Comentario de Juan 12:12 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia

Al día siguiente, cuando oyeron que Jesús venía a Jerusalén, la gran multitud que había venido a la fiesta

12:12 El siguiente día, grandes multitudes que habían venido a la fiesta, (según Josefo, entre dos millones y tres millones asistían a la fiesta de la Pascua) al oír que Jesús venía a Jerusalén, — «¿Qué os parece? ¿No vendrá a la fiesta?» (11:56). Aquí está la respuesta: El está en camino. «Venía a Jerusalén» aunque los oficiales habían dado orden de que se le prendiera.

La Entrada Triunfal es otro evento que fue registrado por Mateo (21:1-11); Marcos (11:1-11); y Lucas (19:28-40), como también por Juan. Los hermanos de Jesús le habían exhortado, «Si haces estas cosas, manifiéstate al mundo», pero Jesús dijo, «Mi tiempo aún no ha llegado» (7:4, 6). Por esa causa había prohibido que se publicara mucho la obra milagrosa que El hacía (Mar 5:43; Mar 9:9; Mat 16:20; véase también Mat 12:19). Antes de esta fecha la euforia de la gente hubiera impedido su obra, pero ahora la actividad de esta multitud contribuía al cumplimiento de su obra, pues era importante que se declarara públicamente que El era el Mesías; es decir, era necesario que los judíos se dieran cuenta de la identidad de la persona que pensaban crucificar: ¡su propio Mesías!

Fuente: Comentario al Nuevo Testamento por Partain

mucha gente. Mat 21:8.

que había venido a la fiesta. Jua 11:55, Jua 11:56.

Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico

tomaron ramas de palmeras: Esto sucedió el domingo antes que Jesús resucitara, lo que hoy se llama domingo de ramos.

clamaban … Rey de Israel: Hasta este punto, Jesús no había aceptado las expresiones de apoyo del pueblo (Jua 6:15; Jua 7:1-8). Aquí permitió el entusiasmo público. Entró en Jerusalén sobre el lomo de un asno, lo que cumplió una profecía (Zac 9:9) y como tal era una proclamación pública de que Jesús era el Mesías.

Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe

LA ENTRADA TRIUNFAL. Véanse Mar 11:9, nota; Luc 19:28, nota.

Fuente: Biblia de Estudio Vida Plena

El siguiente día. Domingo, el día posterior a la visita de Jesús a Betania (vea la nota sobre el v. Jua 12:1).

Fuente: Biblia de Estudio MacArthur

Este pasaje marca la entrada triunfal en Jerusalén que se ha denominado el Domingo de Ramos. Es uno de los pocos episodios de la vida de Jesús que está registrado en los cuatro Evangelios (Mat 21:1-11; Mar 11:1-11; Luc 19:29-38). Mediante este acto Jesús se presentó de manera oficial a la nación como el Mesías y como el Hijo de Dios. El sanedrín y otros líderes judíos querían asesinarlo, pero no durante la Pascua porque temían agitar a las multitudes que lo seguían (Mat 26:5; Mar 14:2; Luc 22:2). No obstante, Jesús entró en la ciudad en el tiempo propicio y preparó todo de antemano para que sucediera precisamente el día de la Pascua, en el cual los corderos eran sacrificados. Como dicen las Escrituras: «nuestra pascua, que es Cristo, ya fue sacrificada por nosotros» (1Co 5:7; 1Pe 1:19). En el tiempo perfecto de Dios (vea Jua 7:30; Jua 8:20), el momento preciso dispuesto desde la eternidad, Jesús se presentó para morir (v. Jua 12:23; Jua 10:17-18; Jua 17:1; Jua 19:10-11; cp. Hch 2:23; Hch 4:27-28; Gál 4:4).

