Comentario de Lamentaciones 4:1 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia
¡Cómo se ha empañado el oro! ¡Cómo se ha alterado el buen oro! Las piedras del santuario están esparcidas por los cruces de todas las calles.
¡Cómo se ha ennegrecido el oro! 2Re 25:9, 2Re 25:10; Isa 1:21; Isa 14:12; Eze 7:19-22.
las piedras del santuario. Lam 2:19; Jer 52:13; Mat 24:2; Mar 13:2; Luc 21:5, Luc 21:6.
Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico
Sion deplora su estado lamentable, Lam 4:1-12.
confiesa sus pecados, Lam 4:13-20.
Edom es amenazado y Sion consolado, Lam 4:21-22.
Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico
El cuarto poema de Lamentaciones se compone de tres movimientos:
(1) en sus costos (vv. Lam 4:1-11);
(2) en sus causas (vv. Lam 4:12-20); y
(3) en su conclusión (vv. Lam 4:21-22).
Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe
El ejército babilonio saqueó el Templo y derribaron todas sus piedras inmensas.
hijos … preciados: El pueblo de Jerusalén era de más valor que el Templo. Donde quiera se habla de este pueblo como de «mi hijo, mi primogénito» (Éxo 4:22) y «mi especial tesoro … un reino de sacerdotes, y gente santa» (Éxo 19:5, Éxo 19:6). Los cuerpos de los valientes defensores del Templo fueron arrojados como piezas rotas de vasijas de barro.
Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe
¡CÓMO SE HA ENNEGRECIDO EL ORO! Jeremías compara las glorias de Jerusalén antes del sitio con el presente asolamiento del pueblo que vino como resultado del castigo de Dios.
Fuente: Biblia de Estudio Vida Plena
4. Cuarta Lamentación: Jerusalen, Asediada.
De nuevo aparece el canto elegiaco dedicado expresamente a la ciudad profanada por el enemigo invasor. El acento vuelve a ser el de las primeras lamentaciones. Desaparece el carácter salmódico y sapiencial para imponerse el elegíaco-afectivo, hablando, más que la reflexión, el corazón punzante del profeta, testigo de la ruina de su patria. Vuelve el sistema acróstico sencillo, desapareciendo el triple amanerado del capítulo anterior. Este fragmento es muy similar al de la segunda lamentación (en el orden alfabético de letras, también aquí la Pe se pone antes del Ayin). Ambas elegías parecen completarse: en la segunda se destaca el desastre material de la ciudad, aquí la situación mísera de sus habitantes asediados. El motivo de la catástrofe es el mismo: los pecados de la clase dirigente, particularmente de los falsos profetas, que sedujeron al pueblo por caminos extraviados 1. Se suele dividir en tres partes: a) v.1-10: situación triste de los asediados; b) 13-20: causa de la catástrofe; c) 21-22: invocación contra Edom. Los v. 11-12 son como un intermedio.
1 Alef. – ¡Cómo se ennegreció el oro, cómo el oro fino ha degenerado! Están las piedras sagradas esparcidas por los rincones de todas las calles.
El poeta contrapone dos situaciones: la esplendente vida de Judá, con su templo antes de la catástrofe, y la mísera situación después de la derrota. Jerusalén, ciudad santa, era como oro fino que se ha ennegrecido y desnaturalizado. Las cosas más sagradas están profanadas, dispersas como pedruscos inútiles por los rincones de las calles. Estas piedras sagradas lo mismo pueden ser las piedras del templo demolido que los ciudadanos dispersos y abandonados; se han convertido en escoria2. En Zac 9:15 se llama a los israelitas “piedras de diadema.” El pueblo israelita, en cuanto consagrado a Yahvé, era como una piedra preciosa de inestimable valor en comparación de los otros pueblos 3.
2 Bet. – Los hijos de Sión, preciados y estimados como oro puro, ¡cómo son tenidos por vasijas de barro, obras de las manos del alfarero!
Aquí parece concretarse el sentido de piedras sagradas del verso anterior. Los hijos de Sión han sido tratados como vasijas inmundas y profanas, obra de alfarero. Los vencedores no han sabido calibrar el valor del pueblo vencido, escogido por Yahvé para desempeñar una misión excepcional entre los pueblos.
3 Guímel. – Aun los chacales dan la teta y amamantan a sus crías. Pero la hija de mi pueblo se ha hecho tan cruel como los avestruces del desierto.
