¿Quién de vosotros me halla culpable de pecado? Y si digo la verdad, ¿por qué vosotros no me creéis?
8:46 ¿Quién de vosotros me redarguye de pecado? — Querían probar que Jesús era meramente un hombre, para justificar su rechazo hacia El y, para lograrlo, deberían acusarle de algún pecado, pues todos los hombres pecan. Probablemente hubo pausa después de esta pregunta para darles oportunidad de acusarle. Parece que no le acusaron de nada. ¿Qué pasó, pues, con las acusaciones de que El había violado el día de reposo y que había blasfemado? (5:18). — Pues si digo la verdad, ¿por qué vosotros no me creéis? — Si no hallaron pecado (por ejemplo, alguna mentira) en Jesús, entonces deberían creer en El, que no era un mero hombre, sino en verdad el Hijo de Dios.Fuente: Comentario al Nuevo Testamento por Partain
¿Quién de vosotros me redarguye de pecado? Jua 8:7; Jua 14:30; Jua 15:10; Jua 16:8; 2Co 5:21; Heb 4:15; Heb 7:26; 1Pe 2:22.
¿por qué vosotros no me creéis? Mat 21:25; Mar 11:31.
Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico
me redarguye de pecado. Aunque los judíos argüían que Jesús era culpable de pecado (Jua 5:18), aquí el sentido alude a que la verdadera santidad de Cristo quedó demostrada por la certeza de la pureza de su vida entera, y no por la ausencia de respuesta por parte de los judíos. Solo alguien perfectamente santo y que goza de la más íntima comunión con el Padre podría pronunciar tales palabras. Los judíos no podrían presentar evidencia alguna para acusarlo de pecado ante la corte celestial.
Fuente: Biblia de Estudio MacArthur
8:46 ¿Quién de vosotros me redarguye de pecado? — Querían probar que Jesús era meramente un hombre, para justificar su rechazo hacia El y, para lograrlo, deberían acusarle de algún pecado, pues todos los hombres pecan. Probablemente hubo pausa después de esta pregunta para darles oportunidad de acusarle. Parece que no le acusaron de nada. ¿Qué pasó, pues, con las acusaciones de que El había violado el día de reposo y que había blasfemado? (5:18).
— Pues si digo la verdad, ¿por qué vosotros no me creéis? — Si no hallaron pecado (por ejemplo, alguna mentira) en Jesús, entonces deberían creer en El, que no era un mero hombre, sino en verdad el Hijo de Dios.
Fuente: Notas Reeves-Partain
TERRIBLE ACUSACIÓN
Y FE RESPLANDECIENTE
Juan 8:46-50
-¿Hay alguno de vosotros que Me pueda acusar de pecado? -les preguntó Jesús a los judíos-. Pues, si digo la verdad, ¿por qué no Me creéis? El que es de Dios atiende a las palabras de Dios. Por eso es por lo que vosotros no Me oís: porque no sois de Dios.
-¿No tenemos razón cuando decimos que eres un samaritano y que estás poseso? -dijeron ellos; pero Jesús les contestó:
-Yo no soy ningún poseso. Lo que pasa es que honro a Mi Padre, y vosotros me deshonráis a Mí. Yo no busco Mi propia gloria. Hay Uno que busca y juzga.
Tenemos que tratar de figurarnos esta escena como si la estuviéramos viendo. Aquí hay un drama; y no sólo en las palabras, sino en las pausas intermedias. Jesús empieza con un gran desafío: » ¿Hay alguien aquí d emanda- que puede apuntar con el dedo a algo malo que haya en Mi vida?» A eso debió de seguir un silencio durante el cual Jesús recorrió la multitud con la mirada, esperando que alguien aceptara el desafío extraordinario que acababa de lanzar. El silencio se prolongó. Por mucho, que indagaran, ninguno podía formular una acusación contra El. Después de darles tiempo, Jesús habló otra vez: » ¿Admitís -les dijo- que no me podéis acusar de nada? Entonces, ¿por qué no aceptáis lo que os digo?» Y de nuevo se produjo un silencio incómodo. Luego Jesús contesta a Su propia pregunta: » No aceptáis Mis palabras -les dijo porque no sois de Dios.»
¿Qué quería decir Jesús? Tomadlo en este sentido: No hay nada que pueda penetrar en la mente o el corazón de nadie a menos que haya ya algo allí que responda positivamente. Y si uno carece de ese algo esencial, nada le hará aceptar aquella nueva experiencia. Una persona que carece de oído para la música no puede experimentar la emoción de este arte. Una persona daltoniana no puede apreciar todos los matices de un cuadro. Una persona que no tiene sentido del ritmo no puede disfrutar gran cosa del ballet o de la danza.
Los judíos tenían una manera maravillosa de pensar en el Espíritu de Dios. Creían que tenía dos funciones: la de revelar la verdad de Dios, y la de capacitar a las personas para reconocer y captar aquella verdad. Eso quiere decir bien claramente que, a menos que el Espíritu de Dios esté en el corazón de una persona, ésta no puede reconocer la verdad de Dios aunque la tenga delante de los ojos. Y también quiere decir que una persona puede cerrarle la puerta de su corazón al Espíritu de Dios hasta tal punto que, aunque se le despliegue esa verdad de la manera más evidente, es totalmente incapaz de verla, reconocerla, captarla y hacerla suya.
