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Comentario de Juan 17:21 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia

Comentario de Juan 17:21 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia

para que todos sean una cosa, así como tú, oh Padre, en mí y yo en ti, que también ellos lo sean en nosotros; para que el mundo crea que tú me enviaste.

17:21 para que todos sean uno (Hch 4:32, «de un corazón y un alma»; Efe 4:3-6 en «una fe») ; como tú, oh Padre, en mí, y yo en ti — El Padre, el Hijo y el Espíritu Santo están perfectamente unidos en el mismo propósito en la misma obra 8:19; 14:7 (los que conocieron a Cristo conocieron al Padre); 12:45; 14:9 (los que vieron a Cristo vieron al Padre); 12:44 (los que creyeron en Cristo creyeron en el Padre); 14:21-24 (los que aman a Cristo aman al Padre); 13:20 (los que reciben a Cristo reciben al Padre); 5:23 (los que honran a Cristo honran al Padre); 15:23 (los que rechazan a Cristo rechazan al Padre).

— que también ellos sean uno en nosotros; para que el mundo crea que tú me enviaste. — ¿Ruega Jesús solamente por la unidad de sus discípulos entre sí? No, sino que seamos uno en el Padre y en el Hijo. Muchos grupos están unidos entre sí, y se jactan de esa «unidad», pero la oración de Jesús no tiene nada que ver con la unidad de religiones humanas.

El ser uno en el Padre y en el Hijo requiere la sumisión a la enseñanza de Cristo y los apóstoles que está registrada en los veintisiete libros del Nuevo Testamento, es decir, no solamente la enseñanza acerca de Cristo mismo en Mateo, Marcos, Lucas y Juan, sino también la enseñanza y el ejemplo de los apóstoles en Hechos de los Apóstoles y en las epístolas y en el Apocalipsis (1Co 2:11-13; 2Pe 3:1; 1Jn 4:6). Los que se apartan de la verdad se apartan de Dios y también de los discípulos fieles. Cuando los discípulos de Cristo se extravían y no perseveran en la doctrina de Cristo (2Jn 1:9), se alejan de Dios, e ineludiblemente se alejan los unos de los otros y, al hacerlo, ya no promueven la causa de Cristo, sino la causa de Satanás.

Pablo explica cómo evitar y cómo corregir la división: «cuando recibisteis la palabra de Dios que oísteis de nosotros, la recibisteis no como palabra de hombres, sino según es en verdad, la palabra de Dios» (1Ts 2:13); «que habléis todos una misma cosa» (1Co 1:10); «Solícitos en guardar la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz; un cuerpo, y un Espíritu… una misma esperanza… un Señor, una fe, un bautismo, un Dios y Padre» (Efe 4:3-6).

Cristo no oró por la unión de las muchas denominaciones porque son iglesias establecidas por los hombres. Son humanas en todo sentido: en nombre, en organización, en doctrina, en culto y en propósito (obra). En realidad los fundadores y proponentes de tales iglesias ni siquiera buscan la unidad. No creen que sea posible ni deseable. Cada religión defiende su derecho de existir y de trabajar para su crecimiento. No creen que la doctrina sea la base de la unidad, y creen que su organización eclesiástica es cosa insignificante. En cuanto al culto creen que hay completa flexibilidad y libertad, pues todo grupo simplemente hace lo que agrade a sus feligreses y lo que les pueda ayudar a ganar más miembros. La religión más popular del tiempo moderno es el pentecostalismo, porque el llamado «culto» es nada más una libre expresión de las emociones. La oración de Jesús en este capítulo no tiene nada que ver con alguna supuesta unidad de tales grupos.

