Comentario de Juan 15:18 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia
“Si el mundo os aborrece, sabed que a mí me ha aborrecido antes que a vosotros.
15:18 Si el mundo os aborrece, — La palabra mundo se refiere a las masas que estaban bajo el dominio de Satanás (1Jn 5:19, «el mundo entero está bajo el maligno»; véase 2Co 4:4). Estos se oponen a Jesús y su iglesia. Al decir si Jesús no indica duda, sino que de esta manera afirma y enfatiza una realidad (compárese Flp 2:1). Los apóstoles habían sufrido muy poca persecución, pero en pocos días Jesús volvería al Padre y el mundo ya no podría aborrecerle en persona, sino que dirigiría su odio contra sus apóstoles y otros discípulos. Lo que en realidad aborrecían era el mensaje predicado por ellos. La explicación de este odio se encuentra en 3:19-21. Compárese 1Jn 3:12. El mundo se siente muy incómodo cuando se les predica el evangelio, porque no quieren que sus pecados sean expuestos, y también se sienten incómodos en la presencia de los santos, porque estos son como su conciencia; la buena conducta de los cristianos (la luz) expone las tinieblas de su vida. El Nuevo Testamento habla de la luz y las tinieblas. No habla de otra categoría, pues no hay algún campo intermedio. Estamos en Cristo o estamos en el mundo.Fuente: Comentario al Nuevo Testamento por Partain
Jua 15:23-25; Jua 3:20; Jua 7:7; 1Re 22:8; Isa 49:7; Isa 53:3; Zac 11:8; Mat 5:11; Mat 10:22; Mat 24:9; Mar 13:13; Luc 6:22; Heb 12:2; Stg 4:4; 1Jn 3:1, 1Jn 3:3, 1Jn 3:13.
Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico
a mí me ha aborrecido: Mientras Jesús decía estas palabras, los fariseos planeaban matarlo (Jua 11:45-57). El mundo lo aborreció, por eso no nos sorprende que también aborrezca a sus seguidores.
Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe
Puesto que Satanás es el que domina el sistema de maldad mundano en rebelión contra Dios (Jua 14:30), el resultado es que el mundo no solo aborrece a Jesús, sino también a los que lo siguen (2Ti 3:12). El aborrecimiento a Jesús significa también aborrecimiento al Padre quien lo envió (v. Jua 15:23).
Fuente: Biblia de Estudio MacArthur
15:18 Si el mundo os aborrece, — La palabra mundo se refiere a las masas que estaban bajo el dominio de Satanás (1Jn 5:19, «el mundo entero está bajo el maligno»; véase 2Co 4:4). Estos se oponen a Jesús y su iglesia. Al decir si Jesús no indica duda, sino que de esta manera afirma y enfatiza una realidad (compárese Flp 2:1). Los apóstoles habían sufrido muy poca persecución, pero en pocos días Jesús volvería al Padre y el mundo ya no podría aborrecerle en persona, sino que dirigiría su odio contra sus apóstoles y otros discípulos.
Lo que en realidad aborrecían era el mensaje predicado por ellos. La explicación de este odio se encuentra en 3:19-21. Compárese 1Jn 3:12. El mundo se siente muy incómodo cuando se les predica el evangelio, porque no quieren que sus pecados sean expuestos, y también se sienten incómodos en la presencia de los santos, porque estos son como su conciencia; la buena conducta de los cristianos (la luz) expone las tinieblas de su vida. El Nuevo Testamento habla de la luz y las tinieblas. No habla de otra categoría, pues no hay algún campo intermedio. Estamos en Cristo o estamos en el mundo.
El mundo sospecha y odia a cualquiera que no sigue la corriente del mundo, es decir, que no se conforma a su modo de hablar y actuar. En la cárcel de Filipos había hombres de los peores, y también allí estuvieron Pablo y Silas. Un día en Jerusalén los romanos crucificaron a dos malhechores y en medio de ellos crucificaron al inocente — perfecto — Jesús de Nazaret. ¿Cómo se explica esto? Es fácil explicarlo, pues el mundo persigue a los peores y a los mejores por la misma causa: ni los unos ni los otros se conforman al molde de la mayoría.
Jesús les había hablado con toda franqueza acerca de la persecución que les esperaba (Mat 10:17-28; Luc 12:4-5).
