Comentario de Juan 12:37 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia
Pero a pesar de haber hecho tantas señales delante de ellos, no creían en él;
12:37, 38 Pero a pesar de que había hecho tantas señales delante de ellos, no creían en él; para que se cumpliese la palabra del profeta Isaías, que dijo: Señor, ¿quién ha creído a nuestro anuncio? ¿Y a quién se ha revelado el brazo del Señor? — Las señales registradas por Juan eran y son suficientes para convencer a cualquier persona sincera de que Cristo es el Hijo de Dios (Jua 20:30-31), pero no convencen a los que no quieren convencerse, porque no les conviene. Esta dureza de corazón fue profetizada por Isaías (6:10). Es muy importante que los jóvenes entiendan que los que creen en Cristo no son ignorantes o supersticiosos; tampoco rechazan la ciencia (verdadera). Las señales hechas por Jesús eran y son adecuadas para producir la fe en cualquier persona sincera. Cristo quiere que todos piensen y razonen. El requiere que el hombre crea en El (que es el Hijo de Dios) porque ha mostrado la evidencia de esta verdad. Cristo quiere que los jóvenes (y todos) investiguen las evidencias y pruebas de su divinidad. Quiere que usen su intelecto. ¡El uso del intelecto no destruye la fe!Fuente: Comentario al Nuevo Testamento por Partain
Jua 1:11; Jua 11:42; Jua 15:24; Mat 11:20; Luc 16:31.
Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico
no creían: Su incredulidad es asombrosa. Sin embargo, el sufrimiento y muerte predichos no encajaban con la idea del pueblo del Mesías.
Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe
En estos versículos Juan ofrece una explicación basada en las Escrituras, a la difundida y terrible incredulidad de la nación judía. La razón es que la incredulidad no solo estaba prevista en las Escrituras, sino que era necesaria. En el v. Jua 12:38 Juan cita Isa 53:1, y en el v. Jua 12:40 cita Isa 6:10 (vea Rom 10:16), pasajes que recalcan el plan soberano de Dios con la dureza del corazón de Israel como una sentencia judicial (cp. el argumento de Pablo en Rom 9:1-33; Rom 10:1-21; Rom 11:1-36). Aunque Dios predestinó dicho juicio, no excluye la responsabilidad ni la culpabilidad humanas (vea Jua 8:24).
Fuente: Biblia de Estudio MacArthur
12:37, 38 Pero a pesar de que había hecho tantas señales delante de ellos, no creían en él; para que se cumpliese la palabra del profeta Isaías, que dijo: Señor, ¿quién ha creído a nuestro anuncio? ¿Y a quién se ha revelado el brazo del Señor? — Las señales registradas por Juan eran y son suficientes para convencer a cualquier persona sincera de que Cristo es el Hijo de Dios (Jua 20:30-31), pero no convencen a los que no quieren convencerse, porque no les conviene. Esta dureza de corazón fue profetizada por Isaías (6:10).
Es muy importante que los jóvenes entiendan que los que creen en Cristo no son ignorantes o supersticiosos; tampoco rechazan la ciencia (verdadera). Las señales hechas por Jesús eran y son adecuadas para producir la fe en cualquier persona sincera. Cristo quiere que todos piensen y razonen. El requiere que el hombre crea en El (que es el Hijo de Dios) porque ha mostrado la evidencia de esta verdad. Cristo quiere que los jóvenes (y todos) investiguen las evidencias y pruebas de su divinidad. Quiere que usen su intelecto. ¡El uso del intelecto no destruye la fe!
La palabra prejuicio quiere decir «juicio u opinión sobre algo antes de tener verdadero conocimiento de ello» (Larousse). Es indispensable que todos (mayormente los jóvenes) reconozcan que muchos incrédulos tienen un fuerte prejuicio contra Dios y contra la verdad, porque son pecadores y, por eso, están condenados por Dios. Por ejemplo, muchos creen en la evolución, pero aceptan esta «explicación» del origen del hombre, porque buscan una salida para no creer en la creación. Si aceptaran que Dios es el Creador, tendrían que aceptar que El es el Juez, y si aceptaran que Dios es el Juez, entonces no podrían — con buena conciencia — seguir en su vida de libertinaje. Los «científicos» aceptaron la evolución simple y sencillamente porque estaban resueltos a rechazar la creación. Tales incrédulos tienen corazones duros y conciencias cauterizadas. El problema, pues, no es intelectual, sino moral; es decir, no tiene nada que ver con la evidencia o la falta de evidencia para creer en Dios y en Cristo, sino más bien tiene que ver con la astucia del hombre que busca alguna manera «científica» para justificarse en su rebelión contra Dios. Es muy importante que los jóvenes entiendan esto para que no sean engañados por las palabras huecas y «los argumentos de la falsamente llamada ciencia» (1Ti 6:20).
