En este momento llegaron sus discípulos y se asombraban de que hablara con una mujer; no obstante, ninguno dijo: “¿Qué buscas?” o “¿Qué hablas con ella?”
4:27 En esto vinieron sus discípulos, y se maravillaron de que hablaba con una mujer; — Los rabinos decían, «Que nadie hable con mujer en la calle, ni siquiera con su esposa». — sin embargo, ninguno dijo: ¿Qué preguntas? o, ¿Qué hablas con ella? — Esto indica el gran respeto que los discípulos tenían por Jesús. Aceptaron su acción aunque no la entendieron.Fuente: Comentario al Nuevo Testamento por Partain
maravillándose de que hablaba con una mujer. Jua 4:9; Luc 7:39.
Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico
Los discípulos se maravillaron de ver a su Rabí conversando con una mujer (Jua 4:27). En sus días, se consideraba vergonzoso e indigno para un Rabí hablar con una mujer en público. Pero Jesús eligió una postura más inclusiva que la de sus iguales religiosos.
Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe
en esto. Si los discípulos hubieran llegado antes habrían interrumpido y arruinado la conversación, y si hubieran llegado más tarde, ella ya se habría ido y no habrían escuchado la aseveración de Jesús como Mesías. Este detalle revela con perspicacia el control divino que tenía Jesús sobre la situación.
Fuente: Biblia de Estudio MacArthur
Estos versículos apoyan la declaración de Jesús como Mesías al ofrecer pruebas de la misma. Juan presentó cinco pruebas genuinas pero sutiles de que Jesús era en verdad el Mesías y el Hijo de Dios, las cuales afirmaban su tema central anotado en Jua 20:31: 1) pruebas del control inmediato que ejercía sobre todo (v. Jua 4:27), 2) pruebas de la manera como logró afectar a la mujer (vv. Jua 4:28-30), 3) pruebas de su intimidad con el Padre (vv. Jua 4:31-34), 4) pruebas del profundo conocimiento del alma del hombre (vv. Jua 4:35-38), y 5) pruebas de la impresión que provocó en los samaritanos (vv. Jua 4:39-42).
Fuente: Biblia de Estudio MacArthur
4:27 En esto vinieron sus discípulos, y se maravillaron de que hablaba con una mujer; — Los rabinos decían, «Que nadie hable con mujer en la calle, ni siquiera con su esposa».
— sin embargo, ninguno dijo: ¿Qué preguntas? o, ¿Qué hablas con ella? — Esto indica el gran respeto que los discípulos tenían por Jesús. Aceptaron su acción aunque no la entendieron.
Fuente: Notas Reeves-Partain
COMPARTIENDO LA MARAVILLA
Juan 4:27-30
En eso llegaron Sus discípulos, y se quedaron alucinados al ver que Jesús estaba hablando con una mujer,, aunque nadie se atrevió a decirle: «¿Qué pretendes?» o «¿Por qué estás hablando con ella?» El caso es que la mujer se dejó allí el cubo; y se fue al pueblo, y empezó a decirle a la gente: .
-¡Venid a ver a un Hombre Que me ha adivinado todo lo que he hecho! ¿No será Éste el Ungido de Dios?
Y la gente .empezó a salir del pueblo y á venir a Jesús:
No es extraño que los discípulos se quedaran alucinados cuando volvieron de sus recados en el pueblo de Sicar y se encontraron a Jesús hablando con una samaritana. Ya hemos visto la idea que tenían los judíos de las mujeres. El precepto rabínico rezaba: «Que nadie hable con una mujer en la calle; no, ni aunque sea su esposa.» Los rabinos despreciaban tanto a las mujeres, y las creían tan incapaces de recibir ninguna enseñanza real, que decían: «Mejor es quemar las palabras de la Ley que confiárselas a las mujeres.» Tenían un dicho: «Cada vez que uno se enrolla con una mujer, atrae mal sobre sí mismo, se aparta de la Ley y por último hereda la gehena.» Según las normas rabínicas Jesús apenas podría haber hecho nada más repulsivamente inconvencional que el hablar con aquella mujer. Es verdad que estaba derribando barreras.
