Comentario de Juan 10:19 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia
Hubo división otra vez entre los judíos a causa de estas palabras,
10:19 Volvió a haber disensión (división, LBLA) entre los judíos por estas palabras. — ¿Qué cantaron las huestes celestiales cuando Jesús nació? ¿En la tierra paz, buena voluntad para con los hombres (como dice nuestra versión (la Versión Reina-Valera de 1960) ? ¿Jesús iba a traer paz y buena voluntad a la humanidad? La versión LBLA es más correcta: «en la tierra paz entre los hombres en quienes El se complace». Esto concuerda mejor con Mat 10:34-36. Desde luego, Jesús quiere que haya paz en la tierra, pero lo que causa la disensión es la mente carnal de los hombres. A través de este relato Juan llama la atención a la disensión entre los judíos mismos con respecto a Cristo: 6:52, 69, 66; 7:12, 25, 43; 8:22; 9:16, 17; 10:19, 24, 41; 11:37; 12:19, 29, 42; 16:18, 19 .Fuente: Comentario al Nuevo Testamento por Partain
Jua 7:40-43; Jua 9:16; Mat 10:34, Mat 10:35; Luc 12:51-53; Hch 14:4; Hch 23:7-10; 1Co 3:3; 1Co 11:18.
Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico
El comentario editorial de Juan es apropiado, después de la analogía de Jesús sobre el buen pastor. En ella, Jesús era el buen pastor cuyas ovejas escuchaban su voz, implicando que habría ovejas que no lo escucharían. El comentario de Juan, fiel al propósito de su evangelio, indica que algunos creerían y otros no. Esta es la misma disensión que sucedió en Jua 9:16. Las personas que ven la misma evidencia y oyen el mismo testimonio no necesariamente llegan a la misma conclusión (Jua 12:9-11). Vea la respuesta del apóstol Pablo a esto en 2Co 2:15-17.
Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe
Los judíos reaccionaban de nuevo de formas diversas a las palabras de Jesús (vea Jua 7:12-13). Mientras algunos lo acusaban de estar poseído por demonios (vea Jua 7:20; Jua 8:48; cp. Mat 12:22-32), otros inferían que sus obras y sus palabras demostraban la obra de Dios a través de Él.
Fuente: Biblia de Estudio MacArthur
10:19 Volvió a haber disensión (división, LBLA) entre los judíos por estas palabras. — ¿Qué cantaron las huestes celestiales cuando Jesús nació? ¿En la tierra paz, buena voluntad para con los hombres (como dice nuestra versión (la Versión Reina-Valera de 1960) ? ¿Jesús iba a traer paz y buena voluntad a la humanidad? La versión LBLA es más correcta: «en la tierra paz entre los hombres en quienes El se complace». Esto concuerda mejor con Mat 10:34-36. Desde luego, Jesús quiere que haya paz en la tierra, pero lo que causa la disensión es la mente carnal de los hombres.
A través de este relato Juan llama la atención a la disensión entre los judíos mismos con respecto a Cristo: 6:52, 69, 66; 7:12, 25, 43; 8:22; 9:16, 17; 10:19, 24, 41; 11:37; 12:19, 29, 42; 16:18, 19 .
Fuente: Notas Reeves-Partain
O LOCO, O HIJO DE DIOS
Juan 10:19-21
De nuevo se produjo una división de opiniones entre los judíos por causa de las últimas palabras de Jesús. Muchos de ellos decían:
-¡Es un poseso y un loco! ¿Por qué le hacéis caso?
-Las cosas que dice no son de poseso -decían otros-. ¿Cómo va a poder abrir los ojos de los ciegos uno que esté dominado por un espíritu malo?
Los que escucharon a Jesús en aquella ocasión se enfrentaron con el dilema que sigue presentándosenos a todos desde entonces. O Jesús era un loco megalómano, o era el Hijo de Dios. No hay escapatoria: si uno habla de Dios y de sí mismo de la manera que habló Jesús, o está totalmente engañado o está totalmente en lo cierto. Las afirmaciones que hizo Jesús sólo podrían querer decir locura o divinidad. ¿Cómo podemos llegar a la seguridad de que estaban justificadas y no eran la fantasía más grande del mundo y de la Historia?