Juan habla mucho del mundo tanto en sus cartas como aquí. Se refiere al mundo hostil, los oponentes de Cristo y el evangelio. Al principio el mundo hostil era, principalmente, los líderes de los judíos, pues estos persiguieron a Jesús hasta darle muerte en una cruz romana, y al comenzar su ministerio los apóstoles también fueron perseguidos por los mismos enemigos de Jesús. Sin embargo, lo que Jesús dice del mundo tiene aplicación en toda época, sean quienes fueran los enemigos de la cruz.
Después los cristianos eran acusados de toda clase de conducta reprochable y hasta abominable (Mat 5:11; 1Pe 2:12; 1Pe 3:16). Se acusaban de ser insurrectos, caníbales (por causa de rumores feos acerca de la cena del Señor), incendiarios (Nerón culpó a los cristianos por quemar la ciudad de Roma), y de destruir a muchas familias (Mat 10:34-37); por estas y muchas otras causas los cristianos primitivos eran odiados y perseguidos.
— sabed (reconoced, entended, porque hasta esos momentos en realidad los apóstoles no habían comprendido aquel odio tan intenso que llevaría a Jesús a la cruz) que a mí me ha aborrecido antes que a vosotros. — La palabra aborrecer significa amar menos en Mat 10:37 y Luc 14:26, pero aquí quiere decir odiar. Todos podían ver las acciones de los judíos, pero adicionalmente Jesús conocía los corazones de la gente (2:24, 25; Mat 9:4; Mat 12:25; Luc 5:22; Luc 11:17) y, por eso, podía ver la profunda envidia y amargura de espíritu contra El. Los apóstoles y otros discípulos de Jesús deberían estar conscientes de que su relación estrecha con Jesús siempre sería motivo de odio para el mundo. No deberían pensar que ellos mismos habían provocado el odio del mundo, sino que era el resultado de su relación con Cristo. El odio del mundo hacia ellos, pues, no sería nada nuevo, y no debería sorprenderles y, sobre todo, no debería ser ocasión de caer para ellos; más bien, deberían esperarlo. «Amados, no os sorprendáis del fuego de prueba que os ha sobrevenido, como si alguna cosa extraña os aconteciese, sino gozaos por cuanto sois participantes de los padecimientos de Cristo» (1Pe 4:12-13).
El mundo aborreció a Jesús porque El expuso y condenó sus pecados. Por eso, cuando los apóstoles hicieran lo mismo, ellos también serían aborrecidos por el mundo. No deberían olvidar quiénes eran. ¿Qué significa la palabra cristiano? ¡Seguidor de Cristo! Entonces, el mundo les aborrecería, como había aborrecido a Cristo. Era la consecuencia inevitable de ser los verdaderos discípulos de Cristo. Los cristianos son como extranjeros aquí en la tierra y, por eso, son aborrecidos por los del mundo (1Pe 1:17; 1Pe 2:11). La mayoría de los hombres siempre han sido del mundo, y como Jesús no los convirtió tampoco lo harían los apóstoles. Más bien, serían aborrecidos por ellos.
Con estas palabras Cristo alentaba y fortalecía a sus apóstoles, porque era (y es) un privilegio participar del sufrimiento de Cristo.
Fuente: Notas Reeves-Partain
EL ODIO DEL MUNDO
Juan 15:18-21
-Si el mundo os odia, daos cuenta de que a Mí Me odió antes que a vosotros. Si fuerais del mundo, el mundo amaría lo suyo; pero os odia porque no sois del mundo, sino que Yo os he escogido sacándoos del mundo. Tened presente lo que os he dicho: el siervo no es más que su señor; si Me persiguieron a Mi; también os perseguirán a vosotros; y si recibieron Mi palabra, también recibirán la vuestra. Pero todo esto os lo harán por causa de Mi nombre, porque no conocen al Que Me ha enviado.
Juan siempre ve y dice las cosas en blanco y negro, sin medias tintas. Para él hay dos grandes entidades: la Iglesia y el mundo. Y no hay contacto ni entendimiento entre las dos. Hay que definirse, porque no se puede pertenecer más que a una, y no hay término medio.
Además, tenemos que recordar que, cuando Juan estaba escribiendo, la Iglesia estaba amenazada de persecución constantemente. Se perseguía a los cristianos sencillamente por llamarse así en recuerdo de Cristo. El Cristianismo era ilegal. Un magistrado no tenía que preguntar nada más que si una persona era cristiana para condenarla a muerte. Juan estaba hablando de una situación que existía de la manera más clara y angustiosa.