Sigue un detalle curiosamente revelador. Es algo que difícilmente podría proceder sino de alguien que hubiera participado en la escena. Por muy sorprendidos que estuvieran los discípulos, no se les ocurrió preguntarle a la mujer qué buscaba, o a Jesús por qué estaba hablando con ella. Empezaban a conocerle; y ya habían llegado a la conclusión de que, por muy sorprendentes que fueran Sus acciones, no se podían poner en tela de juicio. Uno ha dado un paso decisivo en el camino del verdadero discipulado cuando ha aprendido a decir: «No es cosa mía el cuestionar las acciones y las demandas de Jesús. Ante ellas han de rendirse mis prejuicios y mis convencionalismos.»
Para entonces la mujer ya estaba de camino de vuelta al pueblo sin su cacharro de agua. El hecho de que lo dejara revelaba dos cosas: que tenía prisa en compartir su experiencia extraordinaria, y que ella daba por sentado que volvería a aquel lugar. Toda su reacción nos dice mucho de la experiencia cristiana verdadera.
(i) Su experiencia empezó cuando se vio obligada a enfrentarse consigo misma y a verse tal como era. Es lo mismo que le sucedió a Pedro. Después de la pesca milagrosa, cuando Pedro descubrió de pronto algo de la majestad de Jesús, todo lo que pudo decir fue: «¡Apártate de mí, Señor, que soy un pecador!» (Lc 5:8 ). Nuestra experiencia cristiana empezará a menudo con una ola humillante de desprecio propio. Suele suceder que lo último que ve una persona es a sí misma. Y pasa a menudo que lo primero que Cristo hace por una persona es empujarla a hacer lo que se ha pasado la vida resistiéndose a hacer: mirarse a sí misma.
(ii) La Samaritana estaba alucinada con la habilidad que Cristo tenía para ver su interior. Le admiraba Su profundo conocimiento del corazón humano, y del suyo en particular. Al salmista también le había infundido una gran reverencia: «Has entendido desde lejos mis pensamientos… Hasta antes de que brote la palabra de mi lengua, ¡oh Señor!, Tú ya sabes lo que quiero decir» (Sal 139:1-4 ). Se cuenta que una vez una chiquilla estaba oyendo un sermón de C. H. Spurgeon, y le susurró a su madre: «Mamá, ¿cómo sabe él lo que pasa en casa?» No hay tapujos ni disfraces que oculten de la mirada de Cristo. Él puede ver hasta lo profundo del corazón humano. Y no sólo ve lo malo, sino también al héroe que hay dormido en el alma de todas las personas. Es como el cirujano que ve la parte enferma, y lo sana que quedará cuando se quite el mal.
(iii) El primer impulso de la Samaritana fue compartir su descubrimiento. Cuando encontró a aquella Persona tan maravillosa, se sintió impulsada a decírselo a otros. La vida cristiana se basa en dos pilares: el descubrimiento y la comunicación!: El descubrimiento no es completo hasta que nos llena el corazón del deseo de comunicarlo; y no podemos comunicar a Cristo a otras personas a menos que Le hayamos descubierto por nosotros mismos. Lo primero de todo es encontrar, luego contar; son los dos grandes pasos de la vida cristiana.
(iv) El deseo de contarles a otros su descubrimiento acabó con su sentimiento de vergüenza. No cabe duda de que era una marginada: El mismo hecho de que tuviera que ir a sacar agua de aquel pozo tan lejano del pueblo demuestra que sus vecino la evitaban, y ella tenía que hacer lo mismo con ellos. Pero entonces fue corriendo a contarles su descubrimiento. Una persona puede tener algún problema que le da corte mencionar y que trata de mantener secreto; pero una vez que lo ha superado, está a menudo tan llena de alegría y de agradecimiento que tiene libertad para contárselo a todo el mundo. Uno puede que haya estado siempre tratando de esconder su pecado; pero una vez que descubre a Jesucristo como su Salvador, su primer impulso es decirles a los demás: «¡Mira cómo era antes, y mira cómo soy ahora!. ¡Y todo se lo debo a Cristo!»
Fuente: Comentario al Nuevo Testamento
2. El diálogo de Jesús con sus discípulos (Jua 4:27-38)
Este último diálogo aparece estructurado por medio de dos acciones en dos planos diferentes. Por una parte, el regreso de los discípulos y la ida de la mujer al pueblo, y por otra la conversación de Jesús con sus discípulos y la mujer conversa con sus paisanos.
