Entonces se acordaron sus discípulos que estaba escrito: El celo por tu casa me consumirá.
2:17 — Entonces se acordaron sus discípulos que está escrito: El celo de tu casa me consume. — Sal 69:9, «Porque me consumió el celo de tu casa». Los discípulos de Jesús eran estudiantes serios de las Escrituras. Este texto (Sal 69:9) estaba bien grabado en su memoria, y vieron su cumplimiento en esta acción de Jesús. «Se acordaron» porque habían estudiado las Escrituras cada sábado en la sinagoga. Si los que asistan a los servicios y clases bíblicas de la iglesia ponen atención, podrán acordarse de importantes textos en el momento oportuno (p. ej., como lo hizo Jesús, Mat 4:1-11). Seis de los salmos son citados en el Nuevo Testamento y aplicados a Cristo (Sal 2:1-12; Sal 22:1-31; Sal 89:1-52; Sal 110:1-7; Sal 118:1-29). Se les llaman, pues, salmos mesiánicos. El Sal 69:1-36 es citado varias veces en el Nuevo Testamento: Mat 27:34; Mat 27:48; Jua 15:25; Rom 15:3, etc.Fuente: Comentario al Nuevo Testamento por Partain
El celo de tu casa me consume. Sal 69:9; Sal 119:139.
Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico
Es citado del Sal 69:9 para indicar que Jesús no toleraría la irreverencia hacia Dios. Cuando David escribió este salmo, era perseguido debido a su celo por la casa de Dios y la defensa del honor que a Él le correspondía. Los discípulos temían que las acciones de Jesús provocaran una persecución similar. Pablo cita la segunda parte del Sal 69:9 («Y los denuestos de los que te vituperaban cayeron sobre mí») en Rom 15:3, y así indica con claridad la relevancia mesiánica que tenía el salmo para la iglesia primitiva.
Fuente: Biblia de Estudio MacArthur
2:17 — Entonces se acordaron sus discípulos que está escrito: El celo de tu casa me consume. — Sal 69:9, «Porque me consumió el celo de tu casa». Los discípulos de Jesús eran estudiantes serios de las Escrituras. Este texto (Sal 69:9) estaba bien grabado en su memoria, y vieron su cumplimiento en esta acción de Jesús. «Se acordaron» porque habían estudiado las Escrituras cada sábado en la sinagoga. Si los que asistan a los servicios y clases bíblicas de la iglesia ponen atención, podrán acordarse de importantes textos en el momento oportuno (p. ej., como lo hizo Jesús, Mat 4:1-11).
Seis de los salmos son citados en el Nuevo Testamento y aplicados a Cristo (Sal 2:1-12; Sal 22:1-31; Sal 89:1-52; Sal 110:1-7; Sal 118:1-29). Se les llaman, pues, salmos mesiánicos. El Sal 69:1-36 es citado varias veces en el Nuevo Testamento: Mat 27:34; Mat 27:48; Jua 15:25; Rom 15:3, etc.
Fuente: Notas Reeves-Partain
EL NUEVO TEMPLO
Juan 2:17-22
Sus discípulos se acordaron de que hay una Escritura que dice: » Porque el celo por Tu Casa me ha consumido.»
Entonces los judíos le interrogaron:
-¿Qué señal nos das para justificar tal actuación?
Destruid este Templo -les contestó Jesús—, y lo levantaré en tres días.
-Hace ahora cuarenta y seis años que se está construyendo el templo -Le objetaron-, ¿y Tú lo vas a levantar en tres días?
Pero Él se refería al Templo de Su Cuerpo. Así que cuando resucitó; Sus discípulos se acordaron de que Jesús había dicho esto, y creyeron la Escritura y lo que Jesús les había dicho.
Era inevitable que una intervención como la de la purificación del templo provocara una reacción inmediata en los que la presenciaron. No era la clase de cosa que uno puede contemplar con total indiferencia. Era demasiado sorprendente y revolucionario.
Aquí tenemos dos reacciones. La primera es la de los discípulos, que se acordaron de las palabras del Sal 69:9 . La cosa es que ese Salmo se suponía que se refería al Mesías; que, cuando viniera, se consumiría de celo por la casa de Dios. El que este versículo les viniera a la memoria era señal de que se estaban dando cuenta cada vez más de que Jesús era el Mesías. Ese gesto no le correspondía a nadie más que al Mesías, y ellos ya habían llegado a la convicción de que Jesús era de hecho el Ungido de Dios.
