Comentario de Juan 6:16 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia
Cuando anochecía, sus discípulos descendieron al mar,
6:16 Al anochecer, descendieron sus discípulos al mar, — «En seguida Jesús hizo a sus discípulos entrar en la barca e ir delante de él a la otra ribera, entre tanto que él despedía a la multitud» (Mat 14:22). El despedir a sus discípulos le ayudó a despedir también a la multitud.Fuente: Comentario al Nuevo Testamento por Partain
descendieron sus discípulos al mar: En Mar 6:45 descubrimos que los discípulos fueron al mar porque Jesús los instó a hacerlo. Fue Al anochecer que entraron al lago. El viento comenzó a soplar más fuerte, preparando el escenario para que Jesús diera otra revelación de sí mismo.
Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe
El episodio en el cual Jesús camina sobre el agua constituye la quinta señal que Juan relata en su Evangelio con el propósito de demostrar que Jesús es el Mesías y el Hijo de Dios (Jua 20:30-31). El milagro prueba la deidad de Jesús al demostrar su soberanía frente a las leyes de la naturaleza.
Fuente: Biblia de Estudio MacArthur
6:16 Al anochecer, descendieron sus discípulos al mar, — «En seguida Jesús hizo a sus discípulos entrar en la barca e ir delante de él a la otra ribera, entre tanto que él despedía a la multitud» (Mat 14:22). El despedir a sus discípulos le ayudó a despedir también a la multitud.
Fuente: Notas Reeves-Partain
DEFENSA EN TRANCE AGUDO
Juan 6:16-21
Al anochecer, los discípulos se fueron a la orilla, se embarcaron y se pusieron a cruzar el mar hacia Cafarnaún. Para entonces ya se había hecho de noche, y Jesús no había vuelto todavía con ellos. Y empezó a rugir una tempestad tremenda que encrespaba el Marcos
Cuando llevaban bogando entre tres y cuatro millas, vieron a Jesús Que se acercaba a la barca andando sobre el mar; y les dio mucho miedo. Pero Jesús les dijo:
-¡No tengáis miedo, que soy Yo!
Ellos querían tenerle a bordo en la barca; e inmediatamente la barca llegó a su destino.
Esta es una de las historias más maravillosas del Cuarto Evangelio; y resulta tanto más maravillosa cuanto más investigamos el sentido del original y hallamos que no es un milagro extraordinario lo que se nos describe, sino un sencillo incidente en el que Juan descubrió, de una manera que ya no olvidaría nunca, cómo es Jesús.
Vamos a reconstruir la historia. Después de dar de comer a los cinco mil que luego quisieron hacerle rey, Jesús se retiró a solas al monte. El día se extinguió. Llegó la hora que los judíos describían como «la segunda tarde», el tiempo entre el crepúsculo y la noche. Jesús todavía no había vuelto. No debemos pensar que los discípulos eran tan olvidadizos o descorteses como para dejarse atrás a Jesús; porque, según nos cuenta la historia Marcos, Jesús les había dicho que se le adelantaran (Mr 6:45 ), mientras Él trataba de convencer a la gente para que se fuera a casa. Sin duda tenía intención de rodear a pie la cabecera del lago mientras ellos la cruzaban a remo, y reunirse con ellos en Cafarnaún.
Los discípulos se embarcaron. Como sucede a veces en aquel lago rodeado de montañas, se levantó un fuerte viento que batía las aguas y las convertía en espuma amenazadora. Era cerca de la Pascua, es decir, cerca de la primera luna llena de primavera (Jn 6:4 ). En la colina, Jesús había estado orando en comunión con Dios; cuando se puso en camino, la luna iluminaba la escena como si fuera de día; y allá abajo podía ver la barca y a los remeros, bogando a más no poder. Entonces Jesús bajó de la colina.
Debemos recordar dos Hechos. Por la parte Norte el lago no tenía más que cuatro millas de ancho, y Juan nos dice que los discípulos habían remado entre tres y cuatro millas; es decir, que estaban ya cerca de su destino. Es natural suponer que en la tormenta procurarían llegar a la orilla lo más pronto posible para buscar cualquier refugio que pudieran encontrar. Este es el primer hecho, y ahora pasamos al segundo. Vieron a Jesús, dice la versión Reina-Valera, que andaba sobre el Marcos En griego dice epi tés thalassés, la misma frase que se usa en Jn 21:1 , donde se traduce, y nunca se ha tenido la menor duda, por junto al mar de Tiberíades, es decir, a la orilla. Eso es lo que quiere decir la frase también en este pasaje.