(i) Las palabras de Jesús no son las de un loco. Podríamos citar a innumerables testigos que nos confirmarían que las enseñanzas de Jesús son la suprema salud mental y total. Pensadores y pensadoras de todas las generaciones han considerado la enseñanza de Jesús la única esperanza de cordura para un mundo desquiciado. La Suya es la única voz que habla con verdadero sentido en medio de la barahúnda de todos los engaños humanos.
(ii) Las obras de Jesús no son las de un loco. Sanó a los enfermos, alimentó a los hambrientos, consoló a los tristes. La locura de la megalomanía es esencialmente egoísta. No busca nada más que su propia gloria y prestigio. Pero Jesús Se pasó la vida haciendo cosas, y viviendo -y muriendo- por los demás. Como dijeron algunos de los mismos judíos, un loco no puede abrir los ojos de los ciegos.
(iii) El efecto que causa Jesús no es el que produce un loco. El hecho indiscutible es que el poder de Jesús ha transformado millones y millones de vidas. Los débiles se han vuelto fuertes, los egoístas se han vuelto generosos, los derrotados se han vuelto triunfadores, los angustiados se han vuelto serenos, los malos se han vuelto buenos. No es la locura lo que produce tales cambios, sino la prudencia y la sabiduría.
La elección sigue abierta: Jesús, o loco o divino. Ninguna persona sincera puede estudiar la evidencia y llegar a ninguna otra conclusión sino la de que Jesús trajo al mundo, no una loca fantasía, sino la perfecta cordura de Dios.
Fuente: Comentario al Nuevo Testamento
2) La reacción contra Jesús (vv. Jua 10:19-21)
Fuente: Comentario para Exégesis y Traducción
El adverbio “nuevamente” hace difícil la traducción de este versículo. Por ejemplo, la traducción en la NEB da la idea de que «las mismas palabras causaron de nuevo división entre los judíos». Será mejor establecer en la traducción la relación causal entre las “palabras” y el resultado de la “división”. Además, es importante no dar la idea que esta “división” es algo físico, sino que quede claro que fue una diferencia de puntos de vista o comprensiones: Volvió a haber división entre los judíos por estas palabras, «Cuando aquellos judíos oyeron esto, se pusieron a discutir, pues unos pensaban una cosa y otros otra» (TLA), “Otra vez hubo división entre los dirigentes judíos por causa de lo que Jesús acababa de decir”, “Nuevamente los judíos tuvieron fuerte intercambio de palabras entre sí por lo que Jesús había dicho”.
Fuente: Comentario para Exégesis y Traducción
Jua 4:43; Jua 9:16.
Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana
Los resultados de su enseñanza
Es muy probable que la palabra judío aquí sea genérica, incluyendo tanto las multitudes como los líderes. En 7:43 y 9:16 se encuentran ejemplos de reacciones divididas que son similares. Encontramos de nuevo la acusación de una posesión demoníaca, similar a las de 7:20 y 8:48. Una vez más se consideraba que había una estrecha relación entre la posesión demoníaca y la locura. Para algunos, la curación del ciego del cap. 9, así como la sabiduría de la enseñanza de Jesús, eliminan tal teoría.
Fuente: Nuevo Comentario Bíblico Siglo Veintiuno
REFERENCIAS CRUZADAS
k 595 Luc 12:51; Jua 7:12; Jua 9:16
Fuente: Traducción del Nuevo Mundo
Es de notarse en este pasaje, primeramente, qué de desavenencias y controversias causó nuestro Señor cuando estuvo en la tierra. Cuéntasenos que hubo disensión, entre los Judíos por sus palabras y que muchos de ellos decían que tenia demonio y estaba loco. Á primera vista parece tal vez extraño que el que vino á predicar la paz entre Dios y el hombre fuese causa de contenciones. Pero en eso se cumplieron literalmente sus propias palabras: «No he venido para meter paz sino espada.» Mat 10:34. Mas no era á Jesucristo á quien debía atribuirse ese mal, sino á la índole mundana de los judíos.