Muchos religiosos

— hasta miembros de la iglesia del Señor — dicen que la doctrina no es la base de la unidad. Entonces, si la base de la unidad no es la doctrina, ¿cuál será? Si no importan las diferencias en cuanto al culto, la organización y la obra de la iglesia, ¿qué cosas tendrán importancia? Puesto que la unidad tiene que ver con la comunión, ¿en qué otras cosas habrá comunión? La verdad es que precisamente en estas cosas (la doctrina, el culto, la organización y la obra de la iglesia) debe haber unidad, pero no puede haber unidad entre las denominaciones porque no la quieren.

Pero esta oración sí tiene que ver con la necesidad de unidad entre los miembros de la iglesia de Cristo. Durante los pocos años del ministerio de este servidor ha habido divisiones amargas causadas por la enseñanza de las doctrinas y mandamientos de los hombres: p. ej., (1) el establecimiento de instituciones e «iglesias patrocinadoras» que se encargan del dinero de muchas (potencialmente todas) las congregaciones para hacer obras de edificación, evangelismo y benevolencia; (2) varios aspectos del calvinismo con respecto al pecado y al plan de salvación; (3) el llamado «individualismo» que niega la existencia de la iglesia local; (4) la doctrina de que el adulterio mencionado por Cristo en Mat 19:9 no es sexual, sino sólo los trámites legales para divorciarse y volver a casarse; y (5) la doctrina de que al venir al mundo Cristo se despojó a sí mismo de sus atributos divinos. Todas estas cuestiones afectan la comunión y causan divisiones en la iglesia.

Los hermanos liberales son los que no respetan la autoridad de Cristo y los apóstoles con respecto a la naturaleza, organización y obra de la iglesia y otras prácticas (no conservan el patrón apóstolico, 2Ti 1:13). Es triste leer los comentarios de estos mismos hermanos acerca de la división: p. ej., «Cuando los hombres siguen sus propias opiniones y enseñanzas, hacen barreras entre los creyentes» (FP). «Es precisamente en la cuestión de división que la iglesia de Dios está más indefensa en el tiempo presente. Ninguna cosa produce más infidelidad e injusticia que las doctrinas conflictivas de los profesados seguidores de Cristo. Por medio de multiplicar las divisiones, Satanás ha evitado que innumerables millones obedezcan al evangelio» (JBC). «El espíritu de esta oración es totalmente ajeno al espíritu faccioso que frecuentemente caracteriza a los miembros de la iglesia; y los que promueven partidos, facciones y divisiones en el cuerpo del Señor son culpables del pecado grave… Dos de las cinco peticiones son por la unidad del pueblo del Señor, y mientras que las divisiones que ahora desgarran el cuerpo de Cristo evitan la consumación de su sincero deseo para su pueblo, esperemos y oremos y trabajemos con el fin de que todos los que lleven el nombre de Cristo algún día puedan ser uno y que todos los cismas, divisiones, contenciones, enajenaciones, con toda la rivalidad y amargura, terminen para siempre, y que los que profesan ser sus seguidores ¡manifiesten delante del mundo la bendita unidad por la cual El oró!» El autor de esta última cita (Guy N. Woods) era el campeón, el debatista principal, que por muchos años defendió las innovaciones principales

— la «iglesia patrocinadora» y las instituciones de la iglesia — que causaron tantos «cismas, divisiones, contenciones, enajenaciones… y amargura» entre hermanos».

Aparte de las divisiones causadas por el error doctrinal, también ha habido muchas divisiones a causa de la carnalidad de los miembros (1Co 3:1-4). Las obras de la carne (Gál 5:19-21) no solamente destruyen la unidad de la iglesia, sino también a la iglesia misma: «acerca de las cuales os amonesto, como ya os lo he dicho antes, que los que practican tales cosas no heredarán el reino de Dios». La unidad es uno de los temas dominantes de las epístolas (p. ej., Rom 12:16; Efe 2:16; Flp 1:27; Flp 2:1-4). Lucas describe la unidad que existió entre los apóstoles y otros discípulos (1:14; 2:1, 46; 2:46; 4:32).

