Comentario de Juan 4:24 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia

Dios es espíritu; y es necesario que los que le adoran, le adoren en espíritu y en verdad.

4:24 Dios es Espíritu; — Por eso, no se limita a un templo hecho por manos humanas (1Re 8:27; Hch 7:47-50; Hch 17:24-28), sino que siendo Espíritu su presencia llena el universo y se puede adorar en todo lugar. La Biblia habla figuradamente de los ojos, oídos, manos y alas de Dios, pero Dios es Espíritu y, por eso, es eterno, omnipotente, omnipresente, omnisciente, etc., y debe ser adorado con toda reverencia (Isa 6:2-3, «Santo, santo, santo, Jehová de los ejércitos»). «Tengamos gratitud, y mediante ella sirvamos a Dios agradándole con temor y reverencia; porque nuestro Dios es fuego consumidor» (Heb 12:28-29).

— y los que le adoran, en espíritu — Rom 1:9 «a quien sirvo en mi espíritu»; Efe 6:18, «orando en todo tiempo con toda oración y súplica en el Espíritu». La adoración que Dios desea no es carnal (para diversión) ni superficial (formalidad fría) sino espiritual. El quiere sacrificios espirituales no solamente en las reuniones de la iglesia, sino también en nuestra vida diaria (Rom 12:1-2, «presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo»; 1Pe 2:5; Heb 13:15; Flp 4:18). «No habita en templos hechos por manos humanas», y «no debemos pensar que la Divinidad sea semejante a oro, o plata, o piedra, escultura de arte y de imaginación de hombres» (Hch 17:23-31).

Por eso, es necesario que adoremos de corazón (Rom 6:17, «habéis obedecido de corazón»); es decir, con entendimiento, de buena voluntad, y con amor y gozo (2Co 8:24, «Mostrad… la prueba de vuestro amor»; 9:7 «Cada uno dé como propuso en su corazón: no con tristeza, ni por necesidad, porque Dios ama al dador alegre»). Es necesario evitar dos cosas: (1) el culto basado en los mandamientos de los hombres, y (2) el culto que, aunque basado en la verdad, sea una formalidad fría. Todos sabemos acerca de los excesos y abusos de los carismáticos, pero no por eso debemos suprimir la emoción y alegría en el culto.

Jesús nos enseña que es necesario preparar el corazón para adorar a Dios, para alabar «la misericordia de Dios, y sus maravillas para con los hijos de los hombres» (Sal 107:8; Sal 107:15; Sal 107:21; Sal 107:31). Antes de adorar a Dios, debemos perdonar a otros para que Dios nos perdone (Mat 6:12-14) y buscar la reconciliación con el hermano (Mat 5:23-24). «Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro» (Heb 4:16). «Acerquémonos con corazón sincero, en plena certidumbre de fe» (Heb 10:22). «Ninguno se presentará delante de Jehová con las manos vacías» (Deu 16:16).

¿Por qué asistimos al culto de adoración? ¿Para ver a otros y para ser vistos por ellos? ¿Para mirar a los infantes y niños y jugar con ellos? ¿Para ver cuántas veces podemos ir al baño o salir para tomar agua? Si de esta manera «adoramos» a Dios en las reuniones ¿cómo le adoramos en casa?

«Hágase todo decentemente y con orden» (1Co 14:40; 1Co 11:20-29).

Después de cada reunión de la iglesia debemos preguntarnos, ¿alabé a Dios de todo el corazón? ¿soy edificado y más animado para el servicio de Dios? ¿Cómo ha influido en mí el culto?

— y en verdad es necesario que adoren. — no solamente con toda sinceridad, sino también conforme a las enseñanzas del Nuevo Testamento (1Co 2:11-13). ¿Cómo alababan y adoraban a Dios los discípulos de Cristo? (1) Enseñaban la Palabra de Dios (Hch 5:42), (2) oraban a Dios, en el nombre de Cristo (Hch 4:24-31; Col 3:17); (3) cantaban himnos (Efe 5:19; Col 3:16); (4) cada primer día de la semana participaban de la cena del Señor (Hch 2:42; Hch 20:7); y (5) ofrendaban (1Co 16:1-2). Esto es el patrón (2Ti 1:13) dejado por los apóstoles.

