“De cierto, de cierto os digo que el que no entra al redil de las ovejas por la puerta, sino que sube por otra parte, ése es ladrón y asaltante.
10:1 De cierto, de cierto os digo: El que no entra por la puerta — En este discurso Jesús sigue pronunciando juicio (9:39-41) sobre los judíos (los líderes). Los fariseos y escribas profesaban ser los únicos oficiales (pastores) y guías del pueblo (9:24, 29). Acababan de hacer uso de su autoridad al expulsar al ciego que fue sanado (9:34), pero Jesús vino al mundo para que los que profesaran ver fueran cegados (9:39). Lo que Jesús dice ahora (10:1-18) va dirigido a ellos. Desde luego, el que entra por la puerta es el verdadero pastor (10:2), y los que no entran por la puerta son falsos pastores. Se refiere a los fariseos y escribas (Mat 15:14, los guías ciegos). Dios no autorizaba su conducta (Mat 23:1-39) ni sus tradiciones humanas (Mat 15:8-9). No podían, pues, guiar las ovejas a través de la puerta. — en el redil de las ovejas, — (aule, un patio abierto delante de una casa; luego, un cercado a cielo abierto… El redil estaba rodeado por lo general por un muro de piedra, Núm 32:16, y se situaba preferiblemente cerca de un pozo, Éxo 2:16; Sal 23:2, y a menudo era protegido por una torre, 2Cr 26:10; Mi 4:8» (WEV).Fuente: Comentario al Nuevo Testamento por Partain
De cierto, de cierto os digo. Jua 3:3.
El que no entra por la puerta. Jua 10:9; Jer 14:15; Jer 23:16, Jer 23:17, Jer 23:21, Jer 23:32; Jer 28:15-17; Jer 29:31, Jer 29:32; Eze 13:2-6; Mat 7:15; Mat 23:16; Rom 10:15; Efe 4:8-12; Heb 5:4; 1Pe 1:10; 2Pe 2:1; 1Jn 4:1.
el tal es ladrón y salteador. Jua 10:8, Jua 10:10; Isa 56:10-12; Eze 34:2-5; Zac 11:4, Zac 11:5, Zac 11:16, Zac 11:17; Rom 16:18; 2Co 11:13-15; Tit 1:11; 2Pe 2:3, 2Pe 2:14-19.
Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico
Jesús es la puerta, y el buen pastor, Jua 10:1-18.
Distintas opiniones acerca de él, Jua 10:19-22.
Él prueba por sus obras que él es Cristo, el Hijo de Dios, Jua 10:23-30;
escapa de los judíos, Jua 10:31-38;
y va otra vez, mas allá del Jordán, dónde muchos creen en él, Jua 10:39-42.
Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico
En Jua 7:1-53, Jesús viajó a Jerusalén para la fiesta de los tabernáculos (Jua 7:2, Jua 7:10). Todos los sucesos entre Jua 7:10 y Jua 10:39 suceden en esa visita a Jerusalén. Así, los capítulos Jua 9:1-41 y Jua 10:1-42 están íntimamente conectados, indicando que Jesús tenía en mente a los fariseos del capítulo Jua 9:1-41 cuando habló las palabras de apertura del capítulo Jua 10:1-42. Un redil era un recinto amurallado o con una reja alta hecha de estacas, y tenía una puerta o entrada; el recinto solía ser una cueva.
por otra parte: Los fariseos habían asegurado su poder por medios ilegítimos. Un ladrón roba en secreto; un salteador saquea abiertamente y con violencia.
Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe
JESÚS, EL BUEN PASTOR. En el discurso acerca del buen pastor (v. Jua 10:1-30) Jesús se presenta como el verdadero pastor y gobernante de su pueblo en contraste con todos los falsos pastores. (Para comprender mejor este capítulo, deben leerse estos pasajes del AT que condenan a los falsos pastores: Isa 56:9-12; Jer 23:1-4; Eze 34:1-31; Zac 11:1-17.) En los v. Jua 10:7-18, Jesús se aplica los v. Jua 10:1-5 a sí mismo.
Fuente: Biblia de Estudio Vida Plena
Capitulo 10.
L a situación de esta parábola – Cristo “Puerta” y “Pastor” – parece estar en relación de contraste con los anteriores pasajes de los fariseos. Tendrían un cierto valor polémico. Contra el monopolio de la rectoría espiritual de éstos sobre el pueblo – al que apartaban de Cristo Mesías – , va a contraponer Cristo que es él la única “Puerta” para ir, en la hora mesiánica, al pueblo, y el único “Pastor” al que han de seguir todos, como rebaño, para salvarse l
La parábola del Buen Pastor, 10:1-21.
El evangelista, después de hacer el primer relato, en el que se traza una estampa de la vida pastoril, destacándose en él la “puerta” del redil y características del “pastor” de las ovejas, dice que Cristo les dice esta paroimía.
El evangelista, después de exponer el primer cuadro (v.1-6), dice que Cristo habló esta παροιμία (cf. Jua 16:25-29; Eco 39:3; etcétera). Esta palabra griega traduce la hebrea marshal, que abarca, genéricamente, todo tipo de sentencias: enigmas, parábolas, alegorías, proverbios, etc. Con este amplio sentido aparece en el Ν .Τ . (2Pe 2:22)2. Se ve que aquí es un género mixto de alegoría 3 y parábola alegorizante” 4. Ya que la estructura fundamental es el de una narración verosímil, excepto algún detalle puesto en orden a la alegorización. Como ésta ha de explicarse, es Cristo el que luego la va a alegorizar en un doble aspecto: el de la “Puerta” y el del “Pastor.”
La división primaria de ella es la siguiente:
1) Cuadro descriptivo parabólico (v.1-6).
2) Aplicación de la misma …. Cristo “puerta” (v.7-10).
Cristo “pastor” (v.11-18).
1 En verdad, en verdad os digo que el que no entra por la puerta en el aprisco de las ovejas, sino que sube por otra parte, ése es ladrón y salteador; 2 pero el que entra por la puerta, ése es pastor de las ovejas. 3 A éste le abre el portero y las ovejas oyen su voz, y llama a las ovejas por su nombre y las saca fuera; 4 y cuando las ha sacado todas, va delante de ellas, y las ovejas le siguen, porque conocen su voz; 5 pero no seguirán al extraño; antes huirán de él, porque no conocen la voz de los extraños. 6 Les dijo esta semejanza; pero no entendieron qué era lo que les hablaba.
La imagen supone un redil, un seto de ovejas en el campo. Según la costumbre palestina, están hechos con un muro de piedra o con una simple empalizada de madera. Un guardián, que aquí llama “portero,” por la importancia alegórica que va a tener la puerta, vela durante la noche para defender el rebaño de posibles robos. Los pastores suelen retirarse del redil, y hasta, en ocasiones, ir a la tienda, donde les espera, acampada, su familia.
Si el pastor tiene que entrar en el redil, entra por la puerta, que le abre el destacado “portero” (θυρωρός ). En cambio, el que pretende venir para robar o hacer una venganza en las ovejas de su vecino, ése lo hace calladamente; no entra por la puerta; entra por otra parte. Es “ladrón” (χλήπτης ), que usa de astucia, y “salteador” (ληστής ) que usa incluso de violencia. Ambas expresiones son, de hecho, sinónimas y pleonásticas (Abd 1:5), para expresar el robo y bandidaje.
El pastor, que entra por la puerta del redil por la mañana, va a sacar sus ovejas. Es frecuente que en un redil se guarden las ovejas de diversos dueños.
El pastor, cintrando, llama a sus ovejas. Estas conocen su voz y su llamada característica. Y hasta llama a sus ovejas por su nombre. De este detalle escribe Lagrange: “Es aún el uso de los pastores de Palestina, como nosotros lo hemos comprobado frecuentemente.”5 Recientemente todavía los pastores palestinos dan nombres a los principales animales de su rebaño 6.
Así llamadas y reagrupadas en torno suyo, las “saca.” Y, cuando ya están fuera, él se pone delante de ellas, a diferencia del uso de Occidente, en que los pastores suelen ir detrás. Y, llamándolas, nuevamente le siguen, porque conocen su voz. “En Oriente, el pastor llama de tiempo en tiempo a sus ovejas a su presencia lanzando un grito agudo. Ellas conocen su voz y le siguen; pero, si un extraño lanza el mismo grito, se paran al punto y levantan la cabeza, como alarmadas. Si se repite este grito, se revuelven y huyen, pues no conocen la voz del extraño. Esto no es un adorno., sino un hecho.” 7
Terminada la exposición de este modo, dice el evangelista que los oyentes, sin duda fariseos, “no entendieron qué era lo que les hablaba.” Si toda parábola o alegoría exige saber qué es lo que con ello se quiere enseñar o ilustrar, los fariseos, rectores espirituales de Israel, no podían sospechar que ellos fuesen “salteadores” espirituales del rebaño que estaba guardado en el redil de Israel. Cristo va a exponerlo.
Robinson piensa si en este relato no se encontrarán “fusionadas” dos parábolas. La primera, v.l-3a, trataría del portero; la segunda, v.3b-5, del pastor 7.
1) Cristo es la “Puerta.” 10:7-10.
7 De nuevo les dijo Jesús: En verdad, en verdad os digo: Yo soy la puerta de las ovejas; 8 todos cuantos han venido eran ladrones y salteadores, pero las ovejas no les oyeron. 9 Yo soy la puerta; el que por mí entra se salvará y entrará y saldrá y hallará pasto. 10 El ladrón no viene sino para robar, matar y destruir; yo he venido para que tengan vida, y la tengan abundante.
Cristo comienza identificándose, alegóricamente, con la puerta del redil. Este es Israel (v.16). El es”la puerta de las ovejas.” Pero el contexto exige que se refiera no a las “ovejas,” Israel, que entren o salgan por él, con el valor semita que esto tiene, sino a los “pastores” que se acercan o quieren regir, religiosamente, a Israel. Escritores antiguos interpretaban la “puerta” como el lugar por donde habían de pasar las “ovejas” (íg. De Antioquía, Ad Phil 9:1; Hermas, Pastor, comp. 9:12:3). Pero la contraposición está muy acusada entre los que “vinieron” antes de él, y a los que “las ovejas no los oyeron”; porque, siendo él “la Puerta,” tienen que entrar por él esos a los que las “ovejas no oyeron”; pues esos “ladrones” del v.8=al “ladrón” del v.10, está contrapuesto a las “ovejas.” El es, pues, la “puerta” para ingresar, lícita, digna y provechosamente, a regir el rebaño religioso de Israel (Jua 21:15-17). Pero sucedió que “todos los que vinieron” 8 a esta obra de rectoría religiosa “eran ladrones y salteadores.” Pero, aunque vinieron con estas pretensiones, “las ovejas no les oyeron.” ¿Quiénes eran éstos? Naturalmente no se refiere a la legítima autoridad del A.T., puesta por Dios. Se sostienen dos opiniones:
a) Los falsos mesías. – Se alega para esto que no pueden ser los fariseos, pues estaban ya en el redil de Israel, por lo que no tenían que forcejear para entrar, y, siendo de hecho los rectores, no se puede decir que hacían violencia en su rectoría. Y, de hecho, el pueblo judío los seguía, los “oía.” Por exclusión deben de ser los falsos mesías, de los que se registran varios 9. Estos venían a Israel con una función mesiánica. Pero no podían venir rectamente. Sólo fueron para Israel, y los hechos lo demostraron, “ladrones y salteadores.”
b) Los fariseos. – Si la vinculación de este pasaje no es histórica con la discusión y condena de la “ceguedad” de los fariseos, del capítulo anterior, a propósito de la curación del ciego de nacimiento, al menos tiene una manifiesta vinculación literaria. Y, por tanto, de propósito del autor contra los fariseos.
No se refiere Cristo, probablemente, a los que “vinieron” a Israel en estadios muy anteriores a El, sino que, con el Mesías presente, ya no cabía otra licitud para ir religiosamente a Israel que por medio de El.
Y para confirmar que los fariseos, en general, vinieron a ser para Israel “ladrones y salteadores,” que boicotearon el ingreso del pueblo en la fe de Cristo Mesías – en el redil cristiano de Israel – , basta leer los evangelios, y concretamente dos secciones de Mt y Lc, que son dos cuadros terribles a este propósito (Mat 23:1-36; Luc 11:39-52; cf. Jer 23:1.2, etc.).
El mismo Cristo se compadecerá, un día, de las muchedumbres, que, desorientadas religiosamente, “estaban fatigadas y decaídas, como ovejas sin pastor” (Mat 9:36).
Mientras que el ladrón del rebaño no entra por la puerta del redil, porque entra clandestinamente para perjudicar, así aquí, en cambio, siendo El “la puerta,” el que entra en el rebaño de Israel por medio de Cristo, que es con su fe y autoridad, ése “será salvo, irá y vendrá, y encontrará pasto.”
La frase “ir y venir” es un semitismo bien conocido, con el que se expresa las libres idas y venidas en la vida ordinaria (Num 27:17; Deu 28:6; 1Sa 29:6, etc.; Hec 1:21), con el buen suceso o éxito en una empresa.
En íntima unión con esta frase parece ha de interpretarse la primera: “será salvo.” Entendido de los “pastores” que entran al rebaño de Israel, en el contexto, este “será salvo,” mejor que significar que, entrando así, no se deberá temer del juicio de Dios por esta obra rectora (Jua 3:17; Jua 5:24-29; Jua 12:47; 1Jn 2:28; 1Jn 4:17), parece ser sinónimo de los versículos posteriores, y venir, nleo-násticamente, a indicar la facilidad que encontrará en su misión y el buen éxito de su empresa.
Por eso, “encontrará pasto,” el buen pasto espiritual, para su rebaño. Era metáfora ya usada en el A.T. para expresar una vida abundante y garantizada (Isa 49:9ss; Eze 34:14; Sal 23:2).
Y el motivo de estas facilidades en la misión de los “pastores” que entran al rebaño de Israel por Cristo-Puerta, y los buenos y saludables pastos que encontrarán para sus “ovejas,” es que Cristo no vino como los salteadores, que vienen para matar el ganado, sino que vino para que “tengan vida, y la tengan abundante.”
Al entrar por Cristo-Puerta, reciben de El lo que necesitan para su oficio pastoral. Y como ellos han de dispensar al rebaño la “vida” eterna, que es la que Cristo dispensa (v.28; cf. Jua 3:16.36; Jua 5:40; Jua 6:33.35.38; etc.), así se les dispensará esta “vida” que Cristo comunica, y se la dará “abundantemente,” que es la vida que generosamente da Cristo (Mat 25:29; Luc 6:38).
La Vulgata vierte por el comparativo “más abundantemente” (abundantius); pero el texto griego no pone el comparativo, sino el positivo “abundantemente” (περισσόν ). Que es lo que exige el contexto, ya que la comparación se establece entre la vida que dispensa Cristo y sus “pastores” y la obra de los salteadores y ladrones del rebaño. Pero éstos no confieren ninguna. Luego la vida que dispensa Cristo no es “más abundante” que la que comunican los otros, sino que es, simplemente, “abundante.”
En todo el pasaje está clara la enseñanza de que en la Iglesia habrá “pastores” secundarios del “Príncipe de los pastores” (1Pe 5:4), distintos del rebaño, habilitados, capacitados por Cristo para esta misión, y que para conducir el rebaño han de tener autoridad y todo lo que supone este apacentamiento espiritual,, que es dispensar la “vida”: enseñanza, sacramentos, gobierno. Es la enseñanza latente de la jerarquía y sacerdocio cristianos. Por el contrario, el que se acerca al rebaño sin entrar por Cristo, es “ladrón y salteador”; no está capacitado por Cristo para su oficio; por eso su obra, que en el contexto son los fariseos contemporáneos de Cristo, no es otra que venir “para robar, matar y destruir” (v.10) la fe en Cristo, y, en consecuencia, la “vida,” que sólo El dispensa.
Se pensó sobre el posible origen de donde se toma esta imagen de la “Puerta.” Se dice que de la gnosis precristiana, donde la “puerta” es de uso muy frecuente. Se citan las Homilías pseudode-mentiras (III 52), pero éstas son de época cristiana, y están influidas por Jua 10:7.9. Otros piensan en el Sal 118:20 (LXX): “Esta es la puerta del Señor, los justos entrarán por ella.” De este mismo salmo, los v.22 y 26 son citados como mesiánicos en los evangelios (Mat 21:42 par. y Mar 11:9 par.). Acaso pudo haber sido sugerido por este salmo mesiánico: sería “Puerta” mesiánico-divina.
2) Cristo es el “Buen Pastor,” 10:11-18.
11 Yo soy el buen pastor; el buen pastor da su vida por sus ovejas; 12 el asalariado, el que no es pastor dueño de sus ovejas, ve venir al lobo y deja las ovejas y huye, y el lobo arrebata y dispersa las ovejas, 13 porque es asalariado y no le da cuidado de las ovejas. ‘4 Yo soy el buen pastor y conozco a las mías, y las mías me conocen a mí, ! 5 como el Padre me conoce y yo conozco a mi Padre, y pongo mi vida por las ovejas. 16 Tengo otras ovejas que no son de este aprisco, y es preciso que Yo las traiga, y oirán mi voz, y habrá un solo rebaño y un solo pastor. 17 Por esto el Padre me ama, porque Yo doy mi vida para tomarla de nuevo. 18 Nadie me la quita; soy yo quien la doy de mí mismo. Tengo poder para darla y poder para volver a tomarla. Tal es el mandato que del Padre he recibido.
El segundo cuadro que Cristo presenta, alegorizando la parábola base, es anunciarse El como “el buen pastor.”
El se presenta como “el Pastor, el bueno.” Con ello quiere decir que en El se encuentran las condiciones eminentes de un pastor; es decir, de un pastor espiritual digno de este nombre. Y dos veces va a usar aquí este “tema,” en el que expresará varios aspectos de su obra de buen pastor.
1) La primera es que el buen pastor “da su vida por sus ovejas.” Si en absoluta exigencia moral no se exigiese tanto, con ello se expresa la solicitud del Buen Pastor, Cristo, apuntándose con ello elementos alegóricos. Acaso esté inspirado en lo que David, “tipo” del Mesías, cuenta de sí mismo cuando era pastor: que perseguía al león o al oso que le había robado una oveja, hasta quitársela de sus fauces (1Sa 17:34-36; cf. Eze 34:23; Isa 31:4).
Pero frente al buen pastor está el pastor asalariado, que no puede tener, naturalmente, esta estima por el rebaño. Y así, al ver venir al lobo, que es “el enemigo tradicional de las ovejas” 10 (Eco 13:21; Isa 11:6; Mat 10:16; Luc 10:3), abandona el rebaño, poniéndose a salvo, y el lobo “las arrebata y las dispersa.”
Algunos Padres (San Agustín, San Crisóstomo) y varios autores pensaron que en el pastor “asalariado” se significaba a los fariseos, y en el lobo, que “arrebataba y dispersaba” las ovejas, se significaba al diablo. Tratándose fundamentalmente de una “parábola alegorizante,” se ve ya que no todos los elementos exigen una interpretación alegórica. Aunque en el Ν . Τ . se usa la imagen de “lobos rapaces” para indicar las infiltraciones heréticas (Hec 20:28ss), aquí parece ser un elemento más para la “descripción del tipo,” como no pasan, probablemente, de serlo los osos y los leones que David mataba (1Sa 17:34-36). No lo es, en cambio, el ver en la pintura del pastor “asalariado,” no un simple recurso literario de contraste, sino una alusión intencionada a los malos pastores de entonces en Israel, los fariseos, ya que instintivamente se piensa en ellos por la estructura del pasaje.
Frente a estos malos pastores, que huyen ante los peligros de su rebaño, Cristo es para su rebaño de Israel el buen pastor, que de tal manera lo vigila y apacienta, que hasta llega “a dar su vida en provecho de sus ovejas.” Lo que aquí dice, sapiencialmente, como condición de todo buen pastor, con el que se identifica, será tema que lo expondrá ampliamente luego (v.15; c.17.18). Es la enseñanza y profecía de la muerte redentora de Cristo.
2) El segundo aspecto de su obra de buen pastor es el “conocimiento” que El tiene de sus ovejas, lo mismo que el que ellas tienen de El. Y esto en su doble aspecto: a) las ovejas de Israel; b) las de los gentiles.
“Yo soy el Pastor, el bueno,
y conozco a las mías (ovejas)
y las mías me conocen a mí,
como el Padre me conoce a mí
y yo conozco al Padre.”
Entre Cristo y sus ovejas hay un “conocimiento” recíproco. Pero el conocimiento universal y sobrenatural de Cristo a las ovejas de su rebaño está muy acusado. No es por alguna señal externa, sino por algo más íntimo, más profundo y auténtico, basado en una semejanza de como el Padre y el Hijo se “conocen,” que no es solamente por un conocimiento intelectual, sino por un conocimiento a la vez intelectual y amoroso. No se trata aquí de las relaciones metafísicas del Padre y el Verbo, sino de las relaciones mutuas del Padre y el Hijo encarnado – conocimiento y amor recíproco de ambos (Mat 11:27 par.) – , que es el tema del evangelio de Jn, y cómo podrá el Hijo dar su vida por las ovejas (v.15c). Jn dice en otro pasaje, suponiendo este conocimiento amoroso: “El que ama es nacido de Dios ya Dios conoce. El que no ama no conoce a Dios” ( 1Jn 4:7.8; Jua 15:15; Sal 1:6, etc.). Calcado este conocimiento y amor en el conocimiento amoroso del Padre y del Hijo encarnado, se sigue que, en sus ovejas, este conocimiento es sobrenatural, y este amor es de candad. Estas ovejas aman a Cristo como al Hijo de Dios encarnado.
