Comentario de Josué 8:1 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia
Jehovah dijo a Josué: —No temas ni desmayes. Toma contigo a toda la gente de guerra, levántate y sube contra Hai. Mira, yo he entregado en tu mano al rey de Hai, a su pueblo, su ciudad y su tierra.
No temas, ni desmayes. Jos 1:9; Jos 7:6, Jos 7:7, Jos 7:9; Deu 1:21; Deu 7:18; Deu 31:8; Sal 27:1; Sal 46:11; Isa 12:2; Isa 41:10-16; Isa 43:1; Jer 46:27; Mat 8:26.
Mira, yo he entregado. Jos 6:2; Sal 44:3; Dan 2:21, Dan 2:27, Dan 2:38; Dan 4:25, Dan 4:35.
Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico
El Señor anima a Josué, Jos 1:1-18. Jos 8:2, Jos 8:1-2.
La emboscada de Hai surte efecto, Jos 8:3-28.
El rey de Hai termina colgado, Jos 8:29.
Josué edifica un altar, Jos 8:30-31.
escribe la ley en piedras, Jos 8:32.
y proclama las bendiciones y las maldiciones, Jos 8:33-35.
Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico
La victoria militar sobre Hai fue la primera real en la tierra. Dios ya no estaba airado con Israel pues se hizo expiación por su pecado y el trabajo ahora era seguir adelante con la conquista. Así, Jehová dio la ciudad de Hai en las manos de los israelitas, que la capturaron mediante una detallada emboscada.
Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe
Las palabras no temas ni desmayes son las mismas que Dios usó para animar a Josué en el Jos 1:9. Los pecados de Acán rompieron la relación especial que Dios tenía con su pueblo, y por eso Dios reiteró su estímulo a Josué. Estas palabras refuerzan la declaración del Jos 7:26 de que Dios perdonó a Israel y que «se volvió del ardor de su ira».
La gente de guerra: El término general es «hombres de guerra» (Jos 5:4, Jos 5:6). Esta frase enfatiza la unidad de la nación entera en la batalla, aunque era más probable que los hombres solamente fueran a la guerra.
he entregado: La conquista de la ciudad era segura porque Dios lo ordenó así.
Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe
Emboscada en Hai y toma de la ciudad (8:1-23).
1Yahvé dijo a Josué: “No temas ni te acobardes. Toma contigo a todos los hombres de guerra, levántate y sube contra Hai. Mira, pongo en tus manos al rey de Hai, a su pueblo, su ciudad y su territorio. 2Trata a Hai y a su rey como trataste a Jericó y a su rey; pero el botín y el ganado, tomadlo para vosotros. Pon una emboscada detrás de la ciudad.” 3Josué se dispuso a subir con todos los hombres de guerra contra Hai. Escogió treinta mil, todos ellos hombres valerosos, y los hizo partir de noche, dándoles esta orden: 4“Estad sobre aviso; poneos en emboscada detrás de la ciudad, sin alejaros mucho, y estad todos prontos. 5Yo, con la gente que llevo conmigo, nos acercaremos a la ciudad, y cuando salgan a nuestro encuentro como la primera vez, huiremos ante ellos. 6Ellos saldrán en persecución nuestra; y cuando los hayamos atraído lejos de la ciudad, porque se dirán: Huyen delante de nosotros, como la primera vez; 7entonces, saliendo vosotros de la emboscada, os apoderáis de la ciudad. Yahvé, vuestro Dios, la entregará en vuestras manos. 8Cuando la hayáis tomado, la incendiaréis. Haced según lo que ha dicho Yahvé. Ved, ésas son mis órdenes.” 9Josué los hizo partir; y ellos fueron a ponerse en emboscada entre Betel y Hai, al occidente de Hai. Josué pasó la noche en medio del pueblo. 10Levantóse Josué bien de mañana, y, después de revisar al pueblo, avanzó a la cabeza de él, él y los ancianos de Israel, contra Hai. 11Todos los hombres de guerra que estaban con él subieron y se acercaron; llegados frente a Hai, se detuvieron al norte de la ciudad, teniendo el valle entre ellos y Hai. 12Tomó Josué unos cinco mil hombres, y los puso en emboscada entre Betel y Hai, al occidente de la ciudad. 