Comentario de Juan 12:23 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia

Y Jesús les respondió diciendo: —Ha llegado la hora para que el Hijo del Hombre sea glorificado.

La hora ha llegado en que el Hijo del Hombre ha de ser glorificado. Jua 13:31, Jua 13:32; Jua 17:1-5, Jua 17:9, Jua 17:10; Isa 49:5, Isa 49:6; Isa 53:10-12; Isa 55:5; Isa 60:9; Mat 25:31; 1Pe 2:9, 1Pe 2:10.

Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico

Ha llegado la hora: Anterior a esto, Jesús había dicho que su hora todavía no llegaba (Jua 2:4; Jua 7:6, Jua 7:30; Jua 8:20). Ahora había llegado el tiempo para que Cristo muriera y se levantara de la muerte (Jua 13:1; Jua 16:32; Jua 17:1).

Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe

EL HIJO DEL HOMBRE SEA GLORIFICADO. Jesús se refiere a su muerte como una glorificación en vez de una tragedia. Él les dice a sus discípulos que la manera de llevar fruto es mediante el sufrimiento y la muerte (v. Jua 12:24).

Fuente: Biblia de Estudio Vida Plena

hora. Se refiere al tiempo de la muerte, resurrección y exaltación de Jesús (v. Jua 12:27; Jua 13:1; Jua 17:1). La hora de Jesús siempre se había proyectado al futuro (Jua 2:4; Jua 4:21; Jua 4:23; Jua 7:30; Jua 8:20). Hijo del Hombre. Vea la nota sobre Jua 1:51.

Fuente: Biblia de Estudio MacArthur

LA SORPRENDENTE PARADOJA

Juan 12:23-26

Jesús se dirigió a ellos con las siguientes palabras: -Ha llegado la hora de que el Hijo del Hombre sea glorificado. Esto que os digo es la pura verdad: a menos que un grano de trigo caiga en la tierra y muera, no llega a ser nada más que uno solo; pero, si muere, se multiplica en mucho fruto. El que no ama nada más que su propia vida, es el que la pierde; pero el que aborrece su vida en este mundo, ese es el que la conserva para la eternidad. El que quiera servirme, que me siga; y donde yo esté, allí estará también mi servidor.

Sería difícil encontrar otras palabras de Jesús en el Nuevo Testamento que les produjeran un desencanto tan grande como estas a los que las oyeran por primera vez. Empiezan de una forma que sería lo primero que cualquiera podría esperar; pero acaban diciendo precisamente lo contrario.
«Ha llegado la hora dijo Jesús en que el Hijo del Hombre ha de ser glorificado.» Estaba claro que las cosas habían ido conduciendo a una crisis, y que esa crisis había llegado a producirse. Pero la idea que tenía Jesús de lo que esa crisis implicaba era totalmente distinta de la que tenían los demás. Cuando Jesús hablaba del Hijo del Hombre, no quería decir lo que la gente se figuraba. Para comprender el carácter demoledor de este breve párrafo debemos tratar de saber lo que los judíos entendían por el Hijo del Hombre. Ese término procedía del libro de Daniel. En el capítulo 7, versículos 1-8, el autor ha descrito las potencias mundiales que han ejercido dominio: los asirios, los babilonios, los medos y los persas. Fueron tan crueles, salvajes y sádicos que no se podían describir más que como fieras -el león con alas de águila, el oso con tres costillas entre los dientes, el leopardo de cuatro alas y cuatro cabezas y la terrible fiera con dientes de hierro y diez cuernos. Esos eran los símbolos de las potencias que habían ejercido dominio hasta entonces. Pero, en la visión del profeta, iba a venir al mundo un nuevo poder que iba a ser benigno, humano y piadoso, por lo que se le representa, no con la figura de otra fiera, sino con la de un ser humano. Este pasaje quiere decir que el día del salvajismo iba a pasar, e iba a amanecer el día de la humanidad.

Ese era el sueño de los judíos: la edad de oro, cuando la vida sería suave y ellos serían los amos del mundo. Pero, ¿cómo vendría ese día? Cada vez veían más claro que su nación era tan pequeña y su poder tan reducido que la edad de oro no podía venir por medios y poder humanos, sino que tendría que venir por una directa intervención de Dios. El enviaría a Su Campeón para que lo instaurara. Así que se retrotrajeron a la figura del libro de Daniel, y ¿Qué más natural que llamar al Campeón el Hijo del Hombre? La frase que había sido simplemente un símbolo se tomó como la descripción de una persona. Entre el Antiguo y el Nuevo Testamento surgió toda una literatura acerca de la edad de oro y cómo se iba a producir. Entre sus problemas y sufrimientos, en sus opresiones y esclavitudes, los judíos nunca olvidaron ni descartaron su sueño. Uno de esos libros tuvo una influencia muy especial: el Libro de Enoc, en el que se habla repetidamente del Hijo del Hombre. El Hijo del Hombre es una figura extraordinaria que, como si dijéramos, Dios tiene sujeto en una traílla. Pero llegará el día en que Dios le suelte, y vendrá con poderes divinos que ninguna persona ni reino podrá resistir, y abrirá el camino para el imperio universal de los judíos.

