Comentario de Juan 21:18 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia

De cierto, de cierto te digo que cuando eras más joven, tú te ceñías e ibas a donde querías; pero cuando seas viejo, extenderás las manos, y te ceñirá otro y te llevará a donde no quieras.

21:18 De cierto, de cierto te digo: Cuando eras más joven, te ceñías, e ibas a donde querías (esto indica plena libertad de movimiento) ; mas cuando ya seas viejo, extenderás tus manos, y te ceñirá otro, y te llevará a donde no quieras. — La tradición dice que Pedro fue crucificado, pero la expresión «extenderás tus manos» no se refiere a extender sus manos para ser crucificado, sino para que otro le atara (p. ej., como se ve en Hch 21:11) y le llevará «a donde no quieras». Pedro era un hombre impulsivo y agresivo que siempre actuaba con toda libertad; el perder ese libertad era un duro castigo para él.

Fuente: Comentario al Nuevo Testamento por Partain

mas cuando ya fueres viejo. Jua 13:36; Hch 12:3, Hch 12:4.

extenderás tus manos, y te ceñirá otro. Hch 21:11.

te llevará a donde no quieras. Jua 12:27, Jua 12:28; 2Co 5:4.

Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico

Pedro debió sorprenderse por las palabras de Jesús, ya que recién había hablado de su ministerio y ahora hablaba de su muerte. Cuando Pedro era más joven iba a donde quería, desplazándose sin restricción. Pero cuando se hiciera viejo, extendería sus manos, pidiendo ayuda.

te ceñirá otro significa que Pedro sería atado como un criminal condenado. Llegaría el día en que Pedro estaría bajo el control total de ejecutores romanos que lo llevarían a donde no quisiera ir, a la muerte (v. Jua 21:19). Se hace alusión a su muerte en 2Pe 1:13,2Pe 1:14. Las palabras de Jesús confirman la tradición de la iglesia primitiva en cuanto a que Pedro fue crucificado al revés.

Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe

EXTENDERÁS TUS MANOS. Estas palabras se refieren a la clase de muerte mediante la cual Pedro glorificaría a Dios. Según la tradición, Pedro fue crucificado en Roma bajo el gobierno de Nerón casi al mismo tiempo que Pablo sufrió el martirio (ca. 67/68 d. C.), y por petición propia fue crucificado con la cabeza para abajo porque no se consideraba digno de ser crucificado de la misma manera que su Señor.

Fuente: Biblia de Estudio Vida Plena

Una profecía del martirio de Pedro. El llamado que Jesús hace a una devoción total a Él también significaba que la devoción de Pedro incluiría su propia muerte (Mat 10:37-39). Siempre que un cristiano sigue a Cristo, debe estar preparado a sufrir y morir (Mat 16:24-26). Pedro vivió tres décadas de servicio al Señor y anticipación de su propia muerte por causa de Él (2Pe 1:12-15), pero el apóstol escribió que esa clase de sufrimiento y muerte por el Señor trae gloria y alabanza a Dios (1Pe 4:14-16). La tradición eclesiástica confirma que Pedro sufrió martirio bajo Nerón (ca. 67-68 d.C.), y fue crucificado boca abajo porque rehusó ser crucificado como su Señor.

Fuente: Biblia de Estudio MacArthur

21:18 De cierto, de cierto te digo: Cuando eras más joven, te ceñías, e ibas a donde querías (esto indica plena libertad de movimiento) ; mas cuando ya seas viejo, extenderás tus manos, y te ceñirá otro, y te llevará a donde no quieras. — La tradición dice que Pedro fue crucificado, pero la expresión «extenderás tus manos» no se refiere a extender sus manos para ser crucificado, sino para que otro le atara (p. ej., como se ve en Hch 21:11) y le llevará «a donde no quieras». Pedro era un hombre impulsivo y agresivo que siempre actuaba con toda libertad; el perder ese libertad era un duro castigo para él.

Fuente: Notas Reeves-Partain

“En realidad te digo la pura verdad” es la misma fórmula juanina de “amén, amén”, que aquí se puede traducir: “Te aseguro que es la pura verdad, cuando eras joven te alistabas tú mismo e ibas a donde querías”, donde el verbo “te alistabas” tiene el sentido literal de “amarrarse” o “sujetarse la correa”. Otros idiomas necesitan la idea de vestirse, como: “Cuando eras muchacho te ajustabas la ropa y te ibas donde querías”, «tú mismo te vestías e ibas a donde querías» (BA, LPD), «tú mismo te ajustabas la túnica con el cinturón e ibas a donde querías» (BI).

