Comentario de Lamentaciones 3:1 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia
Yo soy el hombre que ha visto aflicción bajo el látigo de su indignación.
Yo soy el hombre. Lam 1:12-14; Job 19:21; Sal 71:20; Sal 88:7, Sal 88:15, Sal 88:16; Isa 53:3; Jer 15:17, Jer 15:18; Jer 20:14-18; Jer 38:6.
Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico
El profeta lamenta sus propias calamidades, Lam 3:1-21.
Por las misericordias de Dios, alimenta su esperanza, Lam 3:22-36.
reconoce a Dios, Lam 3:37-54.
ora por la liberación, Lam 3:55-63,
y por venganza contra sus enemigos, Lam 3:64-66.
Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico
El tercer (y culminante) poema en Lamentaciones tiene tres partes:
(1) el amor y la misericordia de Dios hacia nosotros no tienen fin (vv. Lam 3:1-24);
(2) la bondad de Dios y su control de toda nuestra vida son tranquilizadores (vv. Lam 3:25-39); y,
(3) el perdón del Señor y las respuestas a todas nuestras oraciones son alentadoras (vv. Lam 3:40-66).
Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe
Yo soy el hombre: el testimonio personal de Jeremías es un paralelo con la experiencia de la ciudad de Jerusalén en su totalidad (Lam 2:11).
el látigo de su enojo representa a los babilonios como instrumento del juicio de Dios (2Sa 7:14; Job 9:34; Job 21:9; Sal 89:32; Pro 22:8). En Isa 10:5, se menciona a Asiria como «la vara del furor (de Dios)».
Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe
YO SOY EL HOMBRE. En el cap. Lam 3:1-66 se describe al afligido pueblo de Israel como un ser humano que está bajo el castigo de Dios, pero que tiene la esperanza de la restauración. Tal persona sostiene la verdad de que el amor y la ayuda de Dios vendrán a los que se arrepienten y siguen esperando en el Señor (vv. Lam 3:22-27).
Fuente: Biblia de Estudio Vida Plena
3. Tercera Lamentación: Jerusalen, Asolada.
Se suele dividir esta lamentación en tres partes: a) 1-24: de carácter personal, habla el profeta en primera persona; b) 25-39: de carácter gnómico o sentencioso, habla en tercera persona o impersonal; c) 40-47: de carácter colectivo. Característica de esta lamentación es que el sistema acróstico se acentúa, repitiéndose tres veces en cada verso la misma letra. Muchos autores han creído ver en este capítulo varias piezas independientes ensambladas por un redactor posterior, pero otros creen que se puede mantener la unidad sustancial. Los conceptos se repiten menos, pero las exigencias del alfabetismo, o disposición acróstica, repetida tres veces en cada verso, liga mucho la agilidad del pensamiento del poeta. No se menciona a Jerusalén ni tampoco el templo, sino que es un puro desahogo personal. De ahí que, para muchos críticos, este fragmento es una oración elegiaca individual de datación posterior, unida a las otras lamentaciones tradicionales por exigencias litúrgicas. En los v.1-24, el orante describe sus sufrimientos al estilo de muchos salmos, y no se vinculan esos sufrimientos personales a la catástrofe nacional. Es como un soliloquio con muchas semejanzas a fragmentos del libro de Job. Como la forma monologada no es ajena al estilo de Jeremías, muchos autores creen que es realmente del profeta de Anatot, y así lo ha mantenido la tradición judeo – cristiana.
1 Alef. – Yo soy el varón que ha visto la miseria bajo el látigo de su furor. 2 Alef. – Llevóme y me metió en tinieblas sin luz alguna. 3 Alef. – Todo el día vuelve y revuelve su mano contra mí.