Fuente: Biblia de Estudio MacArthur

12:12 El siguiente día, grandes multitudes que habían venido a la fiesta, (según Josefo, entre dos millones y tres millones asistían a la fiesta de la Pascua) al oír que Jesús venía a Jerusalén, — «¿Qué os parece? ¿No vendrá a la fiesta?» (11:56). Aquí está la respuesta: El está en camino. «Venía a Jerusalén» aunque los oficiales habían dado orden de que se le prendiera.
La Entrada Triunfal es otro evento que fue registrado por Mateo (21:1-11); Marcos (11:1-11); y Lucas (19:28-40), como también por Juan. Los hermanos de Jesús le habían exhortado, «Si haces estas cosas, manifiéstate al mundo», pero Jesús dijo, «Mi tiempo aún no ha llegado» (7:4, 6). Por esa causa había prohibido que se publicara mucho la obra milagrosa que El hacía (Mar 5:43; Mar 9:9; Mat 16:20; véase también Mat 12:19). Antes de esta fecha la euforia de la gente hubiera impedido su obra, pero ahora la actividad de esta multitud contribuía al cumplimiento de su obra, pues era importante que se declarara públicamente que El era el Mesías; es decir, era necesario que los judíos se dieran cuenta de la identidad de la persona que pensaban crucificar: ¡su propio Mesías!

Fuente: Notas Reeves-Partain

LA BIENVENIDA AL REY

Juan 12:12-19

Al día siguiente, todo el gentío que estaba en Jerusalén para la fiesta se enteró de que Jesús iba de camino para allá. Entonces cortaron ramas de palmera, y salieron a recibirle. Y no dejaban de gritar:
-¡Hosanna! ¡Benito el que viene en el nombre del Señor, Que es el Rey de Israel!
Jesús se encontró un borriquillo, y se sentó sobre él, como dice la Escritura: «¡No tengas miedo, hija de Sión! ¡Mira: tu Rey está llegando, sentado sobre un pollino!» En aquel momento los discípulos no comprendieron lo que quería decir todo aquello; pero, después que Jesús fue glorificado, se acordaron de todo lo que le hicieron, y de que ya estaba escrito acerca de El.
La multitud que estaba con Él daba testimonio de cómo había llamado a Lázaro de la tumba y le había resucitado. Fue precisamente porque oyeron que había realizado aquella señal por lo que la multitud salió a recibirle. A eso los fariseos se dijeron unos a otros:
-¡Ya veis que las medidas que habéis tomado no han servido para nada! ¡Fijaos! ¡Todo el mundo se va tras ÉL!

La Pascua, Pentecostés y Tabernáculos eran las tres fiestas de guardar de los judíos. Para la Pascua venían a Jerusalén judíos de todo el mundo. Dondequiera que viviera un judío, su ambición era celebrar una Pascua en Jerusalén. Hasta el día de hoy y a lo largo de todas las edades, cuando los judíos celebran la Pascua en su lugar de residencia, dicen: » ¡Este año aquí; pero el que viene, en Jerusalén!»
Por entonces, Jerusalén y todos los pueblos de alrededor estaban abarrotados de peregrinos. En cierta ocasión se hizo un censo de los corderos que se mataron para la fiesta de la Pascua, y se alcanzó la cifra de 256.000. Tenían que ser un mínimo de diez personas por cordero; así que, si los Números eran correctos, tiene que haber habido unas 2,700.000 personas en Jerusalén y alrededores aquel año. De modo que, aunque la cifra fuera exagerada, sigue siendo verdad que la población de Jerusalén se multiplicaba en esas fechas.
Se habían divulgado noticias y rumores de que Jesús, el que había resucitado a Lázaro, estaba de camino hacia Jerusalén. Había dos multitudes: la que acompañaba a Jesús desde Betania, y la que salió a su encuentro de Jerusalén; y deben de haber fluido juntas como una doble marea de la Marcos Jesús llegaba cabalgando en un borriquillo. Cuando la gente le encontraba, le recibía como a un conquistador. Y la vista de la tumultuosa bienvenida sumió a las autoridades en las profundidades de la desesperación; porque parecía que nada de lo que ellos hicieran podía detener la avalancha de los seguidores de Jesús. Este incidente evangélico es tan importante que debemos hacer todo lo posible para comprender qué fue exactamente lo que sucedió.
(i) Algunos de la multitud no eran más que espectadores. ¡Ahí iba uno que, según se decía, había resucitado a un muerto! Y muchos habían salido, sencillamente, a ver a una figura sensacional. Siempre es posible atraer gente por un tiempo con sensacionalismo y una publicidad astuta; pero no suele durar. Muchos de los que aquel día consideraban a Jesús sensacional, aquella misma semana pedirían su muerte.