Si en el fondo de todo este conocimiento amoroso hay una predestinación (Jua 6:44.65), lo que resalta inmediatamente es la ternura con que Cristo conoce y ama. Y son las ovejas que “conocen su voz” (v.3c), y El va delante de ellas en su vida y las “llama por su nombre.” Así “llamó” a sus apóstoles e incluso materialmente a Pedro, cambiándole el nombre y preguntándole un día por su amor (Jua 21:15ss), lo mismo que llamó por su nombre a María Magdalena (Jua 20:16).
Pero, diciendo aquí que conoce a “sus ovejas,” y que éstas, y no habla de otras, le conocen, al modo amoroso que indica, hace ver que se refiere a sus discípulos. Es ya un conocimiento amoroso actual. Por tanto, saben quién es El – el Hijo de Dios – ; y así le aman. Y amándole como a tal, le siguen: son sus “discípulos.” Es ya el conocimiento postpentecostal en ellos, y la teología de Jn extendida a la Iglesia.
3) Un tercer aspecto de la obra de este Buen Pastor es que tiene que extender su solicitud a la universalidad del rebaño (v.16). Por eso proclama con el ansia del verdadero Buen Pastor:
“Y tengo otras ovejas que no son de este redil,
y a éstas es preciso que yo las conduzca y que oigan mi voz;
y serán un rebaño (μία ποίμνη ), un pastor (εις πο (μήν ).”
Las “otras ovejas,” contrapuestas a las que ya tiene en el redil del cristiano Israel, el redil que estaba bajo la conducción del Pastor divino, son los gentiles.
Muriendo por todos (Jua 11:52), “conviene” (δει ) – pero en el sentido de ser necesario, como es tan frecuente en Jn, por ser los planes de Dios (Jua 3:14.30; Jua 9:4; Jua 12:34; Jua 20:9) – que a todos los tenga en su rebaño; que oigan, eficazmente, su voz (Jua 5:25; Jua 18:37; Jua 3:29), que le “conozcan” amorosamente, como las ovejas cristianas del otro redil, a fin de que El “las conduzca” como rebaño único, que El guía a la “vida eterna” (v.28), que “abundantemente” (v.10) les da. Y así no habrá más que “un Pastor,” el único, el Buen Pastor, que “conduce” al cielo, a la “vida,” a un único rebaño, compuesto de los fieles de Israel y de todo el mundo. Es a un tiempo la enseñanza de la vocación universal de las gentes y la profecía de su incorporación al rebaño de Cristo. Es el tema que Juan se complace en destacar (Jua 11:51.52).
Pero esto era dar también cumplimiento a las profecías mesiánicas sobre la función “pastoral” del Mesías. Lo que era un modo de evocar sobre sí el valor mesiánico de las profecías, y, al conectarse con ellas, presentarse como el Mesías-Pastor. Así se decía, por ejemplo, del Mesías-Pastor:
“Suscitaré para ellas un pastor único, que las apacentará.
Mi siervo David (el descendiente, el “Hijo de David”; Mat 21:9),
él las apacentará, él será su Pastor” (Eze 34:23).
Ni parece improbable que también se quiera aludir con ello a la divinidad de Cristo, ya que Yahvé es presentado reiteradamente como el Pastor de su pueblo.
4) Un cuarto aspecto de Cristo, el Buen Pastor, es que “da su vida en provecho (υπέρ ) de las ovejas” (v.15c). En esta expresión está manifiesta la alusión a su muerte sacrificial redentora (Jua 6:51; 1Jn 3:16).
Pero en los v.17 y 18 se alude a tres aspectos de esta muerte de Cristo.
Uno es el aspecto triunfal de su muerte: muere para resucitar. En el evangelio de Jn, la hora de Cristo, más que el aspecto de su muerte, es ésta, pero como paso para su triunfo en la resurrección (Jua 11:23-33; Jua 17:1-5). Da ahora su vida “para tomarla de nuevo.”
Otro aspecto de su muerte es la libertad con que muere. Nadie le quita la vida por fuerza, sino que El la da libremente. Más ansia que los enemigos por llevarle a la cruz, la tiene El para así glorificar al Padre (Luc 12:50).
Tanto para dar su vida como para tomarla de nuevo resucitado, el Padre le dio “potestad.” Esta “potestad” (εξουσία ) que tiene del Padre es el poder disponer de ella; sin su consentimiento, nadie hubiese podido quitársela. Es tema que Jn se complace en destacar repetidamente en su evangelio (Jua 13:3a; Jua 14:31; Jua 17:19; Jua 18:4; Jua 19:30). Igualmente se recoge en otro pasaje una alusión al poder de Cristo en la obra de su resurrección, puesto en función de este pasaje: “Destruid este templo – su cuerpo – ν en tres días lo levantaré” (Jua 2:19).
Por último, se expone que, para esta obra, Cristo tiene un mandato del Padre. Cristo en toda su obra no hace más que obedecer el plan del Padre. El mismo dirá, valorando este mandato recibido: “Si guardáis mis mandatos, perseveraréis en mi amor, así como yo he guardado los mandamientos de mi Padre y persevero en su amor” (Jua 15:10; Jua 12:49; Jua 15:12.13). Es la doctrina que el Ν . Τ . enseña sobre Cristo: su “obediencia” a los mandatos del Padre (Flp 2:8; Rom 15:19; Heb 5:8).
Y así, por esta obediencia y sumisión total a los planes del Padre, por todo esto, Cristo está siendo también siempre amado por el Padre (Jua 5:20).
En este pasaje se enseñan las cuatro “notas” de la Iglesia, del rebaño de Cristo:
a) Una: Será un solo rebaño.
b) Santa: Cristo da la vida para que tengan “vida abundante.”
c) Católica: Al redil cristiano de Israel se añaden las ovejas de la gentilidad.
d) Apostólica: Es menos expreso. Pero habrá otros “pastores” secundarios, de los cuales, los primeros fueron los apóstoles.
Toda la enseñanza de este concepto de Iglesia rebaño” se desenvuelve bajo el concepto de un rebaño sensible, pues es social, y para eso tiene sus “pastores.”
Valoración originaria de esta parábola alegorizante.
La parábola primitiva – v.1-6 – fue dicha contra los fariseos. En la hora mesiánica sólo se “entra” en el reino por Cristo y sólo se “pastorea” a los fieles por delegación de El. Acaso haya sido ésta la enseñanza fundamental de la parábola primitiva. ¿Lo es también la doble “alegorización” de Cristo?
En principio no puede negarse. Pero se ve, sin embargo, en la doble redacción una concepción y desarrollo de la teología de San Juan, aparte de su vocabulario, aunque el fondo de los cuadros sea semita; pero Jn lo es.
Esto hace pensar, como en la “alegorización” posterior de otras parábolas de Cristo, por parte de la Iglesia primitiva en los sinópticos, que aquí haya una”alegorización” por parte de Jn de la “parábola” primitiva, siguiendo la línea homogénea de la misma, y en la que hay sentencias de Cristo; v.gr.,”Yo soy el Buen Pastor,” para precisar bien la doctrina en la crítica situación por la que pasaba la Iglesia de sus días. Nacían entonces las primeras herejías, aludidas en el Ν . Τ . Jn mismo llamará a sus fautores “anticristos” (1Jn 2:18), que “salieron de nosotros” (1Jn 2:19), y que ha “escrito esto (a la Comunidad) sobre los que os engañan” (1Jn 2:26).
No eran, pues, esos secuaces “cristianos” los que “entraban” así en el rebaño de Cristo, ni lo podían “pastorear” en su nombre. Jn no hacía más que matizar, adaptándola a esta situación nuevo-analógica, la parábola primitiva de Cristo contra los fariseos.
Ni sería esto otra cosa que un caso particular de todo el evangelio de San Juan, que es el desarrollo de un “sentido pleno” de la enseñanza de Cristo, con un enfoque característico a la luz pospentecostal, y destacándose, en orden a los gentiles, la universalidad de la redención 10.
3) Diversas reacciones ante estas enseñanzas de Cristo,1Jn 10:19-21.
19 Otra vez se suscitó desacuerdo entre ellos a propósito de estos razonamientos. 20 Pues muchos de ellos decían: Está endemoniado, ha perdido el juicio; ¿por qué le escucháis? 21 Otros decían: Estas palabras no son de un endemoniado, ni el demonio puede abrir los ojos a los ciegos.
Evangelista pone las diversas reacciones entre los “judíos” a propósito de estas enseñanzas. Se produjo entre ellos desacuerdo.
Para unos, fariseos, a quienes especialmente se dirigía, la reacción era la esperada. Hostil. Y llamarle “loco” y “endemoniado.” Para ellos, sólo un insensato podría ir en contra de lo que pensaban. Por “endemoniado” podían querer decirle lo que en otras ocasiones: que obraba en virtud de Satanás (Mat 12:44ss) .”
Pero otro grupo de personas, probablemente “fariseos” del tipo de Nicodemo, que creían en El a causa de sus milagros (Jua 2:23-25; Jua 3:1.2), empiezan a abrir los ojos a la luz de Cristo. Les mueve a ello la grandeza de su doctrina, pero también los milagros. Se alude al milagro del ciego de nacimiento. Se reconoce que fue milagro y que sólo Dios pudo hacerlo. El resaltar que “el demonio no puede abrir los ojos a los ciegos,” alude, seguramente, a la vieja insidia lanzada por grupos de fariseos, según los cuales Cristo obraba sus prodigios en virtud del “príncipe de los demonios” (Mat 12:24ss par.), y a la que Cristo refutó irrebatiblemente. La luz iba alumbrando a muchos ciegos de alma en Jerusalén.
Enseñanza en la fiesta de las Encenias,Mat 10:22-39.
El relato que pone Jn a continuación responde a un tiempo bastante alejado de los últimos acontecimientos. Va a tener lugar en los días de la fiesta de la Dedicación o de las Encenias. Los discursos anteriores debieron de estar más próximos de la fiesta de los Tabernáculos (Jua 7:2; c.9). De ser así, entre ambas fiestas tenían que transcurrir unos dos meses, ya que la fiesta de la Dedicación se celebraba el 25 de Kasleu (nov.dic.), y la de los Tabernáculos en el mes de Tishri (sept.-oct.).
22 Se celebraba entonces en Jerusalén la Dedicación; era invierno, 23 y Jesús se paseaba en el templo por el pórtico de Salomón. 24 Le rodearon, pues, los judíos y le decían: ¿Hasta cuándo vas a tenernos en vilo? Si eres el Mesías, dínoslo claramente. 25 Respondióles Jesús: Os lo dije y no lo creéis; las obras que Yo hago en nombre de mi Padre, ésas dan testimonio de mí; 26 pero vosotros no creéis, porque no sois de mis ovejas. 27 Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y ellas me siguen, 28 y yo les doy la vida eterna, y no perecerán para siempre, y nadie las arrebatará de mi mano. 29 Lo que mi Padre me dio es mejor que todo, y nadie podrá arrebatar nada de la mano de mi Padre. 30 Yo y el Padre somos una sola cosa. 31 De nuevo los judíos trajeron piedras para apedrearle. 32 Jesús les respondió: Muchas obras os he mostrado de parte de mi Padre; ¿por cuál de ellas me apedreáis? 33 Respondiéronle los judíos: Por ninguna obra buena te apedreamos, sino por la blasfemia, porque tú, siendo hombre, te haces Dios. 34 Jesús les replicó: ¿No está escrito en vuestra Ley: “Yo digo: Dioses sois”? 35 Si llama dioses a aquellos a quienes fue dirigida la palabra de Dios, y la Escritura no puede fallar, 36 de aquel a quien el Padre santificó y envió al mundo decís vosotros: “Blasfemas,” porque dije: “Soy Hijo de Dios”? 37 Si no hago las obras de mi Padre, no me creáis; 38 pero si las hago, ya que no me creéis a mí, creed a las obras, para que sepáis y conozcáis que el Padre está en mí, y Yo en el Padre.39 De nuevo buscaban cogerle, pero El se deslizó de entre sus manos.
La escena pasa en Jerusalén, en los días en que se celebraba la fiesta de la Dedicación. El término griego significa “innovar,” y, en sentido derivado, “consagrar” o “dedicar.” En hebreo se llama la fiesta hanukkah (Esd 6:16ss; Dan 3:2), del verbo hanak, “innovar,” “dedicar.”
Esta fiesta tenía por objeto conmemorar anualmente la purificación del templo por Judas Macabeo, en el año 148 de los Seléucidas, que corresponde al 165 a.C., después de la gran profanación que de él había hecho Antíoco IV Epífanes (1Ma 4:36-59; 2Ma 1:2-19; 2Ma 10:1-8).
Comenzaba esta festividad el día 25 del mes de Kasleu (nov.-dic.). La fiesta duraba ocho días (2Ma 10:6). Tenía un ceremonial calcado en el de la fiesta de los Tabernáculos (2Ma 1:9; 2Ma 10:6). Más tarde vino a caracterizarse por las luminarias (2Ma 1:19-22), tanto que se la llamó, por antonomasia, la fiesta de las Luminarias 12. Pero no tanto por las “luminarias” cuanto por la luz de la libertad, según Josefo.
Para la fiesta de la Dedicación no era obligatoria la peregrinación a Jerusalén, como en las otras tres grandes fiestas de Pascua, Pentecostés y Tabernáculos 13.
La escena tiene lugar cuando Cristo “se paseaba” en el templo, por el llamado “pórtico de Salomón.” Así se llamaba a “una sección del pórtico oriental” 14. “Estaba situado este pórtico en la parte exterior oriental del templo y dominaba un profundo valle, el Cedrón; sus muros medían 400 codos (sobre 200 metros), y estaba construido con blanquísimas piedras de sillería, cada una de las cuales medía 20 codos de largo (sobre 10 metros) y seis de alto (unos tres metros); era la obra del rey Salomón,” 15 y el pórtico más antiguo de los conservados.
Probablemente, al referir que se estaba en invierno y que se paseaba Cristo por este pórtico, es que sería lugar acogedor en esta estación del año. Es además una indicación para los lectores de la gentilidad, para precisarles la época de esta fiesta.
En este escenario, un día de la fiesta de la Dedicación, los “judíos,” que son indudablemente, por su argumentación, los fariseos, lo “rodean,” lo estrechan así en un “círculo” para forzarle a una respuesta. Es lo que parece seguirse de todo el episodio, del tipo de argumentación farisaica insidiosamente usada y de su emplazamiento literario en este preludio final yoanneo de la muerte de Cristo. Las ideas, fundamentalmente, se repiten. Así le dicen y preguntan:
“¿Hasta cuándo nos tendrás en suspenso?”; literalmente: “¿Hasta cuándo (tendrás) levantada nuestra alma?”; es decir: le preguntan hasta cuándo los va a tener en incertidumbre sobre algo que les interesa grandemente. Por eso concluyen: “Si eres el Mesías, dínoslo claramente”; y por el término griego usado aquí y en otros pasajes de Jn, probablemente significa, no sólo “claramente,” sino dicho con plena libertad (Jua 7:13.26; Jua 18:20).
Lagrange notó muy bien que “Juan está, por eso, aquí perfectamente de acuerdo con los sinópticos sobre el secreto mesiánico, tan notable, sobre todo, en Marcos.” 16
La respuesta de Cristo es que ya se lo dijo repetidas veces, no tomando la misma palabra de Mesías, pero sí “con las obras,” que, hechas “en nombre de mi Padre,” dan, por lo mismo, testimonio de El. Pero, a pesar de todo, ellos no creen. ¿Por qué? Cristo va a dar la razón honda de esto, al tiempo que, con este motivo, va a hacer una declaración terminante de su divinidad. El razonamiento se puede sintetizar así:
No creen porque no son de sus ovejas,
pues éstas oyen su voz, por lo que se sigue
que por eso no perecerán, por eso no perecerán, [El las conoce, ellos le siguen.
El les da la vida eterna]
pues “nadie las arrebatará de mi mano.”
Y como “esto” (éstas) es don del Padre a Cristo,
nadie puede arrebatar nada del Padre.
Y el Padre y Cristo son “una misma cosa” en esto.
Varios son los puntos doctrinales de este pasaje. Son los siguientes:
1) En la fe en Cristo, y, por tanto, en sus “obras,” que son “signos,” si inmediatamente hay causas diversas, v.gr., malas disposiciones, temor de la “luz” (Jua 3:19-21), espíritu terreno (Jua 8:23), en el fondo de ello existe una “predestinación.” Braun ha escrito, comentando este pasaje: “La doctrina de la predestinación no tiene que hacer nada aquí.” 17 Pero esta afirmación va en contra del contexto del evangelio de Jn, en donde ya se dijo, a propósito de la incredulidad en Cristo, que “nadie puede venir a mí si el Padre no le trae” (Jua 6:44; cf. 8:47), y contra el contexto inmediato, en donde se dice que los que creen en El es don del Padre (v.29).
2) Cristo se presenta con un “conocimiento” sobrenatural y universal de sus ovejas; con un oficio de Pastor que llama a sus ovejas de modo real, aunque misterioso, porque aquéllas “oyen su voz”; con un poder vitalizador, pues les da “la vida eterna” (v.28); y se presenta dotado de un poder trascendente, pues nadie puede “arrebatar de su mano” estas ovejas.
3) Todo este rebaño espiritual es un “don” del Padre a El. Pero la formulación de este hemistiquio tiene una dificultad clásica de lectura y de interpretación. Son las siguientes:
a) “Mi Padre, el que (δς ) me dio a mi
es más grande que todo.”
b) “Mi Padre, lo que (δς ) me dio,
es más grande que todo.”
Críticamente, la pnmera lectura es admitida por muchos, apoyada en Β S L W, Vet. lat., Vulg., Tert., HiL, Ag. 18. Por crítica interna se ve que es lectura más fácil. Además deja sin complemento lo que el Padre dio a Cristo. La segunda es la ordinariamente admitida. En ella puede ser traducido el “más grande” por “más precioso” (Mat 23:17.19). Así, su lectura es:
“Lo que el Padre me dio es más precioso que todo.”
¿Qué es eso que el Padre dio a Cristo? A tres pueden reducirse las posiciones.
a) La naturaleza divina. – San Agustín es el primer representante de esta posición. 19. Entre los exegetas que le han seguido están Cornelio A., Knabenbauer, Patrizi, Lebreton. Con esta posición parece concordar lo que se dice en el concilio IV de Letrán (a. 1215): “El Padre, generando eternamente al Hijo, le da – de-dit – su sustancia, conforme a lo que El mismo dice: Lo que me dio el Padre es más grande que todo.” 20 Pero, como nota oportunamente Prat,”se sabe que la prueba escrituraria no es definida con la doctrina que ella ilustra” 21, y los autores católicos lo interpretan diversamente.
b) El poder divino. – Sería el poder divino que el Padre le había comunicado, tanto para hacer milagros como para conducir las ovejas y darles la vida eterna. Así Belser, Schanz, Tillmann.
Pero el contexto, como se verá, exige otra interpretación, distinta de estas dos propuestas. Cristo no iba a decir algo incoherente. Pues si aludiese a que este don del Padre era la naturaleza divina o el poder divino, ¿quién pretendería “arrebatar” del Hijo la naturaleza divina o el poder divino de que estaba dotado?
c) Las “ovejas” que oyen su voz. – Esta interpretación es exigencia del ritmo conceptual progresivo del pasaje. La garantía de que las ovejas que oyen su voz no perecerán es:
a) “Que nadie las arrebará de mi mano,” o poder.
b) Porque es un “don” que le dio el Padre, el cual “don” es “más precioso que todas las cosas.” Nada es comparable a la “vida eterna,” que Cristo dispensa (Jua 17:1-4). El mismo lo dijo en otra ocasión: “¿Qué aprovecha al hombre ganar todo el mundo si pierde su alma?” (Mat 16:26; Luc 9:25) 22.
c) Y de la misma manera que nadie puede “arrebatar nada de la mano de mi Padre,” que aquí son las “ovejas,” así tampoco se las puede arrebatar de las suyas.
d) Porque, en definitiva, “Yo y el Padre somos una sola cosa.”
Así, el pensamiento tiene un ritmo de desarrollo progresivo perfectamente lógico. Y conceptualmente encuentra otros pasajes paralelos en el mismo cuarto evangelio (Jua 6:37.39; Jua 17:24; compárese con Jua 17:24).
4) Por último, Cristo, como garantía de este poder salvífico que tiene para sus ovejas, proclama su divinidad, diciendo: “Yo y el Padre somos una cosa” (εν έσμεν ).
Directamente se expresa esta unidad entre el Padre y el Hijo en el poder. El Padre y el Verbo encarnado son “una sola cosa.” Pero lo son no sólo como un profeta, en el plan, conocimiento y actividad de Cristo para su obra salvadora. Sino también, por razón de la persona divina, tiene una “unión” ontológica divina con el Padre.
Esta expresión encuentra su clarificación en la “oración sacerdotal,” en la que Cristo pide al Padre que le glorifique con “la gloria que tuve cerca de ti antes de que el mundo existiese” (Jua 17:5.24), lo mismo que en el “prólogo,” en el que se enseña abiertamente que el Verbo, que se va a encarnar, “era Dios.”