Para promover la unidad es necesario que todo cristiano practique las exhortaciones en cuanto a la relación correcta los unos con los otros (13:34, 35; Rom 12:10; 1Co 12:25; Gál 5:13-15; Gál 5:26; Gál 6:2; Efe 4:2; Efe 4:32; 1Ts 5:11; Heb 10:24; Stg 4:11; Stg 5:9; Stg 5:16).

Fuente: Comentario al Nuevo Testamento por Partain

Para que todos sean uno. Jua 17:11, Jua 17:22, Jua 17:23; Jua 10:16; Jer 32:39; Eze 37:16-19, Eze 37:22-25; Sof 3:9; Zac 14:9; Hch 2:46; Hch 4:32; Rom 12:5; 1Co 1:10; 1Co 12:12, 1Co 12:25-27; Gál 3:28; Efe 4:3-6; Flp 1:27; Flp 2:1-5; Col 3:11-14; 1Pe 3:8, 1Pe 3:9.

como tú, oh Padre, en mí, y yo en ti. Jua 5:23; Jua 10:30, Jua 10:38; Jua 14:9-11; Flp 2:6; 1Jn 5:7.

para que el mundo crea que tú me enviaste. Jua 13:35.

Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico

todos sean uno: El tiempo presente del verbo «ser» indica que Jesús estaba orando por la unidad que tiene lugar mediante la santificación de los creyentes. Esto es lo que Jesús estaba mandando en Jua 13:34, Jua 13:35 : sus seguidores tenían que amarse unos a otros para que el mundo creyera en la realidad del amor de Jesús. La cariñosa relación entre ellos es el mayor testimonio para Jesucristo.

Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe

PARA QUE TODOS SEAN UNO. La unidad por la que oró Jesús no era organizacional, sino más bien una unidad espiritual basada en permanecer en Cristo (v. Jua 17:23); conocer y experimentar el amor del Padre y la comunión con Cristo (v. Jua 17:26); separarse del mundo (v. Jua 17:14-16); santificarse por medio de la verdad (v. Jua 17:17; Jua 17:19); recibir y creer la verdad de la Palabra (v. Jua 17:6; Jua 17:8; Jua 17:17); obedecer la Palabra (v. Jua 17:6); y desear llevar la salvación a los perdidos (v. Jua 17:21; Jua 17:23). Si falta uno solo de esos factores, no puede existir la verdadera unidad por la que Jesús oró.

(1) Jesús no pide que sus seguidores «lleguen a ser» uno, sino más bien que «sean uno». Este es un presente del subjuntivo que implica acción continua: «ser uno constantemente», una unidad basada en su relación mutua con el Padre y el Hijo, y en la misma actitud fundamental hacia el mundo, la Palabra y la necesidad de alcanzar a los perdidos (cf. 1Jn 1:7).

(2) Intentar la creación de una unidad artificial mediante reuniones, convenciones o aquello que exija organización compleja puede resultar en la traición de la unidad misma por la que Jesús oró. Lo que Jesús tenía en mente es mucho más que «reuniones de unidad» o confraternidades artificiales. Es una unidad espiritual de corazón, propósito, mente y voluntad en los que están plenamente dedicados a Cristo, a la Palabra y a la santidad (véase Efe 4:3, nota).

Fuente: Biblia de Estudio Vida Plena

que todos sean uno. La base de esta unidad se centra en la adherencia a la revelación que el Padre dio a sus primeros discípulos a través de su Hijo. Los creyentes también permanecen unidos en la creencia común de la verdad que fue recibida en la Palabra de Dios (Flp 2:2). Esto no fue un deseo para el futuro porque se hizo realidad tan pronto vino el Espíritu Santo (cp. Hch 2:4; 1Co 12:13). No es una unidad basada en la experiencia, sino la unidad de una vida eterna común de la cual participan todos los que creen la verdad de Dios, y que resulta en un solo cuerpo de Cristo para que todos participen en la misma medida de su vida. Vea las notas sobre Efe 4:4-6.

