Comentario de Josué 1:1 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia
Aconteció después de la muerte de Moisés, siervo de Jehovah, que Jehovah habló a Josué hijo de Nun, ayudante de Moisés, diciendo:
RESUMEN DE JOSUE
El Libro de Josué es uno de los documentos más importantes en el Antiguo Testamento. La rápida conquista de la Tierra Prometida, y el asentamiento real de los israelitas en ella, proporcionan un sorprendente logro de las predicciones Divinas para Abraham y los patriarcas sucesivos; y al mismo tiempo contiene el testimonio más inequívoco y amplio de la autenticidad de este libro sagrado. Varios de los acontecimientos narrados en él se confirman de una manera muy extraordinaria, por las tradiciones actuales entre las naciones paganas, y preservadas por antiguos historiadores profanos de carácter indudable.Por lo tanto, todavía hay monumentos que demuestran que los cartagineses eran una colonia de sirios que escaparon de Josué; como también que los habitantes de Leptis, en África, vinieron originalmente de los sidonios, que abandonaron su país a causa de las calamidades con las que fue abrumado. Procopio cuenta que los fenicios huyeron antes que los hebreos a África y se dispersaron hasta las columnas de Hércules; y agrega: «En Numidia, donde ahora se encuentra la ciudad de Tigisis (Tánger), han erigido dos columnas, en las cuales, en caracteres fenicios, está la siguiente inscripción: Somos los fenicios que huimos del rostro de Jesús (Josué) el hijo de Naue (Nun).»
Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico
siervo de Jehová. Jos 12:6; Deu 33:1; Deu 34:5; Hch 13:36, Hch 13:37; Rom 1:1; Tit 1:1; Stg 1:1; Apo 1:18.
Josué. Éxo 17:9-13; Núm 13:8, Núm 13:16; Deu 1:38; Deu 31:3, Deu 31:23; Deu 34:9; Hch 7:45.
servidor, o ayudante de Moisés. Éxo 24:13; Núm 11:28; 1Re 19:16; 2Re 3:11; 2Re 4:27-29; 2Re 5:25-27; Mat 20:26, Mat 20:27; Luc 16:10.
Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico
El libro de Josué.
El Señor escoge a Josué para ocupar el lugar de Moisés, Jos 1:1-2.
Las fronteras de la tierra prometida, Jos 1:3-4.
Dios promete respaldar a Josué, Jos 1:5-7.
Le da instrucciones, Jos 1:8-9.
Josué prepara al pueblo para cruzar el Jordán, Jos 1:10-11.
Les recuerda a las dos tribus y media de su promesa a Moisés, Jos 1:12-15.
Ellos le prometen lealtad, Jos 1:16-18.
Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico
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EL LIBRO DE JOSUÉ DESCRIBE LA CONQUISTA DE CANAÁN POR LOS israelitas, desde la invasión inicial por el río Jordán hasta la división final de la tierra. Como la mayoría de las historias militares, el libro de Josué se centra en el comandante, aunque en esta singular guerra, el comandante es Dios mismo (Jos 5:15). El libro enfatiza varias veces que las victorias de los israelitas se debían a la intervención divina (caps. Jos 10:1-43 y Jos 11:1-23). La victoria extraordinaria sobre Jericó demostró esto de forma espectacular (cap. Jos 6:1-27). Ahora Dios obraba decididamente de acuerdo con las promesas que le había hecho a Abraham: ¡Él le daba la tierra de Canaán a su pueblo! El libro de Josué lo describe como un Dios que cumple sus promesas fielmente.
Los sucesos del libro de Josué ocurrieron en menos de diez años, cuarenta años después del éxodo, probablemente alrededor de 1406 a.C. Caleb afirmó (Jos 14:7-10) que habían pasado 45 años desde que se le envió de Cades-barnea a espiar la tierra (Núm 13:1-33). Como los israelitas pasaron 38 años vagando por el desierto (Deu 2:14), entonces desde que cruzaron el río Jordán hasta la conversación de Caleb habían pasado siete años. La mayoría de los sucesos de este libro ocurrieron durante ese período.
Varios eruditos han sugerido que la conquista de Canaán se realizó entre 1250 y 1150 a.C. debido a que existe evidencia arqueológica de la destrucción de ciudades cananeas en ese tiempo. Sin embargo, estas opiniones presentan ciertos problemas, el más importante es que los israelitas destruyeron sólo tres ciudades durante su conquista (Jericó, Hai y Hazor). Dios les prometió que vivirían en ciudades que no construyeron, disfrutarían de campos que no sembraron y cosecharían fruta que no plantaron (Deu 6:10, Deu 6:11). Por lo tanto, los israelitas pelearon la mayoría de las veces en los campos fuera de las ciudades. La extensa destrucción de ciudades cananeas que los arqueólogos encontraron puede datar del tiempo de los jueces. Durante ese período, Dios permitió que los invasores extranjeros devastaran los campos y las ciudades para disciplinar a su pueblo rebelde.
Pequeños resúmenes contenidos en Josué a menudo dan la impresión de que en las campañas de conquista, los israelitas vencían a los cananeos con una fuerza superior, lo que infringía una serie de derrotas totales. El capítulo Jos 10:1-43 es un ejemplo de ello. Pero el libro de Josué en general no describe a Israel al ganar un ataque ofensivo frontal mediante una fuerza superior, al contrario, bajo la dirección de Dios, Israel usó varios medios de ataque como emboscadas y diversas tácticas para derrotar a sus enemigos. A pesar de ello, Josué Jos 16:10 y Jue 1:1-36 indican que los israelitas no conquistaron Canaán completamente.
Aún había cananeos morando en la tierra. Sin embargo, Dios sí dio gran parte de la tierra de Canaán a los israelitas mediante una serie de batallas espectaculares en un período relativamente corto. Dios fue fiel a sus promesas.
Los dos temas más importantes de Josué son la posesión de la tierra y el pacto. Dios le prometió la tierra de Canaán a Abraham repetidas veces (Gén 12:7; Gén 13:14, Gén 13:15, Gén 13:16; Gén 15:18-21; Gén 17:8; Gén 22:17), a Isaac (Gén 26:3, Gén 26:4), a Jacob (Gén 28:4, Gén 28:13; Gén 35:12), y a las generaciones futuras (Gén 48:4-22; Gén 50:24). El libro de Josué recalca que la conquista de Canaán fue un directo cumplimiento de esa promesa. Dios peleaba por los israelitas y les daba la tierra en el proceso. Debido a que demostró su fidelidad a Israel, Dios esperaba que este fuera fiel a su pacto. La posesión de la tierra se basaba en la obediencia de Israel a la Ley de Dios (Jos 23:9-13, Jos 23:15, Jos 23:16; Deu 4:1, Deu 4:25-27, Deu 4:40; Deu 6:17, Deu 6:18). Ciertamente el libro de Josué describe la posesión total de la tierra como resultado de la obediencia de este a los mandamientos de Dios (Jos 10:40; Jos 11:20, Jos 11:23; Jos 23:9-13).
La conquista de la tierra permitió a Israel experimentar el descanso de Dios, el cual prometió a los israelitas desde el principio (Jos 1:13, Jos 1:15; Jos 11:23; Jos 14:15; Jos 21:44; Jos 22:4; Jos 23:1). «Y Jehová les dio reposo alrededor, conforme a todo lo que había jurado a sus padres» (Jos 21:44). El autor de Hebreos compara este concepto de reposo del AT. con entrar en el reposo de Cristo, esto es, en su reino (Heb 3:1-19; Heb 4:1-16).
Además de recalcar la importancia de la fidelidad al pacto (Jos 1:7, Jos 1:8; Jos 22:5; Jos 23:6, Jos 23:16; Jos 24:15), Josué deja constancia de dos ceremonias dedicadas a la renovación del pacto. La primera se realizó en el monte Ebal. Allí Josué construyó un altar al Señor, ofreció sacrificios y copió y leyó la Ley de Moisés (Jos 8:30-35). La segunda, en Siquem (cap. Jos 24:1-33), donde Josué escribió las palabras de la renovación del pacto de Israel en «el Libro de la Ley de Dios» y erigió una gran piedra como testigo de ese acuerdo (Jos 24:25-27). Ambas ceremonias grabaron en la mente y el corazón del pueblo su responsabilidad de seguir sólo a Dios y guardar sus instrucciones. Al final de la conquista los israelitas se enfrentaron a un nuevo reto. La batalla ya no era intensa y los israelitas tenían que demostrar su fidelidad a Dios en las actividades de su vida diaria.
Este libro lleva el nombre del personaje más importante en él, el sucesor de Moisés y líder de Israel durante la conquista de Canaán. Apropiadamente el nombre de Josué en hebreo significa «Jehová es Salvación».
El libro de Josué no dice quién lo escribió. Indudablemente Josué mismo escribió parte de él como lo muestra el versículo Jos 24:26 : «y escribió Josué estas palabras en el libro de la ley de Dios». Pero no es seguro cuánto más del resto del libro escribió. Para la fecha en que se escribió, el versículo Jos 6:25 informa que Rahab vivía en Israel «hasta este día». Esto puede indicar que porciones del libro (si no todo él) se escribieron justo después de los eventos registrados. Pero también podría significar que los descendientes de Rahab aún vivían en Israel para el tiempo de la escritura.
Bosquejo
I. Conquista de la tierra Jos 1:1-18; Jos 2:1-24; Jos 3:1-17; Jos 4:1-24; Jos 5:1-15; Jos 6:1-27; Jos 7:1-26; Jos 8:1-35; Jos 9:1-27; Jos 10:1-43; Jos 11:1-23; Jos 12:1-24
A. Preparativos para entrar a la tierra Jos 1:1-18
B. Dos espías en Jericó Jos 2:1-24
C. Al cruzar el Jordán Jos 3:1-17; Jos 4:1-24; Jos 5:1
D. Preparativos ceremoniales Jos 5:2-15
E. Conquista de Jericó Jos 6:1-27
F. Desobediencia del pacto y conquista de Hai Jos 7:1-26; Jos 8:1-29
G. Confirmaciones del pacto Jos 8:30-35
H. Alianza con los gabaonitas Jos 9:1-27
I. Campañas del norte y del sur Jos 10:1-43; Jos 11:1-23
1. Victoria sobre la coalición del sur Jos 10:1-27
2. Conclusión de la campaña del sur Jos 10:28-43
3. Victoria sobre la coalición del norte Jos 11:1-15
4. Conclusión de la campaña del norte Jos 11:16-23
J. Lista de los reyes y ciudades conquistadas Jos 12:1-24
1. Los reyes y la tierra al este del Jordán Jos 12:1-6
2. Los reyes y la tierra al oeste del Jordán Jos 12:7-24
II. División de la tierra Jos 13:1-33; Jos 14:1-15; Jos 15:1-63; Jos 16:1-10; Jos 17:1-18; Jos 18:1-28; Jos 19:1-51; Jos 20:1-9; Jos 21:1-45
A. El mandato de distribuir la tierra Jos 13:1-7
B. La tierra al este del Jordán Jos 13:8-33
C. La distribución al oeste del Jordán Jos 14:1-15; Jos 15:1-63; Jos 16:1-10; Jos 17:1-18; Jos 18:1-28; Jos 19:1-51
1. Introducción Jos 14:1-5
2. La herencia de Caleb Jos 14:6-15
3. La herencia de Judá Jos 15:1-63
4. La herencia de José Jos 16:1-10; Jos 17:1-18
5. La herencia de las otras tribus Jos 18:1-28; Jos 19:1-51
D. Las ciudades de refugio y las ciudades de los levitas Jos 20:1-9; Jos 21:1-45
III. Despedida de Josué Jos 22:1-34; Jos 23:1-16; Jos 24:1-33
A. Despedida de Josué a las tribus del este del Jordán Jos 22:1-34
B. Primera despedida de Josué a todo Israel Jos 23:1-16
C. Segunda despedida de Josué a todo Israel Jos 24:1-28
1. Introducción y evaluación del pasado Jos 24:1-13
2. Confirmaciones del pacto Jos 24:14-28
D. Conclusión: muerte y entierro de Josué Jos 24:29-33
Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe
Josué comienza donde termina Deuteronomio, después de la muerte de Moisés. Moisés es la figura central en la narración que abarca desde Éxodo hasta Deuteronomio. A él se le llama siervo de Jehová, título que recibió al final de su vida (Deu 34:5). En el libro de Josué, se le llama así 15 veces. En las Escrituras en hebreo se les da este título sólo a Moisés, Josué (Jos 24:29; Jue 2:8), David (Sal 18:1; Sal 36:1), y al Mesías (Isa 42:19).
Josué hijo de Nun: identificar a alguien añadiendo el nombre de su padre era el equivalente hebreo al apellido. Josué era el servidor de Moisés (Éxo 24:13; Núm 11:28). La palabra hebrea usada para servidor generalmente se refiere a servicio de adoración, pero también significa servir a un individuo, como lo es en este caso (véase 1Re 19:21). A Josué no se le identifica aquí como «el servidor de Jehová», probablemente para mostrar que él aún no ocupaba el puesto de Moisés. Él necesitaba acostumbrarse al trabajo. Incluso Deu 34:9 alude a que Josué haría justo esto: «Y Josué hijo de Nun fue lleno del espíritu de sabiduría, porque Moisés había puesto sus manos sobre él; y los hijos de Israel le obedecieron, e hicieron como Jehová mandó a Moisés».
Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe
JOSUÉ HIJO DE NUN. Josué había sido un fiel ayudante personal de Moisés durante los cuarenta años que anduvieron errantes por el desierto (Éxo 17:8-13; Éxo 24:13; Éxo 32:17-19; Núm 13:8; Núm 13:16). Como hombre lleno del Espíritu, a él se le había nombrado sucesor de Moisés (Núm 27:18-23; Deu 34:9). Ahora Dios estaba llamándolo a llevar a su pueblo a la tierra prometida (véanse Gén 12:6-7; Gén 15:18-21). El nombre Josué significa «el Señor salva» (o «el Señor es salvación»).
La forma griega de ese nombre es «Jesús» (véase Mat 1:21, nota). Josué es un tipo (o representante) de Jesucristo por cuanto condujo al pueblo de Dios a la tierra prometida y a la victoria sobre sus enemigos (Heb 4:1; Heb 4:6-8; véase el ARTÍCULO CRISTO EN EL ANTIGUO TESTAMENTO, P. 488. [2Re 5:14]). La conquista de Canaán (Palestina) comenzó alrededor 1405 a.C.; el liderazgo de Josué en Israel abarcó cerca de veinticinco años.
Fuente: Biblia de Estudio Vida Plena
Introducción a Josué
Bosquejo
I. Preparación para entrar, y entrada a Canaán (Jos 1:1-18; Jos 2:1-24; Jos 3:1-17; Jos 4:1-24; Jos 5:1-15)
A. Dios da la comisión a Josué (Jos 1:1-9)
B. Las preparaciones para el cruce del Jordán (Jos 1:10-18; Jos 2:1-24; Jos 3:1-13)
C. Cruce del río Jordán (Jos 3:14-17; Jos 4:1-24)
D. Circuncisión, pascua y encuentro en Gilgal (Jos 5:1-15)
II. La conquista de la Tierra Prometida (Jos 6:1-27; Jos 7:1-26; Jos 8:1-35; Jos 9:1-27; Jos 10:1-43; Jos 11:1-23; Jos 12:1-24; Jos 13:1-7)
A. Conquistas en el centro de Canaán (Jos 6:1-27; Jos 7:1-26; Jos 8:1-35)
1. Victoria en Jericó (Jos 6:1-27)
2. Derrota en Hai por causa del pecado de Acán (Jos 7:1-26)
3. Victoria en Hai (Jos 8:1-29)
4. Adoración y renovación del pacto en Siquem (Jos 8:30-35)
B. Conquistas en el sur de Canaán (Jos 9:1-27; Jos 10:1-43)
1. Tratado con los gabaonitas (Jos 9:1-27)
2. Destrucción de la coalición amorrea (Jos 10:1-43)
C. Conquistas en el norte de Canaán (Jos 11:1-15)
D. Compendio de los territorios conquistados (Jos 11:16-23; Jos 12:1-24)
E. Compendio de los territorios sin conquistar (Jos 13:1-7)
III. División de la herencia (Jos 13:8-33; Jos 14:1-15; Jos 15:1-63; Jos 16:1-10; Jos 17:1-18; Jos 18:1-28; Jos 19:1-51; Jos 20:1-9; Jos 21:1-45; Jos 22:1-34)
A. Tribus al este del Jordán (Jos 13:8-33)
B. Tribus al oeste del Jordán (Jos 14:1-15; Jos 15:1-63; Jos 16:1-10; Jos 17:1-18; Jos 18:1-28; Jos 19:1-51)
C. Asignaciones especiales (Jos 20:1-9; Jos 21:1-45)
1. Las seis ciudades de refugio (Jos 20:1-9)
2. Las ciudades de los levitas (Jos 21:1-45)
D. Regreso de las tribus al este (Jos 22:1-34)
IV. Mensajes de despedida de Josué (Jos 23:1-16; Jos 24:1-28)
A. Se dirige a los gobernantes de Israel (Jos 23:1-16)
B. Se dirige a toda Israel; renovación del pacto en Siquem (Jos 24:1-28) Conclusión (Jos 24:29-33)
A. Muerte y entierro de Josué (Jos 24:29-31)
B. Entierro de los huesos de José (Jos 24:32)
C. Muerte y entierro de Eleazar (Jos 24:33)
Autor : Josué
Tema : Conquista de Canaán Fecha: Siglo XIV a.C.