Y que éste es el intento del evangelista no cabe dudarlo después de lo que enseña en el “prólogo,” en la tesis de su evangelio, y por la reacción que recoge de los “judíos” fariseos que le oyeron, pues “trajeron piedras” de las que había allí mismo en el templo aún en construcción, y de las que se sirvieron los judíos en más de una ocasión para apedrear a la guarnición romana 23, “para apedrearle” como blasfemo, pues dijeron que “tú, siendo hombre, te haces Dios” (v.31-33).
Al argumentarle los fariseos, sacando la conclusión que encerraba su enseñanza, que se “hacía Dios,” quisieron “apedrearle,” puesto que este tipo de pena era el que correspondía a los blasfemos. Y el argumento que Cristo va a esgrimir contra ellos es éste:
En la Ley 23, que son los Salmos, pero que Jn cita así en otras ocasiones la Escritura (Jua 7:49; Jua 12:34; Jua 15:25), se lee la siguiente personificación escenográfica: Dios cita a su juicio a los jueces inicuos, y para nombrarles y constituirles como tales, les dice: “Yo dije: Sois dioses – Elohím athem – , todos vosotros hijos del Altísimo” (Sal 82:6). A los jueces, por recibir su poder de Dios (Rom 13:1) y porque “el juicio es de Dios” (Deu 1:17; cf. Deu 19:17), se los llama, en esta mentalidad semita, “dioses,” por participadores de este poder divino (Gen 1:27).
Partiendo de esto, Cristo va a usar un argumento “a fortiori,” de tipo rabínico, llamado “del ligero y de grave” (qal washomer) 24. Y así les argumenta: Si la Escritura, palabra de Dios, que “no puede fallar,” llama “dioses” a unos hombres por participar un simple poder judicial, no puede ser blasfemia que El, a quien el Padre “consagró” y envió al mundo, y la prueba de lo que dice son los milagros, diga que es Hijo de Dios.
Si los fariseos no negaban las obras milagrosas de Cristo, y aquí no las atribuían, como en otras ocasiones, a Satanás (Mat 12:24 par.), el argumento era incontrovertible. Y que no podían hacerlo es lo que decía el ciego de nacimiento: que Dios no oye a los pecadores (Jua 9:31); y los milagros suyos eran tan evidentes, que aquí mismo los alega como testimonios inexcusables; precisamente los milagros fueron lo que hizo creer en El a Nicodemo y a otros grupos de fariseos (Jua 2:23; Jua 3:1-2). Pero no por negarlos desvirtuaban su valor objetivo; tanto que esto les hacía a ellos inexcusables (Jua 9:39-41; Jua 12:37ss; Jua 15:24). Más que un simple juez – “dios” – era el que el Padre envió al mundo como su Mesías, y que, proclamándose el Hijo de Dios, lo rubricaba apologéticamente con milagros.
Por eso alega esto, como en otras ocasiones (Jua 5:36; Jua 10:25; Jua 14:10.11), para que “sepáis y conozcáis” que “el Padre está en mí, y yo en el Padre.”
Si Dios estaba jurídicamente presente en los jueces, tenía que estarlo realmente en el que se decía su Hijo.
Esta presencia mutua del Padre y del Hijo no es sólo una presencia moral, ni aun s implemente física por la acción del milagro, del cual Cristo es instrumento, sino que es más profunda. La presencia moral de Dios, y viceversa, la tenía todo judío piadoso; la física parecería explicarlo. Sería la profunda presencia y unión con el Padre en sus obras, ya que El nada hacía sin el Padre (Jua 5:30). Pero la lógica de la argumentación es que, no habiendo retirado nada de su proposición primera, por la que querían lapidarle, puesto que “tú, siendo hombre, te haces Dios” (Jua 10:33), aquí la conclusión abocaba a lo mismo. Si inmediatamente indica la absoluta “unión” (v.30) y “presencia” (v.38) del Padre y del Hijo en el obrar, está expresándose esta “unión” íntima y total – ontológica – de Cristo con el Padre – el Hijo de Dios encarnado – , que se expuso a propósito del v.30. Esto es lo que entienden los judíos, pues quieren volver a apoderarse de El, sin duda para lapidarle. Pero esto es a lo que lleva por necesidad, además, el intento del evangelista, por la semejanza conceptual con otros pasajes de Cristo y de Juan.
De Cristo basta ver los atributos divinos que reclamó para sí en el capítulo 5 (Jua 5:19-30) 25.
En el capítulo 14 dirá Cristo: “El que me ha visto a mí (como Hijo), ha visto al Padre. El Padre, que mora en mí, hace sus obras. Creedme, que yo estoy en el Padre, y el Padre en mí; al menos, creedlo por las obras” (Jua 14:9-11; cf. Jua 17:21).
Y el evangelista dice del Verbo encarnado que “el Verbo estaba en Dios (en el Padre) 26, y el Verbo era Dios” (Jua 1:1).
Y queriendo apoderarse de El, “se salió de sus manos.” No había llegado su “hora,” tema que tanto cuenta en el evangelio de Jn (Jua 7:30; Jua 8:20, etc.). El mismo logró evadir aquello ¿Cómo? No se dice. “¿Es que la lapidación no había sido más que una amenaza? ¿O acaso el pueblo se puso de su parte?” 27. Acaso, una vez más, la grandeza de Cristo, sin aparatosidad, se impone.
Cristo se retira hacia el Jordán,Jua 10:40-42 (Mat 19:1.-2; Mar 10:1).
El evangelista consigna un dato histórico-teológico sobre Cristo: se retira cerca del Jordán. También lo recogen los sinópticos (Mat 19:1.2; Mar 10:1). Sin duda es un episodio que tiene su valor propio, pero en el plan de Jn viene a servir de introducción a la resurrección de Lázaro.
40 Partió de nuevo al otro lado del Jordán, al sitio en que Juan había bautizado la primera vez, y permaneció allí. 41 Muchos venían a El y decían: Juan no hizo milagro alguno, pero todas cuantas cosas dijo Juan de éste eran verdaderas.42 Y muchos allí creyeron en El.
Después de estas disputas y peligros farisaicos, Cristo se retira “otra vez,” por relación a la narración ya hecha por el mismo Jn (Mar 1:19ss). Fue a Betania, en TransJordania (Jua 1:28), pues dice que era el lugar en que Juan “había bautizado la primera vez,” en contraposición a Enón, cerca de Salím, adonde posteriormente vino y bautizaba (Jua 3:23). Allí permaneció Cristo algún tiempo. Lejos de Jerusalén y de las disputas y persecuciones, debieron de ser aquellos días en Perea un oasis de tranquilidad.
Pero se debió de dedicar allí mismo al apostolado, pues venían “muchos” a El. Y “muchos” allí “creyeron en El.”
En Betania de TransJordania debió de quedar vivo el recuerdo del Bautista, Mas también allí mismo se evocaban sobre Cristo los vaticinios mesiánicos del Bautista acerca de Cristo.
La impresión de las gentes ante Cristo debió de ser muy fuerte. Pues, a pesar de la grandeza del Bautista, contrastaron y proclamaron dos cosas: a) que el Bautista no había hecho ningún milagro, recordándose allí los milagros de la vida apostólica y taumatúrgica de Cristo, si no es que, acaso, allí también entonces hizo milagros; b) pero que, en cambio, todo lo que el Bautista había dicho de Cristo era verdad.
Acaso no sea imposible que, al contrastarse aquí que el Bautista no hizo ningún milagro, sea un dato más en el esquema yoanneo de situar la figura del Bautista en inferioridad ante Cristo, a causa del excesivo relieve que le habían dado algunas sectas bautistas (Hec 19:3).
1 P. W. Meyer, En Jbl (1956) P.232-235. – 2 Vosté, Parabolae Selectae. (1933) II P.788-789. – 3 Buzy, Introduction Aux Parábales Evangeliques (1912) P.427ss. – 4 Braun, L’évang. S. St. Jean (1946) P.395; Leal, Forma, Historicidad Y Exegesis De Las Sentencias Evangélicas: Est. Ecl. (1957)285-289; Mollat, Les Déclaraíions De Jesús Sur Lui-Meme Dans Le Iv évangile: Nouv. Rev. Théol. (1948) 854-855; Faggio, Christus Ovium Et Pastor: Verb. Dom. (1950) 168-175; Bauer, “Oves Meae” Quaenam Suntf: Verb. Dom. (1954) 321-324. – 5 Lagrange, évang. S. St. Jean (1927) P.276. – 6 Jaussen, Naplouse P.305. – 7 Thomson, The Lana And The Book P.205; Fillion, Vida De N. S.J.-C. Vers. Esp. (1942) 111 P.331 Not.159; Power, Pastor Et Grex In Palaestina Antigua Et Moderna: Verb. Dom. (1951) 21-25. – 7 J. A.T. Robinson, The Parable Of John 10:1-5: Zeits. Neut. Wissens. (1955) 233-240. – 8 Algunos Códices Añaden: “Antes De Mí,” Pero Es, Considerado Como Una Adición. Cf. Lacrare,’évangile S. St.Jean (1927) P.277-278. – 9 Hec 5:36.37; Josefo, De Bello Iud. Ii 8:1; Antiq. 18:1:6; Lagrange, Le Messia-Nisme. P. 18. – 10 L. Cerfaux, Le Theme Parabolique Dans Cévangile De St. Jean: Rlc Ii P. 17-26; J. Leal, Forma, Historicidad Y Exégesis De Las Sentencias Evangélicas: Estecl (1957) P.285-289; D. Mollat, Les Declarations De Jesús Sur Lui-Meme Dans K Iv évangile: Nouv. Rev. Théol. (1948) 854-855; E. F. F. Bishop, The Door Of The Sheep: Exposit. Tim. (1960) 307-309. – 11 Acaso Esta Doble Expresión Pudiera Ser Una Fórmula Pleonástica Hecha: La Enfermedad Causada Por Espíritus Diabólicos. – 12 Josefo, Antiq. XII 7:7. – 13 Sobre La Fiesta De La Dedicación, Cf. Strack-B., Kommentar. 11 P.539-541; Hópfl, Das Chanukafest: Bíblica (1922) 165-179. – 14 Rev. Bib. (1928) 472. – 15 Josefo, Antiq. Xx 9:7. – 16 Lagrange, évang. S. St. Jean (1927) P.286. – 17 Braun,’évang. S. St.Jean (1946) P.299. – 18 Nestlé, N.T. Graece Et Latine (1928) Ap. Crít. A Jua 10:29; P.78 Nota 1; J. N. Birdsall, En Jts (1960) P.342-344. – 19 In Evang. Lo. Tractatus Tr.48:6.7. – 20 Denzinger, Ench. Symb. N.432. – 21 Prat, Jésus-Christ (1947) Ii P.78. – 22 Cf. Ench. Bib. N.530. – 23 Josefo, Antiq. XVIII9:3; De Bello Iud. Ii 12:1. – 23 Los Judíos A Veces Se Referían A Todo El A.T. Con El Título De “Ley” (Cf. Strack-B., Kommentar. Ii P.542ss.). – 24 Strack-B., Kommentar. Iii P.223ss; Bonsirven, Le Juda’isme. (1934) I P.296ss. – 25 Comentario A Jua 5:19-30. – 26 Comentario A Jua 1:1. – 27 Braun, évang. S. St. Jean (1946) P.401.
Fuente: Biblia Comentada
redil. Jesús utilizó en los vv. Jua 10:1-30 una conocida metáfora basada en el pastoreo de ovejas del siglo I. Las ovejas se resguardaban en un redil que tenía una puerta por la cual las mismas entraban y salían. El pastor contrataba a un «portero» (v. Jua 10:3) o «asalariado» (v. Jua 10:12) como subalterno para cuidar la puerta. El pastor entraba por ella. El que procurara robar o herir a las ovejas debía buscar el ingreso por otra parte. Lo más probable es que Jesús empleara las palabras de Eze 34:1-31 como trasfondo para su enseñanza, ya que Dios condenó a los falsos pastores de Israel (i. e. la nación). Los Evangelios mismos abundan en lenguaje figurado acerca de las ovejas y los pastores (vea Mat 9:36; Mar 6:34; Mar 14:27; Luc 15:1-7).
Fuente: Biblia de Estudio MacArthur
La predicación de Jesús acerca de Él mismo como el «Buen Pastor» viene del capítulo Jua 9:1-41 porque todavía se dirige a las mismas personas. El problema del capítulo Jua 9:1-41 era que Israel fue guiado por falsos pastores que los desviaron del verdadero conocimiento y del reinado del Mesías (Jua 9:39-41). En el capítulo Jua 10:1-42, Jesús se declaró como «el Buen Pastor» nombrado por su Padre como Salvador y Rey, a diferencia de los falsos pastores de Israel que se designaron y se justificaron a sí mismos (Sal 23:1; Isa 40:11; Jer 3:15; cp. Isa 56:9-12; Jer 23:1-4; Jer 25:32-38; Eze 34:1-31; Zac 11:16).
Fuente: Biblia de Estudio MacArthur
10:1 De cierto, de cierto os digo: El que no entra por la puerta — En este discurso Jesús sigue pronunciando juicio (9:39-41) sobre los judíos (los líderes). Los fariseos y escribas profesaban ser los únicos oficiales (pastores) y guías del pueblo (9:24, 29). Acababan de hacer uso de su autoridad al expulsar al ciego que fue sanado (9:34), pero Jesús vino al mundo para que los que profesaran ver fueran cegados (9:39). Lo que Jesús dice ahora (10:1-18) va dirigido a ellos. Desde luego, el que entra por la puerta es el verdadero pastor (10:2), y los que no entran por la puerta son falsos pastores. Se refiere a los fariseos y escribas (Mat 15:14, los guías ciegos). Dios no autorizaba su conducta (Mat 23:1-39) ni sus tradiciones humanas (Mat 15:8-9). No podían, pues, guiar las ovejas a través de la puerta.
— en el redil de las ovejas, — (aule, un patio abierto delante de una casa; luego, un cercado a cielo abierto… El redil estaba rodeado por lo general por un muro de piedra, Núm 32:16, y se situaba preferiblemente cerca de un pozo, Éxo 2:16; Sal 23:2, y a menudo era protegido por una torre, 2Cr 26:10; Mi 4:8″ (WEV).
— sino que sube por otra parte, — Por encima de la pared. Jesús fue enviado por el Padre, y los líderes de los judíos, a quiénes Jesús se dirigía, habían venido de su padre el diablo (8:44).
— ése es ladrón y salteador (leistes, 12:6, Jude; 18:40, Barrabás; Mat 27:38; Mat 27:44, los «ladrones» que fueron crucificados con Jesús; el salteador que usa violencia para robar ). — En el Antiguo Testamento hay muchos textos que hablan de falsos maestros (Eze 34:1-7; Jer 33:1-6; Zac 11:4-11) y otros textos hablan de Dios como el Pastor fiel (Sal 23:1-6; Sal 80:1, etc.), como también profetizaron del Mesías como el Pastor del pueblo de Dios (Eze 37:24).
Hay que notar la relación de las figuras del capítulo 10 con la narración del capítulo anterior: como falsos pastores los fariseos trataron al que nació ciego con crueldad; por eso, fueron juzgados como ciegos por Jesús. Por causa de su carácter malvado, estos guías, eran clasificados como ladrones y salteadores. Por causa de la falta de amor de ellos por las ovejas, Jesús habla del amor que El tiene por las ovejas, y que El da su vida por ellas. Ellos indicaron que querían dar muerte a Jesús; por eso, El dijo que nadie le quitaba la vida, sino que El mismo la daba.
Fuente: Notas Reeves-Partain
EL PASTOR Y SUS OVEJAS
Juan 10:1-6
Jesús dijo:
-Esto que os digo es la pura verdad: El que no entra en el corral de las ovejas por la puerta, sino encaramándose por algún otro sitio, es un ladrón y un bandido. Pero el que entra por la puerta, ese sí es el pastor de las oveSantiago A ese le abre el portero, y las ovejas le oyen hablar, y él llama a las que son suyas por sus nombres y las saca. Cuando ya ha sacado afuera todas las que son suyas, él va delante de ellas, y las ovejas le siguen, porque le conocen por la voz. Pero no seguirán a un extraño, sino más bien huirán de él; porque no reconocen la voz de los extraños.
Cuando Jesús les contó esta parábola, ellos no sabían lo que les quería decir.
No cabe duda de que la descripción de Jesús como el Buen Pastor es la más apreciada y conmovedora de la piedad cristiana. La figura del pastor está entretejida en el lenguaje y la imaginería de la Biblia. No podía ser de otra manera. La parte principal de Judasa es la meseta central, que se extiende unos 50 kilómetros de Betel a Hebrón, con una anchura variable entre los 20 y los 25 kilómetros. El terreno es, en su mayoría, áspero y pedregoso. Judasa era uri país mucho más pastoril que agricultor; y era inevitable, por tanto, que la figura más frecuente y representativa de las tierras altas de Judasa fuera la del pastor.
Su vida era muy dura. Nunca se vería un rebaño pastando sin pastor, y este no se podía distraer ni un momento. Como había poca hierba, las ovejas siempre iban deambulando; y, como no había vallas de protección, había que estar vigilando constantemente las oveSantiago A los dos lados de la estrecha meseta, el terreno se precipitaba bruscamente hacia abajo, hacia los inhóspitos desiertos escarpados por los que las ovejas corrían constantemente peligro de perderse. La misión del pastor era, no sólo constante, sino peligrosa; porque, además, tenía que proteger el rebaño de los ataques de las fieras, especialmente los lobos, y de las incursiones de ladrones y bandidos. Sir George Adam Smith, el geógrafo enamorado de Palestina, escribe: » Cuando te le encuentras -en algún cerro en el que aúllan por la noche las hienas, insomne, con la mirada acostumbrada a las lejanías, curtido a la intemperie, apoyado en el cayado y siguiendo con la mirada sus ovejas dispersas, con cada una de ellas en el corazón-,entiendes por qué el pastor de Judasa se remontó hasta la cabeza en la historia de su pueblo; por qué dio su nombre a los reyes y se convirtió en un símbolo de la providencia; por qué Cristo le tomó como prototipo del sacrificio.» Constante vigilancia, intrépido valor, paciente amor a su rebaño, eran las cualidades características del pastor en el pueblo de Israel.
En el Antiguo Testamento, Dios se representa a menudo como pastor, y el pueblo como Su rebaño. » El Señor es mi Pastor; nada me faltará» (Sal 23:1 ). «Condujiste a Tu pueblo como ovejas por mano de Moisés y Aarón» (Sal 77:20 ). «Y nosotros, pueblo Tuyo y ovejas de Tu prado, Te alabaremos para siempre» (Sal 79:13 ). «Oh Pastor de Israel, escucha; Tú que pastoreas como a ovejas a José» Sal 80:1 ). «Porque Él es nuestro Dios; nosotros, el pueblo de Su prado y ovejas de Su mano» (Sal 95:7 ). «Pueblo Suyo somos, y ovejas de Su prado» (Sal 100:3 ). El Mesías, el Ungido de Dios, también se representa como el Pastor de las oveSantiago «Como pastor apacentará Su rebaño; en Sus brazos reunirá los corderos, y en Su seno los llevará; pastoreará suavemente a las recién paridas» Isa 40:11 ). «Pastoreará el rebaño del Señor fiel y justamente, y no dejará que ninguno de los Suyos tropiece en los pastos. Los guiará a todos correctamente» (Odas de SalomóNm 17:45
Fuente: Comentario al Nuevo Testamento
CAPÍTULO 10
EL BUEN PASTOR (10,1-42)
El capítulo 10 es el último discurso de revelación y de polémica con «los judíos». Su tema principal lo forman las afirmaciones «yo soy»: «yo soy la puerta» y «yo soy el buen pastor». Ambas afirmaciones expresan algo definitivo, una cumbre real, a saber: la exclusividad de la revelación y de la mesianidad de Jesús, y ello en el sentido delineado por Juan. A mi entender, en la imagen del «buen pastor» se perfila la peculiar imagen del Mesías que tiene el círculo joánico. En ella se manifiestan el modo y el origen de la mesianidad de Jesús tal como los entiende Juan frente a las concepciones mesiánicas del judaísmo. Las diferentes afirmaciones de estos textos, que apuntan a la muerte y resurrección de Jesús y que permiten establecer una serie de conexiones con «los discursos de despedida», explican el carácter kerigmático de la sección. Se trata, en efecto, de exponer la imagen cristiana del Mesías, que sólo se puede entender rectamente desde la muerte en cruz de Jesús.
El capítulo 10 plantea a la exégesis toda una serie de problemas objetivos y crítico-literarios. La redacción actual produce, en realidad, un efecto de confusión y desorden, hasta el punto de hacer pensar en cambios y trastrueques de folios en la redacción final. (…)
Aunque siempre he sido cauto con los cambios, y en principio lo sigo siendo, me parece que en este caso se justifica una transposición, lo que no quiere decir que con ello se eliminen todas las durezas del texto. El orden propuesto quedaría así:
1º. Ulterior enfrentamiento acerca de la curación del ciego (10,19-21);
2º. Introducción al discurso del buen pastor: la fiesta de la dedicación del templo en Jerusalén (1(),22-26);
3º. Yo soy la puerta (10,7-10);
4º. El discurso enigmático (10,1-6);
5º. Yo soy el buen pastor (10,11-15.16-18.27-30);
6º. La disputa acerca de la filiación divina (10.31-39); 7º. Jesús se esconde (10,40-41).
