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Comentario de Juan 11:6 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia

Comentario de Juan 11:6 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia

Cuando oyó, pues, que estaba enfermo, se quedó aún dos días más en el lugar donde estaba;

11:6 Cuando oyó, pues, que estaba enfermo, se quedó dos días más en el lugar donde estaba. — No esperó dos días por ser indiferente, pues El «amaba… a Lázaro», pero cuando las hermanas avisaron a Jesús de la enfermedad de Lázaro, querían que El viniera para sanarlo, pero El tenía otros planes. Desde luego, si Jesús hubiera querido sanarlo, no habría sido necesario que El volviera a Betania (compárese 4:47-53, no tuvo que descender a la casa del noble para sanar a su hijo).

A veces Jesús sujetó a prueba la fe de sus discípulos. Quería que su fe fuera más fuerte, para que El pudiera bendecirles aun más.

Parece que Lázaro murió el mismo día que sus hermanas enviaron el mensaje a Jesús, porque ese día más los dos que esperó más otro día para viajar fueron cuatro días (11:17, 39).

Fuente: Comentario al Nuevo Testamento por Partain

se quedó aún dos días. Gén 22:14; Gén 42:24; Gén 43:29-31; Gén 44:1-5; Gén 45:1-5; Isa 30:18; Isa 55:8, Isa 55:9; Mat 15:22-28.

Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico

SE QUEDÓ DOS DÍAS MÁS. Jesús se demoró en ir a ver a la familia que Él amaba (v. Jua 11:5) a fin de fortalecer la fe de aquella familia y la de los discípulos, y realizar en favor de ellos un mayor bien. Al principio, las acciones de Jesús parecían indicar que a Él no lo preocupaba el sufrimiento de ellos. Pero Juan reiteradamente pone de relieve que Jesús amaba a la familia y compartía su tristeza (v. Jua 11:3; Jua 11:5; Jua 11:35). El momento oportuno para que se cumpliera el propósito de Jesús era diferente de lo que ellos querían. Lo mismo le puede pasar hoy a cualquier creyente. Al verse rodeado de problemas y de pruebas, puede comprobar que la voluntad de Dios, aun cuando es diferente de la suya, lo lleva a Él a responder en el momento oportuno según su sabiduría y amor.

Fuente: Biblia de Estudio Vida Plena

se quedó dos días más. La decisión de demorar su viaje no fue lo que ocasionó la muerte de Lázaro, porque Jesús ya tenía conocimiento sobrenatural de la gravedad de su condición. Lo más probable es que al recibir Jesús el mensaje, Lázaro ya estaba muerto. La tardanza se debía a que Él amaba esa familia (v. Jua 11:5) y ese amor se hizo evidente porque Él fortaleció su fe en gran manera tan pronto levantó a Lázaro de entre los muertos. La tardanza también sirvió para asegurar que Lázaro permaneciera muerto el tiempo suficiente para que nadie se atreviera a interpretar el milagro como un fraude o como un simple caso de catalepsia.

Fuente: Biblia de Estudio MacArthur

11:6 Cuando oyó, pues, que estaba enfermo, se quedó dos días más en el lugar donde estaba. — No esperó dos días por ser indiferente, pues El «amaba… a Lázaro», pero cuando las hermanas avisaron a Jesús de la enfermedad de Lázaro, querían que El viniera para sanarlo, pero El tenía otros planes. Desde luego, si Jesús hubiera querido sanarlo, no habría sido necesario que El volviera a Betania (compárese 4:47-53, no tuvo que descender a la casa del noble para sanar a su hijo).
A veces Jesús sujetó a prueba la fe de sus discípulos. Quería que su fe fuera más fuerte, para que El pudiera bendecirles aun más.
Parece que Lázaro murió el mismo día que sus hermanas enviaron el mensaje a Jesús, porque ese día más los dos que esperó más otro día para viajar fueron cuatro días (11:17, 39).

Fuente: Notas Reeves-Partain

BASTANTE TIEMPO, PERO NO DEMASIADO

Juan 11:6-10

Ahora bien: después de enterarse Jesús de que Lázaro estaba enfermo, se quedó donde estaba otros dos días, pasados los cuales les dijo a Sus discípulos:

-Volvamos a Judasa otra vez.

-Pero, Rabí -Le contestaron ellos-, las cosas han llegado a un punto que los judíos estaban buscando la manera de apedrearte; ¿y sugieres que volvamos allá?
-¿No tiene el día doce horas? -les contestó Jesús-. Si uno anda de día, no tropieza, porque tiene la luz de este mundo. Pero, si se anda de noche, se tropieza, porque no se tiene luz.