Trasfondo
El libro de Josué es una continuación de la historia del Pentateuco. Registra el cruce del río Jordán por Israel para entrar en Canaán después de la muerte de Moisés, como también la conquista y el establecimiento en Canaán de las doce tribus bajo el liderazgo de Josué. La fecha bíblica de la invasión de Canaán por Israel es cerca de 1405 a.C. El libro cubre los 25 a 30 años siguientes de la historia de Israel, contando la manera como Dios «dio… a Israel toda la tierra que había jurado dar a sus padres» (Jos 21:43).
Apropiadamente, se da al libro el nombre de su personaje principal que predomina de principio a fin como el líder escogido por Dios. La historia personal de Josué lo preparó bien como líder para la conquista. Como estaba vivo cerca del fin de la opresión de Israel en Egipto, Josué fue testigo de las diez plagas enviadas por Dios como juicios, la primera pascua, el cruce milagroso del Mar Rojo, y las señales sobrenaturales (y los juicios) durante los viajes de Israel por el desierto. Sirvió a Moisés como líder militar en la batalla contra los amalecitas poco después de salir de Egipto (Éxo 17:8-16), y él solo acompañó a Moisés al subir al monte Sinai cuando Dios le dio a Israel los Diez Mandamientos (Éxo 24:12-18). Como asistente de Moisés, Josué demostró que tenía devoción intensa y un corazón dedicado a Dios, pues a menudo pasaba mucho tiempo en la presencia del Señor (Éxo 33:11). Fue un hombre que tenía en suma estima la santa presencia de Dios. Debió de haber aprendido mucho de Moisés, su consejero y guía de confianza, acerca de los caminos de Dios y las dificultades en guiar al pueblo. En Cades-bamea Josué sirvió a Moisés como uno de los doce espías que exploraron la tierra de Canaán; junto con Caleb, Josué se opuso vigorosamente al informe incrédulo de la mayoría (Núm 14:1-45). Muchos años antes de reemplazar a Moisés como líder de Israel, Josué demostró que era un hombre de fe, visión, valor, lealtad, obediencia firme, oración y dedicación a Dios y su palabra. Para el tiempo en que fue escogido para reemplazar a Moisés, era un hombre «en el cual hay espíritu» (Núm 27:18; cf. Deu 34:9).
La tradición judía (el Talmud) atribuye a Josué la paternidad literaria del libro. El acto de escribir se menciona dos veces en el libro en conexión con Josué (Jos 18:9; Jos 24:26).
La evidencia interna indica claramente que el autor fue testigo ocular de la conquista (cf. «nos» en Jos 5:6; nótese que Rahab todavía estaba viva cuando el autor escribió, Jos 6:25).
Las partes del libro añadidas después de la muerte de Josué, e.g., Jos 15:13-17 (cf. Jue 1:9-13); Jos 24:29-33, fueron quizás escritas por uno de los «ancianos que sobrevivieron a Josué» (Jos 24:31). Josué murió cerca de 1375 a.C. a la edad de 110 años (Jos 24:29).
Propósito
Josué fue escrito como registro de la fidelidad de Dios en cumplir sus promesas del pacto a Israel en lo concerniente a la tierra de Canaán (Jos 23:14; cf. Gén 12:6-7).
Las victorias de la conquista se presentan como actos de redención de Dios para Israel y sus actos de juicio sobre una decadente cultura cananea (véase Deu 9:4).
Se debe considerar la violencia del libro desde esta perspectiva. La arqueología confirma que la inmoralidad y la crueldad generalizadas caracterizaban al pueblo cananeo al cual Israel reemplazó en el tierra.
Visión panorámica
Josué comienza donde termina Deuteronomio. Israel estaba todavía acampado en las llanuras de Moab (Deu 34:1), directamente al este de Jericó y del río Jordán. El libro se divide en tres secciones:
(1) La primera sección (Jos 1:1-18; Jos 2:1-24; Jos 3:1-17; Jos 4:1-24; Jos 5:1-15) describe el nombramiento de Josué por Dios como sucesor de Moisés y la preparación de Israel para entrar a Canaán (Jos 1:1-18; Jos 2:1-24; Jos 3:1-13), el cruce del Jordán (Jos 3:14-17; Jos 4:1-24), y sus primeras actividades del pacto en la tierra (cap. Jos 5:1-15). Dios le prometió a Josué: «Yo os he entregado… todo lugar que pisare la planta de vuestro pie» (Jos 1:3).
(2) La segunda sección (Jos 6:1-27; Jos 7:1-26; Jos 8:1-35; Jos 9:1-27; Jos 10:1-43; Jos 11:1-23; Jos 12:1-24; Jos 13:1-7) describe cómo Israel marchó en obediencia contra ciudades-estado bien armados y con muros fortificados. Dios le dio a su pueblo victorias decisivas en el centro (caps. Jos 6:1-27; Jos 7:1-26; Jos 8:1-35), el sur (caps. Jos 9:1-27; Jos 10:1-43), y el norte (caps. Jos 11:1-23; Jos 12:1-24) de Canaán, por las cuales Israel obtuvo el control de la región de las montañas (de sur a norte) y el Neguev. La manera muy extraña como se conquistó Jericó demostró con claridad a Israel quién era el Capitán de su salvación (cap. Jos 6:1-27). La derrota de Israel en Hai revela la veracidad del libro y la obediencia seria que Dios requería de Israel (cap. Jos 7:1-26).
(3) La tercera sección (Jos 13:8-33; Jos 14:1-15; Jos 15:1-63; Jos 16:1-10; Jos 17:1-18; Jos 18:1-28; Jos 19:1-51; Jos 20:1-9; Jos 21:1-45; Jos 22:1-34) registra la distribución de la tierra por Josué a las doce tribus, la herencia de Caleb, las seis ciudades de refugio, y las cuarenta y ocho ciudades de los levitas entre las tribus. El libro concluye con dos mensajes de despedida de Josué (Jos 23:1-16; Jos 24:1-28) y un epitafio a Josué y Eleazar (Jos 24:29-33).
Características especiales
Siete aspectos o énfasis principales caracterizan este libro:
(1) Es el primero de los libros históricos del AT que describe la historia de Israel como nación en Palestina.
(2) Provee considerable información sobre la extraordinaria vida de Josué como el escogido de Dios para completar la obra de Moisés; su tarea fue establecer a Israel como el pueblo del pacto en la tierra de la promesa.
(3) El libro registra numerosos milagros divinos a favor de Israel, siendo los dos más impresionantes la caída de Jericó (cap. Jos 6:1-27) y la prolongación de las horas de luz del día en la batalla de Gabaón (cap. Jos 10:1-43).
(4) Es el libro principal del AT que describe el concepto de «guerra santa» como misión específica y limitada prescrita por Dios dentro del contexto más amplio de la historia de la salvación.
(5) El libro enfatiza tres grandes verdades acerca de la relación de Dios con su pueblo del pacto:
(a) su fidelidad,
(b) su santidad, y
(c) su salvación.
(6) El libro destaca la importancia de mantener viva la herencia de los actos salvadores de Dios a favor de su pueblo, y de perpetuar esa herencia de una generación a la siguiente.
(7) El relato extenso del libro de la transgresión de Acán y el castigo subsecuente (cap. Jos 7:1-26), junto con otras admoniciones, advertencias y castigos recalca la importancia del temor del Señor en el corazón del pueblo de Dios.
Cumplimiento en el Nuevo Testamento
El nombre de Josué (heb. yehoshua‘ o yeshua) es el equivalente hebreo del nombre «Jesús» en el NT (véase Jos 1:1, nota). En su papel de líder de Israel en la tierra prometida, Josué es un tipo o prefiguración de Jesús en el AT, cuya tarea es «llevar muchos hijos a la gloria» (Heb 2:10; Heb 4:1-13; cf. 2Co 2:14). También, como el primer Josué blandió la espada del terrible juicio de Dios en la conquista, así el segundo Josué la blandirá en la conquista de las naciones al fin de la historia (Apo 19:11-16).
Fuente: Biblia de Estudio Vida Plena
1. Conquista de la Tierra Prometida (1-12).
Josué, Caudillo de Israel (1:1-9).
1Después de la muerte de Moisés, siervo de Yahvé, habló Yahvé a Josué, hijo de Nun, ministro de Moisés, diciendo: 2“Moisés, mi siervo, ha muerto. álzate ya, pues, y pasa ese Jordán, tú y tu pueblo, a la tierra que yo doy a los hijos de Israel. 3Cuantos lugares pise la planta de vuestros pies, os los doy, como prometí a Moisés. 4Desde el desierto hasta el Líbano y el río grande, el Eufrates, y hasta el mar grande, a occidente, será vuestro territorio. 5Nadie podrá resistir ante ti por todos los días de tu vida; yo seré contigo como fui con Moisés; no te dejaré ni te abandonaré. 6 Esfuérzate y ten ánimo, porque tú has de introducir a este pueblo a posesionarse de la tierra que a sus padres juré darles. 7Esfuérzate, pues, y ten gran valor para cumplir cuidadosamente cuanto Moisés, mi siervo, te ha prescrito. No te apartes ni a la derecha ni a la izquierda, para que triunfes en todas tus empresas. 8Que ese libro de la Ley no se aparte nunca de tu boca; tenlo presente día y noche, para procurar hacer cuanto en él está escrito, y así prosperarás en todos tus caminos y tendrás buen suceso. 9¿No te mando yo? Esfuérzate, pues, y ten valor; nada te asuste, nada temas, porque Yahvé, tu Dios, irá contigo adondequiera que tú vayas.”
Desde la cumbre del monte Nebo (Deu 3:17-27; Deu 4:49), Moisés contempla ante sus ojos la tierra de promisión. A tu descendencia se la daré, le dice Dios; te la hago ver con tus ojos, pero no entrarás en ella. Moisés, el siervo de Dios, murió allí, en la tierra de Moab, conforme a la voluntad de Yahvé (Deu 34:4-5). Su muerte dejaba un vacío que debía llenarse para que la muchedumbre de Yahvé no fuera como un rebaño de ovejas sin pastor (Num 27:18). Por voluntad divina fue elegido Josué, hombre sobre quien residía el espíritu (Núm 27-18), y sobre el cual había Moisés impuesto sus manos en señal de que le retransmitía el liderazgo del pueblo (Num 27:15-23; Deu 34:9). Desde su juventud había sido colaborador íntimo de Moisés (Exo 34:11; Num 11:28), quien le cambió el nombre de Oseas por el de Josué = salud de Yahvé (Num 13:17), nombrándole su lugarteniente en las empresas bélicas (Exo 17:9).
La misión confiada a Josué era ardua y peligrosa, por estar ocupado el territorio por pueblos de raza mixta que se habían establecido desde hacía tiempo en el país. Todos ellos gozaban de un grado de civilización y técnica superiores a las de los hebreos. Los exploradores que en otros tiempos habían recorrido la tierra pudieron comprobar que el territorio que iban a expugnar estaba habitado por pueblos fuertes, con ciudades muy grandes y amuralladas (Num 13:29) y con guarniciones bien provistas de armas y carros de combate. En cambio, el pueblo de Israel, que sólo disponía de armas rudimentarias, experto en la técnica de las guerrillas, de la razzia y golpes de mano, era humanamente incapaz de medir sus fuerzas con un enemigo aguerrido y atrincherado detrás de las murallas de sus ciudades. Para el autor sagrado, la toma de Canaán no es un suceso profano, sino un acontecimiento teológico.
Se señalan los límites ideales de la Tierra Prometida, que se trazan conforme a Deu 11:24-25. El Líbano se encuentra al norte (Deu 1:7; Deu 3:25); el gran río es el Eufrates (Gen 15:19). Como límite occidental se señala el mar Mediterráneo, lugar donde se pone el sol (Deu 11:24). Estos límites fueron un ideal, nunca una realidad concreta. Creen algunos que la mención aquí y en otros lugares (Gen 15:18) del río Eufrates débese a una glosa interpretativa fundada en la universalidad del reino mesiánico, según posteriores profecías.
Josué será el instrumento de que se valdrá Dios para cumplir la promesa hecha anteriormente a los patriarcas (Gen 15:18) y a Moisés (Deu 1:7) de introducir a su pueblo escogido en la tierra que mana leche y miel. Para salir airoso de la misión debe cumplir escrupulosamente todo cuanto le mandó Moisés sobre la manera de comportarse con los enemigos del pueblo israelita (Deu 2:15). Si guarda fidelidad a la Torah o Ley (Deu 1:5; Deu 4:8; Deu 5:29), meditándola (Sal 1:2; Deu 17:18-19), Dios estará con él, no le abandonará; porque Yahvé es Dios arriba en los cielos y abajo sobre la tierra.
Primeras Medidas (Deu 1:10-11).
10Dio, pues, Josué a los oficiales del pueblo esta orden: 11“Recorred el campamento y dad esta orden al pueblo: Preparaos y proveeos, porque dentro de tres días pasaréis ese Jordán para ir a ocupar la tierra que Yahvé, vuestro Dios, os da en posesión.”
A pesar de contar Josué con el auxilio de Dios, toma las precauciones humanas necesarias para asegurar el éxito de la misión que le había sido confiada. Llama a los escribas (soferim), u oficiales encargados de ejecutar las órdenes del jefe (Deu 20:5-9; Deu 29:9), y les encarga retransmitan al pueblo la orden de que estén preparados todos y se provean de víveres, porque dentro de tres días pasarían el Jordán. Quizá, atendiendo a lo que se dice en 3:2, esta frase equivalía a decir: dentro de tres días partiréis para la empresa de pasar el río Jordán. Es lógico que el pueblo hiciera acopio de provisiones, porque, además del maná, que seguiría cayendo regularmente todas las mañanas hasta que entrara en Palestina (5:10-12), consumía otros manjares, que sacaba de la tierra o compraba con su dinero (Deu 2:6-28).
Llamamiento a la Solidaridad entre las Tribus (Deu 1:12-18).
12A los rubenitas y gaditas y a la media tribu de Manases les dijo: 13“Acordaos de lo que os mandó Moisés, siervo de Yahvé, diciéndoos: Yahvé, vuestro Dios, os ha concedido el reposo, dándoos esta tierra. 14Vuestras mujeres, vuestros niños y vuestros ganados quedarán en la tierra que Moisés os dio de este lado del Jordán; pero vosotros, armados, iréis delante de vuestros hermanos, todos vuestros hombres fuertes y valientes, y los auxiliaréis, 15hasta que Yahvé haya dado a vuestros hermanos el reposo, como a vosotros, tomando también ellos posesión de la tierra que Yahvé, vuestro Dios, les da. Después volveréis a la tierra que Moisés, siervo de Yahvé, os dio al lado de acá del Jordán, a oriente.” 16Ellos respondieron a Josué, diciendo: “Cuanto nos mandas lo haremos, y adondequiera que nos envíes iremos. 17Como en todo obedecimos a Moisés, así te obedeceremos a ti. Que quiera Yahvé, tu Dios, estar contigo, como estuvo con Moisés. 18Quien rebelándose contra tus órdenes te desobedezca, morirá. Esfuérzate y ten valor.”
Las tribus de Rubén y Gad y media tribu de Manases habíanse establecido en la TransJordania (Deu 3:12-17; Deu 29:7). Rubén ocupaba la parte meridional, desde el torrente Arnón, al sur, hasta el valle de Hesbán, al norte, que coincidía con el límite meridional de Gad, que llegaba hasta el torrente Yaboc. La media tribu de Manases habitaba las regiones de Galaad o del Ashlun. Conforme ha probado A. Bergmann, no hay dificultad en admitir que Manases se estableciera en Galaad ya en este tiempo1.
Las tribus transjordánicas mantuvieron su palabra ayudando a sus hermanos en la conquista de Canaán, poniéndose bajo las órdenes de Josué. En el verso 14 del texto original se lee la expresión: Al otro lado del Jordán, que corresponde a la perspectiva del que escribe, que se encontraba en Palestina propiamente dicha, o sea, en la Cisjordania. En boca de Josué, la indicación correcta era: de este lado del Jordán (Deu 1:1-5; Deu 3:8). La misma observación vale para el verso 15.
Fuente: Biblia Comentada
El libro de Josué
TítuloEste es el primero de los doce libros históricos, y obtuvo su nombre de las hazañas de Josué, el discípulo por quien Moisés oró y a quien comisionó como líder de Israel (Núm 27:12-23). «Josué» quiere decir «Jehová salva», o «el Señor es salvación», y corresponde al nombre «Jesús» en el NT. Dios libró a Israel en el día de Josué cuando Él estuvo personalmente presente como el Jefe Salvador quien peleó por Israel (Jos 5:14 Jos 6:2; Jos 10:42; Jos 23:3; Jos 23:5; Hch 7:45).