Jesús iba andando epi tés thalassés, por la orilla. Los agotados discípulos levantaron la vista y, de pronto, le vieron. Era tan inesperado, y llevaban tanto tiempo remando desesperadamente, que se alarmaron como si estuvieran viendo un fantasma. Pero sobre las aguas turbulentas les llegó aquella voz bien amada: «¡No tengáis miedo, que soy Yo!» Ellos querían que viniera a bordo. En griego el sentido más natural es que su deseo no se cumplió. ¿Por qué? Recordad que el ancho del lago por ahí es de cuatro millas, y ya casi habían remado esa distancia. La razón sencilla es que, antes de que Jesús subiera a la barca, ésta encalló en la orilla, y se encontraron en tierra.
Aquí tenemos precisamente la clase de historia que un pescador como Juan atesoraría con cariño en su memoria. Siempre que la recordara la reviviría: el gris plateado de la luz de la Luna, la aspereza de los remos en las manos cansadas, el rugido de la tempestad, las sacudidas de la vela, el sordo murmullo del agua, la sorprendentemente inesperada aparición de Jesús en la orilla, el sonido de Sus palabras a través de las olas enfurecidas y el golpe de la barca al tocar tierra.
Al recordarlo, Juan descubrió maravillas que quiso compartir con nosotros.
(i) Vio que Jesús vigila. En lo alto de la colina había estado vigilándolos. No estaba demasiado ocupado con Dios para acordarse de ellos. Juan se dio cuenta de que todo el tiempo que habían estado bregando con los remos y la vela, la mirada amorosa de Jesús había estado sobre ellos.
Cuando nos encontramos en situaciones difíciles, Jesús vigila. No nos baja el listón. Nos deja pelear nuestras batallas. Como un padre que ve a su hijo echar el resto en una contienda deportiva, está orgulloso de nosotros; o, como un padre que ve a su hijo fracasar, está triste. Vivimos la vida bajo la mirada cariñosa de Jesús.
(ii) Vio que Jesús viene. Bajó de la colina para animar a sus discípulos a hacer el esfuerzo final que los pondría a salvo.
No nos observa con distante indiferencia; cuando faltan las fuerzas viene a darnos nuevas fuerzas para el esfuerzo final que ha de lograr la victoria.
(iii) Vio que Jesús ayuda. Observa, acude y ayuda. Una de las maravillas de la vida cristiana es que no nos encontramos nunca solos. Margaret Avery relata que había una maestra en la escuela de un pueblecito que les había contado esta historia a los niños, y se la habría contado muy bien. Pocos días después hubo una tempestad de viento y nieve. Cuando salieron de la escuela, la maestra estaba ayudando a los niños a llegar a sus casas. A veces tenía casi que llevarlos en vilo por las comentes de aire. Cuando casi todos estaban agotados con la lucha, oyó a un chiquillo decir para sí: » Nos vendría bien tener a ese Jesús aquí ahora.» Lo maravilloso es que no tenemos que echarle de menos en ninguna situación, porque Jesús siempre está con nosotros.
(iv) Vio que Jesús nos lleva al puerto. A Juan le parecía al recordarlo que, tan pronto como llegó Jesús, la quilla de la barca tocó tierra, y habían llegado a salvo. Como decía el salmista: » Luego se alegran, porque se apaciguaron; y así los guía al puerto que deseaban» (Salmo 107.30). Aunque no sepamos cómo, con Jesús se hace más corto el viaje más largo, y la batalla más dura se hace más fácil.
Una de las cosas maravillosas del Cuarto Evangelio es que Juan, el viejo pescador reciclado a evangelista, encontró toda la riqueza de Cristo en el recuerdo de la historia de una travesía azarosa.
