¿No decís vosotros: “Todavía faltan cuatro meses para que llegue la siega”? He aquí os digo: ¡Alzad vuestros ojos y mirad los campos, que ya están blancos para la siega!
4:35 ¿No decís vosotros: Aún faltan cuatro meses para que llegue la siega? He aquí os digo: Alzad vuestros ojos y mirad los campos, porque ya están blancos para la siega. — Ahora Jesús cambia la figura. En lugar de hablar de alimento, emplea la figura de sembrar y segar (Mat 9:36-38; Mat 13:1-9; Mat 13:18-23; Mat 13:24-30; Mat 13:36-43; Mat 13:37). Ya estaba llegando la gente samaritana para ver y oír a Jesús (ver. 30) y de ellos El habló («alzad vuestros ojos y mirad los campos, porque ya están blancos para la siega»). Normalmente en ese país la cosecha requería seis meses, y en ese momento todavía faltaban cuatro meses, pero para Jesús ya había llegado el tiempo de la cosecha en Samaria, una cosecha mil veces más valiosa que la cosecha de grano. (Con razón el trabajo de Felipe llevó mucho fruto entre ellos, Hch 8:5-12). Al visitar a una ciudad grande ¿qué vemos? ¿Solamente los rascacielos, muchos vehículos y toda clase de mercancía? ¿Vemos a la gente como pecadores perdidos, como almas preciosas? Hch 18:10, «Yo tengo mucho pueblo en esta ciudad» (Corinto).Fuente: Comentario al Nuevo Testamento por Partain
porque ya están blancas para la siega. Jua 4:30; Mat 9:37, Mat 9:38; Luc 10:3.
Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico
En los versículos Jua 4:35-38, Jesús pone ante sus discípulos una oportunidad de «hacer» lo que será la «comida» para ellos si la aprovechan. La primera parte del versículo Jua 4:35 se ha tomado como un proverbio y como un hecho real. No se conoce tal proverbio. Si esto es real, la conversación sucedió entre diciembre y enero debido a que la cosecha comenzaba a mediados de abril. En realidad, Cristo está hablando del acercamiento de los samaritanos. Jesús ve en ellos una oportunidad de cosecha espiritual por la que no tendrán que esperar mucho.
Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe
MIRAD LOS CAMPOS. Véase Mat 9:37, nota.
Fuente: Biblia de Estudio Vida Plena
cuatro meses para que llegue la siega. Es probable que esto haya sucedido en diciembre o enero, es decir, cuatro meses antes de la cosecha esperada para la primavera (a mediados de abril). Se sembraba en noviembre y para diciembre o enero el grano germinaría con un color verde vivo. Jesús utilizó la realidad de los cultivos a la espera de ser segados como una ilustración para enseñar acerca del apremio de alcanzar a los perdidos, ejemplificados por «los campos». Jesús señala a la mujer samaritana y al pueblo de Sicar («Alzad vuestros ojos»), quienes aparecían en la escena (v. Jua 4:30), como los «campos» blancos para «la siega», es decir, para ser evangelizados. blancos para la siega. La cubierta blanca que se alzaba por encima del grano debía verse como cabezas blancas sobre los tallos, lo cual indicaba que estaban listos para la siega. Jesús conocía el corazón de todos (Jua 2:24) así que podía dictaminar su disposición para ser salvos (cp. vv. Jua 4:39-41).
Fuente: Biblia de Estudio MacArthur
4:35 ¿No decís vosotros: Aún faltan cuatro meses para que llegue la siega? He aquí os digo: Alzad vuestros ojos y mirad los campos, porque ya están blancos para la siega. — Ahora Jesús cambia la figura. En lugar de hablar de alimento, emplea la figura de sembrar y segar (Mat 9:36-38; Mat 13:1-9; Mat 13:18-23; Mat 13:24-30; Mat 13:36-43; Mat 13:37). Ya estaba llegando la gente samaritana para ver y oír a Jesús (ver. 30) y de ellos El habló («alzad vuestros ojos y mirad los campos, porque ya están blancos para la siega»). Normalmente en ese país la cosecha requería seis meses, y en ese momento todavía faltaban cuatro meses, pero para Jesús ya había llegado el tiempo de la cosecha en Samaria, una cosecha mil veces más valiosa que la cosecha de grano. (Con razón el trabajo de Felipe llevó mucho fruto entre ellos, Hch 8:5-12).
