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Comentario de Juan 19:27 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia

Comentario de Juan 19:27 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia

Después dijo al discípulo: —He ahí tu madre. Y desde aquella hora el discípulo la recibió en su casa.

19:27 Después dijo al discípulo: He ahí tu madre.

— ¡Qué ejemplo tan hermoso de honrar a su madre! (Éxo 20:12).

— Y desde aquella hora el discípulo la recibió en su casa. — Esto no quiere decir necesariamente que en ese instante Juan la llevara a su casa, pues él confirma como testigo ocular la muerte de Jesús (19:34, 35), sino que desde ese momento él se encargó del cuidado de ella.

Desde la cruz Jesús tenía algo que dar. «Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen» (Luc 23:34). A los que le crucificaron (tanto judíos como romanos) les ofreció el perdón de sus pecados. En Hechos de los Apóstoles vemos que muchos de ellos aceptaron este don, al arrepentirse y ser bautizados para perdón de los pecados (Hch 2:37-38; Hch 4:4; Hch 6:7).

Uno de los criminales que fueron crucificados con Jesús «le injuriaba, diciendo: Si tú eres el Cristo, sálvate a ti mismo y a nosotros. Respondiendo el otro, le reprendió, diciendo: ¿Ni aun temes tú a Dios, estando en la misma condenación? Nosotros, a la verdad, justamente padecemos, porque recibimos lo que merecieron nuestros hechos; mas éste ningún mal hizo. Y dijo a Jesús: Acuérdate de mí cuando vengas en tu reino. Entonces Jesús le dijo: De cierto te digo que hoy estarás conmigo en el paraíso» (Luc 23:39-43). A este criminal arrepentido Jesús dio el paraíso.

Jesús ya había legado su ropa a los soldados, el perdón a todos los transgresores, el paraíso a uno de los criminales. ¿Qué podría legar a su madre y a su discípulo a quién amaba? A estas dos personas muy amadas les legaba el uno al otro (FLG).

Juan omite el fenómeno de las tinieblas y lo que Jesús dijo durante ese periodo: «Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado» (Mat 27:46); es decir, ¿por qué no me libra de la muerte? Véase Sal 22:1-8, «Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado? ¿Por qué estás tan lejos de mi salvación, y de las palabras de mi clamor?… En ti esperaron nuestros padres; esperaron, y tú los libraste. Clamaron a ti, y fueron librados… Todos los que me ven me escarnecen… diciendo: Se encomendó a Jehová; líbrele él; sálvele, puesto que en él se complacía». Al leer este salmo, la fuente de Mat 27:46, se puede ver que la palabra desamparar equivale a no librar de la muerte. Es muy parecido al clamor de Jesús en el huerto, «Padre mío, si es posible, pase de mí esta copa» (Mat 26:39).

Algunos dicen que Jesús aceptó la culpa de los pecados del hombre, y que Dios no podía verlo como pecador, que le volvió las espaldas para no ver a Jesús tan contaminado con el pecado, pero Jesús no aceptó la culpa del pecado, sino que sufrió la pena (el castigo) del pecado y Dios no le volvió las espaldas, pues el mismo salmo dice que «No menospreció ni abominó la aflicción del afligido, ni de él escondió su rostro; sino que cuando clamó a él, le oyó» (Sal 22:24).

Fuente: Comentario al Nuevo Testamento por Partain

He ahí tu madre. Gén 45:8; Gén 47:12; Mat 12:48-50; Mat 25:40; Mar 3:34; 1Ti 5:2-4.

desde aquella hora el discípulo la recibió. 1Jn 3:18, 1Jn 3:19.

en su casa. Jua 1:11; Jua 16:32.

Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico

He ahí tu madre: Jesús dejó a María al cuidado de Juan.

Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe

19:27 Después dijo al discípulo: He ahí tu madre. — ¡Qué ejemplo tan hermoso de honrar a su madre! (Éxo 20:12).
— Y desde aquella hora el discípulo la recibió en su casa. — Esto no quiere decir necesariamente que en ese instante Juan la llevara a su casa, pues él confirma como testigo ocular la muerte de Jesús (19:34, 35), sino que desde ese momento él se encargó del cuidado de ella.
Desde la cruz Jesús tenía algo que dar. «Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen» (Luc 23:34). A los que le crucificaron (tanto judíos como romanos) les ofreció el perdón de sus pecados. En Hechos de los Apóstoles vemos que muchos de ellos aceptaron este don, al arrepentirse y ser bautizados para perdón de los pecados (Hch 2:37-38; Hch 4:4; Hch 6:7).
Uno de los criminales que fueron crucificados con Jesús «le injuriaba, diciendo: Si tú eres el Cristo, sálvate a ti mismo y a nosotros. Respondiendo el otro, le reprendió, diciendo: ¿Ni aun temes tú a Dios, estando en la misma condenación? Nosotros, a la verdad, justamente padecemos, porque recibimos lo que merecieron nuestros hechos; mas éste ningún mal hizo. Y dijo a Jesús: Acuérdate de mí cuando vengas en tu reino. Entonces Jesús le dijo: De cierto te digo que hoy estarás conmigo en el paraíso» (Luc 23:39-43). A este criminal arrepentido Jesús dio el paraíso.
Jesús ya había legado su ropa a los soldados, el perdón a todos los transgresores, el paraíso a uno de los criminales. ¿Qué podría legar a su madre y a su discípulo a quién amaba? A estas dos personas muy amadas les legaba el uno al otro (FLG).
Juan omite el fenómeno de las tinieblas y lo que Jesús dijo durante ese periodo: «Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado» (Mat 27:46); es decir, ¿por qué no me libra de la muerte? Véase Sal 22:1-8, «Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado? ¿Por qué estás tan lejos de mi salvación, y de las palabras de mi clamor?… En ti esperaron nuestros padres; esperaron, y tú los libraste. Clamaron a ti, y fueron librados… Todos los que me ven me escarnecen… diciendo: Se encomendó a Jehová; líbrele él; sálvele, puesto que en él se complacía». Al leer este salmo, la fuente de Mat 27:46, se puede ver que la palabra desamparar equivale a no librar de la muerte. Es muy parecido al clamor de Jesús en el huerto, «Padre mío, si es posible, pase de mí esta copa» (Mat 26:39).
Algunos dicen que Jesús aceptó la culpa de los pecados del hombre, y que Dios no podía verlo como pecador, que le volvió las espaldas para no ver a Jesús tan contaminado con el pecado, pero Jesús no aceptó la culpa del pecado, sino que sufrió la pena (el castigo) del pecado y Dios no le volvió las espaldas, pues el mismo salmo dice que «No menospreció ni abominó la aflicción del afligido, ni de él escondió su rostro; sino que cuando clamó a él, le oyó» (Sal 22:24).

Fuente: Notas Reeves-Partain

Después dijo al discípulo: He ahí tu madre, “Enseguida le dice al discípulo: ‘Aquí está tu madre’” o “ésta es tu madre”. También, siguiendo la traducción del versículo anterior, “considérala como si fuera tu madre”.

«Desde ese momento, el discípulo llevó a María a su propia casa» (TLA), “Desde ese mismo instante el discípulo la lleva a vivir a su casa”. Una forma más sencilla y coloquial es “la tomó bajo su cuidado”, “la hizo miembro de su propia familia” o “la trató como una más de la familia”.

Fuente: Comentario para Exégesis y Traducción

— en su casa: También podría traducirse: como si fuera su madre.

Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana

la recibió en su propia casa. Juan proveyó el cuidado necesario para María. Al asegurarse que su madre estaba siendo cuidada, Jesús cumplió tanto la letra como el espíritu de Ex 20:12.

Fuente: La Biblia de las Américas

27 super (1) Véase la nota 26 super (1)

Fuente: Comentario Del Nuevo Testamento Versión Recobro

R691 Τὰ ἴδια tiene el sentido de: el hogar de uno.

Fuente: Ayuda gramatical para el Estudio del Nuevo Testamento Griego

rtf1fbidisansiansicpg1252deff0fonttblf0fromanfprq2fcharset2 Wingdings 3; . casa.

Fuente: La Biblia Textual III Edición