(ii) Muchos de la multitud vitoreaban a Jesús como a un conquistador. En el fondo, esa era la atmósfera dominante de toda la escena. La saludaban con las palabras: «¡Hosanna! ¡Benito el que viene en el nombre del Señor, que es el Rey de Israel!» La palabra Hosanna quiere decir en hebreo ¡Salva ahora!; y el grito de la gente era casi precisamente el equivalente de: «¡Dios salve al Rey!»

Las palabras con las que dieron la bienvenida a Jesús son iluminadoras. Son una cita del Sal 118:25-26 . Ese Salmo tenía muchas referencias que no podían por menos de estar presentes en la mente de la mayoría. Era el último Salmo del grupo conocido como Hallel (113-118). La palabra hallel quiere decir ¡Loado sea Dios!, y estos son Salmos de alabanza.

Formaban parte de las primeras cosas que se aprendían de memoria los chicos judíos. Se cantaban a menudo en los cultos de alabanza y acción de gracias del templo; y eran parte del ritual de la Pascua. Además, este Salmo en particular estaba íntimamente relacionado con el ritual de la fiesta de los Tabernáculos, en el que los adoradores llevaban manojos de palmera, arrayán y sauce que se llamaban lulab. Iban todos los días al templo con ellos. Todos los días de la fiesta daban la vuelta al altar mayor de los holocaustos, una vuelta los seis primeros días y siete el último; y, conforme iban marchando, cantaban triunfalmente versículos de este Salmo, y especialmente estos mismos. De hecho, es posible que este Salmo se compusiera para cantarlo en la primera celebración de los Tabernáculos cuando Nehemías acabó de reconstruir los muros y la ciudad, y los judíos volvieron a su patria desde Babilonia y pudieron celebrar otra vez los cultos en el templo (Neh 8:14-18 ). Este era, sin duda, el Salmo de las grandes ocasiones, y la gente lo sabía muy bien.

Además, éste era el Salmo del conquistador por excelencia. Para dar un ejemplo: estos mismos versículos los cantó y gritó la población de Jerusalén al dar la bienvenida a Simón Macabeo cuando volvió de conquistar Acra, rescatándola de cien años de dominio sirio. Sin duda, cuando la multitud cantaba ese Salmo, estaba dando la bienvenida a Jesús como el Libertador Ungido por Dios, el Mesías esperado. Y no hay duda de que le recibían como conquistador. Para ellos sería una cuestión de tiempo el que sonaran las trompetas llamando a las armas, y la nación de Israel se lanzaba a la tan esperada victoria sobre Roma y el mundo entero. Jesús se acercaba a Jerusalén en olor de multitud y entre sus gritos que le aclamaban como el conquistador que estaban esperando; lo que le dolería profundamente, porque le veían precisamente como lo que Él había rehusado ser.

LA BIENVENIDA AL REY

Juan 12:12-19 (conclusión)

(iii) En una situación semejante está claro que Jesús no se podía dirigir a la multitud. No habría podido alcanzar con su voz a una audiencia tan extensa y enfervorizada; así es que hizo algo que todo el mundo podía ver: entró en Jerusalén montado en un borriquillo.

Aquello tenía dos significados.

(a) Primero: era presentarse claramente como el Mesías. Fue una representación dramática de las palabras del profeta Zacarías. Juan no da la referencia porque citaría de memoria. Zacarías había dicho: «¡Alégrate mucho, hija de Sión! ¡Da voces de júbilo, hija de Jerusalén! ¡Mira a tu Rey que viene a ti, triunfante y victorioso, humilde y cabalgando en un asno, en un borriquillo hijo de asna!» (Zac 9:9 ). Al cumplir así la profecía, Jesús se presentaba como el Mesías sin dejar lugar a ninguna clase de dudas.