La segunda reacción fue la de los judíos, una reacción muy natural. Le preguntaron a Jesús qué derecho tenía para actuar de esa manera, y le exigieron que presentara inmediatamente Sus credenciales por medio de algún milagro. La cosa era que reconocían que la acción de Jesús indicaba que Él se presentaba como el Mesías. Siempre se había esperado que, cuando viniera el Mesías, demostraría que era Él haciendo algunos milagros. Los falsos mesías que surgían a veces prometían separar las aguas del Jordán y derribar los muros de la ciudad con su palabra. La idea popular del Mesías era que vendría haciendo milagros; así es que los judíos dijeron a Jesús: «Con esta acción Te has proclamado públicamente como Mesías. Demuéstranos que lo eres haciendo algún milagro.»
La contestación de Jesús presenta el mayor problema de este pasaje. ¿Qué fue lo que dijo exactamente? ¿Y qué quería decir? Debemos tener presente que los versículos 21 y 22 contienen la interpretación que escribió Juan mucho después. No podía por menos de leer entre líneas en este pasaje ideas que eran realmente el resultado de setenta años de meditación y de experiencia con el Cristo Resucitado. Como dijo Ireneo hace mucho: «Ninguna profecía se entiende del todo hasta después de su cumplimiento.» Entonces, ¿qué fue lo que dijo Jesús realmente, y lo que quiso decir?
No cabe la menor duda que Jesús dijo algo que se parecía mucho a esto, palabras que podrían tergiversarse maliciosamente con una finalidad destructiva. En el juicio de Jesús se presentaron unos testigos falsos que dijeron en Su contra: «Este tipo dijo: «Yo soy capaz de destruir el templo de Dios, y edificarlo otra vez en tres días» (Matea 26:61). La acusación que se fraguó contra Esteban era: «Le hemos oído decir que ese tal Jesús de Nazaret destruirá este lugar y cambiará las costumbres que nos transmitió Moisés» (Hch 6:14 ).
Hay dos cosas que debemos recordar y relacionar. La primera, que es seguro que Jesús no dijo nunca que destruiría el templo material y luego lo reconstruiría. Sí es verdad que Jesús preveía el final del templo. A la Samaritana le dijo que llegaría el día en que no se adoraría a Dios ni en el Monte Guerizim ni en Jerusalén, sino en espíritu y en verdad (Jn 4:21 ). Y la segunda, que la Purificación del templo, como ya hemos visto, fue una manera dramática de enseñar que todo el culto del templo, con su ritual y sacrificios, era impertinente -y no servía para guiar a las personas hacia Dios. Está claro que Jesús esperaba que desapareciera el templo; que Él había venido para hacer innecesario y obsoleto su culto, y que, por tanto, Él no iba á sugerir que lo reedificaría.
Ahora debemos volver a Marcos. Como otras muchas veces, encontramos aquí la frasecilla extra sugestiva e iluminadora. Marcos transcribe la acusación contra Jesús de la siguiente manera: «Yo destruiré este templo que está hecho con las manos, y en tres días edificaré otro no hecho con manos» (Mr 14:58 ). Lo que Jesús quería decir realmente era que Su venida había puesto fin a todo ese sistema organizado y hecho por los hombres de dar culto a Dios, y había puesto en su lugar un culto espiritual; que Él había puesto fin a todo ese asunto de los sacrificios animales y del ritual sacerdotal, y había puesto en su lugar un acceso directo al Espíritu de Dios que no necesitaba un templo elaborado y hecho a mano ni un ritual de incienso y sacrificios ofrecidos por manos humanas. La advertencia de Jesús era: «El culto de vuestro templo, vuestro complicado ritual, vuestros pródigos sacrificios animales han llegado a su fin, porque Yo he venido.» Y Su promesa era: «Yo os daré un camino para llegar a Dios sin toda esta elaboración y ritual humanos. Yo he venido para destruir este templo de Jerusalén y hacer que toda la Tierra sea un templo en el que la humanidad pueda experimentar la presencia del Dios viviente.»