Ni debe sorprenderse el siervo de Cristo si tuviere que presenciar los mismos resultados que presenció su Maestro. Á menudo sus propias opiniones y conducta en materias religiosas serán causa de disensión aun en el seno de su familia; no pocas veces tendrá que ser el blanco del ridículo, de los dicterios y de las persecuciones de parte de los hijos de este mundo; y tal vez haya quien llegue á llamarlo insensato ó loco á causa de su religión. Que nada de esto lo haga cejar. La idea de que las penalidades que él sufre son las mismas que sufrió Cristo debe darle fuerzas para hacer frente á todo. «Si al mismo padre de familias llamaron Belcebú, ¿cuánto más á los de su casa?.
Tampoco hemos de menospreciar la religión á causa de las riñas y disensiones á que da lugar. Por mucho que se diga en contra, la falta está en la naturaleza humana y no en la religión misma. Jamás nos quejamos contra el sol porque sus rayos hacen levantar de los pantanos miasmas deletéreos. No debemos, pues, quejarnos contra el Evangelio, si despierta la corrupción del hombre y hace que «los sentimientos de muchos corazones sean manifestados.» Luk 2:35.
Es de notarse, en seguida, el apellido que Jesucristo dio á los verdaderos cristianos. Los llamó sus ovejas, usando así de una expresión figurada que, como todas sus palabras, está repleta de un significado profundo.
Esa expresión tiene referencia sin duda á la índole y á la conducta de los verdaderos cristianos. Fácil seria demostrar que en su debilidad, en su desamparo, en su inocencia, en su utilidad la oveja y el creyente se parecen. Mas la idea cardinal en la mente de nuestro Señor fue la completa dependencia en que las ovejas están de su pastor. Así como aquellas oyen la voz de éste y le siguen, así también los creyentes siguen á Cristo. Por la fe escuchan sus exhortaciones; por la fe se someten á él para que los guíe; por la fe confían en él y le encomiendan la dirección de sus almas. Los hábitos de las ovejas y el pastor ejemplifican muy bien la relación que existe entre Jesucristo y el verdadero cristiano.
Expresiones como la de que nos ocupamos son las que el cristiano debiera atesorar en su memoria, pues le servirán de alivio y de consuelo en las horas de prueba. Acaso el mundo no perciba la belleza de su conducta, y lo trate por eso con desprecio. Más el que sabe que él es una de las ovejas del rebaño de Jesucristo no tiene por qué ruborizarse. El posee «un pozo de agua que salta para la vida eterna.» Juan 4.14.
Debemos notar, finalmente, cuan grandes son los privilegios que nuestro Señor Jesucristo concede a los verdaderos cristianos. He aquí las palabras que emplea acerca de sus ovejas, es decir ellos: «Yo las conozco; yo les doy vida eterna; para siempre no perecerán, y nadie las arrebatará de mi mano.» Esta sentencia es como un racimo de uvas de Eshcol. Difícil sería encontrar en toda la Biblia palabras más expresivas.
Jesucristo conoce a su pueblo y siente hacia él interés y afecto. Por el mundo que los rodea son comparativamente hablando desconocidos, abandonados a sí mismos y despreciados. Más Jesús jamás los olvida o los abandona.
Jesucristo concede a su pueblo vida eterna, es decir, le otorga gratuitamente los títulos para ser admitido en el cielo, perdonándole sus muchos pecados y revistiéndolo de perfecta justicia. Con frecuencia y por sabias razones le niega la riqueza, la salud, la prosperidad mundana; más nunca deja de otorgarle la gracia, la paz y la gloria.
Jesucristo dice que su pueblo jamás perecerá. Débiles como son los que lo componen, todos se salvarán. Ni uno de ellos será desechado; ni uno de ellos dejará de entrar en el cielo. Acaso los que asechan sus almas sean fuertes y poderosos, más su Salvador es más poderoso; y ninguno puede arrebatarlos de las manos de su Salvador.
¿Deseamos participar de los beneficios resultantes del cumplimiento de esta gloriosa promesa? Cuidemos de pertenecer al rebaño de Jesucristo. Oigamos la voz de nuestro Pastor y sigámosle. El hombre que, convencido de la gravedad de su pecado, acude a Cristo y se acoge a él, con confianza, pertenece al número de los que no serán arrebatados de sus manos.