Dios no permite que el hombre substituya esta adoración con «culto voluntario» (Col 2:20-23), es decir, culto inventado por los hombres. Véanse Mat 7:21-23; Mat 15:1-14; Heb 11:4 (Gén 4:4-5); Lev 10:1-2; 2Cr 26:16-21.

La lista de los actos de culto inventados por los hombres es interminable: la confesión auricular, el «bautizo» de infantes, el «bautizo» por aspersión, el «bautizo» por los muertos, el quemar incienso, el canonizar a los «santos», el celibato del «clero», la extrema unción, la invocación a María y los santos, las oraciones por las almas en el purgatorio, la penitencia, el rosario, la misa, la señal de la cruz, el uso de instrumentos de música, el rociar agua «bendita», y muchas otras cosas.

Ahora bien, ¿quién negaría que por lo menos algunas de estas cosas son tradiciones de hombres? Si alguna o algunas de estas cosas son tradiciones de hombres, todas estas cosas son tradiciones de hombres y son rechazadas por el Señor (Mat 15:1-14).

Fuente: Comentario al Nuevo Testamento por Partain

Dios es Espíritu. 2Co 3:17; 1Ti 1:17.

es necesario que adoren. 1Sa 16:7; Sal 50:13-15, Sal 50:23; Sal 51:17; Sal 66:18; Isa 57:15; Mat 15:8, Mat 15:9; 2Co 1:12.

Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico

Dios es Espíritu … le adoran, en espíritu y en verdad: Dios no está limitado por el tiempo y el espacio. Cuando las personas nacen del Espíritu pueden tener comunión con Dios en cualquier parte. Espíritu es lo opuesto de lo que es material y terrenal, por ejemplo, el monte Gerizim. Cristo convierte la adoración en un asunto del corazón. La verdad es lo que está en armonía con la naturaleza y voluntad de Dios. Es lo opuesto de todo lo que sea falso. Aquí, la verdad es específicamente la adoración de Dios mediante Jesucristo. El punto no es dónde adore una persona, sino cómo y a quién.

Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe

VERDAD. Como Cristo es la verdad (Jua 1:14; Jua 5:31; Jua 14:6; Luc 4:25; Luc 9:27; Luc 12:44), vivir en unión con Cristo requiere que se diga la verdad (1Co 5:8; Efe 4:25). Afirmar que se tiene comunión con Cristo y se posee la salvación, pero no vivir y hablar de acuerdo con la verdad, es estar engañado (1Jn 1:6). Aquellos en quienes no está la verdad revelan la verdadera condición de su corazón (Jua 8:44; Hch 5:3), es decir, que están en oposición a Dios y se encuentran fuera del reino de los cielos (Apo 21:8; Apo 21:27; Apo 22:15; cf. Apo 14:5). Los que mienten son de «la sinagoga de Satanás» (Apo 3:9).

Fuente: Biblia de Estudio Vida Plena

Dios es Espíritu. Este versículo caracteriza la conocida declaración de la naturaleza de Dios como Espíritu. La frase se refiere al hecho de que Dios es invisible (Col 1:15; 1Ti 1:17; Heb 11:27), lo cual se opone a la naturaleza física o material del hombre (Jua 1:18; Jua 3:6). El orden de las palabras en la frase resalta al «Espíritu» y es una afirmación categórica. El hombre sería incapaz de comprender al Dios invisible a menos que Él mismo se revelara, como lo hizo a través de las Escrituras y de su encarnación. en espíritu y en verdad. La palabra «espíritu» no se refiere al Espíritu Santo, sino al espíritu humano. Lo que Jesús dice aquí es que una persona debe adorar no solo en obediencia a las normas y lugares religiosos (exterior), sino en lo interno («en espíritu») con una actitud correcta. «Verdad» señala la adoración a Dios en acuerdo con las Escrituras reveladas y centrada en el «Verbo hecho carne» quien por último revela al Padre (Jua 14:6). es necesario que adoren. Jesús no hace referencia a algo conveniente, sino indispensable para la adoración.