Al visitar a una ciudad grande ¿qué vemos? ¿Solamente los rascacielos, muchos vehículos y toda clase de mercancía? ¿Vemos a la gente como pecadores perdidos, como almas preciosas? Hch 18:10, «Yo tengo mucho pueblo en esta ciudad» (Corinto).
Fuente: Notas Reeves-Partain
EL SEMBRADOR, LA COSECHA
Y LOS SEGADORES
Juan 4:35-38
-¿No es verdad que tenéis costumbre de decir: «Todavía faltan cuatro meses para que llegue la siega» ? -les siguió diciendo Jesús a sus discípulos-. ¡Fijaos! Yo os digo que alcéis la mirada para contemplar los campos, porque ya están blancos para la siega. El cosechador recibe la recompensa de su trabajo, y almacena un producto que vale para la vida eterna, para que se alegren juntos el que siembra y el que siega. Aquí se confirma el dicho: «A uno le toca sembrar, y a otro segar. » Yo os he mandado a segar una cosecha en la que no habéis labrado. Son otros los que la han labrado, y vosotros os habéis incorporado a sus labores.
Todo lo que estaba sucediendo en Samaria Le había dado a Jesús la visión de un mundo listo para ser cosechado para Dios. Cuando dijo: «Todavía faltan cuatro meses para que llegue la siega» no tenemos que pensar que estaba refiriéndose a la época del año que era entonces en Samaria. Si hubiera sido así, habría sido hacia el mes de enero. No habría hecho aquel calor agotador; y no habría habido escasez de agua; no se habría necesitado un pozo para encontrarla, porque habría sido la estación lluviosa, y habría habido abundancia de agua.
Lo que Jesús está haciendo es citar un refrán. Los judíos dividían el año agrícola en seis partes, cada una de las cuales duraba dos meses: siembra, invierno, primavera, cosecha, verano y calor extremo. Jesús está diciendo: » Tenéis un proverbio: después de sembrar tenéis que esperar por lo menos cuatro meses hasta que llega la siega.» Y entonces Jesús eleva la mirada. Sicar está en medio de una región que sigue siendo famosa por sus cereales. La buena tierra para la agricultura no abundaba en la pedregosa y rocosa Palestina; casi en ninguna otra parte del país podía uno levantar la mirada y ver los campos ondulantes de cereales. Jesús recorrió aquellos campos con la mirada, señalándolos con la mano. «¡Fijaos! -les dijo a Sus discípulos-. Los campos ya están blancos y listos para la siega. Lo normal es que la cosecha tarde cuatro meses en crecer y madurar; pero en Samaria ya podéis ver que está lista para la siega.»
En este caso Jesús está pensando en el contraste que hay entre la naturaleza y la gracia. En la cosecha natural, había que sembrar y esperar; pero en Samaria todo había sucedido con tal divina celeridad que se había sembrado la Palabra y al momento ya estaba lista la cosecha. H. V. Morton, el famoso autor de libros de viajes por las tierras bíblicas, hace una sugerencia especialmente interesante en relación con los campos blancos para la siega. Él mismo se había sentado en este lugar en que se encuentra el pozo de Jacob; y, mientras estaba allí descansando, vio salir a la gente de un pueblo y empezar a subir la colina. Venían en grupos pequeños, y todos llevaban chilabas blancas que la brisa mecía. Es posible que eso fuera lo que sucedió en esta historia, y que Jesús viera a los samaritanos que venían a conocerle corriendo por los campos y sujetándose las túnicas con los brazos extendidos para correr mejor, en respuesta al testimonio de la Samaritana. Y entonces Jesús dijo: «¡Mirad los campos! ¡Fijaos cómo están ahora! ¡Están blancos para la siega!» La multitud que venía con sus ropas blancas era la cosecha que Jesús estaba deseando recoger para Dios.