Jesús les estaba diciendo a los judíos: «Habéis seguido vuestro propio camino y vuestras propias ideas; el Espíritu de Dios no ha conseguido obtener entrada en vuestro corazón; esa es la razón por la que no podéis reconocerme ni aceptar Mis palabras.» Los judíos se creían un pueblo muy religioso; pero, como se habían aferrado a su propia idea de la religión en vez de a la de Dios, se habían descarriado hasta tal punto que habían perdido a Dios. Se encontraban en la terrible situación de pretender servir a un Dios al Que no conocían.
El que se les dijera que eran unos extraños para Dios los hería en lo más vivo. Entonces lanzaron sus invectivas contra Jesús. Según nuestra traducción, acusaron a Jesús de samaritano y de poseso. ¿Qué querían decir con eso? Al llamarle samaritano le acusaban de ser enemigo de Israel, porque había una enemistad a muerte entre los judíos y los samaritanos; Le acusaban de no respetar y quebrantar la Ley; y, sobre todo, de ser un hereje, porque eso había llegado a significar para ellos la palabra samaritano. Es alucinante el que se llegara a acusar de hereje al Hijo de Dios -y no cabe duda que eso es lo que Le pasaría si volviera otra vez a este mundo y sus iglesias.
Pero también es posible que la palabra samaritano tenga otro sentido. Para empezar, notaremos que Jesús contestó a la acusación de estar poseído por el demonio, pero no a la de ser un samaritano. Eso nos hace pensar que tal vez no se haya transcrito la acusación correctamente. La palabra original aramea para samaritano sería shomeroní. Shomerón, Samaria, era también un título del príncipe de los demonios, también llamado Ashmedai, Shammael y Satán. De hecho, en el Corán, la biblia de los musulmanes, se dice que Shomerón, el príncipe de los demonios, fue el que sedujo a los judíos para hacerlos idólatras. Según esto, la palabra shomeroní. también podría querer decir hijo del diablo. Y es muy posible que dieran ese sentido a la palabra samaritano, ya que odiaban a los tales; y con ese sentido Le lanzaron el insulto a Jesús: » ¡Tú eres un hijo del diablo; un engendro de Satanás, que participas de la maldad y la locura del Maligno!»
La respuesta de Jesús fue que, lejos de ser un servidor del diablo, Su único propósito era honrar a Dios, mientras que la conducta de los judíos era un constante deshonrar a Dios. Dice en efecto: «No soy Yo el que tiene un demonio, sino vosotros.»
Y entonces aparece el resplandor de la auténtica fe de Jesús.
Él dice: «Yo no estoy buscando los honores que Me pueda dar este mundo: sé muy bien que seré rechazado, insultado, deshonrado y crucificado. Pero hay Uno que pondrá en Su día las cosas en su sitio y asignará a cada persona el honor que le corresponda; y es El el Que Me dará el único honor que es auténtico, porque es el Suyo.»
De una cosa estaba seguro Jesús: a fin de cuentas, es Dios el Que protege el honor de los Suyos. En el tiempo, Jesús no experimentó más que dolor y deshonor y rechazamiento; en la eternidad, recibió la gloria que recibirán en su día todos los que obedecen a Dios. Jesús tenía el optimismo inconquistable que nace de la fe suprema, el optimismo que tiene sus raíces en la fidelidad y la justicia de Dios.
Fuente: Comentario al Nuevo Testamento
Tiene dos preguntas retóricas. El verbo de la primera pregunta, “acusar”, “demostrar” o “probar” expresa en tono jurídico la acusación de un delito: ¿Quién de vosotros puede acusarme de pecado? o «¿Quién de ustedes puede demostrar que yo tengo algún pecado?» (DHH). En algunos idiomas habrá que explicar en concreto el significado de “pecar” para no dejar la expresión en abstracto. La pregunta es si Jesús está hablando aquí en términos absolutos en cuanto al pecado o si él está en lo correcto en cuanto a la controversia con los judíos: “¿Quién va a probar que yo soy culpable de matar y de mentir?”. Las traducciones modernas y muchos comentaristas toman el sentido de “pecado” en el primer sentido de absoluto. La NEB traduce: «¿Quién de ustedes me prueba de error?» y explica “de pecado” en una nota al margen.
Y si digo la verdad, ¿por qué vosotros no me creéis? La idea “no creen en mí” tiene aquí la misma fuerza que en el versículo anterior. La redacción de la segunda pregunta tiene otra forma al escribir la segunda oración condicional fuera de la pregunta: “Y si en cambio les digo la verdad ¿entonces por qué no aceptan mi mensaje?” o “¿por qué ustedes no me creen?”.
Fuente: Comentario para Exégesis y Traducción
2Co 5:21; 1Pe 2:22; 1Jn 3:5; (ver Heb 4:15).
Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana
REFERENCIAS CRUZADAS
c 493 2Co 5:21; Heb 4:15; Heb 7:26; 1Pe 2:22; 1Jn 3:5