(b) Pero, segundo: se presentaba como un Mesías de una cierta clase. No debemos malentender esta escena. Entre nosotros, el asno es un animal pobre y despreciado, pero en el Este se le consideraba noble. El juez Jair tenía treinta hijos que cabalgaban en asnos (Jue 10:4 ). Ajitófel, también usaba la misma montura (2S 17:23 ). Mefiboset, el príncipe heredero hijo de Saúl, vino a ver a David montado en un asno (2S 19:26 ). El sentido es que un rey se presentaba montado a caballo cuando iba en son de guerra, pero en un asno cuando iba en son de paz. La acción de Jesús era una señal de que Él no era la figura bélica que muchos soñaban, sino el Príncipe de Paz. Nadie lo comprendió así entonces, ni siquiera sus discípulos, que deberían haber tenido más discernimiento. Todos tenían la mente llena de una clase de histeria multitudinaria. Aquí estaba el Que había de venir; pero ellos esperaban al Mesías de sus sueños de grandeza y de sus fantasías nacionalistas; no esperaban al Mesías que Dios les habían enviado. Jesús trazó un cuadro dramático de lo que Él pretendía ser; pero nadie entendió su simbolismo.

(iv) Entre bastidores estaban las autoridades judías. Se sentían fracasados y desesperados: nada de lo que pudieran hacer parecía bastar para detener el impacto de Jesús. «¡Todo el mundo se va tras El!» En este dicho de las autoridades tenemos otro ejemplo de la ironía dramática en la que Juan es un maestro. No hay otro autor en el Nuevo Testamento que pueda decir más con menos palabras. Fue porque Dios amó tanto al mundo por lo que Jesús vino al mundo; y aquí, sin darse cuenta del alcance de sus palabras, sus enemigos están diciendo que el mundo entero se va tras Él. En la sección siguiente, Juan nos va a contar cómo llegaron unos griegos a Jesús. Los primeros representantes de ese mundo más amplio, los primeros buscadores de fuera, están a punto de aparecer. Las autoridades judías estaban diciendo algo que era mucho más verdad de lo que ellos pensaban.

No podemos dar por terminado nuestro estudio de este pasaje sin hacer referencia al detalle más sencillo y más conmovedor de todos. Rara vez, si alguna, se ha producido en toda la Historia de la humanidad un despliegue tan magnífico de valentía consciente como la de Jesús en la Entrada Triunfal. Debemos tener presente que Jesús era ya un fuera de la ley, y que las autoridades estaban decididas a acabar con Él. La prudencia más elemental habría bastado para aconsejarle que se diera la vuelta y se refugiara en Galilea o en el desierto. Si tuviera que entrar en Jerusalén de todas formas, la precaución más elemental le habría exigido hacerlo de incógnito y buscándose escondites bien seguros. Pero Jesús entró en Jerusalén de tal manera que todas las miradas se enfocaron en su persona. Fue una acción del valor más superlativo, porque desafiaba a todo lo que la humanidad le pudiera hacer; y fue la acción del amor más superlativo, porque fue la última apelación del amor antes del final.

Fuente: Comentario al Nuevo Testamento

c. La entrada triunfal de Jesús en Jerusalén (vv. Jua 12:12-19)

Análisis de discurso

El relato de “la entrada triunfal” aparece en los cuatro evangelios. Juan expresa en esta perícopa dos ideas centrales de su teología: (1) Que Jesús es “el rey de Israel”, es decir, el rey que Dios prometió para la salvación del pueblo de Israel (cf. v. Jua 12:13). (2) Que los discípulos de Jesús no entendieron esto durante su convivencia con Jesús, sino después.

TÍTULO: Con diferencias mínimas la gran mayoría de las versiones identifican este pasaje como La entrada triunfal en Jerusalén (RV60, RV95, BI, BA). Una variante significativa es La entrada mesiánica de Jesús en Jerusalén (BA, NBE), la cual nos parece un título adecuado. Otra alternativa es Jesús es saludado como el Mesías al entrar en Jerusalén.

Análisis textual y morfosintáctico

Fuente: Comentario para Exégesis y Traducción

Al día siguiente, grandes multitudes que habían ido a la fiesta. Este día era el domingo, según Jua 12:1. “La fiesta” lógicamente se refiere a la celebración de la Pascua. «Cuando algunos escucharon que Jesús iba a llegar a la ciudad» (TLA), “se dieron cuenta que Jesús venía a Jerusalén”. Como ya se mencionó en el v. Jua 12:9, es problemática la frase “la gran multitud”. Aquí se menciona con artículo definido. La NEB traduce: «Al siguiente día, el gran grupo de peregrinos que habían venido para la fiesta». También este versículo se puede traducir con dos oraciones, una principal y otra temporal subordinada que sirva de enlace con el v. Jua 12:13 : “Al otro día un gran gentío había venido para celebrar la Pascua. Cuando se enteraron que Jesús venía también para la fiesta en Jerusalén”.