Esta distribución debería hacer más comprensible el texto en su conjunto.
1. ULTERIOR ENFRENTAMIENTO ACERCA DE LA CURACIÓN DEL CIEGO (Jn/10/19-21)
19 De nuevo hubo división entre los judíos por causa de estas palabras. 20 Pues muchos de ellos decían: Es un endemoniado y está loco. ¿Por qué lo escucháis? 21 Pero otros replicaban: Estas no son cosas de un endemoniado. ¿Puede acaso un demonio abrir los ojos de los ciegos?
No hay duda de que estas palabras entran todavía en el ciclo de la curación del ciego, sin que tengan un lugar adecuado en el contexto del discurso del pastor (cf. una situación parecida en 7,15-18). Como reacción de «los judíos» a palabras y hechos de Jesús se han conservado de nuevo en un tono tan general, que pueden trasladarse sin dificultad alguna a otro lugar. En efecto, que las paiabras y obras de Jesús originen una división, un pro y un contra, es algo característico del discurso joánico de revelación (cf. 7,43; 9,16), porque ése es precisamente su efecto. Pero en el presente contexto eso no es de esperar todavía. Los versículos encajan mejor como reacción a la sentencia final de 9,38-41 y a su carácter provocativo. Se trata de una sentencia judicial. Y su efecto inmediato es que se llegue a una división, que, por lo demás, ya está establecida en todo el relato (9,16). La división se pone de manifiesto en la actitud contrapuesta frente a Jesús. Unos dicen: Tiene un demonio y está loco; hacen, pues, a Jesús el reproche de estar poseído por el diablo y de padecer una megalomanía (cf. 7,20; 8,48.49.52); no tiene sentido alguno seguir escuchándole (v. 20).
Por el contrario, otros acogen el mensaje de la señal y expresan sus reflexiones de índole bien diferente No son éstas las palabras de un hombre poseído por el demonio. Las palabras de Jesús les han impresionado de tal forma que rastrean bajo las mismas un poder muy otro que el del demonio. Y se preguntan, dentro por completo del sentido que tiene la historia de curación: ¿Acaso un hombre poseído por el demonio puede abrir los ojos de los ciegos? Este sentido de reflexión que late en la pregunta evidencia una situación abierta: abierta a la verdadera comprensión de Jesús y, por ende, abierta a la fe.
2. INTRODUCCIÓN AL DISCURSO ACERCA DEL BUEN PASTOR: LA FIESTA DE LA DEDICACIÓN DEL TEMPLO (Jn/10/22-26)
22 Celebrábase entonces en Jerusalén la fiesta de la dedicación. Era invierno, 23 y Jesús estaba paseando en el templo por el pórtico de Salomón. 24 Lo rodearon los judíos para preguntarle. ¿Hasta cuándo nos vas a traer en vilo? Si tú eres el Mesías dínoslo claramente. 4 Jesús les respondió: Os lo dije ya, pero no queréis creerlo: las obras que yo hago en nombre de mi Padre, ésas dan testimonio de mí. 26 Pero vosotros no creéis, porque no sois de mis ovejas.
La perícopa de los v. 22-26 traza el marco histórico-geográfico para el discurso del buen pastor. Nos hallamos aquí una vez más ante el gran interés de Juan por fijar y localizar con la mayor exactitud posible los discursos y obras de Jesús, por lo que siempre nos sorprenden el conocimiento topográfico y la familiaridad de Juan con las fiestas judías. Y así, también aquí se nos dan el tiempo y el lugar del discurso siguiente. Tiempo: «la fiesta de la dedicación del templo», en el invierno; el lugar: Jerusalén, el templo, y más en concreto «el atrio de Salomón».
En la fiesta de la dedicación del templo, en invierno, se trataba de recordar la nueva consagración del lugar santo, profanado con las infamias de la persecución religiosa de Antíoco IV Epífanes; consagración que llevaron a cabo Judas Macabeo y su gente el 25 de kislev (nov./dic.) del año 164 a.C. (cf. lMac 4,36-59). «Judas, sus hermanos y toda la asamblea de Israel establecieron que la fiesta de la dedicación del altar se celebrara con alegría y regocijo a su debido tiempo, año tras año, durante ocho días, desde el veinticinco del mes de kislev (lMac 4,59). «Esta fiesta -dice Flavio Josefo- la celebramos desde aquel tiempo hasta hoy y la llamamos la fiesta de las luces porque, según creo, el libre ejercicio de nuestra religión nos llegó de forma tan inesperada como un rayo de luz». La fiesta de «khamukkia» la celebran los judíos hasta el día de hoy como la fiesta de la luz, en los días próximos a la fiesta de navidad.
El «atrio de Salomón», con dos alas, estaba junto al muro oriental del templo. Según Josefo, el rey Salomón había apisonado el terreno en el lado oriental para el templo y sobre el terraplén había levantado un atrio único. Según Hec 5:12 el «atrio de Salomón» fue también el lugar de reunión de la comunidad primera.
Juan tiene interés en dar el marco adecuado al último discurso de revelación ante «los judíos». Jesús «pasea» por el atrio de Salomón; es decir, permanece allí, evidentemente enseñando. Allí acuden «los judíos» y le rodean (v. 24). La escena resulta extremadamente dramática. Habida cuenta de las preguntas siguientes, se tiene la impresión de que al formar un círculo en torno a Jesús, ya no quieren dejarle libre mientras no les haya dado la respuesta que aguardan de él. La información que buscan la indica el v. 24b: «¿Hasta cuándo nos vas a tener en vilo?» ¿Hasta cuándo vas a tenernos en tensión? (literalm. «tener colgada nuestra alma»). Aquí la palabra alma está en lugar de unas personas vivas, movidas y también conmovidas y excitadas. Si tú eres el Mesías dinoslo libremente. La cuestión decisiva, que aquí plantean «los judíos» es la cuestión mesiánica, y lógicamente también el discurso sobre el buen pastor hay que entenderlo como una respuesta joánica a esa cuestión. Los judíos desean, pues, de Jesús una palabra clara y no una palabra enigmática y equívoca, que se preste a equívocos y que hace echar de menos la información adecuada que persiguen los enemigos. Sin duda que tal exigencia anuncia ya el equívoco, pues para Juan la diferencia entre palabra clara y palabra enigmática y figurada no se resuelve con ninguna explicación complementaria, como aparece en un pasaje de los discursos de despedida (Hec 16:25 ss). Ello se debe a que, para Juan «entender» se identifica con «creer», así como la incredulidad equivale a no saber. La exigencia de que les hable, por fin, «claro» o abiertamente, pone de manifiesto que los enemigos argumentan desde el horizonte de la incredulidad, pues de otro modo ya tenían que haber entendido a Jesús. Mientras persista ese supuesto, ninguna explicación ulterior podrá aportar la aclaración deseada.
La respuesta de Jesús confirma este diagnóstico (v. 25-26). No se trata de una explicación complementaria de cuanto ya ha dicho frecuentemente a «los judíos», se trata de creer. Están también los testimonios, en forma de las «obras que yo hago en nombre de mi Padre». En Jua 10:25, y ante el apremio de los enemigos judíos por una demostración clara y comprobable de su mesianidad, Jesús les habría remitido a la circunstancia de haber hecho por su parte, de palabra y de obra, todo cuanto podía probar su mesianidad. Es por parte de ellos que falta la correspondiente fe. Sin ella no se puede penetrar y ver la demostración de Jesús.
Por «obras» se entienden las diferentes señales, que en su conjunto demuestran la única «obra», a saber: a Jesús en persona y a su importancia salvífica para el hombre. El v. 26 agrega el motivo y fundamento de la incredulidad: los enemigos no pertenecen a las «ovejas» de Jesús. Con ello aparece la palabra clave que va a servir de introducción a las afirmaciones siguientes. Las «ovejas-de-Jesús» -como ahora resulta ya claro- es una metáfora para designar a «los creyentes», a los que más tarde calificará también como «los suyos». Creer y pertenecer a las ovejas de Jesús son la misma cosa. Para esas personas, el lenguaje de Jesús es una palabra «clara» y abierta, sin enigmas de ninguna clase. «Finalmente es importante que el discurso sobre el buen pastor sea el último discurso de revelación ante el pueblo. Como se trata de las relaciones del revelador con los suyos, proporciona al final -sin decir objetivamente nada más que los discursos precedentes- ver la posibilidad suprema de la fe como la última llamada apremiante al mundo».
3. YO SOY LA PUERTA J/PUERTA (Jn/10/07-10)
7 Jesús les dijo de nuevo: De verdad os aseguro: Yo soy la puerta de las ovejas. 8 Todos los que vinieron antes de mí, ladrones y salteadores son, pero las ovejas no los escucharon. 9 Yo soy la puerta: el que entra por mí, será salvo; Podrá entrar y salir, y encontrará pastos. 10 El ladrón no viene sino para robar, y matar, y hacer estragos; yo he venido para que tengan vida, y la tengan exuberante.
El discurso metafórico de la «puerta» en el actual texto joánico no es inequívoco, como lo demuestran las diferentes interpretaciones de los v. 8 y 9b-d. En el primer caso es evidente que se piensa en el acceso a las ovejas; mientras que en el caso segundo se trata de la entrada y salida de las mismas ovejas. Como ambas interpretaciones de la imagen de la puerta difieren por el hecho de que parten de una diferente concepción de la realidad, lo mejor será renunciar a cualquier violencia del texto para reconstruir un sentido unitario y congruente. La metáfora y su desarrollo más bien muestran que el autor o los autores no proceden según una lógica preconcebida, sino que hacen variaciones sobre la imagen de la puerta según unas asociaciones conceptuales más o menos libres.
PUERTA/SIGNIFICADOS: El discurso metafórico empieza con la afirmación de Jesús, introducida, a su vez en el original por la doble solemne aseveración «amen, amen»: «Yo soy la puerta de las ovejas.» Ese genitivo «de las ovejas» puede significar: la puerta por la que las ovejas salen y entran, como se entiende en el v. 9; o también: la puerta por la que alguien tiene acceso a las ovejas. Esta última interpretación es la que está desarrollada en la imagen del pastor.
La metáfora «la puerta» tiene diversos antecedentes. «La elección de la puerta como símbolo del portador de la salvación podría relacionarse con la exposición mesiánica del Sal 118 (117), cuyo v. 20 dice: «Esta es la puerta para el Señor… sólo los justos pueden entrar por ella», ya que ese salmo fue objeto en otros pasajes de interpretaciones mesiánicas.» Aunque en este caso hay que contar también con influencias gnósticas. Así, se dice por ejemplo en las Actas de Juan: «Alabamos tu acceso a la puerta. Alabamos tu resurrección, que nos ha otorgado. Alabamos tu camino». O también: «Nada hallé cerrado para mí, pues yo me convertí en la puerta para todo». «Sácanos de las ligaduras de las tinieblas, ábrenos la puerta, por la que lleguemos hasta ti» (OdSal 42,165).
Hay que mencionar asimismo el Apocalipsis de Juan: «Después miré, y he aquí que había abierta una puerta en el cielo, y la voz primera, que yo había escuchado como una trompeta, habló conmigo y dijo: Levántate, ven y te mostraré lo que ha de suceder» (Apc 4,1).
«Puerta» puede significar, pues, el acceso al mundo celeste. Según esta representación, el mundo terreno y el celeste son dos campos diferentes e incomunicados entre sí, aunque la puerta puede hacer posible la comunicación entre ellos. Desde este punto de vista, el aserto «Yo soy la puerta» puede interpretarse: En mi propia persona yo soy la conexión entre el reino humano, terreno, y el reino divino. Pero puede también significar: Yo soy el acceso a la salvación, a la vida eterna. Ambos significados no tienen por qué excluirse. En nuestro pasaje es evidente que el acento principal recae sobre la significación segunda. La afirmación: «Yo soy la puerta», quiere decir que Jesús en persona es el paso a la salvación, y de hecho el único acceso, toda vez que él es el acceso a Dios.
El v. 8 nada tiene que ver en apariencia con este sentido, sino que se relaciona más bien con el motivo del pastor, cuando dice: «Todos los que vinieron antes de mí, ladrones y salteadores son; pero las ovejas no los escucharon.» Aquí no hemos de pensar ciertamente en los tipos que pretendieron jugar el papel de «puerta», sino en quienes intentaron más bien conseguir alguna forma de dominio sobre las ovejas. Mas, dado el puro lenguaje metafórico, no se puede precisar con seguridad quiénes fueron en concreto los «ladrones y salteadores» que llegaron antes que Jesús. Aunque está claro que no se debe pensar en dirigentes veterotestamentarios, como Moisés y los profetas. Parece mucho más verosímil pensar en gentes que pretendieron hacerse pasar por mesías antes, al tiempo y después de Jesús, y que alardeaban de ser portadores de la salvación. «Ladrones» o «bandidos» (lestes) era la designación oficial romana para calificar a los dirigentes y miembros del movimiento libertario zelota, que defendía un mesianismo político. «Las ovejas» no los siguieron es una aseveración formulada desde el lado cristiano, ya que en el bando judío contaron con numerosos seguidores. Se trata, pues, en el v. 8 de combatir categóricamente cualquier pretensión de dominio sobre «las ovejas», y de legitimar como la única válida la pretensión de Jesús sobre las mismas. Sólo él es el verdadero portador de la salud. En el v. 9 cambia la imagen ligeramente. Aquí está claro que la puerta es Jesús; es decir, el único acceso a la salvación. Quien entra por esa puerta alcanza la salvación y se salva. Entrará, saldrá y encontrará pastos. La última expresión volvería a introducir la imagen dei pastor, cf. Sal 23:1-3 :
Yahveh es mi pastor: nada me falta.
Sobre los frescos pastos
me lleva a descansar,
y a las aguas tranquilas me conduce.
él restaura mi aliento…
La imagen de «encontrar pastos» significa la vida buena y feliz. El v. 10 vuelve a contraponer la imagen del «ladrón», que hace el papel de antagonista. En efecto, roba, mata y hace estragos en las ovejas, siendo así el antitipo exacto del donador de vida; más bien es el seductor y corruptor. También aquí se puede pensar en dirigentes y agitadores pseudomesiánicos, así como en el trágico desenlace de la guerra judía, que acabó con la destrucción de Jerusalén y del templo. Jesús, por el contrario, ha venido a traer la vida escatológica: «Yo he venido para que tengan vida y la tengan exuberante» (cf. 1,16). Esta afirmación designa a Jesús como el salvador sin más, único que otorga la verdadera vida.
4. EL DISCURSO ENIGMÁTICO (Jn/10/01-06)
1 De verdad os aseguro: El que no entra por la puerta al redil de las ovejas, sino saltando por otra parte, ése es ladrón y salteador; 2 pero el que entra por la puerta, pastor es de las ovejas. 3 A éste le abre el portero, y las ovejas atienden a su voz; él va llamando a sus propias ovejas por su nombre, y las saca fuera. 4 Cuando ha sacado a todas las suyas, va caminando delante de ellas; y las ovejas le siguen porque conocen su voz. 5 Pero nunca seguirán a un extraño, sino que huirán de él, porque desconocen la voz de los extraños. 6 Este ejemplo les puso Jesús, pero ellos no entendieron lo que quería decirles.
El versículo 6 designa como una paroimia el discurso de los v. 1-5; literalmente eso significa «discurso oculto», metafórico o enigmático, que los oyentes judíos no entienden. Esta designación puede referirse sin duda a todo el discurso metafórico de la «puerta» y del «pastor». Cierto que, echando una mirada al texto actual, la designación como discurso enigmático parece un tanto sorprendente, pues ni los diferentes elementos metafóricos son especialmente misteriosos ni por sí mismo resulta ininteligible. Si, pese a ello, son palabras que no se entienden y que producen el efecto de un enigma, eso depende a todas luces de la incredulidad de los oyentes, que, a su vez, produce la falta de comprensión. La inteligencia o no inteligencia del discurso depende también aquí una vez más de la actitud abierta o cerrada, del creyente o incrédulo que lo oye. No se trata de definir el género literario del texto, sino del efecto que produce en quienes lo escuchan.
El texto se interesa por establecer la distinción entre el ladrón y salteador, por una parte, y el «pastor de las ovejas», por la otra, así como de la distinta conducta que observan respecto de las ovejas. La afirmación del v. 1, introducida una vez más con el doble amen, amen caracteriza al ladrón y salteador porque no entra en la majada de las ovejas por la puerta, sino por cualquier otro sitio, irrumpiendo por la cerca o por el muro. El pastor, en cambio, entra por la puerta, y en ese gesto se le reconoce precisamente como el pastor de las ovejas (v. 2). El acceso legítimo o ilegítimo al rebaño es lo que caracteriza y diferencia al ladrón y el salteador, de un lado, y al pastor, del otro.
Hay otra nota que se suma al personaje del pastor, y es la de la gran confianza que media entre él y sus ovejas; se conocen y se tratan mutuamente. Cuando, por la mañana temprano, el pastor acude al establo (v. 3), el portero le abre de inmediato, y las ovejas atienden su voz; por su voz conocen al pastor. El pastor tiene una relación personal con sus animales; cosa que se manifiesta por el hecho de haberles puesto nombres y llamar a cada una por el suyo, sin que sean para él simples números. Según Gen 2:19s, la facultad de imponer nombres a los animales y de llamarlos por su nombre, es un privilegio que sitúa al hombre por encima de los irracionales. Aquí se agudiza aplicándola al uso que hacen los pastores. E1 pastor «saca» a las ovejas, llevándolas de la majada al campo libre, a los pastos. Y va delante del rebaño, que le sigue (v. 4). Pero las ovejas le siguen justamente porque conocen su voz, porque confían en él. Hasta qué punto pueda precisarse más la metáfora de la «voz» es algo que sigue discutiéndose. Pero debe quedar claro «que las ovejas conocen al pastor con una seguridad instintiva… Lo que la comparación pretende decir con ello está perfectamente claro: los suyos conocen al revelador con la seguridad infalible con que las ovejas conocen a su pastor». Las cosas discurren a la inversa con el «extraño»: porque no conocen su voz, se espantan de él, emprenden la huida y no le siguen.
Desde el punto de vista objetivo en este texto se trata, pues, principalmente de las relaciones del «pastor» con las «ovejas», del «salvador» con «los suyos», que en cuanto relaciones de mutua confianza se apoyan en el conocimiento habitual e íntimo. Las «ovejas» conocen al pastor por su «voz», lo que incluye tanto la manera de hablar como las indicaciones o impulsos transmitidos por el tono. Frente a él están en una relación de seguimiento. Por lo que hace a las figuras del «ladrón, salteador» y del «extraño», no pueden identificarse sin más con los tipos mencionados en los v. 8 y 10; bien pueden tratarse también en los v. 1-5 de los falsos maestros que propalan falsas doctrinas. En este sentido se entendió muy pronto Jua 10:1 ss. En tal situación la imagen dice que es precisamente la confianza interna con Jesús, con la voz del pastor lo que en definitiva impide a los creyentes que sigan al «extraño» y al falso maestro.
5. YO SOY EL BUEN PASTOR (Jn/10/11-18)
11 Yo soy el buen pastor. El buen pastor da su vida por las ovejas. 12 El asalariado, el que no es pastor ni es dueño de las ovejas, apenas ve acercarse al lobo, abandona las ovejas y sale huyendo, mientras el lobo las arrebata y las dispersa; 13 como es un asalariado, le traen sin cuidado las ovejas. 14 Yo soy el buen pastor: yo conozco las mías y las mías me conocen a mi, 15 como el Padre me conoce a mí y yo conozco al Padre; y doy mi vida por las ovejas. 16 Tengo, además, otras ovejas, que no son de este redil: también a ellas tengo que conducirlas; ellas oirán mi voz y habrá un solo rebaño, un solo pastor. 17 Por esto el Padre me ama: porque yo doy mi vida para volverla a tomar. 18 Nadie me la quita, sino que yo por mí mismo la doy. Poder tengo para darla, y poder tengo para volverla a tomar. Tal es el mandato que recibí de mi Padre.
J/BUEN-PASTOR: Con el v. 11: «Yo soy el buen pastor», empieza propiamente lo que llamamos el discurso acerca del pastor. La metáfora «pastor» enlaza con una tradición milenaria, familiar en el Oriente próximo. Al incorporarse el Jesús joánico a esa tradición y referirla a sí mismo, manifiesta que personalmente es el cumplidor de esa tradición y como tal ha de entenderse, así como su culminación escatológica como el verdadero pastor mesiánico.
La imagen del pastor es una metáfora firmemente establecida en el lenguaje figurado del antiguo Oriente para designar a los gobernantes, así como el «apacentar» equivale frecuentemente a «gobernar». El oficio pastoril del rey abraza toda la actividad gubernativa, Ia solicitud por el bienestar económico y político del país.
En el Antiguo Testamento se designa al propio Yahveh como el «pastor de Israel», o se aplican diversas imágenes del mundo de los pastores al pastoreo de Yahveh. Así, se dice en :
Escucha, pastor de Israel,
el que como rebaño conduces a José;
manifiéstate, tú que tienes tu trono sobre los querubines.
Delante de Efraím, Benjamín y Manasés
aviva tu pujanza y ven para librarnos.