13Luego que todo el pueblo hubo tomado posiciones al norte de la ciudad, y la emboscada al occidente de ella, avanzó Josué durante la noche al medio del valle. 14Cuando el rey de Hai vio esto, se levantó de prisa, bien de mañana, para combatir a los hijos de Israel. Y sin saber que detrás de la ciudad había una emboscada contra ella, el rey, con todo su pueblo, se dirigió a un cierto lugar del llano. 15 Josué y todo Israel, fingiéndose derrotados por ellos, huyeron por el camino del desierto; 16 se reunió toda la gente que había en la ciudad, para perseguirlos con gran griterío, y persiguieron a Josué, que los alejó así de la ciudad. 17No hubo ni uno de Hai que no saliera tras de Israel y le persiguiera, dejando abierta la ciudad. 18 Yahvé dijo a Josué: “Tiende hacia Hai el dardo que llevas en la mano, porque voy a poner en tu poder la ciudad.” Josué tendió hacia la ciudad el dardo que tenía en la mano, 19y las gentes de la emboscada se levantaron prestamente del lugar donde estaban, y, corriendo, entraron en la ciudad, se apoderaron de ella y le pusieron fuego. 20Cuando los de Hai miraron atrás y vieron el humo que de la ciudad subía al cielo, ya no pudieron ponerse en salvo por ningún lado; pues el pueblo, que huía camino del desierto, se volvió contra los que le perseguían. 21Josué y todo Israel, viendo que la ciudad había sido tomada por los emboscados y cómo subía el humo de la ciudad, se volvieron y derrotaron a los de Hai; 22los otros salieron de la ciudad a su encuentro; los de Hai se vieron envueltos por los de Israel, de un lado por unos, del otro por otros; y los de Israel los batieron, sin dejar ni un superviviente ni un fugitivo; 23 tomaron vivo al rey de Hai y se lo llevaron a Josué.
Con el castigo de Acán se normalizaron las relaciones entre Dios y el pueblo, estando seguro Josué del éxito de una futura operación contra Hai. Es probable que los exploradores enviados a Hai (7.2-3) subestimaran su capacidad defensiva y los efectivos de su ejército. Ante la dolorosa experiencia, Josué se dispuso a atacar la ciudad con todos sus hombres de guerra. De noche mandó un grueso cuerpo de tropa con la consigna de colocarse en emboscada entre Betel y Hai. El número de treinta mil es una hipérbole manifiesta; algunos exegetas22 lo reducen a tres mil y les parece todavía excesivo, por la razón de que difícilmente pasaría inadvertido a las gentes de Hai un número tan crecido de soldados apostados detrás de la ciudad. Hablando H. Vincent del relato de la conquista de Hai, nota en el texto “un formulario enfático, cifras incoherentes y desmesuradas, insistencia sobre cosas maravillosas cuya inverosimilitud nos es notoria, pero que no desconciertan a un espíritu oriental.”23
A la mañana siguiente, muy de madrugada (6:12), subió Josué con el resto del ejército y se acercó a la ciudad. La disposición de los combatientes con respecto a la ciudad era la siguiente: la emboscada enviada durante la noche subió de Jericó por Ain ed-Duq, siguió por el valle Zeitún, dejando Hai a la izquierda, escondiéndose detrás del cerro llamado hoy día Burdjmus, entre Betel y Hai. Josué, al llegar a la altura de Jirbet Haijan, se dirigió hacia Hai por la llanura que se encuentra al sudeste de la misma, con el fin de hacerse visible a los habitantes de la ciudad. Hai quedaba entre dos fuerzas. La estratagema de Josué surtió el efecto deseado. Los versículos 12-13 faltan en el texto griego; deben considerarse como una glosa narrativa.
Castigo infligido a Hai (8:24-29).
