Comentario de Juan 3:22 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia

Después de esto, Jesús fue con sus discípulos a la tierra de Judea; y pasaba allí un tiempo con ellos y bautizaba.

3:22 Después de esto, vino Jesús con sus discípulos a la tierra de Judea, y estuvo allí con ellos, y bautizaba. — El bautismo practicado por Jesús era preparatorio, como el de Juan. Decían, «Arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha acercado» (3:2; 4:17). Frecuentemente se pregunta si los que fueron bautizados por Juan tenían que ser bautizados otra vez. ¿Por qué no se pregunta si los que fueron bautizados por Jesús tenían que ser bautizados otra vez? Los dos practicaron el mismo bautismo.

Fuente: Comentario al Nuevo Testamento por Partain

vino Jesús. Jua 2:13; Jua 4:3; Jua 7:3.

y bautizaba. Jua 3:26; Jua 4:1, Jua 4:2.

Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico

bautizaba: La impresión aquí es que Jesús bautizaba. Juan corrige esta idea en Jua 4:2. Jesús otorgaba la autoridad, pero los discípulos realizaban los bautismos.

Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe

a la tierra de Judea. Mientras el episodio anterior con Nicodemo tuvo lugar en Jerusalén (Jua 2:23), que era parte de Judea, esta frase significa que Jesús se dirigió a las áreas rurales de aquella región. bautizaba. En Jua 4:2 se explica que Jesús mismo no bautizaba, sino que sus discípulos estaban encargados de realizar esta labor.

Fuente: Biblia de Estudio MacArthur

Esta sección constituye el último testimonio de Juan el Bautista acerca de Cristo en este Evangelio. Con la mengua de su ministerio, el ministerio de Jesús pasó a ocupar su lugar de preeminencia. A pesar del hecho de que Juan el Bautista gozó de fama en gran parte de Israel y recibió la aceptación generalizada por parte de las personas comunes en el territorio, así como entre los desterrados sociales, su testimonio acerca de Jesús fue rechazado, en especial por los líderes de Israel (cp. Mat 3:5-10; Luc 7:29).

Fuente: Biblia de Estudio MacArthur

3:22 Después de esto, vino Jesús con sus discípulos a la tierra de Judea, y estuvo allí con ellos, y bautizaba. — El bautismo practicado por Jesús era preparatorio, como el de Juan. Decían, «Arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha acercado» (3:2; 4:17). Frecuentemente se pregunta si los que fueron bautizados por Juan tenían que ser bautizados otra vez. ¿Por qué no se pregunta si los que fueron bautizados por Jesús tenían que ser bautizados otra vez? Los dos practicaron el mismo bautismo.

Fuente: Notas Reeves-Partain

UN HOMBRE SIN ENVIDIA

Juan 3:22-30

Después de estas cosas se fueron Jesús y sus discípulos a la región de Judasa—Jesús pasó allí algún tiempo con ellos, y bautizando. Juan también estaba bautizando en Enón, cerca de Salem, porque allí había mucha agua; y la gente seguía viniendo adonde él estaba, porque esto era antes de que metieran a Juan en la cárcel.
Y se produjo una discusión entre algunos de los discípulos de Juan y un judío acerca del rito de la purificación; así es que se dirigieron a Juan y le dijeron:
-Rabí, fíjate: El Que estaba contigo al otro lado del Jordán, del Que diste testimonio, está bautizando, y todos se van con Él.
Nadie puede recibir más de lo que el Cielo le conceda. Vosotros me sois testigos de que os dije: «Yo no soy el Ungido de Dios, » sino «He sido enviado por delante de Él.» El Novio es el que tiene la novia; pero el amigo del Novio que está presente y escucha al Novio se alegra de oír su voz: Eso es lo que me pasa a mí, y por eso estoy completamente feliz. Él tiene que crecer, y yo que menguar.

Ya hemos visto que uno de los propósitos del autor del Cuarto Evangelio era asegurar que Juan el Bautista ocupaba el lugar que le correspondía como precursor de Jesús, pero no más. Todavía había algunos que estaban dispuestos a llamar a Juan maestro y señor; el autor del Cuarto Evangelio quiere mostrar que Juan ocupaba un lugar importante, pero que el más importante Le correspondía exclusivamente a Jesús; y quiere mostrar que el mismo Juan nunca tuvo la menor duda de que Jesús era supremo. Con ese fin hace referencia al tiempo en que coincidieron los ministerios de Juan y de Jesús. Los evangelios sinópticos no lo hacen: Mr 1:14 nos dice que fue después de que encarcelaran a Juan cuando Jesús empezó Su ministerio. No vale la pena discutir cuál de los dos relatos es el más correcto históricamente; pero el Cuarto Evangelio, al presentar la coincidencia de los dos ministerios, muestra la superioridad de Jesús más claramente en el contraste.