Es tanta la miseria de los habitantes de la ciudad, que las madres niegan a sus pequeñuelos darles el pecho, mostrando así más crueldad que las fieras del campo, los chacales 4; como los mismos avestruces, que, según la opinión popular, se despreocupan de sus hijos. En Job 39:15-16 se dice de ellos que dejan sus huevos en la arena sin preocuparse más de la suerte que les puede sobrevenir al poder ser pisados por los viandantes. La situación de tragedia de la ciudad asediada ha privado a las madres de los sentimientos maternales y humanitarios más elementales.
4 Dálet. – La lengua de los niños de teta se ha pegado de sed al paladar. Los pequeñuelos piden pan, y no hay quien se lo parta.
La escasez es tal, que no hay para dar el alimento indispensable a los pequeñuelos. Los niños de pecho mueren de inanición por no haber quien les dé la leche. Como hemos hecho notar, el poeta dramatiza la situación para resaltar las preocupaciones angustiosas de los habitantes de Jerusalén, los cuales, en su obsesión de salvar su vida, se olvidan hasta de sus instintos más enraizados en la naturaleza, como el cuidado de las madres por sus hijitos.
5 He. – Los que se nutrían de manjares delicados perecen por las calles. Los que se criaron vistiendo púrpura se abrazan a los estercoleros.
El cuadro de miseria se recarga incesantemente. Nadie ha podido librarse de la general penuria: los que en la vida social tenían un lugar privilegiado, se han visto obligados a vagabundear por las calles mendigando algo para su sustento, y tienen que andar por los lugares donde se echaban los residuos de las ciudades en busca de algún alimento. El contraste es radical y expresivo de la situación de miseria de los ciudadanos de Jerusalén.
6 Wau. – Mayor ha sido la culpa de la hija de mi pueblo que la de la misma Sodoma, que fue destruida en un instante, sin que nadie pusiera en ella la mano.
Por la magnitud del castigo de Jerusalén se puede colegir la calidad de su culpa. Sodoma, en este sentido, fue menos culpable, ya que desapareció en un instante, mientras que Jerusalén fue agonizando lentamente a manos de hombres enemigos; por otra parte, aquélla murió a manos de Dios (sin que nadie pusiera en ella la mano), lo que es menos humillante. Los enemigos de Judá, despreciados por el pueblo elegido, han sido los ejecutores de la ira divina. Hubiera sido preferible (supuesta la mentalidad arrogante de los israelitas frente a los otros pueblos) que el propio Dios hubiera aniquilado directamente a su pueblo. Las ideas son radicales, con fuerte carga poética, y no han de ser interpretadas al pie de la letra.
7 Zain. – Eran sus nazareos más resplandecientes que la nieve, más blancos que la leche, más rubicundos sus huesos que el coral, y un zafiro era su cuerpo.
La juventud de Israel era de una belleza desbordante, y entre ellos destacaban los nazareos 5. El poeta se recrea en la descripción de aquella juventud florida, que por su apostura era la encarnación de la belleza. Todo en ellos era gallardía y optimismo: un zafiro era su cuerpo. En su figura externa se adivinaba la esperanza de la nación futura.
8 Jet. – Y están más negros que la negrura; no hay quien los conozca por las calles. Está su piel pegada a los huesos, seca como un leño.
Es la antítesis de la descripción radiante anterior. La ruina de Jerusalén ha cambiado hasta el mismo aire de la juventud, que está desconocida. Ha desaparecido el color sonrosado, rebosante de salud, y ha sido sustituido por el cetrino-amarillento, característico del que ha sufrido los envites del hambre y de la angustia.
9 Tet. – Los muertos a espada fueron más dichosos que los caídos de hambre, que se consumen famélicos, faltos de los frutos de la tierra.
La muerte lenta por hambre es más trágica y deshonrosa que la del que muere en el campo de batalla luchando con el enemigo.
10 Yod. – Manos de tiernas mujeres cocieron a sus hijos, sirviéronles de alimento 6 en el quebranto de la hija de mi pueblo.
La culminación de la miseria del asedio está representada por escenas de canibalismo, atestiguadas en otros pasajes de la Biblia 7 y repetidas en el asedio de Jerusalén por Tito 8. Tan grande ha sido el quebranto de la hija de mi pueblo, es decir, la ruina de Jerusalén, capital de la nación del profeta.