Jesús siguió diciéndoles que lo increíble había tenido lugar: el sembrador y el segador se podían alegrar al mismo tiempo. Era algo que nadie podía esperar. Para los judíos la siembra era triste y laboriosa; era la siega la que era alegre. «¡Que los que siembran con lágrimas sieguen con gritos de alegría! El que sale llorando, llevando la preciosa simiente, volverá a casa dando gritos de alegría, trayendo sus gavillas» (Sal 136:5 s).
Aquí hay algo escondido bajo la superficie. Los judíos soñaban con la edad de oro, la era por venir, la edad de Dios, cuando el mundo sería todo de Dios, cuando habrían desaparecido el pecado y el dolor, y Dios reinaría supremo. Amós pintaba el cuadro de la siguiente manera: «He aquí vienen días, dice el Señor, en que el que ara alcanzará al segador, y el pisador de las uvas al que lleve la simiente» (Am 9:13 ). «Vuestra trilla alcanzará a la vendimia, y la vendimia alcanzará a la sementera» Lv 26:5 ). Era parte del sueño de la edad dorada el que la siembra y la siega, la sementera y la recolección estarían tan próximas que se pisarían los talones. Habría tal fertilidad que los viejos largos días de espera se habrían terminado. Podemos advertir lo que Jesús está apuntando gentilmente. Sus palabras no son ni más ni menos que la proclamación de que, con Él, la edad dorada ha amanecido; el esperado tiempo de Dios está presente: el tiempo en que se anuncia la Palabra y se siembra la semilla y la cosecha está lista para la recolección.
Había otra enseñanza en aquella situación, y Jesús la conocía bien: «Hay otro proverbio -les dijo- que es igualmente cierto: «Uno siembra y otro siega.»» Y de allí procedió a hacer dos aplicaciones prácticas.
(a) Les dijo a Sus discípulos que recogerían una cosecha que se habría producido sin su colaboración. Quería decir que El estaba sembrando la semilla; que en Su Cruz, por encima de todo, se sembraría la semilla del amor y del poder de Dios, y que llegaría el día cuando Sus discípulos salieran por el mundo a recoger la cosecha que Su vida y muerte habrían sembrado.
(b) Les dijo a Sus discípulos que llegaría el día cuando ellos sembrarían y otros recogerían. Llegaría el día en que la Iglesia Cristiana enviaría evangelistas; ellos no verían la cosecha; algunos morirían mártires; pero la sangre de los mártires sería la semilla de la Iglesia. Es como si dijera: «Algún día labraréis, y no veréis el resultado. Algún día sembraréis y desapareceréis de la escena antes que haya granado la cosecha. ¡No tengáis miedo! ¡No os desaniméis! La siembra no será en vano, ni se perderá la semilla. Otros verán la cosecha que no se os concedió ver a vosotros.»
Así que en este pasaje hay dos cosas.
(i) Se hace notar una oportunidad. La cosecha está esperando que la recojan para Dios. Hay momentos de la Historia en los que la gente está extraña y curiosamente sensible a Dios; o, como decía Ortega, en que «Dios está a la vista». ¡Qué tragedia sería que la Iglesia de Cristo dejara de recoger Su cosecha en ese tiempo!
(ii) Se hace notar un desafío. A muchos se les concede sembrar, pero no segar. Muchos ministerios tienen éxito, no porque tengan fuerza ni mérito, sino por alguna persona santa que vivió y predicó y murió y dejó una influencia que se hizo mayor en su ausencia que en su presencia. Muchos tienen que trabajar sin ver el resultado de sus labores. Una vez me enseñaron una finca que era famosa por sus adelfas. El dueño las amaba y conocía cada planta por su nombre. Me enseñó algunas semillas que tardarían veinticinco años en florecer. Él tenía cerca de setenta y cinco años, y no vería su belleza, pero otras personas sí. Ningún trabajo ni ninguna empresa que se emprenden para Cristo será un fracaso. Si nosotros no vemos el resultado de nuestros esfuerzos, otros lo verán. No cabe el desánimo en la vida cristiana.