De una cosa no cabe duda: ningún cristiano que sufriera persecución podía decir que no se le había advertido. En este tema Jesús había sido totalmente explícito. Les había dicho a los suyos de antemano lo que podían esperar. » Os entregarán a los tribunales, os azotarán en las sinagogas y os harán comparecer ante gobernadores y reyes por Mi causa, para que les deis testimonio a ellos… Y el hermano delatará al hermano para que le maten, y el padre a su hijo, y los hijos se rebelarán contra sus padres para que los ajusticien; y todos os odiarán por causa de Mi nombre» (Mr 13:9-13 ; cp. Mt 10:1722 ; 23-29; Lc 12:2-9 ; 51-53).
Cuando Juan escribía esto, ya hacía tiempo que se había desatado el odio. Tácito hablaba de los que eran «odiados por sus crímenes, a los que la chusma llama cristianos.» Suetonio había hablado de «una raza de personas que pertenecen a una nueva y nefasta superstición.» ¿Por qué ese odio tan virulento?
El gobierno romano odiaba a los cristianos porque los consideraba personas desafectas al régimen. La postura del gobierno era bien simple y comprensible: el imperio era vasto; se extendía desde el Éufrates hasta Gran Bretaña, de Alemania al Norte de África. Incluía toda clase de gentes y de países. Había que encontrar alguna fuerza unificadora que soldara toda esa masa heterogénea, y se encontró en el culto al emperador.
Ahora bien: el culto al césar no se impuso desde arriba, sino que surgió entre la misma gente. En tiempo remoto había habido una diosa Roma -el espíritu de Roma. Es fácil comprender que la gente pensara que el emperador simbolizaba el espíritu de Roma; representaba a Roma, encarnaba a Roma, el espíritu de Roma habitaba en él. Sería un grave error creer que los pueblos sometidos aborrecían el gobierno romano; en su mayor parte le estaba profundamente agradecidos, porque Roma había traído la justicia, la liberación de reyes caprichosos, la paz y la prosperidad. Los montes quedaron limpios de bandoleros, y los mares de piratas. La pax romana, la paz romana se extendía por todo el mundo civilizado.
Fue en Asia Menor donde la gente empezó a pensar en el césar, el emperador, como el dios que personificaba a Roma; y eso, por gratitud por las bendiciones que había traído Roma. Al principio, los emperadores lamentaron y desanimaron esa tendencia; insistieron en que no eran más que hombres y no se los debía adorar como a dioses; pero vieron que no podían detener aquel movimiento. Al principio aquello se limitaba a los enfervorizados habitantes del Asia Menor, pero pronto se extendió por todo el imperio. Y entonces el gobierno vio que podía usar aquello como la fuerza unificadora que necesitaba. Así es que llegó el tiempo en que, una vez al año, todos los habitantes del imperio tenían que quemar una pizca de incienso a la divinidad del césar. Al hacerlo se demostraba que se era un ciudadano leal de Roma. Después de hacerlo, se recibía un certificado que decía que se había cumplido con la normativa.
Era esta una práctica y una costumbre que hacía que todos se sintieran parte del imperio romano, y que garantizaba su lealtad. Ahora bien, Roma era la esencia de la tolerancia: después de quemar la pizca de incienso y decir «César es Señor,» uno podía ir a adorar al dios que le diera la gana, siempre que su culto no escandalizara la decencia -que tenía la manga bien ancha- ni alterara el orden público.
Pero eso era precisamente lo que los cristianos no harían jamás: no llamaban «Señor» nada más que a Jesucristo. Se negaban a someterse y, por tanto, el gobierno romano los consideraba desleales y peligrosos.
El gobierno perseguía a los cristianos porque, para ellos, no había más Señor que Jesucristo. Les vino la persecución por poner a Cristo por encima de todos los poderes de este mundo. Siempre llega la persecución al que hace tal cosa.