Autor y fecha
Aunque el autor no es nombrado, el candidato más probable es Josué, quien era el testigo ocular clave de los acontecimientos registrados (cp. Jos 18:9; Jos 24:26). Un asistente a quien Josué preparó pudo haber terminado el libro al incluir comentarios tales como los que tienen que ver con la muerte de Josué (Jos 24:29-33). Algunos han sugerido que esta sección fue escrita por el sumo sacerdote Eleazar, o su hijo, Finees. Rahab aún estaba viva en el tiempo cuando Jos 6:25 fue escrito. El libro fue terminado antes del reinado de David (Jos 15:63; cp. 2Sa 5:5-9). El período más probable en el que se escribió es ca. 1405 1385 a.C.
Josué nació en esclavitud egipcia, fue adiestrado por Moisés, y por la decisión de Dios se levantó a su posición clave como guía de Israel en Canaán. Características distintivas de su vida incluyen:
1) servicio (Éxo 17:10; Éxo 24:13; Éxo 33:11; Núm 11:28);
2) servicio como soldado (Éxo 17:9-13);
3) exploración (Núm 13:1-33; Núm 14:1-45);
4) súplica por parte de Moisés (Núm 27:15-17);
5) la soberanía de Dios (Núm 27:18 ss);
6) la presencia del Espíritu (Núm 27:18; Deu 34:9);
7) separación por parte de Moisés (Núm 27:18-23; Deu 31:7-8; Deu 31:13-15); y
8) carencia de egoísmo al seguir de manera total al Señor (Núm 32:12).
Contexto histórico
Cuando Moisés pasó el liderazgo a Josué antes de morir (Deu 34:1-12), Israel estaba al final de su travesía de un período de cuarenta años por el desierto ca. 1405 a.C. Josué estaba llegando a los
noventa años de edad cuando se convirtió en el líder de Israel. Él murió a la edad de ciento diez años (Jos 24:29), habiendo guiado a Israel a sacar a la mayoría de los cananeos y habiendo dividido la tierra entre las doce tribus. Estando en las llanuras de Moab, al E del río Jordán y la Tierra Prometida (Gén 12:7; Gén 15:18-21), los israelitas esperaban la dirección de Dios para conquistar la Tierra Prometida. Ellos enfrentaron a pueblos en el lado occidental del Jordán que se habían sumergido tanto en iniquidad que Dios haría que la tierra, por decirlo así, vomitara a estos habitantes (Lev 18:24-25). Él le daría a Israel la tierra por conquista, primordialmente para cumplir el pacto que Él le había dado a Abraham y a sus descendientes, pero también para juzgar justamente a los habitantes pecaminosos (cp. Gén 15:16). La posesión por mucho tiempo atrás de diferentes partes de la tierra por parte de varios pueblos se remontaba aún antes de la época de Abraham (Gén 10:15-19; Gén 12:6; Gén 13:7). Sus habitantes habían continuado en un declive moral en la adoración de muchos dioses hasta el tiempo de Josué.
Temas históricos y teológicos
Una característica clave es la fidelidad de Dios en cumplir su promesa de darle la tierra a los descendientes de Abraham (Gén 12:7; Gén 15:18-21; Gén 17:8). Por su guía (cp. Jos 5:14 Jos 6:2), habitaron los territorios E y O del Jordán, y así la palabra «poseer» aparece casi veinte veces.
Relacionado a este tema se encuentra el fracaso de Israel al no llevar su conquista a toda la tierra (Jos 13:1). Jue 1:1-36; Jue 2:1-23 más tarde describe los resultados trágicos de este pecado. Los versículos clave se enfocan en: 1) la promesa de Dios de posesión de la tierra (Jos 1:3; Jos 1:6); 2) meditación en la ley de Dios, lo cual era estratégico para su pueblo (Jos 1:8); y 3) la posesión parcial de la tierra por parte de Israel (Jos 11:23; Jos 21:45; Jos 22:4).
La distribución específica de distintas porciones en la tierra era la tarea de Josué, como se registra en los caps. Jos 13:1-33 al Jos 22:1-34. Se colocaron levitas estratégicamente en cuarenta y ocho ciudades para que los servicios espirituales de Dios a través de ellos estuvieran razonablemente dentro del alcance de los israelitas, independientemente del lugar en el que se encontraran.
Dios quería que su pueblo poseyera la tierra: 1) para guardar su promesa (Gén 12:7); 2) para preparar los acontecimientos que más tarde se llevarían a cabo en el plan de su reino (cp. Gén 17:8; Gén 49:8-12), esto es, colocar a Israel en la posición adecuada durante los períodos de los reyes y profetas; 3) para castigar a pueblos que eran una afrenta para Él debido a la pecaminosidad extrema (Lev 18:25); y 4) ser un testimonio para otros pueblos (Jos 2:9-11), conforme al propósito principal de pacto de Dios alcanzaba a todas las naciones (Gén 12:1-3).
Retos de interpretación
Los milagros siempre retan a los lectores o a creer que el Dios quien creó el cielo y la tierra (Gén 1:1) puede hacer otras obras poderosas también, o para explicarlos de tal manera que les quiten la identidad milagrosa. Tal como en el día de Moisés, los milagros en este libro fueron parte del propósito de Dios, tales como: 1) su retención de las aguas del Jordán (Jos 3:7-17); 2) la caída de los muros de Jericó (Jos 6:1-27); 3) las piedras de granizo (Jos 10:1-11); y 4) el día largo (Jos 10:12-15).
Otros retos incluyen:
1) ¿cómo se relaciona la bendición de Dios sobre la ramera Rahab, quien le respondió con fe, con el hecho de que ella mintió (Jos 2:1-24)?;
2) ¿por qué fueron ejecutados con Acán los miembros de su familia (Jos 7:1-26)?;
3) ¿por qué fue Hai, con menos hombres que Israel, difícil de conquistar (Jos 7:1-26; Jos 8:1-35)?;
4) ¿qué quiere decir que Dios envió delante de Israel «tábanos» (Jos 24:12)? Estas preguntas serán respondidas en las notas.
Bosquejo
I) Al entrar en la Tierra Prometida (Jos 1:1 Jos 5:15)
II) Al conquistar la Tierra Prometida (Jos 6:1 Jos 12:24)
A) La campaña central (Jos 6:1 Jos 8:35)
B) La campaña del sur (Jos 9:1 Jos 10:43)
C) La campaña del norte (Jos 11:1-15)
D) El resumen de conquistas (Jos 11:16 Jos 12:24)
III) Al distribuir porciones en la Tierra Prometida (Jos 13:1 Jos 22:34)
A) Resumen de instrucciones (Jos 13:1-33)
B) Oeste del Jordán (Jos 14:1 Jos 19:51)
C) Ciudades de refugio (Jos 20:1-9)
D) Ciudades de los levitas (Jos 21:1-45) E. Este del Jordán (Jos 22:1-34)
IV) Al retener la Tierra Prometida (Jos 23:1 Jos 24:28)
A) El primer discurso por parte de Josué (Jos 23:1-16)
B) El segundo discurso por parte de Josué (Jos 24:1-28)
V) Reflexión final (Jos 24:29-33)
ANEXOS
La preparación de Josué para el ministerio
Referencias | Descripción |
1. Éxo 17:9-10; Éxo 17:13-14 | Josué guio la batalla victoriosa contra los amalecitas. |
2. Éxo 24:13 | Josué, el siervo de Moisés, acompañó al líder judío al monte de Dios (cp. Éxo 32:17). |
3. Núm 11:28 | Josué fue el ayudante de Moisés desde su juventud. |
4. Núm 13:16 | Moisés cambió su nombre de Oseas («salvación») a Josué («el Señor salva»). |
5. Núm 14:6-10; Núm 14:30; Núm 14:38 | Josué, junto con Caleb, espió la tierra de Canaán con otros diez. Solo Josué y Caleb instaron a la nación a poseer la tierra. De los 12 espías, únicamente ellos entraron a Canaán. |
6. Núm 27:18 | El Espíritu Santo moró en Josué. |
7. Núm 27:18-23 | Josué fue comisionado para el servicio espiritual por primera vez, para ayudar a Moisés. |
8. Núm 32:12 | Josué siguió al Señor de manera total. |
9. Deu 31:23 | Josué fue comisionado por segunda vez, para sustituir a Moisés. |
10. Deu 34:9 | Josué fue lleno del espíritu de sabiduría. |
Los pueblos alrededor de la Tierra Prometida (cp. Éxo 34:10-17; Deu 20:17; Jos 3:10; Jos 9:1; Jos 24:11)
Pueblo | Descripción |
1. AMALECITAS | Los descendientes de Amalec, el nieto de Esaú (Gén 36:12), quienes moraron al S de Palestina en el Neguev. |
2. AMONITAS | Los descendientes de Ben-ammi, el nieto de Lot e hijo de su hija menor (Gén 19:38), quienes vivieron al E del río Jordán y al N de Moab. |
3. AMORREOS | Un término general para los habitantes de la tierra, pero especialmente para los descendientes de Canaán quienes habitaron a ambos lados del Jordán. |
4. CANANEOS | En términos generales, estos son los descendientes de Canaán, hijo de Cam, hijo de Noé (cp. Gén 10:15-18), e incluyó a muchos de los otros grupos aquí mencionados. |
5. EDOMITAS | Los descendientes de Esaú que se establecieron al SE de Palestina (cp. Gén 25:30) en la tierra de Seir. |
6. GIBLITAS | Pueblo del antiguo puerto que más tarde se conoció como Byblos, a unos 32 km al N del Beirut moderno (Jos 13:5). |
7. GESURITAS | Los habitantes de Gesur, al E del Jordán y al S de Siria (Jos 12:5). |
8. GABAONITAS | Los habitantes de Gabaón y áreas aledañas (Jos 9:17). |
9. GERGESEOS | Un tribu que descendió de Canaán, la cual fue incluida entre la población general de la tierra sin identidad geográfica específica. |
10. GEZRITAS | Un grupo poco conocido que vivió en la parte NO del Neguev, antes que fueran destruidos por David (1Sa 27:8-9). |
11. HETEOS | Inmigrantes del Imperio Heteo (en la región de Siria) hacia la región central de la tierra (cp. Gén 23:10; 2Sa 11:3). |
12. HEVEOS | Descendientes de Canaán que vivieron en la región norteña de la tierra. |
13. HOREOS | Residentes antiguos de Edom de un origen desconocido que fueron destruidos por los descendientes de Esaú (Deu 2:22). |
14. JEBUSEOS | Descendientes de Canaán que moraron alrededor de Jerusalén (cp. Gén 15:21; Éxo 3:8). |
15. CENEOS | Una tribu madianita que originalmente moraba en el Golfo de Akaba (1Sa 27:10). |
16. MOABITAS | Los descendientes de Moab, el nieto de Lot e hijo de su hija mayor (Gén 19:37), quienes vivieron al E del Mar Muerto. |
17. FEREZEO | Pueblo incluido entre la población general de la tierra y cuyo linaje no se remonta a Canaán. Su identidad exacta es incierta. |
Fuente: Biblia de Estudio MacArthur
LA ETAPA DE LA CONQUISTA
INTRODUCCIÓN A LA ETAPA DE LA CONQUISTA (JOSUÉ)
1. Los tres personajes más importantes de esta etapa son Josué, Caleb y Rahab.
2. Abarca un período de unos veinticinco años.
3. El libro describe la invasión, la conquista, y el establecimiento de Israel como nación en Palestina.
4. El libro de Josué es el complemento de Éxodo. Éxodo cuenta cómo Dios sacó a su pueblo de la tierra de esclavitud, mientras que Josué nos dice cómo Dios los llevó a la tierra de bendición. Moisés resume ambos libros en Deu 6:23 : «Y nos sacó de allá, para traernos y darnos la tierra que juró a nuestros padres.»
5. En Éxodo Dios aparece separando las aguas del mar Rojo para sacar a su pueblo de Egipto. Aparece ahora en Josué deteniendo las aguas del río Jordán para introducir a su pueblo en Canaán. Dios llevó a cabo todo lo que era necesario para asegurar tanto la salida como la entrada de su pueblo (Éxo 14:21-22; Jos 3:13-17).
6. El libro de Josué ha sido llamado la carta a los Efesios del Antiguo Testamento.
7. En esta etapa vemos la salvación de Rahab, una prostituta de la ciudad de Jericó, y la condenación de Acán, un hebreo de la tribu de Judá (Jos 6:25; Jos 7:24-26).
8. Contemplamos también a un príncipe celestial y a unos mendigos de Gabaón (Jos 5:13-15; Jos 9:3-15).
9. Josué registra los milagros de la caída de los muros de Jericó y la detención del sol (Jos 6:20; Jos 10:12-14).
LA ETAPA DE LA CONQUISTA
I. La invasión de Canaán: Israel reclama sus posesiones (caps. Jos 1:1-18 — Jos 5:1-15).
A. La preparación (Jos 1:1-9).
1. Dios habla a Josué.
a. Él tenía que dirigir a Israel a cruzar el Jordán y entrar en Palestina.
b. Tenía que tener valor y firmeza.
c. Tenía que meditar en la ley de Dios y cumplirla.
d. Podía estar completamente seguro de que «… Jehová tu Dios estará contigo en dondequiera que vayas» (Jos 1:9).
2. Josué habla a Israel.
«… preparaos comida, porque dentro de tres días pasareis el Jordán…» (Jos 1:11).
B. La exploración (Jos 2:1).
1. Dos hombres son enviados para espiar en Jericó.
2. El rey de Jericó se entera de ello y envía soldados en su búsqueda.
3. Los espías son ocultados por una mujer llamada Rahab, una ex prostituta recién convertida. Rahab no solamente había oído acerca de los hechos poderosos de Dios (Jos 2:9-11), sino que aparentemente también había creído en él. Ella debió de haber dado alguna clase de testimonio porque los espías fueron primero a su casa, y más tarde el rey sospechó que podían estar escondidos allí. Esta prostituta convertida es mencionada en tres pasajes del Nuevo Testamento (Mat 1:5; Heb 11:31; Stg 2:25). Rahab llegó a casarse con un hebreo llamado Salmón, quien pudo haber sido uno de los espías. En cualquier caso, esta mujer, que había sido pagana, llegó a ser la tatarabuela del rey David. Este es quizá una de las más bellas ilustraciones de la gracia de Dios en la Biblia.
C. El cruce del Jordán (Jos 3:13).
1. Los sacerdotes tenían que ser los primeros en cruzar el río llevando el arca del pacto de Jehová.
2. La congregación tenía que seguirles como a media milla (un kilómetro) de distancia.
3. En cuanto que los sacerdotes metieron sus pies en el río, el agua paró inmediatamente de fluir, lo que permitió a Israel cruzarlo en seco.
D. Las piedras conmemorativas (Jos 4:1; Jos 4:8-9; Jos 4:21).
1. Nada más cruzar el Jordán, Israel tenía que levantar dos monumentos formados por doce piedras cada uno. Uno de ellos tenía que levantarse en medio del río y el otro en la ribera occidental.
2. El monumento del lado occidental del Jordán quedaba allí como un testimonio silencioso de la fidelidad de Dios para las futuras generaciones.
E. La purificación del pueblo (Jos 5:3).
Poco después de cruzar al otro lado del río. Dios ordenó que fueran circuncidados todos los hombres de Israel. Así lo hicieron, y el lugar fue llamado Gilgal, que significa «rodar».
F. La celebración de la pascua (Jos 5:10).
«Y los hijos de Israel acamparon en Gilgal, y celebraron la pascua a los catorce días del mes, por la tarde, en los llanos de Jericó.»
G. Nueva dieta alimentaria (Jos 5:11-12).
«Al otro día de la pascua comieron del fruto de la tierra, los panes sin levadura, y en el mismo día espigas nuevas tostadas. Y el maná cesó el día siguiente, desde que comenzaron a comer del fruto de la tierra; y los hijos de Israel nunca más tuvieron maná, sino que comieron de los frutos de la tierra de Canaán aquel año.»
H. El príncipe celestial (Jos 5:13-15).
1. Josué recibe a un visitante celestial, aparentemente Jesús mismo, en vísperas de la batalla de Jericó.
2. Le reconfirma a Josué la victoria y le pide (como una vez sucedió con Moisés, Éxo 3:5) que se descalce.
II. La dominación de la tierra: Israel conquista sus posesiones (caps. Jos 6:1-27 — Jos 12:1-24).
A. La campaña del centro de Canaán (Jos 6:1-27 — Jos 8:1-35).
1. Jericó: Israel grita y la muralla se derrumba (Jos 6:20).
a. Este es el primer caso registrado en la historia de guerra psicológica. El doctor John Davis escribe lo siguiente acerca de esta marcha.
«Una sola vuelta alrededor de un área de un montículo de nueve acres tomaría probablemente de veinticinco a treinta y cinco minutos. No deberíamos pensar que todos los hebreos tomaron parte en esta marcha. Semejante proeza no sólo sería poco práctica, sino imposible. Lo más probable es que la marcha la llevó a cabo una representación de cada una de las tribus.» [[Conquest and Crisis, p. 45.]]
b. La orden de destruir a todos los habitantes de Jericó excepto a Rahab y a sus familiares ha sido una piedra de tropiezo tanto para los creyentes como para los inconversos. ¿Por qué mandaría el Dios de gracia y amor esta destrucción total? Aunque Dios no tiene que dar explicaciones de lo que hace a ningún ser humano, hay aquí sin duda ciertos factores involucrados.
