Biblia

Comentario de Juan 17:9 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia

Comentario de Juan 17:9 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia

“Yo ruego por ellos. No ruego por el mundo, sino por los que me has dado; porque tuyos son.

17:9 Yo ruego por ellos (en base a lo que ha dicho acerca de ellos: que el Padre los dio a Cristo, que habían guardado las palabras del Padre que Cristo les dio, y que habían creído que Cristo había venido del Padre; ruego por ellos, este presente que me has dado, este fruto de mis labores (FLG) ; no ruego por el mundo, (el mundo no había sido dado por el Padre al Hijo porque no había guardado las palabras del Padre, y no habían creído que Cristo vino del Padre) sino por los que me diste; porque tuyos son, — Después oró indirectamente por todos (17:20). Para el mundo El pide el perdón (para los que se arrepienten y le obedecen), pero aquí pide que Dios guarde (17:11, 15) a los que son suyos. Jesús ruega por los hombres que el Padre le había dado, los que le habían glorificado. Esta oración, pues, es muy específica: «por los que me diste». (Compárese Heb 2:13, «He aquí, yo y los hijos que Dios me dio»).

Pidió que el Padre perdonara a los que le crucificaban (Luc 23:34); es decir, pidió compasión por ellos, y que el Padre les perdonara cuando se humillaran para obedecer al evangelio (Hch 2:37-38). El dijo, «perdónalos, porque no saben lo que hacen», pero ahora ruega por los apóstoles que habían conocido la verdad y que la habían guardado.

Jesús nos enseña que debemos orar aun por los enemigos (Mat 5:44), y Pablo nos enseña que debemos orar por todos los hombres (1Ti 2:1). Hemos de dejar de orar por los del mundo solamente cuando dan evidencia clara no solamente de ser enemigos de Dios, sino también de que quieren y piensan permanecer así (2Ts 2:10-12; Rom 1:28; 1Jn 5:16).

También en los vers. 20-26 ruega por todos sus discípulos («los que han de creer en mí por la palabra de ellos»). Compárese Éxo 28:29, «Y llevará Aarón los nombres de los hijos de Israel en el pectoral del juicio sobre su corazón, cuando entre en el santuario, por memorial delante de Jehová continuamente»; nuestro Sumo Sacerdote lleva los nombres de sus discípulos sobre su corazón al interceder por nosotros.

Fuente: Comentario al Nuevo Testamento por Partain

Yo ruego por ellos. Jua 14:16; Jua 16:26, Jua 16:27; Luc 22:32; Heb 7:25; Heb 9:24; 1Jn 2:1, 1Jn 2:2; 1Jn 5:19; Apo 12:9; Apo 13:8; Apo 20:15.

Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico

no ruego por el mundo indica que Jesús estaba orando solamente lo por los creyentes presentes y futuros (Jua 17:20; Luc 23:34).

Ruego … por los que me diste: El apóstol Pablo observa la misma prioridad (Col 1:4, Col 1:9). Los cristianos suelen orar por los pecadores empedernidos hasta que aceptan a Cristo y después los sacan de su lista de oraciones. Tendemos a detenernos en el punto en que Cristo y los apóstoles comienzan a orar intensamente.

Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe

17:9 Yo ruego por ellos (en base a lo que ha dicho acerca de ellos: que el Padre los dio a Cristo, que habían guardado las palabras del Padre que Cristo les dio, y que habían creído que Cristo había venido del Padre; ruego por ellos, este presente que me has dado, este fruto de mis labores (FLG) ; no ruego por el mundo, (el mundo no había sido dado por el Padre al Hijo porque no había guardado las palabras del Padre, y no habían creído que Cristo vino del Padre) sino por los que me diste; porque tuyos son, — Después oró indirectamente por todos (17:20). Para el mundo El pide el perdón (para los que se arrepienten y le obedecen), pero aquí pide que Dios guarde (17:11, 15) a los que son suyos. Jesús ruega por los hombres que el Padre le había dado, los que le habían glorificado. Esta oración, pues, es muy específica: «por los que me diste». (Compárese Heb 2:13, «He aquí, yo y los hijos que Dios me dio»).
Pidió que el Padre perdonara a los que le crucificaban (Luc 23:34); es decir, pidió compasión por ellos, y que el Padre les perdonara cuando se humillaran para obedecer al evangelio (Hch 2:37-38). El dijo, «perdónalos, porque no saben lo que hacen», pero ahora ruega por los apóstoles que habían conocido la verdad y que la habían guardado.
Jesús nos enseña que debemos orar aun por los enemigos (Mat 5:44), y Pablo nos enseña que debemos orar por todos los hombres (1Ti 2:1). Hemos de dejar de orar por los del mundo solamente cuando dan evidencia clara no solamente de ser enemigos de Dios, sino también de que quieren y piensan permanecer así (2Ts 2:10-12; Rom 1:28; 1Jn 5:16).
También en los vers. 20-26 ruega por todos sus discípulos («los que han de creer en mí por la palabra de ellos»). Compárese Éxo 28:29, «Y llevará Aarón los nombres de los hijos de Israel en el pectoral del juicio sobre su corazón, cuando entre en el santuario, por memorial delante de Jehová continuamente»; nuestro Sumo Sacerdote lleva los nombres de sus discípulos sobre su corazón al interceder por nosotros.