11 Kaf. – Apuró Yahvé su saña, derramó su abrasada ira y encendió un fuego en Sión que ha consumido sus cimientos.
Toda la catástrofe de Judá ha sido un castigo enviado por la ira vengadora de Yahvé, que se ha ensañado con el pueblo escogido por sus infidelidades. Consecuencia de ello es que hasta los cimientos de la nación han desaparecido. El exilio babilónico representa el fin de Judá como nación.
12 Lamed. – Nunca creyeron los reyes de la tierra, ni cuantos habitan en el mundo, que entraría el enemigo y adversario por las puertas de Jerusalén.
Con frase hiperbólica, el poeta destaca la segura convicción de inviolabilidad de Jerusalén, como ciudad sagrada, en la que estaba la morada de Yahvé, el escabel de sus pies en la tierra. Esta convicción, participada por sus habitantes 9, era también compartida por los reyes de la tierra. La frase tiene un tono de arrogancia muy judío. La especial protección que Yahvé había dispensado a su pueblo habría hecho creer a sus reinos enemigos que era inexpugnable 10. El recuerdo del levantamiento inesperado del asedio del ejército de Senaquerib dio origen a esta creencia 11.
13 Mem. – Por los pecados de sus profetas, por las iniquidades de sus sacerdotes, que derramaban en ella sangre de justos.
Pero aquello que parecía increíble (la toma de Jerusalén) se ha hecho posible en virtud de la intervención punitiva de Yahvé por los pecados de los profetas y sacerdotes, que derramaron la sangre de los justos. Aquí el profeta parece aludir a ejecuciones de enemigos de la política mundana seguida por las clases directoras durante el asedio 12.
14 Nun. – Erraban como ciegos por las calles manchados de sangre; no podían tocarse sus vestiduras.
El profeta aquí parece hacerse eco de determinadas escenas sangrientas durante el asedio de Jerusalén. La ley de la espada y de la opresión de los ciudadanos inocentes estaba a la orden del día. Después andaban errantes, despreciados de todos, pues nadie quería contaminarse con sus vestiduras, teñidas en sangre inocente.
15 Sámec. – ¡Apartaos! ¡Un inmundo! les gritaban. ¡Apartaos, apartaos! ¡No toquéis! Cuando huyeron y anduvieron errantes, decíase entre las naciones: ¡No pueden quedarse!
Ante la presencia de estos culpables, errantes como ciegos por las calles, las gentes darán un grito de alerta como ante un leproso: ¡Apartaos! ¡Un inmundo! 13 Una profunda execración por parte del pueblo les acompaña por doquier como culpables de tantos crímenes y como cubiertos de la maldición divina. Naturalmente, todas éstas son escenas creadas, con fuerte dramatismo, por la imaginación del poeta para resaltar la culpabilidad de los sacerdotes y profetas falsos, que no cumplieron debidamente con su misión. Después de la catástrofe eran despreciados por su pueblo y aun por las naciones cuya amistad habían antes fomentado. Parece el profeta aludir con estas frases al desprecio general con que fueron recibidos en los pueblos circunvecinos los jefes judíos, que huyeron, después de la toma de Jerusalén por Nabucodonosor, a Egipto y otras naciones antiguas aliadas de Judá.
16 Ayin. – Yahvé mismo los dispersó y no volverá a ellos su mirada. No hubo respeto para el sacerdote, ni piedad para el anciano.
En realidad, ha sido el mismo Yahvé quien los dispersó entre las naciones para ser prófugos entre pueblos extraños. Los ha echado de la tierra de Yahvé, y allá lejos no sentirán la mirada protectora de su Dios. Al aparecer como malditos de Yahvé, el pueblo no tuvo respeto ni consideración para los que constituían la jerarquía normal de la nación: los sacerdotes y los ancianos. Como prófugos, huyendo de la faz de su Dios, llevan un estigma por doquier que los hace abominables a todos. La maldición y persecución de Yahvé los seguirá aun en tierras extranjeras.
17 Pe. – Se consumían aun nuestros ojos esperando nuestra ayuda. Iban esperanzadas nuestras miradas hacia un pueblo que no pudo librarnos.