(1). Cuando una cultura o ciudad (como la de Sodoma, Gén 19:1-38) alcanza un cierto grado de perversión, la santidad y la justicia de Dios demandan que él intervenga y la destruya. Hacía tiempo que toda la sociedad cananea había llegado a ese punto. Según 1Re 14:24, toda la tierra estaba llena de repugnante perversión sexual.
(2). Dios deseaba mantener puro a Israel todo el tiempo que fuera posible a fin de asegurar la futura pureza de la línea de Cristo. Si María hubiera sido una mujer inmoral Dios no podría haberla usado.
c. En Jos 6:26 tenemos recogida la triple y sorprendente profecía que pronunció Josué acerca de esta ciudad ahora destruida. Predijo:
(1). Que Jericó volvería a ser edificada por un hombre.
(2). Que el hijo mayor del edificador de la ciudad moriría nada más empezar el trabajo.
(3). Que el hijo más joven también moriría cuando la terminaran de edificar.
d. Josué pronunció estas palabras alrededor del año 1406 a.C. ¿Se cumplieron? La Escritura nos dice que en 930 a.C., sucedió lo siguiente:
(1). Que un hombre llamado Hiel, de Betel, reedificó Jericó, y que cuando echó el cimiento murió su hijo mayor Abiram.
(2). Que cuando había terminado las puertas falleció Segub, su hijo menor. (Véase 1Re 16:34.)
2. Ai: la arrogancia humillada (Jos 7:3).
a. Después de la experiencia de Jericó, Israel cayó en el exceso de confianza y decidió enviar solamente una pequeña parte del ejército para dominar a su siguiente enemigo, la pequeña ciudad de Ai.
b. Los soldados hebreos son derrotados y sufren fuertes pérdidas.
3. Acán: un pecador buscado (Jos 7:19).
a. El Señor le comunica a Josué que la derrota se debe al pecado de uno del pueblo. Alguien había desobedecido a Dios y había tomado del botín prohibido de Jericó.
b. Bajo la dirección divina empieza la búsqueda del pecador, y finalmente encuentran al culpable en Acán, un hombre de la tribu de Judá
c. Acán confiesa haber robado un manto babilónico, algunas monedas de plata y un lingote de oro.
d. A causa de esto, Acán muere apedreado en el valle de Acor.
4. Gerizim y Ebal: lectura de la ley (Jos 8:30-35). Tal como Moisés había previamente mandado, son leídas las bendiciones y las maldiciones de la ley desde los montes Gerizim y Ebal.
B. La campaña del sur de Palestina (Jos 9:1-27 — Jos 10:1-43).
1. Gabaón: el enemigo que se disfraza para sobrevivir (Jos 9:3-6).
a. Cuando llegaron a Gabaón las noticias de lo ocurrido en Jericó y Ai, este pueblo recurrió al engaño para salvarse de la destrucción. Enviaron una embajada a Josué disfrazada con ropas viejas para dar la impresión de venir de lejos. Se calzaron sandalias remendadas, pusieron sobre sus asnos sacos viejos y cueros viejos de vino, y tomaron para el camino pan seco y mohoso.
b. Cuando llegaron al campamento hebreo y hablaron con Josué, le persuadieron de firmar un pacto de no agresión entre ellos. Probablemente estaban enterados de lo estipulado en la ley de Moisés (Deu 7:1-2; Deu 20:10-15) que le permitía a Israel pactar la paz con ciudades lejanas cuando entraran en Palestina, pero no con las naciones cananeas que vivieran cercanos a ellos.
2. Ajalón: cuando el sol se detuvo (Jos 10:12-13).
a. Cuando el rey de Jerusalén se enteró del pacto de Gabaón con Israel, formó una alianza con otros cuatro reyes con el propósito de destruirlos a los dos.
b. Al enterarse de estos planes, Josué recibe instrucciones de atacar a estos aliados antes de que ellos le puedan atacar a él. Durante la batalla es ayudado por una fuerte tormenta de granizo enviada por el Señor.
c. Josué entonces ora pidiendo que Dios permita que el sol se pare a fin de tener luz suficiente y acabar con los amorreos. Así sucedió, porque el sol se detuvo en el cielo y hubo luz por casi veinticuatro horas.
Aparte de la ballena de Jonás, quizá es este el milagro bíblico que ha causado más burla entre los inconversos y más incertidumbre entre los creyentes. ¿Qué es lo que realmente ocurrió aquí? Eruditos bíblicos prestigiosos han expresado tres puntos de vista básicos:
d. La opinión del eclipse total. El doctor John Davis escribe: «Lo fundamental de este punto de vista es que Dios dio oscuridad más que luz en esta ocasión.» [[Conquest and Crisis, p. 66.]]
La oración entonces de Josué fue una petición de que sus fatigados soldados fueran protegidos del sol abrasador del Medio Oriente. Dios les proporcionó sombra y frescor mediante una gran tormenta de granizo, que no sólo refrescó a los soldados hebreos sino que mató a sus enemigos. Nada menos que un erudito del calibre del doctor Robert Dick Wilson, de Princeton, apoya esta teoría, señalando que el término hebreo dom traducido por «detente» o «párate», también puede ser traducido por «cállate» o «cesa». Hay, sin embargo, dos objeciones serias que le restan crédito a esta opinión.
(1). El relato de Jos 10:11 indica que la tormenta de granizo se dio antes de la petición de Josué y no después.
(2). En el versículo Jos 10:14 se nos da a entender que este día fue realmente único en la historia, lo cual no sería cierto si lo que en verdad sucedió fue que cayó una gran tormenta de piedra.
e. Que la rotación de la tierra se hizo más lenta. El doctor Harry Rimmer, científico y estudiante de la Biblia, sostiene esta opinión, y cita al profesor Pickering, del observatorio de Harvard, y al doctor Totten, de Yale, que favorecen esta posición. Otro que cree en este punto de vista es Immanuel Velikovsky, quien sugiere en su famoso libro Worlds in Collision, que el milagro fue causado por un cometa que se acercó a la tierra y al ejercer su fuerza gravitacional trastornó el movimiento ñormal. Según Velikovsky, la cola de hielo del cometa fue la que produjo la tormenta de granizo. Finalmente, al señalar los distintos puntos que favorecen esta opinión, podemos decir que la investigación ha sacado a la luz relatos de fuentes egipcias, chinas e hindúes que hablan de este largo día. Pero este segundo punto de vista no está tampoco libre de objeciones.
(1). Una consideración es la gigantesca fuerza que sería necesaria para frenar o parar la tierra en su rotación sobre su eje. Nuestro planeta pesa billones de toneladas y en el ecuador se mueve a unas 1000 millas (unos 1.500 km/h). Es evidente que se necesitaría el poder acumulado de millones de bombas de hidrógeno para poder parar la tierra. Por supuesto que Dios es capaz de cualquier cosa, pero comparado con este, el diluvio universal, que es el milagro más impresionante del Antiguo Testamento, sería insignificante. En realidad, esto requeriría más poder que cualquier otra cosa que Dios haya hecho antes o después de la creación. Si esto realmente ocurrió parece extraño que la única otra referencia bíblica en que aparece es en Hab 3:11.
(2). Si este segundo punto de vista es correcto, se le requeriría a Dios que realizara este mismo prodigio para el rey Ezequías. El doctor John David escribe:
«Es muy dudoso que tal milagro fuera llevado a cabo en esta ocasión. De hecho, el pasaje paralelo de 2Cr 32:24-31 parece indicar que fue un fenómeno local. El versículo 2Cr 32:24 de este pasaje señala que Dios dio una señal especial a Ezequías. Parece evidente que esta señal fue solamente vista en Palestina, porque el versículo 2Cr 32:31 registra el hecho de que los embajadores de Babilonia fueron enviados a Ezequías para “saber del prodigio que había acontecido en el país”. Si el milagro realizado en los días de Ezequías hubiera sido universal, no habría habido necesidad de enviar embajadores desde Babilonia para averiguar acerca de) milagro.» [[Conquest and Crisis, p. 69.]]
f. La extensión de la refracción de los rayos del sol a nivel local. Tomándolo todo en consideración, este parecería el abobamiento más bíblico. Tenemos al menos otras dos ocasiones en las que Dios llevó a cabo algo parecido en relación con luz y oscuridad a un nivel local. Son:
(1). Los tres días de oscuridad que cayeron sobre Egipto (Éxo 10:21-23).
(2). Las tres horas de oscuridad que rodearon el área de la cruz (Mar 15:33).
3. Maceda: los cinco reyes derrotados (Jos 10:10; Jos 10:28).
a. Durante la batalla, el rey de Jerusalén, quien había organizado y dirigido la campaña contra Israel en el sur, se refugió junto con los otros cuatro reyes en una cueva en Maceda.
b. Josué ordenó sacar a estos reyes de la cueva, y, durante una celebración de la victoria, ordenó a los capitanes de su ejército que pusieran sus pies sobre los cuellos de los reyes. Después fueron ejecutados.
C. La campaña del norte (Jos 11:1-23 — Jos 12:1-24).
1. Hazor: una capital incendiada (Jos 11:13).
Jabín, rey de Hazor, fue quien organizó y dirigió la guerra contra Israel en el norte. Fue derrotado y su capital quedó destruida por el fuego.
2. Merom: donde los caballos fueron frenados (Jos 11:6; Jos 11:9).
Aquí Josué quemó los carros de guerra de sus enemigos y rompió las patas de los caballos a fin de dejarlos inútiles para la guerra, pero todavía servibles para el trabajo.
III. La distribución de la tierra: Israel coloniza sus posesiones (Jos 13:1-33 — Jos 24:1-33).
A. El reparto de la tierra.
La tierra es ahora dividida mediante sorteo bajo la supervisión de Josué, Eleazar y los jefes de los clanes de las tribus israelitas (Jos 14:1-2; Jos 19:51).
1. La tierra al este del Jordán es repartida entre Rubén, Gad y media tribu de Manasés.
2. La tierra al oeste del Jordán es repartida entre las tribus de Judá, Efraín, media tribu de Manasés, Benjamín, Simeón, Zabulón, Isacar, Aser, Neftalí y Dan.
3. La parte de Leví: a Leví no le fue dada una parte de la tierra, porque Dios mismo sería su heredad (Jos 13:33).
No obstante, recibieron cuarenta y ocho ciudades especiales de las restantes once tribus (Jos 21:41).
B. Un guerrero entusiasmado.
Caleb visita a Josué y da uno de los testimonios más inspiradores de toda la Biblia. Notemos sus palabras desafiantes en Jos 14:7-12.
C. Un altar enjuiciado (Jos 22:1-34).
1. Una vez que la tierra quedó dividida, Israel estableció el tabernáculo en Silo (Jos 18:1).
2. Josué llamó a los ejércitos de las tribus de Rubén, Gad y media tribu de Manasés para que se juntaran en Silo, los bendijo y los envió a sus hogares que habían elegido en el lado este del Jordán.
3. Antes de cruzar el río, estas dos tribus y media edificaron un gran monumento en forma de un altar para recordarse a sí mismos y a sus descendientes su herencia común con las otras diez tribus al oeste del Jordán.
4. Esto fue interpretado por las otras tribus como un acto de rebelión, y estuvieron al borde de una guerra civil.
5. El malentendido fue aclarado a tiempo por una delegación de once jefes principales encabezada por Finees, nieto de Aarón, de las diez tribus y media que se entrevistó con líderes de las otras tribus hermanas.
D. Las últimas palabras de Josué a Israel (Jos 23:1-16 — Jos 24:1-33).
1. Les recuerda la bondad de Dios para con ellos (Jos 23:3).
2. Les advierte acerca de la desobediencia (Jos 23:11-13).
3. Repasa con ellos la historia de Israel (Jos 24:1-13).
4. Les invita a servir a Dios (Jos 24:14-18).
Fuente: Auxiliar Bíblico Portavoz
LA ETAPA DE LA CONQUISTA
INTRODUCCIÓN A LA ETAPA DE LA CONQUISTA (JOSUÉ)
1. Los tres personajes más importantes de esta etapa son Josué, Caleb y Rahab.
2. Abarca un período de unos veinticinco años.
3. El libro describe la invasión, la conquista, y el establecimiento de Israel como nación en Palestina.
4. El libro de Josué es el complemento de Éxodo. Éxodo cuenta cómo Dios sacó a su pueblo de la tierra de esclavitud, mientras que Josué nos dice cómo Dios los llevó a la tierra de bendición. Moisés resume ambos libros en Deu 6:23 : «Y nos sacó de allá, para traernos y darnos la tierra que juró a nuestros padres.»
5. En Éxodo Dios aparece separando las aguas del mar Rojo para sacar a su pueblo de Egipto. Aparece ahora en Josué deteniendo las aguas del río Jordán para introducir a su pueblo en Canaán. Dios llevó a cabo todo lo que era necesario para asegurar tanto la salida como la entrada de su pueblo (Éxo 14:21-22; Jos 3:13-17).
6. El libro de Josué ha sido llamado la carta a los Efesios del Antiguo Testamento.
7. En esta etapa vemos la salvación de Rahab, una prostituta de la ciudad de Jericó, y la condenación de Acán, un hebreo de la tribu de Judá (Jos 6:25; Jos 7:24-26).
8. Contemplamos también a un príncipe celestial y a unos mendigos de Gabaón (Jos 5:13-15; Jos 9:3-15).
9. Josué registra los milagros de la caída de los muros de Jericó y la detención del sol (Jos 6:20; Jos 10:12-14).
LA ETAPA DE LA CONQUISTA
I. La invasión de Canaán: Israel reclama sus posesiones (caps. Jos 1:1-18 — Jos 5:1-15).
A. La preparación (Jos 1:1-9).
1. Dios habla a Josué.
a. Él tenía que dirigir a Israel a cruzar el Jordán y entrar en Palestina.
b. Tenía que tener valor y firmeza.
c. Tenía que meditar en la ley de Dios y cumplirla.
d. Podía estar completamente seguro de que «… Jehová tu Dios estará contigo en dondequiera que vayas» (Jos 1:9).
2. Josué habla a Israel.
«… preparaos comida, porque dentro de tres días pasareis el Jordán…» (Jos 1:11).
B. La exploración (Jos 2:1).
1. Dos hombres son enviados para espiar en Jericó.
2. El rey de Jericó se entera de ello y envía soldados en su búsqueda.
3. Los espías son ocultados por una mujer llamada Rahab, una ex prostituta recién convertida. Rahab no solamente había oído acerca de los hechos poderosos de Dios (Jos 2:9-11), sino que aparentemente también había creído en él. Ella debió de haber dado alguna clase de testimonio porque los espías fueron primero a su casa, y más tarde el rey sospechó que podían estar escondidos allí. Esta prostituta convertida es mencionada en tres pasajes del Nuevo Testamento (Mat 1:5; Heb 11:31; Stg 2:25). Rahab llegó a casarse con un hebreo llamado Salmón, quien pudo haber sido uno de los espías. En cualquier caso, esta mujer, que había sido pagana, llegó a ser la tatarabuela del rey David. Este es quizá una de las más bellas ilustraciones de la gracia de Dios en la Biblia.
C. El cruce del Jordán (Jos 3:13).
1. Los sacerdotes tenían que ser los primeros en cruzar el río llevando el arca del pacto de Jehová.
2. La congregación tenía que seguirles como a media milla (un kilómetro) de distancia.
3. En cuanto que los sacerdotes metieron sus pies en el río, el agua paró inmediatamente de fluir, lo que permitió a Israel cruzarlo en seco.
D. Las piedras conmemorativas (Jos 4:1; Jos 4:8-9; Jos 4:21).
1. Nada más cruzar el Jordán, Israel tenía que levantar dos monumentos formados por doce piedras cada uno. Uno de ellos tenía que levantarse en medio del río y el otro en la ribera occidental.
2. El monumento del lado occidental del Jordán quedaba allí como un testimonio silencioso de la fidelidad de Dios para las futuras generaciones.
E. La purificación del pueblo (Jos 5:3).
Poco después de cruzar al otro lado del río. Dios ordenó que fueran circuncidados todos los hombres de Israel. Así lo hicieron, y el lugar fue llamado Gilgal, que significa «rodar».
F. La celebración de la pascua (Jos 5:10).
«Y los hijos de Israel acamparon en Gilgal, y celebraron la pascua a los catorce días del mes, por la tarde, en los llanos de Jericó.»
G. Nueva dieta alimentaria (Jos 5:11-12).
«Al otro día de la pascua comieron del fruto de la tierra, los panes sin levadura, y en el mismo día espigas nuevas tostadas. Y el maná cesó el día siguiente, desde que comenzaron a comer del fruto de la tierra; y los hijos de Israel nunca más tuvieron maná, sino que comieron de los frutos de la tierra de Canaán aquel año.»
H. El príncipe celestial (Jos 5:13-15).
1. Josué recibe a un visitante celestial, aparentemente Jesús mismo, en vísperas de la batalla de Jericó.
2. Le reconfirma a Josué la victoria y le pide (como una vez sucedió con Moisés, Éxo 3:5) que se descalce.
II. La dominación de la tierra: Israel conquista sus posesiones (caps. Jos 6:1-27 — Jos 12:1-24).
A. La campaña del centro de Canaán (Jos 6:1-27 — Jos 8:1-35).
1. Jericó: Israel grita y la muralla se derrumba (Jos 6:20).
a. Este es el primer caso registrado en la historia de guerra psicológica. El doctor John Davis escribe lo siguiente acerca de esta marcha.
