Comentario de Juan 4:4 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia

Le era necesario pasar por Samaria;

4:4 Y le era necesario pasar por Samaria. — Samaria era una provincia que recibió su nombre de la ciudad de Samaria, la capital del reino de Israel (el reino del norte compuesto de diez tribus). Esta provincia estaba entre Judea y Galilea. Debido a la enemistad entre los judíos y los samaritanos (ver. 9) comúnmente los judíos viajaban unos siete días para ir de Galilea a Jerusalén (evitando Samaria y pasando por Perea al este del Jordán), pero la ruta directa

— a través de Samaria — era viaje de solamente unos tres días. A Cristo «le era necesario» pasar por Samaria, porque (1) era la ruta más corta; (2) El no tenía prejuicio contra los samaritanos y, por eso, no tenía por qué evitar el país; y (3) de una vez quería romper barreras y abrir campo para la conversión de los samaritanos (compárese Hch 8:5-12), pero (4) sobre todo, le era necesario pasar por Samaria, como era «necesario que también a otras ciudades anuncie el evangelio del reino de Dios; porque para esto he sido enviado» (Luc 4:43); le era necesario «ir a Jerusalén y padecer… y ser muerto, y resucitar al tercer día» (Mat 16:21); y le era necesario «hacer las obras del que me envió» (Jua 9:4); es decir, le era necesario hacer la voluntad del Padre.

Fuente: Comentario al Nuevo Testamento por Partain

Mat 10:5, Mat 10:6; Luc 2:49; Luc 9:51, Luc 9:52; Luc 17:11.

Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico

La ruta más corta desde Judea en el norte a Galilea en el sur era a través de Samaria. El viaje duró tres días. A Cristo le era necesario pasar por Samaria si quería viajar por la ruta directa. Los judíos solían evitar Samaria bordeándola por el río Jordán.

Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe

le era necesario pasar por. Había varios caminos que conducían de Judea a Galilea: uno localizado cerca de la costa del mar, otro que atravesaba la región de Perea, y un tercero que pasaba por el centro de Samaria. A pesar de la fuerte antipatía que reinaba entre los judíos y los samaritanos, el historiador judío Josefo relata que en Judea se acostumbraba atravesar la región de los samaritanos durante las temporadas de fiesta porque era la ruta más corta. Aunque la expresión «le era necesario» podría referirse al hecho de que Jesús quería ahorrar tiempo o esfuerzo, al considerar el enfoque del evangelio que evidencia la comprensión de Jesús para cumplir el plan de su Padre (Jua 2:4; Jua 7:30; Jua 8:20; Jua 12:23; Jua 13:1; Jua 14:31), el apóstol podría subrayar aquí la necesidad espiritual o divina, (i. e. Jesús) tenía una cita divina al encontrarse con la mujer samaritana a quien se reveló como Mesías. Samaria. Cuando la nación de Israel se dividió tras el reinado de Salomón, el rey Omri denominó «Samaria» a la capital del reino de Israel al N (1Re 16:24). El uso de este nombre se extendió luego a toda la región circundante e incluso a todo el reino del N, que fue tomado cautivo (la capital, Samaria) por Asiria en 722 a.C.(2Re 17:1-6). Aunque la mayoría de la población conformada por las diez tribus del N fue llevada a Asiria (a la región que corresponde en la actualidad al norte de Irak), en la región del N de Samaria quedó un remanente considerable de judíos y muchos gentiles fueron llevados hasta allí. Estos grupos se entremezclaron mediante uniones matrimoniales y formaron una raza mixta. Con el tiempo surgió un conflicto entre los judíos que regresaban de la cautividad y los samaritanos. Los samaritanos abandonaron la adoración a Jehová en Jerusalén y establecieron su propio sistema de adoración en el Monte Gerizim en Samaria (vv. Jua 4:20-22). Los samaritanos veían el Pentateuco solo como un documento dictatorial. Como consecuencia de estos hechos, los judíos repudiaban a los samaritanos y los consideraban herejes. La historia de estos dos grupos se caracterizaba por violentos conflictos étnicos y culturales que los llevó a evitar al máximo cualquier contacto (v. Jua 4:9, Esd 4:1-24; Neh 4:1-6; Luc 10:25-37). Vea la nota sobre 2Re 17:24.