Fuente: Comentario para Exégesis y Traducción
«En ese momento» (TLA), «en esto» (DHH), “en ese mismo instante”. En algunos idiomas habría que recordar las palabras de Jesús, por ejemplo: “Al decir esto Jesús, he aquí aparecieron sus discípulos” o “De pronto aparecieron los discípulos de Jesús”. Para más claridad es mejor hacer explícito que son los discípulos de Jesús: «En ese momento llegaron los discípulos de Jesús» (TLA).
El tiempo imperfecto del verbo indica que la sorpresa de los discípulos fue algo más que momentáneo. El contraste está entre el aoristo de “llegaron” y el imperfecto de “se extrañaban” o “se sorprendían”.
El texto griego no hace explícito si la primera pregunta que los discípulos pensaron (¿qué preguntas?) era para Jesús o para la mujer. Las TEV y NAB explicitan que la primera pregunta iba dirigida a la mujer: «Qué buscas con él?». La mayoría de las traducciones dejan las dos preguntas dirigidas a Jesús, ya que la segunda explícitamente sí está formulada para Jesús: «Qué preguntas? o ¿qué hablas con ella?» (RV60).
Fuente: Comentario para Exégesis y Traducción
Los discípulos se reunen con Jesús. Como resultado del regreso de los discípulos de su tarea de comprar comida, la mujer volvió al pueblo (28). Juan comenta la sorpresa de los discípulos de que Jesús estuviera hablando con una mujer, lo que refleja el prejuicio judío general (27). Los rabinos judíos no estaban autorizados a conversar con una mujer en la calle y consideraban cualquier conversación con mujeres como un obstáculo al estudio de la Torah. La reticencia de los discípulos de hacer preguntas muestra su grado de avergonzamiento por las acciones de Jesús. Por el otro lado, la mujer parece haber perdido sus inhibiciones en su apuro por contar a otros acerca de Jesús. Su comprensión aún era limitada y tentativa. ¿Será posible que éste sea el Cristo? (29) sugiere que ella no había aceptado plenamente la declaración de Jesús en el v. 26, porque podría entenderse en el sentido de: “¿Seguramente éste no puede ser el Cristo?” Sin embargo, ella despertó un interés considerable en particular porque Jesús conocía su vida anterior.
Los vv. 31-34 preservan un clásico caso de malentendido de la verdad espiritual por parte de aquellos que sólo podían pensar en términos lit. Los discípulos estaban preocupados por la comida material pero Jesús volvió la conversación a un tema espiritual. Ellos llegaron a la conclusión de que alguien debió haberle llevado comida, ya que él no estaba interesado en comer (33). En efecto Jesús respondió en el v. 34 que el hacer la voluntad de Dios es algo que importa más que la comida física. Pero estas palabras no pueden significar que Jesús estaba abogando por un descuido de la alimentación material. Más bien, como es tan frecuente en el Evangelio de Juan, aquí Jesús se está concentrando en su principal tarea, o sea la de completar la obra que el Padre le había mandado a cumplir. La ilustración de la cosecha tiene el propósito de relacionarse inmediatamente con el cumplimiento de su misión (34, 35). Pero, ¿a qué obedecía la referencia a los cuatro meses? Es posible que, al aludir a la cosecha natural, para la que aún faltaban cuatro meses, Jesús quería presentar un contraste con la cosecha espiritual que debía ser inmediata. Cuando urgió a sus discípulos a mirar, puede haber estado pensando en los samaritanos que estaban en camino hacia él como resultado de la semilla sembrada en la mente de la mujer. La cosecha espiritual estaba relacionada con la vida eterna, un tema favorito en el Evangelio de Juan (36). Aunque no se presenta un intervalo en el v. 35, en los 36 y 37 se introduce una distinción entre sembrar y cosechar. En la cosecha espiritual, el intervalo entre la siembra y la cosecha es indeterminado (cf. la metáfora usada en Amós 9:13). El principio que hay en ello se resume en el v. 38. Lo que ya habían recogido los discípulos se debía al trabajo que habían hecho otros antes que ellos. Ningún individuo en particular puede reclamar el crédito por el éxito de una misión espiritual. La cosecha corresponde al sembrador tanto como al cosechador. Es posible que los otros se refiere a la larga línea de profetas que habían preparado el camino, de los cuales Juan el Bautista era el último.