24Cuando Israel hubo acabado de exterminar en el campo a todos los habitantes de Hai, camino del desierto, por donde los habían perseguido, y todos hasta el último hubieron sido pasados a filo de espada, todo Israel se volvió a la ciudad y la pasaron también a filo de espada. 25El número de muertos aquel día fue de doce mil hombres y mujeres, todas las gentes de Hai. 26Josué no retiró la mano que tenía tendida con el dardo hasta que no hubo dado el anatema a todos los habitantes de Hai 27Los de Israel sólo reservaron para ellos el ganado y el botín de esta ciudad, como Yahvé se lo había mandado a Josué. 28Josué quemó a Hai, convirtiéndola en un montón de ruinas, que todavía hoy subsiste. 29Hizo colgar de un árbol al rey de Hai y le dejó allí hasta la tarde; a la puesta del sol dio orden de tomar el cadáver y arrojarlo a la puerta de la ciudad, echando sobre él un gran montón de piedras, que todavía subsiste hoy.
El anatema de Hai fue más benigno que el de Jericó, autorizándose al pueblo se quedara con el ganado y el botín de la ciudad. La práctica de la destrucción total de todos los seres vivientes hacíase cada día más difícil por privarse a los soldados del botín de guerra. Por este motivo se introdujo paulatinamente cierta mitigación de las leyes del herem. Los israelitas se ensañaron con los habitantes de Hai, como hicieron antes con los de Jericó. Tanto los que habían salido de la ciudad como los que habían quedado en ella fueron devorados por la espada. Dios permitía estos excesos, muy propios, como dejamos anotado más arriba, de todos los otros pueblos antiguos del Próximo Oriente, para impedir que sus habitantes contagiaran a los israelitas con sus ritos idolátricos.
Hai a la Luz de las Excavaciones.
Las excavaciones arqueológicas en et-Tell, la antigua Hai, en una área de cerca de diez hectáreas, practicadas por Judit Marquet Krause durante los años 1933-1935, han arrojado datos desconcertantes y contrarios, al parecer, al relato contenido en este capítulo. R. Dussaud ha escrito: “Las excavaciones de Hai llevan a la conclusión de que el relato del paso del Jordán y la caída de Jericó y de Hai no son históricos. No existe razón alguna para salvar la historicidad de los capítulos 7-8 de Josué, por pertenecer a un conjunto manifiestamente legendario.”24
Por la muerte prematura de la señora Judit Krause no se llevó a cabo una exploración exhaustiva del Tell, pero los datos suministrados demuestran que Hai fue completamente destruida por el fuego hacia el año 2000 antes de Cristo, con mucha anterioridad a la llegada de los israelitas. De la destrucción se salvaron en parte los muros y fortificaciones. El lugar fue abandonado durante ocho siglos. A la llegada de los israelitas delante de Hai habíase incluso ‘perdido el nombre de la ciudad, que el texto masorético llama simplemente Hai = la Ruina. ¿Cómo pueden armonizarse estos datos d las excavaciones arqueológicas de Hai con las afirmaciones del 1ibro de Josué al hablar de Hai y de que el caudillo judío la tomó redujo a un montón de escombros? Algunos autores resuelven la cuestión, como Dussaud, ya citado, diciendo que el relato es legendario, teniendo la finalidad etiológica de explicar la existencia del montón impresionante de Hai y atribuirlo a una destrucción de la ciudad por parte de Josué. Noth25 afirma que la explicación etiológica fue creada hacia la mitad del siglo X por los benjaminitas al ocupar aquel lugar. Según Albright26, el relato bíblico describía originariamente la destrucción de Betel, acontecida en el siglo xui; pero después, por motivos etiológicos, se localizó en las imponentes ruinas de et-Tell.