El profeta Jeremías se nos presenta a veces como un “varón de dolores,” sin tener acceso alguno al banquete alegre de la vida ! Bien, pues, puede ser el autor de la tercera lamentación, en la que se nos presenta bajo el peso del infortunio y de la miseria. La descripción tiene mucho de paralelo con ciertos pasajes del libro de Job 2. En ambos se trata de la íntima tragedia de un ser inocente visitado por el látigo del furor de Yahvé. Las frases del desventurado varón de Hus son arrebatadoras y lacerantes:
“Feliz era yo, y El me arruinó, me cogió por el cuello y me estrelló. Púsome por blanco de sus saetas, me cercaron sus arqueros, me traspasan los ríñones sin piedad. Me hace herida sobre herida y me acomete como fuerte guerrero.”3 “Ha cerrado mis caminos y no tengo salida, ha llenado de tinieblas mis senderos.” 4
Esta lamentación, en vez de tener un carácter dramático, es un soliloquio con aire de explosión lírico-elegiaca: Dios es el que directamente envía el castigo, y trata al profeta como simple objeto de su ira5. El paciente se halla en una atmósfera de tinieblas por efecto del furor del Omnipotente.
4 Bet. – Ha consumido mi carne y mi piel, ha quebrantado mis huesos. 5 Bet. – Ha levantado contra mí un muro, me ha cercado de veneno y de dolor. 6 Bet. – Me hace habitar en tinieblas, como los ya de mucho tiempo muertos.
El profeta detalla su miseria y, con ciertas imágenes convencionales, similares a las que encontramos en Job y los Salmos, expresa su máxima postración física y moral6. Apesadumbrado bajo el peso del dolor, se siente ya habitando en el seol, o morada tenebrosa de los muertos7. Yahvé parece perseguirle y acosarle con veneno y dolor, como si estuviera juramentado contra él y no tuviera compasión del paciente, cuya carne y piel están agotadas y sin vigor. Las metáforas son vigorosas y expresivas, según el característico realismo oriental. A nuestra sensibilidad resultan duras y casi blasfemas; pero no debemos olvidar la tendencia a las frases radicales y paradójicas en los escritores orientales.
7 Guímel. – Me cercó por todos los lados, sin dejarme salida; me puso pesadas cadenas. 8 Guímel. – Y aunque clamo y voceo, no se hace accesible a mi oración. 9 Guímel. – Cerró mis caminos con sillares de piedra, torció todos mis senderos.
El profeta pasa ahora a otra metáfora: su situación es la de un encarcelado cargado de pesadas cadenas 8, sin que pueda disfrutar de la tan ansiada libertad. En su angustia ha buscado ayuda en Yahvé, pero se ha cerrado a admitir toda súplica. Es el tema de muchos salmos y del libro de Job 9. Todos los caminos le están cerrados, pues Dios se ha encargado de hacerle impracticables con sillares de piedra todos los senderos.
10 Dálet. – Fue para mí como oso en acecho, como león en escondrijo. 11 Dálet. – Me ha complicado mis caminos y me despedazó, me ha asolado por completo. 12 Dálet. – Tendió su arco y me puso por blanco de sus saetas.
En la Biblia es corriente la metáfora del león en acecho para asaltar al desprevenido; la metáfora del oso con el mismo sentido está exigida por el alfabetismo, que requería una letra que comenzara por Dálet (dob: oso). Dios está al acecho del profeta, el cual, nervioso por miedo a caer en una emboscada, ha descarriado el camino. Durante los últimos años, Jerusalén ha querido seguir una política fuera de los planes de Yahvé, y por eso ha tanteado diversos caminos tortuosos, por miedo a caer en manos de Yahvé. Si el profeta simboliza aquí a la comunidad israelita, el sentido alegórico es claro. Al fin tuvo que rendirse a la realidad del castigo, ya que Yahvé tendió su arco y le puso por blanco de sus saetas 10. La mano vengadora de Dios cayó inexorablemente sobre la Ciudad Santa.
13 He. – Clavó en mis lomos las flechas de su aljaba. 14 He. – Soy el escarnio de los pueblos todos 11, su cantinela de todo el día. 15 He. – Me hartó de amarguras, me embriagó de ajenjo.