El profeta se traslada mentalmente a las horas trágicas del asedio de Jerusalén, cuando había grandes esperanzas en la ayuda de potencias amigas que pudieran liberarlos del acoso de las tropas de Nabucodonosor. Sin duda que alude a las esperanzas puestas en las tropas del faraón egipcio Hofra, que les había prometido rápida ayuda militar 14. Jeremías siempre se opuso a estos cálculos humanos. Para él, la única política viable era la de Dios, único que podía salvarlos.
18 Sade. – Espiaban nuestros pasos para impedirnos pasar por nuestras calles. Nuestro fin se acercaba, se cumplían nuestros días y ciertamente llegó nuestro fin.
Se recuerdan escenas trágicas del asedio: por las calles no se podía transitar, porque los asediantes babilónicos espiaban los pasos de los ciudadanos de Jerusalén cercados, teniéndolos al alcance de sus flechas. El fin trágico se acercaba por momentos. La prometida ayuda egipcia no llegaba.
19 Qof. – Eran nuestros enemigos más veloces que las águilas del cielo, y nos perseguían por los montes y nos ponían celadas en el desierto.
Ahora pasa el poeta a describir las escenas de los fugitivos que habían logrado escapar del cerco de Jerusalén: por los montes eran cazados como alimañas 15, sin esperanza de salvación, ya que los enemigos eran velocísimos y maestros en poner emboscadas por los montes. y el desierto 15 *.
20 Res. – El que era el aliento de nuestra boca, el ungido de fue capturado en su trampa, Yahvé, aquel de quien decíamos: A su sombra viviremos entre las naciones.
Esta despiadada persecución culminó en la captura del rey Se-decías, que era como el aliento de sus subditos. Es una frase expresiva para indicar la dependencia que de él tenían los judíos. Frases análogas aparecen aplicadas en las cartas de Tell-Amarna en Egipto 16. El poeta se siente conmovido ante la suerte desesperada del que colmaba sus ilusiones nacionales, el ungido de Yahvé, llamado así porque al ser consagrado rey se le ungía solemnemente en nombre de Yahvé 17. En la concepción teocrática de los israelitas, el rey era el representante vivo de Yahvé en la tierra, que debía empalmar un día con el Mesías o Ungido por excelencia. De ahí la profunda veneración por él. Con la desaparición del ungido de Yahvé, el rey Sedecías, se deshicieron las antiguas esperanzas de permanecer con dignidad como nación entre los pueblos: de quien decíamos: A su sombra viviremos entre las naciones. El rey, pues, es comparado a un árbol frondoso, bajo el cual pueden buscar sombra y protección sus subditos.
21 Sin. – ¡Alégrate y tripudia, hija de Edom, que habitas la tierra de Us! 18 También a ti te llegará el cáliz, y te emborracharás y quedarás desnuda,
El canto cambia de destinatario y de acento. Ha cesado el tono elegiaco y empieza la sátira. Edom era el pueblo que más se había regocijado con la destrucción de Jerusalén 19. Irónicamente el poeta la invita a desahogar sus últimas alegrías, porque se le acerca la hora de beber el cáliz de la amargura, como Judá. Yahvé da a beber a todos los pueblos la copa de su ira vengadora 20, y ahora la va a poner ante los labios voluptuosos de Edom para que se embriague y quede desnuda, siendo por ello objeto de desprecio de las demás naciones 21.
22 Tau. – Hija de Sión, tu iniquidad está expiada; ya no volverá (Yahvé) a arrojarte al cautiverio. Hija de Edom, El castigará tu iniquidad y pondrá al desnudo tus pecados.
Llega la hora de la rehabilitación de Sión, que con sus sufrimientos ha conseguido que ante Dios queden expiados sus pecádos 22. No volverán las pruebas del exilio. Al contrario, llega la hora de la justicia divina para Edom, que se ha alegrado por la ruina de Judá. Yahvé no puede dejar impune su iniquidad, y, castigándolo, pondrá al desnudo sus pecados, ya que el castigo es la medida de las transgresiones.