«Una sola vuelta alrededor de un área de un montículo de nueve acres tomaría probablemente de veinticinco a treinta y cinco minutos. No deberíamos pensar que todos los hebreos tomaron parte en esta marcha. Semejante proeza no sólo sería poco práctica, sino imposible. Lo más probable es que la marcha la llevó a cabo una representación de cada una de las tribus.» [[Conquest and Crisis, p. 45.]]
b. La orden de destruir a todos los habitantes de Jericó excepto a Rahab y a sus familiares ha sido una piedra de tropiezo tanto para los creyentes como para los inconversos. ¿Por qué mandaría el Dios de gracia y amor esta destrucción total? Aunque Dios no tiene que dar explicaciones de lo que hace a ningún ser humano, hay aquí sin duda ciertos factores involucrados.
(1). Cuando una cultura o ciudad (como la de Sodoma, Gén 19:1-38) alcanza un cierto grado de perversión, la santidad y la justicia de Dios demandan que él intervenga y la destruya. Hacía tiempo que toda la sociedad cananea había llegado a ese punto. Según 1Re 14:24, toda la tierra estaba llena de repugnante perversión sexual.
(2). Dios deseaba mantener puro a Israel todo el tiempo que fuera posible a fin de asegurar la futura pureza de la línea de Cristo. Si María hubiera sido una mujer inmoral Dios no podría haberla usado.
c. En Jos 6:26 tenemos recogida la triple y sorprendente profecía que pronunció Josué acerca de esta ciudad ahora destruida. Predijo:
(1). Que Jericó volvería a ser edificada por un hombre.
(2). Que el hijo mayor del edificador de la ciudad moriría nada más empezar el trabajo.
(3). Que el hijo más joven también moriría cuando la terminaran de edificar.
d. Josué pronunció estas palabras alrededor del año 1406 a.C. ¿Se cumplieron? La Escritura nos dice que en 930 a.C., sucedió lo siguiente:
(1). Que un hombre llamado Hiel, de Betel, reedificó Jericó, y que cuando echó el cimiento murió su hijo mayor Abiram.
(2). Que cuando había terminado las puertas falleció Segub, su hijo menor. (Véase 1Re 16:34.)
2. Ai: la arrogancia humillada (Jos 7:3).
a. Después de la experiencia de Jericó, Israel cayó en el exceso de confianza y decidió enviar solamente una pequeña parte del ejército para dominar a su siguiente enemigo, la pequeña ciudad de Ai.
b. Los soldados hebreos son derrotados y sufren fuertes pérdidas.
3. Acán: un pecador buscado (Jos 7:19).
a. El Señor le comunica a Josué que la derrota se debe al pecado de uno del pueblo. Alguien había desobedecido a Dios y había tomado del botín prohibido de Jericó.
b. Bajo la dirección divina empieza la búsqueda del pecador, y finalmente encuentran al culpable en Acán, un hombre de la tribu de Judá
c. Acán confiesa haber robado un manto babilónico, algunas monedas de plata y un lingote de oro.
d. A causa de esto, Acán muere apedreado en el valle de Acor.
4. Gerizim y Ebal: lectura de la ley (Jos 8:30-35). Tal como Moisés había previamente mandado, son leídas las bendiciones y las maldiciones de la ley desde los montes Gerizim y Ebal.
B. La campaña del sur de Palestina (Jos 9:1-27 — Jos 10:1-43).
1. Gabaón: el enemigo que se disfraza para sobrevivir (Jos 9:3-6).
a. Cuando llegaron a Gabaón las noticias de lo ocurrido en Jericó y Ai, este pueblo recurrió al engaño para salvarse de la destrucción. Enviaron una embajada a Josué disfrazada con ropas viejas para dar la impresión de venir de lejos. Se calzaron sandalias remendadas, pusieron sobre sus asnos sacos viejos y cueros viejos de vino, y tomaron para el camino pan seco y mohoso.
b. Cuando llegaron al campamento hebreo y hablaron con Josué, le persuadieron de firmar un pacto de no agresión entre ellos. Probablemente estaban enterados de lo estipulado en la ley de Moisés (Deu 7:1-2; Deu 20:10-15) que le permitía a Israel pactar la paz con ciudades lejanas cuando entraran en Palestina, pero no con las naciones cananeas que vivieran cercanos a ellos.
2. Ajalón: cuando el sol se detuvo (Jos 10:12-13).
a. Cuando el rey de Jerusalén se enteró del pacto de Gabaón con Israel, formó una alianza con otros cuatro reyes con el propósito de destruirlos a los dos.
b. Al enterarse de estos planes, Josué recibe instrucciones de atacar a estos aliados antes de que ellos le puedan atacar a él. Durante la batalla es ayudado por una fuerte tormenta de granizo enviada por el Señor.
c. Josué entonces ora pidiendo que Dios permita que el sol se pare a fin de tener luz suficiente y acabar con los amorreos. Así sucedió, porque el sol se detuvo en el cielo y hubo luz por casi veinticuatro horas.
Aparte de la ballena de Jonás, quizá es este el milagro bíblico que ha causado más burla entre los inconversos y más incertidumbre entre los creyentes. ¿Qué es lo que realmente ocurrió aquí? Eruditos bíblicos prestigiosos han expresado tres puntos de vista básicos:
d. La opinión del eclipse total. El doctor John Davis escribe: «Lo fundamental de este punto de vista es que Dios dio oscuridad más que luz en esta ocasión.» [[Conquest and Crisis, p. 66.]]
La oración entonces de Josué fue una petición de que sus fatigados soldados fueran protegidos del sol abrasador del Medio Oriente. Dios les proporcionó sombra y frescor mediante una gran tormenta de granizo, que no sólo refrescó a los soldados hebreos sino que mató a sus enemigos. Nada menos que un erudito del calibre del doctor Robert Dick Wilson, de Princeton, apoya esta teoría, señalando que el término hebreo dom traducido por «detente» o «párate», también puede ser traducido por «cállate» o «cesa». Hay, sin embargo, dos objeciones serias que le restan crédito a esta opinión.
(1). El relato de Jos 10:11 indica que la tormenta de granizo se dio antes de la petición de Josué y no después.
(2). En el versículo Jos 10:14 se nos da a entender que este día fue realmente único en la historia, lo cual no sería cierto si lo que en verdad sucedió fue que cayó una gran tormenta de piedra.
e. Que la rotación de la tierra se hizo más lenta. El doctor Harry Rimmer, científico y estudiante de la Biblia, sostiene esta opinión, y cita al profesor Pickering, del observatorio de Harvard, y al doctor Totten, de Yale, que favorecen esta posición. Otro que cree en este punto de vista es Immanuel Velikovsky, quien sugiere en su famoso libro Worlds in Collision, que el milagro fue causado por un cometa que se acercó a la tierra y al ejercer su fuerza gravitacional trastornó el movimiento ñormal. Según Velikovsky, la cola de hielo del cometa fue la que produjo la tormenta de granizo. Finalmente, al señalar los distintos puntos que favorecen esta opinión, podemos decir que la investigación ha sacado a la luz relatos de fuentes egipcias, chinas e hindúes que hablan de este largo día. Pero este segundo punto de vista no está tampoco libre de objeciones.
(1). Una consideración es la gigantesca fuerza que sería necesaria para frenar o parar la tierra en su rotación sobre su eje. Nuestro planeta pesa billones de toneladas y en el ecuador se mueve a unas 1000 millas (unos 1.500 km/h). Es evidente que se necesitaría el poder acumulado de millones de bombas de hidrógeno para poder parar la tierra. Por supuesto que Dios es capaz de cualquier cosa, pero comparado con este, el diluvio universal, que es el milagro más impresionante del Antiguo Testamento, sería insignificante. En realidad, esto requeriría más poder que cualquier otra cosa que Dios haya hecho antes o después de la creación. Si esto realmente ocurrió parece extraño que la única otra referencia bíblica en que aparece es en Hab 3:11.
(2). Si este segundo punto de vista es correcto, se le requeriría a Dios que realizara este mismo prodigio para el rey Ezequías. El doctor John David escribe:
«Es muy dudoso que tal milagro fuera llevado a cabo en esta ocasión. De hecho, el pasaje paralelo de 2Cr 32:24-31 parece indicar que fue un fenómeno local. El versículo 2Cr 32:24 de este pasaje señala que Dios dio una señal especial a Ezequías. Parece evidente que esta señal fue solamente vista en Palestina, porque el versículo 2Cr 32:31 registra el hecho de que los embajadores de Babilonia fueron enviados a Ezequías para “saber del prodigio que había acontecido en el país”. Si el milagro realizado en los días de Ezequías hubiera sido universal, no habría habido necesidad de enviar embajadores desde Babilonia para averiguar acerca de) milagro.» [[Conquest and Crisis, p. 69.]]
f. La extensión de la refracción de los rayos del sol a nivel local. Tomándolo todo en consideración, este parecería el abobamiento más bíblico. Tenemos al menos otras dos ocasiones en las que Dios llevó a cabo algo parecido en relación con luz y oscuridad a un nivel local. Son:
(1). Los tres días de oscuridad que cayeron sobre Egipto (Éxo 10:21-23).
(2). Las tres horas de oscuridad que rodearon el área de la cruz (Mar 15:33).
3. Maceda: los cinco reyes derrotados (Jos 10:10; Jos 10:28).
a. Durante la batalla, el rey de Jerusalén, quien había organizado y dirigido la campaña contra Israel en el sur, se refugió junto con los otros cuatro reyes en una cueva en Maceda.
b. Josué ordenó sacar a estos reyes de la cueva, y, durante una celebración de la victoria, ordenó a los capitanes de su ejército que pusieran sus pies sobre los cuellos de los reyes. Después fueron ejecutados.
C. La campaña del norte (Jos 11:1-23 — Jos 12:1-24).
1. Hazor: una capital incendiada (Jos 11:13).
Jabín, rey de Hazor, fue quien organizó y dirigió la guerra contra Israel en el norte. Fue derrotado y su capital quedó destruida por el fuego.
2. Merom: donde los caballos fueron frenados (Jos 11:6; Jos 11:9).
Aquí Josué quemó los carros de guerra de sus enemigos y rompió las patas de los caballos a fin de dejarlos inútiles para la guerra, pero todavía servibles para el trabajo.
III. La distribución de la tierra: Israel coloniza sus posesiones (Jos 13:1-33 — Jos 24:1-33).
A. El reparto de la tierra.
La tierra es ahora dividida mediante sorteo bajo la supervisión de Josué, Eleazar y los jefes de los clanes de las tribus israelitas (Jos 14:1-2; Jos 19:51).
1. La tierra al este del Jordán es repartida entre Rubén, Gad y media tribu de Manasés.
2. La tierra al oeste del Jordán es repartida entre las tribus de Judá, Efraín, media tribu de Manasés, Benjamín, Simeón, Zabulón, Isacar, Aser, Neftalí y Dan.
3. La parte de Leví: a Leví no le fue dada una parte de la tierra, porque Dios mismo sería su heredad (Jos 13:33).
No obstante, recibieron cuarenta y ocho ciudades especiales de las restantes once tribus (Jos 21:41).
B. Un guerrero entusiasmado.
Caleb visita a Josué y da uno de los testimonios más inspiradores de toda la Biblia. Notemos sus palabras desafiantes en Jos 14:7-12.
C. Un altar enjuiciado (Jos 22:1-34).
1. Una vez que la tierra quedó dividida, Israel estableció el tabernáculo en Silo (Jos 18:1).
2. Josué llamó a los ejércitos de las tribus de Rubén, Gad y media tribu de Manasés para que se juntaran en Silo, los bendijo y los envió a sus hogares que habían elegido en el lado este del Jordán.
3. Antes de cruzar el río, estas dos tribus y media edificaron un gran monumento en forma de un altar para recordarse a sí mismos y a sus descendientes su herencia común con las otras diez tribus al oeste del Jordán.
4. Esto fue interpretado por las otras tribus como un acto de rebelión, y estuvieron al borde de una guerra civil.
5. El malentendido fue aclarado a tiempo por una delegación de once jefes principales encabezada por Finees, nieto de Aarón, de las diez tribus y media que se entrevistó con líderes de las otras tribus hermanas.
D. Las últimas palabras de Josué a Israel (Jos 23:1-16 — Jos 24:1-33).
1. Les recuerda la bondad de Dios para con ellos (Jos 23:3).
2. Les advierte acerca de la desobediencia (Jos 23:11-13).
3. Repasa con ellos la historia de Israel (Jos 24:1-13).
4. Les invita a servir a Dios (Jos 24:14-18).
Fuente: Auxiliar Bíblico Portavoz
LOS PROFETAS
INTRODUCCIÓN
La Biblia judía presenta tradicionalmente una estructura tripartita: Torá (Ley), Nebiím (Profetas) y Ketubim (Escritos). Dentro de la segunda parte se incluyen no sólo los libros conocidos generalmente como “proféticos” (los llamados profetas escritores), sino también la denominada “Historia Deuteronomista” (Josué, Jueces, y 1-2 Samuel y 1-2 Reyes). Este último bloque de libros es conocido como “profetas anteriores”, al tiempo que se reserva el nombre de “profetas posteriores” a los profetas escritores.
LOS PROFETAS ANTERIORES
La Historia Deuteronomista — los profetas anteriores — es una obra larga y variopinta, un corpus literario integrado por distintas fuentes, que se superponen en sucesivas ediciones y que abarcan casi cuatrocientos años. Más en concreto la Historia Deuteronomista es la historia de la aplicación de una serie de leyes que deben ser obedecidas, y eventualmente establecidas a través de un santuario particular y de su culto, para poder conservar la tierra prometida.
1. Rasgos formales más característicos
Tanto los relatos de Jueces, por una parte, como los informes monárquicos en 1-2 Reyes, por otra, se caracterizan por el uso de determinados estribillos que recriminan al pueblo de Israel y/o a sus monarcas su infidelidad al contenido de la alianza o pacto con el Señor. En el libro de los Jueces es frecuente leer: “Los israelitas hicieron lo que desagrada al Señor…, que los dejó a merced de X” (Jue 3:7-8; Jue 3:12; Jue 4:1-2; Jue 6:1; Jue 10:6; Jue 13:1) u otras fórmulas análogas. La acusación se centraba básicamente en los cultos idolátricos prohibidos por la legislación del Deuteronomio. La exclusividad del culto yavista condicionaba la posesión de la tierra. En 1-2 Reyes resuena con frecuencia, y de forma estereotipada, la acusación de idolatría formulada contra Jeroboán (1Re 12:26-33; ver 1Re 13:33-34), aplicada a casi todos los monarcas de Israel y de Judá: “Ofendió al Señor…” (1Re 15:3; 1Re 15:26; 1Re 16:19; 1Re 16:25; 1Re 21:25-26; 1Re 22:52; 2Re 3:2; 2Re 8:18; 2Re 8:27; 2Re 10:29; 2Re 13:2; 2Re 13:11; 2Re 14:24; 2Re 15:9; 2Re 15:18; 2Re 15:24; 2Re 16:2; 2Re 17:2; 2Re 21:2; etc.) o fórmulas parecidas. Esta persistencia formal de los estribillos, que tienen como telón de fondo las prácticas idolátricas, llevó a los estudiosos a la conclusión de la existencia no sólo de intereses comunes en el conjunto Josué-Reyes, sino también de varias manos editoras que reflejan los intereses teológicos del Deuteronomio; de ahí el nombre de Historia Deuteronomista.
2. Marco temporal de la Historia Deuteronomista
La Historia Deuteronomística empieza propiamente con la entrega de la ley del Señor a los israelitas mediante Moisés. Cumpliendo la ley, Josué conquista Canaán, según había prometido el Señor. Pero, una vez muerto Josué, el pueblo deja de observar la ley fundamental del Deuteronomio, y los enemigos lo acosan y afligen. En tales circunstancias, el Señor les envía una serie de “jueces” que consiguen liberarlos temporalmente.
La ley de Moisés exigía la centralización del culto en un santuario único (Deu 12:1-14). Tras la conquista de Jerusalén por obra de David, su hijo Salomón construye allí un Templo, con aspiraciones de santuario único. Pero Salomón, insigne como político, como constructor y como organizador administrativo, toleró otros santuarios, motivo por el que el Señor, a su muerte, quita a la Casa (es decir, a la dinastía) de David la soberanía sobre una parte importante de la nación israelita y se la traspasa a Jeroboán, que funda el Reino del Norte. Al reactivar este rey el viejo culto de Betel, viola la norma básica establecida por Moisés, motivo por el que un profeta anónimo de Judá, a quien el autor de 1 Reyes llama “hombre de Dios”, proclama ante Jeroboán que un futuro rey de la Casa de David, de nombre Josías, destruiría el altar prohibido de Betel (1Re 13:1-2). Los sucesivos reyes de Israel, que persistieron en el pecado de Jeroboán, terminarán perdiendo el país a manos del imperio asirio. La infidelidad a la ley mosaica impide la posesión de la tierra prometida.