Fuente: Comentario para Exégesis y Traducción

— a la fiesta: Con artículo y sin más especificación se refiere, sin duda, a la fiesta de la Pascua (ver Jua 11:55 y nota a Jua 2:13).

Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana

entrada en Jerusalén

En este período las multitudes reunidas para la Pascua podían ser inmensas. El deseo de la multitud de saludar a Jesús estaba en marcado contraste con la línea oficial. El uso de ramas de palmera tenía su origen en la fiesta de los Tabernáculos, pero se había asociado entonces con otras fiestas (13). Sacudirlas era una señal de honor para una persona victoriosa. El canto de Hosanna procede del Sal. 118:25, 26 que era uno de los que cantaban en la subida a Jerusalén. El título Rey de Israel muestra claramente el significado mesiánico del cántico. En los vv. 14, 15 Juan cita Zac. 9:9 para sustentar la entrada de Jesús en Jerusalén sobre un borriquillo más que sobre un caballo de guerra. Juan vuelve a mencionar una falta de comprensión de parte de los discípulos. Sólo después de la resurrección, que aquí se describe como la glorificación de Jesús, algunos de ellos entendieron.

Pareciera que hay dos multitudes diferentes mencionadas en los vv. 17, 18. Un grupo había visto el milagro de la restauración de Lázaro y el otro había oído sobre el hecho. Todo ello había causado desesperación de parte de los fariseos porque no podían cumplir fácilmente su plan. Hay una exageración, fruto de esa desesperación, de su parte al anunciar que el mundo se va tras él (ver vv. 42, 43). Para un caso paralelo de exageración cf. 11:48.

Fuente: Nuevo Comentario Bíblico Siglo Veintiuno

Al día siguiente. Usualmente se sitúa este día como el domingo anterior a la resurrección del Señor, o sea, el Domingo de Palmas.

