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Comentario de Jueces 17:1 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia

Comentario de Jueces 17:1 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia

Había un hombre de la región montañosa de Efraín, que se llamaba Micaías.

Año 1419 a.C.

Del monte de Efraín. Jue 10:1; Jos 15:9; Jos 17:14-18.

Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico

Con el dinero que Micaía primero robó, y luego devolvió, su madre hace imágenes, Jue 17:1-4;

Cada uno hacía lo que bien le parecía, Jue 17:5-6.

Micaía toma un levita para ser su sacerdote, Jue 17:7-13.

Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico

Jue 18:1-31; Jue 19:1-30; Jue 20:1-48; Jue 21:1-25

El libro de los Jueces concluye con dos apéndices, el primero en los capítulos Jue 17:1-13 y Jue 18:1-31, y el segundo en los capítulos Jue 19:1-30 al Jue 21:1-25. Parece que estuvieran relacionados con el material precedente y entre ellos. Por ejemplo, estos capítulos no describen los patrones cíclicos del pecado, servidumbre y salvación vistos en los anteriores capítulos de los Jueces. Mientras los capítulos Jue 2:1-23 al Jue 16:1-31 describen las amenazas extranjeras a Israel, estos últimos capítulos muestran una ruptura en el culto y la unidad de Israel. Asimismo, los hechos de estos capítulos dan la impresión de que ocurrieron al comienzo del período de los jueces. Observe que Finees, el nieto de Aarón que figuró en hechos anteriores (Núm 15:6-15Núm 31:6Jos 22:30Jos 22:31), todavía ejercía su administración ante el arca en la época en que ocurrieron los hechos relatados en los capítulos Jue 19:1-30 al Jue 21:1-25 (Jue 20:28). Todo el episodio de la migración de los danitas (cap. Jue 18:1-31) calza lógicamente en la secuencia de los hechos descritos en Jue 1:34, durante la cual los amorreos expulsaron a los danitas de su territorio asignado. Su migración en busca de nueva tierra probablemente llegó muy pronto después de esto, no unos tres siglos o más tarde. Así, estos capítulos pudieron escribirse independientemente de los primeros capítulos del libro. Pero hay una cierta lógica en cuanto a colocarlos al final del libro. Por una parte, la estructura destaca el tema de la desintegración de Israel. Los últimos capítulos enfatizan el hecho de que «cada uno hacía lo que bien le parecía» (Jue 17:6Jue 21:25). El tono general de estos últimos capítulos es satírico y sencillo. Las muchas violaciones de la Ley Mosaica sólo reciben comentarios mínimos. Sin embargo, en ciertos lugares es evidente una muda nota de desdén ante el licencioso comportamiento de Israel.

Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe

Jue 18:1-31

El primero de los apéndices se refiere a un hombre llamado Micaía que creó un santuario privado. Los danitas que emigraban apresaron al sacerdote de Micaía y los símbolos de su santuario, lo que desencadenó la destrucción de Lais.

Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe

estos mil cien siclos de plata nos recuerdan la recompensa que los señores filisteos dieron a Dalila. Micaía, un hombre de Efraín robó plata a su madre, la cual después devolvió. Nos enteramos que ella ofreció esta plata al Señor, pero la regresó a Micaía para que pudiera hacer una imagen de talla y una de fundición. La imagen de talla sería de madera o piedra. Talla es la misma palabra hebrea que se usa en los Diez Mandamientos: «No te harás una imagen de talla». Una imagen de fundición era una imagen fundida (2Re 17:16). La madre de Micaía aprobó este acto, diciendo que estas imágenes serían ofrecidas a Jehová. Actualmente, aunque de diferentes maneras, todavía mantenemos la tentación de mezclar elementos propios del culto a Dios junto a prácticas que no son aceptables para Él.

Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe

MICAÍA. La historia cronológica del libro de Jueces termina con el cap. Jue 16:1-31. Comenzando con el episodio de Micaía, la sección final del libro (Jue 17:1-13; Jue 18:1-31; Jue 19:1-30; Jue 20:1-48; Jue 21:1-25) ilustra las bajas normas morales, las degradadas costumbres religiosas y el caótico orden social de Israel durante el período de los jueces. Esas ilustraciones demuestran que si se hace caso omiso de la palabra y los sanos principios morales de Dios, serán destruidos tanto los individuos como la sociedad en su conjunto (cf. Pro 14:34; Pro 21:7). Dos veces el escritor observa que «cada uno hacía lo que bien le parecía» (Jue 17:6; Jue 21:25; cf. Pro 14:12). Se rechazó el camino de Dios, dando por resultado desorden, desesperanza y muerte.