Tres generaciones después sube al trono de Judá el rey Josías. Durante la restauración del Templo, ordenada por el monarca, es redescubierta, a través de un libro singular, la ley de Moisés. Como había hecho Josué, Josías la acepta y decide ponerla en práctica. Así, se embarca en un triunfalismo frenético: destroza todos los santuarios de Judá quedando sólo en pie el Templo de Jerusalén; y otro tanto hace en lo que había sido el Reino de Israel. Aquí se ceba sobre todo con el templo de Betel, tal como había profetizado el hombre de Dios a Jeroboán. Ahora Israel puede ser reconducido a la soberanía directa de la Casa de David.
3. De Josué a Josías. De Josías a Josué
La Historia Deuteronomista narra cómo el pueblo israelita adquirió en un primer momento con Josué la tierra prometida que posteriormente pasó a ser controlada por la Casa de David. Rota la nación israelita tras la muerte de Salomón, Josías parece ahora dispuesto a recomponer la unidad. Resultan sorprendentes los paralelismos entre la vieja historia y la reciente. En efecto, la Historia Deuteronomista comienza con la proclamación de la ley de Moisés y la conquista del país. Pero esta conquista prefigura la ulterior reconquista bajo Josías. Como puede verse, Josué prefigura a Josías y, a su vez, es modelado a partir de la figura del rey judaíta. Esencialmente el libro de Josué es una representación (que incorpora fuentes de diverso tipo) del plan para la conquista de Israel por la Casa de David bajo Josías. Y de hecho el principal relato deuteronomista parece terminar con la figura de Josías. Bien es verdad que la destrucción de la Casa de David a manos del imperio neobabilónico necesitó actualizar la historia (final de 2 Reyes).
La reforma de Josías es la finalidad de la Historia Deuteronomista y el acontecimiento que proporciona el mejor marco al libro de Josué. La reforma del rey judaíta no es más que un ejemplo de una práctica extendida por todo el antiguo Oriente Próximo, cuando un gobernante restauraba un santuario nacional y, en nombre del dios o los dioses del Estado, promulgaba un código de leyes reformistas. El relato deuteronomista de la reforma de Josías (2Re 22:3 — 2Re 23:24) se basa en gran medida en elementos típicos de antiguas reformas reales que incluían, aparte de la restauración del Templo dinástico, la remisión de deudas, la centralización del culto y de la jurisprudencia, y la expansión territorial.
En el relato del escritor deuteronomista, la reforma empieza cuando Josías ordena al sacerdote Jelcías supervisar la restauración del Templo dinástico. Jelcías descubre la ley mosaica. Moisés había presentado la ley como algo esencial si los israelitas querían conservar el país que el Señor les iba a entregar. Al transgredir esta ley, la nación israelita — en concreto, el Reino del Norte o Reino de Israel — perdió su tierra con la caída de Samaría. La única forma de recuperar el territorio de Israel era recuperar la ley de Moisés. Y ahora tenemos en manos de Jelcías la posibilidad de relanzar la Casa de David reconquistando Israel.
Como el santuario que el Señor había elegido para establecer allí su nombre convertía en ilegítimos al resto de los santuarios, incluidos otros dedicados al Señor (ver Deu 12:2-12; Deu 12:29 — Deu 13:17), Josías emprendió una frenética destrucción de los santuarios ilegítimos (2Re 23:4-20). Pero, antes de acometer dicha tarea, hizo una alianza para observar la nueva ley en todos sus puntos, y la nación reunida en asamblea se unió a él mediante un acuerdo (2Re 23:1-3). Este pacto, que sirvió de detonante a la campaña de purificación del culto, rememora la asamblea de Siquén (Jos 24:1-33) y las palabras que dirigió el Señor a Josué: Pórtate, pués, con fortaleza y valentía… y [que] cumplas toda la ley que te dio mi siervo Moisés… así tendrás éxito en todo lo que emprendas (Jos 1:6-7). La culminación de la reforma de Josías en Judá llegó con la destrucción de los santuarios instalados por Salomón (2Re 23:13-14). Con tal destrucción, quedaba expedito el camino para la reconquista de Israel.
Una vez que Josías regresa a Jerusalén tras sus incursiones reformistas por el país, dos últimos actos ponen fin a la reforma. El primero fue la celebración de la Pascua “según está escrito en este Libro de la Alianza” (2Re 23:21-23). Fijando ahora la mirada en el conjunto de la Historia Deuteronomística, puede deducirse claramente que, conforme al propósito de sus redactores, la historia del pueblo israelita como nación davídica en el país de Canaán, empieza y termina con una Pascua. La primera tuvo lugar con Josué, tras el cruce del Jordán, nada más poner pie en el país (Jos 5:10). La segunda se celebró con Josías, al final de su reforma. El segundo de los actos finales fue la eliminación de “los brujos y adivinos, así como los dioses familiares, los ídolos y todas las aberraciones religiosas… en el territorio de Judá y en Jerusalén” (2Re 23:24). La importancia de este acto se deduce de Deu 18:15 : “El Señor tu Dios suscitará en medio de ti, entre tus hermanos, un profeta como yo; a él deberán escuchar”. Y el único modo de tener presente a Moisés era conservar y poner en práctica el documento que contenía sus palabras.
LOS PROFETAS POSTERIORES
Los llamados “profetas posteriores” en el canon judío se corresponden con los libros conocidos en parte de la tradición cristiana simplemente como “profetas”, es decir, los tres ‘mayores’ (Isaías, Jeremías y Ezequiel) y los doce ‘menores’ (Oseas, Joel, Amós, Abdías, Jonás, Miqueas, Nahum, Habacuc, Sofonías, Ageo, Zacarías y Malaquías).
1. Características generales estos libros
Hablar de la naturaleza de esta literatura, es decir, de los también llamados “profetas escritores”, implica tener en cuenta al menos dos cosas. Por una parte, un libro profético contiene un núcleo literario y temático original vinculado a un autor (o autores); en segundo lugar, dicho libro no fue necesariamente redactado de una vez para siempre, pues se vio sometido a un proceso de recopilación, ampliación y adaptación a lo largo de décadas. De ahí que debamos tener en cuenta tanto la autoría como el proceso de redacción de los libros proféticos.
Desde el punto de vista del autor, la literatura profética está naturalmente relacionada con los individuos que escribieron o pronunciaron el variopinto material que la caracteriza. Sin embargo, en el AT se detecta también la presencia de material literario sobre determinados profetas (Elías, Eliseo, Ajías, Miqueas hijo Jimlá, etc.), material que evidentemente no fue redactado por ellos.
Desde el punto de vista del carácter redaccional de un libro profético, los expertos se sienten obligados a postular la existencia de escuelas proféticas y colectivos teológicos que, basándose en el contenido de dicho libro, trataron de adaptarlo a nuevas circunstancias históricas mediante reformulaciones o añadidos. Tal adaptación acabó creando en ciertos libros tensiones doctrinales difíciles de solucionar, como es el caso de Jeremías. Así, en ese lento proceso de composición podemos descubrir la mano del propio profeta, la presencia de discípulos comprometidos en la transmisión del mensaje de su maestro, e incluso la aportación de autores y editores anónimos que trabajaron sobre un núcleo profético inicial.
2. La personalidad profética
Una extendida acepción popular relaciona el término “profeta” con el anuncio-predicción del futuro. Pero esta acepción responde sólo parcialmente a una de las facetas de la profecía bíblica. En efecto, el profeta del AT es fundamentalmente un analista socio-religioso de su presente histórico.
El término “profeta” es una adaptación genérica de distintos términos hebreos utilizados para describir diversas funciones observables en el ámbito de la profecía bíblica. En el AT se habla de vidente, adivino, hombre de Dios y profeta (en hebreo nabí). Toda esta variedad de atributos sugiere la presencia de distintos tipos de personas, en diversos lugares y épocas de la historia de Israel, cuya función podía responder a uno de esos atributos. Por tanto, podemos suponer que el profeta del AT desempeñó históricamente diversos roles. Podía “ver” algún suceso de la vida ordinaria recurriendo a la oración o a las suertes; podía también hacer partícipes a sus paisanos de sus propias convicciones mediante oráculos en los que ofrecía su “visión” personal del presente o del futuro. Pero había sin duda un elemento que todos esos personajes compartían: su convicción de actuar como intermediarios entre el ser humano y la divinidad. Conviene tener en cuenta que algunos profetas fueron sacerdotes y desempeñaron dicha función.
En la tradición bíblica nos encontramos con un hecho sorprendente: la estrecha relación entre la realeza israelita y la profecía. Puede haber más de una explicación a este hecho, pero es indudable que determinadas circunstancias históricas exigieron con mayor urgencia que otras la presencia de profetas. Entre el año 1000 y el 500 a. C. aproximadamente, las circunstancias socio-políticas y religiosas propiciaron el ejercicio de la profecía: la instauración de la monarquía, la gradual desaparición de Israel y de Judá, el destierro a Babilonia y el período de restauración nacional. Si los avatares históricos proporcionan una explicación del ejercicio del carisma profético, también se puede recurrir al ámbito social de dicho ejercicio.
La mayor parte de los profetas vivieron en ciudades o estuvieron relacionados con poblaciones específicas (p. ej. Amós de Tecoa, etc.), pero podían actuar en distintos ámbitos (p. ej. cerca del poder — reyes, sacerdotes, ancianos, sabios — o alternativamente formar parte de algún grupo autónomo). Pero el profeta bíblico parece estar más relacionado con los colectivos influyentes, aunque con una dura actitud crítica y no necesariamente absorbido por ellos.
A propósito de la cercanía de los profetas a los ámbitos decisorios del poder, conviene deshacer más de un equívoco respecto a su personalidad. El profeta no era un “hombre del pueblo”, en el sentido de que su extracción social, su preparación y su vida en general se enraizaban en las clases sociales menos favorecidas. El profeta cultivaba de forma magistral las tradiciones teológicas de Israel, dominaba los recursos de la retórica y, en no pocas ocasiones, era un magnífico poeta. Un hombre así tenía que pertenecer forzosamente a un medio social que le permitiera una educación de alto nivel. Esto explicaría también su facilidad para relacionarse con los círculos del poder. Otra cosa es que el profeta, fiel defensor del derecho divino, se alzase como defensor de las víctimas de los poderosos: las clases desfavorecidas.
3. Aspectos literarios de la profecía bíblica
Para poder entender la forma en que fueron compuestos los libros proféticos, los analistas suelen recurrir a un modelo de progresión: distintas unidades de discurso fueron conservadas en círculos afines al profeta y sometidas después a un proceso de recopilación, de eventuales ampliaciones y de edición. De este modo, se fueron combinando relatos o discursos. Pueden servir de ejemplo las leyendas sobre Elías (2Re 4:1-44 — 2Re 6:1-33), las visiones de Zacarías (Zac 1:1-21 — Zac 6:1-15) e incluso Jer 21:11 — Jer 23:8. Pero los expertos ofrecen una dinámica alternativa y complementaria a este proceso: los llamados “escribas” interpretaban los antiguos oráculos proféticos y a veces incluían dichas interpretaciones en el propio texto profético, probablemente porque los lectores de una determinada época eran incapaces de entender el contenido de algunos oráculos. En este caso, aparte de recopilación, hay que hablar de un segundo modelo, a saber el de interpretación exegética.
Un tercer modelo era la actualización. El contenido teológico de numerosos oráculos proféticos tenía tal potencial doctrinal, que en determinados momentos los escribas los actualizaban y reformulaban. Esa actividad dio como fruto una nueva literatura: la deuteroprofética, caracterizada por la orientación hacia el futuro de la mayor parte de la retórica profética. El caso es bastante evidente en el libro de Isaías y en el de Zacarías; menos claro en el de Jeremías. Sin embargo, la mayor parte de los libros proféticos no son meras recopilaciones azarosas, pues suelen ofrecer una presentación claramente estructurada de discursos e informes en prosa.
Llegados a este punto, conviene poner de relieve las formas literarias más usuales en la literatura profética del AT, distinguiendo entre prosa y poesía. Entre los relatos en prosa, nos encontramos al menos con siete modelos:
1) acción simbólica, p. ej. Jer 13:1-11 e Isa 20:1-6;
2) relato de vocación (Jer 1:4-10; Isa 6:1-13; Eze 1:1-28 — Eze 3:1-27);
3) informe de una visión (Amó 7:1; Amó 8:1; Nah 1:1; Abd 1:1; Hab 1:1; Zac 1:18);
4) leyenda: se trata de un informe sobre algo santo: un objeto (2Sa 6:6-7) o una persona (1Re 17:1-24 ss; 2Re 2:1-25 — 2Re 13:1-25);
5) historiografía, cuando algunos textos proféticos coinciden con material narrativo de otros libros: compárese p. ej. Isa 36:1-22 — Isa 39:1-8 con 2Re 18:13 — 2Re 19:37;
6) relato biográfico, que sirve de telón de fondo de algún tema doctrinal expuesto por el propio profeta (p. ej. Jer 37:1-21 — Jer 44:1-30);
7) Crónica adivinatoria, cuando un profeta desempeñaba ocasionalmente la función de adivino, ofreciendo una información inalcanzable para el conocimiento humano (ver 1Sa 9:1-27; Eze 20:1-49; Zac 7:1-14 — Zac 8:1-23).
En la literatura profética, sin embargo, predomina el discurso poético en verso. Entre sus formas básicas debemos distinguir entre oráculos divinos (el Señor habla en primera persona) y discursos proféticos (el profeta habla en tercera persona, desde el punto de vista del Señor). Entre estos últimos destacan ocho tipos:
1) el oráculo de juicio, dirigido contra el pueblo de Israel o contra las naciones extranjeras (Amó 1:1-15 — Amó 2:1-16; Isa 13:1-22 — Isa 23:1-18; Jer 5:10-17; Eze 25:1-17 — Eze 32:1-32);
2) los ayes (Isa 5:8-24);
3) la requisitoria (Miq 1:2-7);
4) la endecha (Jer 8:18 — Jer 9:4);
5) el himno (Hab 3:2-15);
6) la canción (Isa 5:1-2);
7) la alegoría (Eze 17:2-10);
8) el acróstico alfabético (es decir, poemas cuyos versos o estrofas comienzan sucesivamente por las distintas letras del alefato hebreo — Nah 1:2-8 — ). Algunas de estas formas son compartidas por la literatura sapiencial.
4. Teología
A pesar de la distancia temporal entre los distintos profetas, su mensaje sorprende por sus afinidades nucleares. Es cierto que el mensaje de un profeta responde a su temperamento particular y a las circunstancias históricas en que se desarrolló su existencia. Pero no es menos cierto que el núcleo de la predicación profética dependía de la pertenencia a un pueblo común, de las promesas divinas compartidas y del progresivo deterioro de la monarquía israelita.
Si los profetas se sentían intermediarios entre el Señor y su pueblo y trataban de evaluar la relación entre ambos, tenían que quedar reflejados en su mensaje todos los principios teológicos (ámbito de la revelación) que determinaban la naturaleza de Israel como pueblo del Señor y todas las vivencias socio-religiosas del propio pueblo (ámbito ético). Utilizamos conscientemente el plural, pues es difícil hablar de una teología profética o de una ética profética. Las diversas teologías (p. ej. del éxodo, de la alianza o de Sión) se explican en parte desde la geografía (no todas las tradiciones del Norte eran cultivadas en el Sur) y en parte desde la historia (en épocas de prosperidad, por ejemplo, brotaba la injusticia a gran escala; otras épocas se caracterizaban por la presencia de imperios amenazadores). En definitiva, la aparente disparidad de teologías respondía en realidad a determinados imponderables y eventualidades.
En consecuencia, algunos estudiosos han intentado dar con un núcleo común al mensaje profético. Se ha insistido sobre todo en la tradición de la alianza y en todo lo que implicaba: normas y mandamientos, maldiciones y bendiciones, litigios entre el Señor y su pueblo, etc. Los profetas fueron, sin duda, los portavoces de la alianza. Sin embargo, y como han señalado diversos expertos, tan importante como la alianza (y no del todo desligada de ella) es la perspectiva internacional que emana de la predicación profética. Por ejemplo, Isaías aparece como un heraldo enviado por el consejo divino y dotado de poder para realizar su misión (Isa 6:1-10; ver también Jer 1:5; Jer 1:10; Jer 23:18). El profeta acreditado para ejercer una misión entre las naciones encaja perfectamente con la imagen del Señor como soberano cósmico por encima de los imperios de la tierra. Desde este punto de vista, la visión profética tiene un horizonte más amplio que el de la teología de la alianza. No debemos olvidar el espacio que ocupan en ciertos libros proféticos los oráculos contra las naciones (Isa 13:1-22 — Isa 23:1-18; Jer 46:1-28 — Jer 51:1-64; Eze 25:1-17 — Eze 32:1-32; ver también Amó 1:1-15 — Amó 2:1-16). Si Israel y Judá firmaban tratados con potencias extranjeras, es normal que tal perspectiva internacional hubiese de tener en cuenta los planes del Señor como rey cósmico que era.