Sigue la metáfora anterior: el paciente – símbolo de la ciudad castigada por Yahvé – ha sido el blanco certero de su ira. Con ello se ha convertido en escarnio de los pueblos, como ciudad maldita de su Dios 12. Todo el que ha sido castigado por Dios – en la mentalidad primitiva antigua – era culpable de secretos crímenes ante El13, y, por tanto, digno de ser despreciado de todos. La prueba enviada por Yahvé le ha embriagado de ajenjo, símbolo literario de la amargura 14. Todos los menosprecios fueron para el paciente como hierbas amargas.
16 Wau. – Rompióme los dientes con un casquijo, cubrióme de ceniza. 17 Wau. – Fue privada mi alma de paz, ya no gozo de bien alguno. 18 Wau. – Y me he dicho: se acabó mi porvenir, y mi esperanza de parte de Yahvé.
Dios le ha tratado con dureza. La metáfora es muy gráfica: le rompió los dientes con un casquijo, dejándole revolcarse en la ceniza en desahogo de dolor. Como consecuencia ha desaparecido la paz y la ilusión en el paciente, el cual parece que ha perdido toda esperanza: se acabó mi porvenir, pues le falta Yahvé, que es quien pudiera ayudarle.
19 Zain. – El recuerdo de mi miseria y abandono es ajenjo y veneno. 20 Zain. – Cuando me acuerdo, se abate mi alma dentro de mí. 21 Zain. – Quiero traer a la memoria lo que pueda darme esperanza.
No obstante, la impresión de desesperación que aparece en el verso anterior, aquí parece atenuarse con un rayo de esperanza. Pensando en su tragedia íntima, todo es ajenjo y veneno para el paciente; pero, con todo, levanta la mente hacia algo que pueda darle esperanza. Es el constante contraste de esperanza y desesperación que encontramos en el libro de Job y aun en Jeremías 15. Por encima de todas las tribulaciones, la fe en un Dios benigno le hacía sentir una íntima esperanza de salvación. Las expresiones, debidas a la imaginación ardiente poética, son muchas veces atrevidas e hiperbólicas; por eso no han de tomarse al pie de la letra.
22 Jet. – No se ha agotado la misericordia de Yahvé, no ha llegado al límite su compasión. 23 Jet. – Se renuevan todas las mañanas. Grande es tu fidelidad. 24 Jet. – Mi porción es Yahvé, dice mi alma; por eso quiero esperar en El.
En medio de tanta desolación, el profeta siente una secreta e íntima confianza en Yahvé, porque sabe que su misericordia es infinita, y grande su fidelidad a, las promesas. Por otra parte, Yahvé es la porción o heredad del paciente. Estas frases tienen un aire claramente salmódico 16. Las expresiones son recargadas, para destacar lo profundo de la aflicción del profeta, sea que hable en nombre propio o de la comunidad desolada.
25 Tet. – Bueno es Yahvé para los que en El esperan, para el alma que le busca. 26 Tet. – Bueno es esperar callando el socorro de Yahvé. 27 Tet. – Bueno es al hombre soportar el yugo desde su mocedad.
Estos tres versos tienen un carácter gnómico o proverbial, muy en consonancia con la literatura sapiencial. Se exalta la sumisión humilde a la voluntad divina. En el libro de Job se da la solución al problema del dolor del justo apelando a los misteriosos caminos de la Providencia. Por ellos ha de buscarse el abandono total a sus designios secretos, esperando callado el socorro de Yahvé (v.26). Por otra parte, es conveniente que el hombre se acostumbre al yugo de la Ley o del sufrimiento desde sus tiempos mozos.
28 Yod. – Sentarse en soledad y en silencio, porque es Yahvé quien lo dispone. 29 Yod. – Poner su boca en el polvo y no perder toda esperanza. 30 Yod. – Dar la mejilla al que le hiere, hartarse de oprobios .