Fuente: Biblia de Estudio Vida Plena

I. Origen del Santuario de Dan.
Existe en general en este relato unidad literaria, y no convencen del todo los argumentos aducidos en contra por Moore, Burney, Kittel, etc. Toda la narración está dispuesta en orden a ilustrar el origen del santuario de Dan, que subsistió en Israel hasta el siglo VIII a. de C. No se indica el tiempo en que se desarrollaron los hechos aquí consignados, pero algunos expositores (Desnoyers Tamisier, Fernández, Vincent, etc.), basándose principalmente en 18:1 y 18:30, juzgan que tuvieron lugar a principios de la época de los jueces. Según Dhorme, los relatos que aquí se refieren no pertenecen propiamente a la historia de los jueces. Se han colocado aquí porque el que los narra sabía que en este tiempo no había aún rey en Israel (17:6; 18:1). Pero aun en el supuesto que se efectuara en este tiempo la emigración de los danitas hacia el norte de Palestina, sin embargo, no debe suponerse que emigraran en masa, sino que una gran parte se mantuvo firme en el territorio que se les había señalado, resistiendo a filisteos y amorreos. Entre los danitas que permanecieron en el territorio, cabe mencionar al clan danita de Sansón, que habitaba en Sora. Se ha hecho notar el parentesco existente entre la narración del origen del santuario de Dan y la historia de Sansón. Las analogías sugieren que el relato sobre el origen del santuario de Dan y la historia de Sansón proceden de Judá, y probablemente de los medios imbuidos de influencias levíticas. Directamente no condena el hagiógrafo los hechos que refiere, pero incluye en la narración cortas reflexiones que dan a entender que aquella degradación del culto yahvista sólo era posible en tiempos de anarquía, “en que no había rey en Israel, y hacía cada uno lo que bien le parecía” (17:6; 18:1-31). La existencia de estos abominables abusos se explica, además, porque “era entonces rara la palabra de Yahvé y no era frecuente la visión” (1Sa 3:1). En todo el relato late cierta animosidad hacia el reino del norte y simpatía por la monarquía davídica, considerada como el único medio para cortar abusos y asegurar la fidelidad a Yahvé 1.

El Santuario Privado de Mica (1Sa 17:1-6).
l Había un hombre de los montes de Efraím, Mica de nombre. 2Dijo éste a su madre: “Los mil cien siclos de plata que habías puesto aparte, por los que te oí lamentarte a veces, yo los tengo, yo te los quité.” 3Díjole su madre: “Bendito de Yahvé seas, hijo mío.” Devolvió, pues, los mil cien siclos de plata a su madre, que dijo: “Quiero consagrar a Yahvé este dinero y que de mi mano pase a mi hijo, para que se haga una imagen tallada y chapeada. Ahí, pues, te lo entrego.” 4Habiendo, pues, devuelto él a su madre el dinero, tomó su madre doscientos siclos y se los dio a un orífice, y éste hizo una imagen tallada y chapeada, que quedó en la casa de Mica; 5y así un hombre como Mica vino a tener una casa de Dios. Hízose también un efod y unos “terafim,” y llenó la mano de uno de sus hijos para que hiciera de sacerdote. 6 No había entonces rey en Israel, y hacía cada uno lo que bien le parecía.