Puede que encontremos extraño que Jesús se quedara otros dos días enteros donde estaba después de recibir la noticia de la enfermedad de Lázaro. Los comentaristas han sugerido diversas razones para explicar este retraso. (i) Se ha sugerido que Jesús esperó para que, cuando llegara a Betania, Lázaro ya estuviera muerto sin lugar a duda. (ii) Por tanto, se ha sugerido que Jesús esperó porque el retraso haría mucho más impresionante el milagro que se proponía realizar. La maravilla de resucitar a un hombre que llevaba cuatro días muerto sería mucho mayor. (iii) La verdadera razón por la que Juan nos cuenta la historia de esta manera es que él nos presenta siempre a Jesús tomando la iniciativa por Su cuenta, no por imposición de nadie ni de las circunstancias. Cuando convirtió el agua en vino en Caná de Galilea (Jn 2:1-11 ), Juan nos presenta a María acudiendo a Jesús y contándole el problema; y la primera respuesta de Jesús fue: » No te preocupes por eso. Déjame resolverlo a Mi manera.» Entra en acción, no porque Le convencen u obligan otros, sino siempre por propia iniciativa. Cuando Juan nos relata que los hermanos de Jesús trataron de desafiarle para que fuera a Jerusalén (Jn 7:1-10 ), nos presenta a Jesús, primero, rehusando ir a Jerusalén; y luego, yendo cuando Él lo decidió por Sí. Juan se propone siempre hacernos ver que Jesús hacía las cosas, no obligado por nada, sino porque lo decidía por Sí mismo y en Su momento. Eso es lo que vemos aquí también. Es una advertencia para nosotros. Muchas veces quisiéramos que Jesús interviniera de cierta manera y cuando nosotros decimos; hemos de aprender a dejarle intervenir como y cuando Él decida.

Por último, cuando Jesús anunció la vuelta a Judasa, Sus discípulos se sorprendieron y espantaron. Se acordaban de que, la última vez que había estado allí, los judíos habían estado buscando la manera de matarle. El volver a Judasa entonces les parecía, como se puede comprender, la manera más segura de cometer suicidio.
Entonces Jesús dijo algo que encierra una gran verdad de valor permanente: «¿No tiene el día doce horas?» Esta pregunta implica tres grandes verdades.
(i) Un día no puede terminar antes de tiempo. Tiene doce horas que transcurren no importa lo que suceda. La duración del día es fija, y nada lo acortará o alargará. En la economía de Dios del tiempo, cada persona tiene su día, corto o largo.
(ii) Si el día tiene doce horas, hay tiempo suficiente para lo que una persona tiene que hacer, sin andarse con prisas.
(iii) Pero, aunque haya doce horas en el día, hay sólo doce horas. No se pueden prolongar; y, por tanto, no hay que perder el tiempo. Hay bastante tiempo, pero no demasiado. Hay que «redimir el tiempo» (Ef 4:16 ; Col 4:5 ).

La leyenda del doctor Fausto ha cristalizado en muchas obras literarias y otras. En el drama de Marlowe, Fausto hace un pacto con el diablo: durante veinticuatro años, el diablo está a su servicio, y le concede todos sus deseos; pero al final de aquel tiempo, el diablo se quedará con su alma. Cuando han pasado los veinticuatro años y llega la última hora, Fausto se da cuenta del mal negocio que ha hecho. Querría que el tiempo se parara, «que esa hora fuera un año, un mes, una semana, un día completo, para darle una oportunidad de arrepentirse y salvar su alma; pero las estrellas siguen moviéndose, el tiempo corre, el reloj lo mide, el diablo vendrá y Fausto será condenado.» No hay nada en el mundo que pueda darle a Fausto más tiempo. Ese es uno de los más amenazadores Hechos de la vida. El día tiene doce horas, y sólo doce. No hay que precipitarse, pero tampoco demorarse. Hay suficiente tiempo en la vida, pero no hay tiempo que perder.