EL ODIO DEL MUNDO
Juan 15:18-21 (continuación)
No era sólo que el gobierno perseguía a los cristianos: la gente ignorante y supersticiosa también los odiaba. ¿Por qué? Porque se creían algunas calumnias que se habían divulgado acerca de los cristianos. No hay duda de que los judíos eran responsables, por lo menos hasta cierto punto, de esas calumnias. Y resultaba que tenían influencia en el gobierno. Daremos dos ejemplos. El actor favorito de Nerón, Alituro, y la impúdica emperatriz Popea, eran simpatizantes de la religión judía. Los judíos susurraban sus calumnias al gobierno, calumnias que sabían muy bien que no tenían base, entre ellas cuatro:
(i) Se decía que los cristianos eran revolucionarios. Ya hemos visto una de las causas de esa sospecha. Era inútil que los cristianos dijeran que eran los mejores ciudadanos del imperio: el hecho era que se negaban a quemar incienso al emperador y decir «César es Señor.»
(ii) Se decía que eran caníbales. Esto procedía de las palabras de la Santa Cena: «Esto es Mi cuerpo» y «Esta es Mi sangre.» Sobre la base de estas palabras, no era difícil diseminar entre la gente ignorante, dispuesta a creer lo peor, que los cristianos celebraban banquetes canibalescos. No nos sorprende que esta calumnia despertara el odio en los que la creyeran.
(iii) Se decía que practicaban la inmoralidad más flagrante. Su comida común semanal se llamaba Agapé, la Fiesta del Amor. Cuando los cristianos se encontraban donde fuera, se saludaban con el beso de la paz. No sería difícil a los que encontraban fácil el atribuir malicia aun a lo más santo que la Fiesta del Amor era una orgía sexual, y que el beso de la paz era su santo y seña.
(iv) Se decía que eran incendiarios. Tal vez a la esperanza de la Segunda Venida de Cristo abscribían algo de la imaginería del Día del Señor en el Antiguo Testamento que predecía la destrucción del mundo por fuego. «Los elementos ardiendo serán desHechos, y la Tierra y las obras que en ella hay serán quemadas» (2Pe 3:10 ). Cuando se produjo el incendio que devastó Roma, el propio Nerón, para desviar las sospechas de muchos de que él había sido el causante, les echó las culpas a los que predicaban que el fin del mundo vendría con fuego.
(v) Aún había otra acusación, con ciertos visos de similitud. Era que los cristianos dividían las familias, deshacían los hogares y separaban los matrimonios. En cierto sentido, eso pasaba. Cristo no vino a traer paz donde no se Le recibiera, sino espada (Mt 10:34 ). A veces una mujer se convertía y su marido no. A menudo los hijos se hacían cristianos, pero no sus padres. Entonces, a veces se dividían las familias.
Con estas y otras calumnias no nos sorprende que bastara saber que una persona era cristiana para que se la odiara.
EL ODIO DEL MUNDO
Juan 15:18-21 (conclusión)
Tales fueron las causas del odio del mundo a los cristianos en los primeros tiempos; pero sigue siendo verdad que el mundo aborrece a los cristianos. Como ya hemos dicho, por la palabra mundo Juan se refiere a la sociedad humana que se organiza sin contar con Dios. No puede por menos de haber una escisión entre los que ven en Dios la realidad suprema de la vida y los que Le consideran como totalmente irrelevante. En cualquier caso, el mundo tiene ciertas características que son siempre parte de la situación humana.
(i) El mundo sospecha de los que son diferentes de la mayoría. Eso se ve en las cosas más simples. Una de las cosas más corrientes del mundo en Inglaterra hoy en día es el paraguas; pero, cuando Jonas Hanway trataba de introducirlo e iba caminando calle abajo debajo de uno, le ponían perdido tirándole barro y toda clase de porquerías. En los primeros tiempos de la popular organización británica de la Boys’ Brigade, los chicos que marchaban de uniforme por las calles recibían un tratamiento semejante. Los que son diferentes, ya sea por la ropa, por las ideas o por el color de la piel, automáticamente les caen mal a los demás, que los consideran extravagantes, locos, o un escándalo o un peligro público, y se les hace la vida imposible.
(ii) Al mundo le resultan especialmente repelentes los que, con su manera de vivir, le condenan por su manera de vivir. Es realmente peligroso ser buenas personas. El ejemplo clásico es la que le cayó a Arístides de Atenas. Le llamaban Arístides el Justo; y, sin embargo, le desterraron. Cuando le preguntaron a uno de los ciudadanos por qué había votado que le desterraran, contestó: «¡Porque ya estoy harto de que no hagan más que llamarle el Justo!» También por eso mataron a Sócrates; le llamaban el tábano humano: siempre estaba haciendo que la gente pensara e hiciera examen de conciencia, y a la gente le fastidiaba aquello hasta tal punto que acabaron por matarle. Es peligroso tener un nivel de vida superior al del mundo. Ahora, hasta puede ser peligroso cumplir demasiado bien en el trabajo o tener buenos modales.