No se especifica la población en que vivía Mica, pero, por lo que se dice en 18:14.22, parece que habitaba en un villorrio o serio. Los v.1-5, tal como aparecen en el texto masorético, crean Jgunas dificultades, que cada expositor explica a su manera. Para Jgunos racionalistas se vislumbra en ellos la existencia de dos narraciones paralelas, independientes entre sí, que se designan con las letras A y B. Los v.1:5 (A) son paralelos a 2.4 (B).
El orden de estos versículos, propuesto por Moore y adoptado por Lagrange, Vincent, Tamisier y, en parte, por Notscher, es el siguiente: “Los mil cien siclos de plata que te han robado – y a propósito de los cuales has proferido una maldición, añadiendo, como oí yo mismo: “Yo consagro solemnemente este dinero a Yahvé, por mis propias manos, para hacer una imagen tallada (y un ídolo de metal fundido),” helo aquí, pues fui yo quien lo substrajo, y ahora te lo devuelvo.” Su madre respondió: “Que mi hijo sea bendito de Yahvé.” Mica le devolvió los mil cien siclos de plata.” En este orden, el sentido de la perícopa está claro. Mica substrajo la cantidad de mil cien siclos a su madre. Esta, ignorando quién había sido el ladrón, consagró a Dios aquel dinero, que, por lo mismo y desde el mismo instante, no podía emplearse en cosas profanas sin incurrir en su maldición. Mica, que oyó las palabras de la consagración de aquel dinero, comprendió que le era imposible utilizarlo sin exponerse a la maldición divina, por lo cual decidió devolverlo. Al ver ésta que el ladrón era su propio hijo, se apresuró a bendecirlo para neutralizar en lo posible los efectos de la maldición proferida (Exo 12:32; Deu 29:19; 1Sa 23:21; 2Sa 21:3; 1Re 2:33; 1Re 2:44-45). Se creía que no era posible, o al menos muy difícil, suspender los efectos de una maldición una vez proferida (Zac 5:3; Lev 5:1; Pro 29:24).
La madre tomó el dinero que le devolvió su hijo, y entregó doscientos siclos a un orífice para que le hiciera una imagen tallada (y, según el texto hebraico actual, un ídolo de metal fundido, massefeahj), que colocó en la casa de Mica. Y así, un hombre como Mica vino a tener una casa de Dios. Después fabricó un efod y terafim y consagró (literalmente: “llenó las manos”) a uno de sus hijos para que le hiciera de sacerdote. El rito esencial de la consagración sacerdotal entre los hebreos consistía en colocar en las manos del sacerdote visceras de la víctima para que las ofreciera a Dios (Exo 29:9; Exo 40:12-15; Lev 8:27).
El autor sagrado ha referido escuetamente el origen del santuario de Mica, sin hacer ningún comentario. Al final, sin embargo, añade esta reflexión, rica de contenido: “No había entonces rey en Israel, y cada uno hacía lo que bien le parecía”; lo que equivale a decir: Con la monarquía davídica no hubieran ocurrido tales abominaciones. Aquel santuario es reprobable y no tiene ningún valor, porque su origen es humano; la fabricación del ídolo, impía; el sacerdote escogido, indigno.

El levita de Belén (Lev 17:7-13).
7 Un joven de Belén de Judá, de nombre Jonatán, levita, que habitaba allí, 8 saliendo de la ciudad de Belén de Judá, se puso a recorrer la tierra para buscar dónde vivir, y, pasando por los montes de Efraím, llegó en su camino a la casa de Mica, 9 Preguntóle Mica: “¿De dónde vienes?” y el levita le contestó: “Soy de Belén de Judá y ando a ver si encuentro dónde vivir.” 10 El jóle Mica: “Quédate conmigo y me servirás de padre y de sacerdote. Te daré diez siclos de plata al año, vestidos y comida.” Y pasó allí el levita la noche 11 y consintió en quedarse con Mica, para quien fue el joven como otro hijo. 12 Llenó, pues, Mica la mano del levita, y el joven hizo con él de sacerdote, quedándose en casa de Mica. 13 Dijo Mica: “Ahora sí que de cierto me favorecerá Yahvé, pues tengo por sacerdote a un levita.” No había por aquel entonces rey en Israel.

En el texto masorético se dice que había un joven en Belén de Judá, del clan de Judá, que era levita y que habitaba allí como guer (Deu 18:6). Más adelante (Deu 18:30) se dice que este joven levita se llamaba Jonatán. No teniendo la tribu de Leví territorio propio (Yahvé era su nahalah, su herencia: Deu 10:9; Deu 18:2; Jos 13:14.33), sus miembros buscaban domicilio en otras tribus (Num 18:20), en medio de las cuales vivían en calidad de guer. El guer, dice Lods, era un hombre que por nacimiento pertenecía a otro clan, pero que, para protestar contra una injusticia de la cual se creía víctima, o a consecuencia de un crimen, había huido o había sido expulsado por los suyos. De esta manera, el hombre que se encontraba fuera de su clan imploraba la protección de algún miembro de otro clan capaz de defenderlo, y se hacía su cliente (guer). Su vida estaba entonces segura, pero quedaba en una posición subordinada, a menudo muy miserable (Lods, 229-230). Esta situación general del guer no regía para los levitas, porque habitaban en medio de otras tribus y eran considerados como representantes del yahvismo mosaico, defensores celosos de la tradición yahvista y depositarios natos de la religión más pura. Mica tenía la convicción de que su santuario, servido por levitas, se convertiría pronto en lugar de copiosas bendiciones (Desnoyers, I 301-306).

Fuente: Biblia Comentada

Los caps. Jue 17:1-13; Jue 18:1-31; Jue 19:1-30; Jue 20:1-48; Jue 21:1-25 dan apéndices misceláneos para ilustrar las condiciones depravadas que estaban por todas partes durante la era de los jueces.