Fuente: Notas Reeves-Partain

ORACIÓN DE JESÚS POR SUS DISCÍPULOS

Juan 17:9-19

-Es por ellos por los que Te pido. No estoy intercediendo por el mundo, sino por los que Me has dado, porque son Tuyos. Todo lo que tengo Yo es Tuyo, y todo lo que Tú tienes es Mío. Y por medio de ellos se Me ha dado gloria. Yo ya no estoy en el mundo; pero estos sí están en el mundo, y Yo voy a Ti. Padre Santo, mantenlos en Tu nombre a los que Me has dado, para que sean una cosa como Nosotros somos una cosa. Cuando Yo estaba con ellos, Yo los mantenía en Tu nombre a los que Me diste. Yo los guardé de tal manera que no se Me perdió ninguno de ellos, excepto el que estaba destinado a perderse, lo que sucedió para que se cumplieran las Escrituras. Pero ahora vuelvo contigo. Digo esto mientras estoy todavía en el mundo para que tengan Mi gozo en sí en plenitud. Yo les di Tu palabra, y el mundo los aborreció porque no son del mundo. No Te pido que los saques del mundo, sino que los guardes del malo. No son del mundo, como tampoco lo soy Yo. Conságralos mediante Tu verdad; Tu Palabra es la verdad. Como Tú Me enviaste al mundo, así los envío Yo ahora. Por amor de ellos Yo Me consagro, para que ellos también estén consagrados por la verdad.

Aquí tenemos un pasaje henchido de verdades tan grandes que sólo las podemos captar fragmentariamente.

En primer lugar, nos dice algo de los discípulos de Jesús.

(i) El discípulo es un regalo de Dios a Jesús. ¿Qué quiere decir eso? Quiere decir que el Espíritu de Dios nos mueve el corazón para que respondamos a la llamada de Jesús.

(ii) Por medio del discípulo le viene gloria a Jesús. El paciente al que ha curado le da gloria al médico; el estudiante al que ha preparado le da gloria al profesor; el atleta al que ha entrenado le da gloria al entrenador. Las personas que Jesús ha redimido Le dan honor a Él. La persona que era mala y se ha vuelto buena es la honra de Jesús.
(iii) El discípulo es una persona a la que se le ha confiado una tarea. Como Dios envió a Jesús, así Jesús envía a Sus discípulos. Aquí está la explicación de algo que nos extraña en este pasaje. Jesús empieza diciendo que no pide por el mundo; y sin embargo, vino porque de tal manera amó Dios al mundo. Pero, como ya hemos visto, en el evangelio de Juan el mundo significa también » la sociedad humana que se organiza sin tener en cuenta a Dios.» Lo que Jesús hace por el mundo es enviarle a Sus discípulos para que conozca a Dios y vuelva a Él. Jesús ora por Sus discípulos para que sean tales que puedan ganar al mundo para Él. Además, este pasaje nos dice que Jesús les ofreció a los suyos dos cosas.

(i) Les ofreció Su alegría. Todo lo que les estaba diciendo estaba diseñado para comunicarles Su suprema alegría.

(ii) Y también les hizo una advertencia. Les dijo que eran distintos del mundo, y que no podían esperar de él nada más que su odio. Su nivel, sus principios y su escala de valores eran diferentes de los del mundo. Pero es una gozada batallar contra la tormenta y resistir a la marea; y es cuando arrostramos la hostilidad del mundo cuando entramos en el gozo que Jesús nos ha prometido.