Como consecuencia de este confiar en los secretos caminos de Dios, lo mejor es mantener un espíritu de resignación ante la adversidad, humillándose con la boca en el polvo, manteniendo siempre^ la luz de la esperanza, y, por otra parte, conservar un completo espíritu de mansedumbre para con los demás, sin reacciones violentas ante la injuria. Este ideal parece ya del ν. Τ. y refleja el profundo sentido religioso del justo en el A.T. En plena vigencia de la ley del talión, no faltan espíritus con especial sensibilidad religiosa que se acercan al ideal evangélico movidos por un secreto instinto divino.
51 Kaf. – Porque el Señor no desecha para siempre. 32 Kaf. – Sino que, después de afligir, se compadece según su gran misericordia. 33 Kaf. – Porque no aflige por gusto, ni de grado acongoja a los hijos de los hombres.
Estos tres versos tienen un marcado carácter didáctico sapiencial al estilo del libro del Eclesiástico. En ellos se enseña la doctrina tradicional combatida en el libro de Job: el hombre sufre por sus pecados. Dios en sus acciones no se mueve arbitrariamente, sino que acomoda sus premios y castigos a la conducta humana 17.
34 Lamed. – Aplastar con los pies a los cautivos todos de la tierra. 35 Lamed. – Violar la justicia de un hombre a los ojos del Altísimo. 36 Lamed. – Hacer entuerto a uno en su pleito, ¿no ha de verlo el Señor?
El hagiógrafo enumera varias violaciones del derecho natural que Dios no puede dejar impunes: la opresión de los pobres cautivos, la violación de la justicia social 18 y la irregularidad en los juicios con testimonios falsos. Todo esto clama justicia a Dios. Por eso no es de extrañar que de cuando en cuando castigue severamente, pues no en vano se acumulan los pecados ante El.
37 Mem. – ¿Quién podrá decir una cosa sin que la disponga el Señor? 8 Mem. – ¿No proceden de la boca del Altísimo los males y los bienes? 39 Mem. – ¿Por qué, pues, ha de lamentarse el viviente, el hombre, de su pecado?
Existe una providencia divina sobre todo lo de este mundo, y nada pasa sin que lo haya dispuesto Dios 19. El hombre, por su parte, debe pensar en que los males que le sobrevienen es en castigo de sus pecados. En realidad, todo viene de Yahvé: bienes y males. El autor no especifica entre voluntad permisiva o positiva eficiente.
40 Nun. – Escudriñemos nuestros caminos y examinémoslos, y convirtámonos a Yahvé. 41 Nun. – Alcemos nuestro corazón y nuestras manos a Dios, que está en los cielos. 42 Nun. – Hemos pecado, hemos sido rebeldes, y no nos perdonaste.
Ahora la lamentación tiene un carácter colectivo. El poeta ha pasado del campo individual al de la nación pecadora 20. Ante los secretos y justos caminos de la Providencia, no cabe sino hacer un claro examen de conciencia sobre las transgresiones pasadas para iniciar un retorno a Dios. Lo primero que se exige es una confesión de los pecados y el reconocimiento de que los desastres sobrevenidos a la nación fueron por estas transgresiones: no nos perdonaste.
43 Sámec. – Desencadenaste tu ira y nos perseguiste, mataste sin piedad. 44 Sámec. – Te has cubierto de una nube para que no llegue a ti la plegaria. 45 Sámec. – Y nos hiciste oprobio y escarnio en medio de los pueblos.
Como consecuencia de los pecados de Israel, Yahvé ha desencadenado su ira, que se ha manifestado sin piedad. Por otra parte, en su justicia vengadora no ha querido escuchar las plegarias de su pueblo, ocultando su faz como tras de una nube. Por ello vino la ruina total, y el pueblo antes predilecto de Dios ha sido convertido en oprobio y escarnio en medio de todos los pueblos 21.
46 Ayin. – Abren contra nosotros su boca todos cuantos nos odian. 47 Ayin. – Nuestra parte es el terror y la fosa, el exterminio y la ruina. 48 Ayin. – Corren de mis ojos ríos de agua por la ruina de la hija de mi pueblo.
