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Comentario de Juan 15:17 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia

Comentario de Juan 15:17 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia

Esto os mando: que os améis unos a otros.

15:17 Esto os mando: Que os améis unos a otros. — El trabajo que Jesús les encomendaba dependería en gran parte de la unidad de ellos y de los que serían convertidos por ellos (17:21-23). ¿Qué tan exitosa habría sido la predicación de ellos si el espíritu de rivalidad (Mat 18:1, etc.) hubiera prevalecido durante su ministerio? A través del libro de los Hechos observamos la unidad de los apóstoles (Hch 1:14; Hch 2:1; Hch 2:46; Hch 15:22). Aun cuando hubo un desacuerdo entre Pablo y Bernabé, no eran carnales, sino que formaron dos grupos de obreros (15:36-41). En una ocasión Pablo resistió a Pedro «cara a cara, porque era de condenar» (Gál 2:11), pero no por eso llegaron a ser enemigos (2Pe 3:15). Sin lugar a dudas el amor que existió entre los apóstoles tuvo mucho que ver con el gran éxito de su obra. Estando unidos podían vencer todo obstáculo.

Como esta obra comenzó con el amor del Padre y con el amor del Hijo, así también por el amor los apóstoles la llevaron a cabo. De la obra del Señor el amor es la raíz, el tronco y el fruto; es la característica esencial del reino (FLG). La falta de amor entre hermanos es la causa principal de escándalos y divisiones que destruyen la obra.

En seguida Jesús les dice que ellos serían aborrecidos por el mundo. Esto da aun más importancia al amor entre ellos. Los santos pueden soportar persecuciones de los de afuera porque no solamente tienen el apoyo del Señor, sino también el apoyo de sus hermanos.

Fuente: Comentario al Nuevo Testamento por Partain

Jua 15:12; 1Pe 2:17; 1Jn 3:14-17.

Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico

Cristo vuelve al tema del amor. Amarse unos a otros es un mandato, no una opción.

Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe

Por medio de esta metáfora extensa de la vid y los pámpanos, Jesús estableció los principios de la vida cristiana. Jesús empleó imágenes propias de la vida agrícola de su tiempo, es decir, vides y cosechas de uva (vea también Mat 20:1-16; Mat 21:23-41; Mar 12:1-9; Luc 13:6-9; Luc 20:9-16). En el AT la vid se usaba con frecuencia como símbolo de Israel (Sal 80:9-16; Isa 5:1-7; Isa 27:2-6; Jer 2:21; Jer 12:10; Eze 15:1-8; Eze 17:1-21; Eze 19:10-14; Ose 10:1-2). De forma específica, Él se identificó a sí mismo como «la vid verdadera» y al Padre como «el labrador» o preservador de la vid. La vid tiene dos tipos de ramas o pámpanos: 1) pámpanos que llevan fruto (vv. Jua 15:2; Jua 15:8), y 2) pámpanos sin fruto (vv. Jua 15:2; Jua 15:6). Los pámpanos que llevan fruto son creyentes auténticos. Aunque el contexto inmediato se enfoca en los once discípulos fieles, la imagen también abarca a todos los creyentes en todas las épocas y lugares. Los pámpanos que no llevan fruto representan a los que profesan tener fe, pero su falta de fruto indica que en su vida nunca ha ocurrido una salvación genuina y que no reciben su vitalidad de la vid. De manera especial se tiene presente a Judas en el contexto inmediato, pero la imagen se aplica con base en su ejemplo a todos los que hacen una profesión de fe en Cristo pero en realidad no poseen la salvación. La imagen de pámpanos que no llevan fruto y son quemados ilustra el juicio escatológico y el rechazo eterno de estos falsos creyentes (vea Eze 15:6-8).

Fuente: Biblia de Estudio MacArthur

15:17 Esto os mando: Que os améis unos a otros. — El trabajo que Jesús les encomendaba dependería en gran parte de la unidad de ellos y de los que serían convertidos por ellos (17:21-23). ¿Qué tan exitosa habría sido la predicación de ellos si el espíritu de rivalidad (Mat 18:1, etc.) hubiera prevalecido durante su ministerio? A través del libro de los Hechos observamos la unidad de los apóstoles (Hch 1:14; Hch 2:1; Hch 2:46; Hch 15:22). Aun cuando hubo un desacuerdo entre Pablo y Bernabé, no eran carnales, sino que formaron dos grupos de obreros (15:36-41). En una ocasión Pablo resistió a Pedro «cara a cara, porque era de condenar» (Gál 2:11), pero no por eso llegaron a ser enemigos (2Pe 3:15). Sin lugar a dudas el amor que existió entre los apóstoles tuvo mucho que ver con el gran éxito de su obra. Estando unidos podían vencer todo obstáculo.
Como esta obra comenzó con el amor del Padre y con el amor del Hijo, así también por el amor los apóstoles la llevaron a cabo. De la obra del Señor el amor es la raíz, el tronco y el fruto; es la característica esencial del reino (FLG). La falta de amor entre hermanos es la causa principal de escándalos y divisiones que destruyen la obra.
En seguida Jesús les dice que ellos serían aborrecidos por el mundo. Esto da aun más importancia al amor entre ellos. Los santos pueden soportar persecuciones de los de afuera porque no solamente tienen el apoyo del Señor, sino también el apoyo de sus hermanos.