Para los judíos, el Hijo del Hombre representaba al Conquistador mundial e invencible enviado por Dios. Así que Jesús dice: «Ha llegado la hora en que el Hijo del Hombre ha de ser glorificado.» Sus oyentes entenderían: «¡Sí, ya es hora de que el Campeón de Israel se levante y se cubra de gloria!» Creerían que la trompeta de la eternidad había sonado, que el poder del Cielo estaba en marcha y que la campaña victoriosa ya había comenzado.
Pero Jesús no quería decir eso cuando hablaba de ser glorificado. Ellos entendían que los reinos de la Tierra serían sojuzgados y hollados bajo los pies del Conquistador; pero por glorificado Jesús entendía crucificado. Cuando se mencionó al Hijo del Hombre glorificado, ellos entendieron la conquista llevada a cabo por los ejércitos de Dios; pero Jesús se refería a la conquista de la Cruz.

La primera frase de Jesús inflamaría los corazones de los oyentes; a continuación siguió una serie de dichos que los dejarían confusos y perdidos, porque les resultarían incomprensibles o increíbles; porque hablaban, no en términos de conquista, sino de sacrificio y muerte. Nunca entenderemos a Jesús, ni la actitud de los judíos hacia Él, hasta que nos demos cuenta de que Jesús puso al revés todas las ideas que ellos tenían, cambiando un sueño de conquista en la visión de la Cruz. No nos sorprende que no le entendieran; la tragedia fue que se negaran a intentarlo.

LA SORPRENDENTE PARADOJA

Juan 12:23-26 (conclusión)

¿Cuál era la sorprendente paradoja que Jesús estaba enseñando? Estaba diciendo tres cosas, que son variantes de una verdad central de la fe y de la vida cristiana.
(i) Estaba diciendo que sólo por medio de la muerte viene la vida. El grano de trigo es ineficaz e improductivo mientras se conserve, como si dijéramos, seguro y a salvo. Es cuando se arroja a la tierra y se entierra como en una tumba cuando lleva fruto. Fue la muerte de los mártires lo que hizo que la Iglesia creciera. Es verdad la famosa frase: «La sangre de los mártires es la semilla de la Iglesia.»
Todas las grandes empresas han vivido porque ha habido personas dispuestas a dar la vida por ellas. Pero aún hay algo más personal. A veces es sólo cuando sepultamos los intereses y las ambiciones personales cuando empezamos a serle útiles a Dios para algo. Cosmo Lang llegó a ser arzobispo de Canterbury. En un tiempo había tenido grandes ambiciones mundanas. La influencia de un amigo piadoso le guió a abandonarlas y entrar en la Iglesia de Inglaterra. Cuando estaba estudiando para el ministerio en Cuddesdon, orando en la capilla un día oyó inconfundiblemente una voz que le decía: «¡Se te necesita!» Fue después de enterrar sus ambiciones personales cuando empezó a serle útil a Dios.
Por la muerte viene la vida. Por una lealtad hasta la muerte han nacido y se han conservado las cosas más preciosas que posee la humanidad. Por la muerte al deseo y a la ambición personal se llega a estar disponible para Dios.

(ii) Estaba diciendo que la única manera de no perder la vida es darla. El que ama su propia vida está movido por dos motivos: el egoísmo y el deseo de seguridad. No una ni dos, sino muchas veces insistió Jesús en que el que atesora su vida acaba por perderla, y el que la entrega es el que al final la conserva. Hubo un famoso evangelista que se llamó Christmas Evans, que siempre estaba lanzado predicando a Cristo. Sus amigos le suplicaban que tomara las cosas con un poco de calma, pero él siempre contestaba: «Es mejor consumirse que enmohecerse.» Cuando Juana de Arco supo que sus enemigos eran muy fuertes y que le quedaba poco tiempo, Le dijo a Dios: «No voy a durar más que un año. Úsame todo lo que puedas.» Una y otra vez Jesús estableció esta ley (Mr 8:35 ; Mt 16:25 ; Lc 9:24 ; Mt 10:39 ; Lc 17:33 ).

