otros eruditos han rechazado explicaciones científicas considerando “el fenómeno como uno de los milagros numerosos de los cuales nos habla la Biblia … una ’señal’ de la intervención divina extraordinaria que imparte una gracia inmerecida para el hombre e inconcebible en cualquier otra forma” (J. A. Soggin, Joshua [SCM, p. 123]). La orden de Josué al sol ha sido comparada con la oración de Agamenón a Zeus de no permitir que el sol se pusiera antes que los aqueos resultaran victoriosos.
16-21 Se reanuda ahora la epopeya de la batalla de Gabaón. Josué no detuvo a su ejército para ejecutar a los cinco reyes que, de acuerdo con los informes de su servicio de inteligencia se habían es condido en la cueva de Maqueda. Por el contrario, ordenó que una unidad bloqueara la entrada con piedras grandes y la guardaran, mientras su fuerza principal perseguía a los cananeos cortándoles la retirada a sus ciudades fortificadas en el occidente. Sin embargo, algunos escaparon (cf. vv. 28-39). Entonces las tropas volvieron al campamento ahora en Maqueda. Nadie se atrevió a criticar a uno solo de los hombres de este ejército vencedor (cf. Exo. 11:7, donde “ladrar” representa la misma palabra heb. que aquí se traduce dijera algo). Con esa reputación, pronto tendrían reposo.
22-27 Ahora era tiempo de matar a los cinco reyes. Josué usó la ocasión para fortalecer espiritualmente a sus tropas para las batallas futuras. Ante todo el ejército, instruyó a sus jefes para que si guieran una costumbre antigua ampliamente difundida de colocar sus pies sobre los cuellos de los reyes humillados (cf. 1 Rey. 5:3; Sal. 110:1; 1 Cor. 15:25-28). Como el Señor le había ordenado al principio de la conquista (1:8), Josué ahora les ordenaba a ellos no temer, porque estos reyes eran prenda de las futuras victorias de Dios. Luego Josué los mató. Como hizo con el rey de Hai, mantuvo a estos reyes colgados hasta la noche como un espectáculo público para inducir el temor del Señor, no de los cananeos. Las piedras frente a la cueva sirvieron como otro memorial de la conquista asombrosa de Josué (cf. 4:5-7). La ejecución de los reyes prefigura la humillación y la derrota de Satanás (cf. Gén. 3:15).
Fuente: Nuevo Comentario Bíblico Siglo Veintiuno
10.5-8 Esta coalición de reyes enemigos del sur en realidad ayudó a Josué y a su ejército. Ya que los enemigos estaban unidos y atacando a Gabaón, Josué no tenía que gastar el tiempo y los recursos requeridos para llevar a cabo campañas individuales en contra de cada ciudad fortificada representada en aquella coalición. Josué enfrentó a esta coalición de ejércitos con confianza y la derrotó en una sola batalla porque confiaba en que Dios le daría la victoria a Israel.10.6, 7 La respuesta de Josué pone de manifiesto su integridad. Después de haber sido engañado por los gabaonitas, Josué y los líderes podrían haber sido lentos en su intento de rescatarlos. En su lugar, respondieron inmediatamente a su pedido de ayuda. ¿Cuán deseoso estaría usted de ayudar a alguien que lo hubiera engañado, aun cuando ya lo hubiese perdonado? Deberíamos tomar nuestra palabra con la misma seriedad que Josué.10.12-14 ¿Cómo se detuvo el sol? Por supuesto, en relación con la tierra, el sol siempre está en un solo lugar, es la tierra la que gira alrededor del sol. Pero la terminología usada en Josué no debe hacernos dudar del milagro. Después de todo, no nos confunde cuando alguien nos dice que el sol sale o se pone. Lo importante es que el día fue prolongado, no que Dios haya usado un método determinado para hacerlo. Se han dado dos explicaciones de la manera en que ocurrió este evento: (1) Una disminución de velocidad de la rotación normal de la tierra le dio a Josué más tiempo, según parece indicar el lenguaje hebreo original. (2) Una refracción poco común de los rayos del sol dio horas adicionales de luz. Sea cual haya sido el método que escogió Dios, la Biblia dice claramente que el día se prolongó gracias a un milagro, y que la intervención de Dios cambió la suerte de la batalla a favor de su pueblo.10.13 El libro de Jaser (también mencionados en 2Sa 1:18) posiblemente haya sido una colección de sucesos históricos musicalizados. Muchas partes de la Biblia contienen citas de libros anteriores, canciones, poemas u otros materiales orales y escritos. Debido a que Dios dirigió al escritor de este libro a escoger este material, su mensaje llega con autoridad