1 Cf. Lam 2:14; Lam 4:13. – 2 Cf. Jer 6:30; Eze 22:18. – 3 Cf. Deu 7:6; Deu 14:2; Jer 2:3. – 4 Cf. Isa 13:22; Isa 34:13; Isa 35:7; Jer 9:10; Miq 1:8; Job 30:29. – 5 Cf. Num 6:2-21. Muchos autores traducen, en vez de nazareas, príncipes. – 6 Así según el TM. Algunos corrigen la palabra hebrea que traducimos por alimento por otra parecida que significa sepulcro. Pero los LXX siguen el texto masorético hebreo. – 7 Cf. 2Re 6:28-29 : en el sitio de Samaría. – 8 Cf. Flavio Josefo, Bell. lud. VI 20is. – 9 Cf. Jer 7:4. – 10 Cf. 2Re 19:34.35- – 11 Cf. 2Re 19:345. – 12 Cf. Jer 28:9. – 13 Cf. Lev 13:45. – 14 Cf. Jer 37:5; Isa 33:6. – 15 Cf. Jer 52:8s. – 15* Cf. Jer 39:4- – 16 Séneca llama al emperador “espíritu vital” (De clementia I, 4). – 17 Cf. 1Sa 2:10; 1Sa 2:2 Grón 6:42; Abd 1:3 :13. – 18 Us estaba localizado entre Arabia e Idumea. Falta en el texto griego. – 19 Cf. Jer 49:7-22. – 20 Cf. Jer 25:15ss. – 21 Cf. Lam 1:8; Gen 9:21; Nah 3:5; Jer 13:22. – 22 Cf. Isa 40:1.
Fuente: Biblia Comentada
se ha ennegrecido el oro. Sobre los adornos dorados del templo que fueron saqueados por los conquistadores solo quedó el polvo y el hollín que cubría los despojos.
Fuente: Biblia de Estudio MacArthur
Lam 4:1-22 : El cuarto poema es una gran lamentación individual estructurada en dos grandes partes y una conclusión de tono profético.
La primera parte (Lam 4:1-10) es como un gran fresco de la Jerusalén destruida, justo en el momento de su ruina. En la descripción se agudiza el contraste entre el presente de sufrimiento, dolor, profanación y miseria, y el pasado reciente de hermosura, bienestar, santidad y dignidad.
La segunda parte (Lam 4:11-20) arranca de la decisión punitiva de Dios y contempla la acción destructiva y perseguidora del enemigo dentro y fuera de la ciudad, hasta que tiene lugar la captura del rey (Lam 4:20).
La conclusión (Lam 4:21-22), con claras reminiscencias proféticas, va dirigida contra la vecina Edom, cómplice y beneficiaria de la invasión, y que por tanto ha de pagar su culpa, como la ha pagado Israel.
Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana
pueblo deshumanizado
Como el oro y las gemas, una vez tan apreciadas por el pueblo de Judá, se han mostrado ahora sin valor (1), así el pueblo, una vez “posesión atesorada de Dios” (Exo. 19:5), era tratado ahora como común y sin valor (2). Lo que es peor, ellos se habían embrutecido por sus sufrimientos. Aun la maternidad, que a menudo representa la humanidad en su mayor compasión, había llegado a ser más cruel que las bestias (3, 4; las avestruces eran aparentemente proverbiales por el descuido de sus crías, cf. Job 39:13-18).
El lujo de la vida delicada había concluido (5; cf. Amós 4:1-3; 6:1), porque las perversidades de la vida de Judá habían producido sus propios frutos. (La palabra iniquidad en el v. 6 sugiere a la vez la iniquidad y el resultado natural o inevitable de ella.) Comparar a Jerusalén con Sodoma (6) es particularmente chocante, por la proverbial iniquidad y justo castigo de Sodoma (ver Gén. 19:1-29).
La suerte de los dirigentes se señala para llamar la atención (6, 7), porque su riqueza y buena presencia habían desmentido la verdad de ser injustos. El cuadro final de miseria bajo el sitio se detiene en el horror de la muerte lenta por hambre y vuelve al tema, más horripilante que antes, de la maternidad embrutecida (9, 10; cf. Deut. 28:53-57).