Restáuranos, oh Dios de los ejércitos:
haz esplender tu rostro
y seremos liberados.
Según W. Eichrodt la imagen pastoril designa «la bondad de Yahveh como cumplimiento de la alianza que estableció una vez con Israel». En correspondencia Israel es el rebaño de Yahveh: «Pues nosotros somos tu pueblo, el rebaño de tus pastos» ( Sal 79:13; cf. Sal 95:6s; Sal 100:3). También el hombre individual puede confiar en la solicitud de Yahveh como su pastor, imagen expuesta con singular belleza en el Sal 23. Según Isa 40:10 (Deuteroisaías), cuando Yahveh aparece como el libertador de su pueblo de la cautividad de Babilonia actúa como el «buen pastor»
Mirad al Señor Yahveh,
que viene con poder y su brazo gobierna.
Mirad, su recompensa con él viene
y su ganancia ante él.
Como un pastor apacienta su rebaño,
él, con su brazo, recoge los corderos
y, en su regazo, los lleva
y conduce las madres.
Especialmente instructivo es el gran discurso contra los pastores de Israel en el capítulo 34 de Ezequiel. El discurso empieza reprendiendo a los pastores de Israel en un pasaje que no se refiere solo a los reyes y sus funcionarios en general, sino que apunta a todo el sector dirigente de la sociedad, incluidos desde luego los sacerdotes (/Ez/34/01-10). Todos ellos son «pastores que se apacientan a sí mismos» y que no cumplen con sus deberes hacia las ovejas. «No fortalecéis a las débiles, no curáis a las enfermas, no vendáis a las que están heridas, no traéis a las descarriadas, no buscáis a las perdidas, sino que las domináis con dureza y crueldad» (Eze 34:4). La consecuencia era que las ovejas, al no tener ningún pastor, se dispersaban. Y el profeta traza aquí el modelo del pastor. Primero empieza por presentar al propio Yahveh como el buen pastor de Israel (Eze 34:11-16). De lo que se trata es de la reunificación salvífica de las ovejas «de todos los lugares por donde andan dispersas…»
En Eze 34:23s se dice: «Pondré al frente de ellas un solo pastor que las apaciente: mi siervo David. él las apacentará y él será su pastor. Yo, Yahveh, seré su Dios, y mi siervo David será príncipe en medio de ellas. Yo, Yahveh, lo he dicho.» Si esta sentencia como opina W. Zimmerli, se debe al mismo profeta Ezequiel, tendríamos aquí -al lado de Jer 23:5s y 30,9- uno de los testimonios más antiguos sobre el origen de la esperanza mesiánica en forma del restablecimiento del reino davídico. «En la figura de David que retorna» promete el profeta Ezequiel «la fidelidad de Dios a su historia primitiva. Con su palabra no satisface la curiosidad del demandante que querría saber cómo se comporta lo nuevo con lo antiguo, el David nuevo con el primero. Le basta con proclamar que en el futuro un pastor, que devolverá su rebaño a la unidad primitiva y que como legítimo pastor de Dios convertirá el derecho divino sobre su pueblo en un honor, «estará en medio de él». Después, en Eze 34:25-31, llega la descripción del futuro tiempo de salud. El v. 31 describe el estado escatológico remitiéndose a la antigua fórmula de alianza, y dice: «Vosotras, ovejas mías, sois las ovejas de mi rebaño, y yo soy vuestro Dios;-oráculo del Señor Yahveh-.»
Las relaciones más importantes con el discurso joánico del pastor son: la promesa de un único pastor de la casa de David, lo que incluye asimismo la idea de un solo rebaño; la reunificación del rebaño que estaba disperso; la vida de Israel, salvado de la dispersión, consiste sobre todo en que «sabrán que yo, Yahveh, su Dios, estoy con ellos» (Eze 34:30s); finalmente, el carácter de promesa de toda la parte segunda del discurso. También en los cap. 89-90 de Henoc etiópico tiene un papel decisivo la figura del pastor en su lucha entre lobos y ovejas. Se dice, en efecto:
Después vi cómo los lobos seguían oprimiendo a las ovejas con toda violencia. Entonces llegó a las ovejas su Señor y empezó a dar golpes a aquellos lobos. Empezaron entonces los lobos a lamentarse, mientras las ovejas se tranquilizaban y cesaban en sus lamentos… Y el Señor de las ovejas salió con ellas como su guía, y sus ovejas le seguían; pero su rostro era resplandeciente y soberano, con un aspecto que daba espanto.
También en el libro le Zacarías se encuentran alegorías y sentencias sobre el pastor (Zac 11:417; Zac 13:7-9), aunque ciertamente que no son fáciles de interpretar. Zac 13:7-9 «profetiza también de un pastor de Dios, que es muerto y cuya muerte provoca un cambio de situación… Es evidentemente idéntico al misterioso «traspasado», por el que el pueblo hace duelo (Zac 12:10)».
La imagen neotestamentaria del pastor está en buena parte marcada por la tradició6n del Antiguo Testamento. Mar 6:34 (cf. Mat 9:36) afirma de Jesús: «Al desembarcar y ver Jesús a tanta gente, sintió compasión por ellos, pues andaban como ovejas sin pastor, y se puso a instruirlos largamente» (cf. Núm 27.17). Ahí aparece ya Jesús como el buen pastor. Está además la parábola del pastor, que tan afanosamente busca a la oveja perdida hasta que la encuentra (Luc 15:4-7, Mat 18:12-14). Enlazando con Isa 53:6 el texto de 1Pe 2:25 designa asimismo a Jesús como pastor: «Estabais extraviados como ovejas, pero ahora os habéis vuelto al pastor y obispo de vuestras almas.» De modo similar aparece la comunidad cristiana como «rebaño de Dios» (1Pe 5:2).
Estos ejemplos bastan para demostrar que la imagen joánica del pastor descansa sobre un vasto fundamento veterotestamentario y judío. Asimismo está suficientemente asegurada la interpretación mesiánica de la imagen del pastor, sin que sea necesario remitirse a modelos gnósticos. Por el contrario hay que considerar con mayor atención la posibilidad de que Is 53, el Siervo sufriente de Dios o el «traspasado» de Zac 12:10 representen el fundamento directo del «buen pastor» joánico, ya que la idea de la «expiación vicaria» en su concepción joánica no se puede separar de dicha imagen. No se puede poner en duda que aquí expresa Juan sus propias ideas.
Jesús es personalmente «el buen pastor»; así lo indica ante todo la afirmación: «Yo soy.» El atributo «bueno (griego kalos = literalm. «bello», «recto», «adecuado»); afirma que Jesús es en todos los aspectos el pastor recto, el único verdadero; y ello no sólo en el sentido de una pretensión absoluta de pastor frente a las pretensiones de otros pastores de su entorno, sino sobre todo en el sentido de la única conducta adecuada. «No sólo su carácter absoluto, su resolución, es lo que se designa mediante el adjetivo kalos, sino también su ser para…». Así ocurre en virtud de la afirmación del v. 11b que dice explícitamente en qué consiste el ser bueno de ese pastor único: el buen pastor da la vida por sus ovejas. La expresión «dar la vida» o «poner la vida» (griego: tithenai ten psykhen) no sólo afirma el compromiso más radical en el sentido de un «ser para los otros…», sino que enlazando con la preposición «para» o «por» («las ovejas», «los amigos», etc.) constituye la fórmula soteriológica más importante del Evangelio según Juan. Con tal fórmula expresa Juan la idea de la entrega vicaria de la vida. Posiblemente late bajo la misma el texto de Isa 53:12 : «para que su vida sea entregada a la muerte» (así LXX). Por lo contrario, la fórmula joánica -en perfecta sintonía con la historia joánica de la pasión- acentúa principalmente el elemento de la entrega de sí mismo, de la iniciativa generosa del propio Jesús. Es él mismo quien se entrega a la muerte por sus ovejas. Este es, como dice Jua 15:13, el amor mayor que puede darse. La fórmula «dar la vida por…» enlaza la muerte de Jesús con el motivo básico, último y definitivo de la acción salvadora de Dios, es decir con el amor. Desde ese fundamento recibe todo su peso y alcance la afirmación «Yo soy el buen pastor».
En los v. 12s se contrasta la conducta del «buen pastor» con la del tipo negativo que es el «asalariado», que no es personalmente el pastor ni le incumbe la propiedad de las ovejas; de ahí que su interés por las ovejas sea mucho menor que el del pastor. Cuando llega el lobo -el enemigo por antonomasia de las ovejas- el asalariado deja al rebaño en la estacada y se pone a seguro sin pensar en más. No realiza ciertamente el «dar su vida» y ése es sin duda el punto esencial en que se diferencia del «buen pastor». Las consecuencias son inevitables: el lobo «arrebata» y «dispersa» las ovejas. Son los giros típicos que aparecen una y otra vez en los diferentes textos del Antiguo Testamento acerca del pastor. También en Isa 53:6 se dice: «Todos nosotros, como ovejas, errábamos, cada uno a su camino nos volvíamos; pero Yahveh hizo que le alcanzara la iniquidad de todos nosotros.» El efecto típico del abandono del rebaño por parte de su pastor es el dispersarse, el descarriarse de las ovejas.
El v. 13 subraya, una vez más, que semejante conducta de abandono suele ser propia del status de asalariado, que trabaja por un jornal y que, por tanto, no tiene excesivo interés por el rebaño.
Con los v. 14-16 empieza un nuevo razonamiento. De primeras se repite de nuevo la afirmación: «Yo soy el buen pastor», enlazándola con la idea del mutuo conocimiento y reconocimiento. El motivo ya resonaba en el v. 4, al decir que las ovejas conocen la voz del pastor y que por ello le siguen. Aquí se habla ahora de un conocimiento mutuo: «Yo conozco a las mías, y las mías me conocen a mí.» Esa idea de reciprocidad entre Jesús y el creyente la recuerda el Evangelio de Juan repetidas veces. Este conocimiento mutuo no es, desde luego, un saber teórico, sino un saber acerca del otro, sostenido por el amor mutuo y en un sentido amplio y abierto. No se trata de unos contenidos determinados, sino del intercambio pleno y mutuo de la vida. Es algo que vuelve a subrayar el v. 15, poniendo en paralelismo el mutuo conocimiento de Jesús y el creyente como el conocimiento recíproco del Padre y del Hijo. De modo parecido al momento de la despedida era Jesús: «Que todos sean uno; como tú, Padre, en mí y yo en ti, que también ellos estén en nosotros, y así el mundo sepa que tú me enviaste.» O bien: «Yo en ellos, y tú en mí, para que lleguen a ser consumados en uno, y así el mundo conozca que tu me enviaste y que los has amado como tú me has amado a mí» (17,21.23). Queda así claro que ese conocimiento recíproco, por el que los creyentes están unidos a Jesús como éste lo está con el Padre, comporta la idea de la comunión divina perfecta como compendio de la salvación. Ahora bien, esa salvación se funda en la entrega que Jesús hace de su vida por «las ovejas», y por tanto en la cruz como acontecimiento salvador.
El v. 16 introduce una nueva idea. Hay otras ovejas que no son de este redil. Objetivamente esto señalaría la distinción entre Israel y los pueblos del mundo. También en Juan cuenta la diferencia entre «judíos y gentiles»; diferencia que desde luego ha quedado superada con la muerte del buen pastor «por las suyas» (v. 11). En esa categoría de (ovejas) «suyas» entran en primer término los creyentes, sean judíos o paganos. Con las «otras ovejas» pueden indicarse en este pasaje sólo los no israelitas, que en el futuro habrán de pertenecer también al rebaño del buen pastor. Una peculiaridad de la misión salvífica de Jesús («tengo que») es que no sólo favorece a Israel sino a la humanidad entera. El círculo joánico no defiende ningún concepto de la salvación particularista, sino universal y que abraza a la humanidad entera. También las «otras ovejas» tienen que ser conducidas: escucharán la «voz» de Cristo y llegarán a la fe. El resultado será un solo rebaño y un solo pastor, expresando así la idea de la unidad escatológica de todo el rebaño de Cristo, del pueblo definitivo de Dios.
En el Evangelio de Juan se encuentra tres veces la idea de reunificación: 4,36; 10,16; 11,52. El primero de los textos (4,36) refiere la «reunificación» a la «cosecha del Mesías», que se entiende como un acontecimiento escatológico. En los otros dos pasajes es la muerte de Jesús el hecho que produce la «reunificación de los dispersos». Con lo cual queda también claro que la idea gnóstica de reunificación apenas si tiene ahí correspondencia. Con su venida, muerte y resurrección Jesús introduce de modo definitivo la «reunificación de los dispersos»; pero no en el sentido de la escatología nacionalista judía de «reunificación de los hijos dispersos de Israel», sino en un sentido universal como «reunificación de todos los hijos de Dios dispersos por el mundo», que han de congregarse para formar el «rebaño mesiánico».
Los v. 17-18 vuelven a introducir una nueva idea, que recoge y desarrol1a el motivo de la entrega de la vida. Lo cual confirma una vez más que es ésa precisamente la idea central en la imagen joánica del pastor. Si en el v. 11 se trataba de la entrega de la vida «del buen pastor» por «las ovejas», ahora se trata de la libre voluntad de Jesús al hacer esa entrega de la vida. El Padre ama al Hijo en razón de semejante generosidad, que viene a ser la expresión suprema de la obediencia del Hijo Jesús a su Padre. Que el Padre «ama» al Hijo pertenece al núcleo esencial de la cristología joánica. Es un elemento presente ya en la preexistencia del Hijo unigénito «antes del tiempo» (17, 24; 3,35). Jesús entrega voluntariamente su vida, para volver a tomarla en seguida. Se anuncia así la idea de que Jesús, como portador y donador definitivo de la vida posee la misma vida de una forma divina completa y universal, de manera que es también el «Señor de la vida». Con esa expresión enlaza la idea de que Jesús ha resucitado de entre los muertos «por su propia virtud».
El v. 18 subraya el dato de que nadie puede arrebatar la vida a Jesús, sino que la entrega «por sí mismo», con una libertad soberana. La historia joánica de la pasión refrendará esta idea en múltiples aspectos. Jesús es el portador de unos plenos poderes divinos, que consisten precisamente en que puede «dar» la vida, en que puede llegar hasta la muerte, pero que también dispone de la fuerza para volver a recuperar esa misma vida en la resurrección de entre los muertos. Es el mandato que ha recibido del Padre, y que ya no puede entenderse como un mandamiento externo, sino que supone la plena e ilimitada filiación divina de Jesús. Las afirmaciones joánicas, como las que aquí se hacen, sólo son posibles en el supuesto de una participación interna y suprahumana de una filiación divina de Jesús en la vida misma de Dios. Jesús, el Hijo de Dios, Ilega al mundo de la muerte y se somete al poder de la muerte; pero la muerte no puede retenerle, porque la vida, que alienta en él1, escapa radicalmente al mundo de la muerte.
27 Mis ovejas oyen mi voz: yo las conozco y ellas me siguen. 28 Yo les doy vida eterna, y jamás perecerán, ni nadie las arrebatará de mis manos. 29 Mi Padre, que me las ha confiado, es superior a todos, y nadie puede arrebatarlas de las manos del Padre. 30 El Padre y yo somos una sola cosa.
La perícopa siguiente (v. 27-30) recoge otro motivo del discurso del pastor, para desarrollarlo de manera independiente, a saber: que las ovejas del buen pastor oyen su voz y que le «siguen», siendo como es el buen pastor. Y resuena asimismo una vez más el motivo del conocimiento. El verbo «seguir» (akeolouthein) recuerda la idea del seguimiento de Jesús. También aquí se trata una vez más de la familiaridad y estrecha conexión entre pastor y rebaño. Ahora se subraya de nuevo que esa conexión consiste esencialmente en que los creyentes, gracias a Jesús, llegan a ser partícipes de la vida eterna y, por tanto, de la salvación; y que esa vida eterna constituye una realidad definitiva y permanente. Nadie puede arrancar las ovejas del poder de Jesús; con ello se dice también que nunca incurrirán en la perdición eterna.
Más bien la comunidad de vida con Jesús, fundada en la fe, tiene el carácter de una validez duradera, definitiva y eterna. Esa validez definitiva tiene su fundamento último más profundo en que es el propio Padre el que ha encomendado las ovejas a Jesús (cf. también 6,37s.44). Justamente porque, tras el pastoreo de Jesús y en su acción salvadora, se esconde la voluntad del propio Dios, «del Padre», y porque en la acción pastoral de Jesús se realiza el pastoreo de Dios, como un pastoreo concebido para la salvación definitiva de todos los hombres, por eso tampoco existe poder alguno capaz de frenar o de dar marcha atrás al status de salvación. Entre el pastoreo de Jesús, el pastor mesiánico, y el pastoreo del Padre (de Yahveh) ya no puede haber contradicción alguna, sino que predomina la concordia más completa.
Desde esa base hay que entender asimismo la afirmación del v. 30: «El Padre y yo somos una misma cosa.» El «una misma cosa» está expresado en griego con el numeral neutro, al igual que la versión latina: Ego et Pater unum (¡no unus!) sumus. Entre Jesús y Dios, entre el Hijo y el Padre hay unidad. En esta afirmación hemos de atender sobre todo al contexto. Se trata, por tanto, de establecer que el rebaño de Jesús, del buen pastor, es a la vez el rebaño de Dios, y que Jesús actúa aquí enteramente por encargo de Dios, incluso en el compromiso por «los suyos» llevado hasta el extremo. Ahí queda también asegurado el carácter definitivo de la salvación. Y tal salvación tiene su fundamento último en la unidad del Padre y el Hijo. El v. 30 subraya la idea de esa unidad en su forma más extremada. La formulación -y lo hace observar con razón Bultmann en este pasaje- va más allá de cuantas afirmaciones se han hecho hasta ahora, y enlaza estrechamente con la sentencia de 1,1c «y la Palabra era Dios». Nos hemos referido ya igualmente a las afirmaciones unitarias en la oración de despedida de Jesús. La teología posterior, influida por el pensamiento griego, entendió esta afirmación en el sentido de una unidad de esencia entre el Padre y el Hijo, olvidándose a menudo de que aquí se trata de una revelación, cuyo propósito directo es mostrar el último sentido y fundamento de la acción y de la existencia de Jesús. El hombre Jesús dice aquí que su actuación y obra en el mundo se fundamentan en su unidad con Dios. Para los judíos presentes esto representa ciertamente una provocación.
6. LA DISPUTA ACERCA DE LA FILIACIÓN DIVINA (Jn/10/31-39)
31 De nuevo tomaron piedras los judíos pera apedrearlo. 32 Jesús les respondió: Os he hecho ver muchas buenas obras que vienen del Padre, ¿por cuál de ellas me queréis apedrear? 33 Respondiéronle los judíos: No te queremos apedrear por una obra buena, sino por blasfemia: porque tú, siendo hombre, te haces a ti mismo Dios. 34 Jesús les respondió: ¿No está escrito en vuestra ley: Yo dije dioses sois? (Sal 82:6). 35 Si llamó dioses a aquellos a quienes les fue dirigida la palabra de Dios -y no puede rechazarse la Escritura-, 36 de aquel a quien el Padre consagró y envió al mundo, ¿cómo decís vosotros: Tú blasfemas, porque dije: Hijo soy de Dios? 37 Si no realizo las obras de mi Padre, no me creáis; 38 pero si las realizo, aunque a mí no me creáis, creed en esas obras, para que sepáis y conozcáis que el Padre está en mí y yo en el Padre. 39 Intentaron nuevamente prenderle, pero él se les escapó de las manos.
De nuevo los oyentes (como en 8,59) se sienten tan irritados por la afirmación de Jesús, que toman piedras para tirárselas. Entienden la sentencia del v. 30 como una blasfemia, concluyendo que Jesús pretende una posición que únicamente compete a Dios (v. 31). Jesús aspira a una «filiación divina» tan singular, que, según el sentir judío, parece amenazada la unicidad de Dios, el monoteísmo radical. Esa concepción judía sigue vigente hasta hoy, y es realmente muy difícil llegar a un acuerdo en este punto. La fe cristiana subraya, en efecto, la singularidad de Jesús frente a todos los hombres por lo que respecta a sus relaciones con Dios. Por ello se empeña en mostrar claramente al no cristiano, sea judío o musulmán, que no pretende poner en entredicho el monoteísmo. La doctrina cristiana de la Trinidad tiene también importancia para demostrar que la singular posición de Jesús como Hijo frente a Dios en definitiva no representa ninguna merma ni atentado al monoteísmo bíblico. Y habrá que seguir meditando sobre ello.
Por lo demás -como lo evidencia la continuación de nuestro texto- ya el círculo joánico tuvo sus dificultades a este respecto, como vemos en la discusión presente. Naturalmente que tampoco ahora pueden los judíos echar mano a Jesús (cf. asimismo v. 18). En esta difícil situación la palabra de Jesús vuelve a imponerse, demostrando así que es el verdadero Señor de los acontecimientos. Jesús se refiere a las «obras»: «Os he hecho ver muchas buenas obras que vienen del Padre; ¿por cuál de ellas me queréis apedrear?» (v. 32). Las «buenas obras» son aquí en primer término las «señales» que Jesús ha realizado; pero también los discursos de revelación acerca de la vida eterna. Se trata siempre de la salvación del hombre. Es importante la expresión «que vienen del Padre», que pone de manifiesto cómo en la cristología joánica entra siempre el problema de Dios. ¡En el enfrentamiento con Jesús late siempre un enfrentamiento con Dios! La cristología no es ningún «sector especial» que pueda tratarse con independencia de la doctrina de Dios! Eso es precisamente lo que pretende decir la idea de la unidad de Jesús con Dios.