Fuente: Biblia de Estudio MacArthur

4:24 Dios es Espíritu; — Por eso, no se limita a un templo hecho por manos humanas (1Re 8:27; Hch 7:47-50; Hch 17:24-28), sino que siendo Espíritu su presencia llena el universo y se puede adorar en todo lugar. La Biblia habla figuradamente de los ojos, oídos, manos y alas de Dios, pero Dios es Espíritu y, por eso, es eterno, omnipotente, omnipresente, omnisciente, etc., y debe ser adorado con toda reverencia (Isa 6:2-3, «Santo, santo, santo, Jehová de los ejércitos»). «Tengamos gratitud, y mediante ella sirvamos a Dios agradándole con temor y reverencia; porque nuestro Dios es fuego consumidor» (Heb 12:28-29).
— y los que le adoran, en espíritu — Rom 1:9 «a quien sirvo en mi espíritu»; Efe 6:18, «orando en todo tiempo con toda oración y súplica en el Espíritu». La adoración que Dios desea no es carnal (para diversión) ni superficial (formalidad fría) sino espiritual. El quiere sacrificios espirituales no solamente en las reuniones de la iglesia, sino también en nuestra vida diaria (Rom 12:1-2, «presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo»; 1Pe 2:5; Heb 13:15; Flp 4:18). «No habita en templos hechos por manos humanas», y «no debemos pensar que la Divinidad sea semejante a oro, o plata, o piedra, escultura de arte y de imaginación de hombres» (Hch 17:23-31).
Por eso, es necesario que adoremos de corazón (Rom 6:17, «habéis obedecido de corazón»); es decir, con entendimiento, de buena voluntad, y con amor y gozo (2Co 8:24, «Mostrad… la prueba de vuestro amor»; 9:7 «Cada uno dé como propuso en su corazón: no con tristeza, ni por necesidad, porque Dios ama al dador alegre»). Es necesario evitar dos cosas: (1) el culto basado en los mandamientos de los hombres, y (2) el culto que, aunque basado en la verdad, sea una formalidad fría. Todos sabemos acerca de los excesos y abusos de los carismáticos, pero no por eso debemos suprimir la emoción y alegría en el culto.
Jesús nos enseña que es necesario preparar el corazón para adorar a Dios, para alabar «la misericordia de Dios, y sus maravillas para con los hijos de los hombres» (Sal 107:8; Sal 107:15; Sal 107:21; Sal 107:31). Antes de adorar a Dios, debemos perdonar a otros para que Dios nos perdone (Mat 6:12-14) y buscar la reconciliación con el hermano (Mat 5:23-24). «Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro» (Heb 4:16). «Acerquémonos con corazón sincero, en plena certidumbre de fe» (Heb 10:22). «Ninguno se presentará delante de Jehová con las manos vacías» (Deu 16:16).
¿Por qué asistimos al culto de adoración? ¿Para ver a otros y para ser vistos por ellos? ¿Para mirar a los infantes y niños y jugar con ellos? ¿Para ver cuántas veces podemos ir al baño o salir para tomar agua? Si de esta manera «adoramos» a Dios en las reuniones ¿cómo le adoramos en casa?
«Hágase todo decentemente y con orden» (1Co 14:40; 1Co 11:20-29).
Después de cada reunión de la iglesia debemos preguntarnos, ¿alabé a Dios de todo el corazón? ¿soy edificado y más animado para el servicio de Dios? ¿Cómo ha influido en mí el culto?
— y en verdad es necesario que adoren. — no solamente con toda sinceridad, sino también conforme a las enseñanzas del Nuevo Testamento (1Co 2:11-13). ¿Cómo alababan y adoraban a Dios los discípulos de Cristo? (1) Enseñaban la Palabra de Dios (Hch 5:42), (2) oraban a Dios, en el nombre de Cristo (Hch 4:24-31; Col 3:17); (3) cantaban himnos (Efe 5:19; Col 3:16); (4) cada primer día de la semana participaban de la cena del Señor (Hch 2:42; Hch 20:7); y (5) ofrendaban (1Co 16:1-2). Esto es el patrón (2Ti 1:13) dejado por los apóstoles.
Dios no permite que el hombre substituya esta adoración con «culto voluntario» (Col 2:20-23), es decir, culto inventado por los hombres. Véanse Mat 7:21-23; Mat 15:1-14; Heb 11:4 (Gén 4:4-5); Lev 10:1-2; 2Cr 26:16-21.
La lista de los actos de culto inventados por los hombres es interminable: la confesión auricular, el «bautizo» de infantes, el «bautizo» por aspersión, el «bautizo» por los muertos, el quemar incienso, el canonizar a los «santos», el celibato del «clero», la extrema unción, la invocación a María y los santos, las oraciones por las almas en el purgatorio, la penitencia, el rosario, la misa, la señal de la cruz, el uso de instrumentos de música, el rociar agua «bendita», y muchas otras cosas.
Ahora bien, ¿quién negaría que por lo menos algunas de estas cosas son tradiciones de hombres? Si alguna o algunas de estas cosas son tradiciones de hombres, todas estas cosas son tradiciones de hombres y son rechazadas por el Señor (Mat 15:1-14).

