Comentario de Juan 9:17 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia

Entonces volvieron a hablar al ciego: —Tú, ¿qué dices de él, puesto que te abrió los ojos? Y él dijo: —Que es profeta.

9:17 Entonces volvieron a decirle al ciego: ¿Qué dices tú del que te abrió los ojos? — Ya le habían preguntado (9:15), pero no estaban de acuerdo y vuelven a preguntarle, algunos buscando más evidencia para probar que Jesús no venía de Dios, pues en esos momentos «no creían que el había sido ciego, y que había recibido la vista» (9:18), y los otros esperando aprender algo más que les ayudara a entender cómo Jesús podía sanar y al mismo tiempo violar el día de reposo. Por eso, vuelven a hacerle preguntas, pero el resultado fue que solamente hacían más notorio el milagro.

— Y él dijo: Que es profeta. — Al decir esto demostró su valentía, porque algunos de los judíos no querían oír que Jesús era un profeta, pues para ellos era un pecador. Al principio el que era ciego dijo «aquel hombre que se llama Jesús»; ahora su conocimiento y fe han crecido, porque dice que Jesús era un profeta; poco después argumentó que Jesús vino de Dios (9:33); y al último (9:35-38) le confesó como el Hijo de Dios y le adoró. Compárese el crecimiento de la fe de la samaritana (4:9, «tú, siendo judío»; 4:19, «tú eres profeta»; 4:29, «¿no será éste el Cristo?»). Tuvo que ser muy valiente para hablar favorablemente de Jesús en presencia de los que querían darle muerte.

Fuente: Comentario al Nuevo Testamento por Partain

Que es profeta. Jua 4:19; Jua 6:14; Luc 24:19; Hch 2:22; Hch 3:22-26; Hch 10:38.

Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico

El hombre ciego llegó a la conclusión de que Jesús era un profeta. Esto no significa que haya decidido que Jesús fuera el Mesías (Jua 1:20, Jua 1:21; Jua 6:14).

Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe

Que es profeta. En tanto que el ciego vio con claridad que Jesús era más que un simple hombre, los fariseos obstinados que vieron con sus propios ojos la situación, tenían ceguera espiritual total con respecto a la verdad (vea el v. Jua 9:39). En la Biblia la ceguera es una metáfora de las tinieblas espirituales es decir, la incapacidad de discernir a Dios o su verdad (2Co 4:3-6; Col 1:12-14).

Fuente: Biblia de Estudio MacArthur

9:17 Entonces volvieron a decirle al ciego: ¿Qué dices tú del que te abrió los ojos? — Ya le habían preguntado (9:15), pero no estaban de acuerdo y vuelven a preguntarle, algunos buscando más evidencia para probar que Jesús no venía de Dios, pues en esos momentos «no creían que el había sido ciego, y que había recibido la vista» (9:18), y los otros esperando aprender algo más que les ayudara a entender cómo Jesús podía sanar y al mismo tiempo violar el día de reposo. Por eso, vuelven a hacerle preguntas, pero el resultado fue que solamente hacían más notorio el milagro.
— Y él dijo: Que es profeta. — Al decir esto demostró su valentía, porque algunos de los judíos no querían oír que Jesús era un profeta, pues para ellos era un pecador. Al principio el que era ciego dijo «aquel hombre que se llama Jesús»; ahora su conocimiento y fe han crecido, porque dice que Jesús era un profeta; poco después argumentó que Jesús vino de Dios (9:33); y al último (9:35-38) le confesó como el Hijo de Dios y le adoró. Compárese el crecimiento de la fe de la samaritana (4:9, «tú, siendo judío»; 4:19, «tú eres profeta»; 4:29, «¿no será éste el Cristo?»). Tuvo que ser muy valiente para hablar favorablemente de Jesús en presencia de los que querían darle muerte.