Fuente: Biblia de Estudio MacArthur

— Micaías: Transcrito lit. sería Micayahu que significa: ¿quién como el Señor?.

Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana

Jue 17:1-13; Jue 18:1-31; Jue 19:1-30; Jue 20:1-48; Jue 21:1-25 : Apéndices: Los capítulos Jue 17:1-13; Jue 18:1-31 y Jue 19:1-30; Jue 20:1-48; Jue 21:1-25, son respectivamente dos apéndices, en los que se muestra cómo, antes de que se estableciera la monarquía en Israel, sucedían cosas un tanto sorprendentes tales como la fundación de un santuario idolátrico en Dan y el exterminio casi total de la tribu de Benjamín.

Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana

El origen de los ídolos de Micaías

Micaías penetra en la historia como un ladrón autoconfeso. El dinero que había robado había sido dedicado a Dios por su madre, ¡para hacer ídolos! Apa rentemente sacudido por su conciencia, Micaías le dijo lo que había hecho y se lo devolvió. Ella, por su parte, se sintió tan aliviada de tener el dinero que no pronunció una sola palabra de reproche y, por el contrario, ¡bendijo a su hijo en el nombre del Señor! Pero todavía había más absurdos por venir. La comparación del v. 3 con el v. 4 sugiere que la madre de Micaías usó solamente una parte del dinero dedicado para el propósito que ella había estipulado. ¿Qué hizo con el resto? Y Micaías, cuando se convirtió en el orgulloso propietario de los nuevos ídolos, estaba seguro de que el Señor lo bendeciría ¡porque tenía a un levita como su sacerdote! (13). Rápidamente, en el siguiente capítulo, va a ser manifiesto cuán equivocado estaba.

Esta primera escena está llena de ironía que surge principalmente del hecho de que los protagonistas aparentemente son inconscientes de la incongruencia de sus palabras y acciones. Ilustra perfectamente el caos que sobreviene cuando cada quien hace lo que le parece recto ante sus propios ojos (6).

Notas. 1 Micaías (“¿Quién es como Jehovah?”) es, ciertamente, ¡un nombre irónico para un idólatra! Para la región montañosa de Efraín ver sobre 4:5. 2 1.100 piezas de plata era una gran suma de dinero (cf. 16:5). La madre de Micaías había dedicado el dinero a Dios (cf. Mar. 7:11). Por implicación, involucraba una maldición (o “juramento”) sobre cualquiera que lo hubiera malversado. 3 Por mi hijo es “de parte de mi hijo”. Los ídolos serían hechos por un platero y entregados a Micaías (4). Aparentemente, la madre de Micaías consideraba la imagen tallada y de fundición como un objeto de arte religioso y equivocadamente tenía el propósito de honrar al Señor con ella. 5 Para el efod de Micaías, ver sobre 8:22-27 (el efod de Gedeón). 7 El joven … levita era miembro de la tribu sacerdotal de Leví (Deut. 33:8-11). Se suponía que sólo los descendientes de Aarón eran sacerdotes; el resto eran asistentes (Núm. 8:5-26). No teniendo territorio propio vivían entre las otras tribus. Aunque se les asignaron ciudades específicas, no estaban confinados a ellas, especialmente en las condiciones caóticas del período de los jueces. El levita de Belén de Judá era un descendiente de Moisés (18:30). Ver también sobre 19:1. 10 El levita iba a ser para mí como padre, o sea, alguien a quien Micaías podía buscar para dirección en asuntos religiosos (cf. 2 Rey. 6:21; 13:14). Sin embargo, en todos los otros aspectos, el levita era más como un hijo para Micaías que un padre (11).