Sigue la descripción de la tragedia de Judá: todos los enemigos les desprecian y amenazan, abriendo la boca como leones hambrientos dispuestos a saltar sobre la presa. Por todas partes no hay más que terror y fosa, es decir, peligro de muerte. La metáfora de la fosa, corriente en la Biblia 22, está tomada de la caza: a las bestias del campo se les cavan fosas para que caigan en ellas. Así el pueblo israelita se halla amenazado por doquier de muerte. Por eso, el profeta se deshace en lágrimas por la ruina de su pueblo.
49 Pe. – Mis ojos derraman lágrimas sin descanso y sin cesar, 50 Pe. – hasta que Yahvé mire y vea desde lo alto de los cielos. 51 Pe. – Mis ojos contristan mi alma por todas las hijas de mi ciudad.
El profeta, ante tanto dolor, se constituye en un estado permanente de duelo en espera de que Yahvé, al fin, admita sus súplicas. La ruina de la Ciudad Santa le ha afectado en extremo y no puede pensar en otra cosa.
52 Sade. – Me dieron caza como a un ave los que sin causa me aborrecen. 53 Sade. – Han hundido mi vida en una fosa, arrojando piedras sobre mí. 54 Sade. – Subieron las aguas por encima de mi cabeza, y me dije: “Muerto soy.”
Sigue la metáfora de la caza para expresar el estado de persecución del profeta. Ahora parece hablar en sentido personal, pero el profeta puede ser un símbolo o tipo de la colectividad judía destruida. Algunos autores creen ver en la frase Han hundido mi vida en una fosa, arrojando piedras sobre mí, una alusión a su reclusión en una cisterna 23. Pero parece explicarse mejor en sentido metafórico. La situación del profeta angustiado es como la del que ha sido encerrado en una fosa, apedreado de sus enemigos. Lo mismo parece significar el v.54: Subieron las aguas por encima de mi cabeza., muerto soy. Parece una continuación de la metáfora anterior: al ser entregado a una fosa o cisterna, ha sentido las aguas sobre él, y entonces se ha creído perdido. Es frecuente en la Biblia la metáfora de las aguas inundantes para indicar una gran angustia 24.
55 Qof. – Invoqué tu nombre, ¡oh Yahvé! desde lo hondo de la fosa, 56 Qof. – y oíste mi voz: “No cierres tus oídos a mis suspiros.” 57 Qof. – Cuando te invoqué, te acercaste y dijiste: “No temas.”
Al fin la plegaria del profeta, en el colmo de la tribulación, es oída por Dios, recibiendo palabras de confortamiento: No temas. En medio de la casi total desesperación siempre hay un horizonte de esperanza en Yahvé, y, finalmente, Dios termina por oír a los que humildemente le buscan.
58 Res. – Tú, Señor, defendiste la causa de mi alma, has rescatado mi vida. 59 Res. – Tú ves, Yahvé, mi opresión; ¡hazme justicia! 60 Res. – Tú ves todos sus rencores, todas sus maquinaciones contra mí.
Una vez pasado el peligro, el hagiógrafo reconoce la protección de Yahvé sobre su persona, que había estado en peligro de muerte: has rescatado mi alma (v.58). Y pide venganza para sus perseguidores 25. Las expresiones son similares a las de muchos salmos 26, pero se encuentran también en el libro de Jeremías 27. En medio de su tribulación sale un íntimo grito de su alma: hazme justicia.
61 Sin. – Tú, ¡oh Yahvé! has oído sus ultrajes, todas sus tramas contra mí, 62 Sin. – las palabras de mis enemigos y los proyectos que para mí trazan todo el día. 63 Sin. – Tú ves cuándo se sientan, cuándo se levantan y cómo soy objeto de su satírica cantinela.