Fuente: Biblia de Estudio MacArthur

4:4 Y le era necesario pasar por Samaria. — Samaria era una provincia que recibió su nombre de la ciudad de Samaria, la capital del reino de Israel (el reino del norte compuesto de diez tribus). Esta provincia estaba entre Judea y Galilea. Debido a la enemistad entre los judíos y los samaritanos (ver. 9) comúnmente los judíos viajaban unos siete días para ir de Galilea a Jerusalén (evitando Samaria y pasando por Perea al este del Jordán), pero la ruta directa — a través de Samaria — era viaje de solamente unos tres días. A Cristo «le era necesario» pasar por Samaria, porque (1) era la ruta más corta; (2) El no tenía prejuicio contra los samaritanos y, por eso, no tenía por qué evitar el país; y (3) de una vez quería romper barreras y abrir campo para la conversión de los samaritanos (compárese Hch 8:5-12), pero (4) sobre todo, le era necesario pasar por Samaria, como era «necesario que también a otras ciudades anuncie el evangelio del reino de Dios; porque para esto he sido enviado» (Luc 4:43); le era necesario «ir a Jerusalén y padecer… y ser muerto, y resucitar al tercer día» (Mat 16:21); y le era necesario «hacer las obras del que me envió» (Jua 9:4); es decir, le era necesario hacer la voluntad del Padre.

Fuente: Notas Reeves-Partain

De nuevo el verbo impersonal de obligatoriedad: le era necesario. El aspecto imperfecto continuo del verbo señala que Jesús tenía que ir por Samaria, como una obligación o necesidad de índole divina. Humanamente él había podido ir de Judea a Galilea como lo hacían los judíos por el lado este del río Jordán, sin tener que pasar por Samaria, un territorio que para ellos era impuro y herético. O, si había salido de Enón, junto al Jordán, le hubiera sido más cómodo ir hacia el norte, siguiendo el curso del Jordán. Pero Juan lo narra así para preparar a sus lectores para entender el encuentro de Jesús y la samaritana como parte del plan salvífico de Dios.

El nombre de Samaria se remonta al s. IX a. C., cuando el rey Omri dio este nombre a la capital de su reino (cf. 1Re 16:24). Más tarde el nombre se hizo extensivo a todo el reino del norte. En el año 721 a. C. los asirios capturaron a Samaria y deportaron a todos los israelitas (las diez tribus del norte), y repoblaron el territorio trayendo gente deportada de otros territorios y de diferentes culturas dominadas. Cuando los judíos (el reino del sur) regresaron del exilio babilónico, se produjo una ruptura irreparable entre los judíos y los habitantes de Samaria.

Así se entiende la historia de los samaritanos desde la interpretación de los judíos. Sin embargo, estudios más recientes han permitido entender y escuchar la versión histórica de los mismos samaritanos. Hoy en día queda un número reducido de samaritanos fieles a los cinco libros de Moisés, en la aldea palestina de Nablús, cerca del pozo de Jacob. Según la versión samaritana, ellos se consideran descendientes de José, guardianes del pozo de Jacob, frente al monte Gerizim. Este monte era el lugar auténtico de culto en oposición a Sión, y donde aparecería el Mesías o Ta’eb (“el que regresa”) a los samaritanos. Rompieron con el resto del pueblo israelita cuando estos decidieron tomar rey como las demás naciones (1Sa 8:1 ss). En los tiempos neotestamentarios Samaria fue parte de la misma unidad política que Judea, regida por un gobernador romano.

Para aclarar más esta división política en la traducción deben introducirse términos como: región, territorio o provincia de Judea, Samaria y Galilea. Una vez que se ha usado una o dos veces “la región de Judea” o “la región de Samaria”, etc. Pero sería mejor no usarlos todo el tiempo.