Fuente: Notas Reeves-Partain

EL DESAFÍO A LOS FARISEOS

Juan 9:17-34

Ahora bien: los judíos se negaban a creer que aquel hombre había estado ciego y había llegado a poder ver, hasta que llamaron a sus padres y los interrogaron:
-¿Es éste vuestro hijo? ¿Y decís que nació ciego? Entonces, ¿cómo es que puede ver ahora?
-Estamos seguros de que éste es nuestro hijo, y sabemos que nació ciego; pero no sabemos cómo ha llegado a poder ver, ni Quién ha sido el Que le ha abierto los ojos. Preguntádselo a él, que ya es mayor de edad y puede responder por sí mismo.
Sus padres dijeron eso porque les tenían miedo a los judíos; porque los judíos ya se habían puesto de acuerdo en excomulgar de la sinagoga al que reconociera a Jesús como el Ungido de Dios. Por eso fue por lo que sus padres dijeron: » Ya es mayor de edad. Preguntádselo a él.»
Llamaron por segunda vez al que había estado ciego, y le dijeron:
-¡Da gloria a Dios! ¡Sabemos que ese Hombre es un pecador!
-Si es o no pecador, yo no lo sé -contestó el hombre-; yo lo único que sé es que antes estaba ciego, y ahora veo.
-¿Qué te hizo?-le preguntaron-. ¿Cómo te abrió los ojos?
-Ya os lo he dicho -les contestó-, y no habéis querido escucharme. ¿Por qué queréis que os lo vuelva a contar? ¿Es que queréis haceros Sus discípulos vosotros también?
Los judíos le lanzaron toda clase de insultos, y le dijeron:
-¡Su discípulo lo serás tú! ¡Nosotros no somos discípulos más que de Moisés! A Moisés sabemos que le habló Dios; pero Ése, no sabemos de dónde ha salido.
-¡Lo que es alucinante es que vosotros no tengáis ni idea de dónde ha salido, y a mí me abrió los ojos! Todo el mundo sabe que Dios no les hace caso a los pecadores; pero que, si una persona es piadosa y hace Su voluntad, a esa sí la escucha. Desde que el mundo es mundo no se había oído de nadie que le abriera los ojos a uno que hubiera nacido ciego. Si este Hombre no fuera de Dios, no podría haber hecho lo que ha hecho.
-¿Tú, que has nacido lleno de pecado de pies a cabeza, nos vas a enseñar a nosotros? -le replicaron. Y le mandaron que se fuera de allí.

No hay galería de retratos más gráfica que ésta en ninguna literatura. Con diestras y reveladoras pinceladas, Juan da vida ante nosotros a los distintos personajes.
(i) Está el ciego mismo. Empezó molestándose por la insistencia de los fariseos. «Vosotros diréis lo que queráis de este Hombre -les dijo-; yo lo único que sé es que me dio la vista.» Es el sencillo hecho de la experiencia cristiana que muchos creyentes puede que no sepan expresar en lenguaje teológico correcto lo que creen de Jesús, pero pueden testificar de lo que Jesús ha hecho por sus almas. Hasta cuando uno no puede entender con la inteligencia, sin embargo puede sentir con el corazón. Es mejor amar a Jesús que amar las teorías que se han formulado acerca de Su Persona.
(ii) Están los padres del ciego. Está claro que no querían colaborar, pero era porque tenían miedo. Las autoridades de la sinagoga disponían de un arma terrible, que era la excomunión, por la que se excluía de la sociedad del pueblo de Dios a una persona. Allá por los tiempos de Esdras, leemos un decreto que se promulgó diciendo que al que no obedeciera las órdenes de las autoridades, «se le confiscara toda la hacienda, y él mismo quedara excluido de la congregación» Esd 10:8 ). Jesús advirtió a Sus discípulos que sus nombres serían obliterados como cosa mala Lc 6:22 ). Les dijo que los expulsarían de las sinagogas Jn 16:2 ). Muchos de los funcionarios de Jerusalén creían realmente en Jesús, «pero a causa de los fariseos no Le confesaban, para no ser expulsados de la sinagoga» Jn 12:42 ).

Había dos clases de excomunión. Una era la proscripción, el jérem, que suponía la expulsión de la sinagoga de por vida. En tal caso se le anatematizaba públicamente, maldiciéndole en presencia del pueblo y excluyéndole de Dios y de la sociedad. Había otra sentencia de excomunión que podía durar un mes u otro período establecido. Lo terrible de tal situación era que se apartaba a la persona, no sólo de la sinagoga, sino hasta de Dios. Por eso los padres de este hombre respondieron que su hijo ya era suficientemente mayor para dar testimonio ante la ley y cuenta de sí mismo. Los fariseos estaban tan envenenados de odio contra Jesús que estaban dispuestos a llegar a lo peor que han llegado las autoridades eclesiásticas algunas veces; es decir, a usar el procedimiento eclesiástico para hacer prevalecer sus propósitos.

(iii) Están los fariseos. En un principio no se habían creído que el hombre había estado ciego; es decir: que habían sospechado que aquello había sido un «milagro» amañado entre Jesús y él. Además, estaban al tanto de que la misma Ley reconocía que un falso profeta podría realizar falsos milagros para confirmar sus propios falsos fines Dt 13:15 advierte contra el peligro del falso profeta que realiza falsos milagros para apartar al pueblo tras dioses extraños). Así es que los fariseos empezaron por tener sospechas. De ahí pasaron a intimidar al hombre: «¡Da gloria a Dios! -le dijeron-. ¡Sabemos que ese Hombre es un pecador!» «¡Da gloria a Dios!» era la frase que se usaba en los interrogatorios con el sentido de: «¡Di la verdad, en la presencia y en el nombre de Dios!» Cuando Josué interrogó a Acán acerca del pecado que había traído la derrota a Israel, le dijo: «¡Hijo mío, da gloria al Señor Dios de Israel, y dale alabanza; y declárame ahora lo que has hecho; no me lo encubras» Jos 7:19 ).