(iii) Para decir lo peor: el mundo siempre mira con suspicacia a los que no siguen la corriente. Le encantan las etiquetas que facilitan el tener a todos encasillados. El que no se somete a las modas, se busca problemas; le pasa lo que a la gallina que es diferente de las demás por el color o por lo que sea: que las otras la picotean a muerte.
La demanda esencial del Evangelio es el coraje de ser diferente. Eso será peligroso, pero no se puede ser cristiano si no se asume ese riesgo; porque tiene que haber diferencia entre el que es del mundo y el que es de Cristo.
Fuente: Comentario al Nuevo Testamento
2. La persecución debido a la unión con Jesús (Jua 15:18-27; Jua 16:1-4)
Análisis de discurso
Hay aceptación generalizada de que esta sección comienza en el v. Jua 15:18, pero los biblistas no se ponen de acuerdo en cuanto a dónde termina. Algunos creen que termina en el v. Jua 15:25 ya que el v. Jua 15:26 introduce nuevamente al Consolador o Ayudador. Sin embargo, este tema está íntimamente unido a los versículos anteriores bajo el tema de la persecución, y con los versículos que siguen (Jua 16:1-4). Otros estudiosos ven esta sección continuando hasta Jua 16:4, en tanto que otros más argumentan que la sección de la persecución sigue hasta Jua 16:11, y así dividen la sección en dos unidades: (1) El odio del mundo (Jua 15:18-27; Jua 16:1-4) y (2) El juicio del mundo (Jua 16:4-11). Otros especialistas consideran que este tema va más allá de Jua 16:15. La mayoría de las versiones modernas llevan la división de la sección hasta Jua 16:4.
El tema central de esta sección trata del odio del mundo hacia los discípulos, pero el v. Jua 15:22 enfoca un nuevo tema: la culpa del mundo, consecuencia de la persecución a Jesús y a sus discípulos. Esto permite hacer una subdivisión entre los vv. Jua 15:22-25. Los versículos restantes explicitan cual será la fuente de ánimo para los discípulos durante el tiempo de persecución: el Ayudador o Consolador, el Espíritu de Verdad, que viene del Padre, les ayudará a perseverar. En Jua 16:1-4 se continúa el tema de la persecución y lo que los discípulos tienen que asumir como consecuencia por su fidelidad a Jesús.
TÍTULO: Respecto a este pasaje hay marcadas divergencias en cuanto al título: El mundo os aborrecerá (RV60), El mundo os odia (RV95), El mundo odia a Jesús y a los suyos (DHH), El odio de la gente (TLA), El odio del mundo (NBE, LPD), El mundo odiará a los discípulos de Jesús (BI), Los discípulos y el mundo (BJ). Una buena alternativa debe incorporar todos los elementos, como La gente del mundo odiará a los discípulos como odió a Jesús.
Fuente: Comentario para Exégesis y Traducción
a. Jesús y los discípulos odiados por el mundo (vv. Jua 15:18-21)
Fuente: Comentario para Exégesis y Traducción
Comienza con una oración condicional real, no una simple sospecha, es decir, la gente en el mundo odia realmente a los discípulos: Si el mundo os odia, sabed que a mí me ha odiado antes que a vosotros. No existe ninguna duda en cuanto al odio del mundo. Aquí el “mundo” se refiere a la gente que vive en el mundo, la que está aliada con los poderes del maligno en oposición a Dios. Como la condición establece un hecho real, es necesario comunicar en la traducción algo como: “Si la gente los odia, y es verdad que los odia” o “en efecto, la gente en el mundo los aborrece a ustedes”. También es posible traducir la condición como la razón o causa, por ejemplo: “Ya que la gente del mundo los odia, recuerden…”, o como una afirmación: “el mundo los odia” y en este caso se toma el resto como un gran contraste: “pero recuerden…”. La BL traduce la frase como oración temporal: «cuando el mundo los odie». El versículo tiene como resonancia las palabras de Jesús de Jua 7:7.