Y todavía más: en este pasaje Jesús hace la más gloriosa declaración de propiedad de todas las Suyas. Orando a Dios, Le dice: «Todo lo que tengo Yo es Tuyo, y todo lo que Tú tienes es Mío.» La primera parte es natural y fácil de comprender, porque todo pertenece a Dios, y Jesús lo repitió una y otra vez; pero la segunda parte es alucinante: «¡Todo lo que Tú tienes es Mío!» De esto dijo Lutero: «Esto es algo que ninguna criatura puede decirle a Dios.» Nunca presentó Jesús más claramente Su identidad con Dios. Es una misma cosa con Él de tal manera que dispone de Su mismo poder y prerrogativas.

ORACIÓN DE JESÚS POR SUS DISCÍPULOS

Juan 17:9-19 (continuación)

Este pasaje tiene para nosotros un interés tan extraordinario porque nos dice lo que Jesús pedía para Sus discípulos.
(i) La primera cosa-esencial en que debernos fijarnos es que Jesús no Le pidió a Dios que sacara a Sus discípulos de este mundo. El no pidió para ellos una posibilidad de evasión, sino que alcanzaran la victoria. La clase de «cristianismo» que se refugia en conventos o monasterios no Le habría parecido Cristianismo a Jesús. La clase de «cristianismo» que no se identifica nada más que con la oración y la meditación y la vida retirada del mundo Le habría parecido una versión trágicamente truncada de la fe que vino a traernos. Él insistía en que era en medio de las vueltas y revueltas de la vida donde se tenía que vivir el Cristianismo.

Por supuesto que se necesita orar y meditar y retirarse a puerta cerrada para estar a solas con Dios; pero estas cosas no son el fin de la vida, sino medios para alcanzar el fin, que no es otro que demostrar la vida cristiana en los trabajos y las pruebas de la vida del mundo. El Cristianismo no se propone retirar a nadie de la vida, sino equiparle para vivirla mejor. No nos ofrece librarnos de problemas, sino capacitarnos para resolverlos. No nos ofrece una paz fácil, sino una milicia victoriosa. No nos ofrece una vida en la que se evitan y evaden los conflictos, sino en la que se arrostran y conquistan. Con todo y ser indudable que el cristiano no es del mundo, es verdad que es en el mundo donde tiene que vivir su cristianismo. No debe desear abandonar el mundo, sino conquistarlo.

(ii) Jesús pidió por la unidad de Sus discípulos. Donde hay divisiones, exclusividad, competencia entre las iglesias, la causa del Cristianismo está en peligro, y la oración de Jesús, frustrada. No se puede predicar el Evangelio en serio en una congregación que no es una compañía bien unida y trabada de hermanos. Iglesias en competencia no pueden evangelizar al mundo en serio. Jesús pidió que Sus discípulos fueran tan realmente una sola cosa como Él y el Padre; y no ha habido otra oración Suya que los cristianos individuales y las iglesias hayamos puesto tantas trabas para que se cumpliera.
(iii) Jesús Le pidió a Dios que protegiera a Sus discípulos de los ataques del maligno. La Biblia no es un libro teórico. No discute el origen del mal, pero tampoco deja lugar a dudas en cuanto al poder del mal que actúa en este mundo en contra del poder de Dios. Nos da ánimo y confianza saber que Dios está vigilando nuestras vidas como un centinela para mantenerlas a salvo del mal. El hecho de que caigamos en la tentación tantas veces es debido a que tratamos de enfrentarnos con ella dependiendo de nuestras propias fuerzas en lugar de buscar la ayuda y de recordar la presencia de nuestro Protector.
(iv) Jesús pidió que Sus discípulos estuvieran consagrados a la verdad. La palabra para consagrar es haguiazein, que viene del adjetivo haguios, que en la versión Reina-Valera se traduce por santo, pero cuyo sentido más radical es diferente o separado. Según esto, haguiazein tiene dos ideas principales.