Fuente: Notas Reeves-Partain

Es una síntesis de lo expresado en esta sección: Esto os mando: Que os améis unos a otros. El versículo comienza con “estas cosas”, que alude a todo lo expresado en esta sección, al mismo tiempo que es una transición hacia los versículos que siguen. La estructura es similar a la de los vv. Jua 15:8, Jua 15:12 y Jua 15:13. En algunos idiomas es difícil expresar el plural “estas cosas les mando” y traducir en singular “que se amen unos a otros”. Por eso es mejor, como hacen la mayoría de las versiones modernas, traducir “esto” en lugar de “estas cosas”: “Esto es lo que les mando: ámense unos a otros” o “esto es lo que yo quiero que ustedes hagan: que se amen unos con otros” o como la NEB: «este es mi mandamiento para ustedes». Se puede entender que las cosas que Jesús ordena tienen el propósito de motivar al amor entre los discípulos. Esto sería de manera más literal pensando en los versículos anteriores: “Estas cosas les ordeno a ustedes para que así se amen unos a otros”. Se entiende que el plural se refiere a las instrucciones o enseñanzas que Jesús ha dado a sus discípulos, y también ratifica lo expresado en el v. Jua 15:12. Además, sirve como gran contraste respecto a lo que sigue.

Reflexión bíblica y pastoral

Jesús utiliza la hermosa ilustración de la vid y los pámpanos, aplicándola a la relación entre él y sus discípulos. Con ella expresa la relación vital que debe haber entre ellos, de tal manera que los discípulos estén permanentemente unidos a Jesús recibiendo de él la fuerza de la vida, la esencia de su ser, tal vez por medio del Espíritu, y todo lo que los pámpanos reciben de la vid para desarrollarse y alcanzar la plenitud.

Esta relación estrecha es la que posibilitará que los discípulos lleven mucho fruto, expresión que podemos considerar continuación de la metáfora. La fe provoca cambios, madura, produce, eso es lo que Juan llama frutos, como también el apóstol Pablo lo hace, que es algo así como actos concretos de la fe en Jesucristo, que los creyentes de entonces y ahora somos exhortados a realizar. Y esos actos no surgen sólo de la voluntad humana, sino que son la expresión de esa relación que se tiene con el Señor, quien da la savia que nos mantiene creciendo y madurando hasta alcanzar la plenitud. Por eso Jesús afirma que el Padre es glorificado en la abundancia del fruto de los discípulos, porque ellos expresan que la obra del Hijo no ha sido en vano, que se ha iniciado con Jesús una forma de entender y relacionarse con Dios diferentes.

La ilustración de la vid y los pámpanos es complementada con el recordatorio de un mandamiento: “Que se amen unos a otros como yo os he amado” (v. Jua 15:12). Aunque este mandamiento parece desligado de la imagen, en realidad están muy ligados: la permanencia en la unión con el Padre significa también la unión entre los discípulos, así como los pámpanos no sólo están unidos a la vid, sino también unidos entre sí. Porque el amor es el máximo fruto del Espíritu, es necesario amarse recíprocamente para que el fruto sea manifiesto a todos, y así el Padre pueda ser glorificado.

En los tiempos actuales, cuando parece que cada quien sólo busca lo suyo, sería muy importante que este mandamiento de Jesús estuviera más presente en las iglesias y en la sociedad en general, recordando que el amor es fruto del Espíritu y que no sólo estamos llamados a ver por el bien del prójimo, sino incluso ir mucho más lejos que eso porque “el amor más grande que uno puede tener es dar su vida por sus amigos” (v. Jua 15:13).

Fuente: Comentario para Exégesis y Traducción

REFERENCIAS CRUZADAS

w 878 Jua 13:34; 1Jn 3:23

Fuente: Traducción del Nuevo Mundo

17 super (1) Esto es amarse unos a otros en la vida del Señor, la vida divina, en el amor del Señor, y en Su comisión de llevar fruto. La vida es la fuente, el amor es la condición, y llevar fruto es la meta. Si todos vivimos por la vida del Señor como fuente, en el amor del Señor como condición, y teniendo como meta llevar fruto, indudablemente nos amaremos unos a otros. El tener diferentes fuentes de vida, diferentes condiciones o diferentes metas, nos separará e impedirá que nos amemos unos a otros.