Fuente: Comentario para Exégesis y Traducción

Mat 10:5; Luc 9:52; Luc 17:11.

Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana

Jesús y la mujer samaritana. Había dos rutas posibles desde Judea a Galilea. La más larga era a través de territorio gentil por el lado oriental del Jordán; la más corta era a través de Samaria y era la más usada a pesar de la animosidad entre judíos y samaritanos. El v. 4 sugiere que esta última fue una elección necesaria. Quizá Juan está dando a entender que había una razón divina en cuanto concernía a Jesús. Generalmente se supone que Sicar es la moderna Askar, cerca de la antigua Siquem. Aún existe un profundo pozo, que de acuerdo con la tradición es el original. El v. 12 muestra que Jacob era de especial importancia para los samaritanos. Jesús estaba cansado (6); esto parece ser una nota intencional para subrayar la verdadera humanidad de Jesús y también aporta un marco para el comienzo de la conversación. La hora sexta debía ser el mediodía, la más calurosa de la jornada.

Era poco común que una mujer fuera sola al pozo. Puede haber sido considerada como una marginada social. Juan agrega el detalle de que los discípulos estaban ausentes (8) para llamar atención al diálogo entre la mujer y Jesús. La acción de éste hizo a un lado dos prejuicios judíos: la conversación con alguien samaritano y con una mujer. El prejuicio racial se intensifica por la observación de la mujer (9). Jesús debe haber previsto su perplejidad porque la usó para continuar la conversación. La idea de beber por una necesidad física llevó naturalmente al comentario sobre el don de Dios (10), que se convirtió en un tema espiritual. La mujer pensaba en Jesús como en un judío típico, y Jesús procedió en base a este concepto. Si ella hubiera conocido su identidad, le habría pedido agua viva. Esta expresión tenía un doble significado, o sea el de agua corriente o de manantial y el de agua espiritual, o sea conectada con el Espíritu. Los rabinos pensaban en la Torah como agua viva, lo que demostraba su uso metafórico. Sin embargo, no llama la atención que la mujer aún pensara solamente en el nivel humano, como muestra el v. 11. Parecía necio pensar en sacar agua de un pozo profundo sin tener los medios para hacerlo. Su visión no era mayor que un balde. La comparación con Jacob, que había cavado el pozo, le sugirió que Jesús era inferior. Por lo tanto, ella hizo un par de juicios errados. No podía concebir que alguien fuera mayor que el venerado Jacob (cf. la misma incapacidad de los judíos para concebir que alguien fuera mayor que Abraham, 8:53). La verdadera superioridad de Jesús estaba en el hecho de que el agua era viva cuando él la proveía. El pozo de Jacob podría saciar la sed sólo provisoriamente (13). Hay muchos pasajes del AT que relacionan las promesas de Dios con la ilustración del agua (cf. Isa. 12:3; Eze. 36:25-27). La conexión entre el agua y el Espíritu también es una idea del AT (cf. Isa. 44:3). La referencia a la vida eterna (14) está conectada claramente con la actividad del Espíritu, como se ve en 6:63.

Hay similitudes entre esta narración y el episodio de Nicodemo, ya que ambos relatos muestran que los malentendidos llevaban a mayores explicaciones. La mujer del v. 15 aun pensaba en el agua en sentido literal. Imaginaba una provisión continua que evitaría sus visitas al pozo. Aún no había captado la dimensión espiritual. Hay más significado de lo que es evidente en la respuesta de Jesús a la mujer (16). De hecho, había un bloqueo moral. Ella no había captado la naturaleza de su propia necesidad. Estaba obligada a enfrentar la realidad de admitir que no tenía marido, aunque escondió el hecho de que estaba viviendo con un hombre. Jesús estaba demostrando esa mayor visión que Juan hizo notar en 2:25 y que la misma mujer comenzó a reconocer (19). La enseñanza judía desaprobaba que una mujer tuviera más de tres maridos y la idea de concubinato de hecho no tenía apoyo religioso. Por lo tanto, la mujer estaba en gran necesidad moral y espiritual. Notamos el modo gentil en el cual Jesús no sólo la alabó y también la criticó (17, 18).