El P. Vincent ha intentado armonizar los datos de la arqueología con los de la Biblia recurriendo a la siguiente hipótesis. La ciudad de Hai fue destruida hacia el año 2000. De su antiguo esplendor quedaban en pie gran parte de las murallas y el esqueleto de sus santuarios y otros edificios públicos. Al amparo de aquellos viejos escombros se reunieron los cananeos para impedir la penetración de los israelitas en sus ciudades habitadas. Aquellas vetustas ruinas, reanimadas circunstancialmente por hombres de guerra y otras personas acompañantes, dieron la impresión a los israelitas de encontrarse ante una ciudad cananea de vida normal. El autor del libro de Josué habla de Hai como si se tratara de una ciudad en pie, y se complace en usar este apelativo para destacar más la magnitud del triunfo. Hasta aquí Vincent. Esta ingeniosa hipótesis encuentra alguna dificultad en aquellos pasajes (7:5; 8:29) en que se habla de la puerta de la ciudad y del número de hombres y mujeres que mataron los israelitas. ésta misma dificultad se opone a los que interpretan la expresión “cayeron los muros” de Jericó en el sentido de “se derrumbó la guarnición.”27
Confirmación de la alianza (8:30-35).
30Entonces Josué edificó un altar a Yahvé sobre el monte Ebal, 31según la orden que Moisés, siervo de Dios, había dado a los hijos de Israel, corno está escrito en el libro de la Ley de Moisés; un altar de piedras brutas a las cuales no había tocado el hierro. Ofrecieron en él holocaustos a Yahvé y sacrificios eucarísticos. 32Allí, sobre las piedras, escribió Josué una copia de la ley que Moisés había escrito delante de los hijos de Israel. 33Todo Israel, sus ancianos, sus oficiales y sus jueces, estaban a los dos lados del arca, ante los sacerdotes hijos de Leví que llevaban el arca de la alianza de Yahvé; los extranjeros, lo mismo que los hijos de Israel, una mitad del lado del monte Garizim, otra mitad del lado del monte Ebal, según la orden que Moisés, siervo de Dios, había dado antes, para comenzar a bendecir al pueblo de Israel. 34Leyó después Josué todas las palabras de la Ley, la bendición y la maldición, conforme a todo lo que está escrito en el libro de la Ley. 35Ni una palabra de cuanto había prescrito Moisés se omitió en la lectura que hizo Josué, en presencia de toda la asamblea, de los hijos de Israel, de mujeres y niños y de los extranjeros que iban en medio de ellos.
Señala el autor inspirado el hecho de la magna concentración de Israel en los montes de Garizim y Ebal, conforme a lo que mandó Moisés en Deu 11:29-30 y 27:2-27. Causa extrañeza que después de la toma de Hai se desplace todo el pueblo, hombres, mujeres y niños, a una región que todavía no había sido conquistada, distante unos cincuenta kilómetros de Caígala. Para obviar la dificultad, algunos autores, siguiendo a San Jerónimo, creen que Garizim y Ebal eran dos colinas situadas entre Jericó y Caígala. Sin embargo, el texto es explícito, y los mencionados montes deben buscarse cerca de Siquem, en la Palestina central. Es muy posible que esta perícopa esté desplazada del lugar que le correspondía en el texto primitivo. Schulz y otros la trasladan al capítulo quinto; otros, en cambio, como Hummelauer, la retrasan a fines de la vida de Josué. Acaso sea éste el sitio que mejor le cuadre; su desplazamiento al lugar que hoy ocupa se explica por el interés del hagiógrafo de presentar a Josué como fiel ejecutor de las órdenes de Moisés (Deu 27:2-3). Antes de la conquista del territorio que conducía a Siquem no era posible realizar semejante mandato. No se trata solamente de la marcha de hombres armados, sino de todo el pueblo, con los sacerdotes y el arca de la alianza. No puede admitirse tampoco la hipótesis de que los israelitas pasaran el Jordán a las alturas de Siquem, sino frente a Jericó.