(a) Quiere decir separado para una tarea especial. Cuando Dios llamó a Jeremías, le dijo: «Antes de formarte en el vientre te conocí, y antes de que nacieras te consagré, nombrándote profeta de las naciones» (Jer 1:5 ). Desde antes de su nacimiento, ya Dios había separado a Jeremías para un ministerio especial. Cuando Dios estaba instituyendo el sacerdocio en Israel, le dijo a Moisés que ordenara a los hijos de Aarón y los consagrara para que ministraran como sacerdotes (Ex 28:41 ). Los hijos de Aarón fueron apartados para un ministerio y deber especiales.

(b) Pero haguiazein quiere decir, no sólo apartar para algún ministerio o tarea especial, sino también equipar a una persona con las cualidades de mente, corazón y carácter que le serán necesarias para la tarea. Si una persona ha de servir a Dios, debe tener algo de la bondad y de la sabiduría de Dios en sí misma. El que ha de servir al Dios santo tiene que ser también santo. Y así Dios, no sólo escoge a una persona para una tarea especial y la aparta con ese fin, sino que la equipa con las cualidades que necesitará para llevarla a buen término.

Debemos recordar siempre que Dios nos ha escogido y consagrado para un servicio especial, que es amarle y obedecerle, y traerle a otros para que hagan lo mismo. Y Dios no nos deja a merced de nuestros propios recursos, sino nos guarnece en Su gracia para la tarea si ponemos nuestra vida en Sus manos.

Fuente: Comentario al Nuevo Testamento

b. Jesús ora por sus discípulos que están en el mundo (vv. Jua 17:9-19)

Fuente: Comentario para Exégesis y Traducción

Nuevamente se inicia con un “yo” enfático: Yo ruego por ellos, que en forma continuada expresa la idea de la exclusividad de los discípulos en la oración de Jesús: “Yo ruego por ellos solamente y no por los que pertenecen al mundo”, que traduce lo que literalmente sería: “yo ruego por ellos y no oro por el mundo”. Para más énfasis se puede repetir el verbo “orar” referido a los discípulos presentes: “sino que oro por los seguidores que me has encomendado, porque ellos te pertenecen”. El “mundo” se refiere de nuevo a aquellos que se oponen a Dios. La CEV aclara este hecho traduciendo: «pero no por aquellos que pertenecen al mundo». La estructura tiene fuerza y esto lo recoge el adverbio “solamente” en lugar de repetir el verbo “rogar” con “mundo”. Debido a que puede haber confusión en cuanto a quién se refiere el texto con “ellos”, se debe dar más información a la hora de traducir o reestructurar las oraciones del versículo, algo así como: “Yo ruego solamente por los seguidores que me has encomendado, pues ellos te pertenecen a ti. Yo no ruego por la gente que pertenece al mundo”, «Ruego por ellos. No pido por la gente que no me acepta y que sólo piensa en las cosas de este mundo. Más bien pido por los seguidores que me diste y que son tuyos» (TLA).

Fuente: Comentario para Exégesis y Traducción

REFERENCIAS CRUZADAS

p 952 1Jn 5:19

Fuente: Traducción del Nuevo Mundo

por ellos. Jesús ahora hace peticiones especiales al Padre por aquellos que deben llevar adelante su obra después de la resurrección y ascensión. El Señor se preocupa especialmente por aquellos que pronto van a ser duramente probados (cp. Lc 22:31).