Cuando ella comprendió que Jesús era un profeta (19), probablemente pensó en una persona inspirada. Este era al menos cierto avance sobre su punto de vista anterior. Aunque la introducción que ella hizo del tema sobre el lugar de adoración puede parecer un desvío para evitar un tema desagradable, es más probable que ella se diera cuenta de que Jesús era algún tipo de profeta judío y entonces quisiera demostrar su conocimiento de las diferencias entre judíos y samaritanos sobre el principal lugar de culto (20). La adoración estaba directamente relacionada con un lugar sagrado. En el pasado, había habido un templo edificado en el monte Gerizim para rivalizar con el de Jerusalén. Aun después que el templo de aquel monte fue destruido por Juan Hircano, los samaritanos continuaron adorando en el monte. No es claro hasta qué punto a la mujer le interesaban esas diferencias, pero ella asumió que era un asunto digno de ser discutido. Jesús usó su respuesta para hacer una declaración profunda que trascendía la discusión sobre la ubicación. Primero hizo a un lado el tema del lugar para plantear el del objeto de adoración (22). Aunque ni Jerusalén ni el monte Gerizim tenían importancia en este asunto, sin embargo, los judíos tenían al respecto una comprensión superior de Dios. Dado que los samaritanos se limitaban al Pentateuco, les faltaba la riqueza teológica de la revelación de Dios del resto del AT. Cuando Jesús dijo que la salvación procede de los judíos (22) no estaba diciendo que todos los judíos serían salvos, sino que por medio de los judíos llegó el conocimiento de esa salvación en las Escrituras. Como en ambos casos se usa el neutro lo que, eso dirige la atención más a la esencia del culto que a la persona adorada. La referencia de que la hora viene (23), modificada por y ahora es, muestra claramente que fue el ministerio de Jesús lo que transformó radicalmente la adoración. El modo de hacerlo ahora es en espíritu y en verdad, lo que trasciende todas las consideraciones de raza y lugar.

Aquí el principal énfasis es en el espíritu como muestra el v. 24. Dios es espíritu puede compararse con “Dios es luz” y “Dios es amor”. Hay formas por las cuales él puede ser conocido. La espiritualidad de Dios no era una idea extraña a los judíos, pero ellos no habían reconocido la necesidad de alguna correspondencia entre el que es adorado y los adoradores. Jesús enseñó que los adoradores deben compartir algo de la naturaleza de la persona adorada. La relación entre espíritu y verdad aquí señala la necesidad de un culto genuino. Dios desea adoradores que están en armonía con él (23). Todo esto probablemente dejó a la mujer un tanto desubicada. Captó algunas conexiones mesiánicas, aunque no es claro lo que ella quiso decir al mencionar al Mesías (25). Hasta donde sepamos, los samaritanos no usaban esa palabra. La mujer puede haberla usado porque estaba hablando con un judío. Ciertamente, los samaritanos estaban esperando a un profeta (Deut. 18:15-19) quien revelaría la verdad, y esto echa luz a las palabras de la mujer. Dieron a Jesús pie para declararse como el Mesías esperado. Estaba dispuesto a hacerlo a una samaritana, pero no a los judíos cuyas esperanzas mesiánicas no se conformaban con su misión.

Fuente: Nuevo Comentario Bíblico Siglo Veintiuno

REFERENCIAS CRUZADAS

b 179 Luc 9:52

Fuente: Traducción del Nuevo Mundo

tenía que pasar. Tal decisión era tanto una necesidad de ministerio como una necesidad geográfica.

Samaria. Esta región estaba habitada por una población que desde hacía tiempo no se llevaba bien con los judíos.

Fuente: La Biblia de las Américas