Conforme a la orden de Moisés, se levantó un altar de piedras sin pulir sobre el monte Ebal. En él se ofrecieron holocaustos y sacrificios eucarísticos. No se escribió la Ley sobre las piedras del altar, sino sobre aquellas “piedras grandes que revocarás con cal” (Deu 27:2). Bajo el nombre de Ley debe entenderse el Decálogo. Josué leyó la ley grabada en la piedra, y los sacerdotes proferían las bendiciones y las maldiciones. Entre los asistentes figuraban extranjeros, o sea, gentes del país que simpatizaban con el pueblo escogido y que debían entrar a formar parte del pueblo de Israel. En el grandioso escenario de Siquem se renovó y rubricó la alianza de Dios con Israel. Desde este momento, las tribus forman una unidad religiosa, Israel, cuyo único Dios es Yahvé.
1 Journal ofthe Palestine Oriental Society 16 (1936) 224-225
2 Abel, Géographie I 234. N. Glueck
(The River Jordan [Philadelphia 1946] 168-198)señala su emplazamiento en tell el-Hammam, a unos tres kilómetros al sur de tell el-Kefrein.
3 J. Daniélou, Rahab, .figure de VEglise: “Irénikon,” 22 (1949) 26-45; H. Windish, Zur Rahab-Geschichte: Zaw 37 (1917) 188-198.
4 D. Diringer, Le iscrizioni antico-ebraiche palestinesi (Firenze IQ34) 4.
5 De litteraire compositie van Jos 3 en 4: “Studia católica,” 18 (1942) 185-202
6 .M. Noth, Das Buch Josua (Tübingen 1938); H. Wiesmann, hraels Einzug in Kanaan B, 11 (1930) 216-230; 12 (1931) 90-92; A. Fernández, Crítica histérico-literaria de Jos 3:1-5 :1 B. 12 (1931) 93-98; Baldi, l.c.
7 Three Israelite Towns in the Jordán Valley: Zareíhan. Succoth, Zaphon: Basor 9 (1943) 2-43
8 F. M. Abel, Caígala qui est aussí le Dodécalithon: “Memorial J. Chaine” (Lyón 1950)..
9 Hans Joachim Kraus, Gilgal. Ein Beitrag zur Kultusgeschichte: VT 1 (1951) 181-199.
10 A. George, Les récits de Gilgal en Jos 5:2-15 : “Memorial Chaine” (Lyón 1950) 171. 103-184.
11 E. Powder, Jos 5:9 and the Institution of Circuncisión: “Irish Theological Quarterly,” (1951) 368-372 (interpreta el texto del oprobio del pueblo por no poseer un territorio propio antes de entrar en Canaán) ; Figueras, A. Μ ., El concepto de pecado en las diversas ases redaccionales de Josué: “XVIII Semana Bíblica Española” (Madrid 1959) 145-167
12 F. M. Abel, L’apparition du chef de l’armée de Yahvéh á Josué: “Studia Anselmiana,” 27-28 (Roma 1951) 109-113. José 6
13 F, M. Abel, Les stratagémes dans le livre de Josué; RB 56 (1949) 321-339,
14 Sobre el herem: A. Fernández, Eí herem bíblico: Β 5 (1924) 3-24; H. Stieglecker, Harte and Grausamkeit im Alten Testament: “Theologisch-praktische Quartalschrift,” 130 (1950) 9-30; 105-128; 131 (1951) 103-118; 210-225; C. Brekelmans, Le Heiem chez les Prophétes du Royaume du Nord et dans le Deutéronome: «Sacra Pagina» (Miscellanea bíblica congressus internationalis catholici de re bíblica; París-Gembloux 1959) 377-383; L. Del-Porte, L’Anathéme de Yahvé. Recherches sur le herem préexilien en Israel: RSR 5(1914) 297-300.
15 Jericho et sa Chronoloeie: RB 44 (1935) 602.
16 Q. H. W. Fairman, Preliminary report on the excavation ai Amarah West, Anglo-Egyp-tian Sudan 1938-1939: “The Journal of Egyptian Archaeology,” 25 (i939) 1 39-144·
17 A. Rolla, La Bibbia di fronte alie ultime scoperte (Roma 1959) 37; ídem, Le mura di Cérico eg’ii scavi archeologici del 1952-1953: “Rivista Bíblica,” 2 (i954) 173-178)· En las excavaciones de los años 1957-1958 se ha llegado a la fase protoneolítica y mesolítica de la antigua Jericó.
