Juan dio testimonio diciendo: —He visto al Espíritu que descendía del cielo como paloma, y posó sobre él.
1:32 También dio Juan testimonio, diciendo: Vi al Espíritu que descendía del cielo como paloma, y permaneció sobre él. — Mat 3:16; Mar 1:10; Luc 3:22. Recibió instrucción de «el que me envió a bautizar» y vio al Espíritu que descendía del cielo como paloma. Por eso, el testimonio de Juan no se basó en su opinión, sino en una revelación de Dios y en lo que vio.Fuente: Comentario al Nuevo Testamento por Partain
Vi al Espíritu que descendía. Jua 5:32; Mat 3:16; Mar 1:10; Luc 3:22.
Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico
el que bautiza con (Gr. en) el Espíritu Santo: El NT. menciona siete veces el ministerio de Jesús. Cinco son proféticas (Mat 3:11; Mar 1:8; Luc 3:16; Jua 1:33; Hch 1:5), una es histórica (Hch 11:16-18), y la otra es doctrinal (1Co 12:13). Aunque las traducciones castellanas dudan entre «con» y «en», el griego utiliza de forma consistente en, que habla de la esfera en la que Cristo bautiza. Esta acción del Mesías no ocurrió cuando estaba en la tierra. El bautismo en el Espíritu Santo ocurrió por primera vez en el Pentecostés (Hch 1:5; Hch 11:15, Hch 11:16) y llegó a ser la realidad común de todos los cristianos al tiempo del nuevo nacimiento (1Co 12:13).
Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe
al Espíritu que descendía. Dios había comunicado con anterioridad a Juan que esta señal sería la indicación específica del Mesías prometido (v. Jua 1:33), así que tan pronto Juan fue testigo de este acto, él pudo identificar al Mesías como Jesús (cp. Mat 3:16; Mar 1:10; Luc 3:22).
Fuente: Biblia de Estudio MacArthur
1:32 También dio Juan testimonio, diciendo: Vi al Espíritu que descendía del cielo como paloma, y permaneció sobre él. — Mat 3:16; Mar 1:10; Luc 3:22. Recibió instrucción de «el que me envió a bautizar» y vio al Espíritu que descendía del cielo como paloma. Por eso, el testimonio de Juan no se basó en su opinión, sino en una revelación de Dios y en lo que vio.
Fuente: Notas Reeves-Partain
LA VENIDA DEL ESPÍRITU
Juan 1:32-34
Entonces también dio Juan su testimonio:
-Con mis propios ojos -dijo- vi al Espíritu Que descendía del Cielo como si hubiera sido una paloma, y el Espíritu permaneció sobre Él. Yo no Le conocía; pero fue el Que me envió a bautizar con agua el Que me lo dijo: «Cuando veas a Uno sobre el que desciende el Espíritu y que permanece sobre Él, Ese es el Que bautiza con el Espíritu Santo.» Eso fue lo que yo vi que pasó; y mi testimonio es que Éste es el Hijo de Dios.
Algo había sucedido en el bautismo de Jesús que le había convencido a Juan sin dejarle la menor duda de que Jesús era el Hijo de Dios. Como lo comprendieron los padres de la Iglesia hace muchos siglos, fue algo que sólo podía verse con los ojos del alma y de la mente. Pero Juan lo vio, y estaba convencido.
En Palestina, la paloma era un ave sagrada. No se cazaba ni comía. Filón se sorprendió del número de palomas que había en Ascalón, porque no se permitía cogerlas ni matarlas, y eran domésticas. En Ge 1:2 leemos que el Espíritu creador de Dios se movía sobre la faz de las aguas. Los rabinos solían explicarlo diciendo que el Espíritu se movía y revoloteaba como una paloma sobre el antiguo caos, alentando en él orden y belleza. La figura de la paloma era una de las que los judíos usaban y amaban más.