EL DÍA Y LA NOCHE

Juan 11:6-10 (continuación)

Jesús pasa a desarrollar lo que acaba de decir del tiempo. Dice que si una persona anda a la luz del día, no tropieza; pero, si trata de andar de noche, va dando traspiés.
Juan dice una y otra vez cosas que tienen un doble sentido: uno que está en la superficie y es verdad, y otro más escondido que es más verdad todavía. Así hace aquí.
(i) Hay un sentido en la superficie que es perfectamente cierto y que debemos tener en cuenta. El día judío, como el romano, se dividía en doce horas iguales que iban desde la salida hasta la puesta del Sol. Eso quiere decir, desde luego, que la duración de la hora variaba en proporción con el día y la estación del año. En la superficie, Jesús estaba diciendo sencillamente que uno no tropieza a la luz del Sol; pero, cuando llega la oscuridad, no se puede ver el camino. Por supuesto que entonces no había iluminación en las calles, y menos en las zonas rurales. En la oscuridad y con los medios de entonces era muy peligroso viajar.
Jesús está diciendo que una persona tiene que terminar su jornada laboral durante el día, porque llega la noche y no se puede seguir trabajando. El deseo natural de todo el mundo es llegar al final del día con el trabajo diario terminado. El estrés y la prisa de la vida se deben sencillamente al hecho de que tratamos de recuperar lo que debíamos haber hecho antes. Todos deberíamos usar el capital de tiempo del que disponemos sin disiparlo en inútiles extravagancias, por muy agradables que nos parezcan, para no quedar nunca en deuda de tiempo al final de cada día.
(ii) Pero por debajo de la superficie hay otro sentido. ¿Quién puede oír o leer la frase la luz del mundo sin pensar en Jesús? Una y otra vez Juan usa las palabras la oscuridad y la noche para describir la vida sin Cristo, dominada por el mal. En su dramático relato de la última cena, Juan nos dice que Judas salió para hacer los últimos preparativos de su traición. «Así que, después de recibir el bocado, salió inmediatamente; y era de noche» (Jn 13:30 ). La noche es el tiempo cuando una persona se aparta de Cristo para entregarse al mal.

El Evangelio se basa en el amor de Dios; pero, nos guste o no, también contiene una seria advertencia. Cada persona tiene sólo un cierto tiempo para hacer las paces con Dios mediante Jesucristo; y, si no lo hace, le espera el juicio. Por eso dice Jesús: «Acaba tu tarea principal; acaba la labor de restablecer la relación con Dios mientras tienes la luz del mundo; porque llega la hora en que, para ti también, se te echará encima la oscuridad, y será demasiado tarde.»
Ningún evangelio está tan seguro de que Dios ama al mundo como el de Juan; pero tampoco hay ningún otro tan seguro de que se puede rechazar ese amor. Tiene dos notas: la gloria de llegar a tiempo, y la tragedia de llegar demasiado tarde.

Fuente: Comentario al Nuevo Testamento

b. Camino a Betania: diálogo de Jesús con sus discípulos (vv. Jua 11:6-16)

Fuente: Comentario para Exégesis y Traducción

Este v. no menciona los nombres de Jesús ni de Lázaro. Dice literalmente el texto original: “entonces cuando él oyó que él estaba enfermo, permaneció en el lugar que estaba dos días”, lo que no queda muy claro. Para aclarar la cláusula es mejor poner explícito el nombre de Lázaro y dejar el pronombre personal referido a Jesús, pues este versículo sigue la línea de pensamiento del versículo anterior: “Sin embargo, cuando escuchó que Lázaro estaba enfermo se quedó dos días en aquel lugar”, “después de recibir el recado en cuanto a la enfermedad de Lázaro, se quedó en aquel lugar dos días”, «Sin embargo, a pesar de haberse enterado de que Lázaro estaba enfermo, continuó en aquel lugar otro par de días» (BI). El texto no da la razón por la cual Jesús se queda dos días después de saber que su amigo estaba enfermo, en vez de partir inmediatamente para Betania. Por supuesto, no era para que Lázaro muriera y así realizar un gran milagro, pues según el v. Jua 11:17 Lázaro ya habría muerto cuando Jesús recibió la noticia. Ahora, por la reacción de Marta comunicada en el v. Jua 11:21, parece que ella pensaba que Jesús llegaría cuando Lázaro estaba aún con vida. En la traducción no se debe dar la idea de indiferencia o negligencia por parte de Jesús.

Fuente: Comentario para Exégesis y Traducción

se quedó dos días más. El aparente propósito de este retraso fue para enfatizar el efecto del milagro. Jesús supo que Lázaro había muerto, lo que posiblemente había sucedido cuando los mensajeros vinieron a avisarle que Lázaro estaba enfermo (vers. 14).

Fuente: La Biblia de las Américas