18 V. Vilar, Crónica arqueológica de Palestina: EB 14 (1955) 329-332.
19 Introduction a la Bible (Desclée, 195?) vol.1:392
20 A. Van Hoonacker, Das Wunder Josuas: “Theologie und Glaube,” 5 (1913) 454-461; R Tournay, Λ propos des murailles de Jéricho: “Vivre et Penser,” 3 ser. (1945) 304-306. Sobre las excavaciones de Jericó, véase J. B. F. Garstang, The Story of Jéricho (Londres 1948); K· M. Kenyon, Excavations at Jéricho 1952: PE 984 (1952) 62-82; 85 (1953) 81-95; 86 (1954) 45-63; 87 (1955) 108-117; 88 (1956) 67-82; Digging up Jéricho (Londres 1957); R. North, The 1952 Jericho-Sultan Excavation: Β 34 (1953) i-12; R. Savignac, La conquéte de Jéricho: Rb 49 (1940) 336-53etc
21 B. J. Aifrink, Die Achan-Erzahlung (Jos 7): “Studia Anselmiana,” 27-28 (Roma 1951) 114-129.
22 “Bíblica,” 3 (1922) 284.
23 “Revue Biblique,” 46 (1937) 264; A. Tricot, La prise d’Ai (los 7:1-Jos 8:29): Β 3 (1922) 273-299.
24 Note additionnelle: “Syria,” 16 (1935) 351.
25 “Palástinajahrbuch,” 31 (1935) 20.
26 Basor 55 (1934) 2; 56 (iQ34) 2-15; 57 Ü935) 27-30; 74 (1939) 15-18.
27 J. Marquet-Krause, La deuxiéme campagne de Fouilles a Ay (1934): Rapport sommaire: Siria,” 16 (1935) 325-345; R. Dussaud, Note additionnelle: ibid., 346-352; J. Marquet-Krause, Lesfouüles de Ai (et Teli) 1933-1935 (París 1949); H. Vincent, Lesfouilles d’et-Tell: Rb 46 (1937) 231-266; A. Lods, LesfouLies d’Ay et l’épuque de l’entrée des Israélites en Pales-tine “Mélanges F. Cumont” (Bruselas 1936) 847-857,
Fuente: Biblia Comentada
Jos 1:9+; Jos 10:25; Núm 21:34.
Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana
Victoria en Hai. 1, 2 En el ataque renovado, se siguieron escrupulosamente las reglas de la guerra santa. Primero, el Señor ordenó el ataque y Josué, en forma perfecta e innovadora, cumplió los detalles. En segundo lugar, se ordenó al ejército no temer porque Dios le había prometido la victoria (ver 1:7-9). La victoria fue tan segura al principio del segundo ataque, como la derrota fue cierta al inicio del primero.
No obstante, cada batalla en la conquista fue única. Las normas de la guerra santa generalmente imponían una fuerza reducida, de manera que la fe de Israel estuviera en el Señor y no en el poder militar (ver Deut. 17:16; Jue. 7:1-8). Sin embargo, en este caso Israel envió todo el ejército. En el primer ataque sin éxito, los números reducidos representaron la falsa confianza de Israel (ver 7:3). Ahora todo el ejército expresaba fe, subiendo nuevamente en contra del formidable enemigo. En esta batalla el herem del Señor incluía solamente la ciudad y la gente, no el ganado ni los metales preciosos (cf. 6:17; 7:15). El plan de batalla requería de una estrategia militar normal, una astuta emboscada, no una procesión sacerdotal como la que en forma asombrosa derribó los muros de Jericó. En el éxodo, el Señor de los Ejércitos maravillosamente usó el mar Rojo y el viento oriental, no los hombres armados de Israel, para destruir al poderoso ejército egipcio (Exo. 14:10-31), pero en la siguiente batalla contra los amalequitas confió la espada a Josué (Exo. 17:8-16; cf. 1:1). De igual manera en la historia de la iglesia, en el tiempo de los apóstoles hubo actos asombrosos y después, otros no tan maravillosos (cf. Heb. 2:3, 4). De ambas maneras Cristo edifica su iglesia (Mat. 16:19).