Fue en Su bautismo cuando el Espíritu descendió sobre Jesús con poder. Debemos recordar que todavía no se había revelado la doctrina cristiana del Espíritu Santo. Tendremos que esperar hasta los últimos capítulos del evangelio de Juan y hasta Pentecostés para verla surgir. Cuando Juan el Bautista habla del Espíritu Santo lo hace desde la perspectiva del Antiguo Testamento. ¿Qué idea tenían entonces los judíos del Espíritu?
La palabra hebrea para Espíritu es riiaj, que quiere decir también viento. Los judíos asociaban siempre la idea del Espíritu con tres ideas básicas: el Espíritu era poder, como el poder de la tempestad; el Espíritu era vida, la misma dinámica de la existencia humana; el Espíritu era Dios; el poder y la vida del Espíritu estaban más allá de los logros y las capacidades humanas; la venida del Espíritu a la vida de una persona era la venida de Dios. Sobre todo, era el Espíritu el que controlaba e inspiraba a los profetas. «Yo estoy lleno de poder, del Espíritu del Señor, y de justicia y fuerza para denunciar á Jacob su rebelión y a Israel su pecado» (Mi 3:8 ). Dios le dijo a Isaías: «El Espíritu mío que está sobre ti, y Mis palabras que puse en tu boca…» (Isa 59:21 ). «El Espíritu del Señor Dios está sobre mí, porque el Señor me ha ungido; me ha enviado a predicar buenas nuevas…» (Isa 61:1 ). «Un nuevo corazón os daré, y un espíritu nuevo pondré en vuestro interior… pondré Mi Espíritu dentro de vosotros» (Ez 36:26-27 ). Podríamos decir que el Espíritu de Dios hacía tres cosas por la persona a la que viniera: Primera, traía a las personas la verdad de Dios; segunda, les daba la capacidad de reconocer esa verdad cuando la veían; tercera, les daba la habilidad y el valor de proclamar aquella verdad. Para los judíos, el Espíritu de Dios venía a la vida de las personas.
En Su bautismo, el Espíritu de Dios vino sobre Jesús de una manera diferente de la que había venido sobre otras personas. Muchos profetas tenían lo que podríamos llamar experiencias aisladas del Espíritu. Algunos tenían momentos deslumbrantes, de poder extraordinario, de valor sobrehumano; pero esos momentos aparecían y desaparecían. Dos veces (versículos 32 y 33) Juan anota específicamente que el Espíritu permaneció sobre Jesús. No se trataba de una inspiración momentánea, sino que el Espíritu residió en Jesús con carácter permanente. Esa es también otra forma de decir que la Mente y el poder de Dios estaban en Jesús de manera exclusiva y única.
Aquí podemos aprender mucho de lo que quiere decir la palabra bautismo. El verbo griego baptizein quiere decir hundir o sumergir. Se puede decir de la ropa que se mete en tinte; o de un barco que se hunde bajo las olas; o de un borracho que está empapado de bebida. Cuando Juan dice que Jesús bautizará con el Espíritu Santo quiere decir que Jesús puede traer el Espíritu de Dios a nuestra vida de tal . manera que todo nuestro ser quede inundado por el Espíritu.
Ahora bien, ¿qué quería decir este bautismo para Juan el Bautista? Su propio bautismo quería decir dos cosas: (i) Quería decir limpieza. Quería decir que una persona era lavada de las impurezas que se le hubieran adherido. (ii) Quería decir dedicación. Quería decir que entraba en una vida nueva, diferente y mejor. Pero el bautismo de Jesús era el bautismo del Espíritu. Si recordamos la concepción judía del Espíritu podemos decir que cuando el Espíritu toma posesión de una persona suceden ciertas cosas.
(i) Su vida se ilumina. Viene a ella el conocimiento de Dios y de Su voluntad. Sabe cuál es el propósito de Dios, lo que quiere decir la vida y cuál es su deber. Algo de la sabiduría y de la luz de Dios ha venido a su vida.