Fuente: Notas Reeves-Partain

Es una afirmación general que como principio sirve de explicación al v. Jua 4:23. Jesús está en línea directa con la enseñanza profética. Con él se inician los tiempos mesiánicos y un culto universal. Jesús relativiza todo santuario que pretende reducir la fe a un lugar particular. Los profetas anticiparon un culto universal en los tiempos mesiánicos (cf. Isa 11:9; Mal 1:11).

En espíritu y en verdad puede expresarse también “por el poder del Espíritu de Dios y con absoluta sinceridad” o “en la fuerza de su Espíritu y en la forma que él quiere”.

Quizás la expresión más difícil en los vv. Jua 4:23-24 es la oración “espíritu es Dios”. Probablemente sea más fácil hablar del “Espíritu de Dios” o “su Espíritu”, ya que traducir Dios es Espíritu sin mayor explicación causa dificultades, sobre todo porque “espíritu” en muchas culturas no es común para definir el carácter o cualidad de una persona o deidad. Aún el significado de “espíritu” ofrece ciertas complicaciones, pues aunque en algunas culturas es común hablar del espíritu de una persona, es posible que estén renuentes a hablar del Espíritu de Dios. Muchos idiomas tienen palabras distintas para hablar del espíritu. Una idea muy extendida es que el espíritu de una persona sale del cuerpo a la hora de la muerte, y puede salir temporalmente cuando la persona está en un estado de inconsciencia, por ejemplo, en un accidente. El otro término para espíritu designa algo sobrenatural, una presencia demoníaca, que nunca ha sido parte de la persona, pero que puede entrar y tomar control de ella para ciertos propósitos. Tales espíritus normalmente se les considera habitando en las montañas, en los arroyos, quebradas y en la selva. Ellos no son creadores ni están en control de los fenómenos naturales (si así fuera se les podría llamar “dioses”), pero ellos muestran poderes sobrenaturales, por lo general con propósitos malévolos.

Para no confundir el carácter de Dios, los traductores a veces se prestan palabras griegas, latinas o hebreas. Pero este acercamiento no ha sido satisfactorio, pues la comprensión de cualquier término depende de las equivalencias del contexto local.

Hay que reconocer que esta expresión no es una definición de Dios como si “Dios es espíritu” estuviera en oposición a la corporalidad humana o la materialidad de los templos. Se puede entender que “Dios no es como los humanos”. También se puede ver como lo que Dios hace a las personas: “él da su Espíritu”, como Dios es amor, o Jesús es la luz, el pan de vida, el agua de vida. También en la idea “Dios no está encerrado en un templo”, sobre todo si se tiene en cuenta el contexto de la abolición de los lugares de culto del que se trata en el texto, y de la manifestación de un culto universal y espiritual. El antiguo culto subrayaba la distancia, el nuevo la acorta y establece una nueva relación entre Dios y las personas. Por esos los que le adoran lo harán en espíritu y en verdad.