divina.10.24 El poner el pie sobre el cuello del cautivo era una costumbre militar común en el antiguo Cercano Oriente. Simbolizaba el dominio del victorioso sobre sus cautivos. Estos reyes soberbios habían fanfarroneado acerca de su poder. Ahora todo Israel podía ver que Dios era superior a cualquier ejército terrenal.10.25 Con la ayuda de Dios, Israel ganó la batalla contra cinco ejércitos amorreos. Tal triunfo era parte de la rutina diaria de Dios al trabajar con su pueblo para ganar la victoria. Josué dijo a sus hombres que nunca tuvieran miedo, porque Dios les daría victorias similares sobre todos sus enemigos. Dios nos ha protegido muchas veces y ha ganado victorias para nosotros. El mismo Dios que le dio poder a Josué y que nos ha guiado en el pasado nos ayudará con nuestras necesidades presentes y futuras. Acordarnos de su ayuda en el pasado nos dará esperanza para las luchas que nos esperan.10.32 Note que en cada victoria israelita, el texto le da el mérito a Dios. Todas las victorias israelitas venían del Señor. Cuando tenemos éxito somos tentados a apropiarnos del mérito y la gloria, como si lo hubiéramos logrado por nuestra propia cuenta, en nuestras propias fuerzas. En realidad, Dios nos da las victorias, y sólo El nos libra de nuestros enemigos. Deberíamos darle el mérito a El y alabarle por su bondad.10.40-43 Dios había mandado a Josué que eliminara el pecado de la tierra para que el pueblo de Dios pudiera ocuparla. Josué llevó a cabo este trabajo a la perfección, guiando al ejército unido para debilitar a los habitantes. Cuando Dios nos ordena eliminar el pecado de nuestras vidas, no debemos detenernos para discutir, considerar opciones, negociar un arreglo, ni racionalizar. Más bien, como Josué, nuestra respuesta debe ser pronta y completa. Debemos ser firmes en evitar relaciones y actividades que nos pueden conducir al pecado.
Fuente: Comentarios de la Biblia del Diario Vivir
REFERENCIAS CRUZADAS
a 354 Jos 8:2
b 355 Jos 8:24
c 356 Jos 6:21
d 357 Jos 6:2
e 358 Jos 8:29
f 359 Jos 9:15; Jos 11:19
Fuente: Traducción del Nuevo Mundo
Jerusalén. Jerusalén (« fundamento de la paz» ) estaba al sudeste de Gabaón y era la ciudad de los jebuseos. Esta es la primera mención de Jerusalén en el A.T. En la época de Abraham se llamaba Salem (Gn 14:18). Posteriormente fue conocida como Jebús (Jue 19:10, 11; 1 Cr 11:4). Jerusalén tenía valles profundos al este, oeste y sur, pero era vulnerable por el norte. Fue de esta dirección que vendrían los israelitas.
Fuente: La Biblia de las Américas
La noticia del pacto entre los gabaonitas e israelitas provocó que cinco reyes de los amorreos se uniesen y atacasen a los gabaonitas quienes entonces pidieron ayuda a Josué.
Fuente: Biblia de Estudio Anotada por Ryrie
O, dedicado al anatema
Lit., entre ellos
Fuente: La Biblia de las Américas
[.] El sol de Gabaón causó bastante preocupación a los que tomaban al pie de la letra todo lo que encontraban en la Biblia. Unos pensaron que el sol se había detenido en el cielo. Más tarde, cuando se descubrió que la tierra es la que gira en torno al sol, pensaron que la tierra se había detenido en su rotación. Pero eso tampoco se puede aceptar si la tierra se detuviera, todo quedaría destruido por efecto de la velocidad. Entonces… entonces hay que recalcar que la Biblia cita aquí un libro poético, el , y que los poetas hablan con su imaginación y no a la manera de los historiadores o científicos. Hay otras explicaciones valiosas tal vez el poeta no ordenaba al sol que se detuviera, sino que detuviera su luz; Josué pediría que las nubes de la tempestad oscurecieran el cielo todo el día, facilitando con esto su golpe imprevisto.
Fuente: Notas de la Biblia Latinoamericana
[7] Los demás custodiaban el campamento.[10] 1 Sam 7, 10; Is 28, 21.[12] Animado de viva fe y deseoso de exterminar antes del anochecer a los enemigos. El milagro del sol, considerado durante mucho tiempo uno de los grandes problemas de interpretación por sus implicaciones cósmicas, se explica hoy como una interesante imagen poética: El Sol y la Luna no son los astros, sino las divinidades de los enemigos a quienes se les ordena callarse y quedarse quietos hasta la victoria del Señor.[24] Moisés había predicho este suceso que ejecutó Josué por inspiración de Dios, quien quiso castigar la impiedad de aquellos reyes. Deut 33, 29.[26] Según la orden de Dios.[27] Deut 21, 23.[30] Jos 6, 2.