Ante Yahvé están todas las maquinaciones contra el profeta. Muchas frases tienen un aire salmódico y parecen inspirarse en la literatura sapiencial posterior. En todo caso, el vigor de expresión ha bajado de tono y las reflexiones tienen un carácter más discursivo y menos afectivo. Yahvé conoce la conducta de sus enemigos: cuando se sientan y cuando se levantan, y cómo el desventurado es objeto de la befa constante de ellos.
64 Tau. – Tú les darás, ¡oh Yahvé! su merecido según las obras de sus manos. 65 Tau. – Tú les darás la ceguera de corazón, tu maldición contra ellos. 66 Tau. – Tú los perseguirás en tu ira y los exterminarás de debajo de los cielos, ¡oh Yahvé!
El profeta, doliente, reclama y espera la intervención de la justicia divina. Yahvé no puede pasar impune los ultrajes de sus enemigos, y el hagiógrafo está seguro de que un día la venganza divina impondrá sus fueros, dejando las cosas en su debido punto.
1 Cf. Jer 15:10; Jer 15:17; Jer 15:20, Jer 15:7. – 2 Cf. Job 16:12; Job 16:19, Job 16:8.12; 30,23. – 3 Cf. Job 16:12. – 4 Job 19:8. – 5 Cf. Sal 2:9. – 6 Cf. Job 19:19; Job 30:16-18. – 7 Cf. Sal 143:3; Job 10:21-22. El seol hebreo es similar al hades de los griegos y al arallu. babilónico: región de tinieblas y de tristeza, cuyos moradores llevan una vida lánguida, pero sin dolores. Cf. E. F. Sutcliffe, S.I., The Oíd Testament and the future Ufe p.36; Salman-ticensis (1954)- – 8 Cf. Jer 20:2. – 9 Cf. Job 19:7; Job 30:20; Sal 22:3; Sal 88:15. – 10 Cf. Lam 4:12.13; Lam 2:4; Job 6:4; Job 16:125; Sal 38:3; Job 41:20. – 11 Así según algunos manuscritos; el TM dice “de mi pueblo.” – 12 Cf. Jer 20:7; Job 12:4. – 13 Cf. Job 4:7; Job 9:4s. – 14 Cf. Job 9:18; Jer 9:15. – 15 Cf. Job 7:21; Jer 10:2.20; Job 16:20; Jer 15:15; Jer 18:20; Jer 20:11. – 16 Cf. Sal 16:5; Sal 73:26; 119:57- – 17 Cf. Deu 4:29-31; Jer 18:11; Eze 33:11; Sal 130:6.7; Miq 7:7; Pro 22:6; Eco 51:26; Job 2:13; Isa 3:26; Job 42:6; Isa 50:6; Sal 103:9. – 18 Cf. Jer 7:55; Jer 22:133; Jer 22:34; Jer 22:115; Jer 51:28-30. – 19 Cf. Sal 33:9; Isa 41:23; Isa 45:7; Sof 1:12. – 20 Cf. Sal 25:1; Sal 86:3; Sal 143:8; ·Joe 2:12-13. – 21 Cf. Sal 97:28; Isa 59:1.2. – 22 Cf. Jer 48:43; Isa 24:17. – 23 Cf. Jer 38:6-13. – 24 Cf. Sal 42:8; Sal 69:2; Sal 88:12. – 25 Cf. Jer 11:19-20; Jer 15:15; Sal 109:65. – 26 Cf. Sal 3:2; Sal 18:40; Sal 28:4; Sal 59:2; Sal 138:2; Sal 139:2. – 27 Cf. Jer 3:17; Jer 7:24; Jer 9:13
Fuente: Biblia Comentada
el hombre que ha visto aflicción. La angustia de Jeremías en medio de esa tragedia viene de Dios, quien es la tercera persona a lo largo de toda esta sección. Hasta los justos experimentan «el látigo de su enojo».