Fuente: Comentario al Nuevo Testamento
Empieza en el texto griego con una pregunta que exige por la forma en que está formulada una respuesta afirmativa: ¿No decís vosotros: “Aún faltan cuatro meses para que llegue la siega”? En Mat 16:2 se usa el mismo verbo “decir” donde se expresa un refrán o proverbio popular. Jesús aquí también está usando un refrán que sin duda conocían los discípulos, según la forma y brevedad de la expresión. Algunas versiones conservan el estilo de pregunta, mientras que otras prefieren una formulación afirmativa: «Después de sembrar el trigo, ustedes dicen: “Dentro de cuatro meses recogeremos la cosecha”» (TLA), «Ustedes dicen: ‘Todavía faltan cuatro meses para la cosecha’» (DHH).
Si el idioma receptor tiene una equivalencia para refrán, adagio, dicho o proverbio se debe usar. Si el idioma no tiene alguna palabra equivalente sería mejor traducir la oración introduciéndola con la expresión: “a menudo la gente dice”, “la gente dice” o “frecuentemente se oye decir a la gente”.
Al traducir el refrán será mejor conservar la estructura breve de las dos oraciones, incluso con el verbo tácito: “cuatro meses y después la cosecha” o «cuatro meses más y llega la siega» (BJ). Así se conserva cierto estilo sentencioso. Sin embargo, es muy posible que en algunos idiomas estas dos frases tan sucintas necesiten más elaboración. Algo así como: “entre la siembra y la cosecha pasan cuatro meses”, “cuatro meses después de sembrar la gente recoge la cosecha”. El famoso calendario agrícola Gezer del siglo X a. C., y ciertos dichos del rabinismo tardío, hablan de un período de cuatro meses entre la siembra y la cosecha. La pregunta que el traductor se hace es si éste era un refrán popular, una expresión directa de los discípulos que Jesús repite aquí, o si por el contrario es una comprobación directa del tiempo de Jesús en Samaria. Ante la duda es mejor traducir las frases como un adagio popular.
La referencia a los campos se refiere a los campos cultivados. La referencia más específica pudiera ser campos de cebada, «campos de trigo» (TLA) o simplemente «sembrados» (DHH). Sin embargo, el término para “cosecha” alude concretamente al grano recogido. En algunos idiomas habrá que traducir: “El grano está ya maduro y listo para la cosecha”, “la cosecha está madura”, “el grano está amarillo para la cosecha” o «el sembrado ya está maduro para la recolección» (BI). Pero la cosecha a la cual Jesús se refiere en este versículo es simbólicamente una referencia al tiempo de su misión. Para Jesús no hay intervalo entre la siembra y la recolección. Literalmente el grano está “blanco”: los campos ya están blancos para la siega, lo que para algunos comentaristas alude directamente a los samaritanos que salen del pueblo para ver a Jesús.
Fuente: Comentario para Exégesis y Traducción
Miq 6:15.
Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana
REFERENCIAS CRUZADAS
f 210 Mat 9:37
Fuente: Traducción del Nuevo Mundo
están blancos para la siega. Los terrenos de misión, dice Cristo, están maduros y esperando a los segadores.
Fuente: Biblia de Estudio Anotada por Ryrie
Aún faltan… Lit. son.
Fuente: Biblia Textual IV Edición
R626 Πρός aparece aquí con el sentido general de aptitud.
R870 Ἔρχεται se usa como un presente futurista. No sólo implica la profecía, sino la certidumbre de la expectación (comp. T63).
Fuente: Ayuda gramatical para el Estudio del Nuevo Testamento Griego
Lit. son.
4.35 rtf1fbidisansiansicpg1252deff0fonttblf0fromanfprq2fcharset2 Wingdings 3; . la.
Fuente: La Biblia Textual III Edición
† Usualmente había cuatro meses entre la siembra y la cosecha.