Los judíos se defienden de la recriminación de que quieran matar a Jesús por sus «buenas obras»; no se trata de eso. Si pretenden lapidarle es a causa de su blasfemia contra Dios, la cual consiste en su pretensión de hacerse a sí mismo Dios, cuando no es más que un simple hombre. ése es para ellos el punto clave (v. 33). En la concepción y formulación joánicas la «blasfemia contra Dios» está en que Jesús alimenta una pretensión total y absolutamente injustificada y hasta imposible como es la de hacerse Dios no siendo más que un hombre. Es algo que no va en modo alguno.
La respuesta de Jesús a semejante reproche es ante todo un argumentum ad hominem. Acude a la Escritura y se sirve de la conocida argumentación rabínica a minori ad maius (de lo menor a lo mayor). Dicho argumento escriturístico suena así: «¿No está escrito en vuestra ley: Yo dije: dioses sois?»
La cita procede del Sal 82 (juicio de Yahveh sobre los jueces divinos), cuyo tenor suena así: «Yo me había dicho: Dioses sois hijos. todos vosotros, del Altísimo. Empero, como mortales moriréis, seréis, como uno más de los tiranos» (/Sal/082/06-07).
Se discute la interpretación de todo el salmo, porque no se puede establecer con seguridad si los «dioses» de los que aquí se habla son poderes celestiales, o si más bien se trata de hombre a los que se les da el tratamiento de «dioses». Para H.G. Kraus debe de tratarse de una «depotenciación de los dioses expresada de forma auténtica», que se «ordena a una proskynesis cúltica ante Yahveh, rey, Dios y juez supremo». Según F. Notscher, por el contrario, a los que el salmo se dirige es a los hombres, y más en concreto a «los poderosos injustos, que descuidan sus obligaciones jurídicas, actúan de una manera asocial y partidista e introducen la confusión en el ordenamiento público».
La exégesis judía ha referido este pasaje de Sal 82:6 a los israelitas, que han sido liberados del poder del ángel de ia muerte. Y así se dice en una baraitha: «El rabino José (ha. 150 d.C.) decía: Los israelitas han recibido la tora sólo para que el ángel de la muerte no tenga ningún poder sobre ellos, cf. Sal 82:6 : Yo mismo he hablado: Dioses sois vosotros e hijos del Altísimo todos. Habéis corrompido vuestros actos: En verdad moriréis como hombres, Sal 82:7».
También Juan parte de la idea de que el versículo del salmo «Yo dije: dioses sois» se dirige a hombres, y en concreto a aquellos «a los que fue dirigida la palabra de Dios», es decir a los israelitas de otros tiempos (v. 35a). E1 v. 35b introduce otro argumento, con el que en principio tenían que estar de acuerdo los judíos, y es el de que «no puede rechazarse la Escritura». Lo cual quiere decir que la Escritura, y por tanto cada una de las palabras bíblicas, es válida para todos los tiempos. Y el sentido es éste: Si Dios ha podido en tiempos dirigirse a los hombres como a «hijos de Dios», también hoy es válida su palabra, también hoy sigue siendo posible, sin que se pueda descartar simple y llanamente con el veredicto de que es una blasfemia contra Dios. Y ahora llega la conclusión «de menor a mayor». Luego también hoy es un argumento falso que los judíos condenen por blasfemo a Jesús, «al que el Padre ha santificado y enviado al mundo», es decir. al enviado y revelador divino, porque ha dicho «Yo soy Hijo de Dios». Late aquí la idea de que Jesús puede reclamarse a la Escritura en favor de la concepción personal que tiene de sí mismo como Hijo de Dios. Ese calificativo de «hijos de Dios» se les había aplicado ya a los oyentes a los que Dios había dirigido su palabra, luego ¡con cuánto mayor derecho se le puede aplicar a Jesús!
Es ciertamente un argumento de doble filo, pues se le podría poner a Jesús en la misma categoría de los primeros destinatarios de la palabra divina. Pero no deja también de ser cierto que, si la Escritura atribuye una filiación divina a todos los oyentes de la palabra de Dios, y en primer término a los judíos, no puede ser ninguna blasfemia el que Jesús se designe a sí mismo como «Hijo de Dios».
Pero ¿dónde radica «lo peculiar» de la filiación divina de Jesús? Aquí resulta muy significativo que los v. 37s vuelvan a referirse sobre todo a «las obras». ¿Por qué no creen los judíos a ese Jesús, que realiza «las obras del Padre», unas obras divinas que proceden de Dios? Si de hecho realiza tales «obras», los oyentes deberán creer a las mismas; si es que no quieren creer personalmente a Jesús, al menos las obras deberán convencerlos. Sus criterios habrán de ceder ante las obras. Lo cual vale tanto más cuanto que los propios judíos habían dicho que no apedreaban a Jesús por una obra buena, sino sólo por su pretensión desmedida.
Deben dejarse, pues, convencer por las obras; luego también para ellos debería ser posible reconocer que Jesús pertenece de hecho al ámbito de Dios o, dicho de manera más enfática, «que el Padre está en mí y yo en el Padre» (v. 38c). En este pasaje la fe en la filiación divina de Jesús constituye, por tanto, un argumento práctico y moral. Según este texto, «las buenas obras» demuestran la unidad de Jesús con Dios. También aquí vale aquel principio: «Por sus frutos los conoceréis» (Mat 7:16.20). La perícopa se cierra con la observación de que los judíos quisieron de nuevo echarle mano, probablemente porque había subrayado una vez más su unidad con Dios «el Padre en mí y yo en el Padre». «Pero él se les escapó de las manos», porque no son los enemigos de Jesús quienes deciden el tiempo y la hora de su muerte, sino que eso sólo compete al Padre y al propio Jesús.
7. JESÚS SE RETIRA (Jn/10/40-42)
40 De nuevo se fue al otro lado del Jordán, al lugar donde Juan había estado primeramente bautizando, y se quedó allí. 41 Acudieron a él muchos, que decían: Juan no realizó señal alguna; pero todo lo que él dijo acerca de éste, era verdad. 42 Y muchos creyeron en él allí mismo.
El texto relata que Jesús, sin duda para evitar nuevos enfrentamientos y para ponerse a seguro, se retiró a la otra ribera del Jordán, y en concreto al lugar donde primero había bautizado Juan, es decir, a Betania (cf. 1,28); y allí se quedó por algún tiempo. En este pasaje no se aducen otras razones; puede que en el fondo Juan piense en la idea de que la «hora» de Jesús todavía no había llegado (*). En cambio Jesús vive un refrendo ulterior por parte de la gente que recibe el testimonio del Bautista en favor de Jesús. Ese parece ser el motivo principal de que se mencione una vez más el primer emplazamiento del bautismo: porque allí había empezado el testimonio del Bautista acerca de Jesús. Las gentes dicen: Cierto que Juan Bautista no hizo ninguna «señal», pero todo lo que afirmó acerca de Jesús ha resultado verdadero. Con tal aseveración esas gentes están en contraste manifiesto con «los judíos», que habían recibido el testimonio del Bautista, pero que no lo siguieron y, por ello, tampoco llegaron a la fe. Entre las gentes aquí mencionadas, y que según parece no eran judíos, el testimonio del Bautista logra su propósito, que es la apertura a la fe en Jesús. Así lo vuelve a confirmar el v. 42. La alusión retrospectiva al testimonio del Bautista y a la fe de las gentes del Jordán es algo que muy probablemente entra en las intenciones del evangelista. Ahora todos los testimonios en favor de Jesús están ya sobre la mesa. En este punto se cierra un periodo de la actividad y de la vida de Jesús. Con el relato siguiente acerca de la resurrección de Lázaro la confrontación desemboca en un conflicto abierto, que terminará con la muerte de Jesús.
……………
* SCHNACKENBURG aduce toda una serie de razones que pudieron haber influido de manera decisiva en el retiro de Jesús a Betania: 1º Jerusalén y su entorno se han convertido en zona demasiado peligrosa. 2º Allí donde «los judíos» no pueden influir en la opinión pública, la gente cree en Jesús. 3º La conexión entre la actividad del Bautista y la actividad última de Jesús. 4º El recuerdo del testimonio del Bautista. 5º El propósito incidental de acentuar la superioridad de Jesús sobre el Bautista. 6º La transición a la historia de Lázaro. Entre todos estos motivos el más importante es la referencia al testimonio de Juan Bautista.
Fuente: El Nuevo Testamento y su Mensaje
PRIMERA PARTE
El ministerio público de Jesús: Dios muestra su majestad esplendorosa al mundo (Jua 1:19-51; Jua 2:1-25; Jua 3:1-36; Jua 4:1-54; Jua 5:1-47; Jua 6:1-71; Jua 7:1-53; Jua 8:1-59; Jua 9:1-41; Jua 10:1-42; Jua 11:1-57; Jua 12:1-50)
Fuente: Comentario para Exégesis y Traducción
Análisis de discurso
De Caná a Jerusalén
Los caps. Jua 2:1-25; Jua 3:1-36; Jua 4:1-54; Jua 5:1-47; Jua 6:1-71; Jua 7:1-53; Jua 8:1-59; Jua 9:1-41; Jua 10:1-42; Jua 11:1-57; Jua 12:1-50 muestran una serie de siete milagros o señales que Jesús realiza durante su ministerio público. Por medio de ellos muestra la gloria de Dios al mundo. Esta sección, que comienza con la señal de la boda en Caná de Galilea, es conocida por los comentaristas como “el libro de las señales”.
Los 25 versículos del cap. Jua 2:1-25 se organizan en tres temas: (1) El milagro en Caná de Galilea, Jua 2:1-12. (2) La expulsión de los mercaderes del templo, Jua 2:13-22. (3) La reacción y las señales en Jerusalén, Jua 2:23-25.
Fuente: Comentario para Exégesis y Traducción
Análisis de discurso
Jesús el buen pastor
En el cap. Jua 10:1-42 se encuentra el último discurso público de Jesús en este evangelio, y con él se cierra la narración en el contexto de la fiesta de los Tabernáculos e introduce el discurso en la fiesta de la Dedicación. Así, el texto comienza sin ninguna partícula de transición, sólo con el doble “amén, amén” característico de Juan, que es indicación del comienzo de un nuevo argumento. Parece a simple vista que no se ha cambiado de lugar, de tiempo, ni de los personajes del cap. Jua 9:1-41. Inclusive se hace mención directa en Jua 10:21 a la sanidad del hombre que nació ciego. Además, desde el comienzo se habla no sólo del buen pastor, sino también de los ladrones, de los bandidos y de los asalariados como una referencia directa a los fariseos y una denuncia a las autoridades, como se da al final del capítulo anterior.
Este texto presenta el más querido de los aspectos de la imagen del Jesús juanino. De hecho, es la imagen más bíblica que muestra el amor desinteresado de Dios, según la tradición del Antiguo Testamento, donde Dios es visto como un pastor (cf. Sal 23:1-6; Sal 80:1; Isa 40:11; Jer 31:10; Eze 34:11-16). Según los otros evangelios, esta imagen del pastor es aludida en las enseñanzas de Jesús con la parábola de la oveja perdida (Mat 18:12-14; Luc 15:3-7) y el tema de las ovejas dispersadas (Mar 14:27). También se muestra aquí el fracaso de los dirigentes y gobernantes que no guían bien al pueblo como un rebaño, y esto dentro de la línea de enseñanza veterotestamentaria (cf. Isa 56:9-11; Jer 23:1-4; Jer 25:32-38; Eze 34:1-31).
Contrario a las parábolas en los evangelios sinópticos, este capítulo está narrado en un lenguaje simbólico, pero no es una parábola en sentido estricto. No es, por lo tanto, lo más exacto titular este capítulo “La parábola del buen pastor”. Aun cuando el evangelista llama a esta sección parábola, en la idea presentará una semejanza o comparación, por lo que algunos estudiosos prefieren considerarla una alegoría.
Los comentaristas han sugerido muchas maneras de entender el arreglo literario de este capítulo, sobre todo siguiendo argumentos temáticos y literarios. Algunos colocan Jua 10:19-29 al final del cap. Jua 9:1-41. Otros prefieren Jua 10:11-13 después de Jua 10:26. Estos intentos de arreglarle la plana al evangelista pueden ser muy radicales o simplemente arreglar pequeños detalles. Sin embargo, el traductor siempre tiene que volver al texto y quedarse con la forma en que éste ha llegado hasta hoy.
El capítulo se organiza alrededor de varias figuras o ilustraciones parabólicas. En los vv. Jua 10:1-5 muestran más bien dos imágenes: (1) Cómo se entra al corral de las ovejas (vv. Jua 10:1-2). (2) Cómo reaccionan las ovejas (vv. Jua 10:3-5). El v. 6 señala la incomprensión de los oyentes. De los vv. Jua 10:7 al Jua 10:10 presenta la ilustración de la puerta del rebaño, donde Jesús se compara con los que han venido antes de él. Del v. Jua 10:11 al v. Jua 10:18 amplía la idea presentándose como el buen pastor que da la vida por sus ovejas. Sigue luego la inmediata reacción de los oyentes judíos, que están divididos en sus opiniones acerca de Jesús, y la sanidad de la ceguera del hombre que nació ciego. Desde el v. Jua 10:22 en adelante el contexto es la fiesta de la Dedicación, donde se da la última confrontación violenta contra Jesús. Él argumenta su mesianidad (vv. Jua 10:22-30) y su unidad con el Padre (vv. Jua 10:31-39), para finalmente tener que huir al otro lado del Jordán.
1. Después de la fiesta de los Tabernáculos (Jua 10:1-21)
a. El pastor de las ovejas (vv. Jua 10:1-6)
b. Jesús, la puerta del rebaño (vv. Jua 10:7-10)
c. El discurso del buen pastor (vv. Jua 10:11-21)
1) Jesús el buen pastor (vv. Jua 10:11-18)
2) La reacción contra Jesús (vv. Jua 10:19-21)
2. En la fiesta de la Dedicación (Jua 10:22-42)
a. La última confrontación (vv. Jua 10:22-39)
1) Jesús el Mesías (vv. Jua 10:22-30)
2) Jesús Hijo de Dios (vv. Jua 10:31-39)
b. De vuelta al otro lado del Jordán (vv. Jua 10:40-42)
La traducción de este capítulo presenta ciertas complicaciones. En algunas culturas no se conocen las ovejas ni se sabe mucho del trabajo del pastoreo. Habrá que buscar equivalencias que se ajusten al carácter del pastor y las ovejas. Por otra parte, en algunos idiomas no se usa el término “parábola”. En este caso mejor decir “ilustración”, “comparación”, “historia” o “ejemplo”. El problema en este capítulo con el término “parábola” es también que no hay una verdadera historia como se conoce en los evangelios sinópticos. De hecho en el evangelio de Juan no existen parábolas en el verdadero significado del término.
Fuente: Comentario para Exégesis y Traducción
1. Después de la fiesta de los Tabernáculos (Jua 10:1-21)
TÍTULO: Aunque algunas versiones dividen estos versículos en dos grupos, la unidad temática que tratan justifica verlos como una unidad narrativa. Un título adecuado sería Jesús, puerta del redil y pastor del rebaño.
Análisis textual y morfosintáctico
Fuente: Comentario para Exégesis y Traducción
a. El pastor de las ovejas (vv. Jua 10:1-6)
Fuente: Comentario para Exégesis y Traducción
Los detalles de un corral de ovejas muestran cómo es el trabajo del pastoreo en Palestina. A veces el rebaño se cuidaba en las colinas y estaba encerrado con muros de piedra. En este versículo parece que el rebaño está cerca a la casa encerrado con muros de piedra donde hay un portón por donde entran y salen los animales. Es difícil encontrar un término equivalente para “establo” o “redil”. Los más aproximados pueden ser “corral de las ovejas”, “lugar donde se guardan las ovejas”. En algunas culturas se distingue entre “puerta” y “portón”, y aún se especifica entre “puerta de paso”, “puerta de golpe”, “puerta corrediza”, “portal”, dependiendo del tamaño, la función y el material de la puerta.
En algunos idiomas es casi una exigencia usar el lenguaje positivo para expresar la idea de este versículo: “La persona que entra al corral del ganado subiendo por la cerca, en lugar de entrar por el portón, es un ladrón y un bandido”, El que no entra por la puerta en el redil de las ovejas, sino que sube por otra parte, ese es ladrón y salteador, «Ustedes saben que sólo los ladrones y bandidos entran al corral saltándose la cerca» (TLA). El término se usa principalmente para identificar el patio contiguo a una casa. En la LXX se usa casi siempre para referirse al patio del templo donde se reunían los israelitas.
En algunas versiones la palabra para “bandido” es traducida como sinónimo de “ladrón”, algo así como “ladrón y ratero”. Pero el texto presenta dos términos diferentes y entre los dos un “y”. En Jua 18:40 la palabra que describe a Barrabás es la misma que aquí para “bandido”, mientras que para Judas en Jua 12:6 se usa la que aquí se traduce como “ladrón”. El término sinónimo para “bandido” será en todo caso “salteador” o “atracador”. Estos últimos significados son mejores a la luz del contexto de este capítulo, bien sea que por el sentido de la fiesta de la Dedicación y la revolución macabea, o bien por la alusión directa a los fariseos y su práctica de malos pastores para el pueblo. La diferencia entre los dos términos puede ser sutil: el “ladrón” roba sin violencia mientas el “salteador” si la utiliza.
Fuente: Comentario para Exégesis y Traducción
— aprisco: Se designa con esta palabra un recinto cercado de piedras en el que, durante la noche, permanecía encerrado el rebaño bajo la vigilancia de un guardián.
Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana
Jesús como el pastor
La ilustración del pastor en esta sección es en forma de alegoría en la cual se aplican varios aspectos de una manera espiritual. Es similar a las parábolas de los Sinópticos, pero en una forma más desarrollada. Es importante no poner énfasis en los detalles.
1-6 El punto principal de esta sección es el medio por el cual se distingue lo verdadero de lo falso. La metáfora del pastor es familiar en el AT (cf. Jer. 23; Eze. 34; Zac. 9). En esta sección el pensamiento está fuertemente influido por Eze. 34, donde los pastores de Israel son criticados. Probablemente se quiere establecer una conexión estrecha entre el tema del cap. 9 y la ilustración del pastor y esto se enfatiza en las palabras de cierto, de cierto os digo del v. 1. El contraste es entre el mal pastoreo de los fariseos (como se vio en su actitud hacia el ciego) y el buen pastor. Los rediles orientales tenían una sola puerta, que el mismo pastor cuidaba cuando había un solo rebaño, o un portero cuando estaban encerrados varios rebaños. En el último caso, el portero conocía a los pastores. Los ladrones se veían obligados a entrar por otros medios. Es probable que no se quiera mostrar una diferencia entre un ladrón y un asaltante. No hay necesidad de atribuir una interpretación particular al portero (3). Es meramente un detalle de la ilustración para asegurar la entrada del pastor. Lo que es importante es la relación entre las ovejas y el pastor. La característica de un verdadero pastor es que él no sólo reconoce sus ovejas sino que las llama por su nombre y las guía a las pasturas (4). Es claro que tal relación personal no podría existir entre un extraño y las ovejas (5). Los oyentes eran incapaces de entender la verdad que había tras aquella figura de expresión.
7-10 Ahora cambia la metáfora, pues Jesús mismo se ve como la puerta. Declaró su derecho exclusivo de permitir la entrada. El v. 8 ha presentado dificultades si se supone que ninguno de los que vino antes de Jesús fuera sino ladrón o asaltante, lo que claramente sería incompatible con el AT. Algunos mss. omiten las palabras antes de mí, pero lo más probable es que sean originales. El significado más lógico es que los que vinieron antes de Jesús y declaraban ser el único camino de entrada eran falsos; una referencia a los muchos falsos mesías que abundan en la historia de ese período. Ciertamente el capítulo anterior muestra lo desastroso de los reclamos de los fariseos. En el v. 9 el reclamo del mismo Jesús se repite en una forma más extensa. Ahora promete tanto la salvación como el sostén.
Estos dos beneficios se resumen entonces como vida en abundancia (10). El contraste entre lo verdadero y lo falso aquí es especialmente notorio. Jesús trae vida; los falsos pastores traen muerte. La abundancia de la vida que Jesús da es un tema característico de Juan.
11-18 Ahora se introduce otro contraste entre el buen pastor y el asalariado. La primera cualidad del pastor es la disposición a sacrificarse por las ovejas. Habiendo prometido antes vida abundante a otros, Jesús habla de dar la suya propia. A la luz de esto parecería que las ovejas están expuestas a un peligro inmediato, pero Jesús va más allá de la metáfora para señalar una verdad espiritual profunda. Atrae la atención a un acto voluntario de sacrificio que beneficiaría a las ovejas (11). La muerte del pastor se ve como un acto en beneficio de otros. El contraste entre esto y la acción del asalariado que huye (12) presenta en forma vívida la naturaleza del sacrificio de Jesús. La falta de cuidado se nota particularmente (13). Los vv. 14-18 forman una especie de comentario sobre la afirmación del v. 11. Comienza con un énfasis sobre el mutuo conocimiento del pastor y las ovejas que es como el conocimiento mutuo del Padre y el Hijo (14, 15). No puede haber una intimidad más estrecha que ésa. Coloca completamente fuera de cuadro al asalariado. Tal intimidad entre el pastor y las ovejas ya ha sido insinuada en los vv. 3-5.