(ii) Su vida se fortalece. El conocimiento sin poder es algo desazonador y frustrante. Pero el Espíritu nos da, no sólo el conocimiento de lo que es la voluntad de Dios, sino también la fuerza y el poder para obedecerla. El Espíritu nos da una triunfante idoneidad para enfrentarnos con la vida.
(iii) Su vida se purifica. El bautismo de Jesús con el Espíritu había de ser un bautismo de fuego (Mt 3:11 ; Lc 3:16 ). La escoria de cosas malas, la aleación de cosas inferiores, la mezcla de impurezas se purifican en el crisol del bautismo del Espíritu Santo dejando a la persona limpia y pura.
A menudo nuestras oraciones sobre el Espíritu son una especie de formalidades litúrgicas y teológicas; pero cuando sabemos lo que estamos pidiendo esas oraciones se convierten en un clamor desesperado del corazón.
Fuente: Comentario al Nuevo Testamento
Luego de señalar a la persona del Mesías, Juan Bautista pasa a dar su testimonio experiencial de esa mesianidad. Y Juan testificó, diciendo es mejor traducirlo: «Dio Juan testimonio, diciendo» (RV60), «Juan también declaró» (DHH), para evitar el semitismo “testificó diciendo”. El Bautista se presenta como un testigo ocular de los eventos. Es necesario mantener la secuencia de eventos en estos dos versículos. Primero, el descenso del Espíritu desde el cielo en forma de una paloma. El Espíritu, por ir con mayúscula en español, ya indica que se refiere al Espíritu Santo. Para aclarar el símil se podría decir: “en forma de una paloma”, «como una paloma» (DHH, BJ). En segundo lugar, el testimonio del Bautista declara que el Espíritu permanece o reposa sobre Jesús (Jua 1:32, Jua 1:33). El traductor no debe intentar reconciliar este testimonio con el de los evangelios sinópticos. Y, en tercer lugar, esta persona bautizará con el Espíritu. El Bautista no sabía la identidad de esta persona (vv. Jua 1:31, Jua 1:33) pero la señal para reconocerlo era que el Espíritu bajaría y permanecería sobre un hombre. Éste sería el que bautizaría con el Espíritu Santo.
Bautizar con el Espíritu Santo puede traer dificultades en algunas culturas cuyos idiomas solo tienen referencias al agua cuando se habla del bautismo. Se entiende en el contexto que esta oración tiene que ver con la iniciación de la fe cristiana, o purificación de la vida comenzando por el Espíritu. Más adelante el evangelista mostrará una forma en la que Jesús “sopla” el Espíritu Santo a sus discípulos.
Fuente: Comentario para Exégesis y Traducción
Mat 3:16; Mar 1:10; Luc 3:22; (ver Isa 11:2; Isa 61:1).
Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana
REFERENCIAS CRUZADAS
c 56 Mat 3:16; Mar 1:10; Luc 3:22
Fuente: Traducción del Nuevo Mundo
He visto. Aquí la forma verbal del griego enfatiza el efecto continuo de lo visto por Juan.
descendía…como paloma. Véase coment. en Mt 3:16.
se posó. El Espíritu Santo estuvo presente con Jesús durante todo su ministerio.
Fuente: La Biblia de las Américas
32 super (1) Véase la nota 29 super (1).
Fuente: Comentario Del Nuevo Testamento Versión Recobro
R440 El verbo ἔμεινεν se usa en vez del participio (comp. el v. 33), para dar énfasis especial a ese punto: el Espíritu permaneció sobre El.
R893 El verbo perfecto τεθέαμαι, en la boca de Juan el Bautista, se refiere al bautismo de Jesús unas semanas antes; pero aún tenía la visión (τεθέαμαι τὸ πνεῦμα καταβαῖνον significa literalmente: He visto al espíritu que descendía; pero el español [que toma en cuenta el intervalo] demanda: yo vi … [si no una paráfrasis torpe como yo vi … y por tanto ahora estoy convencido, para expresar el resultado que sugiere el tiempo perfecto griego] -M14).