Fuente: Notas Reeves-Partain
CIEGA INCREDULIDAD
Juan 12:37-41
Después de decir estas cosas, Jesús se marchó y se ocultó de ellos. Porque, aunque había realizado tan grandes señales delante de ellos, no creían en Él. Lo que sucedió era el cumplimiento de lo que había dicho el profeta Isaías: «Señor, ¿quién ha creído lo que le hemos dicho? ¿Y quién se ha dado cuenta de lo que ha realizado el brazo del Señor?» Fue por eso por lo que no pudieron creer; porque Isaías había dicho también: «Él les cegó los ojos, y les endureció el corazón; para que sea como si no hubieran visto, y como si no se hubieran enterado; no sea que se conviertan para que Yo los sane.» Isaías dijo esas cosas porque le vio en su gloria y habló acerca de Él.
Este pasaje ha causado mucha perplejidad a muchas personas. Juan cita dos pasajes de Isaías. El primero está tomado de Isa 53:1-2 . En él, el profeta pregunta si hay alguien que haya creído lo que él ha estado predicando, y si hay alguien que se haya dado cuenta del poder de Dios que se ha revelado. Pero es el segundo pasaje el que más nos inquieta. El original está en Isa 6:9-10 , y dice: «Y dijo: Anda, y di a este pueblo: Oíd bien, y no entendáis; ved por cierto, mas no comprendáis. Engruesa el corazón de este pueblo, y agrava sus oídos, y ciega sus ojos, para que no vea con sus ojos, ni oiga con sus oídos, ni su corazón entienda, ni se convierta, y haya para él sanidad» (R-V). Este pasaje recorre todo el Nuevo Testamento. Se cita o refleja en Mt 13:14-15 ; Mr 4:12 ; Lc 8:10 ; Rm 11:8 ; 2Co 3:14 ; Hch 28:27 . Lo terrible e inquietante es que parece decir que la incredulidad humana se debe a la voluntad de Dios; que Dios ha ordenado que ciertas personas no crean ni puedan creer. De cualquier manera que expliquemos este pasaje, no podemos creer que el Dios que nos ha revelado Jesús hiciera imposible el que sus hijos creyeran.
Aquí hay que decir dos cosas.
(i) Debemos intentar introducirnos en la mente y el corazón de Isaías. Él había proclamado la palabra de Dios con todo lo que tenía y era; y el pueblo se había negado a escuchar. Por último se vio obligado a decir: «Para lo que ha servido, me podría haber ahorrado hablar. En vez de hacer mejor al pueblo, mi mensaje parece que lo ha hecho peor. Mejor sería que no lo hubieran oído, porque siguen sumidos en su letargo, desobediencia e incredulidad. Se diría que lo que Dios quería era que no creyeran.» Las palabras de Isaías brotan de un corazón herido. Son las palabras de un hombre destrozado por el hecho de que su mensaje parecía hacer más daño que bien, hacer al pueblo peor en vez de mejor. Entender estas palabras con un frío literalismo es no entenderlas en absoluto.
(ii) Pero hay otra cosa. Los judíos creían firmemente que Dios estaba detrás de absolutamente todo. Creían que nada podría suceder fuera de la voluntad de Dios. Llevado al extremo, eso hacía a Dios responsable de que el pueblo no aceptara su mensaje, y que su incredulidad estuviera en el plan de Dios. Para decirlo de manera más actual y conforme con nuestra manera de pensar, no diríamos que la incredulidad es el plan de Dios, pero sí que Dios, en su sabia Providencia, puede usar hasta la incredulidad humana para su propósito de amor. Así lo entendió Pablo: vio que Dios había usado la incredulidad de los judíos para que el Evangelio se predicara a los gentiles.
Debemos comprender que este pasaje no dice que Dios predestinó a ciertas personas a la incredulidad, sino que ni siquiera la incredulidad humana puede hacer fracasar el propósito eterno de Dios. Aquellos judíos no creyeron en Jesús; eso no fue culpa de Dios, sino de ellos; pero hasta eso tiene su lugar en el esquema divino. » El mal que Él bendice es nuestro bien,» ha dicho alguien. Dios es tan grande que no hay nada en el mundo, ni siquiera el pecado, que pueda hacer fallar su plan de Salvación.
Fuente: Comentario al Nuevo Testamento
c. Los últimos desafíos ante la incredulidad (vv. Jua 12:37-50)
Análisis de discurso
Toda esta sección sirve como un comentario a la incredulidad de los judíos. No es un resumen exitoso de la presencia de Jesús, ni siquiera una síntesis histórica de su ministerio, sino más bien una apreciación teológica sobre la dureza de los judíos en tiempos de Jesús, por una parte, y durante las circunstancias propias del tiempo del evangelista a finales del siglo I, por otra.