El v. 16 introduce otra línea de pensamiento, esta vez basada en la idea de diferentes rebaños. Las otras ovejas a que se refería Jesús tienen que ser los gentiles. Pero aunque hay rediles diferentes, sólo hay un rebaño, así como hay un solo pastor. Esta afirmación da testimonio de la variedad en la comunidad del pueblo de Dios, aunque su unidad esencial es en Cristo mismo. Por esto (17) puede referirse al versículo anterior con el significado de “el Padre me ama porque yo soy el buen pastor” o de acuerdo con el versículo siguiente, caso en el cual el amor del Padre se basa en el sacrificio del Hijo. Pero no se puede suponer que el amor del Padre dependía de la acción del Hijo, sino más bien que se demostraba por medio de ella. La cláusula final en el v. 17 muestra que el sacrificio no se consideraba como un fin en sí mismo. La resurrección estaba en mente como conclusión triunfante. El carácter plenamente voluntario de la ofrenda de sí mismo y la autoridad investida en Jesús son los puntos subrayados.
Fuente: Nuevo Comentario Bíblico Siglo Veintiuno
10.1 De noche, a menudo se juntaban las ovejas dentro de un redil para protegerlas de ladrones, del tiempo o de animales salvajes. Los rediles eran cuevas, apriscos o áreas abiertas rodeadas de paredes construidas de piedras o ramas. Por lo general, el pastor dormía dentro del redil para proteger las ovejas. Del mismo modo que un pastor cuida de sus ovejas, Jesús, el Buen Pastor, cuida de su rebaño (quienes lo siguen). El profeta Ezequiel, al predecir la venida del Mesías, lo llamó pastor (Eze 34:23).10.7 En el redil, el pastor cumplía la función de puerta, permitiendo la entrada a las ovejas y protegiéndolas. Jesús es nuestra puerta a la salvación de Dios. Ofrece el acceso a la protección y a la seguridad. Cristo es nuestro protector. Algunas personas toman a mal que Jesús sea la puerta, el único camino de acceso a Dios. Pero Jesús es el Hijo de Dios. ¿Por qué habríamos de buscar otro camino o por qué querríamos una forma de abordar a Dios hecha a medida? (Véanse también las notas a 14.6.)10.10 En contraste con el ladrón que viene para arrebatar la vida, Jesús da vida. La vida que El da ahora es abundantemente más rica y plena. Es eterna y, sin embargo, comienza de inmediato. La vida en Cristo se disfruta en un plano más elevado debido a su sobreabundante perdón, amor y dirección. ¿Ha aceptado la vida que le ofrece Cristo?10.11, 12 El asalariado cuida las ovejas por dinero, mientras que el pastor lo hace por amor. El pastor es el dueño de las ovejas y se dedica a ellas. Jesús no solo lleva a cabo una tarea, sino que está dedicado a amarnos e incluso a dar su vida por nosotros. Los falsos maestros y profetas no tienen esta dedicación.MINISTERIO AL OTRO LADO DEL JORDAN : Jesús estuvo en Jerusalén para la Fiesta de los Tabernáculos (7.2); luego predicó en varias aldeas, tal vez en Judea, antes de volver a Jerusalén para la Fiesta de la Dedicación. De nuevo provoca el enojo de los líderes religiosos, quienes trataron de arrestarlo, pero El sale de la ciudad y va al otro lado del Jordán para predicar.10.16 Las «otras ovejas» eran los gentiles. Jesús vino para salvar a gentiles y judíos por igual. Esta es una revelación de su misión mundial: morir por los pecados del mundo. La gente tiende a querer limitar las bendiciones de Dios a su grupo, pero Jesús no acepta que lo limiten las barreras que erigimos.10.17, 18 La muerte y resurrección de Cristo, como parte del plan de Dios para la salvación del mundo, estaban totalmente bajo el control de Dios. Nadie podía matar a Jesús sin su consentimiento.10.19, 20 Si Jesús solo hubiese sido un hombre, sus declaraciones de que era Dios habrían probado su locura. Pero sus milagros demostraron que sus palabras eran ciertas: El verdaderamente era Dios. Los líderes judíos no veían más allá de sus propios prejuicios y miraban a Jesús únicamente desde una perspectiva humana: Jesús confinado a un cuerpo humano. Pero a Jesús no lo puede limitar esta visión restringida.10.22, 23 La Fiesta de la Dedicación conmemoraba la restauración del templo bajo Judas Macabeo en 165 a.C., después que Antíoco Epífanes lo profanase al sacrificar un cerdo sobre el altar del holocausto. La fiesta se celebraba a finales de diciembre. Esta es también la actual Fiesta de las Luces, llamada Hanukah.10.23 El pórtico de Salomón era una galería cubierta sostenida por grandes columnas de piedra la cual se encontraba en el patio del templo apenas traspuestos los muros.10.24 Muchas personas que piden pruebas lo hacen por motivos que no corresponden. La mayoría de aquellos cuestionadores no deseaban seguir a Jesús como El quería. Tenían la esperanza de que Jesús se proclamase Mesías por razones no exactamente correctas. A ellos, al igual que a los discípulos y el resto de la gente en la nación judía, les habría encantado que El hubiera echado a los romanos. Sin embargo, muchos no pensaban que lo haría. Estos que dudaban tenían la esperanza de que se identificase para acusarlo de mentiroso (como hicieron los fariseos en 8.13).10.28, 29 Del mismo modo que un pastor protege sus ovejas, Jesús protege a su pueblo del daño eterno. A pesar de que es de esperar que los creyentes sufran en la tierra, Satanás no puede dañar sus almas ni quitarles su vida eterna con Dios. Existen muchas razones para sentir temor aquí en la tierra porque este es territorio del diablo (1Pe 5:8). Pero si decide seguir a Jesús, El le dará seguridad eterna.10.30 Esta es la declaración más clara de su divinidad que Jesús haya expresado jamás. Jesús y su Padre no son la misma persona, pero en esencia y naturaleza son uno. De aquí que Jesús no es un simple buen maestro: El es Dios. Esta declaración no dejaba lugar a dudas. Los líderes religiosos deseaban matarlo porque sus leyes decían que cualquiera que proclamase ser Dios debía morir. No había nada que pudiese persuadirlos de que la declaración de Jesús era verdad.10.31 Los líderes judíos intentaron cumplir la directiva que se encuentra en Lev 24:16 con respecto a los blasfemos (los que afirman ser Dios). Tenían la intención de apedrear a Jesús.10.34-36 Jesús se refería al Psa 82:6, donde a gobernadores y jueces israelitas se les llama «dioses» (véanse también Exo 4:16; Exo 7:1). Si Dios llamó dioses a los líderes israelitas porque eran agentes de la revelación de Dios y de su voluntad, ¿cómo podía ser blasfemia que Jesús se llamase el Hijo de Dios? Jesús estaba reprendiendo a los líderes religiosos porque El es el Hijo de Dios en una singular y sin paralelos relación de unidad con el Padre.10.35 «La Escritura no puede ser quebrantada» es una clara declaración de la verdad de la Biblia. Si aceptamos a Cristo como Señor, también debemos aceptar su testimonio de la Biblia como Palabra de Dios.LOS NOMBRES DE JESUSEn distintas situaciones, Jesús se asignó nombres que señalaban papeles especiales que estaba dispuesto a cumplir para las personas. Algunos de estos se remontan a las promesas del Mesías del Antiguo Testamento. Otros eran maneras de ayudar a la gente a entenderlo.6.27: El Hijo del HombreForma favorita de Jesús para referirse a El mismo. Este enfatiza su humanidad, pero de la manera que la utilizaba, resultaba ser un anuncio de divinidad.6.35: El pan de vidaSe refiere a su papel de dador de vida, El es la única fuente de vida eterna.8.12: La luz del mundoLa luz es un símbolo de verdad espiritual. Jesús es la respuesta universal a la necesidad del hombre de verdad espiritual.10.7: La puerta de las ovejasJesús es el único camino que lleva al Reino de Dios.10.11: El buen pastorJesús se apropió de las imágenes proféticas del Mesías que aparecen en el Antiguo Testamento. Esta es una manifestación de divinidad enfocada en el amor y la dirección de Jesús.11.25: La resurrección y la vidaJesús no solo es la fuente de la vida, también es el poder sobre la muerte.14.6: El camino, la verdad y la vidaJesús es el método, el mensaje y el significado para todas las personas. Mediante este título resume el propósito por el que vino a la tierra.15.1: La vidEste título tiene una importante segunda parte: «vosotros los pámpanos». De la misma manera que ocurre con muchos de sus otros nombres, Jesús nos recuerda que así como los pámpanos obtienen vida de la vid y no pueden vivir separados de ella, dependemos por completo de Cristo para obtener vida espiritual.
Fuente: Comentarios de la Biblia del Diario Vivir
REFERENCIAS CRUZADAS
a 558 Jua 10:7
b 559 Mat 7:15
Fuente: Traducción del Nuevo Mundo
1 super (1) Véase la nota 9 super (1); así también en los versículos siguientes.
1 super (2) El redil representa la ley, o el judaismo como religión de la ley, en la cual el pueblo escogido de Dios fue preservado y guardado bajo custodia hasta que vino Cristo.
1 super (3) Los ladrones y salteadores (v.8) representan a aquellos que entraron al judaismo, pero no por medio de Cristo.
Fuente: Comentario Del Nuevo Testamento Versión Recobro
134 (E) JESÚS, EL BUEN PASTOR (10,1-42). Durante la fiesta de la Dedicación, tres meses después de la de los Tabernáculos (→ Instituciones, 76:151-54), tiene lugar un nuevo enfrentamiento de Jesús con los judíos. La división que se crea entre la multitud (w. 19-21) hace alusión a la curación del hombre ciego. La imagen del pastor reaparece en los vv. 26-29. Por tanto, no podemos interpretar los w. 1-21 simplemente como continuación de los hechos ocurridos durante la fiesta de los Tabernáculos sin tener en cuenta la complejidad literaria del capítulo. Ninguna de las propuestas dirigidas a reorganizar las unidades temáticas de este capítulo ha obtenido un consenso suficientemente amplio como para citarla aquí.
135 (i) Im parábola del pastor y el rebaño (10,1-6). 6. pero ellos no comprendieron: El evangelista informa al lector de que Jesús ha contado unaparoimia, «un proverbio»; en sentido más general un masál (hebr.) que puede significar «proverbio», «acertijo», o, en la terminología sinóptica, una «parábola». Este comentario quizás se base en una tradición como la descrita en Mc 4,10-12. El discurso parabólico evita que los «de fuera» comprendan y se arrepientan, a la vez que resulta claro para los discípulos. La imagen del pastor aparece también en los sinópticos: (a) la multitud se compara a ovejas sin pastor (Mc 6,35); (b) la parábola de la oveja perdida es una respuesta a las críticas de los fariseos acerca de la proximidad de Jesús a los pecadores en Lc 15,3-7; (c) los creyentes son comparados a ovejas que deben prevenirse contra los lobos (Mc 7,15, contra los falsos profetas que se originan en la misma comunidad; 10,16); (d) los justos son «ovejas» que serán salvadas el día del juicio (Mc 25,32-34). Cabe considerar también la rica tradición de este tema en el AT. El Señor es el pastor de su pueblo (Gn 49,24; Sal 23) . Ez 34 castiga a los líderes del pueblo por ser malos pastores que se enriquecen a costa de las ovejas. Dejan a las ovejas abandonadas y errantes a merced de los lobos (34,1-10). El Señor promete intervenir y reunir a sus ovejas, que se hallan dispersas entre las naciones, y llevarlas a los buenos pastos (34,11-16). Este capítulo de Ezequiel debió resultar especialmente atractivo para Juan, puesto que concluye que el pueblo reconocerá en su pastor a Dios: «Y sabrán que Yo Soy (egó eimi) el Señor su Dios y que ellos, los israelitas, son mi pueblo, Oráculo del Señor. Vosotros sois mis ovejas, las ovejas que yo apaciento, y yo soy vuestro Dios» (Ez 34,30-31 LXX). (Véase P.-R. Tragan, La parabole du «Pasteur» et ses explications [SAns 67, Roma 1980].)
136 Algunos exegetas distinguen dos parábolas diferentes en los w. 1-5; (a) w. l-3a es un contraste de las diferentes maneras de acercarse a las ovejas. Los que no pasan por la puerta son malvados; (b) los vv. 3b-5 tratan de la relación entre el pastor y las ovejas. Las ovejas responden solamente a la voz de su propio pastor. Para el lector que acaba de ser informado de la ceguera de los fariseos, resulta evidente que el autor le está aconsejando que no preste atención a las enseñanzas de los fariseos.
137 (ii) Jesús, la puerta y el buen pastor (10,7-18). La interpretación incorpora ambas metáforas. Jesús es la puerta que da acceso a las ovejas (w. 7-10); y es el «buen» (= ideal, modélico) pastor (vv. 11-19). Cada imagen se repite dos veces. 8-10. La elección de la «puerta» como símbolo mesiánico quizás se inspire en el Sal 119,20. Otros versículos del Sal 119 fueron interpretados como profecías mesiánicas en el cristianismo primitivo (Jn 12,13; Mc 1, 10; Mt 23-39). Juan insiste en que Jesús es la única fuente de salvación. Los que vinieron antes que él (probablemente una referencia a los maestros judíos y a sus tradiciones) son considerados ladrones (v. 8). La comparación con los ladrones que no pueden salvar recuerda Ez 34. Juan ha reformulado el tema en su propio lenguaje: Jesús ha venido para que tengan vida (cf. 14,6, Jesús es «el camino, la verdad y la vida»).
138 11-13. el buen pastor: El gr. kalos, «bueno», significa «bueno» en el sentido de «noble» o «ideal», no simplemente «capaz de» o «hábil». A diferencia de los malos pastores que permiten que los lobos devoren a las ovejas, Jesús da la vida por ellas. En Mc 14,27, Jesús cita Zac 13,7 acerca de la ejecución del pastor y la dispersión de las ovejas. Así, la imagen de Jesús buen pastor que muere por sus ovejas pertenece a las narrativas cristianas tempranas acerca de la pasión. 14. conozco a mis ovejas: Esta segunda afirmación resulta más característica de Juan, puesto que compara la relación entre el pastor y las ovejas con la relación íntima entre Jesús y el Padre. Esta relación es la causa del sacrificio de Jesús por el bien de las ovejas. Jn 15,12-17 utiliza la imagen de la amistad para describir la muerte de Jesús en el contexto de esta relación. 16. otras ovejas que no están en este redil: Esta afirmación interrumpe la reflexión sobre las relaciones pastor/ovejas para referirse a «otras ovejas» que también oirán la voz de Jesús. En otros lugares del evangelio, este tipo de interrupciones introducen una referencia a las futuras generaciones de creyentes (p.ej., 17,20; 20,29) . También es posible relacionar esta afirmación con la futura conversión de los gentiles, «los griegos» que aparecen dos veces en el cuarto evangelio (7,35; 12,20-22). En la fecha en que se completó el evangelio, la comunidad joánica sabía también de la existencia de otras comunidades cristianas, esp. las que tienen como referente a Pedro y le atribuyen el título de «pastor» (21,15-19). La expresión «otras ovejas» puede referirse, por tanto, también a los cristianos que no forman parte de la comunidad joánica.
139 17. el Padre me ama porque yo doy mi vida: Los primeros cristianos enfatizaban el hecho de que Jesús ofreció su vida de forma voluntaria por obediencia a Dios (restaurando así la relación con Dios interrumpida por la desobediencia de Adán; cf. Flp 2,8; Rom 5,19; Heb 5,8). La transposición joánica de este tema enfatiza el amor que existe entre el Padre y el Hijo (cf. 3,35) y la libertad soberana de la muerte de Cristo. La libertad se demuestra en el hecho de que, a diferencia de los hombres condenados a perecer si Cristo no les da la vida, Cristo puede «tomar de nuevo su vida». El énfasis en el hecho de que Cristo ofrece su vida por las ovejas debería dejar claro que el cuarto evangelio no presenta a Cristo tomando su vida de nuevo a la manera del Señor de los gnósticos docéticos que posee una «esencia espiritual» que no muere nunca. Juan nos advierte también contra la interpretación de la muerte de Cristo como una victoria sobre sus enemigos. Es probable que los cristianos joánicos tuvieran que enfrentarse a oponentes que consideraban imposible que Jesús tuviera una unión íntima con el Padre o fuera fuente de vida para el mundo (p.ej., 5,21), y a la vez hubiera sido ejecutado entre los más miserables criminales.
140 (iii) División: ¿Está Jesús endemoniado? (10,19-21). Aunque estos versículos hacen referencia a la curación del ciego de nacimiento, el evangelista los utiliza a modo de interludio para enfatizar la importancia de la afirmación de Jesús. 20. está poseído de un espíritu malo: La acusación que Jesús «está endemoniado» apareció ya en 7,20, donde la multitud primero niega que nadie quiera matar a Jesús para luego afirmarlo en 7,25; y también en 8,48.52 en relación con la pretensión de Jesús de ser «superior a Abrahán».
141 (iv) Las ovejas de Jesús reconocen su voz (10,22-30). 22. Él contexto no solamente presenta otra fiesta judía como oportunidad para atentar de nuevo contra la vida de Jesús, sino que lo sitúa de nuevo en el recinto del Templo que había abandonado tras el intento de lapidación de 8,59. 23. el pórtico de Salomón: Estaba adosado al muro exterior, en el lado este del Templo (véase Hch 3,11; Flavio Josefo, Bell 5.5.1 § 185). 24. claramente: La demanda de una respuesta «pública» (parrhésia) a las preguntas acerca de su identidad como «Mesías» remite al lector a las disputas de Jn 7-8. Jesús había rechazado la petición de sus hermanos de realizar en Jerusalén signos que demostraran públicamente (parrhésia; 7,4) su identidad mesiánica. El pueblo no se atrevía a hablar en público de Jesús «por miedo a los judíos» (7,3). La aparición pública de Jesús en Jerusalén conduce a especular sobre si será el Mesías (7,26). 25. os lo he dicho con toda claridad y no me habéis creído: La multitud no entiende a qué se refiere; solamente los creyentes pueden comprender. Jesús ha afirmado ante la samaritana que es «el Mesías» y ante el ciego de nacimiento que es «el Hijo del hombre». Ambas escenas destacan el hecho de que el sujeto de dichas afirmaciones no es otro que Jesús, «el que te está hablando». Jesús, naturalmente, también afirmó públicamente su identidad en el mismo recinto del Templo en la fiesta anterior mediante el uso del «Yo Soy» divino en 8,24.58. El evangelista quiere asegurarse de que no olvidamos su afirmación principal y concluye esta sección insistiendo en la unidad existente entre el Padre y el Hijo (v. 30). Las obras de Jesús dan también testimonio de su identidad (cf. 5,36, un hecho correctamente interpretado por el ciego de nacimiento y repetido en las preguntas de la multitud en 10,21).
142 26-29. La imagen del pastor aparece de nuevo cuando Jesús se refiere a la falta de fe mediante otra metáfora acerca de los «orígenes», no tan hostil como la de 8,42-47. Allí se distingue a los hijos «de Abrahán» de los «del diablo» y se acusa a estos últimos de buscar la muerte de Jesús. Aquí Jesús se dirige también de forma ofensiva a la multitud que lo escucha, pero no los acusa de formar parte de la conspiración urdida en su contra. En 6,44 se afirma que nadie puede venir a Jesús si no ha sido «llamado por el Padre», y en 6,65 se retoma esta afirmación para explicar el abandono de algunos de los discípulos de Jesús. Estos ejemplos sugieren que la comunidad joánica utilizó las tradiciones acerca de la llamada personal de Dios a la fe para hacer inteligibles sus experiencias de rechazo, de abandono de la fe o de persecución activa. Estas experiencias también han dejado huella en este pasaje. Puesto que es Dios quien «ha dado» estas ovejas a Jesús, nadie (incluidos los líderes religiosos que actúan en nombre de Dios como los del cap. 9) pueden arrancarlas de su lado. Nadie puede frustrar la misión de Jesús, el don de la vida eterna para los que creen (cf. 17,2.6).
30. el Padre y yo somos uno: Los discursos de despedida muestran cómo la unidad del Padre y el Hijo incluye a la comunidad de discípulos (cf. 17,11; Teología joánica, 83:50-54).
143 (v) Intento de lapidar a Jesús por blasfemo (10,31-39). 31. para apedrearlo: Tal como el lector es inducido a esperar, la afirmación de unidad con el Padre provoca que Jesús sea acusado de blasfemia. 32-33. Por haber blasfemado, se rechaza el recurso de Jesús a sus «buenas obras» (cf. 5,16-18). 34. ¿no está escrito?: Jesús se defiende citando las Escrituras para argumentar «del caso menor al mayor»; si las Escrituras aplican a los hombres en general el apelativo de «dioses» (Sal 82,6 LXX), cuánto más podrá aplicarse al representante consagrado del Padre. Quizás se espera además que el lector recuerde la continuación del versículo citado, «y todos vosotros sois hijos del Altísimo». 37-38. Tras apelar a las Escrituras para legitimar el uso de la expresión «hijo de Dios» con relación al representante de Dios, Jesús debe aún convencer a su audiencia de que él es el representante de Dios. Para hacerlo, apela de nuevo a sus obras (cf. 5,36), aunque deja claro que sus obras no sirven para nada si no conducen al reconocimiento de que Jesús y el Padre «están» el uno en el otro (cf. 14,10-11; 17,21).
