Comentario de Juan 13:12 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia

Así que, después de haberles lavado los pies, tomó su manto, se volvió a sentar a la mesa y les dijo: —¿Entendéis lo que os he hecho?

13:1214 Así que, después que les hubo lavado los pies, tomó su manto, volvió a la mesa, y les dijo: ¿Sabéis (habéis entendido) lo que os he hecho? Vosotros me llamáis Maestro, y Señor; y decís bien, porque lo soy. Pues si yo, el Señor y el Maestro, he lavado vuestros pies, vosotros también debéis lavaros los pies los unos a los otros. — En lugar de buscar señorío, deberían buscar la manera de servir el uno al otro como si fueran esclavos (recuérdese que el servicio de lavar los pies era trabajo de los esclavos).

El pronombre vosotros no se refiere a nosotros sino a los apóstoles. (Compárese Mat 10:19-20; Hch 1:5; Hch 1:8, palabras dirigidas no a nosotros sino a los apóstoles). Jesús estuvo curando una enfermedad espiritual en sus apóstoles, porque por causa de su orgullo y egoísmo buscaban señorío el uno sobre el otro. Por eso, ese ejemplo era muy necesario para ellos.

Jesús no introdujo este acto en la iglesia como rito o ceremonia, como acto de culto (p. ej., como lo es la cena del Señor) como algunos suponen. Esa misma noche el Señor instituyó la cena del Señor, pero dijo claramente (Luc 22:29-30), «Yo, pues, os asigno un reino, como mi Padre me lo asignó a mí, para que comáis y bebáis a mi mesa en mi reino»; por eso, la cena del Señor era una parte integral del culto de la iglesia como lo muestran claramente Hch 2:42; Hch 20:7; 1Co 10:16; 1Co 11:23-27.

Pero la práctica de lavar los pies como ceremonia de la iglesia comenzó en el siglo cuatro cuando la iglesia ya se había apartado del patrón bíblico. No hay texto alguno que hable del lavamiento de los pies en alguna iglesia. Podría practicarse hoy en día bajo las mismas circunstancias, pero no como una ceremonia de la iglesia. Tiene que ser un verdadero acto de servicio para imitar lo que Jesús hizo.

Los que practican el lavamiento de los pies — creyendo que es un mandamiento para nosotros, pero sin tomar en cuenta que era un acto de servicio — destruyen el significado y la eficacia de este ejemplo de Jesús. Al convertir este acto en rito o ceremonia no hacen lo que Jesús hizo. Lo que El hizo fue un verdadero servicio porque los que caminaban con sandalias (como lo hacían los apóstoles) necesitaban este servicio; era una práctica común y agradable para el huésped. No era un rito eclesial hueco y sin significado.

No imitamos el ejemplo de Jesús si lavamos los pies a alguien que lleve zapatos y camine en calle pavimentada, sino cuando servimos al hermano de acuerdo con Mat 25:35-36. Este texto habla del verdadero servicio, igual a lo que El hizo cuando lavó los pies de los apóstoles.

El les dejó, pues, un ejemplo de humildad y de cómo practicar la verdadera hospitalidad, pero no nos ha dejado una ceremonia o la práctica de un acto careciente de significado en nuestra cultura.

La práctica de besar para saludar fue mandada también; para ser consecuentes los que requieren el lavamiento de pies deben exigir que la gente se salude con beso. Lo importante es que nos saludemos con toda sinceridad y amor, pero en muchos países el beso no es la práctica o la costumbre que exprese estas virtudes. La Biblia no impone las costumbres de ciertos pueblos sobre toda la iglesia universal.

En 1Ti 5:20 es muy obvio que el lavamiento de los pies de los santos está en el contexto de otros actos de servicio: «buenas obras… hospitalidad… lavado los pies de los santos… socorrido a los afligidos… practicado toda buena obra». ¡Esto es servicio! No es rito o ceremonia.

Los que insisten en que se practique el lavamiento de los pies como una ceremonia de la iglesia dicen que «Cristo no enseña costumbres ni tradiciones sino doctrina». Al decir esto quieren decir que Jua 13:5 no habla de costumbre, sino de doctrina, pero la doctrina no es el lavamiento de los pies, sino la humildad y la hospitalidad, y esta doctrina es para toda la iglesia de todo país y hasta el fin del mundo. El lavar los pies, el saludar con beso, el usar velo, el imponer manos, etc. eran costumbres que no se impusieron como ley sobre la iglesia.

Fuente: Comentario al Nuevo Testamento por Partain

¿Sabéis lo que os he hecho? Jua 13:7; Eze 24:19, Eze 24:24; Mat 13:51; Mar 4:13.

Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico

Maestro, y Señor eran títulos comunes de respeto dados a un rabí.

Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe

13:12 – 14 Así que, después que les hubo lavado los pies, tomó su manto, volvió a la mesa, y les dijo: ¿Sabéis (habéis entendido) lo que os he hecho? Vosotros me llamáis Maestro, y Señor; y decís bien, porque lo soy. Pues si yo, el Señor y el Maestro, he lavado vuestros pies, vosotros también debéis lavaros los pies los unos a los otros. — En lugar de buscar señorío, deberían buscar la manera de servir el uno al otro como si fueran esclavos (recuérdese que el servicio de lavar los pies era trabajo de los esclavos).
El pronombre vosotros no se refiere a nosotros sino a los apóstoles. (Compárese Mat 10:19-20; Hch 1:5; Hch 1:8, palabras dirigidas no a nosotros sino a los apóstoles). Jesús estuvo curando una enfermedad espiritual en sus apóstoles, porque por causa de su orgullo y egoísmo buscaban señorío el uno sobre el otro. Por eso, ese ejemplo era muy necesario para ellos.
Jesús no introdujo este acto en la iglesia como rito o ceremonia, como acto de culto (p. ej., como lo es la cena del Señor) como algunos suponen. Esa misma noche el Señor instituyó la cena del Señor, pero dijo claramente (Luc 22:29-30), «Yo, pues, os asigno un reino, como mi Padre me lo asignó a mí, para que comáis y bebáis a mi mesa en mi reino»; por eso, la cena del Señor era una parte integral del culto de la iglesia como lo muestran claramente Hch 2:42; Hch 20:7; 1Co 10:16; 1Co 11:23-27.
Pero la práctica de lavar los pies como ceremonia de la iglesia comenzó en el siglo cuatro cuando la iglesia ya se había apartado del patrón bíblico. No hay texto alguno que hable del lavamiento de los pies en alguna iglesia. Podría practicarse hoy en día bajo las mismas circunstancias, pero no como una ceremonia de la iglesia. Tiene que ser un verdadero acto de servicio para imitar lo que Jesús hizo.
Los que practican el lavamiento de los pies — creyendo que es un mandamiento para nosotros, pero sin tomar en cuenta que era un acto de servicio — destruyen el significado y la eficacia de este ejemplo de Jesús. Al convertir este acto en rito o ceremonia no hacen lo que Jesús hizo. Lo que El hizo fue un verdadero servicio porque los que caminaban con sandalias (como lo hacían los apóstoles) necesitaban este servicio; era una práctica común y agradable para el huésped. No era un rito eclesial hueco y sin significado.
No imitamos el ejemplo de Jesús si lavamos los pies a alguien que lleve zapatos y camine en calle pavimentada, sino cuando servimos al hermano de acuerdo con Mat 25:35-36. Este texto habla del verdadero servicio, igual a lo que El hizo cuando lavó los pies de los apóstoles.
El les dejó, pues, un ejemplo de humildad y de cómo practicar la verdadera hospitalidad, pero no nos ha dejado una ceremonia o la práctica de un acto careciente de significado en nuestra cultura.
La práctica de besar para saludar fue mandada también; para ser consecuentes los que requieren el lavamiento de pies deben exigir que la gente se salude con beso. Lo importante es que nos saludemos con toda sinceridad y amor, pero en muchos países el beso no es la práctica o la costumbre que exprese estas virtudes. La Biblia no impone las costumbres de ciertos pueblos sobre toda la iglesia universal.
En 1Ti 5:20 es muy obvio que el lavamiento de los pies de los santos está en el contexto de otros actos de servicio: «buenas obras… hospitalidad… lavado los pies de los santos… socorrido a los afligidos… practicado toda buena obra». ¡Esto es servicio! No es rito o ceremonia.
Los que insisten en que se practique el lavamiento de los pies como una ceremonia de la iglesia dicen que «Cristo no enseña costumbres ni tradiciones sino doctrina». Al decir esto quieren decir que Jua 13:5 no habla de costumbre, sino de doctrina, pero la doctrina no es el lavamiento de los pies, sino la humildad y la hospitalidad, y esta doctrina es para toda la iglesia de todo país y hasta el fin del mundo. El lavar los pies, el saludar con beso, el usar velo, el imponer manos, etc. eran costumbres que no se impusieron como ley sobre la iglesia.

Fuente: Notas Reeves-Partain

2. El ejemplo del Maestro (Jua 13:12-20)

Fuente: Comentario para Exégesis y Traducción

Así que, después que les lavó los pies, tomó su manto, volvió a la mesa, “Después que Jesús les lavó los pies se puso el manto y se reclinó de nuevo”. Por razones de estilo se cambia el pronombre “él”, como dice el original, por el nombre Jesús. El “manto” o la “ropa exterior” es la que se menciona en el v. Jua 13:4. En una traducción más dinámica se puede decir “se vistió nuevamente” o, como la TLA: «se puso otra vez el manto». La expresión literal “se reclinó de nuevo” puede que no quede muy clara y sea conveniente precisarla o cambiarla por “volvió a tomar su lugar a la mesa”, o simplemente «y volvió a su lugar» (NVI), «se sentó otra vez a la mesa» (DHH). Hay que tener presente que en otras culturas comer la cena no se hace en torno a una mesa, donde más que los muebles es más importante el estar reunidos para comer, por lo que en tal caso habrá de preferirse “volver a tomar su lugar” que “volver a la mesa”.

¿Sabéis lo que os he hecho?, «¿Entienden ustedes lo que acabo de hacer?» (TLA). Es posible aceptar el verbo “entender” como un imperativo: “entiendan lo que les he hecho”, aunque ninguna de las traducciones modernas lo pone así. En algunos idiomas el sentido de las palabras de Jesús se puede expresar así: “¿Captan el sentido de lo que les he hecho?” o “¿tienen alguna idea de lo que acabo de hacerles?”. La pregunta de Jesús tiene mucho sentido porque ha hecho algo insólito para su cultura y tiempo, donde el mayor es servido por el menor. Realmente es un acto simbólico de grandes repercusiones sociales y religiosas.

Fuente: Comentario para Exégesis y Traducción

Sabéis. El significado completo del lavamiento de los pies, como de muchas otras obras del Señor, se hace evidente y comprensible sólo a la luz de las explicaciones que El da.

Fuente: La Biblia de las Américas

M16 El verbo aoristo ἔνιψεν se usa como un pluscuamperfecto (comp. Jua 12:17): cuando El hubo lavado.

Fuente: Ayuda gramatical para el Estudio del Nuevo Testamento Griego

Lit., recostándose

Fuente: La Biblia de las Américas