La conclusión de la misión de Jesús en Samaria se ve en un ejemplo específico de cosecha espiritual. Esto ocurrió en dos etapas. Muchos creyeron por lo que la mujer había dicho, pero aun más por medio del testimonio del mismo Jesús. Debemos asumir que la fe de los primeros estaba necesariamente limitada por la experiencia de la mujer. Su testimonio se relacionaba con la notable percepción de Jesús, pero el contacto personal con él debe haber profundizado su fe, de aquí viene la fuerza del v. 42. El hecho de que los samaritanos querían que Jesús se quedara con ellos era extraordinario ya que se trataba de un judío, pero mostraba el despertar de su convicción de que él era un Salvador, no sólo de los judíos sino del mundo. Es imposible saber qué contenido atribuir a ese concepto. No hubiera tenido el alcance de la reflexión cristiana posterior sobre la salvación, pero presumiblemente Jesús había compartido con ellos algo de los propósitos salvadores de su misión. El título completo usado aquí en el NT vuelve a aparecer sólo en 1 Jn. 4:14. Sin embargo, era usado en el mundo contemporáneo de varios dioses, incluyendo a Zeus y aun al emperador romano Adriano. Pero Juan entendía el término en un sentido que incluía toda la humanidad.
Fuente: Nuevo Comentario Bíblico Siglo Veintiuno
Estos versículos contienen la continuación de la bien conocida historia de la conversión de la mujer samaritana. Corto como es el pasaje, en él se encuentran puntos de la mayor importancia. El hijo del mundo que no se cuida nada de los sentimientos religiosos, no puede percibir nada de particular en estos versículos. Pero para los que desean saber algo de lo que experimentan las personas recién convertidas, están repletos de nutrimento intelectual.
1. Maravillosa en extremo es á los ojos de los hombres la manera como Cristo procede con las almas. Los discípulos se maravillaron que Jesús hablara con la mujer. Que su Maestro se tomase la molestia de hablar á una mujer, y esta una mujer samaritana y extraña, cuando se hallaba cansado del viaje–todo esto era maravilloso para ellos; se oponía á la idea que tenían de lo que debía ser un maestro de religión; los asombraba y los llenaba de sorpresa. Ni es ese el único ejemplo que ocurre en la Biblia de semejante conducta. Cuando nuestro Señor permitió á los publícanos y pecadores que se acercasen á El y gozasen de su sociedad, los fariseos se maravillaron, y exclamaron: » Este á los pecadores recibe y con ellos come.» Luk 15:2. Cuando Saulo regresó de Damasco convertido y renovado por el Espíritu, los cristianos de Jerusalén se llenaron de sorpresa, y no creían que era discípulo. Actos 9:16. Cuando Pedro fue libertado de la cárcel de Herodes por un ángel y conducido á la puerta de la casa donde los discípulos estaban orando por su libertad, fueron estos de tal manera sorprendidos que no podían creer que era Pedro. Lo vieron y se espantaron. Actos 12:16.
Pero ¿por qué circunscribirnos á ejemplos de la Biblia? Todo lo que el verdadero cristiano tiene que hacer para ver repetidos casos de la misma especie es mirar en torno suyo. ¡Cuánto pasmo no causa cada conversión! ¡Cuánta sorpresa no se expresa al ver como han cambiado el corazón, la conducta, las aspiraciones de la persona convertida! ¡Cuánta admiración no se manifiesta por el poder, la misericordia, la paciencia y la compasión de Jesucristo! Lo que sucede ahora es lo mismo que sucedió mil ochocientos años ha.
Si abundara más la fe verdadera se sentiría menos sorpresa por la conversión de las almas. Nada debiera parecernos imposible y a ningún pecador debiéramos considerar como fuera de la misericordia de Dios. Lo que si debiera llenarnos de sorpresa es ver la obstinada incredulidad de los impíos, y la perseverancia con que siguen en el camino de la destrucción.
Jesucristo daba gracias al Padre por las conversiones; pero se maravillaba de la incredulidad. Mat. 11.25; Mr. 6.6 2. El influjo de la gracia lo absorbe todo, cuando ésta penetra por vez primera en el corazón del hombre. La mujer había salido de su casa con el expreso objeto de sacar agua: había llevado un cántaro grande al pozo; y pensaba regresar con él lleno. Más junto al pozo su corazón fue renovado, y nuevos objetos e ideas empezaron a ocupar su atención. En aquellos momentos se olvidó de todo lo demás, y solo pensó en las verdades que acababa de oír y el Salvador que acababa de encontrar. Con el corazón rebosando de júbilo dejó el cántaro y se apresuró á ir á comunicar á los demás sus sentimientos.