Se pusieron furiosos porque no podían oponer nada al razonamiento del hombre, que estaba de acuerdo con la Escritura: «Jesús ha hecho una obra maravillosa; esto demuestra que Dios Le oye; Dios no oye nunca las oraciones de los malos; por tanto, Jesús no puede ser malo.» El hecho de que Dios no oye la oración de una mala persona es una de las ideas fundamentales del Antiguo Testamento. Hablando del hipócrita, dice Job: «¿Oirá Dios su clamor cuando la tribulación viniere sobre él?» Job 27:9 ). El salmista dice: «Si en mi corazón hubiese yo mirado a la iniquidad, el Señor no me habría escuchado» Sal 66:18 ). Isaías oye a Dios decirle al pueblo pecador: «Cuando extendáis vuestras manos -los judíos oraban con los brazos extendidos y las palmas de las manos vueltas hacia arriba-, Yo esconderé de vosotros mis ojos; asimismo, cuando multipliquéis la oración, Yo no oiré; porque vuestras manos están llenas de sangre» (Isa 1:15 ). Ezequiel dice del pueblo desobediente: «Aunque Me griten en los oídos, no los oiré» (Ez 8:18 ). Por el contrario, creían que Dios oye siempre la oración de los que son buenos. «Los ojos del Señor están sobre los justos, y atentos Sus oídos al clamor de ellos» (Sal 34:15 ). «Cumple el deseo de los que Le temen; oye asimismo el clamor de ellos y los salva» (Sal 145:19 ). «El Señor está lejos de los impíos; pero Él oye la oración de los justos» (Pr 15:29 ). El que había estado ciego hizo un razonamiento que los fariseos no podían contradecir.

Ante aquellas razones, fijaos lo que hicieron. Primero, le lanzaron toda clase de improperios. Luego pasaron a insultarle, acusándole de haber nacido en pecado, lo que equivalía a acusarle de pecado prenatal. Y en tercer lugar, recurrieron a las amenazas. Le dieron orden de que se marchara de su presencia; es decir que, como no le podían rebatir, le echaron.

A menudo tenemos diferencias con los demás, y es natural y hasta bueno que sea así. Pero cuando se llega a las ofensas, los insultos y las amenazas, la cosa deja de ser una discusión y se convierte en una contienda envenenada. Si nos enfadamos y recurrimos a las palabras ofensivas y a las amenazas violentas, demostramos que nuestras razones son extremadamente débiles e indefendibles.

Fuente: Comentario al Nuevo Testamento

La CEV une este versículo con la última oración del versículo anterior: «Y como no se ponían de acuerdo los fariseos entre sí, [v. Jua 9:17] le preguntaron al hombre» dándole mayor fluidez a la narración. El “ellos” del texto se refiere al grupo que más se oponía a Jesús. La expresión del texto “dicen al ciego otra vez” es una pregunta con el verbo en presente histórico, el cual se puede organizar en dos preguntas. Otras versiones la traducen en una pregunta y una afirmación. La TEV cambia el orden de la pregunta, presentando la segunda parte como declaración y la primera como pregunta posterior: «Ya que dices que él te curo de la ceguera ¿qué opinión tienes de él?». Las posibilidades de traducción son variadas: “¿Qué es lo que piensas de ese hombre? ¿No fue a ti que te curó de la ceguera?”, Entonces le preguntaron otra vez al ciego: ¿Qué dices tú del que te abrió los ojos?, «Puesto que él te dio la vista, ¿qué opinas tú sobre ese hombre?» (BI). La formulación de dos preguntas ayuda en algunos idiomas a entender la insistencia en el interrogatorio de los fariseos: “Y tú qué piensas de él? ¿Acaso no te curó de tu ceguera?”.

El interrogatorio de los fariseos presiona al hombre curado y hace que él emita un juicio acerca de Jesús mucho más significativo que su anterior afirmación: Que es profeta, «Yo creo que es un profeta» (TLA). Antes había declarado “un hombre llamado Jesús” (v. Jua 9:11). Esta no es una confesión como en Jua 6:14 y Jua 7:40. Esta declaración de Jesús como “el profeta” está más en línea con Jua 4:19.

Fuente: Comentario para Exégesis y Traducción

Mat 16:14 y par.

Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana

REFERENCIAS CRUZADAS

u 537 Deu 18:22; Jua 4:19

Fuente: Traducción del Nuevo Mundo

dijeron…al ciego. Este fue un acto de desesperación. Hombres altamente entrenados en la ley no buscaban la opinión de una persona tan común en la escala social como un mendigo (7:49).

Es un profeta. Véase coment. en 4:19. Profetas como Elías y Eliseo eran conocidos por sus milagros de sanidad.

Fuente: La Biblia de las Américas

R964 El primer ὅτι de este versículo puede referirse al complemento directo o ser causal (ὅτι ἠνέῳξέν σου τοὺς ὀφθαλμούς debe traducirse: tú cuyos ojos El ha abierto -MT94). [Editor. En este contexto, ὅτι parece que tiene una idea causal: puesto que; comp. el v. Jua 9:16 y Jua 8:22.]

Fuente: Ayuda gramatical para el Estudio del Nuevo Testamento Griego