Fuente: Nuevo Comentario Bíblico Siglo Veintiuno
4.1ss Este capítulo contrasta la situación anterior al sitio de Jerusalén con la situación que lo precedió. Los sonidos y señales de prosperidad se fueron debido al pecado del pueblo. Este capítulo nos advierte a no suponer que cuando la vida va bien, siempre seguirá así. Debemos evitar gloriarnos en nuestra prosperidad para que no caer en bancarrota espiritual.4.1-10 Cuando una ciudad estaba bajo sitio, la muralla de la ciudad, construida para dar protección, sellaba a la gente que estaba en su interior. No podían salir a los campos en busca de comida ni agua debido a que el enemigo estaba acampado alrededor de ella. Cuando los alimentos se terminaron en la ciudad, el pueblo observó que sus enemigos cosechaban y comían el producto de los campos. El sitio era una prueba de voluntad para ver quién resistía más. Jerusalén estuvo sitiada durante dos años. La vida se volvió tan difícil que el pueblo hasta se comía a sus hijos y los cadáveres los dejaban para que se pudrieran en las calles. Se perdió toda esperanza.4.6 Sodoma, destruida por el fuego que bajó del cielo debido a la maldad (Génesis 18.20-19.29), llegó a ser un símbolo del juicio final de Dios. ¡Aun así el pecado de Jerusalén fue mucho mayor que el de Sodoma!4.13-15 Estar contaminado o inmundo significaba no ser digno de entrar al templo ni adorar a Dios. Los sacerdotes y profetas debían haber sido los más cuidadosos en mantener la pureza ceremonial para así continuar llevando a cabo sus deberes ante Dios. Sin embargo, muchos sacerdotes y profetas hicieron el mal y se contaminaron. Como líderes de la nación, su ejemplo llevó al pueblo al pecado y provocó la caída final de la nación y de Jerusalén, su ciudad capital.4.17 Judá pidió ayuda a Egipto para pelear en contra del ejército babilónico. Egipto dio falsas esperanzas a Judá, comenzaron a ayudar, pero luego se retiraron (Jer 37:5-7). Jeremías advirtió a Judá que no se aliara a Egipto. Dijo a los líderes que confiaran en Dios, pero se negaron a escucharlo.4.20 Sedequías, a pesar de ser llamado «el ungido de Jehová», tuvo poca profundidad espiritual y poco poder de liderazgo. En vez de depositar su fe en Dios y escuchar a Jeremías, el verdadero profeta de Dios, escuchó a los falsos profetas. Para empeorar la situación el pueblo decidió seguir y confiar en su rey (2Ch 36:11-23). Eligieron el camino de la confianza y complacencia falsas al querer sentirse seguros en vez de seguir las instrucciones que Dios le daba a su pueblo a través de Jeremías. Pero al objeto de su confianza, el rey Sedequías, lo capturaron.4.21, 22 Edom era el archienemigo de Judá, aun cuando tenían un antepasado común, Isaac (véanse Gen 25:19-26; Gen 36:1). Edom ayudó activamente a Babilonia en el sitio de Jerusalén. Como recompensa, Nabucodonosor dio a Edom las tierras de las afueras de Judá. Jeremías dijo que Edom sería juzgado por su traición en contra de sus hermanos. (Véanse también Jer 49:7-22; Eze 25:12-14; Amo 9:12; Oba 1:1-21)
Fuente: Comentarios de la Biblia del Diario Vivir
NOTAS
(1) O léase: “¡Oh, cómo disminuye en resplandor el oro [heb.: za·háv], cómo cambia el buen oro [heb.: hak·ké·them]!”. Véanse Job 28:16-17, nn.
(2) O: “las piedras del santuario”.
REFERENCIAS CRUZADAS
a 284 1Re 6:22
b 285 1Re 5:17; 1Re 7:9
c 286 Jer 52:13
Fuente: Traducción del Nuevo Mundo
el oro…piedras sagradas. Ambos simbolizan al pueblo de Israel en cuanto a recursos naturales y los objetos que usaban en la adoración.
Fuente: La Biblia de las Américas
.Cómo.
Fuente: Biblia Textual IV Edición
Lit., la cabeza
Fuente: La Biblia de las Américas
rtf1fbidisansiansicpg1252deff0fonttblf0fromanfprq2fcharset2 Wingdings 3; . Como.
Fuente: La Biblia Textual III Edición
[1] Con el incendio del templo de Jerusalén quedaron ahumadas y renegridas sus paredes, que antes parecían una ascua de oro. Las imágenes están aún vivas en la memoria del poeta. 2 Cro 3.[3] Job 39, 14.[7] Contraste trágico entre la nieve y el carbón.[15] Jer 30, 17.[19] 2 Re 25, 4; Jer 39, 5.[22] No fueron llevados cautivos a otro país. En la última ruina de Jerusalén, durante el imperio romano, se dispersaron por la tierra.