Una cosa es segura: que este pasaje nos presenta el encanto de la humildad de Juan el Bautista. Estaba claro que la gente estaba dejando a Juan para irse con Jesús. Los discípulos de Juan estaban preocupados. No les gustaba que su maestro quedara en un segundo lugar, ni verle abandonado por las multitudes que se agolpaban para escuchar al nuevo Maestro.
En respuesta a sus quejas habría sido comprensible que Juan se hubiera dado por ofendido, abandonado e injustamente olvidado. Algunas veces la compasión de un amigo es lo que peor nos cae. Puede hacer que nos sintamos víctimas y que nos han tratado injustamente. Pero Juan estaba por encima de esas actitudes. Les dijo tres cosas a sus discípulos.
(i) Les dijo que nunca había esperado otra cosa. Les recordó que ya les había advertido que no era a él al que le correspondía el puesto más importante, sino que él no era más que un heraldo, el precursor que viene a anunciar y preparar las cosas para la llegada de Otro más importante. Haría más fácil la vida el que hubiera más personas dispuestas a representar papeles secundarios. Muchos quieren ser los protagonistas; pero Juan no era uno de ellos. Sabía muy bien que Dios le había asignado una misión subordinada. Nos ahorraríamos un montón de resentimiento y de frustración si nos diéramos cuenta que hay ciertas cosas que no nos corresponden, y aceptáramos de corazón e hiciéramos lo mejor posible la labor que Dios nos ha asignado. El hacer algo secundario para el Señor lo convierte en una gran tarea. Como decía la señora Browning: «Todo servicio cuenta igual para Dios.» Cualquier cosa que se hace para Dios es grande por naturaleza.

(ii) Les dijo que nadie -puede recibir más de lo que Dios le dé. Si el nuevo Maestro estaba ganando más seguidores no era porque se los estaba robando a él, a Juan, sino porque Dios Se los estaba dando.
Hubo un cierto pastor americano que se llamaba el doctor Spence. En un tiempo había sido muy popular, y había tenido llena la iglesia; pero con el paso del tiempo la asistencia fue bajando. Había venido a la iglesia de enfrente un pastor nuevo que gustaba más.
Una tarde, el doctor Spence miró a su pequeño rebaño y preguntó:

-¿Dónde se ha metido toda la gente?

Se produjo un silencio .tenso, que por fin rompió uno de los miembros del consejo de la iglesia:
-Creo que se han ido a la iglesia de enfrente a escuchar al nuevo pastor.
El doctor Spence se quedó callado un momento, y luego dijo, sonriendo complacido:
-Pues, bien; creo que deberíamos seguir su ejemplo todos.
Y se bajó del púlpito y se dirigió a la iglesia de enfrente al frente de sus fieles.
¡Cuántos celos, frustraciones y resentimientos nos ahorraríamos si tuviéramos presente que el éxito de los demás se lo da Dios, y estuviéramos dispuestos a aceptar el veredicto de Dios y Su elección!
(iii) Por último, Juan puso un ejemplo que cualquiera podría entender, y más los judíos, porque era parte de su herencia cultural. Llamó a Jesús «el Novio», y dijo que él, Juan, era «el amigo del Novio». Una de las grandes figuras del Antiguo Testamento es la de los desposorios de Israel, que es la novia, con Dios, Que es el. Novio. La unión que hubo entre Dios e Israel era tan íntima que podría compararse con un matrimonio. Cuando Israel se apartaba tras dioses extraños era como si fuera infiel al vínculo matrimonial (Ex 34:15 , cp. Dt 31:16 ; Sal 73:27 ; Isa 54:5 ).

El Nuevo Testamento hereda esta alegoría y habla de la Iglesia como la Esposa de Cristo (2Co 11:2 ; Ef 5:22-32 ).. Esta era la figura que Juan tenía en mente: Jesús había venido de Dios; era el Hijo de Dios; Israel era Su prometida, y Él era el Novio. Juan sólo se reservaba el papel del amigo del Novio.