Fuente: Biblia de Estudio MacArthur

17:21 para que todos sean uno (Hch 4:32, «de un corazón y un alma»; Efe 4:3-6 en «una fe») ; como tú, oh Padre, en mí, y yo en ti — El Padre, el Hijo y el Espíritu Santo están perfectamente unidos en el mismo propósito en la misma obra 8:19; 14:7 (los que conocieron a Cristo conocieron al Padre); 12:45; 14:9 (los que vieron a Cristo vieron al Padre); 12:44 (los que creyeron en Cristo creyeron en el Padre); 14:21-24 (los que aman a Cristo aman al Padre); 13:20 (los que reciben a Cristo reciben al Padre); 5:23 (los que honran a Cristo honran al Padre); 15:23 (los que rechazan a Cristo rechazan al Padre).
— que también ellos sean uno en nosotros; para que el mundo crea que tú me enviaste. — ¿Ruega Jesús solamente por la unidad de sus discípulos entre sí? No, sino que seamos uno en el Padre y en el Hijo. Muchos grupos están unidos entre sí, y se jactan de esa «unidad», pero la oración de Jesús no tiene nada que ver con la unidad de religiones humanas.
El ser uno en el Padre y en el Hijo requiere la sumisión a la enseñanza de Cristo y los apóstoles que está registrada en los veintisiete libros del Nuevo Testamento, es decir, no solamente la enseñanza acerca de Cristo mismo en Mateo, Marcos, Lucas y Juan, sino también la enseñanza y el ejemplo de los apóstoles en Hechos de los Apóstoles y en las epístolas y en el Apocalipsis (1Co 2:11-13; 2Pe 3:1; 1Jn 4:6). Los que se apartan de la verdad se apartan de Dios y también de los discípulos fieles. Cuando los discípulos de Cristo se extravían y no perseveran en la doctrina de Cristo (2Jn 1:9), se alejan de Dios, e ineludiblemente se alejan los unos de los otros y, al hacerlo, ya no promueven la causa de Cristo, sino la causa de Satanás.
Pablo explica cómo evitar y cómo corregir la división: «cuando recibisteis la palabra de Dios que oísteis de nosotros, la recibisteis no como palabra de hombres, sino según es en verdad, la palabra de Dios» (1Ts 2:13); «que habléis todos una misma cosa» (1Co 1:10); «Solícitos en guardar la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz; un cuerpo, y un Espíritu… una misma esperanza… un Señor, una fe, un bautismo, un Dios y Padre» (Efe 4:3-6).
Cristo no oró por la unión de las muchas denominaciones porque son iglesias establecidas por los hombres. Son humanas en todo sentido: en nombre, en organización, en doctrina, en culto y en propósito (obra). En realidad los fundadores y proponentes de tales iglesias ni siquiera buscan la unidad. No creen que sea posible ni deseable. Cada religión defiende su derecho de existir y de trabajar para su crecimiento. No creen que la doctrina sea la base de la unidad, y creen que su organización eclesiástica es cosa insignificante. En cuanto al culto creen que hay completa flexibilidad y libertad, pues todo grupo simplemente hace lo que agrade a sus feligreses y lo que les pueda ayudar a ganar más miembros. La religión más popular del tiempo moderno es el pentecostalismo, porque el llamado «culto» es nada más una libre expresión de las emociones. La oración de Jesús en este capítulo no tiene nada que ver con alguna supuesta unidad de tales grupos.
Muchos religiosos — hasta miembros de la iglesia del Señor — dicen que la doctrina no es la base de la unidad. Entonces, si la base de la unidad no es la doctrina, ¿cuál será? Si no importan las diferencias en cuanto al culto, la organización y la obra de la iglesia, ¿qué cosas tendrán importancia? Puesto que la unidad tiene que ver con la comunión, ¿en qué otras cosas habrá comunión? La verdad es que precisamente en estas cosas (la doctrina, el culto, la organización y la obra de la iglesia) debe haber unidad, pero no puede haber unidad entre las denominaciones porque no la quieren.