Fuente: Comentario para Exégesis y Traducción

2Co 3:17.

Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana

NOTAS

(1) Lit.: “Un Espíritu [es] el Dios”. Gr.: Pnéu·ma ho The·ós.

REFERENCIAS CRUZADAS

v 200 2Co 3:17; 1Ti 1:17; Heb 11:27

w 201 Rom 12:1

Fuente: Traducción del Nuevo Mundo

Dios es espíritu. A Dios se le debe rendir adoración de naturaleza espiritual, por ser El espíritu, sin las limitaciones de un cuerpo físico. El culto espiritual verdadero ahora se manifiesta en Jesús (1:18) y es hecho posible por el Espíritu Santo (3:3, 5; 7:38– 39).

Fuente: La Biblia de las Américas

24 (1) Aquí Dios es el Dios Triuno completo: el Padre, el Hijo y el Espíritu.

24 (2) Espíritu aquí se refiere a la naturaleza del Dios Triuno completo; no se refiere solamente al Señor Espíritu. Para adorar a Dios, quien es Espíritu, debemos hacerlo con nuestro espíritu, el cual tiene la misma naturaleza que la Suya.

24 (3) El Señor dijo esto a la mujer samaritana a fin de instruirla con respecto a la necesidad de ejercitar su espíritu para tocar a Dios el Espíritu. Tocar a Dios el Espíritu con el espíritu es beber el agua viva, y beber el agua viva es rendir verdadera adoración a Dios.

24 (4) Este es nuestro espíritu humano. Según la tipología, a Dios se le debe adorar: (1) en el lugar que El escogió para establecer Su habitación ( Deu_12:5 , Deu_12:11 , Deu_12:13-14 , Deu_12:18), y (2) con las ofrendas (Lv 1-6). El lugar escogido por Dios para habitar tipifica el espíritu humano, donde hoy está la morada de Dios ( Efe_2:22). Las ofrendas tipifican a Cristo; Cristo es el cumplimiento y la realidad de todas las ofrendas con las cuales el pueblo adoraba a Dios. Por lo tanto, cuando el Señor le dijo a la mujer que adorara a Dios el Espíritu en espíritu y con veracidad, El le dio a entender que ella debía tener contacto con Dios el Espíritu en su espíritu, no en un lugar especial, y debía hacerlo por medio de Cristo, no por medio de las ofrendas. Ya que Cristo, como la realidad que produce la virtud humana de la veracidad, ha venido (vs.25-26), todas las sombras y tipos han terminado.

24 (5) Conforme al contexto de este capítulo y a la revelación completa del Evangelio de Juan, aquí la veracidad denota la realidad divina que llega a ser la autenticidad y la sinceridad del hombre (que son lo opuesto a la hipocresía de la adoradora inmoral samarítana, vs.16-18) para adorar verdaderamente a Dios. La realidad divina es Cristo (quien es la realidad,14:6) como la realidad de todas) las ofrendas del Antiguo Testamento con las cuales se adora a Dios (1:29; 3:14) y como la fuente de agua viva, el Espíritu vivificante (vs.7-15), del cual participan y beben Sus creyentes, para que sea la realidad subjetiva de ellos. Finalmente ésta llega a ser la autenticidad y sinceridad con las cuales adoran a Dios de la manera que El quiere. Véase la nota 6 (6) de 1 Jn 1; Rom_3:7, y la nota 8 (2) de Ro 15.

Fuente: Comentario Del Nuevo Testamento Versión Recobro

en espíritu y en verdad es necesario que adoren. Debemos reconocer el valor que Dios tiene para nosotros, en espíritu (en contraste con los modos que son materiales) y en verdad (en contraste con la falsedad).

Fuente: Biblia de Estudio Anotada por Ryrie

O, Dios es un Espíritu

Fuente: La Biblia de las Américas