El amigo del novio, en hebreo shoshben, tenía un papel exclusivo en una. boda judía. Era el que arreglaba la boda; repartía las invitaciones, y presidía la fiesta. Era el que traía la novia al novio. También tenía que cuidarse de la cámara nupcial y de que no se introdujeran intrusos. Sólo cuando oía y reconocía la voz del esposo en la oscuridad, le abría la cámara nupcial. para que entrara, y se retiraba gozoso cuando había cumplido su cometido y los esposos estaban juntos. No lo hacía de mala gana, sino considerando un honor el introducir la novia al novio; y, cuando había cumplido su misión, se retiraba contento del centro de la escena:

La misión de Juan había sido traerle Israel a Jesús, el Mesías enviado de Dios, y arreglar Sus bodas. Una vez cumplido su cometido estaba contento de desaparecer en la oscuridad. No dijo con envidia que Jesús tenía que crecer y él menguar, sino con júbilo. Nos vendría bien a veces recordar que no es a nosotros a los que tenemos que atraer a la gente, sino a Jesucristo. No es para nosotros para quienes reclamamos la lealtad de la Iglesia, sino para el Novio, el Hijo de Dios.

Fuente: Comentario al Nuevo Testamento

3. Jesús y Juan Bautista (Jua 3:22-36)

Análisis de discurso

El evangelista pasa del monólogo de Jesús a hablar de la última relación del movimiento de Juan Bautista con el movimiento de Jesús. Esta perícopa tiene dos partes: (1) Último testimonio del Bautista (Jua 3:22-30) y (2) El que viene de Dios (Jua 3:31-36).

Fuente: Comentario para Exégesis y Traducción

a. Último testimonio del Bautista (vv. Jua 3:22-30)

Esta sección comienza con la frase técnica común en Juan Después de esto (cf. Jua 5:1; Jua 6:1; Jua 7:1; Jua 13:7; Jua 19:38; Jua 21:1). Esta es una conexión temporal muy general, como en Jua 2:12. Se termina el monólogo de Jesús, que se organiza en torno a la acción del Hijo, como expresión del amor donante del Padre. Ahora lo que indica esta sección es cómo las personas buscan el discipulado de Jesús y la forma cómo su ministerio va en aumento mientras que, por el contrario, el de Juan Bautista va menguando o decayendo.

Cuando este evangelio fue finalmente redactado, hubo personas que se llamaban seguidoras de Juan Bautista e insistían que él era el Mesías y, por tanto, superior a Jesús. Este hecho pone de manifiesto que uno de los propósitos del evangelio de Juan fue aclarar este punto, es decir, que Jesús es el Mesías y no el Bautista, y que el papel del Bautista fue sólo el de precursor o heraldo del Mesías. Por eso en este evangelio Juan Bautista siempre aparece dando testimonio que Jesús es alguien superior. El evangelista tiene mucho interés en este último testimonio de Juan Bautista.

TÍTULO: Las versiones difieren sobre titular de acuerdo con el testimonio del Bautista—Juan Bautista vuelve a hablar de Jesús (DHH), Juan Bautista y Jesús (TLA), Nuevo testimonio del Bautista (BA)—y la figura ilustrativa utilizada—El amigo del esposo (RV60, RV95). Sería posible titular uniendo ambos énfasis: Último testimonio del Bautista sobre Jesús.

Fuente: Comentario para Exégesis y Traducción

El verbo que se traduce por estuvo allí, «pasó un tiempo» (DHH), «allí se estaba» (BJ), «allí se quedó» (BP) no es el que Juan usa por lo común cuando se refiere a que Jesús se “quedó” o “permaneció” en un lugar. De hecho en todo el evangelio sólo aquí se usa este verbo, que tiene la misma idea de permanecer. Allí Jesús bautizaba. El tiempo del verbo expresa una acción continua en el pasado.

Fuente: Comentario para Exégesis y Traducción

Jua 4:1-2.

Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana

Jesús y Juan el Bautista

Esta sección puede dividirse en tres partes. El testimonio de Juan el Bautista sobre Jesús (3:22-30); el comentario del autor sobre el ministerio de Jesús (3:31-36) y el informe sobre la decisión de los fariseos y de Jesús de dejar Judea (4:1-3).