En esto se deja conocer el poder expulsivo de la gracia del Espíritu Santo. Esa gracia tan pronto como penetra en el corazón expele las preferencias y aficiones del pasado. La persona que se convierte no desea lo que antes deseaba: el mundo le parece distinto, todas las cosas asumen para ella un aspecto nuevo. Así sucedió con Mateo el publicano: en el momento mismo en que el Espíritu iluminó su corazón dejó el banco de los tributos. Mat 9:9. Así sucedió con Pedro, Santiago, Juan y Andrés: tan pronto como se convirtieron dejaron sus redes y sus barcos. Mar 1:19. Así también aconteció con Saulo el fariseo. Tan pronto como se hizo cristiano abandonó el brillante porvenir que, como judío, tenia delante, para predicar la fe que anteriormente había despreciado. Análoga á la conducta de esos hombres fue la de la Samaritana.
Cierto es que tales casos son raros en nuestros días. Pocas veces vemos personas tan absortas en asuntos espirituales que consideren los negocios de este mundo como cosas de importancia secundaria. ¿Pero porqué acontece así? Por la sencilla razón de que las verdaderas conversiones son muy raras. Pocos hay que realmente sientan el peso de sus pecados, y acudan á Cristo por medio de la fe; pocos hay que pasen de la muerte á la vida, y se arrepientan de sus pecados. Empero, esos pocos son los verdaderos cristianos que existen en el mundo; y que hacen difundir en otros corazones el benéfico influjo de la religión que profesan. Felices mil veces los que han experimentado las mismas emociones que conmovieron el pecho de la Samaritana, y que pueden decir como S. Pablo: «Todas las cosas tengo por pérdida por la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús Señor mío.» Felices mil veces los que han dejado todo por amor de Cristo, ó á lo menos han cambiado de concepto en cuanto á la importancia relativa de las cosas. «Si tu ojo fuere sincero todo tu cuerpo será luminoso.» Filip. 3:8; Mat 5:22.
3. Una persona verdaderamente convertida es celosa en hacer bien á los demás. Se nos dice que la mujer samaritana se encaminó á la ciudad y dijo á los hombres: «Venid, ved un hombre que me ha dicho todo cuanto hecho: ¿si es quizá el Cristo?» El mismo día de su conversión se hizo especie de misionera. Ella sintió de una manera tan profunda el inmenso favor que había recibido de Jesucristo, que no pudo permanecer callada. De la misma manera que Andrés habló á su hermano Pedro acerca de Jesús, y Felipe dijo á Natanael que había encontrado al Mesías, y Saulo después de convertido predicó relativamente al Cristo, de esa misma manera la mujer samaritana dijo: Venid y ved al Cristo. No hizo uso de argumentos profundos para probar que nuestro Señor tenía derecho de titularse el Mesías. Solo dijo: «Venid y ved.» Sus labios hablaron de la abundancia del corazón.
Todos los verdaderos cristianos debieran imitar la conducta de la mujer de Samaria. La iglesia lo exige; el estado actual del mundo lo requiere; el sentido común lo aconseja. Todo el que haya recibido la gracia de Dios y experimentado la misericordia de Jesucristo, debiera encontrar palabras con qué anunciar el Evangelio á sus semejantes. ¿Qué especie de fe es la que tenemos, si creyendo que en torno nuestro hay almas que se encaminan á la destrucción y que solo Cristo puede salvarlas, guardamos, no obstante, un silencio profundo? ¿Qué especie de caridad es la que nos anima si vemos á nuestros semejantes acercándose al abismo, y sin embargo no les decimos nada acerca de Cristo y de la salvación? Razón tendremos para dudar de nuestro propio amor hacia Cristo, si nuestros corazones nunca nos mueven á hablar de él. Suficientes motivos tendremos para dudar de la seguridad de nuestras almas, si no sentimos interés alguno por las almas de los demás.
Fuente: Los Evangelios Explicados
R604 La preposición que aparece en ἐπὶ τούτῳ comunica la idea de base u ocasión (esta frase tiene un sentido transferido: en esta [coyuntura] -M50; comp. T272).
R756 No es correcto traducir μετὰ γυναικός mediante el término la mujer. Se refiere a una mujer, cualquier mujer, no la mujer de la cual se está hablando.
R1188 Μέντοι es una combinación de dos partículas intensivas (μέν y τοί), y se usa con el significado: sin embargo.