“Ahora que eres viejo, tienes que extender los brazos para que otra persona te vista, y te lleve adonde tú no deseas ir”. “Extender los brazos” traduce la expresión literal “extender las manos”, que el acto usual para colocarse la túnica. Pero cuando ya seas viejo, extenderás tus manos y te ceñirá otro, y te llevará a donde no quieras, «extenderás los brazos y otra persona te vestirá y te llevará a donde no quieras ir» (TLA). Probablemente este versículo refleje algún recuerdo o tradición de las comunidades juaninas que hacía referencia a la muerte de Pedro, que incluía el aprisionamiento con cuerdas o lazos, como también parece insinuar el próximo versículo.

Fuente: Comentario para Exégesis y Traducción

REFERENCIAS CRUZADAS

t 1135 Hch 21:11

u 1136 Hch 12:3

Fuente: Traducción del Nuevo Mundo

extenderás las manos. La tradición dice que Pedro murió crucificado de cabeza, por no ser digno de morir exactamente como El. Sin embargo, al igual que su Señor, él tendría que extender las manos para agarrar la parte horizontal de la cruz y llevarla hasta el lugar de la crucifixión (cp. vers. 19).

Fuente: La Biblia de las Américas

18 super (1) Esto puede referirse a su ida a pescar en el v. 3.

Fuente: Comentario Del Nuevo Testamento Versión Recobro

Es una profecía del martirio de Pedro.