Pero esta oración sí tiene que ver con la necesidad de unidad entre los miembros de la iglesia de Cristo. Durante los pocos años del ministerio de este servidor ha habido divisiones amargas causadas por la enseñanza de las doctrinas y mandamientos de los hombres: p. ej., (1) el establecimiento de instituciones e «iglesias patrocinadoras» que se encargan del dinero de muchas (potencialmente todas) las congregaciones para hacer obras de edificación, evangelismo y benevolencia; (2) varios aspectos del calvinismo con respecto al pecado y al plan de salvación; (3) el llamado «individualismo» que niega la existencia de la iglesia local; (4) la doctrina de que el adulterio mencionado por Cristo en Mat 19:9 no es sexual, sino sólo los trámites legales para divorciarse y volver a casarse; y (5) la doctrina de que al venir al mundo Cristo se despojó a sí mismo de sus atributos divinos. Todas estas cuestiones afectan la comunión y causan divisiones en la iglesia.
Los hermanos liberales son los que no respetan la autoridad de Cristo y los apóstoles con respecto a la naturaleza, organización y obra de la iglesia y otras prácticas (no conservan el patrón apóstolico, 2Ti 1:13). Es triste leer los comentarios de estos mismos hermanos acerca de la división: p. ej., «Cuando los hombres siguen sus propias opiniones y enseñanzas, hacen barreras entre los creyentes» (FP). «Es precisamente en la cuestión de división que la iglesia de Dios está más indefensa en el tiempo presente. Ninguna cosa produce más infidelidad e injusticia que las doctrinas conflictivas de los profesados seguidores de Cristo. Por medio de multiplicar las divisiones, Satanás ha evitado que innumerables millones obedezcan al evangelio» (JBC). «El espíritu de esta oración es totalmente ajeno al espíritu faccioso que frecuentemente caracteriza a los miembros de la iglesia; y los que promueven partidos, facciones y divisiones en el cuerpo del Señor son culpables del pecado grave… Dos de las cinco peticiones son por la unidad del pueblo del Señor, y mientras que las divisiones que ahora desgarran el cuerpo de Cristo evitan la consumación de su sincero deseo para su pueblo, esperemos y oremos y trabajemos con el fin de que todos los que lleven el nombre de Cristo algún día puedan ser uno y que todos los cismas, divisiones, contenciones, enajenaciones, con toda la rivalidad y amargura, terminen para siempre, y que los que profesan ser sus seguidores ¡manifiesten delante del mundo la bendita unidad por la cual El oró!» El autor de esta última cita (Guy N. Woods) era el campeón, el debatista principal, que por muchos años defendió las innovaciones principales — la «iglesia patrocinadora» y las instituciones de la iglesia — que causaron tantos «cismas, divisiones, contenciones, enajenaciones… y amargura» entre hermanos».
Aparte de las divisiones causadas por el error doctrinal, también ha habido muchas divisiones a causa de la carnalidad de los miembros (1Co 3:1-4). Las obras de la carne (Gál 5:19-21) no solamente destruyen la unidad de la iglesia, sino también a la iglesia misma: «acerca de las cuales os amonesto, como ya os lo he dicho antes, que los que practican tales cosas no heredarán el reino de Dios». La unidad es uno de los temas dominantes de las epístolas (p. ej., Rom 12:16; Efe 2:16; Flp 1:27; Flp 2:1-4). Lucas describe la unidad que existió entre los apóstoles y otros discípulos (1:14; 2:1, 46; 2:46; 4:32).
Para promover la unidad es necesario que todo cristiano practique las exhortaciones en cuanto a la relación correcta los unos con los otros (13:34, 35; Rom 12:10; 1Co 12:25; Gál 5:13-15; Gál 5:26; Gál 6:2; Efe 4:2; Efe 4:32; 1Ts 5:11; Heb 10:24; Stg 4:11; Stg 5:9; Stg 5:16).