3-13 El Señor ordenó una emboscada engañosa (cf. 2:2-7). No es claro el número involucrado en la emboscada. El v. 3 habla de 30 contingentes (ver comentario sobre 4:13), pero el v. 12 mencio na cinco. Se ha sugerido que el v. 3 se lea: “él envió treinta de sus mejores hombres de guerra, uno de cada contingente” (Boling; ver abajo) (cf. 2 Sam. 23:24-39). Toda la emboscada consistía de cinco con tingentes de hombres de milicia. Nótese el cambio de gente de guerra en el v. 3, a hombres sencillamente en el v. 12. Los de la emboscada ascendieron 20 km. por la empinada montaña y al amparo de la noche se escondieron detrás de una colina o en cuevas, en el lado occidental de Hai (9, 13). A la mañana siguiente, Josué salió de Gilgal con la principal fuerza de guerra, teniendo una visión com pleta de Hai allende un valle al norte de la ciudad. Aquella noche, la segunda para los hombres de la emboscada que ya estaban listos, Josué reconoció el valle donde tendría lugar la batalla, para asegurar el éxito de su maniobra engañosa.
14-17 Para el rey de Hai, la maniobra de Josué parecía una repetición. Temprano la mañana siguiente, se apresuró temerariamente a marchar hacia el norte al lugar asignado para la batalla, espe rando que se repitiera la derrota anterior. Josué fingió una retirada, usando la anterior para su ventaja, e indujo al rey a desechar toda precaución. Para aniquilar a su presa en huida, el rey reunió a todas sus tropas fuera de la ciudad, incluso del templo (llamado aquí Betel; cf. Jue. 20:18), el último punto de defensa de una ciudad sobre su acrópolis. Aquí Betel (lit. “casa de Dios”) no es el nombre de un lugar sino una descripción del templo de Hai (R. G. Boling y G. E. Wright, Anchor Bible, Joshua, p. 240).
18-23 En el momento crítico, el Señor intervino y ordenó a Josué que levantara el kidon, la lanza, o mejor una espada curva, una cimitarra. Extendida hacia Hai, simbolizó la soberanía del Señor sobre la ciudad. El heb. del v. 19 sugiere que los hombres en la emboscada habían dejado ya rápidamente sus lugares de escondite. Tan pronto como Josué dio la señal, se apresuraron hacia la ciudad. El ejército principal de Israel se volvió contra sus desventurados perseguidores quienes, mirando atrás, vieron a su ciudad elevándose en humo y a las cinco unidades israelitas saliendo detrás de ellos.
24-27 De acuerdo con las normas de la guerra santa contra los cananeos, los 12 contingentes completos de Hai y sus esposas se convirtieron en el herem del Señor, destruidos (26).
28, 29 La ciudad incendiada, un montículo permanente de ruinas y la tumba del rey, un montón de piedras a la puerta, sirvieron como memoriales (cf. 4:5-7) y prueba de que los eventos realmente acontecieron. El rey de Hai fue colgado de un árbol, quizá traspasado sobre una estaca, para mostrar que estaba bajo la maldición de Dios. De acuerdo con la ley, tenían que bajarlo antes del anochecer (Deut. 21:23). Por contraste, el Rey de Israel “nos redimió … al hacerse maldición por nosotros” (Gál. 3:13). A él también lo bajaron a la puesta del sol (Juan 19:31).