Fuente: Biblia de Estudio MacArthur
Lam 3:1-66 : En el centro del libro encontramos el poema más regular y elaborado, pero también el que ofrece las reflexiones más hondas y sugerentes sobre el sentido del sufrimiento. Se estructura en tres grandes partes bien interconectadas.
La primera parte (Lam 3:1-18) es una lamentación individual en la que un portavoz del pueblo (o de la ciudad) desgrana sus múltiples sufrimientos, atribuidos a Dios (al que sólo se nombra al final), y que han llevado al sujeto al límite de la desesperanza.
La segunda parte (Lam 3:19-39), que contiene elementos de confianza y acción de gracias, introduce el recuerdo de la misericordia y la salvación de Dios, provocando un giro radical a la esperanza y dando un nuevo sentido al sufrimiento.
La tercera parte (Lam 3:40-66) arranca con una incursión en la lamentación colectiva, exhortando a la conversión y retomando el motivo del sufrimiento (Lam 3:40-47), para volver a la súplica individual donde se suceden el lamento (Lam 3:48-51), la acción de gracias (Lam 3:52-58) y la doble súplica final de liberación para el pueblo y de castigo para el enemigo (Lam 3:59-66).
Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana
— sufrido: Lit. yo soy el hombre que ha visto.
Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana
“Me bloquea por todos lados”
El poema se inicia con varios cuadros de angustia humana. Las tinieblas son una típica figura bíblica de extravío (cf. Isa. 9:2). La enfermedad es apenas distinguible de la muerte (6), ella misma una sombría no-existencia (cf. Job 3:11-19; Isa. 14:18-20).
El dolor físico lleva a frustración profunda, cercana a la desesperación (7-9; cf. Sal. 88). Los escritores de los salmos a menudo experimentaron también la negativa de Dios a contestar la oración (p. ej. Sal. 10:1; 13:1; 22:2). Los cuadros se hacen luego más violentos, sugiriendo a la vez los peligros que aguardan al viajero de antiguos caminos y los peligros de batalla (10-12).
La aflicción del Señor sobre el poeta toma ahora la forma de su persecución por su propio pueblo (13-15). Jeremías también atrajo hostilidad extrema de sus propios compatriotas (Jer. 20:7; cf. 11:18-23). Como con el profeta, así el sufrimiento del poeta a manos de su propio pueblo tiene el propósito de hacer recordar su sufrimiento a manos de sus enemigos. La desesperación del poeta alcanza su culminación (16-18) cuando dice que ha perdido su paz, o el sentido de bienestar que debiera haber sido la señal de una relación saludable entre Dios y su pueblo.
Cuando el poeta se detiene en su condición, sin embargo, sus pensamientos recobran la esperanza (tal como los de los salmistas; Sal. 42-43). Al rememorar, entonces su pensa miento se vuelve a la bondad de Dios en el pasado. Tal uso de la memoria es siempre vital en la vida espiritual.