No tenemos más que pensar en lo que este mundo habría perdido si no hubiera habido personas dispuestas a olvidar su seguridad, bienestar, ganancia y promoción personal. El mundo se lo debe todo a los que se consumieron entregándose a sí mismos sin reservas a Dios y a sus semejantes. Probablemente existiremos algo más de tiempo si nos tomamos las cosas con calma, si nos evitamos las tensiones, si nos sentamos cómodamente y nos cuidamos de nosotros mismos. Puede que así existiéramos más tiempo pero no viviríamos.
(III) Estaba diciendo que la grandeza no se obtiene más que mediante el servicio. Las personas que el mundo recuerda con amor son las que han servido a los demás. Una cierta señora Berwick había sido muy activa en el trabajo del Ejército de Salvación en Liverpool. Cuando se jubiló, se mudó a Londres. Entonces vino la guerra, con sus bombardeos. A la gente se le ocurrían ideas extrañas, y una de ellas fue que, por lo que fuera, la pobre casa de la señora Berwick y su refugio eran especialmente seguros. Ella era ya muy anciana, y sus días de servicio en Liverpool eran ya un pasado bastante lejano; pero se dio cuenta de que todavía podía ser útil. Se hizo con una caja sencilla de primeros auxilios, y puso un anuncio en la ventana: «Si necesitas ayuda, llama aquí.» Esa es la actitud cristiana hacia nuestros semejantes.
Una vez le preguntaron a un chico en la escuela qué parte de la gramática eran las palabras mí y mío. Contestó -mejor de lo que pensaba- que eran pronombres agresivos. Desgraciadamente es muy cierto que la idea del servicio corre peligro de perderse en el mundo moderno. Hay muchos comerciantes, industriales y políticos que lo son sólo por lo que pueden sacar, sin pensar jamás en lo que pueden aportar a los demás, a la sociedad y a la patria. Puede que se hagan ricos; pero una cosa es verdad, y es que nunca se los amará, y el amor es la verdadera riqueza de la vida.
Jesús vino a los judíos y al mundo con una nueva visión de la vida. Ellos consideraban la gloria como conquista, adquisición y poder; como el derecho a mandar. Él la veía como una Cruz. El le enseñó a la humanidad que la vida sólo viene mediante la muerte; que sólo cuando la entregamos conservamos la vida; que la verdadera grandeza está en el servicio. Y lo más sorprendente es que, cuando nos ponemos a pensarlo un poco, la paradoja de Cristo no es, en el fondo, más que la verdad del sentido común.

Fuente: Comentario al Nuevo Testamento

Jesús les respondió diciendo: Ha llegado la hora para que el Hijo del hombre sea glorificado, “Jesús les contestó: la hora ha llegado para que el Hijo del hombre reciba el honor majestuoso”. “La hora” es el tiempo de la glorificación, lo que en otros idiomas deberá traducirse con un sentido más general, como “ahora ha llegado la ocasión” o “muy pronto sucederá la acción de dar honra esplendorosa”. En este caso queda ambiguo si los griegos llegan o no a hablar con Jesús. Es posible que todos escucharan esta respuesta de Jesús, en tal caso se puede decir: “Jesús les respondió a todos”.

En algunos idiomas la acción de “ser glorificado” necesita un agente, en este caso Dios: “el Hijo del hombre reciba la fama del Padre”, “el Hijo del hombre sea afamado por Dios” o “la ocasión ha llegado para que Dios muestre cuán maravilloso es el Hijo del hombre”.

Fuente: Comentario para Exégesis y Traducción

Jua 2:4; Jua 7:6; Jua 8:30; Jua 8:20; Jua 13:1; Jua 17:1; Mat 26:45; Mar 14:41; Luc 22:53.

Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana

— Hijo del hombre: Ver nota a Mat 8:20.

Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana

REFERENCIAS CRUZADAS

j 722 Jua 13:32; Jua 17:1

Fuente: Traducción del Nuevo Mundo

Ha llegado la hora. Jesús parece interpretar la presencia de los griegos como indicación de su glorificación que tendrá lugar próximamente, la cual no sólo sería para los judíos, sino también para todos los pueblos (v. coment. en 7:6).

el Hijo del Hombre. Véase coment. en Mt 8:20.

Fuente: La Biblia de las Américas

23 (1) La glorificación de Jesús como Hijo del Hombre fue Su resurrección, la cual consistía en que Su elemento divino, Su vida divina, fuera liberado del interior de la cáscara de Su humanidad para producir muchos creyentes en resurrección ( 1Pe_1:3), así como un grano de trigo (v.24) libera su elemento vital al caer en tierra y brotar de la tierra para llevar mucho fruto, es decir, para producir muchos granos.Véase la nota 1 (1) del cap.17.

Fuente: Comentario Del Nuevo Testamento Versión Recobro

Ha llegado la hora. Había llegado el tiempo por el cual había estado trabajando a lo largo de Su ministerio; a saber, el tiempo de Su muerte y resurrección. Este es el comienzo del clímax de Su ministerio.

Fuente: Biblia de Estudio Anotada por Ryrie

B216 Ἵνα introduce una limitación complementaria del sustantivo ὥρα (comp. T139; en este caso, ἵνα puede considerarse como una partícula temporal -H470): la hora ha llegado cuando.

Fuente: Ayuda gramatical para el Estudio del Nuevo Testamento Griego