Fuente: Nuevo Comentario Bíblico Siglo Veintiuno
8.1 Ya que Israel había quedado limpio del pecado de Acán, Josué se preparó para volver a atacar a Hai, esta vez para ganar. Josué había aprendido algunas lecciones que podemos seguir en nuestra vida diaria: (1) confiese sus pecados cuando Dios se los revela (7.19-21); (2) cuando caiga en pecado, vuelva a concentrarse en Dios, resuelva el problema y siga adelante (7.22-25; 8.1). Dios desea que el ciclo de pecado, arrepentimiento y perdón nos fortalezca, y no que nos debilite. Las lecciones que aprendemos de nuestros fracasos deben ayudarnos a dominar la misma situación la próxima vez que se presente. Ya que Dios está ansioso de darnos limpieza, perdón y fortaleza, la única manera de perder es darnos por vencidos. Podemos demostrar la clase de persona que somos por la manera en que respondemos la segunda y tercera vez que nos sucede lo mismo.8.2 ¿Por qué permitió Dios que los israelitas se quedaran esta vez con el botín? Las leyes de Israel para disponer del botín de la guerra cubrían dos situaciones. (1) Las ciudades como Jericó que estaban bajo la proscripción de Dios (juicio por idolatría) no podían ser saqueadas (véase Deu 20:16-18). El pueblo de Dios tenía que mantenerse santo y separado de toda influencia de idolatría. (2) La distribución del botín de ciudades que no estaban bajo proscripción (anatema) era una costumbre normal en la guerra. Proveía al ejército y a la nación de los alimentos, ganados y armas necesarios para sostenerse en tiempos de guerra. Hai no estaba bajo el «anatema». El ejército conquistador necesitaba los alimentos y el equipo. Ya que no se les pagaba a los soldados, el botín era parte de su incentivo y recompensa por ir a la guerra.8.3 La conquista de Hai fue muy importante para los israelitas. A sólo casi 18 km de Jericó, Hai era un baluarte clave para los cananeos y una fortaleza para Bet-el (8.12). Si los reyes cananeos recobraban el aliento con una derrota de Israel en Hai, podrían unirse en un ataque coordinado. Ellos no sabían que Dios había restaurado su poder y protección sobre las tropas de Josué. Debemos depender de Dios con total obediencia para estar seguros de la victoria que nos ha prometido.8.18, 19 El Señor entregó la ciudad a Josué. La derrota de ayer se convirtió en la victoria de hoy. Una vez que resolvemos el problema del pecado, nos esperan perdón y victoria más adelante. Con la guía de Dios podemos evitar desanimarnos y ser consumidos por la culpa. No importa cuán difícil parezca recuperarse de un traspié ocasionado por un pecado, debemos renovar nuestros esfuerzos por llevar a cabo la voluntad de Dios.8.30, 31 El altar debía ser construido de piedras enteras para que no fuera profanado (véase Exo 20:25). Esto impediría que la gente adorara al altar como si fuera un ídolo o a la habilidad de los artesanos en lugar de las grandes obras de Dios.8.32 Lo más probable es que hayan sido los Diez Mandamientos (registrados en Exodo 20) los que Josué copió en las piedras. Estos eran el fundamento de todas las leyes de Dios, y siguen siendo de relevancia hoy.
Fuente: Comentarios de la Biblia del Diario Vivir
REFERENCIAS CRUZADAS
a 238 Deu 1:21; Deu 7:18; Deu 31:8; Jos 1:9; Sal 27:1; Isa 12:2; Rom 8:31
b 239 Jos 2:24; Sal 44:3; Hch 7:45
Fuente: Traducción del Nuevo Mundo
No temas. Esta nueva exhortación para que Josué y los israelitas renovaran su valor para la conquista de la tierra, era necesaria a causa del fracaso anterior en Hai (cp. 1:9; Dt 1:21; 31:8).
Fuente: La Biblia de las Américas
Hai… TM añade y a su pueblo y a su ciudad. Se sigue LXX → §194.
Fuente: Biblia Textual IV Edición
[8] En una parte, para seña de que ya sois dueños de ella.[31] Ex 20, 25; Deut 27, 5.[32] Algunos opinan que era el Decálogo, otros dicen que eran las bendiciones y maldiciones, compendio de la ley. Deut 27.