Fuente: Nuevo Comentario Bíblico Siglo Veintiuno

17.2 Micaía y su madre parecían ser buenos y morales y quizá hayan deseado sinceramente adorar a Dios, pero lo desobedecieron al seguir sus propios deseos en vez de hacer lo que El quería. La actitud que prevalecía en los tiempos de Micaía era esta: «Cada uno hacía lo que bien le parecía» (17.6). Esto es notablemente similar a las actitudes que prevalecen en la actualidad. Pero Dios nos ha dado normas. No ha dejado nuestra conducta a criterios ni a opiniones. Podemos evitar conformarnos con las actitudes bajas que prevalecen en nuestra sociedad al tomar en serio los mandamientos de Dios y al aplicarlos a nuestras vidas. La independencia y la confianza en uno mismo son cualidades positivas, pero solo dentro del marco de las normas de Dios.17.6 Hoy, como en los días de Micaía, todos parecen poner en primer lugar sus propios intereses. El tiempo no ha cambiado la naturaleza humana. La mayoría de la gente continúa rechazando el estilo de vida bueno que pide Dios. La gente en los tiempos de Micaía sustituyó la verdadera adoración a Dios con una versión de adoración casera. Como resultado, la justicia pronto se reemplazó con el mal y el caos. Pasar por alto las instrucciones de Dios nos puede llevar a la confusión y a la destrucción. Cualquiera que no se someta a El terminará haciendo lo que en ese momento le parezca bueno. Esta tendencia está presente en todos. Para saber lo que es bueno y tener la fortaleza para hacerlo, necesitamos acercarnos a Dios y a su Palabra.17.7-12 Al parecer, los israelitas dejaron de apoyar a los sacerdotes y a los levitas con sus diezmos, porque una gran parte del pueblo ya no adoraba a Dios. Quizás el joven levita de esta historia dejó su casa en Belén debido a que el dinero que recibió del pueblo allá no era suficiente para vivir. La decadencia moral de Israel afectaba aun a los sacerdotes y levitas. Este hombre aceptó dinero (17.10, 11), ídolos (18.20) y el cargo (17.12) en contravención con las leyes de Dios. Mientras que Micaía muestra la ruina religiosa de los israelitas, este sacerdote ilustra la ruina religiosa de los sacerdotes y levitas.

Fuente: Comentarios de la Biblia del Diario Vivir

NOTAS

(1) Que significa: “¿Quién Es Como Jehová?”. Heb.: Mi·kjá·yehu.

REFERENCIAS CRUZADAS

a 916 Jos 17:15; Jue 10:1

Fuente: Traducción del Nuevo Mundo

la región montañosa de Efraín. Es decir, la sierra central.

Micaía. La forma completa de este nombre significa ¿quién como el S eñor ? o el S eñor , el Incomparable.

Fuente: La Biblia de las Américas

Los últimos cinco cap. del libro de Jueces describen la degeneración del período en contraste con la época de la monarquía (cp. 17:6; 18:1; 19:1; 21:25) después que David había unido el reino y centralizado la adoración en Jerusalén (v. coment. en 17:6). Ni el nombre « juez» , ni el verbo « juzgar» , se usan en el libro de los Jueces después de 16:31.

Fuente: La Biblia de las Américas

Los capítulos restantes de este libro son apéndices, sin orden cronológico, que permiten intuir algo sobre la vida israelita durante el período de los jueces.

Fuente: Biblia de Estudio Anotada por Ryrie

Micayehu… Heb. Quién-como-YHVH. Considerando que Yehu representa el nombre de Dios, nótese el cambio a partir del v. Jue 17:5 (Micayehu-Mica), en relación con los acontecimientos allí descritos. Otro caso similar con Jeconías-ConíasJer 22:24 nota.

Fuente: Biblia Textual IV Edición

Heb. Mi-ca-Yehu = Quién-como-YHVH. Tomando en cuenta que Yehurepresenta el nombre de Dios, nótese el recorte del nombre a partir del v. 5, en relación con los acontecimientos allí descritos.

Fuente: La Biblia Textual III Edición

[.] El libro de los Jueces concluye con dos relatos típicos de la vida de Israel de ese tiempo. El autor, después de alabar esa época en que no se necesitaban reyes (8,22), reconoce los males que producía la anarquía. En los capítulos 17-18, la ausencia de una autoridad religiosa hace que los sacerdotes hagan lo que quieran. Recordemos que en aquel tiempo los hombres de la tribu de Leví estaban dedicados al culto (Núm 3). En 18,27 se notará uno de los lugares de la Biblia en que se manifiesta mayor indiferencia frente a una matanza salvaje. Los israelitas de ese tiempo no sabían todavía lo que vale la vida del hombre, tanto la del enemigo como la suya propia. El individuo no contaba, sino sólo el pueblo. Suprimir una población extranjera no tenía mayor gravedad que arrasar un bosque.

Fuente: Notas de la Biblia Latinoamericana

[1] Los capítulos 17 y 18 recogen hechos sucedidos en el territorio de Dan sin precisar la época.[5] Para Dios y los ídolos que adoraban él y su madre. Erigir un pequeño templo, hacer vestiduras sacerdotales y constituir un sacerdote era contravenir la ley y el culto del verdadero Dios.[11] El levita, pobre y necesitado, aceptó la oferta de Micás, y hizo de sacerdote.[13] Micás juntaba ciertas prácticas de idolatría con el culto del Dios verdadero.

Fuente: Notas Torres Amat