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Comentario de Juan 8:11 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia

Comentario de Juan 8:11 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia

Y ella dijo: —Ninguno, Señor. Entonces Jesús le dijo: —Ni yo te condeno. Vete y desde ahora no peques más.

Ni yo te condeno. Jua 8:15; Jua 3:17; Jua 18:36; Deu 16:18; Deu 17:9; Luc 9:56; Luc 12:13, Luc 12:14; Rom 13:3, Rom 13:4; 1Co 5:12.

vete, y no peques más. Jua 5:14; Job 34:31; Pro 28:13; Isa 1:16-18; Isa 55:6; Eze 18:30-32; Mat 21:28-31; Luc 5:32; Luc 13:3, Luc 13:5; Luc 15:7, Luc 15:10, Luc 15:32; Rom 2:4; Rom 5:20, Rom 5:21; 1Ti 1:15, 1Ti 1:16; 2Pe 3:15; Rom 2:21, Rom 2:22.

Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico

no peques más implica que Jesús la perdonó. No la condenó, pero tampoco toleró su pecado. Algunos piensan que el Señor los perdonará después que hagan lo mejor que puedan, pero Jesús perdonó a esta mujer después que hizo lo peor que pudo. Así, podemos entender que Jesús nos ama como somos (Rom 5:8), pero nos ama demasiado para dejar que permanezcamos así.

Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe

NI YO TE CONDENO. La actitud de Jesús hacia la mujer refleja su propósito redentor para la raza humana (Jua 3:16). Él no la condena como si no fuera apta para recibir el perdón, sino que la trata con bondad y paciencia a fin de guiarla al arrepentimiento. Hay salvación para ella si deja su «vida de pecado», es decir, si deja de vivir en adulterio y vuelve a su propio esposo (cf. Luc 7:47).

(1) Sin embargo, sería una blasfemia citar esas palabras de Cristo para sugerir que Él contempla con indiferencia el pecado del adulterio y la angustia y desdicha incalculables que eso causa tanto para los adultos como para los hijos.

(2) Lo que Cristo le ofrece a esa mujer es la salvación y una salida de su vida de pecado. La condenación de Cristo la espera si se niega a arrepentirse y a entrar en el reino de Dios (Rom 2:1-10).

Fuente: Biblia de Estudio Vida Plena

no peques más. En realidad dice «deja tu vida de pecado» (cp. Jua 3:17; Jua 12:47; Mat 9:1-8; Mar 2:13-17).

Fuente: Biblia de Estudio MacArthur

Ella dijo, “Entonces ella le respondió”. Siguiendo el estilo de dialogar en español la NVI presenta el diálogo entre guiones y no traduce esta oración: «-Nadie, Señor». Sin embargo, para algunas personas que oyen la lectura de una traducción así puede ser confuso o incompleto, por ello puede traducirse con una oración más explícita: «Así es, Señor. Nadie me ha condenado» (TLA).

“Bueno, yo tampoco te condeno, le respondió Jesús. Más bien vete y no peques otra vez”, literalmente y no peques más. La traducción no debe dar la idea de que Jesús es un pecador o que tolera el pecado. Sus palabras suenan aquí como una sentencia final a favor de la mujer: “Entonces Jesús expresó esta sentencia: Yo tampoco te condeno. Vete y desde ahora no sigas esa vida de pecadora”, «Tampoco yo te condeno. Puedes irte, pero no vuelvas a pecar» (TLA), «no peques más en adelante» (LPD).

Reflexión bíblica y pastoral

A esta altura de la narración se percibe con claridad que el pueblo sencillo ha aceptado a Jesús, o al menos tiene mucho interés en seguir escuchándolo, y por ello acuden al templo a recibir su enseñanza. En cambio, las autoridades judías siguen tramando planes para hacerlo caer en trampas e incluso matarlo. Es interesante notar que mientras la gente del pueblo acude a Jesús para escucharlo, las autoridades acuden a él para tenderle una trampa. Para ellos era claro que la mujer sorprendida en adulterio debería ser castigada con la muerte, según la legislación mosaica. Pero lo que les interesa aquí es poner a Jesús en confrontación directa con esta ley para tener más pruebas en contra de él. Por lo demás, sería interesante preguntarnos qué hicieron las autoridades con el hombre con el que la mujer cometió adulterio, si con él fueron tan estrictos como con ella, como evidentemente parece que no sucedió.

Pero Jesús simplemente escribía en tierra, sin que sea posible saber qué escribía. Alguien pudiera verse tentado a pensar que escribía algo tan espurio como la interpretación que las autoridades hacían de la ley de Moisés, pero esto no deja de ser una mera especulación. Lo que sí es de llamar la atención es que parece ser que Jesús no les da mucha importancia a las autoridades, como si no tuviera ánimo en enredarse con ellos en una discusión sin sentido. Es sólo después de la insistencia de ellos que Jesús dice su famosa frase: “El que de vosotros esté sin pecado sea el primero en arrojar la piedra contra ella” (v. Jua 8:6). Así, Jesús no contradice la ley, pero obliga a los acusadores a confrontarse con su propia conciencia. Porque ellos, como seguramente muchas personas contemporáneas, son muy legalistas y severos en juzgar a los demás, pero no aplican el mismo celo para autoevaluarse.

Jesús demuestra que no está contra la ley, sino a favor de la vida y la justicia. Los legalistas fueron sorprendidos en sus frustradas intenciones y tuvieron que reconocer con su silencioso pero evidente abandono del lugar, que a pesar del rigor que exigían en el cumplimiento de la ley, ni aún ellos salían bien librados de las exigencias de ésta. Esta narración debe ser un buen paradigma de conducta y actitud en las iglesias contemporáneas, que con frecuencia tienen más celo en el cumplimiento de sus reglamentos moralistas que en el cumplimiento de la voluntad de Dios, que siempre se relaciona con la justicia y la vida abundante. La ley no debe ser un absoluto en la vida de las iglesias o de los cristianos. El único absoluto e imperativo ético es practicar la justicia y amar y defender la vida.

Jesús no vino a juzgar y condenar sino a dar su vida en rescate de muchos. Él tampoco juzgó a la mujer, pero tampoco la dejó en su estado de pecado. La despide con la exhortación de “vete y no peques más” (v. Jua 8:11), es decir, no la condenó pero tampoco solapó el pecado. Probablemente Jesús consideró que ella era víctima del sistema social y cultural de su tiempo, donde, como en este caso, el peso de la culpa se carga con más rigor sobre las mujeres que sobre los hombres.

Fuente: Comentario para Exégesis y Traducción

Jua 5:14.

Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana

no peques más. Aquí Jesús ejercita su autoridad de perdonar pecados, pero lo que no hace es consentirlos. Por tanto, Jesús pide a la mujer que abandone definitivamente su pasada m anera de vivir.

Fuente: La Biblia de las Américas

11 super (1) Los escribas y fariseos no pudieron condenar a la mujer, debido a que todos ellos eran pecaminosos. El Señor Jesús era el único que no tenía pecado, y sólo El estaba calificado para condenarla; sin embargo, El no quiso hacerlo.

Fuente: Comentario Del Nuevo Testamento Versión Recobro