Fuente: La Biblia de las Américas

Leyendo con cuidado los Evangelios no puede menos que observarse que la conducta de nuestro Señor, en la época de que nos ocupamos de su vida, es muy peculiar. Es diferente de su conducta en otros tiempos. Antes lo veíamos que se substraía lo más que era posible de la atención del público, ya retirándose al desierto, ya calmando el entusiasmo de los que querían presentarlo ante el pueblo y hacerlo rey. «No contendía, ni voceaba, ni hacia oír su voz en las calles.» Mat 12:19. Después, por el contrario, lo vemos entrar públicamente en Jerusalén, rodeado por un inmenso gentío y haciendo decir aun á los fariseos: «He aquí que el mundo se va en pos de él..
No es difícil explicar esta aparente inconsecuencia. Al fin había llegado el tiempo en que Cristo iba á morir por los pecados del mundo; en que el Verdadero Cordero pascual iba á ser inmolado; en que la verdadera sangre de la expiación iba á ser derramada; en que el Mesías iba á ser muerto de acuerdo con las profecías (Dan 9:26) y el camino del santo de los santos iba á ser abierto á toda la humanidad por el verdadero Sumo Sacerdote. Sabiendo todo esto nuestro Señor llamó intencionalmente la atención hacia sí, presentándose de una manera conspicua ante la nación judía. Propio era y corriente que esto no se hiciese en un rincón. Act. 26:26. De ningún episodio de la historia de nuestro Señor puede decirse con mayor razón que tuviera lugar en público como de la luctuosa escena del Calvario. Fue crucificado precisamente á tiempo que todas las tribus estaban congregadas en Jerusalén para celebrar la pascua. Ni fue esto todo; murió en la semana que, por su singular entrada á Jerusalén hizo que los ojos de todos los israelitas se fijasen en él.
Enséñasenos en estos versículos cuan voluntarios fueron los sufrimientos de Jesucristo.
Es imposible no percibir al leer el pasaje de que tratamos que nuestro Señor ejercía un influjo misterioso en la mente y la voluntad de todos los que lo rodeaban, siempre que tenía á bien servirse de él. Ninguna otra cosa puede explicar el efecto que su proximidad á Jerusalén produjo en la muchedumbre que lo acompañaba. Parece esta haber sido movida por un poder secreto al cual se veía obligada á obedecer, á despecho del desagrado de los caudillos de la nación.
En una palabra, así como se podía nuestro Señor hacer obedecer de los vientos, las olas, las enfermedades y los poseídos del demonio, así mismo podía dominar las mentes de los hombres de acuerdo con su voluntad.
Porque el caso de que venimos hablando no es único en su clase. Los habitantes de Nazaret no pudieron detenerlo cuando él quiso pasar por en medio de ellos y seguir su camino. Luk 4:30. Los enfurecidos moradores de Jerusalén no pudieron detenerlo cuando intentaron usar de la violencia con él en el templo; mas, pasando por en medio de ellos, se alejó de su vista. Joh 8:59. Aun más, los mismos soldados que fueron á aprehenderlo en el jardín retrocedieron la primera vez y cayeron en el suelo Juan 8.6 En todos estos casos solo puede darse una explicación: Jesús usó de su poder divino. Durante su vida en la tierra ocultaba misteriosamente su poder, más podía hacer uso de él cuando quería.
¿Por qué, pues, no resistió a sus enemigos posteriormente? ¿Por qué no esparció como aristas por el viento la cuadrilla de solados que vinieron a capturarlo? Solo puede aducirse una razón: fue que se hizo mártir voluntariamente para obtener la redención de almas perdidas. Se había propuesto entregar su propia vida como rescate, para que nosotros consiguiéramos eterna bienaventuranza, y la entregó sobre la cruz de todo corazón. No sufrió y derramó su sangre porque no pudiera evitarlo, porque hubiera sido vencido por fuerzas superiores, sino porque nos amó y se complació en entregarse por nosotros como sustituto nuestro.
Tranquilicemos nuestros corazones con esta idea consoladora. Fue la delicia de nuestro Salvador hacer la voluntad de su Padre, y abrir el camino para que el hombre culpable se pueda acercar hacia Dios sin temor. Se complació en la obra que vino a llevar a efecto, y amó al mundo pecador que había venido a salvar.
Jamás, pues, lleguemos a imaginarnos que el Salvador no ama ni se complace en salvar a los pecadores que vienen hacia él. Aquel que voluntariamente se ofreció como sacrificio en la cruz, voluntariamente se ofrece como Salvador a la diestra de Dios.
En estos versículos se nos enseña, por otra parte, con cuenta minuciosidad se cumplieron todas las profecías que se referían al Salvador.
La entrada a Jerusalén en un pollino podría parecer al principio un acto insignificante. Más si examinamos el Antiguo Testamento, veremos que ese acto había sido predicho por el profeta Zacarías quinientos años antes, y que la venida del Redentor no fue el único suceso que el Espíritu Santo había revelador a los padres, sino que aún los más pequeños detalles de su vida terrenal fueron previstos y registrados con exactitud.
Acontecimientos como este en cumplimiento de la profecías merecen especial atención de los que tienen afición a la Biblia y la leen con reverencia, pues demuestran que todas las Escrituras fueran escritas bajo inspiración de Dios, y nos enseñan que debemos guardarnos de la perniciosa práctica de espiritualizar el lenguaje de la Biblia y evadir o disimular las dificultades que algunos pasajes presentan. Debemos convencernos de que el significado llano y literal de la Biblia es por lo general el más correcto y verdadero. A la vista tenemos la prueba de cómo se cumplió al pie de la letra una profecía de Zacarías, sino que real y verdaderamente entró a Jerusalén en un pollino.

Fuente: Los Evangelios Explicados

R762 El artículo que aparece en ὁ Ἰησοῦς es reiterativo y se refiere al Jesús que antes se mencionó (comp. el v. 1).

Fuente: Ayuda gramatical para el Estudio del Nuevo Testamento Griego

Lit. la numerosa gente.

Fuente: La Biblia Textual III Edición