Es importante también poner de relieve los rasgos éticos del mensaje profético. Es cierto que los profetas compartían con otras culturas una determinada visión del ser humano en sociedad, pero no es menos cierto que la ética profética tenía una dimensión específica, inspirada en las propias tradiciones teológicas. También aquí habremos de recurrir a las perspectivas diseñadas líneas arriba: la internacional y la aliancística.
Desde la perspectiva aliancística podemos entender los oráculos de juicio de Amó 1:1-15 — Amó 2:1-16, donde diversos países son condenados por delitos censurables, los cometa quien los cometa: genocidio, masacres de civiles, degradaciones rituales, orgullo homicida, etc. Sin embargo, el discurso cambia cuando los profetas se dirigen a sus compatriotas: predominan entonces categorías éticas específicas, sobre todo el derecho y la justicia. Aquí son las clases dirigentes el blanco de las invectivas proféticas: reyes (poder político), sacerdotes (poder religioso), ancianos (poder judicial) y sabios (consejeros en general). Aunque los reyes, debido a su función, eran el objetivo “natural” de la crítica profética, las exigencias de la justicia llegaron a democratizarse: también la población fue considerada culpable por dejación de sus obligaciones como pueblo de la alianza.
La voz de los profetas atronaba especialmente cuando, en épocas de prosperidad o de expansión imperialista, aumentaban las injusticias económicas: concentración de la riqueza en pocas manos; impune desposesión de tierras; impuestos empobrecedores; esclavitud. Pero ciertos rasgos de la predicación profética podrían calificarse de específicamente israelitas: condena de la continua presencia de la idolatría y del sincretismo religioso, que se prolongó al menos hasta comienzos del siglo V. El telón de fondo lo constituye, una vez más, la teología de la alianza. Para los profetas, la injusticia social y la idolatría constituyeron un cáncer progresivo en la sociedad israelita, que acabó con el país.
A pesar de su diagnóstico negativo respecto del país, la predicación profética se caracteriza por un decidido impulso hacia el cultivo de la esperanza. Pero resulta difícil explicar de manera razonable esa tensión entre juicio condenatorio y esperanza. ¿Cómo es posible que un mismo profeta, tras condenar a muerte a Israel, proclame un mensaje de esperanza? (compárese p. ej. Amó 9:7-10 con Amó 9:11-15). ¿Cómo explicar las palabras de Miq 2:12-13, cuando en el libro predomina una condena de la nación sin paliativos? ¿Qué función tiene en el libro de Jeremías, tan negativo sobre la posibilidad de un futuro para Israel, la llamada a la esperanza de los cps. Jer 30:1-24 — Jer 33:1-26?
¿Cómo explicar semejantes tensiones? Un gran número de expertos opina que la llamada profética a la esperanza es redaccional, es decir, que surge después de haberse consumado los desastres anunciados por los profetas. Casi todos los oráculos de restauración serían entonces adiciones a los textos proféticos originales. Ahora bien, ¿por qué está tan generalizado en la literatura profética el lenguaje de la esperanza? La única explicación plausible es que las tradiciones de Sión y de la promesa de permanencia de la dinastía davídica habían cuajado de tal modo entre el pueblo en general, que resultaba prácticamente imposible no formular la teología de un resto, del que surgiría un nuevo pueblo fiel. De ahí que la tensión entre destrucción y restauración acabara cediendo a un firme llamamiento a la esperanza.
JOSUÉ
INTRODUCCIÓN
1. Lugar en la historia bíblica
El libro de Josué narra básicamente la conquista de Canaán — la tierra prometida — por parte de los clanes israelitas que habían salido de Egipto. Sin lo referido en él, la promesa de la tierra hecha a Abrahán y a sus descendientes habría sido vana, y la salida de Egipto una condena a la vida mísera del desierto. De ahí que el libro de Josué sea imprescindible para completar el relato del Pentateuco.
Por otro lado, la entrada de Israel en Canaán no es más que el prólogo necesario de la historia de Israel en su propia patria, que terminará cuando el destierro de Babilonia ponga fin, por el momento al menos, a la posesión de la tierra.
Así se comprende la división de opiniones a la hora de adjudicar este libro a algún conjunto literario mayor. Para unos, forma una unidad con el Pentateuco, hasta el punto de que habría que hablar más bien de un Hexateuco, pues serían seis los libros que integran este bloque bíblico. Otros, por el contrario, hablan de Tetrateuco, es decir, cuatro libros, por cuanto el relato que comienza en el Génesis concluiría en el libro de los Números. En este último supuesto, el Deuteronomio no sería el quinto libro del Pentateuco, sino el prólogo de la gran “historia deuteronomista”, que, comenzando en el libro de Josué, discurre por los libros de Jueces y Samuel hasta el segundo libro de los Reyes.
2. Proceso de composición del libro
Hoy podemos afirmar con bastante probabilidad lo siguiente: al principio no había más que tradiciones sueltas: cada tribu contaba sus hazañas en los centros culturales de aquellos tiempos, que eran ante todo los santuarios. Esas tradiciones fueron recopiladas y ensambladas por algún escritor que pudo vivir en la misma época que los recopiladores de las tradiciones antiguas del Pentateuco. En los años que siguieron inmediatamente a la caída de Jerusalén y a la deportación a Babilonia (587 a. C.), otro escritor, imbuido del espíritu y del lenguaje de la escuela deuteronomista, reeditó la vieja historia, respetando su sustancia, pero dándole nuevo sentido con sus introducciones, resúmenes, conclusiones y palabras de los personajes. No comprendió su obra como independiente, sino que la empalmó, por un lado, con la historia de Moisés (cp. Jos 1:1-18) y, por otro, con la de los Jueces (Jos 24:31). Dentro de la misma escuela deuteronomista parece que otro redactor, pocos años más tarde, retocó la obra, insistiendo en el cumplimiento de la Ley, como condición del éxito en la empresa de ocupación de la tierra (ver Jos 1:7-8). La mano de estos redactores deuteronomistas se deja notar en toda la narración de la conquista (cps. Jos 1:1-18 — Jos 12:1-24) y en los capítulos finales (Jos 22:1-34 — Jos 24:1-33). Le pertenecen por completo la introducción (cp. Jos 1:1-18), la despedida de las tribus de Transjordania (Jos 22:1-8) y el adiós de Josué antes de su muerte (cp. Jos 23:1-16). Alguien formado también en el deuteronomismo insertó poco después el cp. Jos 24:1-33, con la “asamblea de Siquén”.
Un escritor de la escuela sacerdotal completó el libro introduciendo en él lo referente al cumplimiento de lo prescrito en el libro de los Números sobre el reparto de la tierra, las ciudades de asilo y las ciudades levíticas: son suyos los cps. Jos 13:1-33 — Jos 21:1-45, salvo algunas narraciones primitivas que inserta (Jos 15:13-19; Jos 17:14-18). Fuera de esa sección geográfica se deja notar la mano sacerdotal sólo en el relato de la Pascua en Guilgal (Jos 5:10-12), en la muerte y sepultura de Eleazar (Jos 24:33), y en algún detalle sin mayor trascendencia.
3. La conquista de Canaán según el libro de Josué
El libro de Josué ofrece una visión muy simplificada de la ocupación de Canaán: todo el Israel de las doce tribus, perfectamente unido, bajo el caudillaje único de Josué, se apoderó por las armas de todo el territorio de Canaán, con la única excepción de la tetrápolis de Gabaón (cp. Jos 9:1-27) y de algunos enclaves que quedaron para la época de David.
Pero hoy se tiende a ver la ocupación de Canaán como un proceso más lento y complejo. Israel no se había formado aún como nación ni tenía una unidad política como para afrontar una guerra de tales dimensiones. Es más verosímil y primitiva la visión de la ocupación que sugiere Jue 1:1 — Jue 2:5, donde las tribus hacen sus conquistas por separado. Parece ser que los que acabaron formando el Israel de las doce tribus no entraron en Canaán todos a la vez ni por el mismo sitio. Hoy no se cree tampoco que todas las incursiones de los israelitas lo fueran en son de guerra. Tampoco hay que pensar que la penetración de los israelitas concluyera con el siglo XIII a. C. Lo mismo que había comenzado antes, debió de continuar después, a lo largo de los siglos XII y XI, para concluir con David. Especial dificultad ofreció el dominio de las llanuras, donde los cananeos hacían valer sus carros de guerra (Jos 17:16-18; Jue 1:19).
No obstante, no se puede poner en duda el supuesto básico de que la tierra de Canaán fue hasta cierto punto conquistada por Israel. Partiendo de ese supuesto, se comprende que en algunos casos se atribuyera a la guerra de conquista la ruina de alguna ciudad que no había sido destruida por los israelitas. Y que las conquistas logradas a lo largo de varios siglos se agruparan en torno a una sola incursión principal. Las excavaciones en Palestina no apoyan la historicidad del libro de Josué si lo tomamos a la letra, con toda la simplificación que supone. Pero puede encontrar refrendo en ellas una importante incursión israelita en el último tercio del siglo XIII, que fue precedida de otras oleadas, y seguida de una labor de consolidación y limpieza de enclaves, que continuó todavía dos siglos.
4. Estructura y contenido
El libro de Josué se divide en dos grandes partes: la conquista de la tierra de Canaán (Jos 1:1-18 — Jos 12:1-24), y su reparto entre las tribus (cps. Jos 13:1-33 — Jos 21:1-45), con varios epílogos (cps. Jos 22:1-34; Jos 23:1-16 y Jos 24:1-28) y un apéndice (Jos 24:29-33).
I. — La conquista (Jos 1:1-18 — Jos 12:1-24). Tras una sección introductoria (cp. Jos 1:1-18), Josué envía espías a Jericó; estos son hospedados y protegidos por Rajab (cp. Jos 2:1-24). Los israelitas pasan el Jordán y acampan en Guilgal (cps. Jos 3:1-17 — Jos 4:1-24), donde son circuncidados los varones y se celebra la primera Pascua en tierra de Canaán (cp. Jos 5:1-15). Comienza la conquista por Jericó (cp. Jos 6:1-27). Sigue la de Ay, pero después de un primer intento fallido por culpa del pecado de Acán (cps. Jos 7:1-26 — Jos 8:1-35). Josué hace un pacto con los gabaonitas (cp. Jos 9:1-27), lo que origina una coalición de reyes, que es vencida en la batalla de Gabaón (cp. Jos 10:1-43). Josué vence también a otra coalición en Galilea, que culmina en la conquista de Jasor (cp. Jos 11:1-23). El capítulo Jos 12:1-24 hace un resumen de las ciudades conquistadas.
II. — El reparto entre las doce tribus (cps. Jos 13:1-33 — Jos 19:1-51). Esta sección se completa con la enumeración de las ciudades de asilo (cp. Jos 20:1-9) y las ciudades levíticas (cp. Jos 21:1-45).
III. — Tres epílogos: despide a las tribus transjordánicas que han participado en la conquista. Con una complicación inesperada: la construcción por esas tribus de un altar de dudosa interpretación (cp. Jos 22:1-34). Josué hace testamento (cp. Jos 23:1-16). Josué hace que Israel se comprometa con el Señor (Jos 24:1-28).
IV. — Apéndice. Escueta referencia a la muerte y sepultura de Josué, al entierro de los huesos de José y a la muerte y sepultura de Eleazar (Jos 24:29-33).
5. Claves teológicas de lectura
La idea central del libro actual de Josué proviene de los redactores deuteronomistas. Para un israelita, la posesión de la tierra prometida a los antepasados era el compendio de todos los bienes. Israel no acabó de enterarse de todo su valor hasta que la perdió por la deportación. Ese valor de la tierra se relaciona con un valor superior: la adhesión incondicional al Señor, Dios de Israel. La tierra prometida a los padres es un don del Señor, que se da con una condición: la fidelidad. Si Israel se aparta del Señor, el mismo Dios que les entregó la tierra, los expulsará de ella. Para evitarlo, hay que guardarse de toda contaminación de los cananeos. Así queda explicado el destierro: Israel se dejó contaminar con los cananeos, y el Señor lo expulsó de la tierra. Si Israel sueña de nuevo con volver a ella, ha de mantenerse fiel al Señor, no contaminándose con la idolatría entre la que por fuerza tiene que vivir.
La ocupación de aquella tierra maravillosa, ocupada por multitud de pueblos poderosos, era una empresa superior a Israel. Pero el Señor se la había prometido a los antepasados del pueblo y Dios siempre cumple. No hay ninguna dificultad, ni en el paso del Jordán, ni en la resistencia de Jericó, ni en las coaliciones de reyes del Sur o del Norte. Los israelitas no tenían nada que temer, mientras que los enemigos eran presas del pánico antes de luchar. Estaba claro que era el Señor el que combatía a su favor.
Un contratiempo dejó patente la relación entre la posesión de la tierra y la lealtad al Señor. A la primera prevaricación sucedió la derrota ante la ciudad de Ay (cp. Jos 7:1-26). Castigado el culpable, todo volvió a su cauce: el pueblo fue fiel al Señor y el Señor estuvo con Israel.
Otro valor importantísimo es el de la unidad del pueblo. Los redactores deuteronomistas hacen que el gran Israel actúe siempre unido. Si se mencionan las tribus de Transjordania, es para subrayar su participación en la conquista al lado de sus “hermanos”. Es una lucha desesperada por salvar el sentimiento de unidad nacional de un pueblo destrozado y disperso, en peligro de disolución.
El redactor sacerdotal que completa el relato insiste a su modo en la misma idea. Las descripciones antiguas de límites, y las listas de ciudades, le permiten reavivar el recuerdo de la heredad, real o teórica, de cada una de las tribus, la mayoría de las cuales habían ya desaparecido como tales del horizonte. La nostalgia del trozo de tierra que fue heredad de los mayores debía mantener vivo el espíritu de los restos de las tribus, en espera de tiempos mejores.
Un tema especialmente característico del libro de Josué es el del “jerem” o “anatema”, es decir, la consagración de algo o alguien al Señor por medio del exterminio (ver segunda nota a Jos 2:10). En virtud de ese “jerem”, cada victoria en la guerra santa culmina en la destrucción total de la ciudad conquistada con toda su población, incluidos niños y mujeres. Según nuestro libro, el “anatema” fue aplicado sistemáticamente a las poblaciones conquistadas. ¿Cómo puede decirse en un libro sagrado que esas matanzas se realizaron por orden del Señor? Es de advertir que el “anatema” era patrimonio común de todo el mundo semítico antiguo: en la guerra santa todo el botín (y en primer lugar los seres vivos) era del dios al que se atribuía la victoria. Siendo una costumbre comúnmente aceptada con fuerza de ley, los israelitas la tenían como una obligación y se la atribuían al Señor. Tenían el cumplimiento del “anatema” como un acto supremo de religión: los soldados sedientos de botín tenían que consagrarlo todo entero al Señor (Jue 5:30; 1Sa 15:1-35). Sin duda que en la conquista de Canaán no se aplicó el “anatema” con la universalidad y radicalidad que cuenta el libro de Josué. En eso también hay una gran simplificación. Las matanzas serían las habituales en tales casos, necesarias por otra parte para que Israel pudiera hacerse con una tierra propia, en que desarrollar su peculiar destino. Fue el narrador el que las generalizó, no para que el Israel de su tiempo las repitiera, que estaba muy lejos de poder siquiera intentarlo, sino para que entendiera que el gran peligro estaba en la convivencia con los idólatras y el posible contagio de idolatría. La tierra es percibida por Israel como el don que realiza el cumplimiento de las promesas; pero es, al mismo tiempo, conquista, esfuerzo que el pueblo debe realizar. Una especie de paradoja que se va a hacer permanentemente presente a lo largo de toda la revelación bíblica: el amor de Dios que se compromete en una relación de alianza suscita una respuesta (“responsabilidad”) del ser humano en línea de amor y fidelidad.
Finalmente, el lector cristiano no puede menos de considerar que el Josué protagonista del libro lleva un nombre que significa “el Señor salva”, nombre que en la época del Nuevo Testamento es transcrito por los judíos de lengua griega como “Jesús” (ver Heb 4:8). No debe extrañar, por tanto, que los primeros cristianos, dada la igualdad en el nombre y la analogía en la obra, relacionaran la actividad del Salvador Jesús con la de aquel otro Jesús (Josué), el que dio al pueblo de Dios el descanso en la tierra prometida.
Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana
Jos 1:7; Jos 1:13; Éxo 24:13; Núm 12:7-8; Núm 27:18; Deu 34:5; Deu 34:9; Neh 1:7-8; 1Cr 6:49.
Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana
Trasfondo histórico. La referencia a la muerte de Moisés (1) vincula el libro de Jos. con Deut. 34:5 (cf. Jue. 1:1; 2 Sam. 1:1; 2 Rey. 1:1) y señala el tiempo para reanudar la conquista. Moisés es llamado siervo de Jehovah tanto para honrarlo como para legitimar sus instrucciones para poseer la tierra.
Moisés le dio a Oseas (que significa “salvación”) el nuevo nombre JosueŒ, que significa “Jehovah es salvación” (Núm. 13:16). El nombre más adelante llegó a ser yesua de donde proceden el gr. Iesous y el castellano “Jesús”.