144 (vi) Jesús se retira a la Transjordania (10,40-42). Algunos exegetas consideran probable que en una primera versión del evangelio el ministerio público de Jesús acabara aquí.
Si así fuera, la acción terminaría en el mismo lugar donde empezó, en el territorio de la predicación de JBau. El ministerio de Jesús se situaría en continuidad y completaría el de JBau, puesto que los habitantes de la Transjordania aceptan su testimonio y creen en Jesús.
145 (C) Jesús da vida y recibe muerte (11,1-12,50). El mayor «signo» de Jesús, el don de la vida, conduce al acto definitivo de la falta de fe, la decisión formal de que Jesús debe «morir por el pueblo» (11,1-57). Alrededor de dos episodios tradicionales del relato de la pasión, la unción de Jesús (12,1-8) y la entrada en Jerusalén (12,12-16), Jn 12 desarrolla el tema de la conspiración contra Lázaro y Jesús.
146 (a) La resurrección de Lázaro (11,1-44). La curación del ciego de nacimiento ha demostrado que Jesús es la «luz» del mundo. Ahora Juan se dispone a demostrar mediante otro milagro tradicional que Jesús es también la «vida» del mundo (véase C. F. D. Moule, Theology 78 [1975] 114-25). El episodio de Lázaro puede incluso ser visto como el cumplimiento de las promesas de 5,24-29. Este signo demuestra que el Padre ha concedido al Hijo poder sobre la vida y la muerte (5,26).
Fuente: Nuevo Comentario Biblico San Jeronimo
El capítulo que empezamos está íntimamente conectado con el anterior. La parábola que tenemos á la vista fue dirigida con especialidad á los ignorantes maestros de la iglesia judaica. Las personas á quienes nuestro Señor tuvo en mira, cuando describió al falso pastor, fueron los escribas y fariseos. Los mismos hombres que acababan de decir que veían, fueron denunciados con santa osadía como ladrones y robadores.
En estos versículos se nos presenta un fiel retrato del falso maestro de religión. Nuestro Señor dice que es «el que no entra por la puerta en el aprisco de las ovejas, mas sube por otra parte..
La «puerta» en este caso debe de significar algo más que una designación exteriormente hecha. Por lo menos, á los maestros judíos no les faltaba nada en este particular: probablemente podían hacer remontar el orden de su sucesión hasta el mismo Aarón. Que un hombre haya sido ordenado no es prueba de que se encuentre en aptitud de enseñar á otros el camino del cielo. Bien puede haber sido escogido por aquellos que tienen autoridad para hacerlo, y sin embargo, quizá en su vida no se acerque á la puerta, y al fin muera como «ladrón y robador..
El verdadero sentido de la palabra «puerta» debe buscarse en la interpretación que nuestro Señor mismo dio. Cristo es la puerta ; y el gran pastor cíe las almas es el que adopta la carrera de la iglesia por verdadera vocación, el que desea glorificar á Cristo, siguiendo sus huellas, predicando su doctrina, esforzándose por convertir á El hombres y mujeres, y contando para todo con su divino auxilio. El falso pastor de las almas es el que adopta la sagrada profesión con pocos ó ningunos deseos de ensalzar á Cristo y la gran salvación que él ofrece, pero estimulado solo por incentivos mundanos y por el anhelo de ensalzarse á sí mismo. El ministro que hace á Cristo la figura céntrica de su predicación y de sus enseñanzas, agrada á Dios y recibirá de él amplios dones. El que así no lo hace, es considerado por Dios como un impostor, como ministro que ha entrado en el recinto sagrado de su profesión no por «la puerta» sino por alguna otra parte.
Fácil es de percibir que las palabras de que venimos tratando tenían aplicación á los maestros judíos de aquel entonces. No había «puerta» que condujese á su profesión, puesto que no inculcaban ideas correctas acerca del Masías y rechazaron á Cristo cuando apareció. Pero pocos hay que perciban que pueden también aplicarse esas palabras á millares de mentidos maestros de la religión cristiana. Ministros no convertidos son la carcoma de la iglesia. Cuando un ciego guía á otro ciego ambos tienen que caer en el hoyo.
En estos versículos se nos presenta, además, un singular bosquejo de los cristianos verdaderos. Nuestro Señor los describe como ovejas que oyen la voz del pastor y la conocen, y que no siguen al extraño, mas, por el contrario, huyen de él, porque no conocen la voz de los extraños.
La mayor parte de los creyentes poseen una especie de instinto espiritual, por medio del cual pueden, por lo general, distinguir las doctrinas verdaderas de las falsas. Cuando se les da instrucción religiosa que no es sana, parece que existe algo en su espíritu que les dice: «Hay en esto algo de malo.» Cuando oyen la verdad pura y evangélica ese algo les dice: «Esto es bueno.» El incurioso hombre del mundo tal vez no percibe diferencia alguna entre este y aquel ministro, ó entre este y aquel sermón. Las más humildes ovejas de Cristo pueden distinguir cosas que son diferentes entre sí, aunque á veces no puedan explicar el «cómo» ó el «porqué..
No tengamos en poco este instinto espiritual, puesto que es una señal de que el Espíritu Santo mora en el que lo posee. San Juan lo mencionó de una manera especial cuando dijo: «Vosotros tenéis la unción del Espíritu Santo, y conocéis todas las cosas.» Por el contrario, pidamos á Dios todos los días nos lo conceda para que seamos librados del influjo de los falsos pastores. Perder la facultad de distinguir entre lo dulce y lo amargo es uno de los peores síntomas en las enfermedades físicas. Si no podemos percibir la diferencia entre la ley y el evangelio, la verdad y el error, el protestantismo y el papismo, la doctrina de Cristo y la doctrina del hombre, es prueba evidente de que nuestro corazón está endurecido y aún no nos hemos convertido.
En estos versículos se nos presenta, por último, un interesante bosquejo de, Jesucristo mismo. Helo aquí: «Yo soy la puerta: el que por mí entrare será salvo; y entrará, y saldrá, y hallará pastos..
Por naturaleza todos nosotros estamos separados y alejados de Dios. El pecado se levanta como un alto muro entre nosotros y nuestro Hacedor. La conciencia de nuestra culpabilidad nos hace temerosos de él, y el conocimiento de su santidad nos impide acercárnosle. Habiendo nacido con un corazón que es hostil á Dios, cuanto más vivamos nos apartamos más de sus caminos por medio de nuestra conducta. Las primeras preguntas que en religión deben contestarse son estas: ¿Cómo puedo acercarme á Dios? ¿Cómo puedo ser justificado? ¿De qué manera puede un pecador como yo ser reconciliado con su Hacedor? Nuestro Señor Jesucristo ha contestado estas importantes preguntas. Por medio de su muerte en la cruz ha abierto paso al través del gran muro, y ha obtenido perdón y paz para los pecadores. él ha sufrido por el pecado, el justo por los injustos, para atraernos hacia Dios, y por encima de su sangre derramada ha abierto un camino al santo de los santos, un camino por el cual podemos aproximarnos á Dios sin temor. En el sentido más elevado, pues, es El «la puerta;» ninguno puede acudir al Padre sino por El.
Cuidemos de hacer uso de esta puerta, y no nos paremos fuera á mirarla solamente. Por ella tienen libre acceso aun los más grandes pecadores, y el que por ella entrare será salvo. Día vendrá en que será cerrada para siempre, y muchos se empeñarán en entrar, mas no podrán. No permanezcamos, pues, por más tiempo, suspendidos entre dos juicios, mas entremos sin vacilar, para que seamos salvos.
Fuente: Los Evangelios Explicados
Propone el Señor a los judíos la parábola del bueno, y del mal pastor. Cristo es la puerta de las ovejas y el buen Pastor, el cual tiene también otras ovejas que conducir al mismo redil, y deja su vida para volverla a tomar. Los judíos quieren apedrearle, por parecerles que blasfemaba, oyéndole decir que era Hijo de Dios, y una misma cosa con su Padre. Les hace ver que su proposición no es una blasfemia. Quieren prenderle; y Jesús, saliendo de entre sus manos, se retira al desierto.
1 a. Fur es el que hurta a escondidas; latro, el que lo hace descubiertamente sin rebozo y con violencia. El primero en griego se llama kléptes, y el segundo lestés. Ezequiel (34,23), llama al Mesías único y verdadero pastor; con que demostrando el Señor que él es aquel pastor, demuestra al mismo tiempo que es el Mesías.
5 b. El Griego: akolouthésosin, seguirán.
c. El aprisco es la Iglesia; las ovejas son los fieles, y particularmente los escogidos; la puerta es Jesucristo. El portero el mismo Dios, que recibe a todos los que entran por Jesucristo; esto es, en su nombre, por su orden, y por el movimiento de su Espíritu. El verdadero pastor es el que entra por Jesucristo, que es el Pastor de los pastores; el extraño y el ladrón es el que no tiene vocación legítima para conducir las ovejas.
8 d. Y que han osado atribuirse la cualidad de Mesías. San Juan Crisóstomo. Tales fueron Teodas, Judas de Galilea, y otros semejantes impostores. Pueden también entenderse todos los falsos profetas que no eran enviados por el Señor; y más particularmente los fariseos, saduceos y esenos, que en algunos siglos fueron no pastores del pueblo, sino unos lobos que lo devoraban (Jer 23,1; Ez 35,2; Zac 11,16). Es de advertir que antes de venir el Mesías, no se halla que alguno se quisiese alzar con este glorioso título, pero después que aparció en el mundo, se levantaron muchos que pretendieron hacerse reconocer por tales (véanse Hch 5 y Josefo). De aquí se saca contra los judíos un argumento que no tiene réplica, de que el tiempo en que se descubrió nuestro Redentor fue el mismo en que aquel pueblo esperaba al Mesías. ¿Por qué, pues, antes de la venida del Mesías no hubo alguno que se apropiase este nombre? Fue sin duda, porque sabían que no era aun llegado el tiempo señalado para su venida, y que serían luego tenidos por unos impostores. ¿Y por qué luego que se verificó su venida, se levantaron tantos que quisieron ser tenidos por Mesías? (Mt 24,23). Fue porque veían que la conformidad del tiempo y la expectación común podían favorecer a su pretensión.
9 e. MS. Pasturas. No basta entrar por la puerta, que es Jesucristo, para salvarse. Judas entró por esta misma puerta, y se perdió; y así lo que significan estas palabras será salvo, es que se pondrá en estado de salvación, aunque pueda después perderse por su culpa. El que por el Bautismo y la fe en Jesucristo hubiere entrado en su Iglesia, si es fiel a las promesas que hizo en él, vivirá libre de pecado, y saldrá en paz de este mundo a gozar de la eterna bienaventuranza. Se alimentará, mientras viva, con su divina y celestial doctrina, con la sacratísima Eucaristía, y con internos consuelos e inspiraciones; y después de la muerte pasará a gozar eternamente de la divina contemplación, y de la abundancia de todos los bienes de la casa del Señor, en los que quedará embriagado, cuando bebiere en el torrente de las divinas delicias (Sal 35,9).
11 f. El buen Pastor por excelencia; aquel pastor, de quien dice Isaías (40,11), que conduciría su ganado a los pastos, como un pastor que apacienta sus ovejas.
g. Librándolas con su muerte del furor del lobo infernal, que quería devorarlas, y disipar el ganado.
12 h. MS. El soldadero.
13 i. El Griego: kái ou mélei autó, y no se cuida de ello. Solamente tiene cuidado de las ovejas por el interés temporal que le resulta. Tales eran los fariseos con quienes hablaba, gente que sólo buscaba su particular interés, y que no temían enseñar a los pueblos, que instruían, máximas contrarias a los mandamientos de Dios, con tal que contribuyesen a contentar su avaricia (véase Ez 34,2).
14 j. Conozco mis ovejas en mi presencia y elección eterna, y ellas me conocen por su Redentor, por su Médico, por su Salvador. San Juan Crisóstomo y San Pablo (Rom 8,29).
15 k. Pongo mi alma; esto es, doy mi vida.
16 l. Estos son los gentiles, que debían creer en Jesucristo, y formar una sola Iglesia con los judíos convertidos.
17 m. Para resucitar, para triunfar de la muerte.
18 n. Con estas palabras declara el poder absoluto que tiene sobre la muerte, como Dios.
o. Habla como hombre sometido perfectamente a la voluntad de su Padre, que era la misma que la suya; porque según su naturaleza divina, el Padre y el Hijo no tienen sino una misma voluntad. Este es el mandamiento que Jesucristo recibió del Padre en su Encarnación, de morir por la salud del mundo, y fue obediente hasta la muerte, y muerte de cruz; pero ejercitó esta obediencia con perfecta libertad.
20 p. MS. E ensandécese.
22 q. Algunos entienden por esta dedicación, la del templo que fue fabricado por Salomón. Otros, la del templo que fue reedificado por Zorobabel después del cautiverio de Babilonia. Y otros, la dedicación solemne que mandó celebrar Judas Macabeo por espacio de ocho días, después de haber renovado el altar de los holocaustos profanado por los gentiles (1Mac 4,59). Y esto es más conforme a la propiedad del vocablo. Se celebraba en el mes de Casleu, que corresponde al de diciembre; y por esto dice aquí el Evangelista que era invierno. En Griego se llama enkáinia, encenias, que quiere decir renovación. La Pascua, Pentecostés, y Scenopegia no se podían celebrar sino en Jerusalén; mas las Encenias, en todas partes. Ésta de que aquí se habla es la que particularmente celebraban los de Jerusalén.
23 r. Por el pórtico; esto es, fabricado en el mismo sitio, y a semejanza del que hizo Salomón.
24 s. No pretendían informarse de la verdad, sino que buscaban medios para perseguir al que descubría los desarreglos que ocultaban en su corazón. Cuando el Señor con curaciones y obras maravillosas les daba las pruebas evidentes de su divinidad, recurrían artificiosamente y llenos de malicia a pedir una declaración descubierta. Y cuando el Señor se declaraba abiertamente, recurrían entonces a pedirle milagros. Puede también interpretarse de este otro modo: ¿Hasta cuándo nos tienes en suspensión? dinos claramente si tú eres el Mesías. Por una parte veían el tiempo cumplido para su venida; ellos esperaban un Mesías conquistador, lleno de pompa y gloria mundana, que los librase del yugo de los gentiles; nada de esto reconocían en el Señor; pero al mismo tiempo eran testigos de los ruidosos milagros con que acreditaba que aquel podía ser el verdadero. Y así fluctuando le hacen esta pregunta, para ver si era el Mesías, como ellos lo esperaban.
28 t. Porque habiéndolas Dios predestinado a la gloria por su pura misericordia, les ha preparado todas aquellas gracias con que infaliblemente se salvarán. san Agust. Aquí explica la causa, y no la consecuencia, como arriba (8,44 y Lc 7,47). Y les doy vida eterna, la que no pudiera dar sin ser Dios.
29 u. Esto es; la divinidad, la omnipotencia. En el texto Griego se lee: ho patér mou, hós dédoké moi, meizon pánton esti, mi Padre que me las dio, mayor es que todos. Lo que es más fácil de explicar.
30 v. Si ninguno puede arrebatar estas ovejas de las manos de mi Padre, tampoco de las mías; porque mi Padre y yo somos una misma cosa. Diciendo una misma cosa, declara la unidad de la naturaleza; y diciendo somos, la distinción de las personas. Por eso se admira San Agustín que entendiesen los judíos lo que no entienden los Arrianos, o no quieren entender, por llevar delante su error.
34 w. Sal 81,6. Por ley entendían frecuentemente no sólo el Pentateuco, sino todo lo que comprendía el Antiguo Testamento, que lo miraban como regla de sus operaciones. En estas palabras hablaba Dios con los que había establecido por jueces de su pueblo, exhortándolos a desempeñar su ministerio, sin perder de vista la justicia, y sin aceptación de personas. Los llama dioses, é hijos del Altísimo, por su elevada dignidad, que los hacía semejantes a aquel, que siendo Dios soberano les comunicaba una parte de su poder.
35 x. Ad quos; esto es, contra quienes; porque en el Salmo 81 (v. 2, 5 y 7), son reprendidos agriamente por Dios aquellos inicuos jueces que habían olvidado su oficio.
36 y. Si aquellos jueces, que sólo recibieron de Dios una pequeña porción de su poder, son llamados dioses; ¿cómo decís que blasfemo, cuando me llamo Hijo de Dios, yo, a quien mi Padre comunicó su santidad esencial, y a quien engendró de toda eternidad, como a su Hijo? San Agustín.
38 z. Y si no me creéis a mí sobre mi palabra, creed a mis obras, pues estas os dirán que son obra de mi Padre, descubriéndose en ellas los efectos de su bondad y poder divino: ellas os convencerán que el Padre está en mí, y yo en el Padre; o que mi Padre y yo somos una misma cosa, como ya os lo tengo declarado. Santo Tomás.
39 a. Dando otra nueva prueba de su divinidad.
42 b. Si creímos a Juan, y nos faltó poco para tenerle por Mesías, solamente por la santidad de su vida, y por la eficacia de su palabra, aunque no hizo ningún milagro; ¿cómo podemos dejar de creer a este, que junta tantos milagros a una vida irreprensible, a una doctrina celestial, y en quien se ve cumplido todo lo que Juan nos anunció de él?
Fuente: Notas Bíblicas
[1] Por definición ésto debe incluir los llamados maestros orientales antiguos como Buda, Confucio y Krishna.
[2] Eze 34:11-31 es donde YHWH Mismo promete venir a la tierra para buscar y encontrar Sus ovejas perdidas. Aquí el discurso es usado para alertar cualquiera familiarizado con las Escrituras que Yahshua Mismo es el que ha venido a buscar y retornar a los exiliados y extraviados de Israel de regreso al redil.
[3] Una referencia clara del otro redil, o rebaño de Israel, Israel- Efrayím, que Yahshua dice debe traer por mandamiento de El Padre. Nótese que aún antes que El muriera y Se levantara, El tenía dos rebaños Israelitas existentes, no uno. A través de Su misión como el Buen Pastor, ambos rediles se convertirán en uno.
[4] El Padre ama a Yahshua, porque El es fiel a Su misión principal de llevar dos rediles Israelitas, y hacerlos un Israel, que conozcan YHWH.
[5] La misión de morir por ambas casas es llamada un mandamiento por Yahshua.
[6] La verdad acerca del verdadero propósito de la muerte de Yahshua, que es restaurar y recoger ambas casas de Israel, trae gran división entre la comunidad Judía. Parece que siempre que Judah escucha del amor de YHWH para ambas casas como en Lucas 15, se muestra lo peor de ellos. El mensaje del verdadero reino siempre trae división, y los que enseñan la verdad siempre serán etiquetados como divisionistas. Sin embargo, sólo ese mensaje sana y termina la vejación y el celo.
[7] Yahshua fue llamado loco y endemoniado por Sus enseñanzas sobre Su papel de Pastor en la recolección de ambas casas de Israel. Hoy, esos Judíos que proclaman el plan de YHWH en reunir el Israel no-Judío con el Israel Judío, son acusados también de estar locos y de promover una enseñanza de demonios, así como Yahshua fue acusado en este texto. Pero, YHWH está trabajando en la tierra, cuando más y más creyentes Judíos están viendo la restauración de las dos casas.
[8] Ambas casa están siendo restauradas cuando la ceguera es quitada. La ceguera de Judah hacia Yahshua, y la ceguera de Efrayím a la Torah y su identidad Hebraíca, constituye ceguera removida de cada casa. Esto es sanidad y no es actividad demoníaca como Yahshua Mismo nos enseñó.
[1] Arameo: “estar de un acuerdo.” Padre e Hijo son ambos uno, y en total poder y autoridad compartiendo un acuerdo total, pero todo fluye de El Padre a Yahshua.
[2] No es verdad. El sólo mencionó el hecho que El es uno con YHWH, y es la misma sustancia como YHWH. El no se inventó eso.
[3] El verdadero Hebreo dice Elohim en Sal 82:6.
[4] Sal 82:6.
[5] El punto hecho aquí es que todos los recipientes de la palabra palabra de YHWH son hechos poderosos en fuerza interna, y por tanto son llamados “Eloah,” o “poderosos y fuertes.” Basado en esa tarea de la palabra, Yahshua pregunta lo obvio. ¿Porqué no es blasfemia para ustedes y de repente lo es para Mí? Si son “poderosos”, cuanto más es el Creador Eloah, de nuevo probando que los que discutían con El eran religiosos, pero ignorantes de la Escritura.
[6] La diferencia entre el Hijo de YHWH y todos los otros poderosos en Israel, se encuentra en el mismo Salmo, Salmo 82 v. 7: “pero como hombres” morirán. Yahshua en Su existencia eterna es distinguido de otros humando poderosos.
[11] Is 40, 11.[17] Is 53, 7.[18] Jesucristo habla como un hombre sometido a la voluntad de su Padre, que se identifica con la suya.[29] El Padre dio a su Hijo su misma naturaleza divina.
Fuente: Escrituras del Nombre Verdadero
Fuente: Notas Torres Amat