Aquí Juan vuelve a la relación histórica entre el ministerio de Juan el Bautista y el de Jesús. No hace mención precisa del intervalo que separa esta sección de la anterior, pero hay una nota sobre la ubicación. Aunque Jesús ya estaba en Judea, fue desde Jerusalén a la zona alrededor. La circunstancia más significativa era que tanto Jesús como Juan el Bautista estaban bautizando en el mismo distrito (23). La disputa entre los discípulos de Juan el Bautista y un judío provocó la oportunidad para un diálogo entre Juan y sus discípulos. El judío desconocido estaba preocupado por asuntos rituales y esto produjo la distinción entre el bautismo de Juan y los ritos ceremoniales judíos (25, 26). El factor esencial en el bautismo de Juan era el requisito previo del arrepentimiento, y los Sinópticos muestran que Jesús continuó el mismo tema. Por lo tanto, ambos estaban fuera del ceremonial judío. Pero, ¿qué fue lo que confundió a los discípulos de Juan? Pareciera que estaban envidiosos del mayor éxito del ministerio de Jesús.

Esto llevó a la respuesta de Juan en los vv. 27-30. Primero estableció un principio: que la verdad sólo puede recibirse y no fabricarse. Entonces aplicó el principio a su persona, apelando a su anterior negativa de ser el Cristo. Ese no era el papel que el cielo (o sea Dios) le había asignado. Estaba satisfecho con un papel inferior. La ilustración del novio lo subraya (29). El amigo es el padrino, que organizaba los detalles de una boda judía. La metáfora de una novia aparece en las enseñanzas del mismo Jesús (cf. Mat. 22:1-14; 25:1-13). Fue usada más adelante en la enseñanza apostólica (2 Cor. 11:2; Ef. 5:22-24; Apoc. 21:2, 9; 22:17). Juan el Bautista volvió a señalar la superioridad de Jesús como ya lo había hecho en el cap. 1. No se trataba sólo de que Juan debía decrecer sino también el viejo orden que él representaba. Esta última sección del cap. 3 provee un resumen de lo que se quiere decir cuando se destaca que Jesús debe crecer (30). Hay muchos puntos que señalan su superioridad:

a) El es de arriba y está por encima de todos (31). Debe ser diferenciado de aquellos cuyo origen es terreno. No puede ser puesto a prueba por métodos terrenos. Por lo tanto, es diferente de Juan el Bautista.

b) Hablaba por su experiencia personal (32).

c) Aunque su testimonio era rechazado por algunos, cuando lo aceptaban daban testimonio de que Dios es veraz (33).

d) La validez del mensajero divino es su posesión del Espíritu (34). Siendo éste un principio general, se lo aplica principalmente al Hijo, en particular como muestran las palabras por medida (DHH “abundantemente”; BJ “sin medida”; Besson, “no es por medida”). Los profetas del AT recibieron el Espíritu de acuerdo con la medida de misión, pero en el caso de Jesús no había límites.

e) El punto clave de la misión de Jesús era que el Padre ama al Hijo y tiene plena confianza en él (35). Como evidencia de lo que el Padre ha confiado al Hijo, cf. 5:22, 27; 12:49; 17:2, 24. En el v. 36 Juan resume la enseñanza de todo el capítulo. La prueba final es la fe, que es contrastada con el rechazo. La ira de Dios no debe ser considerada como algo impersonal, sino como un principio activo de la santidad de Dios. El único medio de evitar esa ira es por el camino de la fe. La idea de “ver la vida” es una expresión idiomática que expresa lo que es experimentar la vida. El resultado de la ira de Dios es una falta de la verdadera vida.

Fuente: Nuevo Comentario Bíblico Siglo Veintiuno

REFERENCIAS CRUZADAS

ñ 151 Jua 3:26; Jua 4:2

Fuente: Traducción del Nuevo Mundo

la tierra de Judea. La provincia romana de Judea se extendía desde el Mar Mediterráneo hasta el río Jordán, estando Jerusalén en su centro. El bautismo de Juan (vers. 23) tomó lugar en alguna parte del largo valle del río Jordán.

bautizaba. Según 4:2, sólo los discípulos bautizaban.