Fuente: Comentario para Exégesis y Traducción
1) El testimonio de Isaías (vv. Jua 12:37-43)
TÍTULO: El acento de los títulos está puesto sobre la incredulidad de los judíos: Incredulidad de los judíos (RV60, RV95, BA, BI, otras), Por qué los judíos no creían en Jesús (DHH), Conclusión: la incredulidad de los judíos (BJ). Más amplio y neutral la NBE: Actitud final de los judíos y aviso de Jesús. Pero en realidad el pasaje menciona también que muchos judíos sí creyeron en Jesús, por ello proponemos Respuestas de incredulidad y de fe de los judíos al mensaje de Jesús.
Análisis textual y morfosintáctico
Fuente: Comentario para Exégesis y Traducción
Pero a pesar de que había hecho tantas señales delante de ellos, no creían en él. “Muchas de estas señales”, “numerosas señales” o “tantas señales” se entienda mejor como “tan grandes señales milagrosas”. “En su presencia” se entiende mejor que el texto literal “en frente de ellos”. En algunos idiomas clarificaría si se especificara “cuando ellos estaban mirando”, “mientras ellos observaban lo que pasaba” o, en conjunto: «A pesar de que habían visto con sus propios ojos los grandes milagros que Jesús había hecho, no creían en él» (BI).
Fuente: Comentario para Exégesis y Traducción
— milagros: Lit. señales. Ver nota a Jua 2:11.
Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana
Incredulidad persistente
En el párrafo siguiente Juan da el resumen de los efectos del ministerio de Jesús sobre la gente. Las señales que había realizado no habían llevado en general a la fe, y para dar una base a aquello se cita una profecía de Isa. 53:1. Jesús estaba experimentando el mismo tipo de rechazo que predijo Isaías. Se enfatizó la iniciativa divina, aunque la LXX dice que “ellos cerraron sus propios ojos”. Juan entendía las palabras de Isa. en el sentido de que ni el mensaje ni los hechos de Dios (el brazo del Señor) provocaron la fe de parte del pueblo. Después de la cita de Isa. 53, Juan se refiere a Isa. 6:10, cuando el profeta tuvo la visión de gloria en el templo. El sorprendente resultado de la incredulidad en el mensaje del profeta (40) se hace más vívido en el cumplimiento de esa profecía en el ministerio de Jesús, aunque las palabras de Isa. no le sean aplicadas específicamente.
El comentario de Juan en el v. 41 causa dificultades. ¿En qué sentido quiso decir que Isaías vio la gloria de Jesús, o de Dios? Considerando el porque en este versículo, parece que Juan vio una conexión directa entre el mensaje de Isa. y la misión de Cristo. Probablemente Juan tiene en la mente al Siervo sufriente de Isa. como apuntando a Cristo mismo. Lo que él vio fue la gloria de aquel que aún habría de venir. Por el otro lado, si Isaías realmente previó la gloria de Dios en Jesús, se debe presuponer que Jesús tuvo un papel activo en los mensajes de los profetas del AT. Pero es preferible la primera explicación.
Dentro de la afirmación del v. 37 sobre la incredulidad de los judíos, Juan señala algunos casos de fe, aun entre los líderes. Sin embargo, él admite que un factor que los inhibía en su fe era motivos de interés propio. Con demasiada frecuencia la fe se ha frenado por el temor de la reacción de los demás. Ser expulsados de la sinagoga (42) significaba la excomunión. En los tiempos de Juan puede haber habido los que seguían a Jesús de manera secreta. Estas palabras los reprenderían.
Los vv. 44-50 contienen una afirmación de Jesús sobre la importancia de una respuesta personal a su misión. Es como si Jesús, habiéndose retirado (36), volviera para hacer su último anuncio antes de dedicarse específicamente a sus discípulos (caps. 13-17). Por otro lado, es posible considerar que las palabras alzó la voz (44) presentan un resumen general de su enseñanza en la parte final de su ministerio. Hay temas conocidos aquí: la necesidad de la fe, la estrecha relación entre Jesús y el que lo envió (aquí repetida tres veces), la idea de Jesús como luz , y el contraste entre la luz y las tinieblas (44-46). El segundo tema principal es el juicio (47, 48). Aunque el juicio es determinado por la palabra de Jesús, sin embargo, su misión no era principalmente para este propósito. Su objetivo era la salvación; el juicio era sólo la consecuencia. Se dice que el agente del juicio es la palabra que he hablado (48), que se relaciona con la identificación inicial de Jesús como el Verbo (1:1). Es claro que la base de la autoridad es de gran importancia en el tema del juicio y aquí se basa en el perfecto acuerdo entre el Padre y el Hijo. El tema de la vida eterna mencionado en el v. 50 repite lo que ya se ha dicho antes en el Evangelio. Juan termina el ministerio público de Jesús con una afirmación que subraya la importancia de su enseñanza. Esto sirve como un vínculo con la siguiente sección, que se concentra en la enseñanza a los discípulos.
Fuente: Nuevo Comentario Bíblico Siglo Veintiuno
Estos versículos compendian el ministerio público de Jesucristo, y explican los rechazos que equivalen al rechazo de Dios.
Fuente: Biblia de Estudio Anotada por Ryrie
O, tantos milagros