Fuente: Comentario al Nuevo Testamento
b. La quinta señal en Galilea (vv. Jua 6:16-21)
Análisis de discurso
Si vv. Jua 6:14-15 es la conclusión de la señal milagrosa de la alimentación de los cinco mil, el relato que sigue muestra más independencia narrativa. De pronto, sólo con la transición “y” o “entonces”, se interrumpe la secuencia entre la alimentación de los cinco mil y el discurso acerca del pan de vida. Sin embargo, el evangelista logra integrar el desarrollo del capítulo con la narración del hecho de que “Jesús camina sobre las aguas”. Aún más, este relato le sirve para volver a reunir a los personajes: Jesús, los discípulos y la multitud.
Esta breve narración tiene paralelo en Mat 14:22-27 y en Mar 6:45-52, aunque en Juan este relato muestra más independencia de los evangelios sinópticos. Parece que su propósito principal aquí es revelar la verdadera naturaleza de Jesús, en oposición a la comprensión popular que se tenía de él como el profeta mesiánico o el rey mesiánico político. Se le debe reconocer como Dios mismo, tal como sugieren las palabras yo soy. Por otra parte, se nota que existe cierta similitud con el simbolismo pascual, de la manera en que Dios guió a su pueblo a través del mar, después de la primera comida pascual, y el don del maná en el desierto.
TÍTULO: Los títulos tradicionales son lacónicos: Jesús anda sobre el mar (RV60, RV95), Jesús camina sobre el agua (DHH, TLA). Más amplio el propuesto por la BJ: Jesús se reúne con sus discípulos caminando sobre el mar. Otra opción, que recoge su carácter de signo, es Quinto signo: Jesús se revela a los discípulos caminando sobre el mar.
Análisis textual y morfosintáctico
Fuente: Comentario para Exégesis y Traducción
Establece el tiempo: al anochecer, «Al llegar la noche» (DHH), «A la caída de la tarde» (BI). Hay muchas frases temporales para designar el paso de la tarde hacia la noche. Algunas culturas quizás prefieran ser menos específicas y expresar: “cuando ya no había sol”. Aunque teológicamente es importante ya que indica que se cierra un día, según la forma de delimitar el día en la cultura hebrea, al mismo tiempo que indica un tiempo de llegada de oscuridad.
Fuente: Comentario para Exégesis y Traducción
Jesús camina sobre el agua
Juan no describe este milagro como una señal. Podemos preguntarnos por qué incluye este episodio aquí, ya que no hace comentarios sobre sus efectos. Como tanto en Mar. y en Mat. se relaciona con la alimentación de las multitudes, no sería irrazonable suponer que estaba ligado de ese modo en la tradición cristiana. Pero quizá Juan quiso usarlo para demostrar la dependencia que los apóstoles tenían de Jesús. La discusión que siguió al milagro de los panes tuvo lugar en Capernaúm (24), que explica el viaje de los discípulos en barco de la orilla este a la oeste. La mención de la distancia en el v. 19 sugiere el informe de un testigo ocular. No puede haber dudas de que Juan quiere que sus lectores entiendan que hubo un milagro cuando Jesús caminó sobre el agua. La sugerencia de que los discípulos vieron a Jesús caminando por la orilla y pensaron que estaba sobre el agua debe ser rechazada, porque eso no les hubiera dado motivos para aterrorizarse. Las palabras: ¡Yo soy; no temáis! (20) no deben considerarse con el valor que comunican otros grandes dichos en Juan que comienzan con un “Yo soy”. Aquí el mensaje es que el temor fue desterrado ante la presencia de Jesús. La explicación más razonable del v. 21 es que la barca estaba mucho más cerca de la orilla de lo que imaginaban los apóstoles. Los vv. 23 y 24 explican cómo muchos de los que fueron testigos de la alimentación de las multitudes estaban presentes en Capernaúm para oír las discusiones. Juan quiere que sus lectores conecten estas discusiones con el milagro de la alimentación.
Fuente: Nuevo Comentario Bíblico Siglo Veintiuno
REFERENCIAS CRUZADAS
o 306 Mat 14:22; Mar 6:47
Fuente: Traducción del Nuevo Mundo
al mar. Es decir, el mar de Galilea (cp. vers. 1).
Fuente: La Biblia de las Américas
R602 Ἐπί con el acusativo aquí significa: tan lejos como.