Fuente: La Biblia de las Américas

Este pasaje merece particular atención de parte de todos los lectores de la Biblia, por cuanto contiene la última aseveración que S. Juan el Bautista hizo respecto de nuestro Señor. Ese fiel hombre de Dios fue siempre de un mismo parecer, tanto acerca de sí mismo, como acerca de Jesucristo.
En estos versículos se nos presenta un ejemplo doloroso de la envidia y del espíritu de secta que suelen existir entre los que profesan la religión verdadera. Se nos dice que los discípulos de Juan se disgustaron porque las obras de Jesús atraían más atención que las de su maestro.
E deber del verdadero cristiano guardarse por medio de la oración, y el examen constante de sí mismo, de sentimientos de esa especie, pues son muy engañosos, muy contagiosos y muy perjudiciales a la causa de la religión. Nada desdora tanto al cristianismo da tanta ocasión a que blasfemen los enemigos de la verdad como la envidia y el espíritu de exclusivismo. Donde quiera que encontremos la gracia de Dios debemos reconocerla aunque sea fuera de nuestro propio gremio. Digamos en todo caso como el apóstol de las gentes: «Cristo es anunciado, y de ello me huelgo y me holgaré 1.18 En seguida se nos presenta un modelo espléndido de verdadera y religiosa humildad. Juan el Bautista expresó sentimientos muy distintos de los de sus discípulos. Empezó por sentar el principio de que el don de persuadir a los hombres viene de Dios; y que, por lo tanto, no debemos quejarnos cuando otros tengan mejor acogida que nosotros. Siguió diciéndoles que su misión, comparada con la de Cristo, era la del amigo del esposo, comparada con la del esposo.
Y por último afirmó solemnemente que la grandeza de Cristo había de ir en aumento, pero que él había de empeñarse hasta que, como una estrella ofuscada por el sol naciente, hubiera del todo desaparecido.
Sentimientos como esos son los más elevados y puros que pueden animar el corazón humano. Aquel es más justo a los ojos de Dios que está más completamente «revestido de humildad de ánimo.» 1 Pedro 5.5. Abrahán, Moisés, David, Daniel, S. Pablo y Juan el Bautista fueron todos en alto grado humildes. Vivieron en distintas épocas y poseyeron grados diferentes de conocimientos espirituales; pero en ese punto, a lo menos, todos estuvieron de acuerdo. En sí mismos solo encontraban flaqueza y maldad: a Dios daban la Gloria por todo lo que de bueno poseían.
En estos versículos se nos bosqueja también la majestad y dignidad de Cristo. Juan hizo saber a sus discípulos otra vez quien era Aquel cuya popularidad les causaba disgusto. Una vez más, y acaso la última, lo proclamó digno de todo honor y alabanza. Varias fueron las expresiones de que hizo uso para hacer comprender mejor su pensamiento. Le llamó «el esposo de la iglesia;» «el que de arriba había venido;» «el que Dios envió;» «el que recibe el Espíritu sin tasa;» «el que el Padre ama y en mano de quien dio todas las cosas;» Aquel en quien, el que creyere, tendrá vida eterna, y el que no creyere, miseria sin fin.
Cada una de estas frases posee un significado profundo y serviría de tema para un largo sermón.
Procuremos que nuestras ideas acerca del Salvador concuerden con las de S. Juan. Puede suceder que nuestras opiniones acerca de la iglesia, del clero y de los sacramentos, lleguen a ser exageradas; pero nuestras ideas acerca de Cristo no pueden jamás ser más elevadas de lo que debieran. No es posible que lo amemos, que confiemos en él, que lo ensalcemos más de lo que merece. Digno es de toda la Gloria que podamos tributarle.
En este pasaje se nos enseña, por último, que la salvación de los verdaderos cristianos empieza a surtir sus efectos en la vida presente. «El que cree en el Hijo TIENE vida eterna» No tiene que aguardar con ansiedad un bien remoto: tan pronto como cree tiene vida eterna; es decir, posee el perdón, la paz y el derecho de entrar en los cielos.
Ahora bien, si la fe en Jesucristo acarrea bienes y bendiciones en la vida presente, persistir en la incredulidad es permanecer en un estado en extremo peligroso. Si el creyente está muy cerca del cielo, es fuerza que el incrédulo esté muy cerca del infierno. Cuanto mayor sea la clemencia que ofrece nuestro Señor, tanto mayor será la culpabilidad de los que rehúsen aceptarla. «El que al Hijo es incrédulo, no verá la vida; sino que la ira de Dios queda sobre él..

Fuente: Los Evangelios Explicados

R884 Ἐβάπτιζεν se usa como un imperfecto reiterativo (acostumbrado).

Fuente: Ayuda gramatical para el Estudio del Nuevo Testamento Griego