Fuente: Comentario Del Nuevo Testamento Versión Recobro

El pasaje que acabamos de transcribir empieza con una nueva exhortación acerca del amor fraternal. Por tercera vez nuestro Señor cree necesario llamar la atención de sus discípulos á esta bella virtud. Rara á la verdad debe de ser la verdadera caridad, cuando se la menciona tan repetidas veces. En el caso de que tratamos es digna de notarse la relación en que se la hace aparecer. Se la hace aparecer en contraste con el odio del mundo.
Se nos manifiesta, primeramente que lo que á los cristianos espera en este mundo es el odio y la persecución. Si los discípulos esperaban ser recompensados con el cariño y la gratitud de los hombres, sus esperanzas serian dolorosamente burladas.
Los hechos, hechos tristes, han suministrado en todas las edades pruebas abundantes de que la advertencia de nuestro Señor no fue inmotivada. Los apóstoles y sus compañeros eran perseguidos por donde quiera que fueran. Solo uno ó dos de ellos murieron tranquilamente en sus lechos. Los creyentes han sido siempre perseguidos durante los diez y ocho siglos de la era cristiana. Sirvan si no de ejemplo las atrocidades cometidas por los papas y los emperadores romanos, por la inquisición española y por la reina María. Aún el día de hoy las almas piadosas tienen que sufrir persecución diariamente; pues ¿qué otra cosa son el ridículo, la befa, la calumnia y el baldón que los no convertidos lanzan contra ellas? Importa mucho que comprendamos bien todo esto. Nada hay tan perjudicial como la costumbre de alimentar falsas esperanzas. Persuadámonos de que la naturaleza humana jamás cambia, de que «el ánimo carnal es enemistad contra Dios,» y contra su pueblo. Estemos convencidos de que, por puros y sinceros que los cristianos sean, los malos siempre los aborrecerán, así como aborrecieron a su inocente Maestro.
En este pasaje se nos presentan, además, dos razones que deben s á sufrir con paciencia las persecuciones de este mundo. Ambas son poderosas y dan mucho en qué pensar.
Por una parte, la persecución es el cáliz que Jesús mismo libó. Perfecto como era en todo–en su carácter, en sus palabras, en sus hechos; infatigable como era en bien hacer, ninguno fue jamás tan aborrecido como Jesús hasta el último día de su vida terrenal. Escribas y sumos sacerdotes, fariseos y saduceos, Judíos y gentiles–todos se unieron para escarnecerlo y hacerle oposición, y no suspendieron sus ataques basta que no le hubieron dado la muerte.
Tomemos, pues, en consideración que solo estamos pasando por el mismo trance por el cual pasó nuestro Maestro, y participando de la herencia que él nos legó. ¿Merecemos mejor tratamiento? ¿Somos acaso mejores que él? No consintamos tan impíos pensamientos. Apuremos tranquilamente el cáliz que nuestro Padre celestial nos presenta, y recordemos constantemente estas palabras: «No es el siervo mayor que su señor..
Por otra parte, la persecución es útil en cuanto por ella se sabe si somos verdaderos hijos de Dios, si tenemos un tesoro en el cielo, si realmente hemos nacido de nuevo, si poseemos la gracia divina y somos herederos de la gloria. «Si fuerais del mundo, el mundo amarla lo que es suyo..
Fortifiquemos nuestra mente con esta consoladora idea cuando nos veamos abrumados por el odio del mundo. Sin duda, se necesita mucha paciencia, tanto más cuanto nuestra conciencia nos dice que somos inocentes. Mas, a pesar de todo, no olvidemos que eso es un síntoma favorable, por cuanto indica que dentro de nosotros empezamos á experimentar la eficaz operación del Espíritu Santo. Además, en todo caso, podemos asirnos de esta admirable promesa: «Bienaventurados sois cuando os maldijeren y os persiguieren, y dijeren de vosotros todo mal por mi causa, mintiendo. Regocijaos y alegraos; porque vuestro galardón es grande en los cielos..
Hacia los que persiguen á los demás por sus convicciones religiosas no debemos sentir sino profunda compasión. A menudo hacen, como dijo nuestro Señor, por ignorancia. «No conocen al que me ha enviado.» Á semejanza de nuestro divino Maestro y el siervo Esteban, oremos por los que nos persiguen y calumnian. Esas persecuciones rara vez redundan en daño nuestro, y bien muchas veces nos hacen más adictos á la Biblia y nos acercan más á Cristo y al trono de la gracia, en tanto que nuestra intercesión, si fuere atendida en lo alto, acaso acarree bendición a sus almas

Fuente: Los Evangelios Explicados