Fuente: Nuevo Comentario Bíblico Siglo Veintiuno
3.1ss En el momento más sombrío de Jeremías, su esperanza se fortaleció con esta seguridad: Dios fue fiel y seguiría siéndolo. Jeremías vio el juicio de Dios así como su amor inquebrantable. En el tiempo del juicio, la misericordia de Dios siguió sosteniendo a Jeremías, así como en los tiempos de prosperidad profetizó acerca del juicio de Dios.3.1ss En el hebreo original, los primeros cuatro capítulos del libro de Lamentaciones son poemas acrósticos. Cada versículo en todos los capítulos comienza con cada una de las letras del alfabeto hebreo. El capítulo 3 tiene 66 versículos en vez de 22 debido a que es un acróstico triple: los primeros tres versículos comienzan con el equivalente de la letra A, los tres siguientes con la letra B y así sucesivamente. Esta era una forma típica de la poesía hebrea. Otros ejemplos de acrósticos son los Salmos 37, 119 y 145, y Pro 31:10-31.3.21, 22 Jeremías vio un rayo de esperanza en todo el pecado y la tristeza que lo rodeaba: «Por la misericordia de Jehová no hemos sido consumidos, porque nunca decayeron sus misericordias». Dios responde con agrado brindándonos ayuda cuando se la pedimos. Quizás haya algún pecado en su vida que piensa que Dios no perdonará. El amor inquebrantable de Dios y su misericordia son más grandes que cualquier pecado y El promete perdonarnos.3.23 Por experiencia personal, Jeremías conocía la fidelidad de Dios. Dios prometió que el castigo seguiría a la desobediencia y sucedió así. Sin embargo, El también prometió restauración y bendiciones futuras y Jeremías sabía que Dios también cumpliría esa promesa. Creer en la fidelidad de Dios día tras día nos hace confiar en sus grandes promesas para el futuro.3.27-33 «Llevar el yugo» significa ponerse bajo la disciplina de Dios voluntariamente y aprender lo que El nos quiere enseñar. Esto involucra diversos factores importantes: (1) meditación en silencio sobre lo que Dios quiere, (2) arrepentimiento humilde, (3) dominio propio frente a las adversidades, y (4) paciencia confiada dependiendo del Maestro divino para que nos dé lecciones de amor para la vida. Dios tiene diferentes lecciones tanto a corto como a largo plazo para usted ahora. ¿Cumple usted su tarea?3.30 «Dé la mejilla al que le hiere» significa someterse a abuso físico sin defenderse, sin devolver el mal. Jesús enseñó a sus seguidores a poner la otra mejilla (Mat 5:39) y El fue ejemplo de esto al más alto nivel antes de su crucifixión (Mat 27:27-31; Luk 22:64; Joh 18:22; Joh 19:3).3.39-42 Los padres disciplinan a sus hijos para formar una buena conducta. Dios disciplinó a Israel para formar una vida y una adoración correctas. No debemos quejarnos de la disciplina sino aprender de ella, confiando en Dios y estando dispuestos a cambiar. Debemos permitir que la corrección de Dios haga surgir en nuestra vida la clase de conducta que a El le agrada.3.52-57 En un momento de su ministerio, a Jeremías lo lanzaron a una cisterna vacía y lo dejaron allí para que muriera en el lodo que había en el fondo (Jer 38:6-13). Pero Dios lo rescató. Jeremías utilizó esta experiencia para ilustrar cómo la nación se hundía en el pecado. Si se volvían a Dios, El los rescataría.
Fuente: Comentarios de la Biblia del Diario Vivir
NOTAS
(1) Cada renglón de cada sección de este capítulo comienza con la misma letra heb. según el orden alfabético; la sección Pe’ (Lam 3:46-48) precede a la sección ‘Á·yin (Lam 3:49-51).
REFERENCIAS CRUZADAS
a 176 Sal 71:20
Fuente: Traducción del Nuevo Mundo
Yo soy el hombre. Mientras que la destrucción de Jerusalén era el enfoque de los capítulos anteriores, ahora el autor enfoca en sí mismo y en el pueblo. Los sufrimientos del pueblo se describen a través de los ojos del profeta.
la vara de su furor. Babilonia fue la vara con la cual Dios castigó a Israel (cp. Job 9:34; Is 10:5).
Fuente: La Biblia de las Américas
Él… El súbito cambio (1a a 3a persona) muestra al profeta hablando en representación de su pueblo.
Fuente: Biblia Textual IV Edición
El súbito cambio (1ª a 3ª Pers.) muestra al profeta hablando en representación de su pueblo.
Fuente: La Biblia Textual III Edición
[31] Sal 77 (76), 10; Deut 32, 39.[43] Esto denota la gravedad de los pecados y la pena o castigo de los pecadores obstinados.[44] Is 59, 2.[51] Dependientes de Jerusalén, laMetrópoli o madre de todos.[53] De la escena común de estar en un pozo pasa a describir la aflicción personal. Jer 38, 6.[58] Alude a que el Señor le libró de la prisión, y le salvó la vida por medio de Abdemelec. Jer 38, 13.