Sabed que a mí me ha odiado primero, «recordad que primero me odió a mí» (BI). El verbo imperativo sabed, como en el v. Jua 15:20, es equivalente a “recuerden”, “estén al tanto”, “percátense”, “consideren”; también funciona como una advertencia: “les advierto”. Así “recordar” tiene el sentido de que es una experiencia que conlleva el seguimiento a Jesús: «tengan presente que antes» (NVI), «como ustedes lo saben muy bien» (NEB). Con la palabra primero se especifica “antes que a ustedes”. Cambiando el orden de las palabras en el versículo se puede lograr mayor claridad: “Desde mucho antes el mundo me ha aborrecido, por eso no les parezca extraño que también los aborrezca a ustedes”.
Fuente: Comentario para Exégesis y Traducción
— el mundo: En todo este pasaje tiene el sentido peyorativo de personas o cosas que oponen resistencia a Dios, como se explica en nota a Jua 1:10.
Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana
Jua 17:14; Mat 10:22; Mat 24:9; Mar 13:13; Luc 6:22; 1Ts 2:15; 1Jn 3:13.
Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana
La hostilidad del mundo. En la sección anterior Jesús habló del poder del amor. Luego volvió el pensamiento al poder del odio, advirtiendo a sus discípulos sobre la oposición que vendría de parte del mundo. El mundo aquí es el orden moral alejado de Dios, como en el resto del Evangelio. Hay un gran abismo entre el amor del mundo por los suyos y su odio a todos los que se colocan del lado de Jesús (18, 19). El principio en acción aquí es que los semejantes se atraen y los opuestos se rechazan. Jesús señaló una razón espiritual para el odio del mundo. En el v. 20 Jesús recordó a los discípulos de una afirmación que ya había hecho antes (cf. 13:16). Los siervos no pueden esperar mejor trato que su señor. El pasaje previo está relacionado con la humildad; aquí tiene que ver con la manera en que el mundo los tratará. La segunda cláusula “si” (si han guardado mi palabra) introduce una condición no cumplida, por lo tanto, los discípulos no podían esperar que el mundo obedeciera sus enseñanzas. Sin embargo, si el significado es que algunos responderán a los discípulos, se evitaría la conclusión de que es imposible que responda alguien en el mundo.
La persecución surge de la ignorancia (21), el fracaso en reconocer que Jesús estaba cumpliendo la obra del Padre. Sin embargo, no tienen excusa (22). La venida de Jesús ha echado sobre sus oyentes una responsabilidad moral. Por supuesto, el pecado existía antes que Jesús viniera, pero el pecado de no reconocer el propósito del Padre en la misión del Hijo producía la culpa. La gente se negaba a reconocer la plena revelación de Dios. El v. 24 vuelve al tema del odio y entonces señala el pecado de ignorar el carácter único de las obras de Jesús. De hecho, Jesús expresó con fuerza el rechazo de ellos en términos de odio (24). Se cita la Escritura (cf. Sal. 25:19; 69:4) para apoyar esta interpretación.
Hay una estrecha relación entre la referencia siguiente al Espíritu Santo y el contexto previo. Jesús quería volver a asegurar a los discípulos que el Espíritu les testificaría a ellos como ellos testificarían de Jesús (26, 27). Lo más importante de esta afirmación es que el Espíritu procede del Padre. Esto debe ser entendido en el contexto de la misión de Jesús más bien que como una procedencia externa como fue entendido por los Padres griegos. A la luz del v. 27 es claro que esta función prometida del Espíritu fue primaria y primordial para los discípulos. Habían estado con Jesús y tenían la responsabilidad de ser testigos oculares de los hechos históricos. Pero la promesa tiene una aplicación más amplia para todo lugar donde alcance el testimonio cristiano.
Fuente: Nuevo Comentario Bíblico Siglo Veintiuno
REFERENCIAS CRUZADAS
x 879 Mat 10:22; Luc 19:14; Jua 17:14; 1Jn 3:13
Fuente: Traducción del Nuevo Mundo
mundo. Véase coment en 1:10.
Fuente: La Biblia de las Américas
T32 El adjetivo superlativo πρῶτον ὑμῶν se usa en vez del comparativo: antes que a ustedes (comp. MT79).
Fuente: Ayuda gramatical para el Estudio del Nuevo Testamento Griego
O, sabed