El título de Josué, ayudante de Moisés (cf. 1 Sam. 3:1; 1 Rey. 19:21) recuerda que Josué había sido preparado para este liderazgo por habilidad, entrenamiento y experiencia (cf. Exo. 17:8-15; 24:12, 13; Núm. 14:6-12; 27:12-23; 32:12; Deut. 1:37-38; 34:9).
Fuente: Nuevo Comentario Bíblico Siglo Veintiuno
1.1 Al comenzar el libro de Josué, los israelitas se encuentran acampados a la orilla oriental del Jordán, a la misma entrada de la tierra prometida y ya habían completado el período de duelo por Moisés, que acababa de morir (Deu 34:7-8). Treinta y nueve años antes (después de pasar un año en el monte Sinaí recibiendo la ley de Dios), los israelitas tuvieron una oportunidad de entrar a la tierra prometida, pero no confiaron en que Dios les daría la victoria. Por lo tanto, Dios no les permitió entrar a la tierra, sino que los hizo vagar por el desierto hasta que muriera aquella generación desobediente.Durante su peregrinación en el desierto, los israelitas obedecieron las leyes de Dios. Además enseñaron a la nueva generación a obedecer las leyes de Dios, a fin de que pudieran entrar en la tierra prometida (Canaán). A medida que los hijos crecían, con frecuencia les recordaban que la fe y la obediencia a Dios traían victoria, mientras que la incredulidad y la desobediencia producían tragedia. Cuando el último de la generación mayor y los de la nueva generación fueron adultos, los israelitas se prepararon para pasar el río y poseer la tierra prometida, anhelada por tanto tiempo.1.1-5 Josué fue el sucesor de Moisés como líder de Israel. ¿Cuáles fueron sus cualidades para convertirse en líder de la nación? (1) Dios lo nombró (Num 27:18-23). (2) Era uno de los únicos dos testigos oculares de las plagas de Egipto y el éxodo que quedaban con vida. (3) Había sido ayudante de Moisés por cuarenta años. (4) De los doce espías, sólo él y Caleb demostraron una confianza plena en que Dios les ayudaría a conquistar la tierra.1.2 Como Josué había ayudado a Moisés muchos años, estaba bien preparado para ser líder de la nación. Los cambios de líderes son comunes en muchas organizaciones. En esos casos, es esencial una transición fluida para establecer una nueva administración. Esto no sucede a menos que los nuevos líderes sean bien entrenados. Si usted ocupa actualmente una posición de líder, comience a preparar a otra persona para tomar su lugar. Así, cuando usted se vaya o reciba una promoción, las operaciones podrán seguir normalmente. Si usted desea ser líder, aprenda de otros líderes para estar preparado para dirigir cuando llegue la oportunidad.1.5 El nuevo trabajo de Josué consistió en llevar a más de dos millones de personas a una nueva tierra extraña y conquistarla. ¡Qué gran reto, aun para un hombre del calibre de Josué! Cada trabajo nuevo es un reto. Sin Dios puede causar temor. Con Dios puede ser una gran aventura. Así como Dios estuvo con Josué, El está con nosotros cuando enfrentamos nuevos retos. Quizás no vamos a conquistar naciones, pero todos los días encontramos situaciones complejas, personas difíciles y tentaciones. Sin embargo, Dios promete que nunca nos abandonará ni dejará de ayudarnos, no importa cómo nos sintamos. Si pedimos la dirección de Dios como lo hizo Josué, también podemos ganar muchas de las batallas de la vida.1.6-8 Muchas personas piensan que la prosperidad y el éxito provienen de tener poder, contactos personales y un inexorable deseo de avanzar. Pero la estrategia para el éxito que Dios le enseñó a Josué contradice tales criterios. Le dijo a Josué que para prosperar debía (1) ser fuerte y valiente porque la tarea que le esperaba no era fácil, (2) obedecer la ley de Dios, (3) constantemente leer y estudiar el libro de la ley: la Palabra de Dios. Para tener éxito, siga los consejos que Dios le dio a Josué. Es posible que no triunfe según las normas del mundo, pero triunfará a los ojos de Dios, y la opinión del Señor dura para siempre.1.12-15 Durante el año anterior, las tribus de Rubén y Gad y la media tribu de Manasés le habían pedido a Moisés que los dejara poblar una región al este de la tierra prometida. La región tenía excelentes tierras para pastorear sus grandes ganados. Moisés accedió a darles las tierras con una condición: que ayudaran a las demás tribus a entrar en la tierra prometida y conquistarla. Sólo después de que la tierra fuera conquistada podrían regresar a sus hogares. Había llegado el momento de que estas tres tribus cumplieran lo que habían acordado.1.13 Dios le estaba dando descanso al pueblo. Esto era buenas noticias para este pueblo que había estado en movimiento toda su vida. A las personas que no poseían tierra se les daría una porción, para que pudieran establecerse y tener «reposo».1.16 Si todos hubieran tratado de conquistar la tierra prometida a su propia manera, hubiera resultado todo un caos. Para poder completar la tarea enorme de conquistar la tierra, tuvieron que estar de acuerdo con el plan del líder y estar dispuestos a apoyarlo y obedecerlo. Si vamos a completar las tareas que Dios nos ha encomendado, tenemos que estar plenamente de acuerdo con su plan, prometer obedecerlo y convertir sus principios en acción. Estar de acuerdo con el plan de Dios significa conocerlo (según las Escrituras) y ponerlo en acción en nuestra vida diaria.1.18 Cuando Dios comisionó a Josué, le dijo tres veces que fuera fuerte y valiente (véase 1.6, 7, 9). Aquí, Josué recibió la misma clase de aliento por medio del pueblo. Aparentemente tomó el mensaje de Dios en serio, y encontró en su relación con Dios la fortaleza y valentía que necesitaba. La próxima vez que tenga miedo de hacer lo que es correcto, recuerde que en Dios hallará fortaleza y valentía a su disposición.TOMA LA TIERRADios mandó a Josué a llevar a los israelitas a la tierra prometida (también llamada Canaán) y conquistarla. Esto no fue un acto de imperialismo ni agresión, sino un acto de castigo. He aquí algunos pasajes en la Biblia donde Dios prometió dar esta tierra a los judíos y las razones por las cuales lo hizo.Gen 12:1-3 : Dios prometió bendecir a Abraham y hacer de sus descendientes una gran naciónGen 15:16 : Dios escogería el tiempo más adecuado para que Israel entrara en Canaán porque las naciones que vivían allí en ese entonces serían impías y estarían listas para el castigo (su pecado habría llegado al tope)Gen 17:7-8 : Dios prometió entregar toda la tierra de Canaán a los descendientes de AbrahamExo 33:1-3 : Dios prometió ayudar a los israelitas a echar de Canaán a todas las naciones impíasDeu 4:5-8 : Los israelitas debían dar el ejemplo de una vida santa a todo el mundo. Esto no sería así si se mezclaban con los impíos cananeosDeu 7:1-5 : Los israelitas debían destruir completamente a los cananeos a causa de su impiedad y del llamado de Israel a la purezaDeu 12:2 : Los israelitas debían destruir completamente los altares cananeos para que nada los distrajera de adorar sólo a Dios
Fuente: Comentarios de la Biblia del Diario Vivir
NOTAS
(1) O: “esclavo”.
(2) “Josué.” Heb.: Yehoh·schú·a‛, “Jehosúa”, que significa: “Jehová Es Salvación”; gr.: ’Ιησοῖ (I·e·sói, “Jesús”); Sy: “Jesúa”; Vgc: “Josué”. Véanse Gén 49:18, n: “Tuya”; Heb 4:8, n: “Josué”.
(3) O: “servidor”. Heb.: mescha·réth; lat.: mi·ní·strum.
REFERENCIAS CRUZADAS
a 0 Deu 31:14
b 1 Éxo 24:13; Núm 11:28
Fuente: Traducción del Nuevo Mundo
después de la muerte de Moisés. Esta declaración inicial enlaza el libro de Josué con Deuteronomio, que termina narrando la muerte de Moisés (Dt 34).
Josué. Véase Vista Panorámica.
ayudante de Moisés. Josué es mencionado aquí como ayudante o ministro de Moisés; más tarde será llamado siervo del S eñor (24:29).
Fuente: La Biblia de las Américas
El libro de Josué marca la transición entre el Pentateuco (y la promesa incondicional de dar la tierra a Israel; cp. Gn 12:1– 3; 13:14– 18; 15:12– 21) y la conquista de la tierra bajo Josué.
Fuente: La Biblia de las Américas
INTRODUCCIÓN AL LIBRO DE JOSUÉ
AUTOR: JosuéFecha: 1400-1370 a.C.
Paternidad literaria Básicamente este libro fue escrito por el mismo Josué. Es cierto que algunas secciones – tales como Jos 15:13-17 (cp. Jue 1:9-13) y Jos 24:29-31 – no pudieron haber sido escritas por él. Esas fueron añadidas probablemente por Eleazar el sacerdote o por Finees, su hijo. Pero Josué es específicamente reconocido como el autor de Jos 24:1-26, y claramente el autor fue un testigo presencial de muchos de los hechos registrados: véase, por ejemplo, Jos 5:1 (en algunos MSS. aparece «nosotros») y Jos 5:6 (nos). Además, es evidente que el libro fue escrito poco después de ocurrir lo relatado (Jos 6:25).
Trasfondo El libro describe la conquista y la división de la tierra de Canaán y contrasta con el trasfondo de la religión pervertida y las características brutales de los cananeos, descritas claramente en las tablillas de Ras Shamra. La prostitución de ambos sexos, sacrificio infantil y el sincretismo religioso fueron algunos de los pecados por los que Dios ordenó a los israelitas la exterminación de los habitantes de Canaán. La decadencia espiritual de Israel ocurrida posteriormente se debió en gran parte a que los cananeos no fueron completamente destruidos. Como resultado, su religión fue tolerada y frecuentemente asimilada por los israelitas. Los sucesos de Josué comienzan donde concluyen los de Deuteronomio. Para una discusión del tiempo de la conquista, véase la INTRODUCCIÓN al Libro de Éxodo.
El hombre Josué Evidentemente nació en Egipto. Josué (cuyo nombre significa Jehová es salvación»; véase nota en Éxo 13:16) pudo haber servido en el ejército de Faraón. De todos modos, reunía las condiciones para encabezar las fuerzas israelitas contra los amalecitas en Refidim (Éxo 17:8-16). Sirvió como ayudante personal de Moisés durante el año en el monte Sinaí (Éxo 24:13). Como representante de la tribu de Efraín, inspeccionó la tierra de Canaán con los otros 11 espías y con Caleb se opuso al informe de la mayoría de no tratar de conquistar la tierra (Núm 14:6-9). Antes de la muerte de Moisés, fue designado como sucesor de éste (Núm 27:18-23) y guió al pueblo en la conquista de Canaán. Sus cualidades más sobresalientes eran la fe, el valor; la obediencia y la devoción a la ley de Dios.
Fecha Si se asume la fecha temprana del éxodo de Egipto (véase la INTRODUCCIÓN al Libro de Éxodo), la conquista de Canaán bajo Josué ocurrió por el año 1400 a.C. La fecha tardía del éxodo coloca la conquista de Canaán por el año 1240, fecha mucho más difícil de armonizar con la mención pasajera en el libro de Josué (Jos 13:2-3) de los filisteos que constituían un poder en la Palestina por el año 1200.
Temas importantesEl libro enfatiza:
(1) la fidelidad de Dios en dar a Israel la tierra de Canaán (cp. Gén 13:15);
(2) la importancia de la Ley escrita de Dios (Jos 1:18; Jos 8:32-35; Jos 23:6-16; Jos 24:26-27) y
(3) la santidad de Dios en su juicio de los pecados de los cananeos (cp. Deu 7:1-6).
BOSQUEJO DE JOSUÉ
I) La entrada en Canaán, Jos 1:1 – Jos 5:15
A) La comisión de Dios a Josué, Jos 1:1-9
B) El mandamiento de Josué al pueblo, Jos 1:10-18
C) La inspección de Jericó: Rahab y los espías, Jos 2:1-24
D) El cruce de río Jordán, Jos 3:1-17
E) La conmemoración del cruce del Jordán, Jos 4:1-24
F) La circuncisión del pueblo, Jos 5:1-12
G) El príncipe del ejército de Jehová, Jos 5:13-15
II) La conquista de la tierra de Canaán, Jos 6:1 – Jos 12:24
A) La conquista del centro de Canaán, Jos 6:1 – Jos 8:35
1. La victoria en Jericó, Jos 6:1-27
2. La derrota en Hai: El pecado de Acán, Jos 7:1-26
3. La victoria en Hai, Jos 8:1-29
4. La adoración en Ebal, Jos 8:30-35
B) La conquista del sur de Canaán, Jos 9:1 – Jos 10:43
1. La decepción de los gabaonitas, Jos 9:1-27
2. La destrucción de los amorreos, Jos 10:1-43
C) La conquista del norte de Canaán, Jos 11:1-15
D) Resumen de la conquista, Jos 11:16 – Jos 12:23
III) La división de la tierra de Canaán, Jos 13:1 – Jos 24:33
A) Las instrucciones para Josué, Jos 13:1-7
B) La división de Transjordania, Jos 13:8-33
C) La división de Canaán, Jos 14:1 – Jos 19:51
1. INTRODUCCIÓN, Jos 14:1-5
2. La heredad de Judá, Jos 14:6 – Jos 15:63
3. La heredad de Efraín, Jos 16:1-10
4. La heredad de la media tribu de Manasés, Jos 17:1-18
5. Reconocimiento del resto de la tierra, Jos 18:1-10
6. La heredad de Benjamín, Jos 18:11-28
7. La heredad de Simeón, Jos 19:1-9
8. La heredad de Zabulón, Jos 19:10-16
9. La heredad de Isacar, Jos 19:17-23
10. La heredad de Aser, Jos 19:24-31
11. La heredad de Neftalí, Jos 19:32-39
12. La heredad de Dan, Jos 19:40-48
13. Heredades especiales, Jos 19:49-51
D) Ciudades de refugio, Jos 20:1-9
E) Ciudades de los levitas, Jos 21:1-45
F) Los mensajes de despedida de Josué, Jos 22:1 – Jos 24:28
1. Mensaje a los rubenitas, gaditas y a la media tribu de Manasés, Jos 22:1-34
2. Mensaje a los líderes, Jos 23:1-16
3. Mensaje al pueblo, Jos 24:1-28
G) La muerte de Josué, Jos 24:29-33
Fuente: Biblia de Estudio Anotada por Ryrie
muerte de Moisés… TM añade siervo de YHVH. Se sigue LXX → §194; Josué… Esto es: Salvación de YHVH; servidor… Heb. mesharet. Esto es, servidor voluntario o administrador sobre una casa junto con sus bienes → Gén 39:4. Distinto de ´ébed = siervo, esclavo, es decir, una persona bajo servicio obligatorio, no necesariamente con un cargo elevado y, en muchos casos, bajo peso de esclavitud. → Éxo 5:15-16.
Fuente: Biblia Textual IV Edición
O, ministro
Fuente: La Biblia de las Américas
Esto es: Salvación de YHVH.
1.1 Heb. mesharet = ministro. Esto es, servidor voluntario o administrador sobre una casa junto con sus bienes, g Gén_39:4 distinto de lquote ebed = siervo, es decir una persona puesta bajo servicio con carácter obligatorio, no necesariamente con un cargo elevado y, en muchos casos, bajo peso de esclavitud. g Éxo_5:15-16
Fuente: La Biblia Textual III Edición
[.] Al igual que todos los profetas que surgieron a continuación en Israel, Josué aparece aquí como el que medita su palabra día y noche (Sal 1,2). Y la primera imagen bíblica que vendrá a la mente de la comunidad cristiana primitiva para hablar de Jesús, será la del (He 3,13; 3,26; 4,27; 4,30). Así se dibuja la figura de un Salvador (Josué como Jesús, significa ) que introduce al Pueblo de Dios en su tierra y en su descanso. Josué aparece en la Biblia como una prefiguración de Jesús y la Carta a los Hebreos lo dará a entender en el capítulo 4. Yo les doy todos los lugares donde pongan sus pies (3). Así se nos enseña cómo debemos esperar los beneficios de Dios. El no hace las cosas en lugar nuestro hace que nos superemos para conquistarlas. La tierra que Yavé da a los israelitas será suya cuando la hayan conquistado. Bien es verdad que el Evangelio no habla de conquistas terrenales, pero la Biblia muestra que el Evangelio no podía ser entendido sino por un pueblo que hubiera luchado para conquistar su tierra y su propia identidad, para luego crear su propia cultura.
Fuente: Notas de la Biblia Latinoamericana
[1] El libro de Josué es un relato de conquista; pero en ese sentido no es una narración clara y completa. La finalidad del libro es religiosa, pues busca demostrar que Yahvé es el Dios de Israel y que ha conquistado Canaán para darlo a su pueblo. El hilo conductor de la narración es la alianza entre Yahvé y el pueblo de Israel. Yahvé, el Señor, cumple sus promesas entregando Canaán al pueblo escogido; Josué e Israel deben mantenerse fieles a la ley divina.[1] Aunque era ya el supremo jefe del pueblo, se llama a sí mismo ministro de Moisés, pues fue educado e instruido por éste.[4] Se designan los límites de la tierra santa.[13] Num 32, 17-20.