Los judíos lo vieron. Fue el año 19 a C. cuando Herodes empezó a edificar su maravilloso templo, y no fue hasta el año 64 d C. cuando se concluyó la edificación. Hacía cuarenta y cuatro años que se había empezado, y aún faltaban otros veinte para que se terminara. Jesús escandalizó a todos los judíos al decirles que toda aquella grandeza y esplendor, y todo el dinero y la habilidad que se habían derrochado en él, eran completamente irrelevantes; que Él había venido para indicar a la humanidad el camino que conduce a Dios sin necesidad de ninguna clase de templo.
Algo así debe de -haber sido lo que dijo Jesús; pero en años sucesivos Juan vio mucho más que eso en las palabras de Jesús. Vio nada menos que una profecía de la Resurrección; y Juan. tenía razón. La tenía por una razón básica: porque toda la redondez de la Tierra no podría llegar a ser el Templo del Dios viviente hasta que Jesús fuera liberado del cuerpo y estuviera presente el todas partes; y hasta que estuviera con los Suyos en todo lugar y tiempo hasta el fin del mundo.
Es la presencia del Cristo resucitado y viviente lo que hace que todo el mundo sea el Templo de Dios. Así es que Juan dice que, cuando los discípulos de Jesús se acordaron de Sus palabras, vieron en ellas una promesa de la Resurrección. No lo habían visto antes; ni podían; fue solamente su propia experiencia del Cristo viviente lo que les -mostró al cabo del tiempo toda la hondura de lo que había dicho Jesús.
Por último Juan dice que » creyeron la Escritura.» ¿Qué Escritura? Juan se refiere a aquella Escritura que se cernía sobre la Iglesia Primitiva: «No permitirás que Tu Santo experimente la corrupción» (Sal 16:10 ). Pedro la citó el día de Pentecostés (Hch 2:31 ); Pablo la citó en Antioquía (Hch 13:35 ). Expresaba la confianza de la iglesia en el poder de Dios y en la Resurrección de Jesucristo.
Tenemos aquí la verdad imponente de que nuestro contacto con Dios, nuestro acceso a Su presencia, no depende de nada que podamos hacer con nuestras manos o diseñar con nuestras mentes. En las calles, en el hogar, en el trabajo, en las montañas, en las carreteras, en la iglesia, tenemos nuestro templo íntimo: la presencia del Cristo Resucitado que está siempre con nosotros por todo el mundo.
Fuente: Comentario al Nuevo Testamento
a. La interpretación del gesto (vv. Jua 2:17-18)
El relato juanino no termina con el gesto de Jesús, sino que hay reacción por parte de los discípulos y de los judíos.
Fuente: Comentario para Exégesis y Traducción
Sus discípulos recordaron lo expresado en Sal 69:9, que contiene un sentido mesiánico: «El celo por tu casa me consumirá». Se modifica el tiempo del verbo ya que en el texto del salmo el verbo “me devoró” está en tiempo pasado. La cita en Juan está en tiempo futuro para hacerla coincidir con la crucifixión de Jesús.
En algunas culturas “celo” existe solo entre dos personas, por ello es mejor traducir usando una palabra que exprese la devoción por la casa de Dios. El celo se entiende como “el interés” o “la devoción” por la casa de Dios. También es posible como la expresa la TLA: «El amor que siento por tu templo…». El me consumirá expresa la idea de “me destruirá”, “me quitará la vida” o «me devorará» (BJ, BA). En el sentido de Juan, esta expresión intenta aludir a la muerte de Jesús.
Fuente: Comentario para Exégesis y Traducción
Sal 69:9.
Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana
REFERENCIAS CRUZADAS
r 100 Sal 69:9
Fuente: Traducción del Nuevo Mundo
Cp. Sal 69:9. Cristo tenía celo por la santidad de la casa de Dios. Los cambistas ofendían al contaminarla.
Fuente: Biblia de Estudio Anotada por Ryrie
me consumirá… → Sal 69:9; Mal 3:1.
Fuente: Biblia Textual IV Edición
R500 Ὁ ζῆλος τοῦ οἴκου σου significa: el celo relacionado con tu casa (un genitivo de complemento directo).
R903 Γεγραμμένον ἐστίν se usa como un perfecto perifrástico intensivo (es decir, equivale a un presente; tiene virtualmente significado de adjetivo -M18): está escrito.
Fuente: Ayuda gramatical para el Estudio del Nuevo Testamento Griego
O me devorará g Sal 69:9. g Mal 3:1.
Fuente: La Biblia Textual III Edición
§ Sal 69:9.