Fuente: La Biblia de las Américas

Estos versículos, como el resto del capítulo, contienen pensamientos profundísimos, pensamientos que nosotros no alcanzamos á descifrar. Más hay dos puntos que sí están á nuestro alcance y que merecen la atención de todo cristiano. Á ellos circunscribiremos nuestro examen.
Se nos enseña, en primer lugar, que nuestro Señor Jesucristo hace algo por su pueblo creyente que no hace por los impenitentes. Acude al socorro de sus almas por medio de una intercesión especial. He aquí sus propias palabras á este respecto:» Yo ruego por ellos: no ruego por el mundo, sino por los que me diste..
Es esta una doctrina por la cual el mundo siente particular repugnancia. Nada causa tanto encono á los malos como la idea de que Dios haga distinción alguna entre los hombres; que ame á unos más que á otros. Mas las objeciones que aducen son débiles é injustas. Á la verdad, un poco de reflexión debiera convencernos que un ser que contemplase con igual agrado lo bueno y lo malo, lo santo y lo impío, lo justo y lo injusto, seria un Dios de muy extraña naturaleza. La intercesión que Jesucristo hace por los que en él creen, está en armonía con la sana razón y con el sentido común.
Desde luego se deja comprender, por supuesto, que como sucede con toda otra verdad evangélica, es preciso enunciar esta doctrina con precisión, señalando, además, aquellas limitaciones que se desprenden del tenor de las Escrituras mismas. Debemos guardarnos, por una parte, de estrechar ó limitar indebidamente el amor de Jesucristo hacia los pecadores, y por otra de exagerar su inmensidad. Es cierto que Jesucristo ama á todos los pecadores y los exhorta para que sean salvos; mas no es menos cierto que ama de una manera especial al bienaventurado gremio de los fieles, al gremio de las almas que santifica y glorifica. Es cierto que él ha perfeccionado una redención que es suficiente para toda la humanidad y que la ha ofrecido gratuitamente á todos; pero no es también menos cierto que tan solo los que creen participan de los efectos de esa redención. De la misma manera es cierto que él es Mediador entre Dios y los hombres; pero no es menos cierto que solo intercede activamente por los que se acercan á Dios por medio de él.
De aquí la seguridad del creyente. Un Ser que jamás se cansa ó se adormece, está siempre pensando en él, está siempre velando por su bienestar espiritual y proveyendo á las necesidades de su alma. «Jesús puede también salvar perpetuamente á los que por él se allegan á Dios.» Heb 7:25. Es bien sabido que Judas cayó y no volvió á levantarse, en tanto que Pedro cayó también, pero se arrepintió y fue contado otra vez en el número de los fieles. La razón de esa diferencia se encuentra en aquellas palabras que Jesucristo dirigió á Pedro: «Yo he rogado por ti que tu fe no falte.» Luk 22:32.
En estos versículos se nos enseña, en segundo lugar, que Jesucristo no quiere que se quite á los creyentes del mundo, sino que se les guarde del malo.
Es bien seguro que nuestro Señor en su omnisciencia alcanzó á percibir en el corazón de sus discípulos un deseo ansioso de salir de este angustioso mundo.
Pocos en número y careciendo de fuerza, rodeados por todas partes por enemigos y perseguidores, no es extraño que quisieran alejarse de la arena del combate y ascender á las moradas eternas. Aun David dijo en cierto lugar; «¿Quién me diese alas como de paloma? -volaría y descansaría.» Psa 55:6. Sabiendo todo esto, nuestro Señor permitió para provecho de la iglesia que se trasladase al papel la parte de su oración que versa sobre el particular. De eso modo nos ha enseñado la gran lección de que es mejor que su pueblo permanezca en el mundo y sea preservado del mal, que no que sea alejado de todo contacto con el mal.
Ni es difícil percibir, después de alguna reflexión, que nuestro Señor pensó sabiamente sobre este, así como sobre todo otro asunto. Agradable como seria al creyente el que se le apartase de toda tentación, se advierte prontamente que no seria conveniente. ¿Cómo podrían los discípulos de Jesucristo hacer bien alguno en el mundo, si se les arrebatase de él tan luego como se convirtiesen? ¿Cómo darían á conocer el poder de la gracia, y someterían á prueba su fe, y su valor y su paciencia como leales soldados de un Señor crucificado? ¿Cómo podrían ser disciplinados para el cielo, y cómo aprenderían a estimar en su debido valor la expiación hecha por su Salvador? A preguntas de este linaje solo puede darse una sola contestación. Permanecer en este valle de lágrimas expuestos á todo sufrimiento, á toda tentación, á todo ataque es el medio más seguro de propender por la propia santificación y de glorificar á Jesucristo. Si fuéramos al cielo inmediatamente después de verificada nuestra conversión, se nos evitarían, sin duda, muchas molestias. Mas el camino más fácil no es siempre el que el deber nos señala. Quien desee ceñirse la corona de la gloria, tiene primero que llevar á cuestas la cruz, y ser luz en medio de las tinieblas y sal en medio de la corrupción. «Si sufrimos, también reinaremos con él.» 2Ti 2:11, Si tenemos razón para creer que somos verdaderos discípulos de Jesucristo, estemos persuadidos de que nuestro Maestro sabe mejor que nosotros qué es lo que nos conviene. Encomendémonos completamente en sus manos, y contentémonos con vivir en este mundo todo el tiempo que él quiera, con tal de que seamos preservados del mal.

Fuente: Los Evangelios Explicados