Fuente: Notas Reeves-Partain

Para que todos sean uno sigue el tema del versículo anterior aunque no contiene el verbo “rogar”, “orar”, “suplicar” o “pedir”, pero aclara la traducción al añadirlo el verbo, como hacen las DHH y TEV. Este versículo está formado en el texto de cuatro oraciones separadas así: (1) “para que”, (2) “así como”, (3) “que también”, (4) “para que”. Que varias personas “sean una” es un concepto difícil en algunas culturas, y sin sentido en otras. La idea a comunicar es: “que todos ellos actúen unidos como si fueran una sola persona” o “para que todos juntos caminen al mismo paso”. Como tú, Padre, en mí y yo en ti, que es una traducción literal, se entiende mejor como: “Así como tú, Padre, y yo vivimos en íntima unión” o «como tú estás en mí y yo en ti» (NVI). Varias versiones colocan un punto seguido aquí al final de esta oración. Se supone que sigue el verbo principal “ruego” aunque no esté expresado.

“Que ellos vivan íntimamente unidos a nosotros” mejora la claridad del cercano al original “para que ellos estén en nosotros”. La NVI introduce aquí el verbo «permite» para mayor claridad en la cláusula. La última oración expresa el propósito de la unidad entre los futuros creyentes: “para que la gente del mundo crea que tú me has enviado”, «Así la gente de este mundo creerá que tú me enviaste» (TLA).

Fuente: Comentario para Exégesis y Traducción

Jua 10:38; Jua 17:11; (ver Gál 3:28).

Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana

NOTAS

(1) O: “estén en unidad”. Lit.: “una (cosa)”. Gr.: hen, neutro, para mostrar unidad en cooperación. Véase Jua 10:30, n.

REFERENCIAS CRUZADAS

k 973 Rom 12:5; 1Co 1:10; Gál 3:28; 1Jn 1:7

l 974 Jua 10:38; Jua 14:10

m 975 1Co 6:17

n 976 Jua 17:8

Fuente: Traducción del Nuevo Mundo

Como tú…en mí y yo en ti. La unidad entre el Padre y el Hijo debe ser el patrón de unidad entre sus seguidores.

para que el mundo crea. El evangelio gana o pierde credibilidad ante los ojos del mundo según la medida en que los que lo proclaman vivan y demuestren el amor que ellos predican (13:35).

que tú me enviaste. El evangelio llama a una fe en Jesucristo como la revelación de Dios a la humanidad. Esta fe es una característica notable en aquellos que le siguen (vers. 25).

Fuente: La Biblia de las Américas

21 super (1) Este es el segundo aspecto de la unidad de los creyentes, la unidad que tienen en el Dios Triuno por medio de la santificación, es decir, la separación del mundo por la palabra de Dios. En este aspecto de la unidad, los creyentes separados del mundo para Dios, disfrutan al Dios Triuno como el factor de su unidad.

Fuente: Comentario Del Nuevo Testamento Versión Recobro

para que todos sean uno. Todos los creyentes pertenecen al único cuerpo de Cristo (1Co 12:13) y a la misma familia de Dios (Efe 2:19). Esta unidad espiritual debería expresarse visiblemente en el ejercicio de los dones espirituales (Efe 4:3-16), en la oración y en la exhortación (2Co 1:11; Heb 10:25).

Fuente: Biblia de Estudio Anotada por Ryrie

estén… La lectura mejor respaldada es la más corta → Papiro 66, B.

Fuente: Biblia Textual IV Edición

Gr., el tiempo del verbo indica: crea continuamente

Fuente: La Biblia de las Américas

estén. La lectura mejor respaldada es la más corta, que registran g Ƿ 66 B.

Fuente: La Biblia Textual III Edición