Fuente: Biblia de Estudio Anotada por Ryrie

Con estos versículos termina el libro más valioso de la Biblia. El que pueda leerlos sin experimentar profundas emociones, es digno de lástima, á la verdad.
Examinemos las lecciones que contienen.
Enséñasenos que Jesucristo sabe cuál será el porvenir de los cristianos, tanto en vida como en muerte. A Pedro le dijo: «Cuando ya fueres viejo extenderás tus manos, y ceñirte ha otro, y te llevara donde no querrías.» No hay duda de que estas palabras fueron una predicción del modo como había de morir el apóstol, y tuvieron su cumplimiento cuando, según se supone, Pedro fue crucificado y hecho mártir por la causa de Cristo.
Esta verdad tiene mucho de consolador para todo creyente verdadero. En la mayor parte de los casos nos seria triste poseer un conocimiento anticipado de lo que estuviera por verificarse. Saber las desgracias que habían de sucedemos, y no poderlas prevenir, nos haría muy desdichados en verdad. Mas es un gran consuelo el saber que Jesucristo ha previsto y preordenado todo nuestro porvenir. En el viaje de la vida no suceden casualidades ó accidentes. Todo ha sido desde el principio previsto y ordenado por un Ser que es demasiado sabio para errar y demasiado bueno para hacernos mal.
Se nos enseña, en seguida, que con su muerte el creyente glorifica á Dios. El Espíritu Santo, interpretando benignamente las palabras que salieron de los labios de Jesús acerca del fin de Pedro, nos comunica esta verdad en lenguaje muy claro. Nos dice por medio de la pluma del Evangelista que así dio á entender el Señor con qué muerte había de glorificar á Dios el apóstol.
Por lo regular no se medita en este asunto como se debiera. Estamos tan inclinados á considerar la vida como el único estado en que podemos glorificar á Jesucristo, y las buenas acciones como el único medio de dar á conocer nuestra religión, que consideramos la muerte solo como el doloroso término de nuestra actividad. Empero, esto no debiera suceder así. Así como podemos vivir para el Señor, podemos también morir para el Señor: nos es tan posible sufrir con paciencia como trabajar con energía. Es muy probable que la muerte resignada de los reformadores de Inglaterra ejerciera más influjo en los de su nación que todos los sermones que predicaron, ó todos los libros que escribieron. Esto, á lo menos, es cierto, que la sangre de los mártires ingleses fue la semilla de la iglesia de Inglaterra.
Se glorifica á Dios con la muerte, estando pronto para aguardarla. El cristiano que siempre está en su puesto como centinela, ó como siervo con los lomos ceñidos y listo para partir, el hombre para quien, en la opinión de todos sus relacionados, la muerte repentina es una gloria también repentina–ese cristiano, ese hombre glorifica á Dios con su muerte. Se glorifica á Dios con la muerte sufriendo con paciencia los dolores que trae consigo. El cristiano que hace que el espíritu domine la carne, y que deja escapar el aliento de vida sin quejarse, ni murmurar, glorifica de ese modo á Dios. También se glorifica á Dios con la muerte participando á los demás cuánto consuelo se halla en la gracia de Jesucristo. Es para un mortal muy satisfactorio poder decir como David: «Aunque ande en valle de sombra de muerte, no temeré algún mal.» Psa 23:4. Muertes como estas hacen una impresión profunda en la mente de los vivos y no se olvidan fácilmente.
Pidamos, pues, mientras vivamos en el goce de nuestra salud, que en el postrer momento nos sea permitido glorificar á Dios, y dejemos á su cuidado la elección del tiempo, el lugar, y las circunstancias.
También se nos enseña en estos versículos que cualquiera que sea nuestra opinión acerca de la condición de los demás, es de nuestro deber pensar primero de la nuestra. Cuando Pedro hizo una ansiosa pregunta acerca del porvenir del apóstol Juan, nuestro Señor le dio una respuesta de una significación profunda: «Si quiero que él quede hasta que yo venga, ¿qué se te da á ti? Sígueme tú.» Aunque no se pueda comprender todo el significado de esa réplica, no es posible perder la lección que contiene. Impone á cada cristiano el deber de examinar su corazón ante todas cosas.
Por supuesto que nuestro Señor no desea que nos desentendamos completamente de las almas de los demás, ó que nos mantengamos indiferentes respecto del estado en que so encuentren. Tal conducta seria egoísta y cruel, y manifestaría claramente que no poseamos la gracia de Dios. El siervo de Cristo debe tener un corazón compasivo y tierno como el de su Maestro, y desear que todos los que le rodean sean felices tanto en esta vida como en la venidera. Y de acuerdo con esos deseos hará esfuerzos por disminuir los pesares y aumentar los goces de sus semejantes, aprovechando con tal fin todas las oportunidades que se le presenten. Mas, a pesar de esos esfuerzos, el siervo de Cristo no debe olvidar su propia alma. La caridad y la verdadera religión han siempre de empezar con el «Yo..
Inútil seria negar que la admonición que nuestro Señor dirigió á su precipitado discípulo es aplicable en nuestros días. La debilidad de la naturaleza humana es tal, que aun los verdaderos cristianos están inclinados á irse á los extremos. Algunos están tan engolfados en sus propias emociones y luchas interiores que se olvidan del mundo exterior. Otros están tan ocupados en hacer bien á los demás, que se olvidan del estado de sus propias almas. Tanto los unos como los otros van extraviados y necesitan enmendarse; mas quizá ningunos perjudican más la causa de la religión como los que siempre están pensando é interviniendo en la de los demás en tanto que se descuidan de la suya propia.
Enséñasenos, finalmente, en estos versículos, cuan numerosas y prodigiosas fueron las obras de Jesucristo durante su ministerio acá en la tierra. San Juan termina su Evangelio con estas notables palabras: «Hay también otras muchas cosas que hizo Jesús, que si se escribiesen cada una por sí, ni aun en el mundo pienso que cabrían los libros que se habrían de escribir.» Por supuesto que no hemos de entender estas palabras en un sentido literal. Seria absurdo suponer que el Evangelista quiso decir que el mundo no podría contener, materialmente hablando, los volúmenes que se escribiesen. Es preciso tomar la expresión en un sentido figurado y místico.
Se han registrado todos aquellos dichos y hechos de Jesucristo que á la mente del hombre es dado abarcar. No seria bueno que existieran más. La mente, á semejanza del cuerpo, solo puede digerir una cantidad determinada. Se han registrado tantas parábolas y sermones, tantas conversiones y palabras de cariño, tantas obras de misericordia y viajes, tantas oraciones y promesas como el mundo ha menester saber. Si se hubieran registrado más, serian superfluas. Lo escrito basta para dejar á los incrédulos sin disculpa, para mostrar á los penitentes el camino del cielo, para glorificar el nombre de Dios.
Ahora bien, terminemos el Evangelio de San Juan con emociones de gratitud mezcladas con profunda humildad. Es de humillarnos al pensar cuan ignorantes somos y cuan poco comprendemos los tesoros que dicho Evangelio encierra. Mas, preciso es que sintamos gratitud al pensar de qué manera tan clara y tan sencilla se nos señala en él el camino de la salvación. Aquel lo ha leído con provecho que cree que Jesús es el Cristo, y creyendo obtiene la vida eterna por medio de su precioso nombre. ¿Creemos? No estemos tranquilos hasta que podamos dar á esta pregunta una respuesta satisfactoria.

Fuente: Los Evangelios Explicados

R969 La idea de repetición predomina en el tiempo imperfecto de ἤθελες.

Fuente: Ayuda gramatical para el Estudio del Nuevo Testamento Griego

Lit., te ceñías

Lit., te ceñirá

Fuente: La Biblia de las Américas